• 𝘾𝘼𝙋𝙄𝙏𝙐𝙇𝙊 𝙓𝙓𝙓𝙄
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"Bestiario"
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—Volverán, así que no tenemos mucho tiempo. —Deaton habló mientras buscaba algo en un frasco.
—¿Qué es eso? —Lindsay preguntó preocupada por aquel líquido que Deaton ponía en un pedazo de algodón.
—Alcohol. Para que no se te infecte. —Comenzó a aplicarlo sobre la herida —Comenzaras a sanar, pero no tan rápido porque es de Derek.
—Oye, ¿Cómo sabes todo esto? De hecho, ¿Cómo sabes de qué se trata?
—Es una historia larga. Lo que les puedo decir, es que conozco a los de su tipo —Colocó una gasa en su herida y una cinta para fijarla y que no se moviera. Lindsay seguía quejándose por el ardor que aquel alcohol le había causado. —Puedo ayudar a los que son como ustedes, pero esto... Es diferente —Señaló aquel cuerpo inerte sobre su mesa.
—¿Sabes qué cosa hizo eso? —Scott habló admirando aquel cuerpo.
—No, pero los Argent sí. Y esa es la parte crucial. Tendrán algún registro o libro con todas sus descripciones, historias y notas sobre todo lo que han descubierto.
—¿Sobre todo? ¿De qué tanto estamos hablando?
Deaton no pudo contestar a las preguntas de Scott, pues el sonido de un auto estacionándose se escuchó. Ambos hermanos buscaron algún lugar en el cual esconderse pues era obvio que ya no podrían salir de la veterinaria. Al menos no hasta que ellos se fueran. Los Argent junto a otros tipos más llegaron hasta la sala donde Deaton revisaba a aquel muerto.
—Creo que necesito comprar un letrero de "Cerrado" más grande.
—Hola, Alan. Ha pasado mucho —Gerard se hizo visible en aquella sala. —Creí que te habías retirado.
—Y yo pensé que tenías un código de conducta.
—Por si no lo viste, el cuerpo es de uno de los nuestros —Chris le especificó.
—Sí, también me di cuenta de que hay residuos de pólvora en sus dedos. No crean que me convencerán de su filosofía solo porque contestaré a sus preguntas —Intercaló mirada entre ambos Argent.
—Tenía veinticuatro años.
—Hay asesinos de todas las edades.
—Edades, tamaños, formas... —Gerard habló. —Eso último es lo que nos concierne.
—¿Por qué no nos dices que descubriste?
—¿Ven este corte? —Deaton comenzó su explicación con la cortada en el cuello que aquel chico tenía. —Es preciso, casi quirúrgico, pero esta no es la herida que lo mató. Es más interesante su propósito.
—¿Relacionado con la columna? —Gerard preguntó.
—Así es. Lo que haya hecho este corte, contenía una toxina paralizante. Tan fuerte como para deshabilitar las funciones motrices. —Señaló los rasguños en el pecho —Estas son la causa de la muerte. ¿Notan los patrones a cada lado?
—Cinco por cada dedo.
—Cada garra —Gerard corrigió.
—Como pueden ver, las enterró y rasgó hacia arriba. Eviscerando los pulmones y cortando los huesos de la caja torácica. —Lindsay y Scott escuchaban atentamente la explicación que Deaton les daba a los cazadores. Una nueva criatura había aparecido, y estaban seguros que un hombre lobo no era capaz de hacer ni la mitad de las cosas que él explicaba.
—¿Habías visto algo así antes? —Chris preguntó.
—No.
—¿Tienes idea de qué pudo matarlo?
—No, pero sé que es muy rápido, muy fuerte y tiene la capacidad de dejar a sus víctimas indefensas en segundos.
—Si quieres decirnos que tangamos cuidado, ya lo sabemos.
—No. Les digo que tengan miedo. Mucho miedo. Porque en el mundo natural los depredadores con toxinas paralizantes las usan para atrapar y comer a sus presas y esta presa no fue comida. Así que lo que lo mató, quería asesinarlo. De hecho, matar sería su único propósito.
Mientras aquellos cazadores recibían la información necesaria sobre la nueva criatura que estaba atormentando las calles de Beacon Hills, Stiles estaba en el taller con su Jeep en reparación. Luego de que Érica le había quitado aquella parte fundamental, necesitaba una buena reparación de todas sus partes.
—¡Oye! ¡Oye! —Se acercó hasta el chico que lo reparaba —¿Qué crees que haces? Solo quería el sistema de encendido.
—Sí, pero creo que todo el sistema de escape tiene que remplazarse.
—¿Por qué presiento que estás exagerando los daños?
—Te costará unos 1200 con las partes y la mano de obra —Dijo el sujeto sin quitar la vista de las reparaciones.
—¿Es un chiste? Esto no tiene ni convertidor catalítico. Y sí, sé lo que es un convertidor catalítico.
—¿Sabes que es un autoblocante? —Despegó la vista del Jeep para mirarlo desafiante.
—Am... No...
—Puede que sean unos 1500.
—De acuerdo, solo termínalo —Se alejó de él —. Esperaré aquí lleno de furia impotente. —Susurró lo último para no ser escuchado por aquel joven mecánico. Caminó hasta la puerta para volver a la sala de espera, cuando un líquido pegajoso y desagradable se instaló en la perilla de la puerta. —¿Qué? Que saludable... Sí que tienes un verdadero establecimiento de calidad.
Limpió aquella baba en su ropa y miró una foto que colgaba de una de las paredes de aquel taller. Estaba aquel mecánico con un uniforme de Lacrosse de la preparatoria Beacon Hills, seguramente algún ex estudiante de hace años. Stiles sacó el teléfono de su bolsillo para enviar un mensaje, cuando sus manos comenzaron a temblar y luego quedarse quietas. Como si se hubieran paralizado.
Comenzó a desesperarse por la situación. No entendía qué le estaba ocurriendo. No sentía sus manos, lo que ocasionó que su teléfono cayera al suelo. Miró hacia el frente por el gran ventanal que daba una buena vista del chico reparando su Jeep, cuando se percató de la criatura acercándose al chico.
—Oye... ¡Oye! —Intentó hablar, pero se le era imposible. Su voz no salió.
La criatura rasguñó el cuello del mecánico con un corte preciso. Él volteó y comenzó de apoco a caer al suelo. Todo su cuerpo había quedado en una parálisis total. Al igual que Stiles, que tras algunos llamados más de advertencia, cayó con su cuerpo paralizado. Intentó arrastrarse hasta donde su teléfono estaba y marcar al 911 para que vinieran en su rescate.
La criatura cortó con sus garras la manguera que comenzó a liberar presión y hacer que el Jeep comenzara a bajar lentamente. Solo que el chico había caído justo debajo de la rueda del Jeep, y cada vez que este bajaba, la hora de su muerte se aproximaba. Los gritos de auxilio eran en vano, pues salían como un murmullo. Stiles tuvo la mala suerte de que aquella puerta fuera de cristal y que le diera una amplia visión de lo que se volvería muy pronto el aplastamiento de aquel pobre mecánico. Cerró los ojos en el momento justo que aquel acto de atrocidad daba comienzo. La criatura lo vio a través de la ventana y simplemente lo ignoró no sin antes hacer una especie de rugido.
—911, ¿Cuál es su emergencia? —Se escuchó desde el teléfono.
La policía llegó a los pocos minutos tras el pedido de ayuda de Stiles. La parálisis ya había desaparecido, pues al parecer la dosis no había sido tan fuerte como el corte en el cuello de aquel sujeto. Había comenzado a llover y Stiles junto a su padre estaban sentados en la ambulancia.
—Les dije, entré y vi la camioneta encima de él. Eso es todo.
—¿Qué te pasó en la mano? —Su padre le preguntó.
—Nada. ¿Ya puedo irme? —Agitó su mano para darle cero importancias a su situación.
—Mira, si crees que hay algo que no puedes decirme...
—¿Crees que miento? —Sí lo hacía, pero obvio no se lo diría.
—No, claro que no. Solo me preocupas. Y si viste a alguien hacerlo, y si tienes miedo de que vuelva para asegurarse de que no digas nada...
—No vi nada. Nada. —Volvió a repetir. —¿Puedo irme, por favor?
—Claro. Pero no en tu auto. Vamos a llevárnoslo. Lo siento, hijo, es evidencia. —Se levantó de la ambulancia —Te veré en casa.
—Papá, al menos diles que lo laven.
Llamó a alguien para que lo fuera a recoger a aquel taller que se había vuelto una escena del crimen. Luego de unos minutos más de espera, el auto se estacionó frente a él y subió.
—¿Estás bien? —Lindsay preguntó.
—Sí... Tenían razón, no es como ustedes. Sus ojos son como los de un reptil. Pero hay algo más.
—¿A qué te refieres?
—A como cuando ves a un amigo con una máscara y solo puedes ver sus ojos. Sientes que lo conoces, pero no sabes de quien son.
—¿Sabes quién es?
—No, pero creo que me reconoció.
—Esto es... Tan extraño. —Ambos se mantuvieron en silencio unos cortos segundos —Lamento no haber estado contigo. Mi herida no sanaba y teníamos que ir con Deaton, pero luego llegaron los Argent y no pudimos salir hasta que ellos se fueron.
—Ey, no, Lin. No tienes por qué disculparte. Lo tuyo era mucho más importante.
—Sí, pero no lo sentí. —Volvió a mirar al frente —Digo, siempre cuando estás en peligro una vibra extraña llega hasta mí y puedo deducir que necesitas ayuda, pero ahora no. Simplemente no sentí nada.
—Es porque lo estás consiguiendo, Lindsay. —Ella lo miró —. Sí, mira, ¿Recuerdas que no podías controlarte en luna llena sin estar a mí lado? Bueno, ahora lo estás logrando. Te estás volviendo independiente a tus emociones. Estás logrando ser una mujer lobo que se vale por sí misma. Sin la necesidad de tener a alguien a su lado.
—Sí, pero... Una parte de mí no quiere que eso desaparezca. Necesito saber que vas a estar bien incluso cuando no estés cerca de mí y lo que pasó con esa criatura no me da mucha seguridad.
—Bien, dejemos el tema de lado. Ya pasó y te prometo que me cuidaré. Me mantendré seguro estando o no contigo.
Lindsay le dedicó una sonrisa y encendió el auto para dirigirse hasta el hogar del chico. El viaje fue tranquilo y sin mucha conversación. Ambos procesando los hechos recientes. Llegaron hasta la casa y Lindsay estacionó frente a ella, ambos bajaron del auto y caminaron dentro de la casa, más específicamente a la habitación del chico.
—Oye, ¿En serio te encuentras bien? No dijiste nada en el camino y...
—Sí, es solo el trauma de tener esa criatura frente a mis ojos y no poder moverme —Aclaró él.
—Sí, bien, entonces me iré. Scott me dijo que necesita el auto para uno de sus encuentros con Allison y esas cosas secretas que ellos hacen.
—Te veré mañana entonces.
—Te veré mañana entonces. —Contestó ella repitiendo sus palabras y acercándose a él para poder besarlo.
Los tiernos besos quedaron en el olvido cuando aquel beso lentamente comenzó a subir de intensidad hasta volverse uno pasional. Stiles apretó lentamente la cintura de Lindsay haciendo que ella se pegara más a él. Dieron unos cortos pasos hasta caer sobre la suave cama con Lindsay a horcajadas sobre Stiles. Siguieron besándose unos segundos más cuando ella cayó en cuenta de la situación y dejó de besarlo.
—Am, creo que yo... —Se levantó de la cama para alejarse unos centímetros —Ya es tarde y Scott necesita el auto, así que...
—Sí, claro ve. Nos veremos mañana. —Dijo él levantándose también de la cama.
—Okey, adiós... —Amagó en ir a darle un beso de despedida, pero después de lo sucedido era mejor no seguir alimentando la tentación y abandonó la habitación y la casa rápido para ir hasta el auto y volver a su casa.
Aún no habían logrado pasar al siguiente nivel. Seguían en aquel eslabón de los besos y los comentarios tiernos. El tener novio significaba en algún momento consumar su amor de otras formas, y aunque Lindsay no era una experta en esa área, quería complacer a su novio de la mejor manera, y estaba segura de que si ella no se hubiera percatado de lo que estaba ocurriendo hace tan solo unos minutos, hubiera dejado que el destino siguiera su curso.
[...]
Allison salió de su casa y caminó hasta el auto para ir a su encuentro con Scott como ya era costumbre. Aquel mensaje que le había dejado en la ventana decía que se verían a las 9pm. Miró el reloj digital del auto revelando la hora, 8:55 pm. Solo faltaban cinco minutos para su encuentro. Un rostro en la ventana hizo que Allison saltara del susto.
—Lo siento, no quise asustarte —Gerard se disculpó.
—Está bien, solo iba a... —Bajó del auto.
—¿Esperabas a alguien más?
—Sí, bueno no. Claro que no. —Dijo rápido.
—Excelente. Podemos hablar un poco. —Sacó sus manos del bolsillo y un cuaderno con un encuadernado de cuero se cayó. Allison se agachó y lo recogió por él —Ah, gracias. No quisiera perderlo. Sería un desastre sin él. Cuando tenía tu edad no tomaba vitaminas. Ahora tomo un coctel de pastillas tres veces al día —Las tomó como si de golosinas se tratara —, pero hago lo que mi médico me dice porque confió en él. La confianza es un privilegio que vale mucho en esta familia. Y mi hija, bueno tu tía Kate, murió haciendo lo que creía correcto. Sus intenciones pudieron ser un poco erróneas.
—¿Un poco? —Cuestionó Allison cruzada de brazos.
—Grandioso. Como me recuerdas a ella. También me desafiaba.
—¿Eso quieres que haga? ¿Desafiarte?
—Quiero que confíes en mí. Te vas a encontrar a ti misma en una posición en la que cuestiones la confianza de las personas cercanas a ti, y cuando pase tienes que saber de quienes nunca tienes que desconfiar es tu familia. ¿Puedo confiar en ti, Allison?
—Ajá...
—¡No así! ¡Dilo con convicción! ¿Sí o no? —Le gritó y ella simplemente lo miró extrañada.
—Sí, confía en mí.
Luego de esa charla algo extraña con su abuelo, volvió a su destino original e ir con Scott. Solo que cuando ella llegó al bosque y en su lugar habitual para sus encuentros, él ya no estaba. Y tenía todas la de irse, había perdido como media hora en aquella conversación. Un mensaje escrito con tiza en una piedra llamó su atención. "No pude esperar, te extrañaba." fue el mensaje que Scott le dejó antes de irse.
En aquella estación abandonada en la que Derek ahora vivía, estaban Isaac y Érica. Aparentemente entrenando después de haber hecho el ridículo en la pista de hielo esa noche. Boyd también estaba con ellos, pues había sido mordido por Derek lo que lo convertía en parte de su manada.
Isaac terminó varias veces en el suelo y Érica igual tras ser derribados por Derek en su entrenamiento para mejorar sus habilidades, y como ya muchos conocían, aquel hombre lobo Alfa no se caracterizaba por entrenamientos sencillos y sin dolor.
—¿Podrían tratar de ser menos predecibles? —Érica saltó sobre él colocando sus piernas alrededor de su torso y comenzó a besarlo apasionadamente. Derek no se resistió y tras disfrutarlo por unos segundos, la empujó volviéndola a dejar en el suelo —Es la última vez que haces eso.
—¿Por qué? ¿Por qué soy Beta?
—No. Porque quiero a alguien más para ti.
—¿Terminamos? —Isaac preguntó —Porque tengo ciento de huesos que necesitan horas para recuperarse.
Derek se agachó al nivel de Isaac —Ven aquí, dame —Tomó su mano y la dobló haciendo que otro hueso se quebrara —. Ciento uno. ¿Crees que te estoy enseñando como pelear? ¿Eh? ¡Mírame! ¡Te estoy enseñando como sobrevivir!
—Si nos quieren muertos, ¿Por qué no vienen a matarnos ahora? —Isaac agregó con furia y agarrando su mano rota. —¿Qué esperan?
—No lo sé, pero planean algo, y tú en especial sabes que no es nuestro único problema. Lo que haya matado al padre de Isaac, creo que mató a alguien más. Hasta no saber lo que es, tienen que aprender todo lo que yo sé. Tan rápido como puedan.
A la mañana siguiente, Natalie Martin se adentró al cuarto de Lydia para despertarla pues ya era hora de ir a clases y si no llegaría tarde. Desde su accidente, los padres o bueno, su madre se había vuelto un poco más sobre protectora con ella.
—Hora de levantarse.
—Déjame...
—Vas a llegar tarde a tu cita con el terapeuta escolar, ¿Recuerdas? Hicimos un trato.
—Recuerda que dije que estoy bien.
—Lydia... Por favor... —La destapó, pues sus sábanas cubrían hasta su cabeza y al hacerlo, estas estaban manchadas con sangre completamente. Revisó las manos de ella y sus nudillos estaban sangrando —¿¡Qué te hiciste!? Dios mío, ¿Qué te has hecho a ti misma? —Acarició sus manos en la espera de que Lydia le contestara, pero ella tenía su mirada enfocada en su espejo completamente destrozado y pequeñas marcas de sangre ahí. —Lydia, cariño, ¿Por qué hiciste eso? Lydia...
Una vez terminó de arreglarse con un poco de temor con lo ocurrido con el espejo, llegó hasta su cita con el terapeuta escolar. Se sentó en una silla con un chico al lado de ella, pues la terapeuta estaba con otro paciente y le tocaba esperar.
—Lindos guantes —Halagó aquel chico. Se había puesto guantes para ocultar las lastimaduras en sus manos.
—Gracias.
—Y, ¿Cuál es tu tipo de psicosis?
—¿Es en serio?
—Ambos vinimos por algo, no te tienes que avergonzar.
—Le tengo fobia a las personas que me preguntan sobre mi vida personal, ¿Y tú? —Contestó ella viéndolo.
—Atracción compulsiva por chicas guapas, pero narcisistas —Contestó él de la misma manera.
—¿Estás lista, Lydia? —La llamó la consejera y tomó su bolso para adentrarse al salón y alejarse de ese chico.
—Ni siquiera es francesa, ¿Cierto? —Lydia cuestionó una vez dentro.
—Franco-canadiense.
—Así que eres una canadiense que habla francés, y dado que mi salud mental está ahora en tus manos, qué tal si me dices, como maestra de francés, ¿Qué te hace la indicada?
—Tengo una maestría en psicología del comportamiento y he realizado más de trecientas horas de trabajo de campo —Ella informó.
—Bien.
—Si está bien, ¿Por qué estás aquí?
—Calmar a mis padres y que no me castiguen con el auto —Aclaró con una sonrisa.
—¿Has hablado con tus amigos sobre lo que sucedió?
—Sí, son los mejores. Me apoyan tanto.
—¿Confías en ellos?
—Por supuesto.
—Bien, pero ten mucho cuidado.
—¿Por qué? ¿Porque a veces las personas más cercanas a ti son las personas que no te dejan avanzar?
—Claro... ¿Lo leíste en algún libro? —Preguntó la mujer mirando a Lydia en espera de su respuesta.
—No sé... Talvez lo oí.
—Pues, suena a que quien te lo dijo, te impresionó.
[...]
—Lamento lo del otro día, lo intento, pero lo superaremos —Stiles habló —. Lo sé porque te amo. Te amo más que... ¡Ay por Dios! No puedo. Allison y tú tienen que comunicarse por otros medios —Stiles informó a Scott. Él había sido su comunicador los últimos días para que no los vieran juntos.
—Vamos, eres el único en quien confío. ¿Vendrá al juego esta noche?
—Sí, ¿Bien? Mensaje completo. Ahora cuéntame de tu jefe.
—El cree que la familia de Allison tiene una clase de registros sobre las cosas que han cazado. Como un libro.
—Oh, puede que sea un bestiario.
—¿Un qué?
—Un bestiario.
Scott rió —Creo que quieres decir bestialidad...
—No, estoy seguro que no. Es un libro de criaturas mitológicas.
—¿Cómo es que soy el único que no sabe ese tipo de cosas?
—Escucha, eres mi mejor amigo y una criatura de la noche, que además es el hermano mellizo de mi novia quien también es una criatura de la noche, así que es una de mis prioridades. Estar siempre informado.
—Bien, si lo encontramos y podemos ver qué es...
—Y quién es... —Stiles agregó.
—Necesitamos ese libro —Dijeron ambos a la vez.
—Sí, bien, que lo haga con mi hermana es una cosa, pero suena raro cuando lo digo con alguien más. —Scott aclaró.
—Créeme, amigo, suena raro hasta cuando lo dicen ustedes dos juntos.
Stiles llegó hasta Allison volviéndose otra vez la única forma de comunicación entre ellos dos y comenzó a contarle todo acerca del libro que seguramente su abuelo tendría.
—¿No querrás decir...?
—No. Bestiario. —Interrumpió conociendo ya la palabra que Argent iba a decir. —Y ustedes dos no sé qué tienen en la cabeza.
—Bien, am, ¿Puedes describirlo?
—Puede que sea un libro, viejo, desgastado...
—¿Y está empastado en cuero?
Corrió una vez más hasta Scott.
—Sí. Ha visto a su abuelo con un libro como ese. —Informó a su amigo y volvió a correr hacia Allison luego de las preguntas hechas por Scott —¿En dónde lo guarda? —Dijo con la respiración entre cortada para luego volver a correr a donde Scott estaba —Dice que lo guarda en la oficina. —La última corrida. Volvió a llegar hasta Allison inhalando aquel respirador de Scott que ya no usaba para controlar su respiración. —Sabes, los traficantes han usado celulares desechables por mucho tiempo.
—Mis padres revisan mensajes, llamadas y correos que envió. Créeme, lo encontrarían.
—De acuerdo, ¿Puedes conseguirlo? —Preguntó refiriéndose al libro.
—No sin las llaves.
Y así, la misión de Allison comenzó. Una vez la oficina del director estuvo cerrada bajo llave, Gerard y Allison comenzaron a caminar pues ambos se dirigían al partido de Lacrosse de esa noche. La oportunidad perfecta donde Allison intentaría tomar las llaves para buscar aquel libro informativo de criaturas sobrenaturales.
—Debo advertirte, por cierto, que tendrás que ser un poco paciente conmigo.
—¿Y eso?
—Puede que tenga muchas preguntas porque nunca antes he visto un partido de Lacrosse.
Lindsay se acercó a Stiles quien se sentó en una banca para seguir controlando su respiración luego de la corrida por comunicación entre sus dos amigos.
—¿Ahora haces trabajos de comunicación? —Se sentó a su lado.
—¿Tan mal se vio?
—No, para nada. Bueno sí. Casi toda la escuela se dio cuenta de tus corridas de un lado a otro.
—Eso arruinará mi reputación.
—¿Qué reputación? —Ella rió y Stiles la empujó levemente.
—Me hieres, ¿Sabes? No es fácil crear una reputación.
—Pues yo le vería más como una falsa reputación.
—Una falsa reputación es todo lo que me queda.
—Oye, yo ni siquiera tengo reputación y ando magnifica.
—¿No tienes reputación? Lindsay, eres la chica más premiada por todos. Desde que entraste al equipo de Lacrosse y has ganado partidos, todos te adoran. Considérate una chica popular.
—¿Chica popular? Am, no. Prefiero quedarme con mi estatus de chica invisible. —Ella sonrió para luego dirigir su vista al frente.
—Oye, Lin, ¿Estamos bien? —Preguntó recordando los sucesos de la noche anterior y recordando además que no se habían hablado durante todo el día.
—Estamos bien, Stiles.
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Bueno, bueno, bueno... ¿Cómo andan? Solo paso por aquí para que hablemos un poco de lo que viene ocurriendo con la parejita feliz de Beacon Hills.
De a poco vamos notando aquellas pequeñas interacciones de Lindsay con la nueva manada de Derek y con alguien en especial... A parte de eso, pequeños problemas comenzarán a surgir, pero no nos adelantemos a los hechos.
Aun así, les agradezco el apoyo que esta parte ha estado teniendo. Los quiero mucho y nos leemos en el siguiente capítulo. <3
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