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Extra ¹

Lalisa llegó a su casa con una bolsa de regalo. En el interior de esta contenía chocolates caseros y demás. Hoy es 14 de febrero y una omega de hebras negras y la sonrisa geométrica más hermosa que ha visto en su vida, fue quien le hizo esos chocolates.

Subió corriendo a su habitación, loca por contarle la novedad a sus peluches.

Entró con todo y abrió una enorme sonrisa revelando sus dientes frontales. Se quitó los zapatos con rapidez y se lanzó a su cama, sentándose en posición de india, dándole vista a todos sus animales de felpa.

—¡Estoy en el cielo!

Ah, ¿así que nuestra Lisa está feliz hoy?

Lalisa imaginó que su búho verde, Minki, le preguntó.

¿Se dan cuenta que está feliz en el día que maldice a todas las parejas que existan? —imaginó que fue su osita grizzly, Winter.

Uh... eso es cierto ¿Lalisa recibió regalo de día de San Valentín? —preguntó la pequeña loba de felpa gris, Laion.

—Sí, miren, es de la omega que se sienta conmigo —levantó la bolsa en su cama y la abrió para comer un chocolate, con su sonrisa sin desaparecer de su rostro —Me comí uno en la escuela y vaya... están horribles, pero saben tan bien—dijo toda embobada viendo los chocolates quemados. Logra comerlos porque están amargos.

La omega... ¿Jennie, no? —su coneja, Coelhia preguntó.

Lalisa sonrió asintiendo al "oír" el nombre de la bonita y tierna omega.

—Sí, esa misma —susurró comiendo un chocolate. Le dolerá el estómago, pero valdrá la pena.

¿Te gusta tanto? —su conejo morado preguntó.

—Demasiado, Sooya —suspiró —Pero con absoluta certeza piensa que yo no, seguro me dio los chocolates porque me siento a su lado y no la trata tan mal —estiró su brazo hacia atrás, buscando a su perrito suave, Leo, para abrazar —No hay forma de que yo le guste, sólo mírenme —rió con ironía —Una alfa fría.

Ay, aja, y yo te respondo si a base de tu imaginación férti —el sarcasmo en el pato Ppeu, era notorio —Sabes que no eres así, bueno, en parte lo eres pero no con algunas.

—De todos modos soy un asco —rodó los ojos —Saben que soy terrible en clases, desobedezco, peleo con muchos tipos... ¿qué demonios va a ver una omega en una alfa problemática como yo?

Los peluches se quedaron callados, incomodando a Lalisa. Odiaba ese silencio, indicaba soledad. Aunque, hablar sólo con peluches es más solitario ¿no?

Eres más que eso. Nosotros lo sabemos —Uno de los peluches de su tía, habló, logrando calmarla —Eres nuestra pequeña Lisa que sólo se siente sola y quiere libertad en su juventud, ya que en la infancia no lo tuviste.

Lalisa sonrió con melancolía, pocas lagrimitas formándose en sus ojos claros.

—Gracias, Pooh —agradeció al oso amarillo de ropa roja. Ese osito está algo viejo —Pero nadie nunca me va a entender y mucho menos los va a entender a ustedes.

Deberías darle un regalo —sugirió la perrita poodle, esposa de Laion.

—No lo sé... ¿le gustaría? —se cuestionó.

¡Por supuesto! Deberías invitarla a salir también.

—Fluffy, eso sería demasiado —hizo mala cara con esa idea dada por el conejo blanco —Y lo más probable es que diga que no, seguro pensará que lo voy a matar.

¿Estás diciendo que no le darás nada en el día blanco? —la voz imaginaria de su peluche de Garfield, le preguntó con un tono retador.

Bufó. Las dudas de darle o no un regalo a la omega se esfumaron al oír eso.

—Obvio le daré algo... sólo no sé qué.

¡Flores!

Joyas

Un suéter.

—Ustedes sólo están diciendo cosas caras —se quejó la monita con un listón rosa.

De eso se trata el día blanco. Dar cosas más caras —respondió el panda que le regaló su tía.

Lalisa sabía que su cabeza iba a inventar una pelea entre ellas con el asunto del regalo. Así que decidió apagar su modo imaginación y así no oír a esas pelear.

Se acostó abrazando a Leo, sintiéndose acogida entre Sooya y Ppeu a sus costados.

—Darle un regalo a Kim Jennie —susurró —¿Qué hago?

Sería bueno que le dieras un peluche. Es caro y muy bonito —respondió Leo. Lalisa sonrió.

—Lo haré. Voy a descubrir qué tipo de peluche le puede gustar y... la invitaré al cine —abrazó más al perrito.

Tú puedes, Lis.

Y Lalisa decidió dejar de jugar. Quería dormir un poco.

—Gracias por escucharme....

Les agradeció a sus peluches, cayendo en un profundo sueño que la haría despertar a las 6pm seguramente.

Kim Jennie llegó a su casa gritando.

—¡SOYEOOOOON!

—¡EN MI CUARTOOO!

Respondió su hermana menor desde arriba. Jennie corrió hasta el cuarto de la omega de cabellos plateados para contarle un avance.

—Soyeonnie, mi linda y maravillosa hermanita, mi vida eterna —se tiró sobre su hermana dándole un fuerte abrazo y dejando besos por su sien, escuchando quejas pero no le importaba Hoy fue un gran día para ella.

—Aish... ¿qué está pasando? —la empujó mínimamente, dejando su olor a rosas y tierra aumentar indicando que se va a enfadar.

Jennie de inmediato la soltó —Perdón, te tengo que contar algo super increíble.

—Hum ¿algo que ver con la alfa matona? —Jennie asintió reiteradas veces, entusiasmada. La menor apenas suspiró —Dime, Jen.

—Le regalé los chocolates —Soyeon dio un brinco del susto con los ojos bien abiertos.

—¿LA MATASTE? Ay no, la policía vendrá a casa, joder Jennie ¿qué te pasa?

—Ay, Soyeonnie —hizo un puchero —Por increíble que parezca las aceptó y le gustó —infló su pecho con orgullo —En serio, dijo que lo amargo le gusta.

—No te lo creo — Soyeon volvió a sentarse en su escritorio con sus audífonos puestos. —Pobre tipa...

—Creí que te daba miedo —Jennie se puso medio irritada ante eso.

—Un poco, sí, pero sus piercings y ropa son geniales. Y sabes que me gusta el orégano, en la pizza es lo mejor —sonrió frotando su estómago —Quiero pizza.

—Vete a joder, rosa muerta—Jennie salió del cuarto, enfurecida. Dejando a su hermana confundida.

—¿Y yo qué hice ahora?

Un mes después, Lalisa logró descubrir qué peluche comprarle a la pelinegra. Su felicidad al saber que era el huevito con carita triste, la dejó más encantada de la omega. También compró entradas para ver la película que la pelinegra esperó meses por estrenar. Admite que también quiere ver mucho Yo antes de ti.

Todos los alfas que recibieron regalos, les daban regalos caros a los omegas como era lo normal en el día blanco.

Lalisa iba a darle el regalo a Jennie cuando entró al salón, había llamado toda la atención cuando notaron que traía una bolsa de regalo, pero no le importó. Además de que está loca por ver la reacción del omega.

¿Le gustará? ¿Aceptará salir conmigo? Jennie aparece, por favor…

Era todo lo que pasaba por la cabeza de la alfa, que movía la pierna y golpeaba la mesa con su dedo, impaciente hasta avistar la cabellera negra entrar con su típica sonrisa cuadrada y belleza superior.

Esta saludó a todos y, aunque no le regaló a ningún otro alfa chocolates, recibió regalos de algunos de su salón así que entró.

Eso irritó a la alfa, pero no iba a decir nada...

"Tu puedes, Lisa"

Las palabras de su peluche resonaron en su cabeza antes de que el simple pensamiento de no darle el regalo a Kim se hiciera concreto. Esperó a que la omega se acercara a su puesto y cuando esta lo hizo, la ayudó a recoger uno de los regalos que se le cayó.

—Oh, gracias, Lalisa. Qué linda de tu parte y buenos días! —saludó con su típica alegría y esos ojos brillantes que aparecían siempre que veía a Jennie.

—Buenos días, Jennie —respondió con su frialdad de siempre, dándole un escalofrío a todos los del salón.

Kim guardó sus regalos en su bolso y comió uno de los chocolates de marca cara que le dieron. Miró a Manobal que veía al frente y picoteó su hombro.

—¿Hum? —la rubia volteó.

—¿Quieres un poco?— le mostró un pedazo de chocolate.

Por dentro Lalisa sonreía. La omega es tan linda y amable.

—Sí —tomó el trozo de dulce, rozando los dedos ajenos dándole un escalofrío a ella y a su loba.

Jennie sólo dirigió su mirada a su mesa. Esperaba este día... No creía que la alfa le fuera a dar algo y ni aunque sea barato. Sin embargo, muy en el fondo mantenía la esperanza de que sí. Bueno, ella y su omega.

—Jennie —escuchó su nombre ser nombrado por esa voz gruesa que tanto quería oír en circunstancias más subidas de tono.

—Dime...

—Te tengo un regalo —estiró su brazo por un lado de su silla y tomó la bolsa de regalo —Espero te guste.

Jennie apenas podía respirar. ¿La alfa que no abandona su mente le compró un regalo? Si es un sueño, espera despertar solo cuando termine de pasar todo lo que quiere que ocurra.

Tomó entre sus manos la bolsa de regalo y vio lo que contenía. Sus ojos se abrieron al ver la caja.

—No puede ser —sacó la caja y al ver al huevito de Gudetama y de gran tamaño, sus ojos picaron queriendo llorar —¡Es Gudetama! No lo creo... ¿cómo supiste qué...?

—Le pregunté a tu hermana y ya.

La pelinegra sin querer esperar, abrió su regalo y abrazó con todo al peluche.

—Gracias, Lalisa... de verdad, de todo lo que recibí este es mi favorito —los alfas oyeron eso y sintieron sus corazones romperse en miles de pedazos.

La alfa en un acto de coraje, se hizo para el frente y besó la frente de la omega tierna. No podía resistir a eso, se veía muy linda y tierna.

Kim —y todos del salón— se quedaron estáticas y sin aliento ante esa acción, Jennie sintió su corazón casi salir al confirmar que los labios de la alfa son suaves y se estremeció un poco al recordar el frío del piercing.

—¿Quieres ir al cine esta tarde? Van a dar Yo antes de ti —preguntó de una vez antes de arrepentirse, aunque por fuera se veía de lo más indiferente.

Acepta, por favor.

Que no sea un sueño, por favor.

Pidieron ambas chicas a cualquier deidad o algo que oiga sus deseos.

—¡Si quiero!

Lalisa por dentro le dio un ataque, por fuera seguía igual de seria pero la omega, notó sus ojos brillantes. Nunca los había visto, eso le dio buenas señales.

—Bien, te buscaré en la salida, ¿sí?

—Claro.

Jennie en toda la clase abrazó a su nuevo peluche, podía hacerlo ya que muchas omegas recibieron regalos así y no tenían donde ponerlos. Se sentía muy feliz, esto se lo contaría a Baek y de paso lo mataría porque seguro se puso a mirar mucho a la alfa que le gusta.

Lalisa por su parte, internamente gritaba de felicidad y batallaba con resolver la maldita tarea de geometría. Rectas, letras griegas y líneas paralelas la dejan confundida. Pero, debía intentar... había decidido hacerlo desde que la omega que se sienta a su lado empezó a gustarle. Que le gustara su regalo y que haya aceptado salir con ella, le dio la esperanza que tanto quería sentir para darle incentivos y hacer suya a la omega.

—Gracias, Leo, espero encontrarte un peluche que valga la pena para ti.

Sin que nadie lo viera, Lalisa sonrió de lado.

Notita: Hay 2 extras más que publicaré pronto. <3

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