𝗖𝗮𝗽𝗶́𝘁𝘂𝗹𝗼 𝗜𝗜𝗜.
—𝑽𝒂𝒎𝒐𝒔 𝒂 𝒄𝒐𝒏𝒕𝒂𝒓 𝒎𝒆𝒏𝒕𝒊𝒓𝒂𝒔,
𝒕𝒓𝒂𝒍𝒂𝒍𝒂́, 𝒗𝒂𝒎𝒐𝒔 𝒂
𝒄𝒐𝒏𝒕𝒂𝒓 𝒎𝒆𝒏𝒕𝒊𝒓𝒂𝒔.
Sasuke ordenaba sus cosas en silencio, sabiendo que Naruto estaba mirando cada rincón de su habitación, como también que estaba oliendo profundamente su aroma.
Caminó hacia el baño, buscando unas cuantas toallas y sus artículos de higiene, pensando en llevarse las pastillas que Tsunade le ha dado, las guardó en su bolsillo porque, puede que Naruto le pida tomarlas. Aunque de pronto el calor consume su cuerpo joven, ante la idea de que Naruto le ayude con sus épocas de celo y él poder hacer lo mismo con su omega.
Naruto se llevó las manos a la cabeza, mirando de un lado a otro, sentía que de ahora en adelante haría el papel de niñero. Y eso sonaba ridículo, demasiado. Porque no sentía que tomarían en serio su persona, cuando vieran quien es su pareja, no por el nombre, si no por lo que apenas es. Quizás es unos años la diferencia no sería tan notable como ahora.
Suspira.
—¿Te duele algo? —preguntó Sasuke, apenas salió del baño. Naruto abrió los ojos, mirando al niño a la distancia.
—No, estoy bien. —respondió, sonriendo, para acompañar su afirmación.
Sasuke asintió no muy seguro de las palabras de Naruto, podía sentir el agotamiento del adolescente. Pero decidió que era mejor no preguntar, mientras caminaban hacia la salida. El niño tragó saliva, no estaba listo para vivir un día —que estaba llegando a su fin—, de una manera tan agitada.
Al salir, caminaron hacia el departamento de Naruto.
Sasuke, caminando con las manos en los bolsillos, ignoró por completo las miradas de los aldeanos, que miraban casi perplejos lo qué sucedía.
Su joven héroe, cargaba una mochila, junto al último niño del clan Uchiha. Se veía sospechoso, porque aún no presenciaban alguna amenaza reciente.
Pero aquellos que pasaban más cerca, podían ver, como los ojos negros de aquel niño, se volteaban en su dirección, como una silenciosa advertencia para mantenerse alejados.
Naruto, algo distraído de lo que pasaba a su alrededor, caminaba mirando a la distancia su departamento. Los recuerdos de su infancia lo golpearon durante unos minutos, hasta que se detuvo. Sasuke lo estaba mirando fijamente, pero se notaba en el niño, que no sabía que decir.
Con un carraspeo de garganta, Sasuke se atrevió a hacer alguna conversación.
—¿Te gusta más el día o la noche?
Naruto abrió los ojos, viendo con asombro las mejillas rosas de Sasuke. Pensó que era tierno.
—¡Pues está difícil! —exclamó, los recuerdos tristes se fueron alejando, mientras concentraba toda su atención en Sasuke. — Porque en el día puedo ver a mis amigos y entrenar, y comer mucho ramen, ¡De verás! —una sonrisa, se extendió en su rostro.— Pero en la noche puedo dormir, y me gusta mucho dormir. —completó, con un dedo en cerca de su boca.
El niño asintió, demasiado concentrado en la explicación de Naruto. Sasuke se descubrió admirando la voz que tenía el chico.
—Ya llegamos. —pronunció Sasuke, odiando lo que dijo. Obviamente habían llegado, no necesitaba decirlo. Cerró sus ojos y se mordió la mejilla por dentro.
Naruto estaba ocupado abriendo la puerta, Sasuke suspiró, tal vez no había notado su desliz estúpido o quizás le daba igual. Sasuke no sabía como sentirse.
—Hay un problema, Sasuke. ¿Dónde vas a dormir? —preguntó Naruto, mirando hacía abajo, al niño.
Sasuke lo miró fijamente, pensó que iba a dormir en la habitación del rubio.
—¿Contigo? —quería sonar convencido, pero terminó dando a conocer su duda.
Una vez más el aire volvió a sentirse, literalmente pesado. Naruto tragó saliva, miró al niño detenidamente. Se sentía demasiado abrumado, contando el hecho de que nada de lo que estaba pasando lo esperaba. Nada, lo quería aún. No estaba listo para esto. Una sonrisita diminuta se formó en el rostro de Naruto.
—Pateo mucho. ¿Estás seguro de poder aguantar eso? —preguntó, prefería que Sasuke lo rechazará, para así, no hacer sentir mal al niño. Total, a él no le dolería de manera emocional un rechazo, al menos eso creía.
—Soy un ninja. Estoy hecho para cosas peores. —respondió.
Naruto movió la cabeza. Le indicó que podía ordenar sus cosas donde gustase, porque su casa sería su nueva casa.
Y Sasuke, sin rechistar, ni quejarse o hacer alguna expresión de fastidio. Había hecho caso total a Naruto, a su omega. En la mente del niño eso sonaba muy bien.
Toquecitos en la puerta alarmaron a Naruto, podía percibir el aroma de Hinata. A pesar de que fuera una beta, podía oler su perfume. Los latidos de su corazón de pronto se alteraron, estaba muy seguro de saber a qué venía la chica. Ella le había confesado su amor en plena guerra, en medio del caos. Y él solo, no sabía que decir —porque Naruto Uzumaki estaba más ocupado pensando en ser Hokage—, y ahora ella estaba afuera. Tal vez esperando una respuesta, ahora que las cosas estaban más calmadas.
Naruto miró el ramen instaneó, que humeaba en la mesita y luego, la habitación de baño, donde Sasuke se bañaba para por fin descansar. Suspiró con fuerza y camino hacia la puerta.
Hinata pareció nerviosa al encontrarse con los ojos de Naruto. La sonrisa típica del rubio le hizo sonrojar.
—¡Naruto, espero no molestarte! —exclamó, la chica, mirando con un brillo especial a Naruto.
—Para nada, Hinata. Solo, ¿Qué deseas? Pensé que estarías descansando después de todo el caos. —habló, con tranquilidad.
—Sí. Bueno, yo. —parecía divagar en algo, luego notó como Naruto vestía solamente aquella camiseta negra, que se apegaba a su cintura. — ¡Naruto, me gustas mucho! —exclamó. Cerrando los ojos, sonrojada hasta el topé. — ¡Y quiero saber si estos sentimientos son correspondidos!
Naruto parpadeó, mientras el pecho se le apretujaba. Buscó que ella abriera los ojos, encontrándose con los ojos perlas de Hinata. Y ella sabía, desde que tenía doce años, que nunca sería realmente correspondida. Ella lo sabía, pero siempre pensó en que todo tenía esperanza. Las manos que apretaba con fuerza sobre su pecho, bajaron.
Podía ver perfectamente los ojos de Naruto —cosas de altura—, con ese brillo encantador, que decía, que jamás haría daño.
—No, Hinata. —dijo, bajito. Cómo si en realidad a él le doliera la situación. — No lo hago, no de la misma manera. —y se sentía cruel. — Para mí eres una amiga, una amiga muy genial. Pero no me gustas.
Hinata asintió. Mordiéndose el labio, una cosa era que siempre lo supo. Otra, era escucharlo, claramente de quién le robaba el aliento.
—¿Es porque no soy alfa? —preguntó. Quería saber, quería ser lastimada, para no quererlo más.
—Sabes que no soy ese tipo de persona. —respondió Naruto. — Sabes que, no me importaría tu condición. Pero no te amo. No hay amor. Además, mí destinado, ya me ha encontrado.
Entonces si era cierto, pensó Hinata. Ella se acercó a Naruto, de manera lenta, posando una de sus manos en la mejilla del chico. Naruto se alarmó por un momento.
—Espero que te cuide como yo no podré hacerlo y valore esa sonrisa, tanto como yo lo he hecho. —dijo Hinata, cerca del rostro de Naruto. Era la resignación misma, de una historia que nunca pudo ni podría comenzar.
Cuando cerró la puerta, se preguntó si en Sasuke estaba en serio todo lo que significaría seguir con su vida, de ahora en adelante. O si, en realidad, solo era una broma del destino.
Al salir Sasuke del baño, vestía ya un pijama y se había escuchado o no, aquella escena, jamás lo mencionaría.
Naruto, se burló, de la absurda manía que tenía el niño de que, en todas sus cosas estuviera el logo del clan. Tal vez, era una costumbre que había heredado de los antiguos Uchiha.
Comieron casi en un torturoso silencio.
Hasta que llegaron al momento de acostar, y Naruto, aún incómodo, decidió que estaba mucho más cansado, que con energías de pelear con el niño. Después de todo, aunque pareciera estar ya aceptando el hecho de ser alfa y omega, aún estaba enojado con la situación.
—Buenas noches Naruto. —susurró Sasuke. Casi demasiado bajo, con una voz ronca para su edad.
—Igualmente, Sasuke. —respondió, acomodándose para darle la espalda al niño. Sasuke suspiró frustrado.
A las cuatro de la mañana, Naruto tendría a Sasuke pegado a su espalda, mientras olía, aún dormido, su glándula de olor.
Naruto se sonrojo, por ser esa, la primera vez que un alfa lo olía así y se mantenía durmiendo a su lado. En calma. Solo por su presencia.
Se encontraba dividido, en esa parte profunda que había en él. Esa que estaba demasiado feliz de estar junto a Sasuke y no, no era Kurama.
Y la otra que realmente no lo toleraba. Cómo esa, que parecía aislada de la situación.
Solo quería paz y la única que podría conseguir ahora, sería estar junto a Sasuke. De pronto la exhalación del niño le hizo temblar, sacándolo de sus pensamientos al sentir, como el aire caliente chocaba con su cuello.
Prefería mil veces las actitudes todas directas de Sai que esas sensaciones. Pero no sé alejó, y volvió a caer rendido ante el sueño.
No podría estar tan mal, esa unión.
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