Amelia abrió la puerta de su casa quedándose estupefacta al ver quien se encontraba delante de ella y con una radiante sonrisa.

— ¿Ares? —Ares se encontraba en frente de su novia sosteniendo un ramo de rosas—. ¿Qué haces aquí?

— Te quería dar una sorpresa. —El chico entró a la casa de su novia para luego besarla—. ¿Por qué estás semidesnuda?

— Me estaba cambiando, sabes qué hoy es noche de películas y estoy sola. —Ares la abrazó para luego sonreírle—. ¿Por qué no me avisaste que ibas a venir?

— Te estuve llamando, pero nadie contestaba. —Amelia sonrió con nervios ya que todavía Billy se encontraba arriba—. ¿Qué estabas haciendo?

— Estuve en mi cuarto, estaba escuchando música, sabes que me gusta escucharla mientras limpio mi cuarto, seguramente fue por eso que no escuché, lo siento. —Ares sonrió para luego asentir—. Voy a subir para terminar de cambiarme, bajo en unos segundos.

— ¿Quieres que te acompañe? —Ares iba a empezar a caminar hacia las escaleras pero Amelia se lo impidió.

— No te preocupes, además sabes que estoy en mis día y tengo que cambiarme. —Ares asintió y Amelia le dio un casto beso—. Hay palomitas y Helado, prepáralo mientras me cambio ¿Si?

— ¿Estas segura que no quieres que te acompañe? —Amelia iba a responder pero de repente se escuchó un ruido arriba—. ¿Steve está aquí?

— ¡No! Seguramente fue Stuart, sabes qué siempre duerme conmigo. —Stuart es el perro de la familia Harrington, un adorable Golden Retriever, que fue adoptado ya hacía unos años—. Iré a ver qué dejo caer, vuelvo ahora, no me tardo, sabes donde está el helado y las palomitas.

— Claro, oye, ¿De quien es el carro que está estacionado al lado de la casa? —Amelia maldijo a Billy por ser tan idiota.

— Es del hijo del vecino, le encanta aparcarse cerca de nuestra casa. —Ares asintió para luego sonreír—. Ya subiré, tengo mucho frío.

Amelia subió las escaleras lo más rápido posible, para luego abrir su puerta y cerrarla con seguro a sus espaldas, la chica frunció el ceño al ver a Billy tirado en el piso con Stuart arriba de él lambiéndole el abdomen.

— No preguntes. —Amelia subió sus manos mientras Billy se levantaba del piso para luego empezar a ponerse el pantalón—. ¿Quien llegó?

— Debes irte ahora, Ares acaba de llegar. —Billy bufo para luego abrochar su pantalón—. De verdad tienes que irte, nos vemos luego.

— Al menos dame un beso ¿Si? —Billy la agarró por la cintura para luego los dos tropezarse con el cordón de la lampara.

— ¿Amor? ¿Estás bien? —Los dos escucharon como Ares subía las escaleras, lo que provocó que los dos se levantaran rápido del suelo y el rubio agarrar su camisa y sus llaves mientras Amelia lo empujaba a la ventana.

— Adiós. —Billy agarró la cintura de la chica para luego besarla con pasión, pero los dos se separaron al escuchar la puerta tratarse de abrirse—. Tienes que irte ya.

— ¿Te veo mañana? —Amelia sonrió para luego asentir, Billy salió por la ventana y cayó con fuerza en el pasto.

— ¿Estas bien? —Billy subió su dedo pulgar, se levantó para luego empezar a caminar, Amelia cerró la ventana, para luego agarrar una pijama y ponérsela rápidamente y luego abrir la puerta encontrándose a Ares mirándola con el ceño fruncido.

— ¿Por qué cerraste la puerta con seguro? —Amelia se acomodó el pijama para luego sonreírle a su novio.

— Me gusta ponerle seguro. —Ares asintió confundido, para luego los dos empezar a bajar las escaleras cuando de repente se escuchó el ruido de un auto encenderse—. Parece que el hijo del vecino ya se va.