❝ Harry compra un nuevo labial ❞

Los latidos de su corazón acelerado podrían ser escuchados a miles de kilómetros lejos de ahí, al menos eso creía.

El temor a ser descubierto era enorme, no quería recordar las burlas y comentarios hirientes que todo su entorno había hecho cuando era más joven, las miradas de desprecio aún seguían en sus pesadillas y se esforzaba por sacarlas de su mente.

Después de todo, era su culpa, ¿no?

Su voluntad no fue tan fuerte cuando vio el lindo labial matte mientras se encontraba de compras, tampoco lo fue cuando se encontró pagando y mucho menos cuando tomo la pequeña bolsa y salió casi corriendo a su auto.

No podía evitar sentirse ridículo por como estaba sintiéndose ahora pero nadie podía culparlo, tantos años apartando la mirada de todas las cosas que lo hacían sentirse bien consigo mismo para evitar que la gente lo llamara por esos apodos tan humillantes, y ahora estaba en su habitación, sentado en su tocador y sosteniendo el labial entre sus dedos, lo acercó a sus labios, todo fue tan lento, unto un poco sobre el labio superior, cuidando no salirse de la línea hizo lo mismo con su labio inferior, apartando el labial y mirando su reflejo con miedo.

Quiso llorar, se sentía tan lindo.

Sumido en el momento, no escucho la puerta de la entrada abrirse y alguien subiendo las escaleras a su habitación.

“Harry, ya hemos hablado de cerrar las puert-", las palabras del castaño se detienen abruptamente cuando ve al otro chico en la habitación mirarlo con miedo y sorpresa, no lo esperaba. Tratando de no asustarlo se acerca a él mirándolo con confusión.

“¿Harry?”, puede ver las hermosas esmeraldas de su amado cristalizarse, el rizado cubre su cara con vergüenza, “¿Amor, qué ocurre?”, se pone de rodillas frente a él para tomar su rostro entre sus manos, “Lo siento mucho, Lou, por favor perdóname”, balbucea el rizado sosteniendo su brazo para que no se aleje, el de ojos azules estaría más confundido ahora si no fuera porque pudo ver un poco de los lindos labios del ojiverde y el labial encima del tocador.

Con delicadeza, colocó una mano en su mentón y lo hizo quitar las manos de su rostro, “Harry…”, llevo la otra mano a su boca acariciando con el pulgar su labio inferior, mirándolo directamente a los ojos logró reconocer esa mirada en su sol, odiaba cuando esa mirada insegura estaba en él, “Eres tan hermoso", dice Louis, “Tan bonito", pegó sus labios a los del menor en un beso lento, disfrutando la sensación de la boca del contrario sobre la suya, el castaño se apoderaba de la pequeña boca mientras el rizado dejaba que sus sentidos salieran al exterior, jadeos se escucharon cuando se separaron, sus frentes pegadas y las manos de cada uno sobre las mejillas del otro, “Ese labial fue hecho para ti, bebé”, dice Louis mientras disfruta de la vista que el sonrojado chico frente a él le brinda, “Pero me gustaría más si sonríes, cariño", el ojiverde se lanza sobre él en un abrazo que los hace terminar en el suelo.

Entre risas y palabras bonitas, Louis le demuestra a Harry cuanto le ha gustado su nueva adquisición depositando besos en sus esponjosos labios y separándose cuando sus pulmones lo exigen.

Y tal vez, días después Louis llega a casa con una caja repleta de labiales mientras es abrazado por un lindo rizado con emoción reflejada en sus orbes, la sala de estar es testigo de dos chicos cariñosos probando nuevos labiales en el más pequeño entre bromas e inocentes y pequeños picos.