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𝟬𝟬𝟵 ☽┆ romantic getaway

٭ chapter nine ٭

⋅•⋅⊰∙∘☽ ❝Escapada romántica❞ ☾∘∙⊱⋅•⋅

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Las luces en el club de video comenzaron a titilar debido al mal funcionamiento de unos de los tubos de luz. El encargado nocturno bufó, yendo a buscar algo para poder reemplazarlo. Solo que, su destino fue otro muy diferente del cual pensaba. Cuando el encargado del club desapareció, un auto se estacionó fuera del local.

Lydia mantuvo la mirada al frente con una idea fija en su memoria. Mientras que Jackson cacareó a su lado tratando de convencerla de ver otra película que no fuera Diario de una Pasión. La cual Lydia ya había visto miles de veces, pues era su favorita.

—Hoosiers no es solo la mejor película de básquetbol, también es la mejor película que se ha hecho. —Jackson explicó por milésima vez, tratando de convencer a Lydia.

—No.

—Es con Gen Hackman y Dennis Hopper.

—No.

—Lydia, juro que te va a gustar, y-

—No.

—No veré de nuevo Diario de una Pasión, ¿Entiendes?

Después de unos minutos, en los cuales Lydia no cambió de opinión, Jackson bajó del auto rendido. Se acercó al club de video y miró confundido el local pues no había ningún cliente por los alrededores. Caminó entre las estanterías buscando dicha película romántica, pero no la encontró. Soltó un bufido de cansancio y miró en dirección al mostrador.

—¿Tienen Diario de una Pasión? —Preguntó a prácticamente nadie, pues el lugar estaba vacío. —¿Hola? ¿Alguien que trabaje aquí? —Nadie respondió y nadie apareció —Debe ser una broma...

Jackson comenzó a caminar por el lugar en busca de alguna persona que pudiera ayudarlo en su búsqueda, pero como era de poca paciencia, aquello comenzó a irritarle. Solo quería encontrar la tonta película y salir de ahí lo más rápido posible.

Continuó buscando entre los estantes, hasta que su mirada se topó con unas piernas tiradas en medio de un pasillo de películas. A pasos lentos decidió acercarse, con las luces aun parpadeando dentro del local. Su ceño se frunció cuando el cuerpo de un tipo aparentemente sin vida, apareció frente a él.

El miedo lo invadió cuando notó la garganta desgarrada del hombre. Por inercia se hizo para atrás, ocasionando que la escalera de metal en la que previamente el hombre se encontraba arreglando el foco, se cayera. Esta terminó de romper el sistema eléctrico, dejando el video club en total oscuridad. Salvo por alguna que otra luz que no pertenecía al mismo cableado, que quedaron parpadeando y a punto de apagarse.

Se reincorporó con rapidez e intentó salir de ahí lo más rápido posible. Pero una sombra que apenas era iluminada, lo volvió a dejar perplejo en su lugar. Con la respiración agitada por el miedo, Jackson distinguió unos llamativos ojos rojos escondidos en la oscuridad. La criatura dueña de los ojos, abrió la boca dejando a la vista sus mortíferos colmillos afilados. El chico se escondió detrás de unos estantes, pensando que aquello lo salvaría de la mortal criatura.

Jackson se asomó por el borde, tratando de ver si la criatura ya se había ido, pero volvió a su lugar cuando esta pasó a toda velocidad por un estante cercano a donde él estaba. Soltó un gran suspiro para darse ánimos propios y conseguir salir de ahí, pero unos ruidos volvieron a ponerlo alerta. Volvió a asomarse, y lo único que pudo ver, fue como los estantes iban cayendo uno a uno, dejando películas tiradas por ahí. Quiso correr, pero un estante cayó sobre él, dejando sus piernas atrapadas entre los mismos. El chico quedó boca abajo y cerró los ojos con fuerza cuando sintió la presencia de la criatura cerca de él.

En aquel momento de vulnerabilidad, Jackson en verdad pensó que moriría. Pero el Alfa notó cierta herida detrás de su cuello, y tan rápido como apareció, se fue. Rompiendo la ventana del videoclub en el proceso.

Lydia, quien se encontraba haciéndose fotos con su teléfono y retocando su labial cada dos por tres, soltó un grito de terror cuando escuchó la ventana quebrarse, y como algo realmente aterrador cruzó por al lado de su auto. Lo único que ella pudo distinguir, fueron los mismos ojos rojos brillantes que venían atormentando a cualquier habitante de Beacon Hills.

La patrulla del sheriff se encontraba un poco apartada de los sucesos que estaban pasando en el videoclub. Noah escuchó el reporte a través de la radio, pero nada del ataque había sido anunciado aún. Stiles mantuvo la mirada fija dentro de la bolsa que le habían dado en el restaurant, mientras le pasó una hamburguesa a su padre.

—¿Olvidaron mis papas fritas? —Stilinski preguntó, masticando la hamburguesa.

—No deberías comer cosas fritas. En especial las papas. —Respondió su hijo.

—Tengo un arma mortal. Si quiero comer papas fritas, tendré papas fritas. —Alzó ambas cejas divertido.

—Si crees que haciendo amenazas de ese tipo haces tu argumento más legítimo, estás equivocado.

Noah lo miró frunciendo el ceño, mientras que Stiles solo sonrió victorioso. Tomó el gran vaso con la bebida, y dio un largo sorbo. Hasta que la interferencia de la radio llamó por completo su atención.

Unidad uno, ¿Me copia?

Stiles intentó tomar el comunicador, pero su padre le golpeó la mano, alejándolo del aparato.

—Lo siento.

—Unidad uno, te copio. —Respondió el alguacil.

Tenemos un reporte de un posible 187.

—¿Un asesinato? —Stiles preguntó con su boca abarrotada de papas fritas.

El sheriff encendió la luces de la patrulla y junto a su hijo se dirigió al lugar que le habían indicado por radio, donde un posible homicidio se había llevado a cabo. Al llegar, la ambulancia ya estaba ahí, al igual que varios policías que acordonaron el área para alejar a los vecinos que irían ahí en busca de chismeríos.

—Quédate aquí. —Le advirtió su padre para luego bajar del vehículo.

Stiles obedeció la orden de su padre, hasta que su mirada fue a parar directo a la parte trasera de la ambulancia. Donde Lydia estaba siendo atendida por un paramédico, y Jackson le gritaba al mismo algo que él no pudo escuchar por estar dentro de la patrulla.

—Esto no puede ser... —Murmuró para después salir del vehículo.

—¿Por qué no puedo irme a casa? —Jackson repitió otra vez, irritado —Estoy bien.

—Sí, claro, pero el médico dijo que te golpeaste la cabeza muy fuerte. Quieren asegurarse de que no tienes una contusión. —Explicó el alguacil que se había acercado.

—¿Qué parte de «estoy bien» le cuesta entender? Quiero irme a casa.

—Y lo entiendo...

—No, no lo ha entendido —Volvió a gritar —. Lo que me sorprende, ya que debería ser un concepto básico de entender para un policía de mediano rango como usted —Jackson dejó salir todo su desprecio por el oficial —¡Quiero irme a casa, ahora!

Stiles permaneció a un lado de la patrulla, solo escuchando los insultos que el adolescente le dijo a su padre. Quería interferir y golpear a Jackson, pero sabía que aquel terreno no era suyo, sino que ahora estaría interfiriendo en el trabajo de su padre. Así que solo apretó la mandíbula con fuerza, y enfocó la mirada en otra cosa que no fuera Jackson. Decidió mirar al interior del videoclub, donde justo salió una camilla con lo que pareció ser un cuerpo. El de aquel pobre hombre que solo quería arreglar el foco en mal estado.

—Oh, wow... ¿Es un cadáver? —Exclamó.

Stilinski dirigió la mirada a donde Stiles señaló, y cuando vio a los camilleros, volvió a mirar a su hijo, dedicándole una mirada de cansancio, y haciendo que este volviera al interior del vehículo.

—Todos para atrás. Hacia atrás... —Stilinski alejó a las personas y periodistas que se habían acercado para ver el cadáver.

Por otro lado, Lindsay sintió una suave brisa golpear su rostro. El cielo no tenía ninguna estrella, y lo único que escuchaba en aquel momento era el parloteo de Derek, y el murmullo de las personas afuera del videoclub. Los tres lobos estaban analizando el escenario desde el techo del establecimiento. Pues Derek quería darles una demostración de lo que Alfa era capaz de hacer. Como si los otros homicidios no habían sido prueba suficiente ya.

Lindsay observó a Jackson y Lydia en la ambulancia, y como el chico le gritó al alguacil. Rodó los ojos y sonrió ladinamente cuando una imagen de ella golpeando el rostro de Jackson apareció en su mente. Ojalá y aquello se cumpliera, se sentiría más que feliz con solo hacerlo y para hacerle entender al chico que el mundo no giraba a su alrededor.

Observó también a Stiles cerca de la patrulla. Miró para abajo, notando una pequeña piedra sobre el techo del edificio. La agarró entre sus manos y la tiró, golpeando la ventana del vehículo. Stiles miró en todas direcciones tratando de buscar quién había sido, cuando chocó miradas con Lindsay. Este frunció el ceño, y ella solo colocó un dedo sobre sus labios, para que no dijera nada.

—¿Ahora lo entienden? —Escuchó hablar otra vez a Derek.

—Entendemos que está asesinando gente, pero no sé por qué. —Scott respondió la pregunta. —Es que esto no es una práctica cualquiera, ¿Cierto? ¿Vamos en medio de la noche asesinando gente? —Miró al hombre lobo.

—Yo solo entiendo que ojalá hubiera estado ahí, para decirle al Alfa que se comiera a Jackson —Acotó la melliza.

—Y después serías cómplice de asesinato —Recordó Scott. Lindsay alzó ambos hombros, restándole importancia.

—El asunto aquí es que no somos asesinos —Derek concentró a los mellizos otra vez a la conversación —, somos depredadores.

—¿Por qué él es asesino? —Scott preguntó.

—Lo descubriremos. —Finalizó Derek.

Él fue el primero en bajar del techo del videoclub y caminar a donde su auto estaba escondido, pues no quería ser otra vez sospechoso en un homicidio. Scott y Lindsay siguieron al hombre lobo, subiéndose a la parte trasera del vehículo, pues él mismo los había llevado hasta ahí.

Lindsay respiró hondo, sintiendo aquel peculiar olor a auto caro. Quiso saludar a Stiles cuando pasaron cerca de la escena del crimen, pero como las ventanas estaban polarizadas, Stiles no la vería. Y estaba segura de que mañana en la escuela, el chico comenzaría un cuestionario sobre por qué estaba ahí.

Después de unos minutos de viaje, Derek estacionó el auto afuera de su casa. Los mellizos volvieron a seguirlo, cual cachorros. Este se adentró a su casa, y subió las escaleras. Lindsay lo miró enarcando una ceja, pues no había dicho nada en todo el camino, y ahora solo los dejaba a su suerte.

—¿No nos dirás nada más? —Preguntó ella, haciendo que Derek volteara a verla.

—No.

—Entonces, ¿Ya podemos irnos?

—Sí.

—Qué expresivo —Acotó —. Bien, Scott, vámonos. —Dio media vuelta para acercarse a la puerta, pero la voz de Scott la obligó a detenerse.

—Oye, tengo una vida. —Habló el mellizo mirando al hombre lobo.

—No es cierto —Contestaron Derek y Lindsay a la vez.

Scott dirigió una mirada de odio a su hermana, y luego solo volvió a mirar a Derek. Podía tolerar aquellos comentarios de Lindsay, pues siempre se los había hecho. Pero que Derek estuviera interfiriendo en su vida, eso sí que no lo permitiría.

—Es cierto. No me importa lo que digas acerca de que quiere hacernos su mascota o...

—Hacerlos parte de su manada. —Corrigió.

—Como sea, tengo tarea que hacer.

—Tenemos. —Se incluyó Lindsay.

—Tenemos que ir a una junta con mis papás a la escuela porque reprobé Química.

—Bueno, ahí inclúyete solo. Yo no reprobé Química, por ende, no tengo que ir a esa reunión.

—¿Quieren seguir viviendo o hacer tarea? —Derek miró a ambos hermanos. —Tienen menos de una semana para la luna llena. Si no matan con él, los matará.

—¿En serio? ¿Quién hizo las reglas? —Preguntó un ya muy irritado Scott.

—Es un rito para ser de su manada.

—¿Sabes que más es parte de su rito? ¡Graduarnos de la preparatoria! —Lindsay asintió pues en aquello si estaba de acuerdo. —No tienes que matar a nadie para lograrlo. ¿Por qué no lo encuentras tú mismo? ¿Por qué no lo hueles cuando es humano?

—Porque cuando es humano, su aroma es muy diferente. Tienen que ser ustedes. —Derek siguió insistiendo. —Tienen una conexión que no entienden. Si les enseño a controlar sus habilidades, lo van a encontrar.

—Si te ayudamos, ¿Lo podrás detener? —Lindsay preguntó, esperando una respuesta coherente para terminar con todo esto de una buena vez.

—Solo no. Somos más en número. Una manada nos hace más poderosos.

—¿Cómo te ayudáremos si no tenemos idea de lo que hacemos? —Scott fue el que preguntó ahora.

—Porque voy a enseñarles. —Ambos hermanos se miraron entre sí, luego volvieron su vista, algo cansados, hacia el hombre lobo —¿Recuerdan qué pasó la noche que les dispararon? ¿Después de que les dieron?

—Dejamos de ser lobos. —Lindsay contestó.

—Y cuando el auto te golpeó pasó lo mismo, ¿No? —Ahora miró solamente a Scott. —¿Cuál es el factor común?

Derek bajó los pocos escalones que había subido de la escalera, y miró de reojo a Lindsay. Negó con su cabeza y se dirigió a Scott. Tomó su mano, y con fuerza la hizo para atrás, quebrando unos huesos en el proceso.

—¿Qué diablos estás haciendo? —Preguntó Scott gimiendo de dolor, y sosteniendo su mano.

Lindsay se acercó a Scott con rapidez pues su instinto de melliza se había activado y quería protegerlo de lo que sea que estuviera sufriendo. Miró fulminante a Derek y este solo alzó sus hombros. Había pensado hacer la demostración con Lindsay, pero de algún modo ella sabía tolerar más incomodidades que Scott.

—Sanará. —Informó el lobo.

—Eres el peor maestro del mundo —Lindsay lo miró —. ¿Qué sigue ahora? ¿Tirarnos de un segundo piso?

—Dios, duele...

—Y eso los hace humanos. El dolor. —Scott volvió a mirar su mano, que mágicamente ya se encontraba curada. —Talvez sobrevivas.

Derek dio media vuelta y subió por completo las escaleras, dejando a los mellizos solos dentro de esa horrible casa con olor a humedad. Scott miró a su hermana y ella solo negó con su cabeza para que dejara de intentar buscar razones para entenderlo.

Scott caminó hasta la puerta, para después abrirla y dejarla así para que su hermana pudiera salir. Lindsay miró por última vez el interior de la casa y soltó un suspiro para después seguir a Scott. Solo que su mente no permaneció tranquila. Cuando ya se encontraban a una distancia prudente de la casa, ella habló.

—Am, ¿Te molesta si sigues sin mí? —Preguntó ella, provocando que Scott la mirara confundido.

—¿Sucedió algo?

—Creo que olvidé algo en lo de Derek... —Formó una línea con sus labios —Volvería mañana, pero seguramente empiece a parlotear sobre encontrar al Alfa y esas cosas.

—Ah, puedo esperarte si quieres.

—No, Scott, descuida. Mañana tienes entrenamiento de Lacrosse y debes estar temprano. —Hizo un ademan con su mano —Te veré en casa. —Dio media vuelta, volviendo sobre sus pasos.

—Sí, claro... Ten cuidado.

Lindsay solo alzó la mano mostrando el dedo pulgar, y continuó su camino hasta la casa de Derek. Ya era pasada la medianoche, pero poco le importó que tuviera que levantarse temprano para ir a la escuela. Si quería dormir en paz, primero tenía que aclarar un par de sus dudas que surgieron aquella tarde en la veterinaria cuando Derek se estaba muriendo.

Llegó rápido hasta la propiedad y subió las escaleras de la entrada. Soltó un gran suspiro y sin golpear, abrió la puerta. Sabía que Derek se encontraría allí, pues hace nada estuvo ahí. El ambiente era completamente diferente a cuando estaba con Scott. Podría decir que hasta sintió miedo de estar sola ahí. La madera crujió bajo sus pies y cerró la puerta a su paso. El olor a humedad y madera quemada llegó hasta sus fosas nasales y odió sentir todo con intensidad, pues aquel olor era realmente desagradable.

—Oye, Derek... —Llamó ella no muy alto, pues sabía que la escucharía —Soy Lindsay... Bah, no sé por qué lo aclaro si es obvio que sabes que soy yo... —Caminó otro poco, acercándose hasta la escalera para después subir poco a poco —Quería hacerte unas preguntas sobre algo que dijiste en la veterinaria el día que te salvamos la vida.

Cuando terminó de subir las escaleras, miró a ambos lados tratando de sentir la presencia del hombre lobo, pero nada. Caminó un poco por uno de los pasillos y su mirada se distrajo con una foto en una pared. Estaba gastada y el marco pareció haberse quemado durante el incendio, pero que dejó la foto apenas visible. Tomó el cuadro entre sus manos y lo analizó. El vidrio estaba roto, y cubierto de polvo. Había varias personas alrededor, pero Lindsay distinguió a un adolescente, con un chico más atrás, y dos mujeres a su lado más grandes que él, y una pequeña niña.

«La familia de Derek» pensó ella. La madera del piso crujió a un lado de ella, y soltó un pequeño grito cuando Derek apareció a su lado. Soltó el cuadro por el impacto, provocando que el vidrio se rompiera un poco más.

—Lo siento... —Se agachó para tomar el cuadro y ponerlo otra vez en su lugar. —Eres tú, ¿No es así? —Señaló al adolescente en la fotografía.

—¿Qué haces aquí, Lindsay? —Preguntó Derek directo, ignorando la pregunta de la fotografía.

—Ya te lo dije. Vine a hablar contigo sobre algo que dijiste en la veterinaria. —Cruzó sus brazos.

—Creí que ya lo habíamos hablado.

—Sí, pero... No lo sé. Se siente extraño —Lindsay apoyó su hombro contra la pared, pero se acordó de la suciedad y se alejó colocando una mueca de asco.

—Te aclaré tus dudas sobre el Alfa y por qué los mordió a ambos. Incluso, por qué dejó vivo a Scott. ¿Eso no es suficiente?

—No, porque ahora tengo más dudas.

—Bien, dímelas.

—Tú dices que un Alfa es mucho más fuerte con más personas en su manada —Comenzó a caminar en círculos —, y que por eso nos mordió aquella noche de luna llena. Bueno, es decir, porque yo salvé a Scott sino él hubiera muerto desangrado.

—Ve al punto, Lindsay —Pidió.

—¿Si el Alfa mata con Scott, eso quiere decir que lo hace para deshacerlo de la ecuación a la que yo lo agregué?

—Lindsay, si el Alfa hubiera querido muerto a Scott, ya lo hubiera hecho —Derek se acercó un poco más a ella —. Deja de atormentar tu mente con esa idea. Agradece que hayas tenido la fuerza para salvarlo y no dejarlo morir.

—Pero esa noche me atormenta cada vez que cierro los ojos —Confesó sintiendo las lágrimas en sus ojos —. Hay noches en las que sueño que Scott no salió con vida y créeme, es una sensación horrible.

—Te entiendo. Perdí a mi hermana.

—Sí, lo sé, pero... —Le dio la espalda para evitar que viera sus ojos lagrimosos —Al ser mellizos es una conexión más fuerte la que tienes con tu hermano o hermana. Es como si fueran uno solo. Es como si pudieras sentir todo lo que tu hermano siente. Yo lo llamo; "el sentido mellizo". Y de solo pensar que Scott no estaría conmigo... Que perderíamos esa conexión... No lo sé.

—Sabes que no soy el indicado para hablar sobre el tema, pero si viniste aquí es porque de verdad tienes miedo de perderlo —Por primera vez, Derek sintió compasión por la melliza. Se puso en su lugar. Él estuvo solo en su sufrimiento cuando perdió a Laura. No quería que ese sentimiento atormentara a Lindsay también. —No dejes que el "¿Qué hubiera pasado si...?" te atormente. Créeme, ya me ha pasado. Talvez Scott no estaba destinado a ser hombre lobo, como te dije esa tarde. Pero tú sí. Tú puedes abrirle la mente y hacerle entender que todo pasa por una razón.

—¿Y qué razón es esa? ¿Hacer que los cazadores nos maten?

—No. Es la razón por la cual Scott es titular en Lacrosse ahora. Es la razón por la cual tú estás siendo más sociable.

—La mordida marcó un antes y después en nuestras vidas. —Volvió a mirarlo, y soltó un gran suspiro —Talvez tengas razón... —Derek alzó una ceja. Lindsay sonrió —Oh, no. No me harás repetirlo.

—¿Ya has hablado con Scott sobre esa noche?

—No. Me preguntó sobre eso el día que visitamos a tu tío en el hospital, pero... Ignoré la pregunta como siempre hago. Solo estoy tratando de encontrar el momento adecuado.

—Hazlo antes de que el tiempo pase. —Dio media vuelta, dándole la espalda a Lindsay —. Eso te ayudará a despejar también tu mente. Porque es eso lo que no te ha dejado dormir, Lindsay. El peso de cargar con ese secreto.

Derek volvió a sumergirse en la oscuridad de la habitación por la cual había aparecido, dejando a Lindsay en soledad. Ella miró por donde se había ido el hombre lobo unos largos segundos, y después solo bajó las escaleras y se alejó de la casa.

Su mente no se relajó tal cual él le aconsejó. De hecho, apenas y la había ayudado a aliviar un poco su malestar. Talvez solo pasaría cuando confesara lo que pasó aquella noche a su hermano. Talvez su destino sí estaba escrito, y aunque hubiera ido sola a ese bosque, también hubiera resultado herida. Las posibilidades ahí estaban. Sea cual sea el destino que hubiera tomado esa noche, Lindsay siempre sería afectada por las consecuencias de convertirse en mujer lobo. Y nada le aseguraba que eso no le causara mucho dolor en el futuro.









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A la mañana siguiente, Lindsay agradeció que Scott no preguntara nada cuando regresó de la casa de Derek. Permaneció toda la noche repasando una y otra vez la conversación que tuvo con el hombre lobo. Realmente le ayudó, aunque Derek no fuera el mejor consejero del universo.

La alarma resonó a un lado de su cama y a duras penas la apagó dándole un pequeño golpe al aparato. Volvió a tapar su rostro con las sábanas de la cama, soltando un gran suspiro. Después de unos cinco minutos pensando por primera vez en nada, se levantó de la cama. Caminó unos centímetros hasta la ventana y abrió las cortinas para que pudiera entrar un poco de sol a la habitación. Luego solo se dirigió al baño para cambiarse y prepararse para otro día en la preparatoria Beacon Hills.

Una vez lista, bajó las escaleras rumbo a la cocina para buscar algo rápido de comer, pues anoche subió directo a dormir. Se preparó solo un té y lo degustó mientras miró por la ventana de la cocina hacia el exterior, hasta que la melodiosa voz de Scott la desconcentró.

—¿Quieres? —Preguntó el mellizo.

—¿Qué? —Lindsay volteó a verlo, y Scott agitó un paquete de galletitas que tenía en su mano. —No, gracias. Estoy bien.

—¿Qué se te olvidó anoche en lo de Derek?

—Ah... —Trató de pensar en alguna buena excusa para que Scott le creyera —Mi chaqueta... Sí, eso.

—Ah. —Contestó simple. —¿Ya sabes cómo te irás a la escuela?

—De hecho, sí. —Dejó la taza en el lavado y salió de la cocina, con Scott detrás —Stiles vendrá por mí.

Luego de visitar a Peter Hale en el hospital, Lindsay regresó a la escuela por su bicicleta, pero lo único que encontró fue un candado destrozado y ningún rastro de su hermosa bicicleta. Claro que culpó a Scott por eso, pero el mellizo no hizo más que pedirle disculpas. Así que Stiles se ofreció a ser su chofer personal hasta que ella pudiera comprarse otra bici, o algún otro medio de transporte.

—¿Ya te dije que lo siento?

—¿Ya te dije que eso no me devolverá mi bicicleta? —Agarró la mochila que había dejado sobre el sofá y miró la hora en el reloj de la pared. A los pocos segundos, la bocina de un auto sonó en el exterior —Es mi chofer. Nos vemos, Scott. Que disfrutes de tu cansador viaje hasta la escuela.

Scott sonrió falsamente y se despidió de Lindsay con un saludo de mano. Tenía que seguir acomodando su mochila o si no llegaría tarde. Por su lado, Lindsay atravesó el jardín delantero y abrió la puerta del Jeep cuando estuvo frente a este.

—Justo a tiempo. Ni un minuto más, ni un minuto menos. —Halagó la puntualidad del adolescente.

—Buen día, Lindsay. Yo estoy bien, ¿Tú cómo estás? —Respondió Stiles. La chica lo miró y este sonrió. —¿Scott se irá en su bicicleta?

—Por supuesto —Aclaró —. Yo no tengo medio de transporte, él sí. Puede pedalear un par de calles.

Stiles asintió con una sonrisa de lado, y encendió el Jeep para comenzar a conducir hacia la preparatoria. Miró de reojo a Lindsay y la vio colocarse el cinturón que esa mañana había arreglado pues otra vez se había vuelto a romper. Sabía que ella lo usaba cada vez que iba adelante, y no quería sufrir la ira mañanera de la mujer lobo.

—¿Qué hacías ayer en medio de una escena del crimen? —Preguntó después de un rato en silencio.

—Derek —Contestó —. Nos llevó ahí para que veamos de lo que era capaz el Alfa. Y nos dio toda una clase de moral diciendo que nosotros no éramos asesinos sino depredadores. Ya sabes, algo normal que podrías escuchar en un programa de Discovery Channel.

—Bueno, pues ni Jackson ni Lydia quisieron decirle algo a papá. Y si le dijeron, papá no quiere decirme.

—Claro, porque tu padre siempre tiene que contarte lo que oficialmente no puede. —Bromeó. —En fin, Derek también nos pidió ayuda para encontrarlo.

—¿Y cómo planea hacerlo? —La miró por un segundo, pero volvió rápido la mirada al camino. —¿Pondrá un cuerpo como carnada?

—Dice que tenemos una conexión con él porque somos parte de su manada.

—Entonces los usará a ustedes de carnada. —Corrigió.

—Prácticamente, sí. —Desvió la mirada del frente y miró al chico —Después de que nos fuimos, volví a la casa de Derek... Le conté mi incomodidad sobre sí debía decirle o no a Scott lo que pasó esa noche.

—Creí que ya se lo habías dicho...

—Lo intenté, pero desvié el tema con cualquier otra cosa... Derek me dijo que debía decírselo así mi mente también podía estar en paz. Porque solo me estoy atormentando con ese secreto.

—¿Qué ahora además de ser un hombre lobo es consejero? —Enarcó una ceja.

—No, no sirve para dar consejos —Rio leve —, pero tiene razón.

—¿Cuándo se lo dirás?

—¿Talvez hoy? No lo sé... Pero sé que no se lo puedo ocultar toda la vida.

Stiles asintió —Será lo mejor. Sabes que si necesitas apoyo, estaré para ti.

—Gracias, Stiles. De verdad lo aprecio.

Lindsay le dedicó una sonrisa de boca cerrada, y Stiles le correspondió de la misma manera. El resto del viaje permaneció en silencio, pero muy cómodo. Pues así era la situación últimamente con ambos. No había enfrentamientos, no había burlas, no había nada más que un cómodo silencio que los volvía únicos.

Las miradas de reojo a Lindsay cada vez se hacían más constantes por parte de Stiles. Intentó analizarla en cada situación, comprender si ella de verdad estaba bien o necesitaba un gran abrazo que le dijera que todo iba a estarlo. Miró también por un corto segundo las manos de la chica. Como estas se frotaban entre sí, tratando de calmar la ansiedad. Sus uñas pintadas de negro, tenían un color degastado, como si no se las hubiera pintado hace tiempo. Raro pues Lindsay siempre mantuvo sus uñas impecables. Y eso solo le demostró a Stiles, que dentro de la mente de la melliza, no estaba todo bien.

Scott llegó a la preparatoria mucho después que Lindsay y Stiles, eso estaba seguro. Caminó por el pasillo rumbo a su siguiente clase, pero se detuvo cuando la figura de Allison apareció frente a él. La chica abrió su casillero, y un par de globos de colores salieron a la vista. Intentó ocultarlos con rapidez, pero Scott ya los había visto. Así que se acercó a ella, con una mueca de sorpresa.

—¿Es tu cumpleaños? —Scott preguntó, sorprendiendo a la chica.

—Am, no, no... —Intentó negar mientras escondió los globos y la tarjeta que Lydia le dejó —Digo... Sí. No le digas a nadie, no sé cómo es que Lydia se enteró.

—¿Por qué no me dijiste?

—Porque no quiero que nadie lo sepa —Respondió —. Porque... Tengo diecisiete.

—¿Diecisiete? —Scott preguntó sorprendido.

—Esa es la reacción que trato de evitar.

—¿Por qué? Digo, lo entiendo. Tuviste que repetir un año por las veces que te has mudado, ¿Cierto? —Allison cerró su casillero, lo miró y luego se acercó a besarlo —¿Y eso por qué fue?

—Por ser, literalmente, el primero en hacer una suposición correcta —Sonrió —. Todos dicen; "¿Repetiste un año?" "¿Tomaste clases especiales?" o "¿Tuviste un bebé?".

—¿Eso escuchas en tus cumpleaños?

—Sí, todo el tiempo. —Allison agachó la mirada.

—Entonces, ¿Qué tal si nos vamos? —Ideó y ella volvió a mirarlo.

—¿Faltar a clases?

—Sí, todo el día.

—Bien, le estás pidiendo a alguien que nunca falta a una clase, que falte el día completo y yo...

—Es perfecto —La interrumpió —. Si te descubren no te castigaran mucho.

—¿Y si te descubren a ti? —Allison le preguntó, pues sabía su complicada relación con las notas escolares.

—Ahm, le diré a mi hermana que me cubra. Puede decir que me fui al baño o algo. Ella lo entenderá... —Comenzaron a caminar hacia la salida —Eso sí, tendré que decirle sobre tu cumpleaños... Me pedirá explicaciones.

—De acuerdo... Confío en ella. Sé que no le dirá a nadie más.

—Bien, y para no seguir pensando en mis calificaciones, salgamos de aquí.

Lindsay, quien se encontraba dentro del salón de clases esperando la presencia de su hermano, recibió un mensaje en su teléfono precisamente de su mellizo. Lo leyó antes de que Harris ingresara a la clase, y este solo decía que por favor lo cubriera en las siguientes clases pues saldría con Allison. Ella le respondió un; "¿Estás loco? Tienes que venir con mamá a la reunión porque reprobaste Química, ¿Y lo mejor que se te ocurre es faltar a Química?" Pasaron unos segundos y el teléfono volvió a sonar. "Por favor, Lin. Es cumpleaños de Allison. Pero no le digas a nadie, ella no quiere que lo sepan". Ella rodó los ojos y tecleó con rapidez pues el hombre ya había ingresado al salón. "Bien, pero me debes una. De hecho, me debes muchas. Recuerda lo que le pasó a mi pobre bicicleta. Ah, y dile feliz cumpleaños a Allison de mi parte, y que no le diré a nadie".

—¿A quién le escribes? —Stiles murmuró a su lado. Vio el asiento vacío y aprovechó la oportunidad.

—A Scott.

—¿Ya vendrá? —Preguntó dejando algunos libros sobre la mesa, y también un marcador.

—No creo que... —No continuó hablando, pues la odiosa voz de Harris la interrumpió.

—Solo un recordatorio —Comenzó el hombre —. La junta de padres es esta noche. Los estudiantes con materias reprobadas, tendrán que venir. No los nombraré porque la vergüenza y el enojo con ustedes debe ser suficiente castigo. —Harris se detuvo a un lado de Stiles, quien se encontraba subrayando todo el libro de Química con marcador amarillo. —¿Alguien ha visto a Scott McCall?

Harris pasó su mirada por todo el salón, hasta que la detuvo en Lindsay. Ella enarcó una ceja, también mirándolo.

—¿Se supone que debo saber dónde está y las cosas que hace mi hermano todo el tiempo? —Ella respondió.

El profesor iba a soltar uno de sus comentarios desagradables en respuesta a lo que la melliza dijo, pero el sonido de la puerta abriéndose lo interrumpió. Por esta entró Jackson y toda la clase no tardó en dirigir su mirada a él. Harris se acercó, pareciendo compasivo. Cosa que claramente no era.

—Jackson, si necesitas irte antes por cualquier razón, házmelo saber. —Él asintió sin decir ni una palabra. Harris caminó hacia su escritorio, dándole la espalda al alumnado. —Todos comiencen a leer el capítulo nueve. Señor Stilinski —El nombrado levantó la mirada de su libro. —Intente usar menos el marcador en los párrafos. Es Química, no un libro para colorear.

Stiles sopló la tapa del marcador, la cual se encontraba en su boca, hacia arriba y la atrapó con la mano. Lindsay sonrió ante aquel acto. Luego lo vio hacerse un poco hacia adelante y susurrar el nombre de Danny.

—Danny —Susurró. El nombrado lo miró discretamente para que Harris no se diera cuenta y los echara de su clase —¿Puedo hacerte una pregunta?

—No.

—Bueno, lo haré de todas formas.

—Por Dios, Stiles. Deja de molestar a gente que sí quiere estudiar. —Lindsay añadió. Danny la miró regalándole una sonrisa de agradecimiento.

—Shh —Él la silenció, para luego volver su vista a Danny —¿Lydia vino a clases?

—No. —Contestó él.

Esperó un segundo y continuó —¿Puedo hacerte otra?

—La respuesta aún es no.

—¿Sabes qué le pasó a Lydia y a Jackson anoche?

Danny tardó un poco más en contestar —No me... Dijo nada.

—Pero es tu mejor amigo... —El chico solo alzó sus hombros —Una más.

—¿Qué? —Preguntó algo irritado.

—¿Crees que soy atractivo?

Danny quedó confundido con esa pregunta, y lo miró frunciendo el entrecejo para después volver a las actividades del libro sin ninguna respuesta dada. Lindsay, quien claramente estaba a su lado, rodó los ojos pues esa conversación fue hace días y el humano seguía dándole vuelvas al asunto.

Bueno, tampoco podía culparlo. Todo daba vueltas en la cabeza de Lindsay últimamente. Así que algo como eso, era obvio que podría revolotear en el poco espacio que Stiles tenía dentro de su cabeza. El chico se acercó demasiado al asiento de Danny esperando una respuesta, que solo provocó que cayera al suelo, dejando un par de útiles en el piso.

—Eso te pasa por tonto —Se burló ella, ayudándolo a ponerse otra vez de pie.

—Ja-ja —Rio con sarcasmo.

La clase continuó con normalidad. Harris explicó alguna que otra fórmula Química y Lindsay bostezó por décima vez, pues siempre sus clases se le hicieron aburridas. Stiles siguió remarcando el libro con el marcador amarillo, la melliza vio que este se le estaba quedando casi sin tinta, rebuscó entre sus lápices y le pasó el que ella tenía de más. Stiles le sonrió en agradecimiento y volvió a remarcar más hojas, mientras escuchó una leve risa proveniente de la melliza.

El tiempo pasó, la clase de Harris terminó al igual que algunas clases más. Jackson se miró en el espejo del vestidor, pues se había dado una ducha en las instalaciones de la escuela, ya que había tenido alguna clase de deporte. Su mano se dirigió instintivamente a la marca detrás de su cuello, sintiendo una leve punzada en la misma. Agitó su cabeza para olvidar los sucesos de la noche anterior, y caminó hasta su casillero del vestidor, para sacar un frasco de perfume y colocarse un poco.

Cuando cerró la puerta del casillero, entre el vapor creado por el agua caliente, unos brillantes ojos rojos quedaron a la vista. El adolescente miró en todas direcciones tratando de buscar alguna otra persona, pero para su mala suerte, el vestidor estaba vacío. Comenzó a retroceder con el miedo palpitando dentro de él, hasta que chocó con el resto de casilleros. Los ojos rojos continuaron acercándose a él, pero todo fue una falsa alarma. Un chico con un par de auriculares se dejó ver. Aquello que pensó eran ojos rojos, eran pequeñas luces que salían del aparato.

Jackson soltó un suspiro de alivio, pero su corazón volvió a acelerarse cuando Derek Hale apareció a un lado suyo. Cayó sentado en una de las bancas del vestidor.

—Oye, yo no sé dónde están Scott o Lindsay. —Habló con miedo.

—No estoy por los McCall. Estoy por ti.

—¿Por qué? Yo no hice nada...

—No, pero viste algo. ¿Cierto?

—No, yo no vi nada.

—¿Qué era? ¿Un animal? —Derek se acercó cada vez más a Jackson, acorralándolo entre los casilleros —¿Un puma?

—Yo no vi nada. Lo juro. No estoy mintiendo.

—Entonces, relájate y dilo.

—¿Decir qué? ¿Qué no miento?

—Dime que no viste nada. Dilo lento.

—Yo no vi nada. —Dijo cada palabra con lentitud. Derek por su lado, analizó cada silaba que salía de su boca. Analizó el temblor en su habla, y las palpitaciones de su corazón. —No miento.

—Una cosa más —Sin previo aviso, lo tomó del cabello y giró un poco la cabeza del chico. Observó detenidamente la marca en su nuca, y después solo lo soltó —. Deberías revisarte eso.









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Lindsay y Stiles salieron de clases, mientras este último tenía el teléfono en mano y cerca de su oreja. La excusa que Lindsay le dio sobre qué Scott estaba enfermo claramente no se la creyó pues los lobos eran incapaces de enfermarse debido a su rápida curación. Los tonos se repitieron consecutivamente, provocando irritación en el humano.

—Ya te dije que no responderá —Aclaró Lindsay, siguiéndolo detrás.

—Tiene qué. ¿Qué acaso no sabe lo que está pasando?

Marcó otra vez el número del mellizo. Cuando Scott respondió la llamada de Stiles, este la puso en altavoz para que Lindsay también pudiera escuchar lo que su hermano tenía que decir.

¿Qué? —Sonó irritado.

—Vaya... ¿Has recibido mis mensajes? —Preguntó.

Sí, como mil mensajes.

—¿Tienes idea de lo que sucede? —Preguntó otra vez, mientras los dos caminaron por el pasillo de la escuela —Lydia está desaparecida. Jackson parece que tiene una bomba de tiempo en la cabeza. Otro tipo apareció muerto. Lindsay no deja de hablar de lo mala que esta la situación contigo y debes hacer algo.

Lindsay le arrebató el teléfono a Stiles para aclarar su punto. —En mi defensa, le dije que estabas enfermo y no me creyó. Segundo, no miento. Tus calificaciones penden de un hilo, Scott. En especial la de Harris. Por más que la hayas reprobado, tendrías que hacer buena letra con ese hombre.

¿Qué se supone que deba hacer?

—Algo. Lo que sea.

Scott tardó en contestar —Haré algo luego.

—Scott, oye, hablo en serio. Hay qué hacer algo. —Nadie respondió —¿Scott? ¿Hola?

—La cortó, ¿Verdad? —Lindsay dijo obvia. —Típico de Scott. Evitar una conversación cuando está con Allison.

—¿Con Allison? —Le preguntó Stiles cuando cruzaron la puerta de salida.

—Sí, Scott me dijo que era el cumpleaños de Allison. Así que supongo que se fugaron de la escuela para tener una especie de escapada romántica —Contestó —. Ah, pero no le digas que te dije. Allison no quiere que sepan que es su cumpleaños.

—Esto es fantástico —Stiles respondió con sarcasmo.

—¿Lo dices en serio o en forma de sarcasmo? —Frunció las cejas —Cuando usas ese tono de verdad me cuesta diferenciar.

—Con sarcasmo —Aclaró —. Ahora vámonos.

—¿A dónde? ¿Tendremos nuestra propia escapada romántica? —Sonrió provocando que Stiles la mirara con los ojos abiertos.

—N-no... —Tartamudeó.

—Relájate, Stiles. Estoy bromeando. —O talvez ella no lo decía en broma. —En fin, ¿A dónde iremos?

Stiles carraspeó para recuperar bien su voz y la miró —Me acompañarás a la casa de Lydia.

—¿Qué? —Stiles tomó su mano y la arrastró hasta el Jeep —No. No quiero ir a lo de Lydia. —Se detuvo a un lado del vehículo.

—Tenemos que asegurarnos de que se encuentra bien. —Rodeó el vehículo para quedar del lado del conductor —Y quizá podemos descubrir qué fue lo que pasó anoche.

—Bien. Lo hago solamente porque Lydia es mi mejor amiga. —Ella abrió la puerta del Jeep adentrándose en él.

—¿Lydia es tu mejor amiga? —Preguntó incrédulo el Stilinski mientras encendió el Jeep.

—Sí. ¿No te lo dije? —Lo miró de costado. —El día que salieron en una cita de cuatro, Lydia me dijo que era su nueva mejor amiga. —Respondió con una sonrisa triunfadora.

—Te felicito. Ahora yo soy el único que no anda en el mundo de Lydia Martin.

—¿Por qué lo dices?

—Conoce a Scott por ser parte del equipo de Lacrosse. Te conoce a ti por ser amiga de Allison. Quedo afuera en la ecuación.

—Tú no quedas afuera de la ecuación.

—¡Sí que lo hago! —Exclamó —Scott se volverá jugador profesional y en cualquier momento se olvidará de mí. Tú comenzarás a salir con Allison y Lydia, y serán el trío de mejores amigas inseparables. Por ende, también te olvidarás de mí.

—Me encanta cuando te vuelves paranoico y sobre piensas todo. —Confesó la melliza, soltando una risa.

—Es una de mis mejores cualidades. —Respondió el chico.

Se unió a la risa de Lindsay, y en aquel momento se permitió analizarla otra vez. Como sus ojos se achicaban cuando se reía y el pequeño hoyuelo que se formaba cerca de la comisura de sus labios. Sin darse cuenta, la risa de Lindsay se había vuelto uno de sus sonidos favoritos





































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