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★ 𝟎𝟐𝟖: promises, oceans deep

028. ˚୨୧˚ 𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝗧𝗪𝗘𝗡𝗧𝗬-𝗘𝗜𝗚𝗛𝗧
—Promises, Oceans Deep˙˖° 🌑

"And you said you'd come and get me but you were 25
And the shelf life of those fantasies has expired
Lost to the lost boys chapter of your life
Forgive me Peter, please know that I tried"

—T. S

Pasado,
𝗼𝗺𝗻𝗶𝘀𝗰𝗶𝗲𝗻𝘁 𝗻𝗮𝗿𝗿𝗮𝘁𝗼𝗿.

Ella necesitaba que aquello parara, que nada de ello estuviera presente nunca jamás: no en su cabeza, no en su cuerpo y no en sus pensamientos.

Su piel era hogar de decenas de marcas púrpuras ocultas bajo la cobertura de su ropa: sus padres sabían dónde golpear sin dejar indicios a simple vista.

Ella estaba segura de algo: si la relación de sus padres era una representación del amor, no quería vivirlo.

Era como si el romance de sus padres estuviera basado en la necesidad de pelearse entre ellos para después dejar huella en ella.

Ya sea por un error o un paso mal dado, ellos siempre encontraban el lugar y la forma de destilar su enojo contra la menor mientras hacían uso de cualquier objeto que estuviera a su alcance, con tal de que este le dejará una repercusión con conflictividad de borrar a Aurora.

Sin embargo, los golpazos constantes no avivaban demasiado su temor. No, eran las palabras, las cuales la convencían de que el problema le pertenecía a ella.

El dolor, el miedo, la tristeza y la intranquilidad reinaban en la mente de Aurora, pero ninguna de ellas dejaba un estrago tan grande como la frustración.

Y lo que más le frustraba era ser el tipo de persona enojada que lloraba, cuando ella en realidad quería gritar.

Todo aquello perduró hasta que su hermano, quien hasta el momento había permanecido al margen, interfirió sin resultado alguno.

Bueno, aquello es lo que Aurora pensaba, porque desde ese momento todos los golpes pasaron a ser dirigidos a Rigel, no a ella.

Pero el propósito de él no era detener la violencia por completo, solo buscaba desviarla hacia el.

Por qué eso era todo lo que él quería: proteger a su hermanita.

Esa era la razón por la cual no había partido de casa a pesar de tener 22 años y un trabajo medianamente estable, sumando el hecho de que estaba a mitad del camino de la carrera de medicina, no podía marcharse, si lo hacía, no lograría perdonarse a sí mismo.

A Aurora le afirmaba que no le dolía, y ella sabía que no era una mentira completamente, aunque eso no significaba que la culpabilidad creciente en su pecho desapareciera.

Un pensamiento rondaba su mente: unos verdaderos padres no hacen ese tipo de daño, entonces, ¿por qué?

"Por qué ellos no lo son" era lo que Rigel le respondía.

Y ella pensaba que se refería a que no sabían cómo serlo.

Pero sus palabras tenían mucha más profundidad de la que ella podía asimilar, o más bien, de las que ella quería entender, ya que siempre supo que su hermano sabía algo que ella no.

Eso la llenaba tanto de curiosidad como de inquietud, puesto que tal vez él tuviera la respuesta para todas las dudas que habían surgido en ella con el paso de los años: los llantos a media noche, la impaciencia de su madre y los largos periodos de ausencia de su padre.

Tomó el apocalipsis como una oportunidad de descubrir lo que ocurría.

Pero claro, ella no logró su cometido, por qué Rigel murió. Pero esta vez no fue culpa de Aurora, no como lo fue la muerte de sus padres...


Actualidad,
𝗥𝗼𝗿𝘆.

Había pasado una maldita semana desde que los ex-habitantes de Woodburry se asentaron en la prisión, mientras yo solo tengo una cosa en mente.

¿Por qué nací?

Todos parecen haber progresado milagrosamente y luego estoy yo, quedándome atrás como una figura minúscula y ridícula.

La mayor parte de los recién llegados parecen adaptarse bien y otros están tomándose un tiempo para asimilar lo que pasó.

Al menos eso es lo que Carl me ha dicho puesto que en los últimos días no he hecho más que rehusarme a salir al exterior, y cuando lo hago, procuro no hacer contacto visual con nadie.

Socializar me da miedo, honestamente.

Pero hay una cosa que me genera incluso más miedo: que todo parezca estar saliendo bien.

No había experimentado una seguridad que durara tanto tiempo desde el campamento de Atlanta, y ahora que no hay un granero repleto de caminantes, que no estamos a la deriva y que no hay un loco con parche persiguiéndonos, el ambiente es raro e irreal.

Me remuevo en la silla, reposando mi cabeza en mis rodillas, las cuales están apoyadas en mi pecho. Mis días pasan de este modo, le hago compañía a Sophia—quien acaba de entrar en consciencia hace tres días—y recibo visitas de Carl y de mis papás, con quienes intercambio un par de palabras antes de que se marchen, dejándome en un silencio arrollador, el cual comparto con la bella durmiente y con mis pensamientos.

Diversión de la máxima calidad, yuju.

Sophia, a quien Hershel estima que le tomará curarse completamente un par de semanas más, se regocija en la litera al mismo tiempo que suelta quejidos de dolor, le toma unos segundos abrir los ojos completamente y, cuando lo hace, posee una mirada perdida.

—¿Todo bien? —pregunté, deseando obtener una respuesta en vez de balbuceos mal formulados.

—¿Uh? Si, si...solo que me acaban de disparar en el torso, nada de lo que preocuparse —murmuró con voz ronca.

—Soph, eso fue hace una semana. —aclaré, consciente de la reacción que ella podría tener.

Sus cejas se fruncieron a la vez que sus ojos se cerraron, su rostro se mantuvo de esa forma por unos instantes y, posteriormente, soltó una carcajada.

¿Me rió junto a ella o le digo que está loca?

Una vez la risa cesó, me dedicó una sonrisa y le echó un vistazo a la celda. Visualice el momento exacto en el que se percató del ruido del exterior, y supe que eso le pareció fuera de lugar.

—Me perdí de muchas cosas, ¿verdad?

—Exactamente —respondí, ayudándola a tomar asiento sobre la cama—. ¿Así estás bien?

Recibí un leve asentimiento, fue entonces cuando saque un paquete de galletas saladas del bolsillo de mi chaqueta negra y se las tendí.

—Come y te contaré. 

—A la orden, mi generala —dijo con una sonrisa de lado reposando en su cara.

—Después de que te dispararon...

—Y que tú le disparaste a aquel chico —interrumpió, dejándome escapar una mueca por la mención de aquello.

—¿Lo viste?

—¿Después de que mi vista se llenara de negro? Si, gracias —replicó, dándole un mordisco a una de las galletas—. ¿Qué pasó con el otro?

—Carl lo mató.

—Oh. No es culpa de ninguno de los dos, ¿si? Ellos atacaron primero.

—Ya lo sé, lo comprendí hace tiempo —conté indiferentemente—. Lleguemos al punto: ganamos la guerra, el corazón de Rick se apaciguó y decidió traer  a la población de Woodburry para acá. Y me olvidaba, ahora ellos nos tratan como si fuéramos sus dioses salvadores. 

—¿Y son muchos?

—Demasiados. ¿Sabes qué es lo peor? Hay adolescentes. ¡Adolescentes!

—Nosotras también lo somos —señaló, divertida.

—Si, pero ellos dan miedo —reiteré, arrugando mi nariz con desagrado.

—¿Y hay niños guapos? —inquirió, alzando y bajando las cejas.

—¡Eso es lo de menos! No lo sé, no los ando viendo. ¿Has visto a Carl? No creo que ninguno le sea competencia, entonces, no me importa.

—¡Oye! Tu eras la que decías que las cursilerías de tus papás te daban diabetes ¿y ahora dices esto? Regrésenme a Aurora y llévense a esta cursi.

—Ya sé, ew, ya sé —admití, cubriendo mi rostro con la intención de ocultar el creciente enrojecimiento de mis mejillas y la sonrisa que comenzaba a formarse en mi rostro—. Pasó algo.

—Estoy muriendo por saber, ¿ya son novios? —preguntó con entusiasmo.

—Pues, él me dijo que yo le gustaba, yo le dije que a mi también me gustaba y puede ser que casi nos besamos...

—Rory, creo que esto acaba de curarme.

—Pero él no me preguntó directamente si quería ser su...eso. Entonces no sé que somos, no exactamente —finalicé.

—Retiró lo dicho, me cae mal.

—La verdad no sé que pasó. Sigue hablando conmigo todos los días y tratándome igual, pero no ha dicho nada.

—Tal vez esté buscando el momento indicado —sugirió, encogiéndose de hombros.

—O tal vez todo era una broma para burlarse de mí y él está haciendo un plan para matarme por que me odia.

—No, yo creo que solo tiene pena y se está armando de valor: todo lo bueno lleva tiempo.

—Si, tienes razón, creo.

—Yo siempre la tengo, Rory —exclamó la reina de la humildad—. Quita esa cara y cuéntame un cuento para dormir, que una bala atravesó mi cuerpo.

—Eso no me hace tu esclava, ¿sabes? —repliqué con una sonrisa—. No conozco ningún cuento.

—¿No te los contaban antes de dormir?

—¿Mis papás? No, nunca. Yo solo leía libros que tomaba de la biblioteca de la ciudad, los cuentos nunca me llamaron la atención.

—Vamos, debes de acordarte de uno.

—Eh...bueno. En las profundidades del bosque, había una cabaña pequeñita que le pertenecía al lobo feroz, un día a una abuela con una canasta llena de tortillas se le olvido tomarse sus pastillas, entonces soplo y soplo hasta que derribó la construcción, después vino un cazador y se comió a Caperucita Verde y...y algo estaba pasando en la puerta. Fin.


—Rory, necesito que vengas conmigo —pidió mamá, quien entró apresuradamente a la celda.

—Creo que me quedo con pudrirme en esta litera, pero gracias —manifesté, llevando la palma de mi mano a mi frente.

—Oye, es enserio, quieres ver esto.

Bufé y me resigne a acompañar a mamá, entrelacé mi brazo en el suyo a la par que caminábamos hacia la zona del pasto.

Desconocía el motivo de su repentina necesidad de acompañarla y a pesar de que este me infundía curiosidad, la flojera podía más conmigo.

Las personas iban de un lado a otro, el ruido inundó mis oídos y me pregunté cuándo fue la última vez que vi a tanta gente reunida en un lugar, sin sangre o violencia, tan solo conviviendo.

—Quédate aquí, ¿si? —indicó para después marcharse, sin darme la oportunidad de solicitar que se quedara a mi lado.

Permanecí con la cabeza gacha y una trémula pesadez en el estómago, no me dediqué a disimular el desagrado que me producía estar rodeada de una multitud.

Sentía miradas en mí, parecían venir de todas las direcciones y no pude evitar pensar en que se estaban burlando, que yo no estaba dando una buena impresión.

¿Por qué mamá tarda tanto?

Cerré los ojos con fuerza antes de alzar la vista, encontrándome con un grupo de adolescentes que aparentaban 14 años observándome y divise como sus ojos centelleaban con diversión.

En particular, uno de ellos era especialmente parecido al chico que yo maté, ¿será su hermano?

Que no me hablen, que no me hablen...

—¡Hola! —saludó uno de ellos, la sonrisa que poseía me insuflaba turbación—. ¿Cómo te llamas?

—Aurora —murmuré en voz baja, tanto como para dudar que me haya escuchado.

—Eh, bien, Nora.

Abrí mi boca con la intención de corregirlo, pero me detuve cuando recordé que no me era relevante que supiera o no mi nombre, no planeaba intercambiar más palabras con él.

—Espera, ella ya estaba con el grupo, ¿no? —supuso otro de los del grupo, el que se parecía a aquel chico.

—¿Eso es verdad? Oye, gracias, gracias a tu grupo nosotros tenemos una oportunidad y eso, eso es genial —chilló con fervor, fue entonces cuando hizo ademán de rodear mi espalda con sus brazos.

Un sobresalto nublo mi cuerpo a la vez que el grito ahogado salió de mi garganta, y no se me ocurrió nada más que apartarlo en un arrebato, empujándolo y provocando el desliz de su equilibrio, lo que lo llevo a caer de cara contra el suelo.

No fue la mejor opción, pero ¿por qué un desconocido me abrazaría con tal confianza?

Volví a sentir las miradas en mí, pero esta vez no había duda de si era real o no, de si solo me lo estaba imaginando por el nerviosismo. Ellos me estaban mirando, me estaban juzgando.

La necesidad de ocultarme inundó mi mente, tras asegurarme de no haberle hecho daño a aquel chico, decidí comenzar a caminar en busca de Maggie y ver lo que tanto quería mostrarme para de esta forma acabar con esto y volver a encerrarme en mi celda.

Cruce mis brazos mientras aceleraba mi paso, cuidando no chocar con nadie ya que empujar a otra persona más no me convenía demasiado en este momento.

Cuando pensé que no estaba haciendo nada más que dar vueltas y me dispuse a regresar al pabellón, divise a mi mamá charlando con un tipo.

Este estaba de espaldas y tenía el pelo castaño, vestía una remera negra y unos jeans azules. Nada de eso fue lo que me llamó la atención, no, fue la mochila que llevaba, estampada con una gran estrella.

Pudo sentir mi mirada en él, por qué en ese momento él se giró y su cara se contorsionó. Cuando las lágrimas cubrieron sus ojos, lo mismo ocurrió conmigo.

En cuestión de segundos mis pulmones estaban siendo arrebatados de aire debido al abrazo que mi hermano me estaba dando.

—Ya no tienes 10 años, sunshine —señaló con burla, sin apartarse de mí.

—Y tú no estás muerto —repliqué con el mismo tono.

Mamá nos observaba con una sonrisa, sabía que ella también se alegraba de que Rigel estuviera vivo, después de todo siempre habían sido amigos.

El abrazo se prolongó por un tiempo más hasta que yo lo rompí a la vez que mi gesto cambió.

—¿Por qué no volviste? —interpelé a secas.

El balbuceó por un tiempo antes de responder, y cuando lo hizo, fue todo menos lo que yo quería.

—Te lo explicaré cuando sea el momento, ¿si?

—No, tú mismo lo dijiste, no tengo 10 años. Cualquier cosa que pasó, lo voy a entender. Yo no me pase los últimos dos años en una comunidad segura, se como es el mundo —objeté, mientras la impotencia golpeaba mi rostro.

—Escúchame, eso no fue lo que pasó. Traté de encontrarte, maldita sea, pero me detuvo algo. Ya te lo dije, te lo contaré todo.

Estaba decidida a insistir cuando la mano de mamá se posó en mi hombro.

—Se acaban de reencontrar, Rory. Todo a su tiempo, por favor.

Eso logró apaciguar mi respiración, la cual había aumentado, y permitió que mis nervios se relajaran, entonces le dirigí un leve asentimiento a mi hermano.

Por qué en realidad, que él estuviera de vuelta era como una lucecita de esperanza para mí, un tramo de felicidad, y no sabía por qué yo había decidido tomar este camino, ¿por qué siempre lo arruino?

Esbocé una sonrisa en un intento de enmendar mi error y hacerlo sentir mejor, ya que en su rostro se reflejaba cansancio.

—Deberías conocer al resto del grupo, estoy segura que Glenn te caerá genial. ¡Oh! Y también Carl, les he hablado de ti —asegure, tomando su brazo con una de mis manos y usando la otra para tomar a mamá, empezando a dirigirme hacia el pabellón.

Es un nuevo inicio, ¿no?

Pasado,
𝗼𝗺𝗻𝗶𝘀𝗰𝗶𝗲𝗻𝘁 𝗻𝗮𝗿𝗿𝗮𝘁𝗼𝗿.

La castaña perfeccionaba los últimos detalles del dibujo de su constelación favorita, aprovechando que el auto se había detenido.

El papel era reutilizado, puesto que tras de si había un dibujo completamente distinto: retrataba la sombra de un cuerpo siendo arrollada por varios pares de ojos.

Así es como ella siempre se había sentido.

Incluso con la ventana cerrada, los gritos del exterior lograban inundar sus oídos, de igual forma que capturaban su mente, danzando al son de una melodía tortuosa.

Ella se debatía lo que tenía que hacer, si quedarse dentro del auto o salir.

Opto por la última opción, ese fue el primer paso.

¿Me oíste? ¡No tengo nada más que perder, nada con lo que ustedes dos puedan volver a ponerle un dedo a ella! —vociferaba Rigel con creciente ira.

—Deja que se largue —cedía Caspian, el padre de ambos—. Que se lleve a la inservible también, ambos morirán allá afuera, malagradecidos.

—¡¿Malagradecidos?! Dile, dile la verdad —gritó, refiriéndose a su madre, Clara.

—Idiota, me tienes harto —gruñó Caspian, acercándose a su hijo mayor y tomándolo por el cuello hasta enrojecer este al mismo tiempo que lo guiaba hasta la ventana del coche.

Los gritos habían atraído a tres no-muertos, los cuales se encaminaban en su dirección a paso lento.

Aurora observaba la escena desde una acortada distancia, y al observar como su padre estaba dispuesto a chocar la cabeza de su hermano contra la ventana, decidió intervenir.

Ella no podía hacer mucho por él, pero esas cosas si.

Abalanzó su cuerpo sobre el de su padre, tomándolo desprevenido y apartándolo de su hermano, empujándolo hasta uno de los muertos, el cual rápidamente despellejó la carne de su mejilla.

Clara soltó tal grito, que provocó que otro de los muertos sucumbiera al llamado, propiciándole una mordida en el cuello.

—Al auto —susurró su hermano, y ella obedeció.

Cerrando la puerta tras de sí, los gritos reinaron en el lugar nuevamente. Pero esta vez no fueron causados por peleas. No, era el último grito que Caspian y Clara entonarían.

Y Aurora, al menos en ese momento, estaba inundada por una ola de culpabilidad.

Ella no lo sabe, pero pretenderá por mucho tiempo que lo que ocurrió fue un accidente, que sus padres fueron devorados por muertos ya que el carro se averió, que ella los extrañaba demasiado...pero esas solo son el inicio de la red de mentiras, las que se dice a sí misma y las cuales compartirá con otras personas más tarde.

Por lo pronto, lo único que ella siente es alivio. Quería que todo se detuviera, y ella lo había logrado con sus propias manos.

Su respiración descendía y ascendía con rapidez, su puño permanecía cerrado y su mirada impasible, incluso cuando el cadáver de su madre se reanimó, solo ahí contuvo la respiración.

—Está bien, no fue tu culpa —tranquilizó Rigel.

No es tu culpa.

Algo que ella escuchará varias veces alrededor de su vida, sin embargo, siempre lo es.

—No, yo sabía lo que ocurriría —admitió la castaña. Parece ser que el decirlo en voz alta avivó sus sentimientos, porque en sus ojos turquesa hubo un destello de cristalización.

—Lamento que hubieras tenido que hacerlo —dijo él.

Y era cierto, porque él hubiera deseado haberlo hecho él mismo.

—Sobreviviremos —afirmó el tras una pausa invadida de silencio.

—¿Juntos?

—Juntos, sunshine.


(Este capítulo no existe en la serie, proviene completamente de mi imaginación)

Word Count: 3065

₊✧⋆⭒˚。⋆
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₊✧⋆⭒˚。⋆

──★ My 𝘀𝗽𝗮𝗰𝗲!! 🐍

Holaap, mi niña solo estaba jugando, okei? O sea, si se mintió a si misma y a ustedes, pero solo estaba jugando ‼️

La parte del inicio se conecta con la parte del final, por eso los puntos suspensivos JAKSJS.

Como ya vieron, el pasado de Aurora no es como ella lo narro en el primer capítulo, en este dice que su dibujo de la constelación los distrajo y ps no, pero como ya se relata arriba, fue una mentira que ella creó para ocultar su culpa.

Bueno, este cap basicamente seguidito del anterior (este no existe en la serie), el próximo capítulo que publique si tomara lugar en la t4, entonces estara el salto temporal de 5 mesesitos.

El sin nombre que salía en los personajes de la introducción a este acto era el hermano de Aurora, de hecho, en el capítulo 27 cuando la gente de Woodburry llega, Aurora choca con un chico y ajm es el. 🤓

Y yap, love uuu 💞

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