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—¿Entonces lo expulsaron en su primer día? —preguntó Hoseok asombrado.
—Aja... es increíble cómo es que ese hijo de puta siempre se sale con la suya. —dice Jungkook molesto. Pues no es la primera vez que esto pasa con alguien.
—Que esperabas, hasta el director le tiene miedo. —dice Eunwoo.
—Están coludidos en esto, todos lo sabemos y nadie denuncia y dice nada. Ya ven con Jieun, también la tenía en la mira hasta que la hizo irse a otro país. —dice Hoseok.
—Es verdad. —confirma Eunwoo.
Están en el entrenamiento de basquetbol hablando sobre lo que pasó con Jimin, aún así Jungkook se sentía molesto por lo que pasó con Jimin. Incluso si no le cae bien, la forma en la que se defendió lo dejó bastante impresionado y es que verlo darle una paliza y responderle de esa manera fue sorprendente.
Lanza el balón y encesta.
—Tranquilo, creo que tu padre hablará con los del concejo, ellos tienen incluso más poder que Austin y su padre.
—Lo sé, mi padre es muy bueno convenciendo.
—Entonces no te preocupes. Lo verás mañana aquí.
Tal vez tengan razón, su padre es muy bueno convenciendo sobre muchas cosas, no por eso tiene buenas empresas y son ricos. Esperaba que todo salga bien.
Siguió con su entrenamiento mientras Jimin hacía una reverencia de disculpas con los señores Jeon.
—Lo siento mucho. —Tenía tanta rabia dentro de él — Lo siento tanto por las molestias en las que los he metido.
—Jimin, cariño no tienes nada de lo que preocuparse. No fue tu culpa. —le dice la señora Jeon.
—Sí, lo fue. No puedo controlar cuando me quieren hacer daño, casi hice algo horrible.
El señor Jeon toma su mentón para que los mirara, ellos no parecían molestos.
—¿Sabes? Me recuerda mucho a una amiga de tu mamá. Ella era igual a ti. También se metió en líos que ella quería evitar, pero por desgracia las personas son tan estúpidas que creen que es divertido reírse de los demás por tener gustos diferentes. Ahora ella es una gran cineasta y tiene premios por hacer películas tan terroríficas y los que se burlaban de ella, son gente promedio o están en situaciones de prisión. —le acaricia la mejilla—. No dejes que nadie apague esa luz que tienes y te haga sentir mala persona, no lo eres.
—Pero ahora no tengo escuela, ¿qué haré?
—No te preocupes, voy a hablar con los del consejo y verás que todo va a solucionarse. Ve a tu habitación, y deja se sentirse así.
Jimin asintió. Si el señor Jeon tenía una solución dejara que se haga cargo, él no puede hacer nada de todos modos.
—Gracias. Con permiso.
Se marcha. La verdad es que si quería hacerle daño, pero rayos, no podía cometer tal acto. Jimin se sienta en la cama de su habitación, rodeado de oscuridad, con las luces apagadas y las cortinas cerradas. Su mirada se pierde en el vacío, mientras sus pensamientos se sumergen en un mar de depresión y autocrítica.
"¿Por qué soy así?", se pregunta Jimin. "¿Por qué me gustan las cosas oscuras y tengo una personalidad fría? ¿Por qué no puedo ser como los demás, alegres y optimistas?"
Jimin se siente como un extraño en su propio mundo, como si no encajara en ninguna parte. Cree que su fascinación por lo oscuro y lo desconocido es un defecto, algo que lo hace diferente y feo.
Y no solo eso, también se siente culpable por ser poco empático y frío con los demás. "¿Por qué no puedo sentir compasión por los demás?", se pregunta. "¿Por qué me resulta tan difícil conectarme con ellos?"
Pero lo que Jimin no se da cuenta es que, en el fondo, él sí tiene sentimientos. Sí es capaz de amar y ser amado. Sí es capaz de sentir dolor y tristeza. Pero su forma de expresarlos es diferente, y eso no lo hace menos válido.
Mientras Jimin se sumerge en sus pensamientos deprimentes, una lágrima se desliza por su mejilla. Él no se da cuenta, pero en ese momento, está mostrando una parte de sí mismo que cree que no existe. Una parte que es vulnerable, sensible y humana.
En ese momento, Jimin es un ejemplo de cómo la gente puede ser incomprendida, incluso por sí misma. De cómo las apariencias pueden engañar, y de cómo la oscuridad puede esconder una luz que brilla con fuerza.
Jungkook llegó a casa, notando que el auto de su padre no estaba. Seguro salió a ver lo del problema de Jimin. Dejó sus llaves y miró a su madre en la sala tejiendo algo.
—Hola, llegue. —la saluda con un beso en su mejilla.
—Hola, que bueno que llegas. Deje un poco de fruta en la cocina por si gustas algo antes de cenar.
—No gracias, no tengo tanta hambre. ¿Y papá?
—Fue hablar con los padres de familia sobre el asunto de Jimin. Llegará un poco tarde.
—Entiendo ¿Jimin?
—Está en el jardín. Dile que si quiere un poco de fruta. Tal vez eso lo anime. Se ha sentido culpable de lo que pasó.
—Lo que diré, tal vez me retracte si se lo dices, pero no fue su culpa.
Su madre le sonrió.
—Es bueno que digas algo así. Anda, ve decirle que hay fruta.
Jungkook puso los ojos en blanco.
—Ok.
Se aleja y avanza al jardín trasero, abre la gran puerta mirando a Jimin quien estaba sentado bajo el árbol, absorto en su libro, cuando Jungkook se acercó a él.
—Hey, ¿quieres fruta? Mi madre preparó unas manzanas y peras —dijo Jungkook con una sonrisa forzada.
Jimin ni siquiera levantó la vista del libro.
—No, gracias.
Jungkook se detuvo un momento, esperando una respuesta más amable, pero Jimin no dio ninguna. ¿Por qué rayos obedecía a su madre?
—Vaya, gracias por la hospitalidad —dijo Jungkook con sarcasmo.
Jimin finalmente levantó la vista, su mirada fría y distante.
—¿Qué quieres, Jungkook?
Jungkook se encogió de hombros.
—Nada, solo pensé que podríamos hablar sobre lo que pasó en la escuela.
Jimin se puso tenso, su expresión defensiva.
—¿Qué hay que hablar? Me expulsaron por defenderme.
Jungkook suspiró.
—Sí, pero no tenías que golpearlo tan fuerte. Ahora estás en problemas. Sé que es un pedazo de imbécil, pero el director le tiene miedo, bueno más bien a su padre, pero aunque lo hiciste bien, creo que con una patada en los bajos estaría bien.
Jimin se burló.
—Me puede dar cuenta. Además ¿qué sabes tú de problemas? De todos modos no es algo que te incumba. De cualquier manera me hubieran expulsado.
Jungkook se irritó.
—Eso no es cierto y lo sabes. Pero supongo que es fácil para ti culpar a los demás por tus propios errores. Joder, parece que no podrías simplemente dejar las cosas así.
Jimin se levantó del suelo, su mirada helada.
—No necesito tu opinión, Jungkook. Así que déjame en paz.
Jungkook se dio la vuelta y se alejó, dejando a Jimin solo bajo el árbol, su libro olvidado en el suelo. Eso le pasa por querer intentar entenderlo, era un chico raro y estúpido que solo logra irritarlo. Se fue a su habitación y se encerró mientras que Jimin seguía leyendo.
Más tarde Jimin bajó abrigado ya que hacía un poco de frío, tenía que salir a comprar algunas cosas. Cuando venía a casa, vio una tienda de cosas antiguas. Le parecía interesante.
Al bajar miró a la señora Jeon tejer un poco, mientras que Jungkook llegaba del jardín algo sudado, seguro por jugar basquetbol.
Parpadeo varias veces al notar que no traía camisa, dejando ver su fuerte pecho y esos brazos, además esos tatuajes en su piel que le dieron ganas de tocar.
Su corazón comenzó a latir demasiado rápido y sintió como él calor en su rostro se esparcía hasta tragar grueso.
¿Qué rayos fue eso?
—¿Jimin vas a algún lado? Ya casi es hora de cenar. —le dice la señora Jeon.
Jimin sale de sus pensamientos.
—Iré a una tienda que vi de camino, no tardaré mucho.
—Si ese es el caso, dile al chófer que te lleve. Llegarás más rápido.
—Es lo que haré. Llegaré pronto, con permiso.
Jimin se despide y sale de casa, al fin disipando los pensamientos que tiene por Jungkook al verlo así.
Subió al auto y dio marcha al lugar. Todo el lugar de Seúl le parecía algo atosigante. Tal vez en busan tenga malos recuerdos, pero es tranquilo y la gente era amable.
Al llegar, Jimin empujó la puerta de la tienda de antigüedades y entró, rodeado por el olor a polvo y madera vieja. Su mirada recorrió las estanterías llenas de objetos antiguos, desde relojes hasta joyas y libros. Se detuvo en una vitrina llena de collares y pendientes, y su atención se centró en un collar antiguo con un diseño intrincado.
—¿Cuánto cuesta este collar? —preguntó Jimin al dueño de la tienda.
—Ah, ese es un collar muy especial —respondió el dueño—Es del siglo XIX y está hecho de plata y piedras preciosas. Cuesta 500 dólares.
—Me gusta. Me recuerda al que tenía una gran bruja que murió en 1692. Lo quiero.
—Muy buena elección joven.
El ancino le envuelve el collar entregándole a Jimin. Al salir de la tienda, se sintió satisfecho con su compra. Estaba a punto de ir a casa cuando vio al director de su escuela salir de un lugar cercano, mirando nerviosamente a su alrededor.
Jimin se detuvo y observó al director, que estaba cargando varias bolsas en su auto. Al principio, no le pareció extraño, pero luego vio que una de las bolsas contenía varias toallas femeninas. Jimin se sorprendió y se preguntó qué estaría haciendo el director con esas cosas.
El director notó que Jimin lo estaba mirando y se sonrojó. El director asintió y se apresuró a entrar en su auto. Jimin se quedó mirando, intrigado por el comportamiento extraño del director. Tal vez sean para su esposa o hija, seguro era eso.
Jimin caminaba con su característico paso seguro y tranquilo, su mirada fija en algún punto delante de él. De repente, un chico apuesto se cruzó en su camino y chocó contra él. El chico se disculpó de inmediato, pero al levantar la vista y ver a Jimin, se quedó paralizado.
No era porque Jimin estuviera vestido de negro o tuviera una expresión intimidante, sino porque su belleza era simplemente impresionante. Sus ojos brillaban como estrellas en la oscuridad, y su sonrisa leve hacía que el corazón del chico se detuviera.
—P-Lo siento mucho —tartamudeó el chico, su voz temblando ligeramente.
Jimin lo miró con una expresión indiferente, sin una pizca de emoción en su rostro.
—No hay problema —dijo con voz fría—. Simplemente fíjate a la próxima.
El chico se quedó con la boca abierta, esperando algo más, pero Jimin simplemente se dio la vuelta y siguió caminando. El chico se quedó parado en el mismo lugar, viendo cómo Jimin desaparecía en la distancia, con una sensación de decepción y admiración al mismo tiempo.
—¿Quién es ese? —se preguntó a sí mismo, aún tratando de recuperar el aliento.
Mientras tanto, Jimin continuó su camino, sin siquiera mirar atrás, ajeno a la impresión que había causado en el pobre chico. Su corazón seguía latiendo con la misma calma y tranquilidad, sin dejar espacio para
emociones o distracciones. Era como si nada hubiera sucedido.
Un nuevo chico y muchas posibilidades.
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