Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Veintisiete

Por alguna razón tuvo miedo de explorar las hojas de esa libreta que guardaba entre sus cosas desde hace años sin saber por qué. Le generaba cierto temor encontrarse con cosas hirientes, o palabras que no fueran agradables.

¿Pero en verdad era ese su miedo?

Su amigo Phuwin le había recomendado leerla solo si creía que era el momento. Y por alguna razón, a pesar de su temor, Fourth creyó que el momento indicado era justo ese.

Cerró los ojos y tomó una bocanada de aire, se encontraba sentado en medio de la alfombra en su habitación con solo la luz del velador encendida y las cortinas cerradas. El reloj estaba cerca de dar las dos a.m., no había podido conciliar el sueño después de lo acontecido con ese chico peli-negro, y tenía que ser silencioso si no quería que su madre lo regañara.

Sin meditarlo más, aún con los ojos cerrados, abrió la libreta en una página cualquiera. Le tomó un par de segundos tener el valor de abrir los ojos y leer lo que allí estaba escrito.

«A Phi le gusta mucho verte hablar, Fot.
Y a tí te gusta hablar mucho.»

Oh... ¿Y por qué no sentía que fuera una burla? Todos se burlan de que Fourth Nattawat no puede dejar de hablar por un segundo. Hizo una pequeña mueca de lado.

—Su letra es muy bonita—murmuró, y pasó a otra hoja.

"Mi voz siempre ha sido fea, no creo que quisieras oírla. ¿Sabes? Yo no la escucho desde que tenía seis años"


» —Interesante... ¿Entonces tuve un amigo que no hablaba?—era tonto, pero jamás había pensado en el porqué el otro escribía mediante una libreta. Y ahí obtuvo una respuesta que no estaba buscando.

Fourth vió que la conversación seguía en la misma hoja. No pudo evitar reírse con la siguiente oración.

"Ugh, ¿prometes que no tienes olor en tus pies?"


Pero se calló de inmediato al leer lo que seguía.

"Me gusta oírte reír. Te ves bonito"


Sus mejillas se pusieron rojas, y se sintió tan tontamente avergonzado por unas simples palabras. Cerró la libreta, la dejó en la mesita de noche para tirarse en la cama boca abajo y hundir su rostro en la almohada.

¿Quién demonios era el tal Gemini?

(...)

La gente a su alrededor se movía rápido, o al menos así lo sentía el peli-negro que había pasado toda la tarde sentado en el sofá de la sala mirando hacia un punto fijo. No tenía hambre, sed, o sueño. Solo estaba ahí, inmóvil, observando la pantalla negra del televisor, con la cabeza dando vueltas en voces y escenarios pero sin terminar de entender nada al mismo tiempo.

Había intentado llorar adrede, por que el no hacerlo le estaba provocando sentirse una completa basura. Su tío era todo lo que le quedaba, la única persona que le había brindado ayuda por que conocía la conducta de su cuñada,  y ahora simplemente... Él ya no estaba. Lo mataron, jugando a quemarropa, y Gemini tenía presente que era obra de ella.

Ella, o los suyos. O quien quiera que fuera. Quería gritarles, matarlos también. Hacerlos sufrir por llevarse a un alma tan buena como su tío.

—Hola—dijo con voz firme, pero el chico estaba disociado de la realidad—. Hey, hola. Mírame —al tocarlo, el menor huyó de ella. No dijo nada, pero se había asustado—. Yo soy la oficial Rin, y él es Sota—señaló a su compañero, mientras se sentaban frente al chico—. Nosotros queremos hacerte un par de preguntas, ¿está bien?

Los ojos oscuros se encontraron con dos pares verdes.

—Cla-claro.

—¿Dónde estabas el día viernes entre las nueve y las once de la mañana?

Le pareció gracioso que hablaran del "día viernes" como una fecha que ya hubiera pasado, siendo que estaban en viernes y hace solo unas horas había ocurrido el asesinato de su tío. Pero no sé rió, mucho menos hizo alguna mueca.

—¿Pu-puedo usar e-eso?—señaló un anotador que el hombre tenía entre manos.

—Sin problema, ten—asintió antes de entregárselo junto al bolígrafo. Ellos sabían que al chico le costaba hablar fluidamente.

Una vez Norawit terminó, los oficiales leyeron con atención cada palabra escrita en el papel.

“Estaba en una cafetería, aunque ni siquiera llegué a tocar mí desayuno. El tío Aof me llamó justo antes de que todo ocurriera, y no tuve el valor de venir hasta aquí. Corrí al centro de adopción de mascotas para distraerme, y finalmente aquí estoy”

—¿Estabas solo, Gemini?—preguntó el hombre.

El menor asintió con la cabeza.

—Las cámaras toman la imagen de ti junto a otro individuo más—suspiró la mujer—, ¿quién era?

Oh, cuánta rapidez en conseguir datos de la seguridad privada. Gemini asintió y volvió a escribir

“Es un amigo de la infancia. Es mozo en la cafetería y se quedó conmigo toda la mañana hasta ahora que regresé a mí casa. Él no tiene que hacer declaraciones o algo así, ¿verdad?”

—Claro que no—respondió—, ¿crees que tu tío tenía enemigos?

“Mi tío era una persona demasiado buena. Estoy seguro de que fueron enviados por mí madre en forma de venganza. ¿No han leído esa causa? No deberían preguntarme eso a mí”

—Entiendo que estés cansado—Sota no le devolvió la libreta ni el boli, y de hecho, la guardó en uno de sus bolsillos—, podemos seguir esto luego. Duerme un rato hasta que veamos quién se hará cargo de ti hasta cumplir dieciocho.

Sin decir más, ambos oficiales se levantaron para ir con los demás sujetos que trabajaban en la escena del crimen –la cocina–, y el pequeño adolescente de diecisiete años se quedó justo donde estaba, intentando conciliar el sueño. Y curiosamente lo estaba logrando.

Un ruido fuerte en el piso de arriba, le hizo saltar del miedo en su lugar. ¿Y si habían vuelto a entrar? ¿Y si venían por él? ¿Lo matarían también? Gemini sintió una opresión en el pecho,  sabía que estaba pensando cosas absurdas y que eso no ocurría, pero de todos modos un escalofrío le recorrió la espina dorsal y por impulso de la adrenalina en su cuerpo se puso de pié. Salió del living, que usaba como refugio seguro, y buscó desesperado a la oficial de hace rato.

La halló milagrosamente caminando hacía la puerta principal y no dudó en correr a ella.

—P’Rin—ella volteó ante su llamado, y miró al niño que la agarraba de la ropa—, te-tengo mucho mi-miedo. No-no quiero estar aq-aquí.

Ella lo abrazó, acariciando sus cabellos. Conocía muchos casos similares, en su larga trayectoria como recolectora de datos para causas y/o peritajes, pero él le recordaba tanto a su hermano que su corazón se ablandó un poco.

—Hay una mujer que quiere cuidarte, pequeño, creo que es tu vecina. Estarás bien, lo prometo. Haremos justicia por tu tío, Gemini.

Él esperaba que así fuera.

© ʟᴀsᴠᴏᴄᴇsᴅᴇᴍɪ_ᴄᴀʙᴇᴢᴀ

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro