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★ 𝟎𝟐𝟗: line without a hook

029. ˚୨୧˚ 𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝗧𝗪𝗘𝗡𝗧𝗬-𝗡𝗜𝗡𝗘
—Line Without a Hook˙˖° 🌑

"I don't really give a damn about the way you touch me when we're alone
You can hold my hand if no one's home
Do you like it when I'm away?
If I went and hurt my body, baby
Would you love me the same?""

—Ricky Montgomery.



Las ondas melódicas resonaban por el lugar, estas provenían de un viejo tocadiscos que el grupo de expedicionarios había encontrado. En cuanto a esté, Carl y yo nos dimos cuenta que de está forma resultaría más fácil escuchar música juntos, entonces supimos que debía ser nuestro.

Nuestra celda ahora poseía un aspecto más afable y acogedor, si bien la combinación de cowboy desordenado y chica obsesionada con la limpieza no resultaba de lo más favorable, en estos cinco meses habíamos aprendido a sobrellevarlo.

Bajo la litera yacía una cajonera, la cual en su interior contenía nuestra vestimenta y el poco calzado con el que contábamos.

En la pared de mayor tamaño había una repisa color hueso, hogar de libros y cómics, esta había sido pegada con clavos y nació del gran sacrificio de mi hermano, quien tal vez haya quedado con la mano rojiza y medio machacada tras haberse golpeado con el martillo en más de una ocasión, el muy cerebro de mono.

Y por supuesto que no nos podíamos olvidar los juguetes de la pequeña Jud esparcidos por el suelo y el pequeño buró, donde guardábamos pertenencias extras y nuestras muy preciadas armas. A lado de este estaba nuestra pequeña colección de vinilos de la época de Hershel, es decir, la del caldo.

Estábamos sentados en la cama, mi cabeza reposaba en el hombro de Carl, quien leía un cómic mientras su mano reposaba en mi mejilla y proporcionaba caricias en mi rostro mientras una suave sonrisa iluminaba su rostro.

Al menos hasta que nos comenzó a importar el ruido del exterior.

Rodé los ojos tal y como había hecho otros cientos de veces y salí de la celda, esperando toparme con todos menos con mis papás en compañía de Rigel.

—¿Se nos pasó la hora? —adiviné, formando una línea con mis labios.

—Y por mucho —remarcó Glenn—. Solo ve y dile a Carl que Rick lo llama.

—Y después ven conmigo, quiero asegurarme de que desayunes —agregó Maggie, para después mirar a mi hermano, esperando que este diera una razón por la cual está aquí.

—Yo solo vine para aterrorizar a tu novio —habló él, encogiendo sus hombros.

—No es mi novio —respondí, no tan indiferente como me hubiera gustado.

Mamá y papá intercambiaron una mirada repleta de extrañeza, posteriormente, Glenn hablo:

—En mis tiempos decías eso con enojo, no con...¿tristeza?

Resople con una mueca dibujada en mi rostro, no, entre el de sombrero y yo aún no existía un "nosotros", al menos no oficialmente, por qué sus acciones me mostraban un panorama de película romántica de los noventa, de la que podría ser parte de si tan solo lo preguntara.

—Ahorita le aviso —dije, dirigiéndome a Glenn—. Me visto y bajo al comedor, ¿sip? —continué, esta vez mirando a mamá.

—Si, por favor, me estaba muriendo de hambre por estar esperándote —reprimió Rigel.

—Tú deja a Carl en paz, aparte, ¿no se supone que irías con Daryl a cazar?

—Eso es en la tarde, lombriz deshidratada —señaló con burla para después mirar a la pareja de casados—. Te esperamos abajo.

Dicho eso tomaron camino descendiendo por las escaleras, por lo que yo di una media vuelta y entré nuevamente a la celda, provocando que la mirada de Carl se alzara hasta encontrarse con la mía.

—Tu papá el granjero te habla —avisé.

Por que sí, Rick había dejado a un lado sus días como líder y tras un encuentro espiritual llegó a la conclusión de que su verdadera vocación es plantar zanahorias.

El ojiazul cerró el cómic con un cariz molesto, recargó sus manos en las sábanas y se impulsó con estas para llegar hasta el suelo.

—A veces mi papá me harta —masculló el.

—A veces me harta el mundo —repliqué yo por mi parte, ganándome una mirada reprobatoria—. Bueno, tú no tanto.

—Seguro me habla para lo de los cerditos, ¿quieres venir?

—Pasó, me dan miedo —contesté mientras trataba de encontrar una prenda en la cajonera, un suéter delgado—. Juzgando por las chamarras inmensas de mis papás, creo que hay brisa afuera. Ponte esto —pedí, tendiéndosela.

—¿Me estás obligando?

—Si, créeme.

Bastó con eso para que comenzara a pasar sus brazos por las mangas de la prenda, era un gran "dominado", como diría Beth.

Sin esfuerzo alguno de disimular, logré apreciar el cambio que Carl había tenido en el tiempo transcurrido, no está de más mencionar que la llegada de sus catorce años había influido en una gran parte: ahora era mucho más alto que yo, sus facciones se habían vuelto más prominentes mientras que su voz, la cual solía usar para gritar, estaba adquiriendo un tono ligeramente más grave.

Y por supuesto que no podíamos dejar de lado su humor de adolescente enojado con la vida.

—Hoy tampoco saldrás, ¿cierto? —inquirió, pasando su mano por su pelo castaño, el cual había crecido.

—Me conoces muy bien.

—¿Sabes qué? Un día de estos te voy a arrastrar y te obligaré a socializar.

—Entonces yo gritaré para que mi hermano venga y te espante.

—En ese caso mejor quédate en tu cueva —cambió de opinión, con su nariz arrugada—. Nos vemos.

—Nos vemos —susurré, cuando ya se había ido.

¿Estaba apartada de los demás? Si, pero solo un poquitín, realmente no me afectaba directamente, pero para los de mi alrededor parecía ser un problema.


Entré al comedor, donde el desayuno era servido por Carol.

Por mi parte, Beth, quien se convirtió en mi estilista personal, se ofreció a peinarme mientras que yo había optado por vestir una falda de mezclilla color azul y una blusa rojiza ligeramente holgada. No salía mucho, entonces cuando lo hacía trataba de verme decente.

Divisé a Rigel, entonces me apresure a alcanzarlo para de esta forma sentarme junto con él. En otras ocasiones tuve que comer sola y fue una experiencia de lo más deprimente.

A todo esto se preguntaran, ¿y Sophia dónde está? Bien, tenemos que tener en cuenta dos cosas: ella siempre ha sido más madrugadora que yo y también resultó ser más sociable. Entonces mientras yo me encuentro aquí, ella está allá afuera con sus amigas.

Y no es que me moleste, pero no puedo evitar extrañar el como era antes.

Tome asiento frente a mi hermano y espere a que Carol se acercará a nuestra mesa, cuando lo hizo dejó sobre nuestros platos papas cocidas y una porción del ciervo que Daryl había traído ayer.

—Vaya, huele delicioso, Carol —felicitó Rigel con una sonrisa, dado a esto la antes mencionada dejó un poco más de papas en su plato—. Así es como consigues doble porción.

—¡Oye, tramposo! —chillé, dándole una manotada al aire mientras él comía gustosamente.

—¿Sabías que por aquí dicen que eres mentalmente inestable? —soltó el de un momento a otro, dándole otro bocado más a su comida.

—¿Quién dijo eso? —pregunté alarmada.

—No es nada, estaba haciendo guardia con Glenn y un puñado de niñas comenzaron a chismorrear a un lado. Dijeron "Aurora", "loca" y "mentalmente inestable". Son tremendos a esa edad, ¿no?

—¿Sophia estaba con ellas? —inquirí, ahora con el ceño fruncido.

—No, no.

Tragué saliva con dureza mientras observaba el suelo y luego a él. Me gustaba tenerlo de vuelta, pero también me hacía recordar cosas que no quería.

¿Ya olvidaste lo que hiciste? ¿No te has condenado a ti misma?

La tensión golpeó mi rostro.

—¿De qué estás hablando? Cállate.

—¿Eh? Pero si yo no dije nada —señaló él con extrañeza en sus ojos—. Oye, habíamos quedado en que olvidaras eso, no dejes que lo que hiciste influya en el ahora, ninguna de ellas sabe, ¿de acuerdo? Ahora estás bien, desde que nos fuimos...estamos bien.

De eso mismo estoy hablando: su sola presencia es sinónimo de un recuerdo fantasma que había logrado incrustar en el fondo de mi mente, logrando así mentirles a todos e incluso a mi.

Ahora era prácticamente imposible ignorarlo, estaba ahí y siempre lo recordaría hasta mi último suspiro agónico.

—Está bien —respondí simplemente, restándole todo el peso que tenía verdaderamente.

—Y trata de socializar más, ¿si? De lo contrario seguirán diciendo cosas y entonces yo tendré que actuar. Pelear con niñas de cinco me da pereza.

Eso sí que me sacó una sonrisa.

—Oye, ¿por qué no vas con Sophia? Está por ahí —mencionó, apuntándole con el tenedor.

—Eso haré, ¡pero no te comas mis papas también! —advertí, a lo que él alzó sus brazos en señal de rendición. Me posicioné de pie, dirigiéndome a la parrilla, que es donde estaban Daryl, Carol y Soph.

—¡Rory! Hace mucho que no hablamos —recalcó ella, abrazándome brevemente.

—Rick ha traído muchos —comentó Daryl, refiriéndose a los huéspedes.

—No, no recientemente —intervino Sophia—. Y ahí vienen.

Varios adultos se acercaban a Daryl, saludándolo y agradeciendo su aporte diario respecto al alimento, eran sus admiradores.

—¿Ya te acostumbraste a recibir amor o aun te cuesta? —quise saber burlesca, al ver como el Dixon les dedicaba muecas incómodas a toda persona que se dirigiera a él.

—Créeme, en eso estoy.

—Por cierto, quiero que veas algo, ¿Patrick, puedes encargarte?

Patrick era uno de los pocos chicos con los que había entablado más de una conversación, era delgado y de lentes y, por lo que Carl me había contado, era su amigo.

—Rory y yo podemos encargarnos —aseguró la rubia, captando la atención de su madre.

—¿Están seguras? —preguntó la Peletier, a lo que nosotras dos asentimos con una sonrisa cómplice.

Bueno, al menos la conexión entre amigas no se había perdido.

—Bien, Patrick, será otro día —animó Carol, quien estaba a punto de marcharse junto con el ballestero, pero ambos fueron detenidos por el de lentes.

—Señor Dixon, quería agradecerle por el venado que trajo ayer. Fue un gran gesto, me gustaría estrechar su mano...claro, si están de acuerdo.

El mencionado limpió sus dedos y tal como el sonriente chico lo pidió, estrechó su mano.

—Ya se lo he dicho: toda una celebridad —murmuré, mientras le echaba un vistazo al agua en la cazuela.

—¿Quieres venir al rato conmigo? Jugaremos en el patio Carl, Patrick y yo.

—No lo se, Soph...

—Ay, no me digas que ahora eres vampiro y te hace daño el sol. ¡Son Carl y Patrick! Te prometo que si tu tienes pena o haces algo raro, Patricio Estrella hará algo mucho peor —afirmó, tomando mis hombros y sacudiendo estos.

—Bien, bien. Los veo al rato, supongo —acepté y ella detuvo sus movimientos.

—Oye —llamó ella en una voz más leve—. ¿Hoy también te verás con ellos en la biblioteca?

—Si, lo hago todos los días.

Ese es un pequeño e insignificante detalle que olvide mencionar: sorprendentemente, me llevo bien con los niños pequeños y encontré una manera de aportar algo en sus vidas.

Puesto que al vivir en Woodburry nunca habían sido expuestos a la vida allá afuera, la mayoría de ellos no saben ni siquiera cómo agarrar un cuchillo. Eso es lo que hago: les enseñó a sobrevivir, a sobrellevar una situación en la que su vida dependa de ellos mismos y de nadie más, por qué yo también experimenté eso al inicio de esto.

¿El problema? Nadie más lo sabe a excepción de Sophia y Carol. Si, las dos Peletier: una por ser mi mejor amiga y la otra por qué hacemos esto juntas, solo que en distintos horarios. Yo me encargo del club de lectura de la mañana y ella el de la tarde. 

Claramente no es un club de lecturas verdadero, pero si podemos ayudar, lo hacemos. Aunque sea de manera encubierta.

—Ya veo...¡Aurora, el agua! —gritó, señalando la cazuela que ahora proyectaba un color marrón en vez de gris.

Me asomé levemente, sintiendo el olor a quemado entrar en mis fosas nasales.

—¡¿Cómo demonios quemaste el agua?! —exclamé, vaciando el agua, ahora seca, en otro contenedor.

No sabía de qué serviría eso...pero al menos hice algo, ¿no?

—¿Yo? ¡No, fuiste tú! Y ay, ya todos no están mirando como si fuéramos estúpidas —se lamentó, inspeccionando la cazuela.

—Eso es lo de menos, ¡tu mamá nos va a hornear hasta hacernos galletitas!

—Hay una solución...—comenzó ella.

—¿Correr? ¿Huir? ¿Cavar un pozo e iniciar una vida dentro de el?

—¡Exacto! —chillo, andando a correr, no sin antes agregar—: ¡Ustedes no vieron nada! —dijo, dirigiéndose a todos los del comedor.

Contador de humillaciones hasta ahora: 4.


Corrí hasta llegar a las puertas de la prisión, en esta ocasión me importó poco que las demás personas me me dedicaran ojeadas rápidas, cuestionando lo que estaba haciendo.

Al llegar, me encontré con Ricky Dicky y el ojiazul, quienes abrían las puertas con la misma impaciencia que yo sentía en ese momento.

Por qué la persona que más admiro, la reina del lugar, mi mesías, mi ejemplo a seguir, todo lo que aspiro ser...bueno, creo que ya quedó claro.

La cuestión es que Michonne regresó de una de sus expediciones, pero ella no solo va y trae alimento para sobrevivir al día, ella nunca decepciona.

¿Adivinen quién trajo todos los cómics y libros que se ubican en nuestra celda? Exacto, la de rastras.

Las rejas finalmente se abrieron, dejando entrever a la mujer sobre un caballo, con su katana en la espalda y una mochila colgando. En cuestión de segundos, ella ya estaba en tierra.

—Te extrañe, Mich —dije, abrazándola junto al entrometido de Carl.

—Tú y todo el mundo —bromeó ella—. Mentira, también te extrañe. Los extrañé. Y les traigo algo.

Ambos nos apartamos para permitirle comenzar a sacar las cosas de su mochila, primero, un empaque de gomitas dio a caer en mis manos.

—Como las que te dió mi mamá cuando llegaste al campamento —murmuró Carl—. ¿Recuerdas que eran mías, Aurorata?

—Deja a Rory, niño —decretó Michonne, sonriendo y extendiéndole al de sombrero una pila conformada por unos 6 cómics—. Glenn me dijo que llevan leyendo el mismo cómic de Spiderman desde hace una eternidad, entonces decidí traer más de ese arácnido.

—Leemos el mismo porque es especial —explicó Carl—. Fue el primero que ella leyó.

—Sipi, eso —asentí, señalando con mi mano nuestros tenis con telarañas.

La morena y el Grimes mayor compartieron una mirada antes de reír.

—Voy a dejar esto y regresaré en un momento para jugar futbol, ¿de acuerdo? —interpeló, y estuve a punto de pedirle que se quedara cuando agregó—: no, mejor vamos juntos.


—Mira, solo tienes que perseguir la pelota y no dejar que entre en tu portería —le explicaba Carl a Sophia con calma.

—Tú cállate, eres del equipo contrario. Escúchame: no tengas piedad, si le tienes que romper la pierna a alguien, hazlo —interferí, posicionándome frente a la rubia.

—S-señorita Rhee, me temo que si me rompen una pierna no volveré a caminar —balbuceaba Patrick.

—Me temo que si pierdo te romperé las dos.

—Patrick —habló Carl, colocando su mano en el hombro de su amigo—. No te lo tomes personal, es así cuando toma confianza. Significa que le caes bien.

—Ustedes dos son muy cercanos, ¿no? —preguntó el de lentes.

—Uy, mi querido Patricio Estrella...si supieras —respondió Sophia con burla.

Carl continuaba explicándole las reglas del juego a Sophia, quien prestaba atención vagamente. Como en todo lo demás, comencé a aburrirme con rapidez, por lo que mire a mi alrededor.

Observe a varios niños, entre ellos Lizzie y Mika. Conocía a ambas, eran hermanas con tan solo un par de años de diferencia.

Lizzie era parte de las niñas que asistían regularmente a mis clases de "Sobreviviendo a monstruos chupa sangre con Rory, así no más".

Me caía bien, si olvidamos la vez que ella estaba aburrida y me insistió una y otra vez en jugar a las muñecas Barbie conmigo, solo para que al final terminara decapitando a mi muñeca.

Pero algo más me llamó la atención, estaban gritando, pero no entre ellos, si no que a los caminantes tras las rejas.

—¡Hey, Mike! ¡Ven aquí, Jake!

—¿Qué carajo están haciendo? —murmure en voz baja.

—¡¿Pero qué hacen?! —vociferó un muy irritado Carl.

—Bueno, uno tenía una etiqueta con su nombre, así que los nombramos a todos —explicó Mika.

—Tenían nombres cuando estaban vivos, ahora están muertos —esa era Soph, tratando de hacer entrar en razón a las hermanas de forma pacífica, pero la delicadeza no iba con ella.

—No lo están, sólo son diferentes —mencionó Lizzie.

—No, ¿qué te dicen las rejas sobre ellos? ¿Por qué crees que nos separan? Ellos no piensan, no sienten —hablé, frunciendo el ceño.

—Ellos comen personas, ¡matan personas! —gritó Carl.

—Las personas también matan, y tienen nombres.

—Hay una diferencia: ellos lo hacen por elección, por que ellos si pueden pensar. Esas cosas no —continué.

—¿Tu has visto lo que hacen? —inquirió Carl, aun con un tono de voz destilando ira—. ¿Has visto a alguien morir así?

—Si, lo he visto.

—Entonces, ¿por qué haces esto? No solo está mal, sino que nos ponen en peligro al atraer a incluso más de ellos, Lizzie. No son personas y mucho menos mascotas, no les pongan nombre —sentencie.

—Tenemos que leer, vamos —intervino finalmente la loca, o sea Lizzie. Se dió un giro dramático, marchándose del lugar a zancadas.

—¿Vendrás a leer cuentos en la noche? —preguntó Mika, mirando a Patrick.

—Eh, s-si —tartamudeó Patrick, apenado.

—Genial, te veo después.

—A veces voy, soy un inmaduro infantil.

—Oye, no digas eso. No tiene nada de malo, es como...tierno, que vayas con los pequeños y eso —tranquilicé, provocándole una sonrisa al de lentes y una mueca de disgusto a Carl, mientras Sophia reía.

—¿Usted cree, señorita Rory?

—Es solo Aurora para ti —masculló Carl, ocasionando que su sonrisa se desvaneciera por completo.

—Bueno, entonces, ¿jugamos futbol? —consulte, tratando de romper el hielo.

—Si te rompes las piernas no te voy a ayudar —alardeaba el ojiazul, quien parecía estar peleando solo.

Dicho esto, el "partido" tuvo lugar, recopilando y sumando puntos y, como era de esperarse, Sophia y yo terminamos siendo las ganadoras.

Tras burlarme por unos buenos cinco minutos en la cara del de sombrero, entrelace mi brazo en el suyo.

—¿Celoso, Grimes?

Creo que no sirvo para esto, me dio pena, mátenme aquí mismo.

—Calla.

Sonreí suavemente y en un movimiento rápido quite el sombrero de su cabeza y lo coloque en la mía, ¡ja! Ya me creció el cerebro.

En ese momento, corrí por mi vida sin mucho resultado, ya que Carl me atrapó en cuestión de segundos y, en cuanto lo hizo, envolvió sus brazos alrededor de mi espalda.

Es a esto a lo que me refiero cuando sus acciones demuestran que me quiere, pero él no dice nada al respecto.

Tome sus muñecas entre mis manos, y me separe de él levemente, sus ojos centelleaban con confusión.

Pero yo no podía seguir así.


Word Count: 3123

₊✧⋆⭒˚。⋆
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₊✧⋆⭒˚。⋆

──★ My 𝘀𝗽𝗮𝗰𝗲!! 🐍

Último cap que van a tener por mi parte en al menos una semana, se vienen exámenes amigos.

Yo ya no se si soy una academic weapon o una academic victim 💔

Anyways, gracias por los 28k de vistas 🤍

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