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"Un nuevo Beta"

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Era de noche, todo el pueblo se encontraba en oscuridad. Allison llegó hasta la gasolinera para echarle combustible a su vehículo. Bajó de él para poder introducir el surtidor en el tanque. Un chico salió de la tienda del lugar y subió a su motocicleta no sin antes regalarle una sonrisa amable a la chica Argent.

Cuando aquel chico abandonó la gasolinera, las luces del lugar se apagaron por completo. Dejando a Allison en una oscuridad y mueca de preocupación en su rostro. Sacó el surtidor del tanque y subió rápidamente a su vehículo, pero a la hora de tomar las llaves, estas no se encontraban en su lugar. Salió nuevamente del auto para buscarlas por el suelo, cuando una bolsa negra cubrió su cabeza.

Al retirarle dicha bolsa, ella misma vio que ya no se encontraba en la gasolinera, sino en aquella casa destruida que se le hacía muy familiar. Estaba con sus manos y pies atados en una silla y un pedazo de tela cubría su boca para que ningún sonido saliera de ella. Al mirar al frente, Chris Argent se encontraba en el mismo estado que ella, desesperado por liberarse y acabar con cualquiera que les hiciera daño.

—Nunca te has preguntado, ¿Qué pasa si muerden a un cazador, Allison? —Una voz en la lejanía les habló. —Te has preguntado, ¿Qué pasa si te muerden? ¿Qué crees que haría tu padre? ¿Qué crees que tendría que hacer? —Volvió a mirar a su padre y él estaba implementando toda su fuerza para romper aquella madera de la silla. Lo cual consiguió y alguien le alcanzó un celular que reproducía una grabación. —Lo único que se necesita para cambiarlo todo, es una sola mordida. Una mordida.

—Y todo cambia —Chris dijo levantándose y volviendo a entregarle el teléfono a aquel chico que Allison había visto en la gasolinera. Luego se acercó a su hija para quitarle la mordaza de su boca.

—Padre e hija, ¿Así es como debemos hablar? —Dijo con furia.

—No. Así es como te entrenamos. ¿Sabes por qué usamos flechas?

—No sanarán hasta que la saquen.

—¿La habías visto? —Dijo él alzando la flecha que había herido al oficial durante el ataque a Isaac.

—Iban a matarlo.

—Así es. Y si encontramos a Isaac durante la luna llena, lo mataremos. Tomamos una decisión difícil, pero no fue mi decisión.

—¿Gerard?

Él negó y se acercó más a su hija —Verás, nuestra familia tiene una tradición muy moderna. Sabiendo que las guerras y las violencias comienzan por los hombres, las decisiones finales, las difíciles, son de las mujeres. —Allison se quedó mirando un punto fijo de aquella casa procesando las palabras de su padre —Nuestros hijos son entrenados para ser soldados. Nuestras hijas, para ser líderes. —Le dejó las flechas en sus manos atadas y le dio un beso en la frente para alejarse —. Tu entrenamiento comienza ahora. Toma su tiempo. —Le dijo al chico antes de ambos abandonar la casa.

Allison con un par de lágrimas en sus ojos, comenzó a frotar la punta de la flecha entre las sogas que la tenían prisionera, y luego de unos largos minutos que parecieron horas —Y quizá lo fueron— Lo consiguió y abandonó aquella casa destrozada.

—Felicidades —Halagó el chico.

—¿Por qué? Me demoré dos horas y media.

—Yo hice tres... —Allison le dedicó una sonrisa y se subió a su vehículo para luego alejarse del lugar.

Aquel sujeto con nombre desconocido, iba a subirse a su moto cuando se vio imposibilitado por una especie de cola sosteniendo su pie. Esta hizo que se tropezara y un rasguño fue a parar detrás de su cuello. Él sacó su arma para apuntarle a eso que lo había atacado, pero no había señales de nada a su alrededor. Comenzó a tambalearse mientras se tocaba aquella herida en su cuello. Sin embargo, todo intento por mantenerse de pie fue imposible, pues cayó al suelo. Como si todo su cuerpo hubiera quedado en una parálisis total.














[...]













Toda la clase se encontraba en Ed. Física que era dictada por el profesor favorito de toda la preparatoria, Bobby Finstock. Una pared de escalada se encontraba en medio de la cancha de básquetbol con sus soportes necesarios y un par de colchonetas en el suelo para evitar que alguien cayera y muriera trágicamente.

Los escaladores —Los cuales eran Allison y Scott— Estaban manteniendo una conversación de aquello que habían visto en la casa de Isaac la noche de luna llena y a lo cual aún no le encontraban explicación.

—Tenía cola —Scott dijo mirando hacia arriba para seguir escalando.

—Quizá aun no te crece —Bromeó su novia.

—Y no crecerá. Nunca. —Allison escaló cada vez más superando en altura a Scott —¿Vas despacio por mí?

—Te estaba esperando...

—Oh, ¿Esperando a que te alcance?

—Creo que se te dificulta...

—Tal vez estaba admirando la vista —Scott sonrió viendo el trasero de Allison.

Suspiró indignada —Intenta admirarla desde lejos.

Volvió a escalar alejándose rápido de Scott. Al subir un poco más, miró a un costado encontrándose con Scott, pues él había logrado subir más rápido gracias a su velocidad. Allison lo desestabilizó golpeando su pie haciendo que cayera sobre las colchonetas y con los demás alumnos riéndose de él.

—McCall, no sé por qué, pero tu dolor me causa una alegría especial —Bobby rió —. Me da gozo. De acuerdo, ¡Los siguientes! Stilinski, McCall. A la pared —Señaló a ambos enamorados quienes se colocaron las protecciones adecuadas y se acercaron a la pared.

—Si me dejas subir antes, te daré un buen ángulo de la vista —Lindsay sonrió pícara.

—Me iba a negar apenas escuché: "Me dejas subir antes", pero luego de escuchar la frase completa, eso me da ganas de estirar un poco antes de subir.

—Tú eres el mejor —Se acercó a él despegándose de la pared para darle un beso.

—¡Por Dios! Sus muestras de afecto en público me dan ganas de vomitar, más que la cara de Greenberg. —Finstock dijo tomándolos de los hombros —Será mejor que los dos no suban esto juntos. No quiero imaginar que harían solos allá arriba. ¡Érica, sube en lugar de McCall!

—¿Qué? ¡No! Eso es injusto —Lindsay le reprochó.

—McCall, cállate y entrégale tu protección a Érica.

—Ya no es nada cool su estilo, Bobby. —Lindsay susurró para luego ayudar a Érica a colocarse las protecciones —¿Estás bien, Érica? —Le preguntó al verla temblando.

—Sí... —Murmuró.

—Bien...

Ambos chicos escalaron la pared. Stiles fue el primero en bajar con sus brazos alzados en victoria. Érica apenas había logrado llegar a la mitad y estaba temblando, no podía ni siquiera seguir subiendo o intentar bajar. Pequeñas lágrimas caían por sus mejillas, estaba completamente aterrada. Toda la clase se acercó a ella para poder auxiliarla.

—Érica, ¿Estás mareada? ¿Tienes vértigo? —Preguntó Bobby.

—El vértigo es una disfunción del sistema vestibular del oído interno —Lydia le corrigió —. Solo está enloqueciendo.

—¡Érica! —Volvió a llamarla.

—Bobby, no creo que se encuentre bien. Ella sufre de epilepsia —Lindsay le aclaró mirando a Érica con preocupación.

—¿Por qué nadie me dice estas cosas? Epilepsia... Érica, estás bien, solo suelta la pared. Aléjate de la pared. Tenemos un colchón para atraparte.

—Érica, ¿Quieres que suba a ayudarte a bajar? —Lindsay ofreció.

—No... Estoy bien. Yo lo haré —Contestó ella con la voz temblorosa. Y luego de unos segundos, se despegó de la pared y con la ayuda de las sogas, logró llegar hasta el suelo.

—Bien, ya estás en el suelo. Relájate, muy bien, tranquila —El entrenador le habló y las risas de los demás estudiantes se escucharon.

Érica no era una chica muy atractiva. Había sufrido varios ataques en los años anteriores de escuela y aunque a muchos eso no les importó, si les causaba risa la forma de ella a la hora de tenerlos. No tenía muchos amigos. Mejor dicho, ninguno. Siempre solía usar su largo cabello rubio suelto y un poco desbaratado. Al igual que solía usar ropa holgada. Érica sufría muchas inseguridades, y las criticas o conversaciones que se hablaban de ella en Beacon Hills High School no la ayudaban para nada a superarlos.

La clase había acabado. Todos se habían retirado a continuar con sus clases restantes. La cancha había quedado en completa oscuridad con una pequeña luz iluminando aquella pared de escalada. Érica estaba parada frente a esta, se ató su cabello en una coleta dispuesta a escalarla y hacerles ver a todos que no era una miedosa como lo habían visto antes.

—Escúchenme —Bobby llamó a los chicos dentro del vestuario —. Si alguien ve a Isaac Lahey díganle inmediato al director o a un profesor o llámenme. Excepto tú, Greenberg. No me llames para nada. No es broma, no me llames, no sé ni por qué tienes mi número... —Se retiró soltando un par de barbaridades sobre aquel pobre chico que sufría siempre la furia de Bobby.

—Isaac... —Scott murmuró.

—Es problema de Derek —Stiles completo. Sin percatarse que ambos eran escuchados por Jackson que se encontraba con una cara de completa confusión. —¿Cómo que no puedes esta noche? —Volvió a hablar Stilinski mientras su amigo buscaba un par de cosas en su casillero del vestidor.

—No lo sé... Esa cosa que vimos anoche, la desaparición de Isaac, el abuelo de Allison, lo que pasa con Derek, no sé... No me siento bien.

—No, no me vas a fallar. ¿Sabes por qué? Porque Allison y tú obviamente la están pasando bien juntos —Scott volteó los ojos —¿Y sabes quién más la quiere pasar bien? Stiles. Stiles la quiere pasar bien. Muchas veces, muchas veces seguidas y muchas posiciones.

—Sabes, el que hables de eso estando con mi hermana, no me genera mucha confianza, Stiles. ¿Ha pasado algo más entre ustedes? —Scott cerró su casillero y lo miró enarcando una ceja.

—¿Qué? No, no pasó nada. Absolutamente nada. Y oye, no me mal entiendas, no la presiono ni nada, pero la espera se hace larga...

—Stiles, ¿Cuándo llevan juntos? ¿Una semana? Sabes cómo es Lindsay, dale su tiempo. Y en especial en esa situación.

—Llevamos casi un mes y sí, le doy todo el tiempo que necesite. No quiero que me hagas ver como el novio que solo busca sexo con la hermana de su mejor amigo.

—Amigo, sé que tú no eres así. ¿Por qué la insistencia a salir, entonces?

—No lo sé. Solo quería burlarme de tu tonta vida sexual activa.

—Por Dios, Stiles...

En el vestidor de las chicas, se encontraban aquel trio de amigas. Lindsay y Lydia habían hablado muy poco desde que Lydia había salido —O escapado— Del hospital. Pues toda la situación con Isaac y los nuevos cazadores habían hecho que Lindsay se distancie un poco de ella. Y luego de un par de preguntas de cómo se encontraba, o si necesitaba algo, volvieron a tener una conversación normal.

—Lin, el que me preguntes constantemente como me encuentro, me empieza a irritar un poco —Lydia dijo.

—Perdona por ser la única persona que se preocupa por tu estado de salud.

—Mi estado de salud mejoró bastante desde que salí de aquella horrible habitación en blanco que llaman sala médica. —Bromeó ella —. Ahora dime, ¿Algo nuevo en tu vida desde mi ausencia?

—Am, no de hecho. Todo normal.

—Vamos, Lin, dile que sales con el mejor amigo de Scott —Allison se unió a la conversación.

—Lindsay McCall, ¿Ya tienes novio y soy la última en enterarme? —Colocó una mano en su pecho en forma de indignación —¿Cómo pasó?

—Nada fuera de lo común la verdad —Ella dijo. Lindsay no era mucho de hablar sobre su vida privada. El hecho de ser algo tímida y cerrada le imposibilitaba festejar con sus amigas sus logros amorosos. —Simplemente pasó.

—Bien, creo que mis clases de coqueteos ya no serán necesarias —Lydia volvió a hablar buscando algo en su casillero que se encontraba frente al de Lindsay —, pero ahora puedo darte clases de otra cosa.

—Ay, por favor, Lydia... —Lindsay volteó los ojos soltando un suspiro entendiendo las palabras de la chica Martin.

—¿Qué? En algún momento eso va a ocurrir. ¿No quieres estar preparada? —Sonrió pícara.

—Por ahora me siento bien con mi información casi nata sobre ese tema, pero gracias por ofrecerte. —Ella cerró su casillero. —Pero de alguien que sí sé que tampoco necesita clases, es de la chica a mi lado —Codeó a Allison.

—¿Qué? Yo... No... Nunca —Ella negó.

—Vamos, Allison, sé sobre las escapadas de mi hermano al bosque para encontrarse contigo.

—He estado mucho tiempo fuera de sus vidas. No puede ser. Una ya tiene novio y la otra ya llegó al siguiente nivel —Lydia dijo y las tres soltaron una risa.

Lindsay dejó de reírse al sentir una sensación extraña recorrer todo su cuerpo. Miró sus manos y estas estaban temblando. Las guardó rápidamente en los bolsillos de su chaqueta para que ninguna de sus amigas se preocupara. Pero aquella sensación no se iba. Salió de los vestidores diciéndole a las chicas que había olvidado algo en la cancha y al llegar ahí se encontró con Érica escalando la pared y quien estaba a punto de caer. Llegó hasta ella rápidamente atrapándola justo en su caída. Varios pasos de los demás alumnos se escucharon llegando hasta donde ambas estaban.

—Ponla de lado —Allison informó. Érica estaba teniendo un ataque.

—¿Cómo supiste? —Le preguntó su hermano en un susurro.

—Lo sentí...

—¿Cómo yo no? —Murmuró esto último para que ninguno escuchara, pero su hermana sí lo hizo. Y pudo deducir que eso se había escuchado con algo de celos en su voz.

Érica fue transportada por una ambulancia hasta el hospital de Beacon, donde Melissa McCall la revisaba. Ella ya estaba con su bata de hospital colocada, mientras Melissa le revisó los ojos con una pequeña linterna.

—Hace tiempo que no te veíamos, Érica. Estabas muy bien tomando tus medicinas.

—¿Le dirás a mi mamá? —Habló ella con la voz de angustia.

—Te juro que no quiero, pero hay un equipo de abogados atrás que me rompería las piernas si no, y no sé si viste mis piernas, pero para alguien de mi edad están muy bien —Aquella chica logró sonreír una milésima de segundo gracias a las palabras de la mujer —. Así que... El doctor vendrá en un minuto, ¿Sí?

—Sí...

Érica cerró sus ojos intentando descansar unos minutos hasta la llegada del doctor. Aquella camilla en la que ella se encontraba, comenzó a moverse lentamente. Las luces del pasillo hicieron que abriera sus ojos y comenzó a preocuparse, intentó ver quién la llevaba, pero este no se dejó ver.

—No te muevas. —Él la llevó hasta la morgue, donde se alejó de la camilla y Érica se sentó con un poco de temor viendo al sujeto que leía su frasco de pastillas —Efectos secundarios incluyen: Ansiedad, insomnio, aumento de peso, acné, colitis por ulceras... Iugh.

—¿Quién eres? —Érica habló con la voz temblorosa.

—Digamos que, tenemos un amigo en común. —Derek dejó el frasco de pastillas sobre la mesa —Sabes cuando estás a punto de sufrir un ataque.

—Lo llaman aura. Es... Es un sabor metálico en la boca.

—No tienes que mentir, Érica. ¿A qué sabe en verdad?

—Sabe a sangre... —Contestó ella.

—Y si te digo que, ¿Puedo hacer que desaparezca? —Derek comenzó a acariciar las piernas descubiertas por la bata de Érica —Los efectos secundarios, los síntomas, y lo demás. —La atrajo hasta él quedando a centímetros de sus labios —. ¿Y si no solo desaparecieran esas cosas, sino que mejorara todo lo demás? —Acarició su rostro.

—¿Cómo? —Dijo ella media aturdida por la situación.

—Te mostraré. —Colocó sus ojos del típico color rojo de Alfa. Derek estaba a punto de conseguirse otro de sus Betas.













[...]















"Una exposición mínima al virus podría ser mortal. Podría prevenir los efectos de una infección. Esto es lo que llamamos vacuna." —Reproducía el video que Jackson se encontraba viendo en su clase. Claro, él no prestaba atención pues estaba recibiendo los regaños de Matt por destrozar su cámara.

—¿Qué diablos le hiciste a mi cámara?

—¿Qué?

—Rompiste el lente. ¿La tiraste?

"Al crear inmunidad el cuerpo está preparado para pelear contra la infección." —Aquellas palabras reproducidas por el video, llamaron la atención del chico Whittemore.

—¿Tienes idea de cuánto cuesta? —Matt seguía hablando.

"Desde la meningitis a la rabia o la mordida de un animal. Por lo que ahora, el sujeto es inmune."

—¡Jackson! —Matt volvió a insistir.

—Envíame el recibo. —Dijo mirando a la chica Martin. Pues él creía que era su culpa. Al terminar la clase, ambos abandonaron rápidamente el salón y Jackson interceptó a Lydia en el pasillo. —¿Cuál es tu maldito problema?

—¿Qué? —Lydia preguntó sorprendida por aquel ataque.

—Enséñame. Enséñame, vamos. —Intentó levantarle su vestido en busca de la mordida.

—¿Estás demente? —Se alejó de él.

—A ti no te pasó nada, es como... Como si fueras inmune.

—No tengo idea de lo qué estás hablando.

—Eres tú —Volvió a empujarla contra la pared —. Escucha, sea lo que sea, saliva, es sangre, una posible sustancia de almas que corre por tus venas, tú me hiciste esto. Lo arruinaste para mí. ¡Lo arruinas todo!

Jackson se alejó de ella lo más rápido que sus piernas le permitieron. No quería volver a tener contacto con ella. Lo había arruinado todo, y por su culpa no sería lo que tanto anhelaba en su corta vida.

Lydia abandonó los pasillos para ir directamente al baño y comenzar a llorar. Aquel que había amado ahora la trataba como basura. Ella no comprendía nada. Todo le daba vueltas en la cabeza sin tener una respuesta coherente a lo que Jackson se refería. Mientras seguía llorando escuchó como la puerta del baño se abrió y alguien entró.

—¿Hola? —Ella habló y no recibió respuesta. Unos pies descalzos y algo sucios se posicionaron frente al cubículo de ella —Este es el baño de mujeres.

Los pies se alejaron de aquel baño en el instante en que Lydia abrió la puerta para hablarle. Lo siguió por el pasillo pues era la única persona caminando por ellos. Aquel sujeto se detuvo frente a la vitrina de trofeos y señaló uno en particular. Volvió a caminar hasta desaparecer por unas puertas y Lydia se acercó hasta la vitrina para ver qué era lo que aquel sujeto había señalado.

"Peter Hale – Capitán" Decía uno de ellos. Y los recuerdos tormentosos de esa noche llegaban hasta la mente de Lydia. Recuerdos que le llevaría días, semanas, meses hasta incluso años borrar de su mente. Pues una situación así de traumática no desaparecería de la noche a la mañana.

Mientras tanto, en la cafetería, Stiles llegaba de una forma nada silenciosa y se posicionó en la mesa que era solamente ocupada por un chico. Lo miró como si de una situación super secreta se tratara.

—Boyd... ¿Tienes las llaves? —Le dijo al chico de tez morena. Él extendió su mano con las llaves y cuando Stiles iba a tomarlas, las sujetó más fuerte.

—Esto no es un favor, es una transacción.

—Sí, claro. Como olvidarlo. —Soltó las llaves y colocó un billete de veinte dólares sobre la mesa.

—En cincuenta quedamos.

—¿En serio? Recuerdo veinte, no lo sé. Y tengo buena memoria verbal. Y recuerdo que eran veinte, recuerdo el sonido del "Ve". Veeeinte.

—Dije cincuenta. Con el sonido del "Ta". Hay diferencia. Sino puedo mostrarte otras palabras con ese sonido —Entrelazó sus manos sobre la mesa.

—Creo que ya me acuerdo... —Rió nervioso —Pero creo que me confundí con cuarenta... —Volvió a dejarle otro billete de veinte. Boyd solamente comió un dorito de su almuerzo mirándolo. —Por favor, amigo. ¿Has visto la porquería de auto que conduzco?

—¿Has visto la porquería de autobús en la que viajo?

Colocó otro billete de diez dólares —Sí, ten. —Boyd le extendió las llaves con una sonrisa —Sí, eso es. Gracias. —Abandonó su mesa para sentarse en la de Scott —Las tengo. Te recogeré después del trabajo y nos vemos en la pista.

La mirada de todos fue instantáneamente dirigida hasta las puertas de la cafetería. Donde una chica muy bella comenzó a acercarse. Érica Reyes había cambiado por completo su forma de ser. Ahora era mucho más atractiva que antes y con un toque de seguridad que todos envidiarían. Se detuvo en la mesa de un chico, le robó su manzana para darle un mordisco y luego limpió sus labios.

—¿Qué diablos es eso? —Lydia dijo llegando hasta su mesa.

—Es Érica —Lindsay aclaró. Ella había llegado junto a Lydia.

Los dos amigos y la chica fueron rápido detrás de ella que ya había abandonado la cafetería. Solo había ido a que todos la vieran y recordaran que ya no era aquella tímida chica que le temía a una tonta pared de escalada. Salieron de la preparatoria en el momento justo en el que Érica subía en el asiento del copiloto del auto de Derek Hale. Aquel hombre lobo los miró con una sonrisa triunfadora en sus labios.

Luego de esa escena, los dos hermanos continuaron sus clases un poco perturbados por las situaciones que estaban pasando. Al finalizarlas, se dirigieron hasta su trabajo que hace bastante habían descuidado. Scott se agachó a limpiar un frasco que había roto por estar distraído.

—¿Por qué presiento que tienen mucho en qué pensar? —Deaton agregó agachándose hasta el nivel de Scott y ayudándolo.

—Lo siento, solo se me salió de control.

—Todo se ha salido de control... —Lindsay continuó trayendo una pala y escoba para juntar los pedazos rotos.

—Es demasiado agobiante para que lo digan adolescentes.

—Lo siento. —Dijeron ambos.

—¿Por qué no prueban con una perspectiva diferente? Esto es solo entropía, y funciona. —Añadió juntando algunos vidrios del frasco roto. —Este es el método natural del universo, pero no significa que todo este empeorando. Solo hay un cambio de forma.

—¿Forma? ¿De bien o peor? —Scott preguntó.

—Exactamente. —Contestó Deaton. Los tres volvieron a pararse.

—Oiga, Doc —Lindsay lo llamó —, ¿Cuándo vamos a hablar de la cosa que nunca hablamos? —Ella le preguntó para que les diera más información sobre lo que eran.

—Ah sí... Nunca hablamos sobre esto, ¿O sí? —Ambos negaron —Creo que esto es un buen momento.

—Gracias a Dios. —Scott agradeció. Al fin hablarían un poco más sobre lo que Deaton sabía de hombres lobo.

—¿Qué opinan? ¿Dos dólares?

—¿Dos dólares? —Preguntaron ambos sin entender.

—Tienen razón. Dos cincuenta la hora. Me parece un buen aumento. —Hermanos soltaron un suspiro de rendición. No era de eso precisamente de lo que querían hablar.

—Eso no era de lo que estaba... —Lindsay lo pensó —¿Dos cincuenta más la hora?

—Hecho —Estrechó la mano con ambos McCall —. No olviden limpiar las jaulas de los gatos.

Lindsay salió unos minutos antes del trabajo pues se encontraría con Lydia y Allison en la casa de esta última. Las tres amigas estaban en el cuarto de Allison mientras conversaban y reían felices. Poco le importó a Lindsay que Deaton evadiera el tema de la charla, ahora se encontraba feliz porque conseguiría más dinero en su trabajo.

—¿Van a salir? —Chris preguntó entrando, no sin antes tocar la puerta de su hija.

—A estudiar. —Le hizo una señal con la cabeza a Allison para que lo siguiera fuera de la habitación —Solo a estudiar... —Lindsay se acercó un poco más a la puerta para poder escuchar aquella conversación que seguramente trataba de ella o relacionado a ellos.

—Lo entiendo, pero necesito que recuerdes lo que pasó.

—¿Quieres que deje de ser su amiga? ¿De ambas?

—De hecho, queremos lo contrario. Sabes que de Lindsay, Gerard no sabe nada, no me hagas que dude de ella también. —Allison lo miró —Sé cómo suena esto, pero necesitamos que la vigiles.

—¿Quieren que la espíe?

—Queremos que cuides a tu amiga, y te asegures de que esté bien. —Ambos voltearon a ver a Lydia quien se encontraba sacándose unas fotos con su celular. Lindsay tuvo que rápidamente improvisar hacer algo para que no descubrieran de que estaba escuchando su conversación.

—Yo la veo muy bien. —Dijo Allison mirando a Lydia.

Chris quedó con la boca abierta al ver a Lydia en un completo estado de normalidad. Nada en ella pareció cambiar, lo cual confundió un poco al Argent que quería investigar una posible amenaza. Por otro lado, Chris miró a Lindsay quien había tomado un libro en su intento de disimular, pero algo de lo que ella no se había percatado, era del libro al revés que se encontraba leyendo.

Ella miró a Argent y este la miró entrecerrando sus ojos desconfiando un poco de las intenciones de la joven McCall. Pero si Chris tuviera que elegir entre que, si Allison se juntara con Lindsay o Scott, de seguro elegiría a Lindsay. Después de todo, ambas siempre estaban juntas y sería imposible separarlas. O eso era lo que él pensaba. Pues Allison siempre andaba con un McCall, pero no con la McCall que Argent se imaginaba y mientras eso no se descubriera, todos los secretos se mantendrían bien guardados. Como debía ser.

















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