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"Verdaderas identidades"

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Matt caminó con ambos mellizos y con su madre hasta las celdas donde la encerró. Melissa no dejó de llorar. Estaba muy, pero muy mal por la situación de sus hijos. Si no hacía algo, ellos podrían morir. Aún así, Matt hizo oídos sordos. Él sabía que se curarían, solo que ella no. Factor importante para Matt a la hora de revelar identidades.

—Por favor, necesitan un doctor...

—¿Eso cree? —Matt le habló.

—¡Oye! —Noah se unió a su conversación, pues también estaba esposado en el mismo lugar. —Escúchame, pedazo de...

—Estamos bien. Tranquilos... —Scott habló.

—No, cariño. No están bien.

—No nos duele, mamá. —Continuó Lindsay.

—Es por la adrenalina. Por favor, déjame revisarlos. Puedo detener el sangrado. —Volvió a insistir la mujer.

—No tienen ni idea, ¿Cierto? —Matt les preguntó a ambos adultos. Scott y Lindsay transformaron sus rostros a uno de desesperación. Si su secreto salía a la luz, todo acabaría. Los catalogarían como monstruos.

—Déjame revisarlos. Puedo, puedo...

—Cállate, cállate, ¡Cállate! —Matt gritó desesperado —. Mire, si sigue hablando la siguiente bala les atravesará la cabeza a ambos.

—Está bien, sí... —Melissa contestó un poco más calmada.

—De vuelta al frente, McCall. Ambos McCall. —Ellos obedecieron al sujeto con el arma y volvieron a la recepción donde estaban Jackson y las dos personas paralizadas.

—Destruiste la evidencia, ¿Por qué no te vas? —Scott le preguntó.

—Crees qué la evidencia importaba? No, yo quiero el libro.

—¿Qué? ¿Qué libro?

—¡El bestiario! No solo unas páginas, lo quiero completo.

—Nosotros no lo tenemos. Es de Gerard —Lindsay aclaró —. De igual forma, ¿Para qué lo quieres, Matt?

—Quiero respuestas.

—¿Respuestas a qué? —Volvió a preguntar ella.

—A esto —Matt levantó su camiseta y su piel estaba convirtiéndose en aquellas escamas que el Kanima poseía.

Mientras tanto, en la casa de los Argent, Allison llegó hasta el sótano donde tanto su abuelo como padre, estaban cargando sus armas. Ella les mostró su celular con un mensaje en él.

—Quiere el bestiario —Argent dijo.

—No es de Scott —Allison aclaró —. No me escribiría, y jamás mencionaría a Derek.

—¿La estación de policía? —Argent mayor fue el siguiente en preguntar.

—Si Derek está ahí, no es por voluntad propia.

—¿Crees que Jackson esté ahí? —Allison siguió.

—Talvez. Talvez él y quien lo controla. —Caminó hasta un estante para buscar un mapa y extenderlo sobre la mesa.

—¿Cuántos policías hay en ese turno? —Gerard preguntó.

—Desde los recortes, puede que haya cuatro. Podrían estar muertos o paralizados en este momento.

—Puede que sea la confluencia de eventos que esperábamos.

—¿Confluencia o conflagración?

—Ambas funcionan.

—¿Qué hacemos ahora? —Allison miró a los dos adultos.

—Tú tienes que decirnos. La autoridad es tuya ahora.

—No a su edad. —Su padre negó.

—Casi tiene dieciocho. Conoce la diferencia entre venganza y retribución. ¿O no, Allison? Toma la decisión desde el punto de ventaja de estrategia, más que de emoción y te seguiremos.

—Quiero a Derek muerto. —Dijo ella sin dudar en sus palabras.

—¿Qué pasa con Scott y Lindsay? —Chris preguntó. No estaba del todo conforme con las decisiones de su hija.

—Ellos no obligaron a mi madre a suicidarse.

—Tampoco son testigos inocentes. No puedes elegir ni perdonar... —Gerard intentó detener el hablar de su hijo.

—Pero, tengo prioridades. —Allison siguió —. Y la prioridad ahora es Derek.

—¿Qué hay de los demás? ¿De su manada?

—Si intentan protegerlo, los matamos. A todos.

Tras aquellas palabras de la chica Argent, su plan dio comienzo. Sufrió mucho al perder a su madre, y como ya lo había planeado, no dejaría que nadie se cruce en su camino de venganza. Destruiría a Derek y a cualquiera que lo defendiera. Gerard la miró con una sonrisa ladina. Lo había conseguido. Su nieta había llegado a tal punto de quiebre, que se había vuelto lo que en verdad era. Una cazadora.

De vuelta en la estación, Matt siguió amenazando a todos en el lugar. Stiles y Derek seguían tirados en el suelo, por lo que aún no podían defenderse de ningún modo. Jackson estaba en la puerta de entrada funcionando como el perro guardián de Matt. A cualquier movimiento extraño, aquella persona diría adiós a su vida.

—Oye, ¿Sabes que le pasa a Matt? —Stiles le preguntó al lobo a su lado en susurro.

—Sé que el libro no lo ayudará. No puedes romper las reglas, no así.

—¿De qué hablas?

—El universo busca un equilibrio. Siempre es así.

—¿Por qué está usando a Jackson para matar personas que no se lo merecen?

—Él también ha matado.

—Si Matt rompe las reglas del Kanima, ¿Se convierte en el Kanima? —Volvió a preguntar el humano.

Derek asintió —Equilibrio.

—¿Y nos creerá si le decimos eso?

—No creo.

—Bien, nos va a matar a todos cuando tenga el libro, ¿Cierto?

—Así es.

—De acuerdo, ¿Qué vamos a hacer? ¿Quedarnos aquí esperando a morir?

—Al menos que pueda sacar la toxina más rápido de mi cuerpo. Activando el proceso de curación. —Derek comenzó a clavar sus garras en su pierna.

—¿Qué? ¿Qué haces? —Dijo Stiles con una mueca de horror en su rostro —Qué asco. —Unos minutos después, Stiles volvió a hablarle al hombre lobo —Esa situación hipotética de la que hablamos, ¿Ya es menos hipotética?

—Eso creo. Puedo mover los dedos.

—Amigo, yo puedo mover mis dedos.

Matt, Lindsay y Scott llegaron hasta una habitación vacía. Él los había alejado de los demás para seguir con su plan. Los mellizos tenían su mano en el estómago intentando detener el sangrado.

—Ay, me dan lastima. Porque ahora están pensando: "¿Cómo voy a explicar cuando sane?" —Al parecer ambos ya habían comenzado a curarse, en el rato que Lindsay estuvo en la recepción, con sus garras logró retirar aquella bala para activar su curación. Y Matt estaba en lo cierto. ¿Cómo explicarían eso? —Y lo triste es que ninguno se da cuenta de lo increíble que es que estén sanando. ¿Saben que les pasa a los demás cuando les disparan? Se mueren.

—¿Es lo qué te pasó a ti? —Lindsay le habló. Él se había colocado de espaldas a ellos. —Te pasó lo mismo que en la fiesta de Lydia... ¿Te ahogaste?

—No debió dejar que bebieran —Comenzó su historia mirándolos.

—¿Qué? ¿Quién? ¿De qué hablas? —Scott preguntó.

—¡Lahey! No debió dejar que bebieran.

—¿Qué? ¿Quién? —Volvió a preguntar.

—¡El equipo de natación, idiota! No sabía que estaba pasando. No sabía que habían ganado las estatales. Y Lahey dejó que sus consentidos fueran a beber a su casa para celebrar. —Sus ojos habían comenzado a lagrimear —Que importaba que fueran menores de edad.

—¿En casa de Isaac? —Lindsay fue la siguiente en preguntar.

—Creo que él tenía un Spiderman primera edición... ¿O Batman? E íbamos a intercambiarlos, pero mientras estaba allí, escuché música. Y todos se estaban divirtiendo. Y vi a Sean, que lanzó a Jessica a la piscina. Y luego Bennett se lanzó y...

—¿Bennett? ¿El cazador de los Argent? —Lindsay preguntó.

—Y luego Camden. El hermano de Isaac después me cargó y creyó que era gracioso.

—Y te lanzó al agua. —Aquella chica continuó.

—Le grité que no sabía nadar... Pero nadie me escuchó. Y me hundí, y tragué agua. A nadie le importó. —Los recuerdos de ese día llegaron a su mente como si hubiera pasado ayer. Y talvez por eso nunca lo olvidó. Aquel recuerdo siempre le atormentó —. Vi cuerpos bajo del agua. Y vi que Jessica tenía las manos en los pantaloncillos de Sean. Y Tucker estaba tocando a Kara. Y me estaba ahogando. Yo moría, y ellos se reían. Y de pronto estaba acostado. Afuera de la piscina. Y Lahey estaba ahí, encima de mí, y me dijo: "¡No le digas a nadie!" "¡Esto es culpa tuya!" "¡¿Qué clase de bastado no sabe nadar?!" "¡No le digas nada a nadie!". Y no le dije a nadie... No le dije a nadie. Veía a todos en la escuela y ni siquiera me miraban. Despertaba a medianoche sin poder respirar, sofocado. Mis padres creyeron que tenía asma, entonces ellos me dieron un inhalador. No sabían que cada vez que cerraba los ojos, yo me estaba ahogando... —Detuvo su hablar por unos cortos segundos. Los ojos de Lindsay parecían comprender el dolor del chico pues se habían vuelto llorosos. Odiaba esa nueva faceta de ella. No quería sentir lastima de aquel chico que los había lastimado, pero era imposible —. Esa luz blanca de la que hablan, la que ves al morir... Yo no la vi. Solo oscuridad. Todo estaba oscuro, pero luego, en el funeral de los Argent, todo cambió. Estaba tomando fotografías, y luego por accidente, Lahey salió en una de las fotos. Y cuando vi la pantalla de mi cámara, sentí una ira increíble llenándome por completo y entonces cuando lo miré, quise verlo muerto. Y al día siguiente, así fue. Einstein dijo una vez: "La imaginación es más importante que le conocimiento." Era como algo de la mitología griega. Como cuando las Furias fueron a castigar a Orestes. No tienes idea de lo que estoy hablando, ¿Cierto? —Miró a Scott.

—¿Es el que se sacó los ojos? —Contestó él.

—Ese es Edipo, imbécil. Harás que nos maten. —Su hermana contestó.

—Las Furias son deidades de la venganza. Sus lágrimas son de sangre y tienen serpientes en el cabello. Si se cometió un crimen que no fue castigado, las Furias los castigaban —Matt explicó para luego mirar a Jackson desde el pasillo —. Jackson es mi Furia. Cuando lo vi la noche siguiente, sabía que se había creado un lazo entre nosotros dos. Sabía que había matado a Lahey por mí y sabía que lo haría de nuevo. Así que fui al taller de Tucker. Hasta pagué por un cambio de aceite, ¿Y qué creen? Él no pudo reconocerme. Así que, cuando no estaba mirando, le tomé una fotografía con mi cámara. Y las pocas horas, estaba muerto. Así que tomé más fotografías. Sólo tenía que fotografiarlos. Y Jackson les quitaba la vida. —La luz de toda la estación se apagó de repente, abriendo paso a la luz de emergencia y comenzó a sonar la alarma —. ¿Qué es eso? ¿Qué está pasando?

—No lo sé... —Scott habló.

Una luz proveniente del exterior los alumbró y ambos hermanos pudieron ver a Matt apuntándoles como sucedió durante toda esa noche. De la nada, disparos por toda la oficina comenzaron a escucharse y sentirse. Los adolescentes en el lugar, se ocultaron debajo de los escritorios, mientras aquellas balas impactaban entre los vidrios, lapiceros y computadoras. En el exterior, los cazadores de Argent habían llegado. Todos liderados por Gerard y su nieta.

Shakespeare escribió: "El amor es humo que sale del vaho de los suspiros". Entonces, hay que darles amor. —Dijo el anciano para después volver a tomar su licor de pastillas.

Otra señal fue dada y aquellos lacayos tiraron bombas de humo por toda la estación. Tanto Scott como Lindsay ya habían recuperado la movilidad total luego de los disparos. Salieron hacia donde Derek y Stiles estaban, empujaron al Kanima, mientras ella se agachó al nivel de Stiles.

—Llévatelo. ¡Ya! —Derek le ordenó. Él poco a poco comenzó a sentir su cuerpo nuevamente.

Colocó su brazo por sobre sus hombros y comenzaron a caminar lejos de Jackson que había recuperado su conciencia y quería matarlos. Cada puerta que cruzaron, la fueron cerrando a su paso para evitar que él pasara, pero obvio, esto no había resultado. Una puerta con traba ayudó a evitar que el Kanima la abriera.

—Si te suelto, te caes, ¿Cierto? —Lindsay le preguntó.

—¿Tú qué crees?

—Que necesito dejarte en algún lado para ir a ayudar a Scott.

—¿Estás bien? Digo, tienes o tenías un disparo en el estómago y ahora me estás cargando.

—Logré quitarme la bala, por lo que mi curación se aceleró. Así que sí. Estoy bien. Gracias por preocuparte. —Lo miró con una sonrisa en el rostro. Ayudó a Stiles a sentarse en un banco cercano —No te muevas... —Él la miró —Sabes a lo que me refiero. —Y tras decir eso, salió de la habitación.

Padre e hija, entraron en la estación en busca de su objetivo principal. Allison cargó una flecha en su ballesta, mientras que Argent recargó el arma en sus manos. Ambos escucharon un quejido proveniente de Stilinski quien intentó liberarse de las esposas y que no consiguió. Derek ya había recuperado la movilidad de todo su cuerpo, por lo que colocó sus ojos del rojo característico de un Alfa y continuó con su plan. Jackson tampoco se quedó atrás. Tras soltar un gran rugido, su forma completa de Kanima podía verse a la perfección.

—¡Allison! —Lindsay exclamó cuando la vio en un pasillo apuntándole con una ballesta.

—¿Dónde está Derek? —Ella preguntó.

—¿Qué estás haciendo?

—Si no vas a decirme, quítate de mi camino.

—Allison...

—¿Dónde está? —Volvió a insistir.

—¿Qué? ¿Qué te pasó? —Ella alzó sus manos para decirle que no le haría daño.

—Lindsay... Tienes que alejarte de mi camino. Ambos. Tú y Scott. Quítense de mi camino —Ella volvió a correr por los pasillos. Antes de que pudiera desaparecer, ella le gritó.

—Así que así será ahora, ¿No? —Allison no volteó. Se quedó estática en su lugar. —Te juro que creí que esto funcionaría. En serio quería darte otra oportunidad. ¿Y ahora? ¿Terminarás con todo para ir tras Derek?

—Tú no lo entiendes —Ella miró a su amiga bajando el arma. —Si estuvieras en mi lugar, harías exactamente lo mismo.

—Puede ser. Y sí, también puede ser que no lo entienda, pero... ¿Sabes qué? No entraré más en tu mente. Solo te haré una sola pregunta... ¿Estás dispuesta a perder todo por Derek? ¿A traicionarnos por un acto de venganza? —Ella esperó la respuesta de Argent. La cual llegó a los pocos minutos.

—Voy a hacer lo que tenga que hacer.

—Bien. Has marcado tu futuro, Allison. Y la próxima, no hagas promesas que no vas a cumplir —Ella volteó para volver a correr y buscar a su hermano. Allison se quedó allí unos segundos, y sin importarle nada, volvió a levantar su ballesta y continuar.

En la sala de evidencias, Allison y su padre comenzaron a buscar por cada rincón. El humo de las bombas de Gerard había imposibilitado la vista de ambos. Por lo que los sonidos del Kanima era lo único que pudieron escuchar en aquel lugar. Chris volteó y la criatura lo tiró al suelo. Allison fue en su rescate disparándole una flecha en la cabeza, pero la cual no ocasionó ningún daño en él. Se la retiró como si de una espina se tratara y corrió detrás de la chica.

Ella entró a una habitación vacía y se ocultó debajo de un escritorio. El Kanima comenzó a pasearse por en lugar en busca de la chica. Se subió a un escritorio y miró debajo de él. Allison había logrado salir. Una vez ella estuvo libre, corrió por el lugar saltando sobre los escritorios y logró enterrarle un chuchillo en el pecho a la criatura. Pero ella, al ser más fuerte, envolvió sus manos alrededor de su cuello quitándole el aire. Allison se defendió clavándole otro cuchillo en el cuello, pero la criatura hirió su cuello haciendo que Allison cayera paralizada al suelo.

—Quise intentarlo contigo... Pero no estaba en tu radar —Matt llegó hasta ella. —. Tu amiga, Lindsay, ella fue la única en notarme. Deberías aprender de ella. —Dio leves palmadas en la mejilla de la chica. Matt escuchó algunos ruidos y se alejó de ella.

Chris Argent llegó hasta donde Allison estaba y le hizo una seña de silencio para que no hiciera ruido. La cargó entre sus brazos y ayudó a que se alejara de ahí. En las celdas, Noah aún continuaba con su intento de liberación de las esposas, mientras Melissa le daba ánimos desde su prisión. Stiles llegó hasta el lugar arrastrándose cual herido en combate. Noah logró liberarse de las esposas, pero cuando quiso hacer algún movimiento, Matt lo golpeó en la cabeza cayendo al suelo.

—Matt, por favor, escúchame. Mis hijos están heridos. Y escuché más disparos y no sé qué está pasando, pero ¿Puedes dejarme ver a mis hijos? —Melissa volvió a pedir con lágrimas en sus ojos.

—¿De verdad no tiene ni la menor idea?

Un rugido desde la entrada se escuchó. Matt volteó para ver a Derek transformado en lobo y sus ojos brillantes del color rojo. El Kanima apareció a su lado y tanto criatura como lobo, comenzaron a pelear. Melissa solo vio la escena muy sorprendida y asustada. Jackson o el Kanima, pateó a Derek contra la pared haciendo que quedara inconsciente. El Kanima comenzó a acercarse a la celda donde la madre de los McCall estaba, pero su intentó por hacer algo fue en vano cuando unas garras se enterraron en la espalda de la criatura alejándolo de la celda.

—Oh, por Dios, Lindsay... —Dijo su madre. Ella estaba de espaldas. —¿Están bien? ¿Lindsay? —Lentamente la nombrada comenzó a voltear. Su rostro estaba diferente. Sus ojos eran de otro color. Sus colmillos habían crecido. Scott entró al lugar y vio la escena. No quería dejar a su hermana afrontar la realidad sola, por lo que se acercó a ella y tras asentir, juntos terminaron de voltear para mostrarles su verdadera identidad a su madre. —No... No puede... —Melissa colocó sus manos en su boca en sorpresa y retrocedió.

—Lo siento... —Murmuró la chica McCall antes de salir del lugar en busca de Matt que había desaparecido. Ella corrió por un pasillo encontrándose con Gerard. —¿Qué hace aquí? Se supone que esto no sería así.

—Créeme, eso ya lo sé.

—He hecho todo lo que usted me pidió —Luego de que Gerard descubriera su secreto y la enfrentara en el hospital, había comenzado a controlar su vida mediante favores. Favores que habían perjudicado las decisiones y vida de ella —. Soy parte de la manada de Derek y di toda la información. Le dije que Matt controlaba a Jackson...

—Déjalo con nosotros. Ayuda a tus amigos. Déjame a Matt y a Jackson a mí. Ve con tu madre, que creo que tiene mucho que asimilar. Anda... —Él le dijo y Lindsay asintió. Chocó sin querer con él haciendo que su frasco de pastillas cayera al suelo. Ella se agachó y se las levantó.

—Tome, se le cayó.

—¡Largo! —Volvió a insistir.

Lindsay volvió a su camino sin percatarse que, en el mismo pasillo, pero oculto en las sombras, Derek espiaba toda su conversación con el Argent mayor. Los había traicionado. Todo siempre había sido una trampa. Unirse a su manada, ayudarlo con el Kanima. Todo había sido una farsa.

Matt salió por la puerta trasera de la estación. Tiró el arma por algún lado y cruzó la cerca que dividía al bosque de dicho establecimiento. Sin mirar atrás, comenzó a correr por la carretera hasta llegar a un puente. Una luz de un auto le impidió seguir caminando y de este bajó Gerard. Lo empujó y Matt rodó por la colina hasta llegar a orillas del lago. Y como si sus recuerdos volvieran a surgir, lo tomó de los hombros y comenzó a ahogar. Matt pataleó, se resistió, pero no resultó. Aquel anciano era más fuerte que sus intentos por mantener su vida. Y así, sus sueños habían terminado en el fondo del agua. Pues Matt había muerto. Gerard salió del agua y a la lejanía distinguió a aquella criatura. El vínculo se había roto, por lo que el Kanima ya no tenía amo, lo cual involucraba no tener miedos tampoco.

—Ya no le tienes miedo al agua, ¿Cierto? —Argent habló —. Bueno, no tienes que tenerle miedo a nada, amigo. —Se quitó sus guantes con los cuales había cometido el crimen para no dejar rastro y extendió su palma hacia la criatura —En especial de mí.

Y así como había hecho con Matt, el Kanima unió vínculo con Gerard. Pero en esta ocasión, aquella unión, era mucho más peligrosa que la de un adolescente de dieciséis años. Peter los vio. Aquel hombre resucitado, había seguido los pasos del cazador desde el punto cero. Y talvez muy en el fondo de su oscuro corazón, por primera vez en la vida, algo bien estaba por hacer.










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