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Tiempo: Continuación del capítulo XXI: "Cita para el baile". Cuando Lindsay, Allison y Lydia se encuentran comprando vestidos.




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"Salida de mejores amigas"

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Lydia, Allison y Lindsay. Tres mejores amigas que se conocieron en tan poco tiempo, pero que se habían vuelto inseparables. Tres mejores amigas que habían tenido una salida al centro comercial para comprarse vestidos para el baile de invierno que tendrían dentro de poco. Y aunque la interrupción de Peter había descolocado por completo el mundo de Lindsay, no se dejaría atormentar por un hombre lobo Alfa que no sabía lo que hacía.

—Bien, anotemos todo esto en la cuenta de Lydia Martin —Dijo aquella chica pelirroja entregándole los vestidos elegidos por sus amigas y los que había adquirido para ella —. Lo pagaré con tarjeta.

—Lydia, si lo pagaras ahora, no necesitas anotarlo en tu cuenta... —Lindsay le recordó.

—¿Ah no?

—Lydia, solo deja de coquetear con el chico de la registradora y entrégale la tarjeta —Allison rió viendo a su amiga haciéndose la tonta por un chico.

—Aquí tiene, señorita, solo necesito que firme aquí —Aquel chico le entregó un papel el cual Lydia firmó y devolvió —. Gracias, aquí tiene su ticket y vuelva cuando guste.

Las amigas comenzaron a caminar lejos de aquella tienda de vestidos, cuando Lindsay notó algo extraño en aquel ticket que el chico le había entregado a su amiga.

—Lydia, ¿Esto es un número de teléfono? ¡Aquel chico te dio su número! —Gritó de emoción.

—Lo archivaré con los otros.

—Vamos, Lydia, hazle el favor a la humanidad y sal con ese chico.

—Lindsay, creo que te has confundido de persona... A la persona que va dirigida este número, no es a Lydia, si no a ti. —Allison le corrigió.

—¿Qué? ¿Cómo que a mí? —Tomó rápidamente aquel papel dándole vuelta y encontrándose con una nota que decía: "Para tu amiga que sabe diferenciar entre anotar cosas y pagarlas al instante."

—Me tendría que sentir ofendida, pero no. De hecho, me siento perfecta. Y muy emocionada de que le digas que sí a ese chico. —Lydia dijo deteniéndose en medio del pasillo de aquel centro comercial.

—Vamos, Lindsay, hazle el favor a la humanidad y sal con ese chico. —Allison repitió aquellas palabras que la chica utilizó hace unos minutos.

—Estoy pensando que ustedes tienen muy buena memoria como para acordarse de todo lo que decimos... Y no lo sé. Es un chico que no conozco, ¿Por qué le diría que sí?

—De eso se trata. Recibes números de desconocidos hasta que ya no sean desconocidos... Si sabes de lo que hablo. —Lydia retomó su camino hasta una tienda de zapatos.

—Lydia, no, yo... Nunca he tenido una cita —Ella murmuró.

—¿¡Qué!? ¿Es en serio? —Lindsay asintió con su cabeza. —Bien, dejaremos pasar esta oportunidad solo porque soy buena amiga y no quiero que te sientas presionada. Pero te daré clases de como actuar en una cita y al próximo chico que te dé su número, le marcaras.

—Bien. Acepto tu oferta —Lindsay rió.

—¿Entraremos aquí o seguiremos hablando de citas? —Allison señaló aquel lugar de zapatos.

—Sí, necesito unos lindos tacones que combinen con mi vestido.

—Bien, pero ¿No se están olvidando de algo? —Lindsay señaló detrás de ellas encontrándose con Stiles, quien aún cargaba las bolsas de los vestidos que las chicas habían comprado.

—Oh, sí... —Lydia se acercó a él —Puedes dejarlos en el auto de Allison y luego irte. Gracias por ayudar. —Y así, rápidamente entró a la tienda de zapatos.

—No tiene seguro, puedes dejar las bolsas en la parte trasera —Allison añadió.

—Sí, como quieran... —Stiles respondió. Antes de marcharse, miró por última vez a Lindsay, pero sin decir ninguna palabra. Ella agachó su cabeza y fue la señal para que Stiles abandonara el centro comercial.

—¿Te gusta? —Allison soltó de golpe.

—¿Qué? —Preguntó Lindsay totalmente desconcertada.

—¿Te gusta, Stiles? —Repitió —. Vi como te miró, y vi como lo miraste. No me engañas.

—No, claro que no. No vivo en una clásica novela cliché donde la hermana se enamora del mejor amigo de su hermano. —Dijo rápidamente.

—Sí... Haré como que te creo. En fin, entremos. Lydia nos espera.

Las dos amigas entraron en aquella zapatería repleta de todo tipo de zapatos. Podías elegir cualquier clase. Altos, bajos, brillosos, opacos, casuales, elegantes y muchos más. Recorrieron los pasillos de esa tienda buscando los ideales para los vestidos que habían elegido para la magnífica noche.

—De hecho, me conformaría con solo usar tenis... —Lindsay dijo caminando unos centímetros con sus tacones puestos.

—Ni de chiste. Un vestido como el tuyo merece los mejores tacones —Lydia se quejó.

—Bien, pero si termino con mi tobillo roto, no quiero quejas de nadie.

—Firmaré un acuerdo si eso te mantiene tranquila.

—Sí, lo harás. —Se volvió a sentar para quitárselos —. Bien, llevaré estos. Solo porque tú los compraras. Allison, ¿Alguno que llame tu atención?

—Tengo dos opciones. ¿Cuál me recomiendan? —Alzó dos pares de zapatos.

—El de la izquierda definitivamente —Dijeron las dos.

—Me gustas como piensas, McCall —Lydia sonrió.

—Igual que tú, Martin —Ella respondió.

—Bien, entonces llevaré estos. Lydia, ¿Alguno que te grite "Son los indicados para mí"?

—De hecho, sí. Pero los llevaré sin pedirles opiniones porque sé que serán acertadas —Los tomó entre sus manos y se acercó al mostrador con Allison y Lindsay depositando sus zapatos a un lado. —Hola, pagaremos esto con tarjeta, sin anotar nada en ninguna cuenta.

—¿Disculpe? —Preguntó el pobre chico.

—Solo pasa la tarjeta por ahí —Dijo un poco irritada. El chico obedeció las órdenes de Lydia y le entregó aquel ticket para que firmara. —Gracias. —Dijo luego de recibir aquel ticket con su compra.

—Y disculpa la intromisión, pero esto es para ti —Le entregó un papel a Lindsay.

—Gra-Gracias... —Le regaló una sonrisa y las tres abandonaron el local.

—Vaya, Lin, parece que aquella promesa se cumplirá antes de lo previsto... Tendrás que marcarle al chico.

—No, no, no. Claro que no. —Ella negó.

—Dos números en tan solo una hora. Eso es un récord, aprendes de la mejor. —Lydia comentó sentándose en la pequeña banca ubicada en una esquina del centro.

—Sí, pero, aunque lo digas, no llamaré a este sujeto. Primero son las clases de Lydia, luego las citas. Así era el trato. —Lindsay se cruzó de brazos.

—Bien, solo porque soy fiel a las promesas. Y porque te quiero.

—Ninguna de las dos tiene remedio. —Allison rió para luego sentarse a un lado de Lydia. —¿A dónde iremos ahora?

—Esta salida de mejores amigas tiene que concluir con una buena película en el cine, ¿Qué opinan? —Lydia propuso con una sonrisa.

—Una película no estaría mal. Me agrada. ¿Qué opinas, Lin? —Allison la miró.

—Normalmente no es algo que haría, pero sí. Veamos una película. A veces es lindo salir de tu zona de confort.

Y así, las tres amigas caminaron hasta el cine que se encontraba en aquel centro comercial. Sí, era un centro comercial muuuuy grande. Donde podías encontrarte con cualquier tipo de tiendas, hasta había patios de comida. Pero esa era otra historia. Llegaron hasta aquel lugar que mostraba las carteleras con las películas que darían ese día.

—¿Cuál vemos? ¿Una de romance? ¿Aventura? ¿Acción? —Allison preguntó.

—Que tal... ¿Amor De Medianoche? —Lydia dijo.

—¿Qué no había un libro o una película de romance con ese nombre? —Lindsay recordó.

—Sí, lo sé, pero esta es diferente. Involucra criaturas sobrenaturales como vampiros y hombres lobos que despiertan a medianoche y tienen un romance prohibido.

—Vaya, Lydia, no creí que estas películas te gustaran. Creí que no veías otra cosa que no fuera Diario De Una Pasión.

Lindsay no comentó ni agregó nada. Estaba media aturdida por la idea de ver una película que involucrara criaturas sobrenaturales. Había planeado esta salida para alejarse, aunque sea, por unas horas de todo el infierno que estaba viviendo. Y aunque la aparición de Peter rompió esa tranquilidad, la había vuelto a conseguir con sus conversaciones de chicos, pero la película la había hecho desaparecer por completo.

—¡Lindsay! —Lydia le gritó y ella reaccionó —Disculpa, pero no respondías. ¿Qué dices? ¿Vemos esa película?

—Am, de hecho, no me llaman mucho las criaturas sobrenaturales. Yo miraría Corazón de Hierro. También es de romance. Leí por ahí que es entretenida y la mayoría de las chicas salían llorando del cine. —Ella dijo evitando ver esa película.

—Sí, he estado triste estos últimos días. Necesito llorar por un romance fallido que no sea el mío. Buena elección, Lindsay. La veremos. —Lydia dio una vuelta para acercarse a la taquilla. —Hola, necesitamos tres boletos para Corazón de Hierro.

—Aquí tiene. Son once dólares. —La mujer les entregó sus entradas y antes de que ella pudiera pagar, Allison se le adelantó.

—No, no. Pagaré yo. Ya has gastado mucho en nosotras. —Ella le entregó el dinero a la mujer y las tres caminaron hasta la sala.

—Aunque once dólares no se comparan con lo que gasté en ustedes, en verdad lo aprecio.

—Vamos, Lydia, no lo niegues. Nos amas. No importa cuánto te hagamos gastar.

—Tienes razón, Lindsay, pero esto será lo último. Mi límite se alcanzó con los zapatos...

Lindsay se sentía de maravilla. Tener amigas normales entre tanto mundo en caos la hacía sentirse normal. Sin preocupaciones ni nada. Y aunque conociera a estas chicas de solamente unos días, podía jurarles su vida. Sí, Allison venía de una familia de cazadores, pero ¿Qué mal podía hacerle? No estaba enterada de lo que sus padres hacían, y Lindsay esperaba que eso se mantuviera así.

Fue una buena tarde. Una linda salida, donde las tres se conectaron más una con la otra. Salieron del cine riendo. La película les pareció triste, pero no tanto como para hacerlas llorar. Cualquiera que las vieran pensarían que eran amigas de años, pero estarían errados. Eran tres simples chicas que se habían vuelto mejores amigas desde hace poco tiempo, y dicen que las amistades de tres, a veces solían ser las más duraderas. Eso esperaban ellas. Habían hecho lazos que serían difíciles de romper, y las tres estaban seguras que esa amistad, traspasaría cualquier barrera que se hubiera creado en sus inseguridades. Porque eso eran. Eran amigas que no te juzgarían por absolutamente nada y eso era lo que ambas esperaban. Ser ellas mismas sin ser juzgadas, aunque una de ellas tuviera un gran secreto. 














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