Once años después.

Minho se adentró al aula junto a Jisung, ambos hablaban con una sonrisa en sus rostros.
Los demás estaban en su propio mundo, tanto como para no notar que dos nuevos estudiantes habían ingresado si presentarse a la clase.

Ambos se sentaron juntos en las mesas de más atrás para que nadie se percatara de su presencia.

Minho sintió un deja vu al hacer eso.

El profesor llegó unos pocos minutos después, traía unos cuadernos, los cuales los dejó sobre su escritorio y luego se quedó de pie frente a toda la clase.

—Bueno, chicos, hoy tenemos una nueva estudiante—comenzó a decir, algunos hombres se miraron entre ellos con emoción—En realidad, en este salón tenemos tres nuevos estudiantes, no sé dónde se encuentran los otros dos.

De pronto, Minho alzó la mano.

—Aquí estamos.

Jisung lo observó boquiabierto.

Al final tuvieron que presentarse de pie en sus mismos lugares, Jisung prefería eso antes que pararse frente a toda la clase y presentarse.

Luego de eso, una chica ingresó al salón. Tenía el cabello largo color negro con flequillo y los ojos verdes, era bastante alta y su simple presencia te podía hipnotizar.

—Un gusto, soy Yeo Rumi—se presentó ella.

De forma inmediata, las expresiones de Jisung y Minho cayeron. Sus ojos se abrieron en demasía y sus cuerpos temblaron ante los recuerdos de la niña con el mismo nombre pero que poseía su cabello dorado y ojos verdes.

—Por favor, siéntate ahí—señaló el lugar que estaba adelante de ambos.

Rumi asintió con la cabeza y caminó hacia el lugar indicado, sentándose justo delante de Minho.

—¿Yeo Rumi?—susurró él para sí mismo.

Claro, debían haber muchas chicas con ese nombre, ya que "yeorum" significaba verano.

Pero el hecho de que justo una de ellas apareciera en el mismo lugar que ellos parecía ser una broma pesada.

—Tranquilo, Minho, es un nombre común—le murmuró Jisung a su lado.

Recuerdos de aquel día, en el que encontraron a Rumi al lado del río y a Jisung tratando de darle reanimación cardiopulmonar.
Desde ese día no podía dormir bien, tenía que tomar pastillas para dormir.

De pronto, un fuerte pitido hizo que Minho cerrara los ojos y se cubriera los oídos. Siempre le pasaba solo a él y estaba cansado de eso.

—¿Otra vez el pitido?—cuestionó Jisung con preocupación a su lado.

—Sí, aún no me puedo acostumbrar—se quejó Minho en voz baja.

Las horas pasaron, era el último receso y Jisung había ido al baño por su cuenta. A Minho le pareció extraño porque él siempre le pedía que fueran juntos ya que le daba vergüenza ir solo y que alguien quisiera entrar a su taquilla, así que él estaba ahí cuidando por cualquier cosa.

Justo en el salón solo estaban Minho y Rumi.

—¿Por qué lo haces?—se escuchó la voz de la chica y volteó a mirar al contrario.

—¿Hacer qué?—a Minho le salió un hilo de voz.

—Me estuviste viendo todo el día—Rumi respondió—¿Por qué?

—E-Es que quiero que seamos amigos—Minho trató de disimular su tartamudeo esbozando una sonrisa.

Rumi lo observó en silencio y luego regresó la mirada hacia el frente.

—No creo que lo digas en serio.

La respuesta tan seca y fría de la chica sorprendió a Minho, pero la verdad era que prefería eso. No quería estar cerca de alguien que le recordaba a su amiga muerta.

—De acuerdo.

Rumi alzó una ceja ante la fácil rendición de Minho, pero no dijo nada y el salón se sumió en un completo silencio.

Al rato después, Jisung regresó y los dos salieron del aula, dejando sola a Rumi.