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"Los Argent"

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Un nuevo día se llevaba a cabo en Beacon Hills. Todos los adolescentes se encontraban trasladándose hasta la preparatoria pues la semana nuevamente comenzaba y no podían descuidar sus estudios. Los tres amigos llegaron hablando sobre lo que el sheriff Stilinski había ido a investigar esta mañana al cementerio.

—¿Se comió el hígado? —Scott comenzó.

—No, no dije que se lo comió, solo que no estaba. —Stiles explicó —. ¿Y saben qué? Si lo hizo, ¿Qué importa? Es la parte con más proteínas.

—Nosotros nunca comimos uno —Lindsay añadió llegando hasta ellos e intentando acomodar su palo de Lacrosse en su mochila. Desde que se unió al equipo y como el resto lo hacía, le tocaba llevar su propio equipamiento en su mochila —Oigan, ¿Cómo hacen para que esto quede en su lugar?

—Sí, claro, porque hablando de hombres lobo ustedes son el modelo de autocontrol y déjame ayudarte con eso. Me desesperas —Stiles dijo para ayudar a Lindsay a acomodar su palo de Lacrosse. —De hecho, ustedes son el sujeto de prueba en esto. Así que debemos pensar en lo que les pasó.

—¿De qué hablas? —Dijo ella de espaldas mientras Stiles terminaba de atar y acomodar el palo de Lacrosse.

—De lo que pasaba por sus mentes cuando se transformaban. ¿Qué les atraía?

—Pues mi mente estaba siempre en blanco. Digo, me concentraba en transformarme y lo hacía...

—Okey, ¿Y tú? —Señaló a Scott.

—Allison. —Contestó.

—¿Nada más? ¿En serio?

—No importaba nada. Pero es bueno, ¿Cierto? Porque cuando mordieron a Lydia estaba contigo.

—Sí, pero Lydia estaba buscando a Jackson —Lindsay dijo señalando por donde el chico llegaba con su lujoso auto.

Jackson estacionó su auto y bajó con un aire de superioridad mucho más fuerte de la que ya sentía antes de convertirse en lobo. Un vagabundo que se encontraba por ahí revisando la basura le halagó su auto y él le regaló un billete de un dólar diciendo que se buscara otro lugar donde morir. Sí, típico de Jackson Whittemore.

Todos los chicos o todos los integrantes del equipo de Lacrosse, se encontraban en los vestuarios pues el entrenador Finstock tenía un par de anuncios que dar. Lindsay llegó hasta ellos luego de cambiarse en el vestidor de chicas y al entrar, como ya se había vuelto costumbre, las miradas de un par de chicos cayeron sobre ella.

—¡Vamos! ¡Tengo algo que anunciar! Reúnanse. Deprisa. Danny, ponte una playera. Stilinski, ¡Te estoy hablando! Ustedes, degenerados. ¡Dejen de mirar a McCall! —Dijo a algunos chicos defendiéndola —. Escuchen, la policía quiere ayuda para buscar a la chica desaparecida. Está enferma, extraviada y desnuda —Varias risas se escucharon lo cual obligaron a Lindsay a voltear los ojos —. Se supone que estaremos a cuatro grados hoy. No sé ustedes, pero la última vez que hizo tanto frío y yo estaba corriendo desnudo... Perdí un testículo por el frío. Y no quiero que le pase lo mismo a una chica inocente. La policía organizará grupos de ayuda a la noche. Si ayudan a encontrar a la chica perdida les pondré diez en todas mis clases.

Y así, la mayoría de los chicos se dirigieron para anotarse en aquellas búsquedas que se realizarían al caer la noche. Por otro lado, los tres amigos se encontraban hablando con Jackson para saber si Lydia lo había ido a buscar o algo por el estilo.

—Si Lydia quiere correr desnuda por el bosque, ¿Por qué debería importarme?

—Porque creemos que ella podría estar... Tú sabes, transformándose —Scott aclaró.

—¿En serio?

—Sí. Transformándose.

—En... —Alargó aquella palabra sin conocimiento alguno de lo que hablaban.

—En unicornio. ¿En qué crees, imbécil? —Stiles le dijo.

—Si Lydia se está transformando no es ella quien necesita ayuda, amigo.

—¿De qué hablas? —Lindsay habló por fin.

—Vaya, creí que al menos un McCall era más listo que el otro. Cuando estaba con Lydia hubieran visto los arañazos que me dejaba. ¿Qué creen que hará con garras reales? —Empujó a ambos chicos que se encontraban estorbando su camino y se dirigió al campo.












[...]










Luego de la práctica de Lacrosse, las clases transcurrían normal, exceptuando el hecho de que algunos se encontraban preocupados por la situación de Lydia y algunos de ellos, no le prestaban ni la más mínima atención. Era turno de la clase del profesor Harris. Él pasaba por cada mesa entregando un examen que realizarían ese mismo día. Lindsay se encontraba sentada en la misma mesa de Stiles y Scott frente a ellos.

—De acuerdo, me cuesta mucho trabajo decirlo, pero él tiene razón. —Dijo el chico Stilinski señalando con su lápiz a Jackson que estaba sentando detrás de ellos.

—Lo sé —Scott añadió.

—¿Y si el siguiente órgano que se roba es de alguien vivo?

—Es un examen, señor Stilinski —Harris lo regañó —. Si escucho su voz de nuevo puede que lo castigue por el resto de sus años en la preparatoria.

—¿Puede hacer eso? —Volvió a hablar.

—Y ahí está de nuevo. Su voz. Causando el único impulso que he tenido de golpear un estudiante de forma violenta y constante —Toda la clase soltó una risa —. Lo veré a las tres en el castigo. —Scott lo miró para asegurarse de que no dijera nada, cuando Harris volvió a hablar —¿Usted también, señor McCall?

—No, señor.

—De hecho... —Lindsay se levantó de su asiento y lo miró.

—No, Lin, ¿Qué haces? —Stiles le susurró.

—¿Le parece correcto hablarle de esa forma a uno de sus alumnos? —Harris no dijo nada y Lindsay continuó —. Digo, sí sabemos que usted es un profesor para nada agradable y que hubiera preferido estar en unas playas paradisíacas en lugar de estar rodeado de adolescentes que lo único que saben hacer es molestar.

—Le sugiero, señorita McCall que, si no quiere acompañar al señor Stilinski a detención, preste atención a su examen y deje trabajar a sus demás compañeros.

—Y ahí tenemos otra demostración —Ella lo señaló.

—¿Demostración de qué?

—De que la teoría de la evolución está muy errada. O al menos con usted.

—¿Perdón?

—He leído, sabe, y la teoría dice que las personas evolucionan para poder sobrevivir por sí solas sin tener que depender de otros y esas cosas. Y que además mejoran su inteligencia. Y creo que usted faltó a esa clase. O, mejor dicho, faltó a su propia clase. —Ella volvió a sentarse en su lugar mientras Harris seguía viéndola en la espera de que continuara —Sí, aquella clase donde estudiaban las probabilidades de ser amable. Porque solo se alimenta de nuestras desgracias, de nuestros fracasos, y se burla de nosotros sin pensar en el daño psicológico que nos puede causar. —Lindsay había comenzado a enfadarse y se estaba notando. Stiles al verla, la tomó de la mano para tranquilizarla funcionando como su ancla una vez más.

—La tendría que reportar con dirección, señorita McCall, pero para que vea que sí estudié las probabilidades de ser amable, la mandaré solamente a detención. Para que no sea una persona fracasada sin futuro. —Finalizó aquel profesor. —La veo a usted y al señor Stilinski a las tres.

—Te condenaste —Le dijo Stiles cuando comenzaron su examen y hablaban en susurro.

—Alguien tenía que ponerlo en su lugar. Y no seguiré soportando los tratos de él. —Finalizó ella.

Luego de unos minutos más, Jackson abandonó la clase con una rapidez inigualable. Se adentró a uno de los baños y comenzó a cubrir su nariz con papel ya que de esta no dejaba de salir una especie de líquido negro. No era sangre, pero por más que intentaba detenerlo, no lo conseguía. Y sin espera, alguien golpeó su puerta.

—Estoy bien, Danny, regresa a clase —Le respondió a su amigo pues él fue quien le aviso de su problema. Volvieron a golpear —. Dame un segundo, ¿Quieres? —Jackson seguía intentando detener aquel derrame con papel cuando otra vez golpearon —¡Que me des un maldito segundo! —La puerta del cubículo del baño se abrió y empujaron a Jackson fuera de ahí —Derek...

—Te ves un poco pálido, Jackson. ¿Te sientes bien? —Milagrosamente aquel derrame ya había acabado.

—Mejor que nunca.

—Si pasa algo, tengo que saberlo. Estás conmigo ahora.

—¿Contigo? ¿Me estás...? ¿Contigo? —Jackson dijo medio confundido. —¿Qué soy? ¿Tu mascota? Escucha, el que me hayas mordido, no significa que me una a tu manada. Lo siento, pero la verdad es que no tienes las mejores cualidades como líder.

—¿En serio?

—Mira, tengo mis planes. Que no incluye correr a medianoche por el bosque y aullarle a la luna contigo y los McCall. ¿Sí? Así que ¿Por qué no me dejas...? —Ese mismo líquido comenzó a salir por el oído de Jackson y Derek lo hizo voltear hacia el espejo. —¿Qué sucede? ¿Qué me pasa?

—Tu cuerpo lucha contra la mordida...

—¿Por qué?

—No lo sé.

—¿Qué significa? —Lo miró para que le diera una respuesta, pero él se adentraba más a la oscuridad de los baños —¿¡Qué significa!? —Derek ya había desaparecido.

En los pasillos de la preparatoria, Allison se encontraba abriendo su casillero donde se encontró una bolsa con su vestido que usaría para el funeral de su tía esa misma tarde. En un rincón de ahí dentro un papel doblado podía verse. Ella lo tomó y al desdoblarlo un "Porque te amo" se leía. Una sonrisa se le formó en su rostro al pensar en Scott.

—Lindo vestido. —Dijo alguien a su lado. Cerró su casillero y pudo ver a un chico a un lado suyo.

—Linda cámara. —Respondió ella viendo la cámara en manos del chico. Ambos se miraron y soltaron una risa.

Unas chicas que se encontraban a una distancia corta de donde ella estaba, comenzaron a murmurar cosas sobre Kate Argent. Que era una loca desquiciada que asesinó personas y que aseguraban que ella se volvería igual. Allison cerró su casillero y se alejó de ahí lo más que pudo soltando algunas lágrimas. Scott la agarró del brazo y la adentró a un salón vacío.

—¿Cómo supiste? —Preguntó ella entre sollozos.

—Escuché tu corazón. ¿Qué pasa?

—Yo... Yo no puedo hacerlo. No puedo ir al funeral. Todos estarán observándome y habrá cámaras y no puedo...

—Sí puedes —Scott la reconfortó —. Allison estarás bien. Todo saldrá bien. Encontraremos a Lydia, y arreglaremos esto. Piensa en eso, no en Peter. No en asesinatos de hombres lobo. No en tu papá y en mí, eso se solucionará pronto.

—No puedo ir así...

—Tienes que llorar en un funeral —Scott le limpió una lágrima que corría por su mejilla.

—¿Por ella?

—No importa... Sabes, podrías llorar por ti, ¿No? Perdiste a alguien. Talvez Kate no era quien creías que era, pero perdiste a alguien.

—Sí...

—Estarás bien. Me aseguraré... —Ambos juntaron sus frentes —De estar ahí.

—¿Qué? —Allison dijo separándose de él.

—Pensaré en algo, pero ahí estaré. No a tu lado, pero iré.

—De acuerdo...

Scott abrió la puerta para que ella pudiera salir —Tú primero.

En aquel salón de Química, Stiles y Lindsay se encontraban asistiendo a su castigo que Harris les había exigido ir. Ambos se encontraban sentados uno al lado del otro, Stiles miraba muy impaciente el reloj ubicado arriba del pizarrón de clases.

—El mirar el reloj no hará que pase el tiempo más rápido. —Lindsay dijo dibujando algo en su libreta para matar el tiempo.

—¿Por qué le dijiste eso a Harris? —Stiles la miró.

—Porque estoy cansada de ver a profesores con su síndrome de superioridad desvalorizando los aprendizajes de los demás alumnos.

—Eso te hubiera costado tu permanencia en la escuela. Insultar a un profesor, en especial a Harris, podría llegar a la expulsión.

—Da igual, lo puse en su lugar. —Volvió a mirar al frente donde Harris se encontraba revisando unos papeles —De todos modos, me gané más tiempo contigo a solas.

—No puedo argumentar nada ante eso. —Ambos acercaron sus rostros para darse un beso ante la atenta mirada de Harris.

—Ahora entiendo su razón para venir al castigo, señorita McCall.

—¿Disculpe? —Dijo ella mirándolo.

—Sí, al menos ya sabemos quién lleva los pantalones en la relación.

—Usted es...

—Déjalo, Lin, de igual manera ya terminó el castigo. —Stiles la tranquilizó y tomaron sus cosas para salir de ahí.

—Siéntense.

—Pero ya pasó una hora —Stiles avisó.

—Mi castigo dura hora y media.

—No puede hacer eso —Lindsay agregó.

—Oh, ¿No puedo hacerlo? —Harris se acomodó sus lentes y volvió a hablar mirando a Stiles —Verás, Stiles, dado que tu padre me trató de una manera tan sensata, he decidido hacer de ti, mi proyecto personal de este semestre. Y dado también el hecho de que Lindsay colmó por completo mi paciencia, ahora tendrás compañía. La parejita ideal. Se verán beneficiados por todo lo bueno que les dará la disciplina estricta. Ahora siéntense antes de que decida dejarlos toda la noche. —Ambos volvieron a dejar sus cosas sobre la mesa —Ah, pero separados. Lo más lejos posibles del otro. Y así, por los años que les quedan de mis clases.

Los dos adolescentes no dijeron nada. Respetaron las decisiones de Harris, aunque eso los obligaría a separarse en sus clases. No querían ocasionar más problemas con él, y eso a Lindsay le hervía la sangre. ¿Aprovecharse de ellos simplemente porque una dijo lo que pensaba y porque el padre del otro solo hacía su trabajo? Absolutamente innecesario.

—Nos condenamos... —Stiles susurró sabiendo que Lindsay lo escucharía.

—Nos condenamos... —Ella repitió.












[...]











El cementerio de Beacon Hills estaba repleto de reporteros. Todos esperando a que la familia Argent diera una nota exclusiva sobre lo ocurrido con Kate Argent. Aquella famosa psicótica que asesinó a toda una familia. Los Argent se abrían paso ante los reporteros que eran controlados por los oficiales para que pudieran llegar a sus asientos para despedirse de aquella persona que había causado tanto dolor.

—Sabía que esto era una mala idea —Chris habló con su esposa.

—Sí, bueno, no fue mi idea —Victoria le respondió.

—Intenté advertirle, pero insistió en hacer toda una escena.

—Si él insistió, que se encargue de todo cuando llegue.

—Cuando llegue, ¿Quién? —Allison preguntó.

—Solo toma asiento, querida.

Aquel chico con el que Allison se había encontrado en los casilleros, se abrió paso entre los reporteros para tomarles un par de fotos a su rostro. Obviamente en una forma discreta para que ella no se diera cuenta, aunque alguien tomó su cámara alertando a todos los presentes, haciendo que todo se volviera en un silencio total.

—Esto luce caro.

—Sí, novecientos dólares.

—¿Qué tan caro es esto? —Dijo aquel hombre tomando la memoria de la cámara y quebrándola por la mitad. Le devolvió su cámara obligando al chico a volver con los demás reporteros. Retomó su camino acercándose a los Argent —Christopher. —Lo abrazó.

—Gerard.

El sujeto de nombre Gerard se acercó a Victoria para saludarlo.

—Lo lamento... —Dijo ella.

—¿Te acuerdas de mí? —Gerard miró a Allison y ella asintió.

A lo lejos, oculto en una estatua del cementerio, Scott observaba a la familia. Observando a aquel hombre que no le causaba para nada buena espina.

—Hola. —Saludaron Lindsay y Stiles ocultándose junto a él.

—¿Quién diablos es él? —Stiles preguntó. Allison dirigió la mirada hacia la estatua lo que obligó a aquel señor a hacer lo mismo y haciendo que los amigos se ocultaran rápidamente.

—Debe ser un Argent —Scott contestó.

—Dado que no te he visto desde que tenías tres años, dudo que quieras llamarme abuelo. Así que, si lo prefieres, llámame Gerard por ahora —Le extendió su mano para que ella pudiera aceptarla como saludo. —Pero preferiría abuelo. —Gerard se sentó a su lado, mientras daba comienzo el funeral.

—Talvez vinieron aquí por el funeral. Pueden ser los Argent no cazadores, ¿Cierto? —Stiles intentó tranquilizar a sus amigos. Pues el hecho de que más Argent llegaran a la ciudad, no era muy reconfortante.

—Sabemos lo que son —Lindsay dijo sin quitar la vista de los Argent —. Son refuerzos.

De repente, los tres fueron tomados por sus chaquetas. Esa persona era el Sheriff Stilinski, y una mirada de tranquilidad no era precisamente la que tenía en su rostro.

—Ustedes tres... Es increíble. Recoge mi corbata —Le dijo a Stiles y obedeció.

—Perdón, sé que debí pedírtela... Quería verme formal...

El Sheriff los llevó hasta su patrulla y los dejó ahí hasta que el funeral acabara y luego se abstendrían a las consecuencias. Los tres se encontraban en los asientos traseros. Scott y Stiles a los costados y Lindsay entre ellos.

4-1-5 en auto —Reprodujo el intercomunicador.

—No escuché, ¿Dijiste 4-1-5 en auto? —Stilinski habló por el intercomunicador.

—Problemas en el auto —Stiles explicó susurrando a los hermanos.

Llevaban una víctima de infarto que murió, pero de camino al hospital algo los golpeó.

—¿Qué? ¿Qué algo los golpeó?

Afirmativo. Estoy viéndola en este momento. Algo los golpeó por atrás, hay sangre por todas partes. Es un desastre.

—De acuerdo, ¿Cuál es su ubicación?

Ruta 5 y Ford. Le juro que nunca había visto nada igual.

—Sí, mantén la calma, voy en camino —Cortó la comunicación —. Y ustedes tres...

Al mirar hacia los asientos, ninguno de los adolescentes se encontraba. Habían salido disparatados cuando oyeron la ubicación de aquella ambulancia. La noche ya había caído y los tres recorrían el oscuro bosque en busca de la ambulancia sangrienta.

—¿Qué está haciendo Lydia? —Lindsay habló escondida.

—No lo sé... —Scott respondió.

—¿Cómo es que ustedes no hacían eso?

—No lo sé... —Respondieron ahora ambos hermanos ante la pregunta de su amigo.

—Deberían acercarse.

—No hace falta... Lo tenemos —Lindsay aclaró olfateando el aroma —. Dos son mejor que uno. La encontraremos. No dejaré que otra persona que quiero salga lastimada.

Y así, los mellizos se adentraron más al bosque siguiendo su olfato el cual los llevaría a Lydia, o al menos eso esperaban.

—Allí, mira —Scott señaló entre los árboles a una persona corriendo.

—Hora de correr se ha dicho. Tú corre como perro si quieres, yo ni loca lo hago.

Lindsay dijo para luego comenzar a correr lo más rápido que sus dos pies le permitieron, mientras Scott iba en cuatro patas como habitualmente hacía. Cada vez se acercaban más a aquella persona. Corría rápido, pero nada que los mellizos no pudieran igualar. Lindsay a pesar de correr como una persona normal, llegó hasta ella antes que Scott y la empujó hacia un costado distrayéndola. Tanto ella, como Scott y la persona se habían transformado a su forma lobuna.

—No eres Lydia... —Ella informó.

Él comenzó a atacarla sin razón a aparente. Scott llegó hasta ellos e intentó separarlo de su hermana. Los miró para luego salir corriendo nuevamente adentrándose más en el bosque.

—¡Espera! —Le gritó Scott.

—¿Lo seguiremos?

—Es lo único que podemos hacer.

Mientras ellos se encargaban de seguir al nuevo hombre lobo, en aquel lugar donde se encontraba la ambulancia una chica salía de entre los árboles completamente desnuda y con mucho frío. Stiles quien hablaba con su padre recibiendo su regaño por lo del funeral se percató de ella.

—¿Lydia?

—¿Qué? —Su padre habló confundido.

—¡Lydia! —Volvió a gritarle y ella levantó la vista hacia los oficiales.

—Oigan, ¿No me dará alguien un abrigo? —Ella dijo extendiendo sus brazos dejando su cuerpo desnudo a la exposición ante la atenta mirada de todos los oficiales y de Stiles.

Él no reaccionó. Lo único que pudo hacer fue intentar dar unos pasos hacia ella para luego caer al suelo medio desmayado. Pues ver el cuerpo desnudo de una chica, la cual le gustó por varios años, no era fácil de procesar. Y estaba seguro que sufriría los regaños de Lindsay cuando ella se enterara de esto. Fue el Sheriff quien se sacó su chaqueta y se acercó a ella para poder protegerla del frío y la mirada de algunos oficiales pervertidos.

Por otro lado, los mellizos seguían persiguiendo aquel hombre lobo que había sido el causante del robo del hígado y el accidente de la ambulancia. O era al menos lo que ellos creían para darle otro significado que no fuera el hecho de Lydia convertida en mujer lobo.

—¡Espera! ¡Detente!

El hombre lobo había caído en unas de las trampas de los Argent. Aquellas que te colgaban desde los árboles. Nada más que él había sido atrapado con las manos en lugar de los pies como le había ocurrido a los McCall. Los dos se detuvieron a mirarlo e intentar liberarlo cuando Derek apareció y los empujó fuera de ese lugar.

—¿Qué es lo que estás haciendo? —Scott intentaba liberarse de su agarre.

—Ya están aquí.

—Podemos ayudarlo —Ahora fue turno de ella.

—Silencio los dos.

Un par de hombres liderados por Chris y Gerard Argent llegaron hasta el hombre lobo. Chris extendió una vara de electricidad, la misma que usó Kate con Derek hace un tiempo y la colocó en el estómago de aquel sujeto haciendo que soltara un gran grito de dolor y que se des transformara para ver su verdadera identidad.

—¿Quién eres? —Preguntó él —. ¿Qué haces aquí?

—Nada, lo juro.

—No eres de por aquí, ¿O sí? —No contestó —¿¡Lo eres!?

—No... Yo vine... A buscar al Alfa —Confesó con la voz temblorosa por el miedo que sentía. —Supe que estaba aquí, eso es todo. Yo no hice nada. Yo no lastimé a nadie. A nadie vivo. El de la ambulancia no estaba vivo, lo juro.

—¡Caballeros! —Gerard llamó a sus hombres —. Esto es algo peculiar... ¿Quieres decirle lo que tenemos?

—Un Omega —Completó Chris.

—Un lobo estepario. Puede que haya sido exiliado de su manada o que sobreviviera de una manada que fue cazada o asesinada... O puede que este solo porque quiere. Aunque no es una decisión muy sabia. —Gerard Argent caminó hasta una roca donde una espada se encontraba y la tomó entre sus manos para volver a acercarse al hombre lobo —Porque como voy a mostrarles... Un Omega rara vez sobrevive solo. —Y tras dar un impulso, cortó por la mitad a aquel pobre sujeto.

Derek, quien se encontraba aun sosteniendo a los dos hermanos para que no cometieran una locura, los obligó a que continuaran viendo la masacre que los Argent hacían con los de su clase.

—Mírenlo. ¡Mírenlo, ahora! —Ellos a la fuerza volvieron a mirar a su dirección. Scott con una cara de espanto total y Lindsay con algunas lágrimas en la suya —¿Lo entienden ahora? Es por eso que me necesitan. Por eso nos necesitamos los unos con los otros. Vamos a luchar contra ellos.

—¿Qué están haciendo? —Lindsay habló con la voz quebrada.

—Declaran la guerra.

Chris se acercó a su padre para hablarle —Tenemos un código.

—No cuando asesinan a mi hija. —Clavó la espada en la tierra y volvió a mirarlo —No tenemos código. No más. Desde ahora en adelante estas cosas son cuerpos que hay que cortar a la mitad. ¿Me escuchan? Porque no me importa si están heridos o débiles, o si parecen inofensivos, o si ruegan por sus vidas prometiendo que jamás lastimaran a nadie. O si son un alma perdida y desesperada que no sabe lo que hace. Los encontramos y los matamos. Matamos a todos.

Los Argent. La familia de cazadores más peligrosa con la que un hombre lobo podría cruzarse. 













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