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━Capítulo Nueve
















































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〘 ✰.༄ ☼︎ 𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟎𝟗 ☼︎༄.✰ 〙
—– ocultos —–

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08 de Noviembre, 1976
Sexto Año.


EL PARTIDO ERA BASTANTE REÑIDO, AMBOS EQUIPOS ERAN FORACES EN EL CAMPO. Ambas casas eran rivales desde tiempos pasados y no pensaban perder contra sus rivales jurados.

Slytherin llevaba la delantera solo
por 50 puntos y Gryffindor no podía estar más enfurecido. Lo único que se observaban eran a los jugadores con sus uniformes escarlatas y verdes volar de un lado a otro en sus escobas mientras los gritos de los estudiantes de ambas casas los alentaban desde las gradas.

La casa escarlata esperaba poder llevarse aquella victoria después de muchas derrotas. Pues la verdad es que Gryffindor no había tenido la suerte de ganar algún partido contra Slytherin desde hace varios años. Mayormente era Slytherin quien se llevaba la victoria pero ese año no.

—¡Potter! —gritó uno de los chicos
del equipo antes de lanzarle la quaffle que rápidamente tomó.

James era un excelente cazador así
como cápitan. Siempre tenía un plan
y esta vez no era la ecepción.

Mientras James cruzaba como podía
el campo con tal de estar más cerca
de la porteria contraria seguido algunos metros atrás por Adelaide y Dorcas, los gemelos Prewett se encargaban desde lejos de alejar las bludggers de sus compañeros.

McLaggen defendía con fiereza la porteria del equipo. Por otro lado Asteria Maverick hacía lo imposible en el aire en la busqueda de la snitch dorada que les proporcionaría los puntos necesarios para ganar el partido pero el equipo de Slytherin no lo hacía fácil.

De pronto James se vió rodeado por varios Slytherins que como era usual en ellos buscaban la manera de quitar del camino a sus oponentes dañandolos.

Al ver lo que los chicos planeaban
hacer, el pelinegro lanzó la quaffle a su amiga pelirroja quien rápidamente
protegió la pelota a como dió lugar y voló en dirección a la porteria.

Un poco más, se repetía Addy haciendo todo por estar más cerca de la porteria.

Seis metros...

Tres metros...

Un metro...

Un tiro certero atinó la única hija
de la familia Black, logrando burlar al guardian de Slytherin y dando esos diez puntos que ponían tanto a las serpientes como a los leones en un empate que solo la snitch dorada podría desempatar.

Iban 110 a 110.

Las gradas estallaron en vitoreos llenos de emoción por parte de los estudiantes de Gryffindor hacia su compañera, que con una sonrisa recibió los aplausos de sus compañeros de casa sin embargo su atención se desvió directamente al lugar en el que se encontraban sus amigos y Remus, quien solo sonrió de igual forma disimuladamente pero orgulloso de ella.

Aquel día, después de aquella confesión las cosas entre ambos había cambiado de cierta forma y no era algo que iban a dejar pasar. Pero hablarían de eso con más calma cuanto el partido acabara.

—¡Y con esa anotación por parte de Adelaide Black, Gryffindor empata a Slytherin con 110 puntos! —informó el narrador del partido, un estudiante fánatico del equipo rojidorado —. ¡Si alguno de los buscadores consigue la snitch dorada el partido se termina! ¡Vamos equipos la victoria esta cerca!

Algunos minutos después el partido comenzaba a ponerse difícil conseguir la victoria no era sencillo teniendo de rival a la casa de la ambición que aún no se daban por vencidos e iban por la gloria.

—¡Cuídado, McLaggen! —advirtió Dorcas asustada al guardian al ver que el equipo contrario se acercaba.

El joven finalmente consiguió bloquear aquella quaffle y la anotación que pudó desempatar a ambos equipos falló.

—¡Buena esa, equipo!

Al parecer todas esas tardes de duro entrenamiento bajo el sol o incluso en ocasiones la lluvia no fueron en vano o eso fue lo que pensó James Potter, quien como capitan estaba orgulloso de todo
el progreso de su equipo hasta ahora.

Mientras tanto allá en los aires, Asteria
Bennet no la estaba pasando muy bien. El clima que hacía ese día no cooperaba del todo y el equipo contra el que jugaba tampoco. Varias veces intentaron tirarla de su escoba o descalificarla pero no se dejaba perder así de sencillo.

Es buena en esto, lo admito. Pensó Regulus intentando de alguna manera alcanzar la snitch dorada. Para ser un ratón de biblioteca no lo hace mal...

—¡Oye, linda!

La voz del Slytherin desconcentró por completo a la chica y la snitch que tan solo a centimetros estuvó de ella volvió a perderse entre la infinidad de nubes.

—Hagamos un trato. Te daré lo que quieras a cambio de que esa snitch sea mia.

—Si crees que voy a renunciar así de fácil a la victoria estás muy equivocado, Regulus Black —comentó Asteria con voz madura antes de darse la vuelta llena de valentia y dispuesta a ganar —. Tú y tu equipo pueden comer polvo si quieren...

El buscador estrella de Slytherin solo soltó una risilla ronca sintiendo como
si la sangre se calentara en su interior. No era furia si no como si le hubieran herido su orgullo propio de un digno estudiante de Slytherin. Si algo odiaban era perder y ser humillados. Peor si una mujer era la que lo humillaba.

En menos de un segundo el menor de
los Black sonrió antes de dirigirse tras
de ella en un vago intento por detenerla pero la castaña ya había atrapado la snitch dorada y el partido terminó.

Los aplausos no se hicieron esperar. Las gradas se pintaron de escarlata y dorado alusivas a Gryffindor. Los estudiantes de la casa antes mencionada estallaron en gritos de emoción. Unos gritaban y otros se abrazaban entre ellos felices.

Los jugadores bajaron de sus escobas emocionados. Algunos, entre ellos Addy, corrieron entusiasmados a sus amigos quienes los recibieron con unas sonrisas enormes y un orgullo tremendo.

—¡Ganamos, ganamos! —gritaba Sirius abrazando con fuerza a su hermana que luchaba por zafarse —. ¡Tomen esa!

—¡Ay, me ahogas tonto!

—Exagerada.

La pelirroja rodó los ojos y aprovechó que su hermano mayor estaba saltando de alegría junto a James para acercarse como no queriendo a Remus.

El chico instantaneamente sonrió con algo de nervios antes de rodearla con sus brazos en un efusivo abrazo que ella correspondió gustosa. Obviamente no era lo mismo después de lo ocurrido esa tarde pero estar juntos era maravilloso y no podían evitar sentir un cosquilleo en el estómago al estar tan cerca.

—Gracias por el apoyo, Remusin —susurró Adelaide a su oído antes de separarse provocando que se le erizara por completo la piel al castaño.

—¡Esto definitivamente merece una celebración! —anunció James alzando las manos al aire victorioso y haciendo que el resto gritara de la emoción

La noche iba para larga.
































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Aquella noche la sala común de Gryffindor estaba abarrotada de estudiantes, mayormente de su misma casa pero támbien algunos estudiantes de otras casas que támbien querían sumarse a la diversión nocturna.

Los juegos y risas no faltaron en ningún momento. Todos se la estaban pasando a lo grande escuchando al cápitan hablar de sus asombrosas habilidades para el quidditch. Las chicas que lo escuchaban estaban atentas a sus movimientos y lo veían con cara de enamoradas.

Si bien James Potter podría tener a
todas las chicas que quisiera a sus pies
a la única que quería con él era a Lily Evans, la pelirroja que desde tercer año no le había ni siquiera mirado por más insistente que fuera hasta ahora.

Por otro lado los chicos támbien
estaban sumergidos en el relato de James. Muchos deseaban ser como él
o al menos tener esas habilidades deportivas de ensueño que parecían atraer a las chicas como la miel.

En un rincón de la enorme sala común se encontraba la segunda co-líder del equipo de Quidditch con una cerveza de mantequilla en la mano disfrutando de la buena compañía y escuchando igual de atenta a su mejor amigo desde lejos.

No fue hasta que alguien tocó su hombro ligeramente que se alertó de la presencia de otro merodeador más. Algo asustada se giró encontrandose con la esplendida y bonita sonrisa que tenía Remus Lupin.

Instantaneamente sonrió como una tonta adolescente enamorada porque justamente eso era lo que era ahora, una chica adolescente muy enamorada de alguien que jamás sería visto con buenos ojos por las personas que se hacían llamar su familia.

—¿Por qué tan sola, rojita? —preguntó el chico jugueteando un poco con unos mechones rebeldes de la jóven —. No es bueno andar sola por las noches. Podría haber un lobo acechando por allí.

—Solo quería estar sola un rato —respondió Addy en susurros antes de mirarlo a los ojos —. ¿Acaso me estás acechando, Remus John Lupin?

—Te he tenido en la mira por años.

Una sonrisa complice se dibujó en el rostro de cierta jovencita y sin esperar ni un solo minuto más tiró del brazo del castaño arrastrandolo consigo fuera de aquella atiborrada habitación.

—¿A dónde me llevas?

—Ya verás.

Addy arrastró al castaño con ella
entre risas y murmuros hasta las escaleras que daban acesso a la torre
de astronomía que afortundamente
hoy se encontraba vacía.

La sensación de peligro y emoción
era completamente exitante. Tan solo pensar que podrían ser reprendidos por andar fuera de sus dormitorios tan tarde conviertía su pequeño juego en algo más como una misión de vida o muerte.

—Supongo que estoy ahora a tu merced.

—Así es, lobito —respondió Adelaide sintiendo las manos del joven rodear su cintura antes de recargarse contra una columna —. Menos charla y más acción.

—Creo que alguien está ansiosa —canturreó Remus rozando sus labios con los de ella, sintiendo sus respiraciones convertirse en una sola mezcla.

—Gane un partido de Quidditch, ¿es
qué acaso no merezco un premio? —argumentó la pelirroja jugueteando
con algunos mechones del cabello de Remus.

—¿Y ese premio soy yo?

—Sí asi lo quieres llamar...

Después de eso Remus soltó una
risa algo ronca antes de tomar con delicadeza el mentón de la joven pelirroja y unir sus labios en un tierno beso. Instantaneamente Adelaide posó sus brazos encima de sus hombros mientras besaba al licantropo con ansias, creando un ambiente mucho más tenso y caluroso así como dando paso
a un beso mucho más intenso.

—Addy...

—Solo besame, Remus —susurró
ella entre jadeos luchando para que las palabras no se le cortaran debido al poco oxigeno —. Hazlo, por favor...

—Te besaría toda la noche si pudiera, pero me sería imposible parar —respondió el joven de igual manera, mirando a los ojos a su amada chica —. Enserio quiero esto tanto como tú pero no será ahora, ¿okey?

Remus algo serio pero aún con las mejillas completamente rojas se alejó lentamente de la pelirroja, quien en principio pareció dolía pero pronto su expresión cambió por una más como de aceptación. Supusó que ese dejó llevar por las sensaciones del momento.

—Tienes razón. Mejor disfrutemos de la vista antes de que enfrie peor.


























































































































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La noche pareció pasarse en menos
de un segundo. Aunque aquella noche fue la noche que Remus amó. Solía odiar con fuerzas las noches en especial si había lunas en ellas pero esa noche la amó como ninguna otra porque de algún modo fue testigo de caricias, besos y palabras llenas de amor y promesas por parte de una joven pareja enamorada.

Podría decirse que Adelaide era una de las mejores cosas que la vida le pudó haber dado después de tanto dolor y no estaba dispuesto a arruinar lo que había entre ellos dos.

Addy todavía podía recordar incluso como se sentía el tacto del muchacho sobre sus labios y eso solo hacía que sus mejillas adoptaran un tono rosado.

Ambos recorrían los pasillos de Hogwarts tomados de la mano como una pareja normal, susurrandose cosas al oído. Ya eran alrededor de las dos de la madrugada así que debían estar ya en sus respectivas habitaciones.

Andando por el inmenso pasillo algo llamó su atención, especificamente de la pelirroja. A un par de metros se hayaba una pareja, que como todos a esta hora estaban recargados en la pared muy ocupados devorandose entre risa y por supuesto toqueteandose el uno al otro.

Adelaide no tardó en descubrir que el chico que ahora mismo le comía la boca a la desconocida era nada más y nada menos que su hermano mayor, Sirius.

—¿Sirius?

El chico se alejó de la muchacha que
solo recogió sus cosas y se fue presurosa, perdiendose entre los pasillos. Pero la pelirroja fue rápido y se dió cuenta que aquella joven era la buscadora estrella del equipo de Quidditch de Gryffindor, Asteria Maverick. Alguien cercana a ella.

—Maldito mentiroso, ¿esas eran tus tutorias? —soltó Addy acercandose muy molesta al pelinegro —. Tan preocupado por irte a follar con Asteria en las tardes, con mi compañera de equipo.

—Adelaide, no es lo que crees...

—¿A no? ¿Entonces que fue eso? ¿Le estudiabas la boca o que? —reprochó Addy dandole un par de golpecitos en
el pecho con el dedo —. Cerdo...

—¡Addy!

Sirius intentó tomarla de la muñeca
y detenerla pero Adelaide no dudó a la hora de soltarle una cachetada de lo furiosa que estaba. El rostro de ambos hermanos se descompusó. Ninguno de los tres se habían golpeado entre ellos, así que era la primera vez que ocurría.

Sirius parecía confuso por el golpe
de su hermana pero triste a la vez, Addy por su parte se sentía asustada y traicionada. Ella jamás en la vida había reaccionado de tal manera a alguna estupidez realizada por sus hermanos que llegará a hacerles daño fisíco.

—Dejame en paz, Orion.

Después de eso la pelirroja con los ojos llorosos se dió la vuelta y se fue furiosa a  los dormitorios de chicas en la torre de Gryffindor.

—Jamás me había cacheteado —soltó Sirius a su amigo, aún con la mano en la mejilla roja golpeada —. Tiene la mano fuerte, por cierto.

—Sabes que te quiero mucho, Canuto —comenzó a decir el castaño, posando una mano en uno de sus hombros mientras negaba con la cabeza —. Pero, de verdad que eres un experto en cagarla con ella.

—No quería que se enterara de esa forma. Quería decirselo después —empezó a contar Sirius casi en susurros, sobando un poco su adolorida mejilla
—. Ahora piensa que soy un cualquiera o algo parecido.

Remus intentó ahogar una risa ante lo último que dijo su amigo pero al final no resistió y soltó una carcajada evidente que hizo que Sirius lo mirara mal.

—Tal vez sea un cualquiera pero ella no debía verme así. Tengo que arreglarlo.

—Y rápido.

Y momentos después, Sirius frunció
el ceño al recordar que su hermanita menor vagaba por los pasillos en compañía de uno de sus mejores amigos. No quería parecer un paranoíco ni un hetmano sobreprotector pero eso de andar sola en la noche con un muchacho no sonaba del todo inocente.

—Y a todo esto, ¿qué hacían Adelaide y tú por los pasillos solos?

—Ah, se sintió mareada y salimos a tomar aire.

Sirius asintió no tan convencido pero
lo hizo. Ultimamente veía a su hermana más alegre y juguetona que antes, esta actitud incluso se multiplicaba cuando Remus estaba cerca. No le molestaba verla tan euforica si no que le parecía extraño su tan repentina actitud.

Aunque él no era tonto y presentía que esos dos se traían algo entre manos. Solo esperaba que no fuera nada malo.




























































































































































































































































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10 de Noviembre, 1976
Sexto Año.

—Y bien equipo, eso fue todo por hoy. Pueden retirarse.

Si bien la temporada de Quidditch ya había terminado, si algo James prefería era mantener a su equipo en forma para no perder la costumbre de entrenar en las tardes. Apesar de todo su equipo era bastante comprometido a lo que dijera su capitan.

Aquella tarde solamente hicieron un
par de calentamientos y jugaron entre ellos un partido pequeño para matar al tiempo. Terminaron cansados pero con enormes sonrisas en sus rostros.

Desde las gradas Remus y Peter apoyaban al equipo. Peter realmente parecía disfrutar del partido en sí, Remus por su parte solo disfrutaba de ver a su Addy luciendose en su escoba. No sabía nada de Quidditch pero por
ella podría aprenderse toda la historia de como se creo aquel deporte.

James y el resto de sus compañeros de equipo recogieron sus cosas y varios en cuanto terminaron se fueron. Con eso de que en un par de semanas iniciarían las vacaciones de navidad algunos alumnos se iban por que sus familias pedían salidas y demás, aunque últimamente no tenían tantas tareas y eso les daba horas libres al resto de estudiantes.

Addy fue de esas personas que guardó sus cosas como si fuera flash pero antes de que se fuera el míope la detuvó.

—¿A donde tan deprisa?

—Ah, yo pues... tengo una salida muy importante —comenzó a explicar entre balbuceos, haciendo gestos raros con las manos algo nerviosa —. Sí, una salida...

—Ajá, salida. ¿Esa salida involucra a Lunático en ella?

La pobre chica se quedó palida como un papel y su gesto pronto se endureció. De pronto se sintió expuesta y vulnerable.

—¿Tú sabes qué...

—¿Qué te gusta Remus? —completó James, recibiendo un asentimiento lento por parte de ella —. ¿Cómo no saberlo? Se la pasan haciendose ojitos cada que pueden, hasta el más tonto lo sabría. Es obvio que se gustan desde hace mucho.

—Bueno, tienes razón. Me gusta Remus, bastante a decir verdad.

—¡Aw, por fin lo aceptaste!

—No exageres, Cornamenta.

—Anda vete, tu Romeo está esperandote ansioso —comentó James señalando con disumulo a su amigo en las gradas.

Adelaide no tardó en lanzarse a los brazos de su amigo euforica.

—Te quiero, míope. Volveré al rato.

—Yo támbien te quiero, rojita —respondió James abrazando con fuerza a su mejor amiga antes de susurrar a su oído —. Lleváte un abrigo por si hace frío y usen protección. No queremos un mini lunático corriendo por ahí.

—Iugh, cállate cerdo —soltó entre risas la chica separandose del pelinegro con una sonrisa —. No haremos nada malo. Ahora me voy, chau.

James solo vió a su amiga alejarse
poco a poco del campo dirigiendose
a los vestidores. La verdad es que él
si estaba contento por sus dos amigos.
Después de todo ya sabía que ambos
se gustaban desde hace años, verlos
juntos era algo bastante bonito.

Solo esperaba que cuando Sirius se enterara de lo que tenía su mejor amigo con su hermana menor no reaccionará de mala forma. No era su culpa amar a alguien que estaba prohibida.







































































































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Adelaide llegó al dormitorio de chicas con una enorme sonrisa. Apesar de la discusión que había tenido días antes con su hermano sus constantes salidas con Remus la traían de un humor que dejaba a sus conocidos sorprendidos.

Cuando entró a la habitación vió a Lily en uno de los sillones leyendo un libro muggle. Por el título dedujó al instante que era de amor. Romeo y Julieta. Tenía que preguntarle a Remus sobre libros.

La pelirroja alzó la vista en cuento la
vió entrar y dejó rápidamente el libro en el cajón a lado de su cama.

—¿Qué tal el entrenamiento?

—Cansado pero divertido —comenzó
a decir la ojiazul caminando a su cama para dejar sus cosas en ella —. James nos hizó jugar un partido para que no "perdieramos el toque".

La sola mención del nombre del chico hizó que las mejillas de la ojiverde se colorearan de rosado. Aunque no iba a preguntar por ello, Addy sabía bien que algo había pasado entre Lily y James la noche de la victoria de Gryffindor. Quiza desde antes pues la pelirroja se veía un poco menos recía ante su amigo.

—Iré al grano, Lily —soltó Adelaide sentandose frente a la ojiverde mientras tomaba sus manos desesperada —. Voy a salir con alguien y necesito que hagas magia en mí para verme radiante. ¿Me puedes ayudar con eso? ¡Por fis!

—Claro que sí, Addy.

La Black instantaneamente se sentó derechita esperando que su compañera sacará sus artefactos femeninos y la transformará en algo espectacular. No es que no se sintiera agusto consigo misma si no que quería arreglarse un poco para su cita con Remus Lupin.

Lily no tardó mucho en arreglarla a decir verdad. La parte de maquillarla fue lo más rápido de todo. Solo un poco y ya estaba perfecta. Lo que más tiempo les tardó fue elegir el atuendo que Addy llevaría para aquella ocasión.

Addy proponía algo y Lily con sus
dotes de moda muggle empezaba a darle una lista del porque esas prendas no debía de llevarlas y por supuesto que para nada combinaban. Al final la de ojos verdes decidió que iba a llevar.

El atuendo constaba de un vestido ajustado a su cuerpo que tenía mangas largas color melón, nada esponjado ni nada acompañado de unas medias negras, botas del mismo color y para darle ese toque perfecto un abrigo que
le cubría hasta las piernas si tenía frio.

—Te vez bellisíma —comentó Lily terminando de ponerle un brochesito
en su larga cabellera rojiza —. El afortunado no va a poder quitarte los ojos de encima.

—Gracias, Lily. No se que hubiera echo yo sola.

—No hay de qué —respondió ella con
un vago movimiento de manos —. Anda vete y cuidado con Flitch. Aunque creo que los merodeadores saben como pasar por desapercibidos. Suerte.

Addy tomó sus cosas y luego de despedirse de su compañera salió con cuidado al pasillo, no sin haber echo un hechizo para que no la vieran. En sus manos llevaba el mapa del merodeador para ver si alguien merodeaba por allí.

Aolo tenía que llegar al pasadizo de
la bruja tuerta donde seguramente ya
la esperaba Remus para irse un rato a Hogsmeade.






































































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NOVENO CAPÍTULO PUBLICADO

¡Hola hola corazones! ¿Cómo
están todxs? ¿Disfrutaron de sus vacaviones de Semana Santa? Espero y sí y que tambien todxs andemos bien. Aquí un capitulo mas de este fic.

Mis vacaciones fueron aburridas
pero me día a la tarea de terminar este capítulo. Creo que hace mucho que no me inspiraba tanto como hoy pero meh todo bien por ahora.

En unos cuantos días vuelvo a la preparatoria y eso solo indica algo: estrés. Yo se que casi todxs aquí me entienden perfectamente. En otras noticias, ¿ya vieron la nueva portada? ¿Verdad que es preciosa? Fue un regalito de una bella editora. Gracias Nyk, tamo <3

Me retiro no sin antes decirles que por favor VOTEN Y COMENTEN. Es algo que nosotros los escritores valoramos mucho, nos ayudan a saber que opinan y que les agrada. Así que por fis no sean malitos y haganlo.

Ya es opcional si quieren seguir a
este intento de escritora en wattpad o en mis distintas redes sociales. Les mando un besote, muak<3













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