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𝟬𝟬𝟮 ☽┆ werewolf symptoms

٭ chapter two ٭

⋅•⋅⊰∙∘☽ ❝Los síntomas del hombre lobo❞ ☾∘∙⊱⋅•⋅

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La veterinaria del doctor Alan Deaton. Una de las mejores y únicas veterinarias de la ciudad. Y ahí es donde los mellizos McCall trabajaban todas sus tardes. ¿Era alguna clase de ritual que los mellizos y gemelos hicieran la mayoría de cosas juntos? Ciertamente no. Aunque cada uno tenía su propia vida y personalidad, en cierto modo les gustaba compartir pequeñas cosas el uno con el otro.

En la veterinaria su paga no era muy buena, pero al menos alcanzaba para que pudieran comprarse algo bonito. Aunque las tareas ciertamente no eran muy agradables. Ellos ayudaban al veterinario reabasteciendo medicamentos, alimentando a los animales que esperaban ser adoptados, y en los peores casos, limpiando las jaulas, el baño y barriendo el pelo del piso cuando terminaban de cortárselo a alguna mascota. De vez en cuando Deaton los solicitaba para trabajos clínicos. Pero todo era muy limitado. Ya que ninguno tenía un título veterinario como para hacer grandes curaciones. Aun así, amaban el trabajo en la clínica veterinaria.

Esa noche las gotas de lluvia caían muy fuertes en el exterior. Golpeando con algo de fuerza el cristal de la puerta de entrada. Deaton ya había abandonado el local, dejando a sus únicos empleados para que limpiaran y cerraran con seguridad, una vez las tareas estuvieran listas. Mientras Scott barrió la tierra de la sala de espera, Lindsay les dio comida y llenó los tazones de agua de las mascotas.

-La próxima vez que Deaton nos haga elegir quién limpia los baños, serás tú -Lindsay habló con su hermano, cerrando la habitación de las jaulas.

-Tú fuiste la que perdió en el juego de Piedra, Papel y Tijera. -Scott le aclaró recogiendo lo restante del piso.

-La próxima vez juguemos al Ta Te Ti, en ese siempre gano. -Dejó las llaves en el lugar indicado y luego volvió a mirar a Scott -¿No crees que sería hora de pedirle un pequeño aumento a Deaton?

-La última vez que le pedimos uno, solo nos asignó más tareas. -Scott guardó la escoba y la pala en el armario.

-El intento no mata a nadie, ¿Verdad? -Se apoyó en el mostrador.

-Más tareas no matan a nadie, ¿Verdad? -La miró enarcando una ceja. Lindsay le dedicó una mirada de cansancio y dio la vuelta al mostrador para apoyarse de espaldas al mismo.

-Okey, ya limpié el baño para los clientes, desinfecté la mesa del consultorio, le di sus bocadillos nocturnos a los animales, -Ella enumeró sus tareas ya realizadas -, le di su medicamento a la Sra. Norris... Aunque se comportó extraña. No dejó de maullar y se alejaba de mí cuando quería tomarla en brazos... -Explicó. Agitó la cabeza para deshacer el recuerdo. - ¿Falta algo más?

-Ahm... ¿Sacaste la basura?

-No, ese era tu trabajo. -Lo señaló.

-No, hoy era tu turno.

-No.

-Sí.

-Bien. Yo la sacaré hoy, pero mañana harás todas mis tareas -Lindsay caminó hasta el cesto de basura y retiró la bolsa. -¿Al menos podrías reemplazar la bolsa? Por favor. -Le dijo desde la puerta trasera antes de salir por completo al depósito.

-Sí, bien -Scott caminó hasta la habitación donde tenían todas las cajas de suministros, y sacó una bolsa de basura. Volvió al consultorio y la colocó en el cesto.

Por su propio lado, Lindsay dejó la bolsa de basura en el gran tacho del exterior y volvió a la veterinaria con rapidez, pues la lluvia aún seguía cayendo afuera. Divisó a Scott colocar la bolsa nueva en el cesto y sonrió con satisfacción por haber captado su orden. Pasó a su lado sin decir nada y tomó un par de cosas del botiquín médico de Deaton. Otra vez emprendió camino hasta el baño y dejó los productos sobre el lavamanos.

-¿Esto dolerá? Oh, claro que lo hará... -Habló consigo misma -Pero tienes que hacerlo, Lindsay. ¿O quieres una infección y que te corten la mitad del estómago? -Agarró el algodón y lo impregnó con un poco de alcohol. -De acuerdo... Tú puedes.

La castaña levantó un poco la camiseta de mangas cortas que tenía puesta en ese momento, debido a que dentro del local el frío no era tan molesto. Comenzó a quitar la cinta adhesiva alrededor de la gasa, que curiosamente no parecía tener ningún rastro de sangre seca, ni ninguna mancha que indicara algún tipo de infección. Frunció el ceño ante aquello y terminó de retirarla por completo. Provocando que su cejas se fruncieran más y cierto aire de sorpresa invadiera todo su rostro.

-Scott... -Murmuró tratando de llamarlo.

-¿Qué? -Preguntó cerca de la puerta, pero sin entrar.

-Mira esto... -El mellizo caminó hasta donde ella se encontraba, y observó los productos en el lavado. Volvió su vista a Lindsay. -No... No hay nada.

-¿No hay nada de qué? -Preguntó confundido.

-¡La mordida, Scott! ¡No está! -Volvió a levantarse la camiseta, dejando ver su blanquecina piel sin ningún rasguño. Miró de reojo a Scott y con rapidez levantó también la camiseta del chico, sorprendiéndolo un poco.

-Lin, ¿Qué...? -Scott quedó estático cuando Lindsay quitó la gasa de su abdomen, terminando con las dudas dentro de la cabeza de la melliza.

-Lo sabía...

-¿Cómo pasó esto? -Preguntó él mirando donde supuestamente tendría que tener la herida.

-No lo sé... Pero esto no es normal.

-Talvez solo sanó más rápido que cualquier otra herida. -Trató de explicar mientras se deshizo de la gasa en el cesto, despreocupándose de volver a curarla.

-Eso es lo raro. -Lindsay imitó la acción de Scott y salió del baño para volver a guardar las cosas en el botiquín. -Ninguna herida sana tan rápido. Menos una como la que teníamos.

-Talvez exageramos y solo fue un rasguño. -Siguió con la mirada los movimientos de Lindsay que parecían desesperados por una respuesta.

Ella detuvo su caminar -Era de noche. La lluvia pudo distorsionar nuestra vista. La adrenalina nos consumió... -Habló con lentitud -. Así que puede y tengas razón. Solo un rasguño, ¿No?

-Un simple rasguño que se sintió como mordida.

Ninguno mencionó nada más. Lindsay quedó cruzada de brazos con su espalda apoyada en la pared y mirando el suelo con los pensamientos a mil por segundo. ¿Mordida o rasguño? ¿Curación veloz o nada en realidad? ¿Cambios futuros o igualdad como antes? Preguntas con claro peso de conciencia en ellas.

Unos golpes en la puerta hicieron que los mellizos se sorprendieran de golpe. Lindsay levantó la mirada del suelo y Scott miró de reojo a la sala principal. La veterinaria ya había cerrado, y un gran cartel en la entrada lo informaba. Así que era extraño que alguien se apareciera para ser atendido. Scott salió del consultorio médico y se dirigió a ver quién era, mientras Lindsay se quedó ahí aún con las preguntas en su cabeza.

Cuando Scott se encontró a centímetros de la puerta, un destello de luz provocado por un rayo, iluminó la figura de Allison frente a él. La abrió y el aspecto de la chica no era el mejor. Su desesperación podía sentirse a kilómetros, o talvez solo era un sexto sentido que estaba desarrollando, su ropa y cabello estaban mojados por la lluvia del exterior que parecía detenerse poco a poco.

-No lo vi... -Habló la chica nueva apenas vio al adolescente -Volteé por dos segundos para cambiar una canción en mi iPod y el perro salió de la nada. -Sollozó, tratando de explicar lo ocurrido.

-Está bien, está bien -Intentó tranquilizarla -. ¿Recuerdas dónde pasó para mandar a Control Animal?

-No, es decir sí. Sé dónde le pegué, pero él...

-¿Dónde está? -Volvió a preguntar.

-En mi auto.

Ambos salieron con dirección al vehículo de la chica. La lluvia aún no había dejado de caer y era un poco molesto caminar en la oscuridad de la noche. Allison abrió la cajuela de la camioneta y ahí estaba el animal herido. Recostado en los asientos bajos para que tuviera más espacio. El animal se veía confundido y casi agresivo. Cualquier reacción normal ante la vista de desconocidos. Apenas vio a la chica, comenzó a ladrar mostrando los colmillos semi blancos. Scott tomó el brazo de Allison para evitar que se siguiera acercando.

-¿Estás bien? -Le preguntó y Allison asintió con su cabeza. -Solo está asustada.

-Ya somos dos.

-Déjame ver qué puedo hacer.

Scott volvió la vista al perro dentro del auto y tras una mirada intensa que le dedicó al animal, este se calmó. Jadeó con leve dolor y solo volvió a echarse sobre los asientos. El mellizo lo miró sorprendido. Había logrado calmar a la bestia. ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué? Sonrió en victoria, aunque también había sentido cierta conexión con el animal. Cierta intimidación provocada en el animal.

Tomó a la mascota entre sus brazos y volvieron a entrar en la veterinaria. Lindsay ya no estaba en la habitación, por lo que Scott pensó que estaría indagando en las cosas prohibidas que Deaton tantas veces le prohibió. Apoyó con sumo cuidado a la mascota sobre la mesa de metal especial para consultas veterinarias, y comenzó a examinarla para un diagnóstico.

-Creo que su pata está rota. -Indicó. El tenso rostro de Allison se relajó. -He visto al doctor poner tablillas. Puedo hacerlo y darle un analgésico por ahora. -Notó como Allison se cubrió con sus propias manos la zona de sus brazos. -Tengo una camiseta en la mochila.

-No, no quiero molestar. -Rechazó con rapidez.

El mellizo hizo oídos sordos al rechazo y caminó hasta la mochila que estaba sobre una silla, y sacó una camiseta de mangas largas, para luego entregársela a Allison.

-Ten. Te cubrirá del frío.

-Gracias. -Aceptó la prenda con una sonrisa.

-¡Scott! ¿Dónde estás? -La voz de Lindsay resonó por el vacío lugar. -La lluvia se detuvo. Yo digo que tendríamos que irnos antes de que vuelva a llover, porque si no te usaré de paraguas. -Entró a la habitación médica -Oh, hola... -Saludó cuando vio a la chica a un lado de su hermano.

-Hola... -Allison contestó con voz leve.

-Ah... Sufrió un pequeño accidente en la carretera y la estoy ayudando... -Informó el mellizo mientras acarició a la mascota sobre la mesa.

-Oh, okey.

-Ouh, soy Allison. Allison Argent. -Se presentó y extendió su mano para un saludo más formal.

-Sí, te conozco. Compartimos algunas clases. -Ella aceptó su saludo. -Lindsay McCall.

-¿Son hermanos? -Preguntó ella.

-Sí. Mellizos, de hecho -Le aclaró. De vez en cuando le gustaba remarcar el lazo compartido.

-Genial. Entonces, iré a cambiarme. -Alzó la camiseta y salió de aquella habitación médica.

Allison cambió su ropa mojada en un cuartito cerca de la habitación donde nadie la vería. Pero cierto mellizo no pudo despegar la mirada de ella, observándola por la pequeña ventana de la puerta. Observó su espalda desnuda, mientras colocó la nueva prenda de ropa seca.

-¿Qué haces? -Su hermana le dio un golpe detrás de la cabeza. -No la mires.

-No estaba viéndola.

-Sí, lo hacías -. Advirtió al mellizo. Lin acarició al perro sobre la mesa, ahora mirando a la mascota. -Sí lo hizo. -El perro solo ladeó un poco la cabeza, soltando un ruidito. -¿Lo ves? Hasta ella lo sabe.

Allison volvió y Scott comenzó a curar la pata herida del perro. No tenía mucha experiencia, pero al menos logró colocarle unas tablillas en su pata para que permaneciera inmóvil y que no doliera a futuro. El rostro de la mascota había mejorado, se veía más feliz y menos adolorida. Lindsay, por su parte, los dejó solos.

-Gracias por curarlo -Allison agradeció -. Me siento muy estúpida.

-¿Por qué? -Preguntó él.

-No lo sé... Por desesperarme como una niña.

-Eres una niña.

-Me asusté como una típica niña -Aclaró -, y no soy así.

-¿Y cómo eres?

-Más fuerte que eso. O eso pensaba. -Desvió la mirada del adolescente.

-También me hubiera asustado. De hecho, hubiera llorado. -Scott continuó, tratando de captar las emociones de Allison. -Y no como un hombre, si no como la niña más frágil. -Ambos soltaron una pequeña risa. -Créeme, sería patético.

-Sí, claro. -Volvió a reír.

Terminó de vendar la pata del perro. -Así que... Parece que vivirá. Y estoy seguro que dejará que la acaricies.

-No lo creo.

-Ay, por favor. No querrás que te demande. Escuché que su raza es litigante. -Allison extendió su mano y lentamente acarició el suave pelaje del animal. -¿Lo ves? Le agradas.

Scott no despegó la mirada de la chica. Quien siguió acariciando a la mascota con mucho cariño y cierta disculpa por haberla herido.

-¿Qué? -Preguntó cuando notó la intensa mirada de Scott.

-Lo siento... Tienes una pestaña en la mejilla.

-Oh, es por llorar. -Ella intentó limpiársela con el dorso de su mano. No lo consiguió. Scott alzó su mano hasta la mejilla de ella, y se la quitó. -Gracias. -Agradeció otra vez. -Ahm... Creo que ya tengo que irme.

-Sí, claro. Te acompaño a la entrada.

Juntos atravesaron el pasillo y llegaron a la sala principal. Lindsay se encontraba acostada sobre los asientos de espera, leyendo una revista sobre diferentes tipos de alimentos caninos. Al verlos llegar se levantó rápidamente.

-¿Ya te vas? -Preguntó ella alisándose la ropa que se encontraba un poco arrugada por estar recostada.

-Sí. Fue un gusto conocerte, Lindsay. -Volvió a extenderle la mano.

-El gusto fue mío, Allison. Espero seamos amigas. -Aceptó su mano despidiéndose.

Lindsay le dedicó una última sonrisa antes de que atravesaran la puerta de salida, y se acercó a la ventana para observar las acciones de su mellizo. Scott acompañó a Allison hasta el auto y él habló antes de que pudiera adentrarse por completo al vehículo.

-Ahm, ¿Me preguntaba si... lo de la noche familiar es cierto, o tal vez te gustaría ir a esa fiesta conmigo? -Preguntó recordando la conversación que había escuchado cuando estuvo con Lydia y Jackson.

-Mentí sobre la noche familiar. -Confesó con cierta sonrisa traviesa.

-¿Es un sí? ¿Irás? -Scott ensanchó más su sonrisa.

-Claro que es un sí. -Allison se adentró a su auto por completo, para luego encenderlo y alejarse del lugar.

-¿Crees que mamá vendrá a buscarnos? -Preguntó Lindsay llegando a un lado de su hermano, una vez vio a la chica alejarse. -No quiero caminar, parece que lloverá de nuevo -Miró hacia el cielo.

-Iré a la fiesta con Allison -Scott añadió sin quitar la vista por donde la chica se había ido.

-Bien por ti, hermano. Ahora, ¿Crees que mamá vendrá a buscarnos? -Preguntó nuevamente.

Su madre al final no fue por ellos. Tuvo turno nocturno en el hospital y no pudo ir a buscarlos. Así que tuvieron que volver caminando, una vez se aseguraron de dejar todas las puertas cerradas y las alarmas activadas. Ese día no habían llevado las bicicletas debido a la lluvia, y con la pequeña esperanza de que Melissa iría por ellos. Pero claro, no sucedió. Para suerte de ambos, la lluvia no los alcanzó y llegaron completamente secos hasta la residencia McCall. Lindsay, una vez dentro, subió las escaleras hasta el segundo piso y se adentró a su habitación ubicada a un lado de la de su hermano. Ambas dando con la ventana al jardín delantero, y por la cual Scott había escapado varias veces en sus aventuras con Stiles.

El cuarto de la melliza no era la gran cosa. Las paredes eran de un café claro, como el resto de las habitaciones en la casa, algunos posters pegados por ahí que fue recolectando de revistas, e incluso de carteleras de cine que se deshacían de los posters de películas que ya habían dejado de estrenar. Tenía por ejemplo un poster de "Alicia en el País de las Maravillas", y uno de "Harry Potter y las Reliquias de la Muerte". Fotografías en los estantes con Scott y su madre, y algún que otro libro de lectura. Su cama estaba en un costado, perfectamente acomodada, mientras que frente a la ventana tenía un sofá donde solía sentarse por las tardes a ver el atardecer o solo donde se quedaba pensando. Y en ese mismo sofá, cerca de un cojín verde aterciopelado, estaba su diario. Esa parte de ella que nadie había visto, y donde todos los sentimientos y pasiones eran resguardados entre las blancas hojas de papel escritas con tinta negra. En el otro extremo, y cerca de la puerta, tenía un escritorio con libros de la escuela y hojas esparcidas por ahí. Y el resto de la habitación solo era ocupada por muebles donde tenía guardada su ropa y otros objetos.

Quitó las zapatillas de sus pies y tiró a un lado la mochila de la escuela. Caminó hasta la ventana y maldijo por lo bajo al notar algunos cojines un poco mojados. Había olvidado la ventana abierta. Por suerte el diario siguió intacto, no había sido alcanzado por las gotas de agua. Cerró la ventana con fuerza, sorprendiéndose ella misma por la brusquedad implementada. Soltó un suave «ups», y volvió a caminar con dirección a la cama, una vez frente a la misma solo se dejó caer. Abrazó un cojín que había cerca y tras unos largos minutos, logró conciliar el sueño. Esperando la hora marcada, para que el despertador retumbara en su oído y fuera hora de un nuevo día.

En la habitación contigua, ya más adentrada la noche, casi a nada de que saliera el sol, Scott comenzó a removerse entre las sábanas de la cama. Como si su mente estuviera imaginando un cruel sueño, volviéndolo una pesadilla. Al dar una vuelta para ponerse de costado, sintió algo raro. Ya no sentía la comodidad del colchón ni la suavidad de las sábanas a su alrededor. Abrió los ojos con cierta confusión y ahora su rostro se volvió una completa confusión. ¿Cómo es qué...? ¿Por qué estaba...? El bosque lo rodeó. El sol ya saliendo por el horizonte, tornando de colores naranjas el cielo. Se levantó del suelo, limpiando las ramas y la tierra pegados a su cuerpo por estar recostado en los mismos. Empezó a caminar por el frondoso bosque que comenzó a hundirse en una densa niebla, pero gracias a la luz de la mañana, la visibilidad aún era posible. Se abrazó a sí mismo para cubrirse del frío mañanero, ya que tenía su torso desnudo. Después de todo, debería estar en la calidez de su cama, y no en el semi oscuro y frío bosque del terror.

Detuvo su caminar al notar algo extraño entre la densa claridad. Achinó la mirada para tratar de observar más allá de lo que le era permitido, y logró ver al mismo animal que los había atacado la noche anterior. Fue ahí donde empezó a correr lo más rápido que pudo, alejándose lo más posible de los brillantes ojos rojos escondidos en la neblina. Saltó una cerca, que por alguna misteriosa razón estaba ahí, y se hundió en lo que esperó fuera un lago. Cuando salió a la superficie, una vez sintió que el aire en sus pulmones se estaba acabando, distinguió mucho más la claridad de un nuevo día. Miró varias veces a su alrededor, y ya no estaba en el bosque. Aquella cerca lo había separado del bosque, hundiéndolo por completo en una piscina cuando saltó.

-Buen día... -Saludó al señor frente a él, y quien estaba completamente confundido regando el césped del jardín.






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-Escucha, hombrecito. -Jackson llegó hasta el casillero de Scott, cerrándolo con fuerza. -¿Qué tal si me dices dónde consigues tus jugos?

-¿Qué? -Preguntó él sin entender nada de lo que decía el atleta.

-¿Dónde estás consiguiendo tus jugos? -Repitió.

-Mi mamá y hermana siempre hacen las compras... -Contestó.

-Escucha, McCall. Me dirás exactamente dónde los estás comprando, porque es imposible que juegues tan bien sin tomar algún tipo de producto químico.

-¡Ah! Te refieres a esteroides. ¿Tomas esteroides? -Preguntó cuando procesó sus propias palabras.

Jackson agarró a Scott del uniforme de Lacrosse, y lo empujó contra los casilleros. Por suerte no había nadie en el pasillo que pudiera verlos. O bueno, para suerte de Jackson, mejor dicho.

-¿Qué diablos pasa contigo, McCall?

-¿Qué pasa conmigo? -Scott alzó la voz y Jackson lo soltó. -¿Quieres saber? Bien. Yo puedo ver, oír y oler cosas que no debería ver, oír y oler. Y hago cosas imposibles. Camino medio kilómetro dormido en medio del bosque, y estoy convencido de que estoy totalmente desquiciado. -Dejó escapar un largo suspiro una vez terminó de soltar toda la explicación. Jackson soltó una risa sin gracia.

-Crees que eres gracioso, ¿Verdad, McCall? -El chico no contestó. Solo trató de calmar su respiración algo agitada -Sé que escondes algo. Descubriré qué es. Te juro que lo haré. -Golpeó la puerta del casillero sin importarle nada más, y salió de la vista del chico rumbo al campo de Lacrosse.

Scott apoyó su cabeza contra el casillero y volvió a soltar más aire contenido en su interior. Una vez mantuvo su mente más relajada, siguió los pasos de Jackson y se marchó también al campo de Lacrosse, pues la práctica comenzaría dentro de poco. Además, serían confirmados los nuevos titulares dentro del campo esa temporada. Lindsay ya se encontraba ahí. Sentada en una de las gradas cerca del suelo, para tener una mejor visión del entrenamiento. Sintió la presencia de una persona cerca de ella, así que giró levemente su cabeza, encontrándose con Stiles ya uniformado para la práctica.

-¡Lindsay! ¡Lindsay! -Gritó, pero apaciguó la voz cuando notó la intensa mirada de ella sobre él. Era obvio que lo había escuchado. -¿Dónde está Scott?

-No lo sé. Aún no llega. -Informó ella, volviendo la vista al frente. -Se perderá la primera eliminación.

-Eso no importa. -Exclamó. Eso llamó nuevamente la atención de Lindsay. -Escuché a mi papá en el teléfono. Los análisis de fibra regresaron del laboratorio. ¡Encontraron pelos de animal en el cadáver! -Quiso gritar, pero controló el volumen de voz.

-¿Qué? -Preguntó confundida. Scott por fin llegó al campo. -Ahí está Scott. ¡Tú puedes, hermano! -Lin le gritó mientras se levantó del asiento.

-No, Lin, escúchame. No vas a creer de qué animal era -Él la agarró de los hombros sentándola otra vez en la banca. Ella soltó un quejido -. Era de un lobo.

-¿Cómo qué de un lobo?

-Te explicaré luego, ahora tengo que irme. -Stiles se alejó de ella, para reunirse con los otros jugadores. Dejándola en una completa duda existencial.

-Espera, Stiles... ¡Carajo! -Tarde. Stiles ya se había alejado.

El partido para elegir a los nuevos jugadores que serían titulares, había comenzado. Scott comenzó con el pie derecho, salvo por varios empujones que Jackson dirigió hacia él. De verdad estaba furioso con el adolescente que acaparaba toda su atención en el deporte. Ya se había mentalizado, en alguna parte de su cabeza donde no ocupara tanto espacio, en hacerlo quedar mal frente al entrenador. En derrotarlo y evitar que estuviera en los próximos partidos.

Scott vio la pelota volar por los aires, siendo atrapada por la red en su palo de Lacrosse. Una vez reaccionó, corrió en dirección a la portería, y evitó a los jugadores del equipo contrario. Una barrera de jugadores le obstruyó el camino, así que solo saltó sobre ellos, dando un giro por los aires. Cayó de pie sin sufrir ninguna clase de daño y lanzó la pelota contra el portero. Este apenas pudo verla, cuando un punto ya había sido anotado.

-¿Qué es lo que acaba de pasar?

-Por Dios, Lindsay... -Stiles exclamó cuando notó la silenciosa presencia de Lindsay a su lado. -No hagas eso. Asustas a las personas.

-Perdón. -Se disculpó. -¿Qué fue eso? -Señaló al frente. Stiles alzó los hombros en total desconcierto.

-¡McCall, ven acá! -El entrenador lo llamó. Su mirada no era para nada tranquilizadora. -¿Quieres decirme qué fue eso? -Preguntó una vez el adolescente estuvo frente a él. -Es un campo de Lacrosse. ¿Intentas unirte al equipo de gimnasia?

-No, entrenador.

-¿Qué diablos fue eso?

-No lo sé. Solo intentaba anotar...

-Así es, y anotaste. ¿Y adivina qué? -Bobby cambió la seriedad, por una sonrisa. -Ya estás empezando. Eres titular.

Los gritos de victoria se escucharon entre los pocos espectadores en las gradas. Lindsay fue una de ellos. Stiles tuvo que cubrir una de sus orejas debido a que la melliza estaba a su lado, y el grito afectó su audición. Pero poco le importó y se unió a ella, para festejar el logro de su mejor amigo. Aunque también algo desconcertado por las nuevas habilidades del mellizo.

Luego de la práctica, Stiles volvió a su casa. Tiró sus cosas en algún rincón de la habitación, y retomó la búsqueda de información en su computadora. Más específicamente, información sobre licantropía. No era normal que un adolescente de dieciséis años hiciera esa clase de giros, cuando hasta hace dos días apenas podía caminar sin su inhalador. Cosa que también había notado en Lindsay. No solo fue el sigilo cuando se instaló a su lado, también era aquella manera de oír cosas y de oler lo que no debería.

Buscó en varias páginas y libros. Obteniendo información sobre plantas de diferentes tipos, toda clase de lunas llenas y la tan característica plata. Mortal para los denominados hombres lobo. Imprimió algunos dibujos extraños sobre criaturas míticas y otras cosas. Después de un par de horas, unos golpes en su puerta provocaron un sobresalto en él. Cerró con rapidez la pantalla de la computadora y se encaminó a la puerta.

-Aquí presente, tus mellizos favoritos. -Lindsay avisó con una sonrisa en su rostro.

-Deben ver esto -Los invitó a pasar. Una vez ambos estuvieron dentro, cerró la puerta -. Estuve leyendo toda la noche en internet... Libros... Toda esta información.

-¿Cuánta anfetamina tomaste hoy? -Preguntó Lin viendo alrededor todos los papeles en el suelo.

-Mucha. -Contestó. -No importa... Solo escuchen.

-¿Es por lo del cadáver? ¿Sabes quién lo hizo? -Preguntó Scott sentándose en la cama de su amigo.

-No, aún están interrogando. Incluso a Derek Hale. -Él imitó la acción de Scott, sentándose en la silla giratoria del escritorio.

-¿El chico ese super raro que vimos en el bosque el otro día y que me pareció terriblemente sexi? -Preguntó ella sin pensar mucho sus palabras. -Ah... Olviden eso último.

-Sí... Ese mismo... -Stiles respondió algo confundido. Agitó la cabeza para olvidar ese tema. -Pero no se trata de eso.

-¿De qué se trata entonces? -Continuó Scott.

-¿Recuerdan la broma del otro día?

-¿La broma de los hombres lobo? -Ella enarcó una ceja.

-Bueno, ya no es una broma... -Los hermanos lo miraron sin entender. -El lobo. La mordida del bosque. Comencé a leer todo esto... -Se levantó de la silla -¿Saben por qué los lobos aúllan?

-¿Debería? -Lindsay ojeó algunos de los dibujos que Stiles había impreso.

-Es una señal. Cuando un lobo está solo, aúlla para dar su ubicación al resto de la manada. Así que si oyes a un lobo aullar, significa que talvez haya otros cerca. Incluso una manada.

-¿Una manada de lobos? -Scott preguntó. Los mellizos parecían sincronizarse con las preguntas, haciendo una cada uno.

-No. Hombres lobo. -Afirmó sin ningún titubeo o signo de broma en su voz. Scott lo miró, mientras Lindsay solo rodó los ojos por las ocurrencias del chico.

-¿Me harás perder el tiempo con esto? -Scott se levantó y agarró la mochila que había dejado por ahí apenas llegó. -Tengo que recoger a Allison en una hora. -Stiles lo detuvo colocando una mano sobre su pecho.

-Te vi en el campo hoy, Scott. Lo que hiciste no solo era asombroso, era imposible.

-Solo hice un buen tiro.

-No. Hiciste un tiro increíble. -Le sacó la mochila de la mano y la dejó a un costado -. Como te moviste, la velocidad, los reflejos. Nadie puede hacerlo de la noche a la mañana. Y tú -Señaló a Lindsay. -, tu visión, tus sentidos. Lindsay, respóndeme esto. ¿Cuándo fue la última vez que usaste tu inhalador?

-Ah... No lo sé. ¿La noche del cadáver? -Contestó, aunque sonó más a pregunta. -No lo he necesitado desde esa noche. Es como si el asma hubiera desaparecido. No lo necesito ni cuando corro para ir al baño por la mañana antes de que Scott se despierte.

-De eso es lo que estoy hablando. Son los mellizos McCall. Los mellizos que fueron maldecidos con compartir problemas asmáticos.

-Oye, no puedo pensar en esto ahora. Hablamos mañana. -Scott le dijo ya irritado.

-¿Mañana? ¿Qué? ¡No! -Objetó con rapidez. -La luna llena es hoy. ¿No entiendes?

-¿Qué intentas hacer? -Scott continuó con las preguntas. Ya cansado con las ideas disparatadas del adolescente. -Ahora soy titular. Tengo una cita con una chica que no puedo creer que salga conmigo, y todo en mi vida es perfecto. ¿Por qué intentas arruinarlo?

-Intento ayudarlos -Stiles miró a ambos hermanos -. Es una maldición. Y no solo la luna causará un cambio físico. También pasará cuando el deseo de sangre esté al máximo.

-¿Deseo de sangre? -Preguntó Lindsay acercándose un poco a Stiles.

-Sí, deseos de matar.

-Ya siento deseos de matar, Stiles -Scott dijo mirándolo con cierto odio.

-Bien, Scott, debes oír esto. -Agarró un libro que dejó sobre el escritorio. -"El cambio puede causarse por enojo o algo que acelere el pulso". -Desvió la mirada de las páginas y la enfocó otra vez en su amigo. -¿Lo oíste? No he visto a alguien que te acelere el pulso como Allison. Debes cancelar la cita. Debes llamarla ahora. -Buscó la mochila de Scott y sacó su teléfono.

-¿Qué haces? -Preguntó él acercándose a Stiles.

-Estoy cancelando la cita por ti.

Lindsay observó las acciones de los dos adolescentes parada en una esquina de la habitación. Las palabras de Stiles aun dando vueltas en su cabeza. Parpadeó un par de veces para concentrar sus ideas y pegó un salto cuando Scott tomó por la camiseta a Stiles y lo estrelló contra la pared. Tenía la mano formada en un puño a centímetros del chico. Este solo se cubrió el rostro con las manos, tratando de evitar el posible golpe.

-¡Scott! -Al escuchar el grito de su hermana, Scott se percató de la situación y desquitó la ira contenida, empujando la silla del escritorio. -¿Estás loco o qué? -Se acercó a Stiles para asegurarse de que no sufrió ningún rasguño. -¿Te encuentras bien? ¿Te hizo daño?

-No, tranquila. Estoy bien. -Aseguró. Ella sintió el acelerado palpitar del chico. Frunció su entrecejo. -¿Qué sucede?

-Yo... -Rascó su oreja para alejar el suave sonido de un tambor en su oído. -Nada, olvídalo. -Miró a Scott. -Casi golpeas a tu mejor amigo. ¿Qué te sucede?

-Yo... Lo siento... -Fue lo único que murmuró. -Debo arreglarme para la fiesta. -Agarró la mochila y caminó hasta la puerta de la habitación. -Lo siento. -Repitió y abandonó el lugar.

-Stiles, ¿De verdad te encuentras bien? -Volvió a preguntar cuando el ambiente se relajó. Y porque también seguía escuchando las fuertes palpitaciones del chico.

-Sí, solo... Fue la impresión de ver un puño acercarse a mi cara. -Stiles acomodó la silla que Scott había tirado. -¿Qué es esto?

-¿Qué cosa? -Lindsay se acercó y vio la silla -Parecen... ¿Rasguños? -La marca de largos rasguños en el cuero de la silla eran muy visibles. -Oye, si todo lo que estás diciendo es verdad, ¿Qué tanto nos afectará la luna llena esta noche? -Cruzó sus brazos, apoyando su espalda baja contra el escritorio.

-Sé que será doloroso. Desarrollarán mucho más sus sentidos. Habrá ciertos cambios físicos...

-¿Cambios físicos?

-¿Alguna vez has visto a un hombre lobo? -Interrogó.

-Obviamente no en persona, pero sí en películas.

-De acuerdo. ¿Cómo es el aspecto de los hombres lobo en las películas? -Lindsay no contestó, solo esperó la respuesta del chico. -Ahm, garras en lugar de uñas. Las orejas son puntiagudas. Mucho más vello facial.

-Iugh, asco. Detente. -Detuvo cuando se imaginó su propia forma lobuna. -¿Y cómo sabremos qué estamos cerca de la metamorfosis?

-No lo sé. ¿Acaso crees que soy un hombre lobo? No-oh. Tú eres el hombre lobo aquí. Ah... Mujer lobo... ¿Loba? -Corrigió medio confundido.

-Da igual la definición. El asunto es que ninguno de los dos sabe los síntomas del hombre lobo.

-Nop. Solo que su fuerza incrementará al nivel mil, y que tendrán que alejarse del resto de personas.

-¿Alejarnos del resto de personas? -Lin recogió algunos de los papeles que habían tirados por el suelo.

-Por lo que expliqué. -Ayudó a la chica con el desastre de papeles. -Sus deseos de matar. Al volverse hombres lobo... Mujer lobo -Corrigió otra vez -, empezarán a actuar como animales. A actuar como lobos. ¿Qué hacen los lobos? Muerden personas.

-Jah -Rio con sarcasmo -. Dímelo a mí. Estoy a horas de comprobar si soy un monstruo solo porque a un lobo se le ocurrió saltarme encima y clavar sus colmillos en mí.

-No te volverás un monstruo, Lindsay -Dejó los papeles recogidos a un lado y clavó la mirada en ella -. Nunca podrías ser uno.

-¿Incluso con colmillos y vello por todos lados que me hará ver como el tío cosa de Los Locos Addams?

-Al menos el tío cosa no desgarra personas. -Sonrió como respuesta, ganándose un golpe en el hombro por parte de Lindsay.






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Scott salió del baño una vez terminó de ducharse para la fiesta en casa de Lydia Martin. Su cuerpo estaba solo cubierto por una toalla sujetada a la cintura. Melissa apareció frente a él, asustándolo en el proceso. Mantuvo una corta conversación con su hijo sobre la salida que tendría con Allison y le entregó las llaves del auto para que fuera un caballero y que no fuera por ella en una vieja bicicleta. Claro también hubo una incómoda conversación sobre lo que ocurriría esa noche, y Scott solo la evitó diciendo que no hablaría de sexo seguro con ella. Aunque Melissa más bien se refería a llenar el tanque de gasolina una vez terminara la fiesta.

La adulta salió por fin del cuarto de Scott después de preguntar por su otra hija y que este le dijera que seguía en lo de Stiles investigando para un proyecto sobre criaturas nocturnas que atacaban personas, lo cual pareció algo extraño ante la mirada de Melissa. Aun así, se conformó con esa respuesta y por fin lo dejó solo. Él terminó de alistar su vestimenta, la cual consistía en una camiseta simple de color negro con un estampado de letras color rojo y naranja, una chaqueta café sobre la misma y unos jeans oscuros acompañados de sus clásicas zapatillas. Una vez listo, bajó las escaleras y salió al exterior para adentrarse al auto y partir de una buena vez a lo de Allison. Quien amablemente le pasó la dirección de su hogar esa tarde en la escuela.

Los Argent vivían en una lujosa casa que dejaba en evidencia la elegancia e importancia de la familia. La camioneta estacionada en el exterior, el camino pavimentado para llegar hasta la entrada, y la gran casa de dos pisos apareció en su campo de visión. Estacionó el auto cerca de la entrada, y tras unos minutos de espera, la chica salió. Con esa sonrisa que cautivó al mellizo desde el primer momento en que la vio. Allison se despidió de alguien en el interior y subió al auto. El camino permaneció en silencio, ya que el nerviosismo de Scott no le permitió hablar. Pero tampoco fue incómodo. Fue incluso agradable.

El ruido de la música llegó hasta los oídos del adolescente apenas estacionó frente a la casa de Lydia. Otra casa increíblemente lujosa. Las personas iban y venían con vasos en sus manos, algunos escondidos en los sectores donde la luz apenas llegaba, haciendo cosas que Scott no quería ni imaginar. Sintió algo desagradable cuando el aroma del alcohol llegó hasta sus fosas nasales. Un malestar que comenzó a intensificarse poco a poco en su cabeza. Desvió la mirada por un segundo, notando cierta figura familiar en la oscuridad. En un destello de luz, Derek Hale apareció.

-¿Estás bien? -Allison le preguntó al verlo algo perturbado.

-¿Ah? Sí, sí... -Respondió. Volvió a mirar al sujeto, pero ya no estaba. Se esfumó, volviéndose oscuridad otra vez. Aunque logró observar una extraña sombra de animal correr por el techo de la casa.

Allison tomó la mano de Scott y juntos se acercaron a las demás personas que estaban bailando en medio del patio trasero, simulando ser una pista de baile. La música pareció estar a su favor y se mantuvo lenta. Aprovechando aquel momento para que Scott pusiera sus manos en la cintura de Allison, y que ella lo rodeara con sus brazos por la cabeza. Sus respiraciones mezclándose poco a poco. El mellizo se atrevió a mover su mano más cerca de la espalda baja de Allison, y la acercó un poco más a él. Solo que cierto malestar se instaló otra vez en su cabeza.

-¿Te sucede algo? -Allison le preguntó cuando sintió un quejido del chico.

-Ahora vuelvo. -Scott le dijo mientras se alejó de ella, arruinando el momento perfecto que habían creado.

Sintió su cabeza palpitar con un repiqueteo de dolor. El mareo lo invadió mientras caminó entre el gentío acumulado dentro de la casa. Sin prestar atención a su alrededor, salió al exterior y volvió a subirse al auto. Allison apareció a los segundos solo observando como el chico se iba a la distancia. Soltó un suspiro y miró el cielo nocturno. La luna llena brilló entre la oscuridad.

Por otro lado, Lindsay divisó a su hermano pasar a un lado, sin prestar atención siquiera a su presencia. Había ido a la fiesta con Stiles, luego de que ella pasara por un cambio de ropa a su casa. Cuando vio a Scott salir a toda prisa, la incomodidad se instaló en ella. Podía echarle la culpa al alcohol, pero estaba segura de que medio vaso no provocaría el mareo que ella estaba sintiendo en ese momento. Su tolerancia al alcohol al menos era buena.

-Oh, wow... -Murmuró tratando de sostenerse de algo. El ruido de la música sonó mucho más fuerte en sus tímpanos. -No... Esto definitivamente no es por el alcohol. ¡Stiles! -Lo llamó entre tanta gente a su alrededor.

-¿Qué sucede? -Apareció después de un minuto.

-No lo sé. Creo que empezó.

-¿Qué empezó? -Preguntó confundido. Lindsay colocó una mano sobre el hombro del chico para mejor estabilidad.

-¡Los síntomas del hombre lobo, Stiles! -Exclamó sin importarle que alguien escuchara.

-Ay no... -Pasó uno de los brazos de Lindsay alrededor de su cuello y la sostuvo de costado para poder caminar a la salida. Donde pudo distinguir a Allison hablar con cierto sujeto en chaqueta de cuero, y después subirse en su auto y alejarse también de la fiesta. -Debemos encontrar a Scott.

-En casa... Llévame a casa... -Contestó ella con la respiración entre cortada -De seguro... Él fue para allá.

-De acuerdo.

Stiles ayudó a Lindsay a subir al Jeep ya que su mareo se había intensificado mucho más y apenas podía mantenerse de pie por cuenta propia. Dio media vuelta al vehículo y subió del lado del conductor para empezar la trayectoria hasta la residencia McCall. Donde ambos esperaban que Scott estuviera.

El estado de la melliza sin duda no iba mejorando. Entre la luna más brillaba en la oscuridad, los síntomas eran mucho más notorios y hasta dolorosos para los aprendices de hombre lobo. El sudor comenzó a caer por su frente, la agitación en la respiración hacía un ruido muy extraño dentro del Jeep, casi pareciendo gruñidos. Se agarró la cabeza entre las manos intentando detener el intenso dolor, pero solo pareció empeorar más. Sintió como los dientes tomaban forma diferente dentro de su boca, provocando claramente cierto malestar que la obligó a abrirla y revelar los puntiagudos y brillantes colmillos blancos. Y las uñas, pintadas de ese negro que tanto la caracterizaba, ahora se habían alargado, tomando la forma de filosas garras.

-¡Stiles, tienes que apurarte! -Le gritó. Cerró los ojos con fuerza tratando de controlarse por sí misma.

-¡Voy lo más rápido que puedo!

-Detén el auto. -Zanjó firme.

-¿Qué? No. No lo haré.

-Stiles, tienes que dejarme bajar. Te haré daño. -Ella lo miró. Sus ojos verdes ahora se habían vuelto de un amarillo brillante. Tan brillantes que cautivaron por un segundo al humano.

-No. Iremos por Scott e intentaré detener esto. -Evitó la intensa mirada de la melliza y la enfocó otra vez en el camino.

-¡Stiles Stilinski, detén el auto ya! -Gritó. Y acompañado de ese grito, un gruñido se escuchó. Stiles la miró otra vez, un poco muy asustado. Detuvo el Jeep a un costado de la carretera. -Ve y busca a Scott. Estaré bien -Cerró la puerta del Jeep con algo de fuerza, y corrió adentrándose en el bosque para alejarse de cualquier ser humano cerca.

Esa misma noche, en la oscuridad de una habitación, Scott McCall también había sido alcanzado por la luz de la luna, obligado a sentir los síntomas del hombre lobo. Trató de contrarrestarlo con una ducha de agua fría, pero fue en vano. Los colmillos crecieron, las uñas se volvieron garras y el marrón oscuro se alejó para ser un amarillo brilloso.

-¿Scott? -Stiles golpeó la puerta de la habitación. -Déjame entrar, puedo ayudarte.

-No, debes buscar a Allison. -Ordenó.

-Está bien. La vi irse de la fiesta con alguien. Ella está bien, ¿De acuerdo?

-¿Y Lindsay? ¿Dónde está?

-Ella... Corrió hacia el bosque. Intenté detenerla, en serio lo intenté. Pero no pude. -Informó el chico, tratando de abrir otra vez la puerta de la habitación. -Déjame pasar.

-No. Creo saber quién es.

-Puedo ayudarte. Déjame entrar.

-Es Derek. Derek Hale es el hombre lobo. -Aclaró sin dudar de nada, y después de unir cada uno de los puntos. Las apariciones en cada ubicación donde él estaba, y la sombra que vio correr sobre el techo en casa de Lydia. -Él fue quién nos mordió. Y fue quién asesinó a la mujer del bosque.

-Scott... -Murmuró el humano. Sintió un nudo en la garganta. -Derek fue quien se llevó a Allison de la fiesta.

Scott golpeó con mucha fuerza la puerta de la habitación, para evitar que fuera abierta del otro lado. Saltó por la ventana, y cayó de pie en el jardín delantero. Su apariencia ya no era la de todos los días. Los colmillos eran enormes, las uñas en forma de garras muy largas y filosas, al igual que sus orejas ahora tenían una forma puntiaguda. Ya no era Scott. La apariencia de aquel adolescente de dieciséis años había desaparecido para tomar la forma de un digno hombre lobo sediento de ira. Rápidamente llegó hasta la reserva de Beacon Hills, donde vio el auto de Derek Hale estacionado a un lado. Saltó sobre este y al no ver a nadie en el mismo, se adentró por completo en el bosque.

Corrió muy rápido siguiendo sus nuevos sentidos incrementados y buscó algún indicio del único Hale sobreviviente a la tragedia del incendio. No lo encontró, sí que era bueno ocultando su rastro. Cuando desvió su camino para seguir un extraño y familiar aroma, una figura de apariencia femenina apareció frente a él. Las suaves y finas facciones del rostro de Lindsay ya no se encontraban en ella. Había cambiado. Al igual que Scott lo hizo. Colmillos filosos, garras alargadas y de un opaco color negro, orejas puntiagudas y un poco más de vello facial. Algo que Lindsay seguramente detestaría a la hora de verse en un espejo.

-¡Scott! -Gritó cuando lo distinguió a pesar de su nueva apariencia.

-Derek Hale. Fue él.

-Lo presentí. Un aroma me trajo hasta aquí.

-¿Cuál? -Enarcó una ceja. Aunque era algo raro de deducir debido a la transformación adquirida en ese momento. Las expresiones no eran muy notorias.

-Ese... -Su dedo acompañada de la larga garra, señaló arriba de un árbol. Donde la chaqueta de Allison colgaba de una rama.

-¿Dónde está? -Scott preguntó a nadie en específico. Pero sabía que cierto hombre sí lo escucharía. Sea dónde sea que estuviese.

-Está a salvo. De ustedes. -La gruesa voz de Derek Hale se escuchó entre la oscuridad. Ambos hermanos trataron de buscar su escondite.

-Entonces, ¿Dónde estás tú? -Lindsay siguió, observando su alrededor gracias a la visión nocturna adquirida por la transformación.

Antes de poder recibir una respuesta, un peso se instaló en la espalda de ambos hermanos. Quienes ahora estaban boca abajo en el suelo, sin poder moverse. Lindsay miró de reojo y Derek la tenía arrinconada con una de sus manos, mientras que a Scott con el pie. Algo imposible de hacer si eras un simple humano.

-Ya es tarde. Ya están aquí. Corran. -Derek se echó a correr lejos del lugar por alguna razón. Los hermanos no lo dudaron y fueron tras él una vez el peso fue liberado.

Mientras los tres corrieron por el frondoso y oscuro bosque, unas flechas los rozaron. Lindsay abrió los ojos en sorpresa cuando estas se incrustaron en un árbol y a los pocos segundos estallaron. Obligándola a cerrarlos con fuerza a causa de la luz por la explosión. Cuando su vista se recompuso después de sentir otras dos flechas más estallar, un dolor punzante se instaló en su pierna, provocando que cayera al suelo. Miró un corto minuto la zona, encontrándose con una flecha un poco más arriba de su rodilla. Scott sintió exactamente lo mismo, nada más que este quedó sujeto a un árbol, y la flecha en su brazo. Entre la oscuridad dos figuras armadas comenzaron a acercarse, acompañados de alguien más en medio, con una clase de ballesta en manos.

-Tráiganlos. -Ordenó el sujeto de la ballesta.

Los dos hombres antes de poder acatar la orden su líder, fueron arrastrados y empujados contra los árboles. Derek se acercó a los hermanos y quebró por la mitad la fecha que mantenía prisionero a Scott contra el árbol. Mientras que la de Lindsay la retiró de un tirón, lo que provocó que ella soltara un doloroso rugido. Y apenas sintiendo el dolor, comenzó a correr para seguirlos y alejarse de una buena vez de los extraños armados.

-¿Quiénes son? -Le preguntó Lindsay con la voz agitada, una vez estuvieron ocultos. La forma de lobo había desaparecido. Habían vuelto a ser ellos, aunque no en total normalidad.

-Cazadores -Le respondió Derek -. Nos han perseguido durante siglos.

-¿A nosotros? -Scott le dijo con odio en su voz -¡A ti! Tú nos hiciste esto.

-¿Y eso es malo, Scott? -Derek se acercó amenazante al adolescente. ¿Cómo sabía su nombre? -¿Qué puedan ver mejor? ¿Oír más claramente? ¿Ser más agiles? -Alternó la vista entre los dos -. Tienen algo por lo que la mayoría mataría. La mordida fue un regalo.

-Un lindo regalo para dar en medio de la noche, ¿No crees? -Habló con claro sarcasmo la melliza. Intentó sentarse en un tronco caído, mientras mantuvo la pierna herida estirada.

-Pues no lo queremos. -Habló refiriéndose al "regalo".

-Lo querrán. Y me necesitarán si quieren controlarlo. -Informó. -A partir de ahora, ustedes y yo... Seremos hermanos. -Derek se alejó de ellos dejándolos solos y con una duda del tamaño de una casa.

La claridad de la mañana se hacía cada vez más presente. Los mellizos se encontraban caminado por la carretera con dirección a su casa después de haber vivido lo que catalogarían como la peor de sus noches. Por suerte, la forma lobuna había desaparecido en su totalidad. Eran otra vez adolescentes de dieciséis años. Solo que ahora con cierto toque sobrenatural dentro de ellos, que claramente no era para nada normal. Scott se agarró el brazo donde la herida de la flecha estaba. Lindsay caminó cojeando, pues la flecha había causado más dolor que la de Scott en el brazo. Detrás de ellos el ruido de un motor de auto se escuchó, y a unos pocos metros, el Jeep de Stiles apareció. Sin decir ninguna palabra, ambos hermanos subieron. Scott en el asiento del copiloto y Lindsay en los de atrás.

-¿Sabes lo qué me preocupa más? -Scott dijo mirando a su amigo.

-Si dices Allison, tendré que golpearte.

-Yo te ayudo -Lin comentó desde el asiento trasero, se encontraba recostada en este.

-Tal vez me odia ahora -Scott habló.

-Lo dudo. Pero talvez podrías darle una linda disculpa.

-¿Quieres que te golpee a ti, Stiles? -Lindsay lo amenazó viendo el doble sentido de su frase anteriormente dicha.

-O podrías solo decirle la verdad. Y revelar el asombroso hecho de que eres un hombre lobo -Scott lo miró -. De acuerdo, mala idea. -El ambiente permaneció en silencio unos segundos. -Oigan, lo superaremos. Si tuviera que hacerlo, los encadenaría en noches de luna llena y les daría ratones vivos.

-Stiles, no somos perros. -Aclaró la castaña.

-¿En serio quieres que te responda eso? -Stiles la miró por el espejo retrovisor. Lindsay levantó débilmente su mano, mostrándole el dedo del medio por el mismo retrovisor. Stiles sonrió y volvió la vista al frente -. Ya tuve una boa. Puedo hacerlo.

El lunes por la tarde, cuando los sucesos habían sido meramente olvidados y procesados durante el fin de semana, Scott se encontró en la entrada de la escuela esperando a Allison para ofrecerle una disculpa por todo lo sucedido en la fiesta de Lydia. Por el extraño actuar, y la vergonzosa huida.

-¿Qué pasó? Me dejaste sola en la fiesta. -Allison llegó a su lado apenas lo vio.

-Lo sé, lo siento mucho, en serio. -Se disculpó. -Pero tendrás que creer que tenía una buena razón.

-¿Te enfermaste? Bueno, es decir... ¿Se enfermaron? -Corrigió. -Vi a tu hermana saliendo de la fiesta en el mismo estado que tú.

-Sí, creo que nos dio un ataque de algo. -Siguió la mentira.

-¿Voy a recibir alguna explicación?

-¿Podrías simplemente creerme esta vez?

Allison pensó -¿Voy a lamentarlo?

-Probablemente. -Allison soltó una risa -. ¿Es un sí a una segunda oportunidad?

-Claro que sí. -El claxon de un auto se escuchó. -Es papá. Mejor me voy.

Scott estaba por adentrarse nuevamente a la escuela, cuando un olor familiar llegó a su nariz. Al voltear hacia donde Allison había ido, un sujeto mantuvo la puerta abierta para que ella ingresara al auto. Un sujeto que claro era su padre. Pero que también hizo mucho ruido en la cabeza de Scott. Unió cada uno de los puntos pendientes, y cuando fijó mucho más su mirada en aquel hombre, todo tuvo sentido. Levantó su mano débilmente y lo saludó sorprendido. Se dio cuenta que el padre de la chica no era nada más ni nada menos, que aquella persona que los había atacado a su hermana y a él. El padre de Allison no era solo un cazador de hombres lobo, sino que era su líder. ¿Y él? Él era un maldito hombre lobo.




















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