★ 𝟎𝟏𝟕: hyperballad
017.┆ ⋆ ˚。⋆୨୧˚ 𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝗦𝗘𝗩𝗘𝗡𝗧𝗘𝗘𝗡
—Hyperballad ˙✧˖°📷
"I go through all this
Before you wake up
So I can feel happier
To be safe up here with you"
—björk
—Eso due...¡ouch!—me queje con una mueca dibujada en mi rostro dirigida hacia la rubia.
Otro jalón.
—Tu fuiste quien quiso que la peinara.—reitero Beth.
—Si, porque era esto o que Sophia me tiñera el pelo de verde y de paso que me trasquilara.
—A veces siento que ustedes dos tienen un culto.—musito, tomando dos mechones de mi pelo y dejándolos sobresalir en mi frente.
No le tomó mucho tiempo terminar de peinarme, era un peinado simple: media coleta. Lo que verdaderamente le estaba costando era hacer un moño con una fina tira de listón rosa pastel.
—¿No tienes miedo?—pregunte en un susurro.
Y aunque mi pregunta fue hecha al aire y no bien formulada, como si Beth y yo estuviéramos en sintonía, contestó:
—La fortaleza de mi papá perdura a pesar de los años que pasen. A parte, Mags y los demás están con él—señaló, conteniendo su respiración un instante para después continuar—. A ti si te preocupa ¿no es cierto?
—Si, un poco.—admití.
—Pero Rory, no está en tus manos. ¿Por qué estaría en tu mente?
Mis pestañas revolotearon con incredulidad...no, no podía hacer nada al respecto más sin embargo se trataba de papá Hershel quien estaba ahí afuera en una misión casi suicida. No pensar que él tiene menos posibilidades de salir de ahí sería mentirme a mí misma.
Pero claro, yo no le diría a Beth lo que realmente opino.
—Y no nos olvidemos de que muy probablemente él esté en mejor condición que nosotras dos juntas. ¿O no te acuerdas de cuando te enojaste tanto con tus padres que huiste al bosque y el que tuvo que cargarte todo el camino a la granja fue él porque tú habías resbalado y lastimado la pierna?
Reí ligeramente, más bien apenada.
Ella finalmente había terminado con el peinado y el moño, aunque no perfecto, yacía en mi pelo castaño.
—Luces hermosa.—aseguró.
—Aja, ¿y de qué me sirve eso en esta posición?—murmure, girando hasta quedar frente a la mayor mientras me cruzaba de brazos.
—No lo se, esperaba que se te quitara lo amargada y pesimista.
—¡Realista!—aclare, señalando a la nada con un dedo.
—¡No hay diferencia! Como sea, ¿lista?—soltó, pero yo desconocía a qué se refería.
Hasta que las cosquillas en todo mi cuerpo se hicieron presentes acompañadas de nuestras risas que, a decir verdad, si alguien las escuchara su primer pensamiento sería que somos hienas salidas de la Sabana.
Momento que no duró mucho ya que claro, los problemas persiguen a este grupo como los paparazzis a Lana del Rey.
Mil y un pensamientos cruzaron por mi mente.
¿Lori dará a luz? No puede ser, faltan días e incluso tal vez semanas.
¿Un ataque de caminantes, aliens o vampiros lindos en la prisión? Es probable.
Pero el sonido de la reja abriéndose eliminó todos aquellos escenarios, el alboroto venía de afuera, de donde ellos habían ido.
Ambas nos apresuramos a salir lo más rápido posible, tropezando entre nosotras en el camino y una vez llegamos junto a los demás, el color rojizo captó mi atención.
Era sangre.
Sangre de Hershel.
Divise que se encontraba en un camilla y después todo fueron gritos y más gritos.
Mi vista se había nublado completamente y en este punto ya no sabía siquiera lo que ocurría a mi alrededor hasta que de un momento a otro el silencio rodeó el lugar.
Y eso solo podría significar la muerte de alguien.
No, no era así. Una presión firme en mi hombro me devolvió a la realidad.
Los gritos seguían ahí, al igual que papá Hershel con una ausencia de pierna.
—Vamos, toma.—siseó Dary, quien había tomado mi hombro anteriormente y ahora me tendía una pistola, indicando que esta apuntara a la puerta.
No protesté y simplemente obedecí, permitiendome así no pensar en lo que ocurría a tan solo unos pasos detrás de mí y centrarme en defender a la prisión de lo que sea que se encuentre detrás de esa puerta.
No tarde mucho en averiguar qué sucedía, de la antes mencionada puerta emergió un hombre de rasgos latinos acompañado de su robusto grupo de prisioneros que observaban todo con cautela. No parecían portar un arma junto a ellos.
—Deténganse ahí.—advirtió el ballestero.
—Pabellón C. La cuatro es mia, gringo.—espetó el latino, amenazante—. Dejame entrar.
—Hoy es su día de suerte, amigos. Los liberó el estado de Georgia. Son libres.—musitó Daryl sin dejar de apuntar con su ballesta, acción que yo repetía.
—¿Qué está sucediendo allí dentro?—preguntó uno de los hombres, esta vez el alto y moreno.
—Eso no te interesa.—murmuré, haciendo notar mi presencia.
—¿Y esa escuincla por qué está aquí con un arma?—preguntó el latino, haciéndome acordar de cuando la novia de mi hermano se refería a mi—. Como sea, ¡no me digas lo que me interesa!—exclamó haciendo irritar a Daryl, quien dio unos pasos al frente para esconderme o algo por el estilo.
—Amigo, su pierna está arruinada, ahora somos libres. ¿Por qué no nos vamos? Yo tengo que ver a mi esposa.—hablo el mismo moreno de antes, mucho más calmado que el latino.
A decir verdad, me dio lastima.
—Ver a un grupo de civiles que se meten a una prisión donde no deberían de estar. Se me ocurre que no tenemos lugar a donde ir.—dedujo el latino.
—¿Y por qué no vas y lo averiguas por ti mismo?—murmure en un falso tono simpático.
—Tal vez deberíamos irnos.—hablo esta vez uno con un gracioso bigote rubio.
—¡Hey, no nos iremos!—grito el latino—. Explicame porque mierda estan aqui y por que la niña...
—¡No entraras y mucho menos te acercaras a ella!—vociferó T-Dog, quien acababa de llegar portando un arma y quien lo primero que hizo fue posicionarse detrás mío, como para cubrirme.
Mi corazón se hizo pollito.
—¡Es mi casa y son mis reglas!
¿Su casa es la prisión? Qué vida tan más deprimente.
—¡¿Por qué no vuelven a su caja de arena?!
Gire mi cabeza al escuchar mi nombre, se trataba de mis amigos quienes se encontraban presionando las rejas que no podían abrir puesto que Rick, quien acababa de llegar se había llevado las llaves.
—¡Hey, hey, todos relajense!—grito este, abriéndose lugar entre las mesas—. ¡No hay necesidad de hacer esto!
—¿Cuantos son allí dentro?—preguntó el latino.
—Más de los que se necesitan para matarte y demasiados como para que puedas intentar algo.—hable, apuntando a él directamente ya que es quien menos confianza me inspira.
—¿Robaron un banco o algo así? ¿Por qué no lo llevan a un hospital? ¿Por qué la niña tiene un arma?
—¿Hace cuánto están encerrados en esa cafetería?
Demasiadas preguntas, ya me estrese.
—Van casi diez meses.—empezó—. Hubo un motín, nunca vi algo así. ¿Oíste de hombres que se vuelven caníbales? Mueren y vuelven a la vida, una locura.
Pobrecitos, están a punto de darles una cucharadita de realidad.
—Un guardia nos fue a buscar y nos encerró en la cafetería, nos dijo que nos sentaramos, me arrojo esta arma y dijo que volvería.
—Si, eso fue hace doscientos noventa y dos días.
—Doscientos noventa y cuatro según mis cuentas...—corrigió el rubio, y antes de darme oportunidad de reírme una vez más el latino habló.
—¡Callate!—grito, mirando a nuestro líder únicamente—. Pensábamos que en algún momento el ejército o la guardia nacional vendrían.
—No hay ejército.
—¿Qué quieres decir?
—No hay ejército, no hay gobierno ni hospitales ni policía. Todo desapareció.
—¿En serio?—interrumpió uno.
— En serio.
—¿Qué hay de mi mamá? ¿y mis hijos? ¡¿Qué hay con mi esposa?! ¿Tienes un celular o algo para poder llamar a nuestras familias?
— No lo entienden ¡¿verdad?! ¡No hay teléfonos! ¡Ni computadoras! Por lo que sabemos, la mitad de la población ha sido exterminada, probablemente más.
—La sociedad está destruida, al igual que todo lo demás.—dije, atrayendo todas las miradas hacia mi, en especial la del latino.
—¿Y tú cómo te llamas?
Mire de reojo a los hombres a mi lado, sabía lo que pensaban "no le digas".
—Aurora Jenkins Moretz.
—¿Jenkins, uh? ¿Cómo se llamaba tu padre?—preguntó con las cejas alzadas.
—Caspian.—conteste, un tanto confundida por el repentino interés.
Tras una pausa breve en la que el latino permaneció en silencio total mirándome como si estuviera viendo un fantasma, volvió a articular palabra.
—El estuvo aqui.—afirmó—. Cuando esto era una prisión, claro, y seguro mucho antes de que nacieras...
—No le hagas caso.—me dijo Rick, interrumpiendolo y tomando mi mano con la intención de llevarme con los demás—. Se refiere a otro, es una confusión.—tranquilizó.
—Caspian no es un nombre común. ¿Caspian Jenkins? Aún peor. Yo lo conozco.—reiteró.
Rick abrió la reja dándome la oportunidad de entrar. La discusión continuaría, eso sin duda.
Corrí hacia Sophia con aquella afirmación incrustada en mi mente.
¿Mi papa...en la cárcel?
Papá Hershel ya estaba mejor y por el momento no se había convertido y tampoco lo haría. De eso estoy convencida.
Me habían informado lo sucedido, un caminante lo mordió en la pierna y la primera reacción del grupo fue amputarla en un intento desesperado de que se mantuviera con nosotros. Y si me pongo a pensar en ello, tiene todo el sentido del mundo. Amputarla antes de que el virus se propague a su cerebro.
Claro, que una mordedura en el hombro—como en caso de mi probable ex prisionero padre—no se puede amputar.
Carol y Lori se estaban encargando de papá Hershel mientras que Beth y mamá lloraban entre lamentos siendo consoladas por mi papá, Glenn.
Yo también quería llorar.
Quería llorar, gritar, patear y rasguñar pero si me permitía hacerlo, ¿acaso no sería como darme por vencida? ¿Cómo aceptar que hay una área gris en la que es probable que el no sobreviva?
Más temprano había hablado de esto sobre Beth y ahora parecíamos haber intercambiado los puestos. Ahora ella es la preocupada y la que lidia con el remordimiento mientras que yo trato de simplemente no pensar en ello.
Sentí una mano cálida y familiar rodear mis hombros atrayendome hacia sí, como era de esperarse se trataba de Carl. A pesar de mi sorpresa debido a que no solemos hacer esto frente a los demás, no me negué al tacto y me acurruque con mi cabeza en su hombro.
Mire a mi alrededor fijando la vista en la señora Grimes e ignorando el hecho de que papá nos miraba de reojo.
Temo por el bebe. Hershel no está en condiciones por el momento para ayudar en el parto, Carol sabe algunas cosas más no creo que sean suficientes para que todo salga bien.
Toda la carga recae en ella.
Y aunque me atrevo a decir que la peli gris y yo sabemos lo mismo ya que si, he estado prestando atención a las clases que Hershel le inculcó, claramente yo no tengo la fuerza de voluntad para sacar un ser humano de otro.
—¡La comida!—el grito de T-Dog nos alertó a ambos y rápidamente salimos al pabellón donde el mayor cargaba la dicha comida.
—¡Al fin Rory dejará las ardillas! ¿Qué conseguiste?—habló el ojiazul, ganándose un zape en su lindo pelo castaño.
Con mis ardillas no.
—Latas de carne, latas de maíz, latas de latas; hay muchas más de donde conseguí estas.
—Uh, suena exquisito.—ironicé.
—¿Algún cambio?—preguntó Rick a su esposa refiriéndose a Hershel, su vista se dirigió hasta el antes mencionado para después volver a fijarse en Lori.
—La hemorragia se detuvo y no tiene fiebre, pero tiene el pulso débil y aún no abrió los ojos.
—Toma mis esposas.
Trague en seco ante la pronunciación de aquella oración.
Las esposas son inútiles, él no moriría. No puede.
—No le hagas caso, está medio demente. Yo creo que es la edad.—decía T-Dog quien parecía haberse percatado de mi incomodidad ante lo dicho por el mayor de los Grimes—. Ve y ayuda al niño ese con las comida, creo haber visto fresas y una vez dijiste que te encantaban.
—En lata, me imagino.
—Exacto.—solté una risa y me apresure a seguir a Carl como T-Dog me había pedido, el primer mencionado estaba teniendo pequeñas complicaciones al cargar una de las cajas.
No me burlo por que yo apenas y aguantaba la mochila de la escuela.
Al llegar a su lado el y yo comenzamos a ordenar la comida.
—Mira, fresas.—soltó con entusiasmo, pero al ver que yo no mostraba señal de este su expresión cambió a una de preocupación—. Si quieres ir con Hershel anda, yo puedo terminar con esto.
Yo solo negué con un simple movimiento de cabeza.
—Aurora, por favor. Si no lo quieres hacer por ti hazlo por Glenn y por Maggie, ellos te necesitan.
Apreté los labios y le dediqué una sonrisa para después inclinarme hacia él y darle un corto beso en la mejilla izquierda.
—Gracias.
Por todo en realidad.
Al salir de ese bloque de celda me encontré con Sophia, quien me miraba con la misma mirada de preocupación que Carl había puesto segundos antes.
Y según yo estaba bien.
—¿Estás bien?—me preguntó.
—Solo quiero que todo salga bien.—admití con un hilo de voz.
Ella se acercó hacia mí y parecía que me abrazó con todas sus fuerzas, abrazo que por supuesto yo correspondi ya que realmente lo necesitaba.
Me sentía muy querida.
Estaba sentada en la cama donde papá Hershel reposaba acompañada de mi mamá la cual me tenía tomada de la mano y cada cierto tiempo se giraba a verme, con una sonrisa de "todo va a estar bien" aunque tal vez ni ella misma estuviera segura de ello.
Note a todos mirar las rejas de la celda y fui la última en repetir esta acción ya que yo les daba la espalda. Divise a Carl entrar entrar al pabellón con una mochila repleta de cosas.
—¿No organizabas las latas?—pregunte.
—Mucho mejor.—aseguró, mirándome con una sonrisa de lado—. Miren esto.
Que tierno...digo, que loco, ¿de dónde consiguió todo eso el solo?
Y justo eso pregunte mientras que mamá, Carol y Lori comenzaron a sacar los objetos de la mochila, dejándonos ver un montonal de medicinas, vendas y en general cosas médicas.
—En la enfermería, no había mucho pero traje todo.
—¡¿Fuiste tu solo?!—preguntamos Lori y yo a la par, entornando los ojos.
—Si.
—¡¿Estas loco?—pregunto esta vez solo ella.
—Fue fácil.—aseguró, mientras yo lo inspeccionaba de arriba a abajo tratando de encontrar alguna herida o rasguño que tratar—. Mate a dos caminantes.
Le sonreí alegre al notar su orgullo hacia sí mismo. Verlo feliz me ponía menos triste.
—¿Ves esto?—su madre señaló a Hershel—. Él estaba con todo el grupo.
—¡Nos hacía falta y lo conseguí!
—Lo aprecio mucho pero...
—¡Entonces déjame en paz!—espeto en un tono que jamás había presenciado.
—No le hables a si, es tu madre.—con firmeza susurre, ya que mi intención tampoco era humillarlo ante el grupo.
—Mira, es genial que quieras...—pero Lori no pudo formular otra palabra ya que antes él se marchó dando grandes zancadas.
Decidido, me cae mal otra vez.
—Yo voy, no te preocupes.—le dije a Lori abrazándola brevemente antes de ir tras él.
El ya estaba subiendo las escaleras por lo que debía de apresurarme si no quería terminar con el cerrándome la reja de la celda en la cara.
Corrí hasta llegar a su lado por lo que entramos a la vez, él se dejó caer en su litera boca abajo.
—No le puedes hablar así, ¿oíste?—no recibí respuesta alguna—. Te pregunté si oiste.—vocifere.
—Dejame tranquilo.
—No, no cuando te comportas así. Si estás enojado con el universo es tu problema, no tienes por qué arrastrar a los demás a tu miseria tratandolos como basura, y tal vez sea tonto que yo te lo este diciendo cuando claramente me enojo todo el tiempo, pero he aprendido a controlarlo lo más que puedo y tu deberías hacer lo mismo.
—¿Y qué propones?—cuestiono como burla, girando su cabeza hacia mí con el ceño fruncido.
—Gritar. ¿Recuerdas cuando estábamos en el supermercado y Sophia y yo comenzamos a gritar en el baño y salimos como seres de luz? Fue por eso. Es un buen desahogo, te lo recomiendo.
Ahora él estaba sentado en su litera mirándome con atención.
—¿Ahora?
—Ahora.
—¿Y si nos regañan?
—Yo creo que prefieren escuchar gritos antes que soportar tu actitud.—señale, tomando sus brazos para reincorporarlo de pie—. A la cuenta de tres. Uno.
—Dos.
—¡Tres!
—¿Recuerdas cuando me preguntaste si sentía mariposas en el estomago y yo te dije que más bien era vómito?—pregunté a Sophia—. Ahora creo que más bien es un circo entero en tutú de ballet haciendo acrobacias.
—Disculpa, ¿con quien sientes mariposas?—se apresuró a interrogar papá con una ceja enarcada.
A mi rescate llegó el dictador, es decir, Rick.
—Hershel dejó de respirar y mamá lo salvó.—contó Carl en cuanto lo vio entrar.
—Es cierto.—apoyó Sophia, quien también había estado ahí.
Yo no, pero le creo a sus versiones y a parte esto es una nueva razón para admirar a Lori.
Rick le pasó las llaves de la celda a su hijo y entró a la celda de Hershel acompañado del resto de nosotros.
—Aún no tiene fiebre.—informó Lori.
Nos quedamos un par de minutos tan solo observando al mayor hasta que un mínimo movimiento captó nuestra atención. Había movido la boca.
Me posicioné entre mis papás, tomando la mano de cada uno y no pasó mucho tiempo hasta que abrió sus ojos.
Solté un suspiro de alivio y observé como las hermanas Greene lo llenaban de amor mientras que Rick le quitaba las esposas, ya no había de qué temer.
Me acerqué hacia papá Hershel y lo abracé casi apretujandolo aunque a este no pareció importarle, él también estaba feliz.
Note a Lori salir del lugar y a Rick seguirla, ellos dos aun no se encontraban en su mejor momento.
Ahora el bebe pasa a ser la primera de mis preocupaciones.
₊✧⋆⭒˚。⋆
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₊✧⋆⭒˚。⋆
🎀 Word Count: 3027
Hola, ¿cómo están? ¿Qué les pareció este capitulo?
El problema con la chica que copio el fic ya fue solucionado.
Entonces, les quiero agradecer infinitamente por los 8k de vistas, los 800 votos y por que la introducción a este fanfic ya llego a 1k de vistas...soy lagrimas. 💓
Quiero disculparme por la inactividad, el anterior capitulo llego a la meta a los dos días y aqui me ven actualizando casi una semana después, esto es debido a que estoy en época de exámenes.
Y una ultima cosita, porfa, porfa, porfa, síganme en ig. El user es el mismo que el de aquí (evermorhee)
Los amo, byeee. 💞
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