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━Capítulo Cuatro













❝ CUALQUIER LUGAR SE VUELVE ESPECIAL SI VOY CONTIGO ❞

















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〘 ✰.༄☼︎ 𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟎𝟒☼︎༄.✰ 〙

—– responsabilidad —–

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13 de Febrero, 1977
Sexto Año.

LAS COSAS PARECÍAN MEJORAR
PARA LOS MERODEADORES, INCLUSO PARECÍA como si nada hubiera pasado apesar de todo lo ocurrido hace como una semana. Lo malo de todo esto es que la Black por las noches se despertaba asustada al sentir como una manos empezaban a tocarla y pronto llegaba
al punto de asfixiarla.

Cada vez que sucedía algo como aquello tanto Sirius como Remus se despertaban por las noches y la abrazaban con fuerza recordandole que no estaba más con él y que ahora estaba a salvo.

Sus amigos no la dejaron sola en ningún momento, la apoyaban en todo y incluso la defendían si alguien decía algo de ella pues el boca floja de Rosier soltó varias intimidades relacionadas con Adelaide que fueron la detonación de Sirius.

Ciertamente a ningún hermano le gustaría escuchar a los chicos del colegio denigrar a su hermana, así que si a alguno se le ocurría decir estupideces sobre su hermanita se las vería con todos los merodeadores.

Adelaide no solo tuvó problemas con rumores y chismes sobre ella que más que nada eran tachandola de cientos de apodos denigrantes, obviamente eran provinientes de los Slytherin sino que ahora sus padres y la mayor parte de su familia la odiaba.

Había recibido incluso cartas de sus padres llamandola imprudente, estúpida, malagradecida y repitiendole los mismos apodos denigrantes de sus compañeros. Ya esperaba algo de ese tipo así que le restó importancia.

Aunque en una de las últimas cartas
de Walburga reclamandole no pasó por desapercibido un punto importante en todo esto: estás desheredada. No la querian volver ni en pintura, no querían saber más de ella ni de su vida y ahora estaba vetada de Grimmould Place tal como sucedió con Sirius en su momento.

Adelaide lejos de enojarse o llorar sintió un alivio tremendo por alejarse de los Black y todo su circo. Se sentía mal por dejar a Regulus solo, pero ya no podía seguir viviendo un infierno en ese lugar.

Aquella fría mañana de febrero una
pelirroja se levantaba de muy buen humor a decir verdad. Una vez vestida
y aseada se encaminó al aula dónde tendría su primera clase, pociones.

Cuando creyó que sus compañeros ya estarían en el aula de clases apareció uno de ellos justamente frente a ella.

—¿Se te hizó tarde o algo así, Lunático? —preguntó Addy arqueando una ceja con diversión cruzadandose de brazos.

Remus rascó su cuello con nerviosismo, como ya era una costumbre tan suya y
la miró directamente a los ojos. Esos iris azulados que lo hacían ceder a todo.

—Puede que haya sido eso —respondió Remus antes de mirar a todos lados y atraerla a un rincón del pasillo —. O quizás solo esperaba a mi amada novia.

El castaño le sonrió con coqueteria para después juguetear un poco con uno de sus mechones rebeldes. Entre más cerca la tenía más lo inundaba ese aroma tan embriagante de Adelaide y más ganas de tenía de romper las reglas.

Al ver que él no lo haría fue la chica quien se inclinó besando al castaño con deseo. Rápidamente Remus llevó sus manos a la cintura de ella acercandola un poco más mientras ella continuaba con el beso enredando sus manos en la cabellera de su novio en el proceso.

Por un momento se olvidaron de todo. Incluso de dónde estaban. Se dejaron llevar un poco por las sensaciones del momento. Solo eran dos adolescentes demostrandose su amor en un rincón de los pasillos de Hogwarts como todos.

Cualquiera diría que Remus Lupin era un buen chico, pero ahora estaba como un profugo de la justicia en un oscuro rincón besando a la chica de sus sueños como si se le fuera la vida en ello.

Justo estaba por bajar un poco más sus manos de la cintura de la pelirroja cuando la chica lo detuvó porque en ese instante algo se le vinó a la cabeza.

—Remus...

—¿Si?

—Tenemos clase de pociones, ¿recuerdas? —comentó Adelaide con
la respiración desigual sosteniendo la mano rebelde de su novio —. No creo que Sirius nos diga nada, pero támpoco hay que abusar de su confianza.

—Tienes razón. Además la clase comienza en menos de diez minutos...

Al separarse notaron sus respiraciones igual de irregulares y sus iris dilatados. Adelaide era la viva imagen de que algo había pasado, sus mejillas rojas eran la prueba de ello.

—Que afortunado soy de tenerte, Adelaide Black —susurró Remus tomandola suavemente del mentón para después dejar un beso en sus labios
—. Me siento dichoso de que entre tantos chicos hayas decidido estar conmigo.

—Dichosa me siento yo de que hayamos coincidido en esta vida, mi amor —respondió ella separandose un poco para luego tomarlo de la mano —. Anda, nos esperan. ¿O quieres llegar tarde?

—No, quiero conservar mi imagen de chico bueno.













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—¿Se puede saber dónde se metieron?

—Yo apenas me estaba arreglando —respondió Adelaide tomando asiento a un lado de su hermano.

—¿Y tú, Lunático? —preguntó Sirius girandose algo enojado a su amigo —. ¿Por eso no quisiste acompañarnos, verdad? Para quedarte con mi hermana.

Upsi, puede que tengas razón.

—Por Merlín, ahora eres igual de ciníco que Addy...

—Algo se me tenía que pegar —respondió Remus en su defensa con una sonrisa divertida, guiñandole un ojo a su novia.

—De seguro se estaban besuqueando en la sala común —soltó James de repente con desinteres y diversión.

Mentira no es, pensó Adelaide.

Instantaneamente la mirada de Sirius pasó al mencionado y no hacía falta ser inteligente para deducir que el chico estaba a nada de ahorcarlo si pudiera.

—No les levantes falsos a los niños —exclamó Peter metiendose a la divertida charla haciendolos soltar una risotada.

Ahora la mirada malvada de Sirius no solo iba dirigida a James sino que Peter también se ganó una de ellas.

—Muy bien estudiantes, los quiero a todos en silencio —exclamó Slughorn adentrandose en el aula logrando que todos guardaran silencio y se sentaran —. Hoy veremos un poco acerca de la Tercera Ley de Golpalott. ¿Puede alguien decirme que se enuncia en ella?

—Se dice que el antídoto para un
veneno mezclado será igual a la suma
de los antídotos de cada uno de los componentes separados —recitó Asteria alzando su mano, obteniendo toda la atención del profesor.

—Eso fue excelente, señorita Maverick —respondió Slughorn con una sonrisa de safisfacción luego de oírla —. Cinco puntos para Gryffindor.

La chica sonrió orgullosa no sin recibir un pulgar arriba de Sirius también orgulloso a unos metros de distancia.

—Con base a la ley antes mencionada por su compañera en parejas van a preparar algunos antídotos —explicó rápidamente dejando un par de frascos extraños en sus pupitres —. Quiero ver sus antídotos para cierto veneno que acabo de dejar en sus pupitres. Tienen una hora para demostrar que pueden. Ahora comenzaré a formar las parejas.

Unos cuantos minutos más tarde parejas de Gryffindor y Slytherin estaban formadas por todos lados, cosa que no a todos les pareció. Bueno, realmente eran las serpientes las más molestas con ello.

—Es medio extraño que tú y yo siempre terminemos juntos...

—Quizás Slughorn está obsesionado
con nosotros y nos quiere ver juntos —susurró Remus con diversión tomando asiento a un lado de la pelirroja —. De todos modos yo encantado de tenerte en cada una de mis clases de práctica.

—Encantada yo de tenerte como compañero, así puedo copiar mejor —respondió Adelaide con diversión y él aparementente se hizó el ofendido.

—Haré como que no me siento usado, Adelaide Calypso.

La clase transcurrió con normalidad. Las parejas intentaban crear algunos antídotos contra ciertos venenos que
el profesor seleccionó especificamente para todos los estudiantes.

Adelaide y Remus tenían que crear un antídoto contra picaduras o mordeduras de alguna criatura. Se veía sencillo al menos en lo que decía su libro de Filtros y Pociones Mágicas. Sin embargo, lo que creyeron sencillo se complicaba un poco.

El tiempo pasó y el antídoto estaba casi listo a excepción de algunos pasos más para finalizarlo. Se podría decir que solo llevaban la mitad del proceso de este.

—Necesito una pizca de cuernos de unicornio.

—A la orden —exclamó Adelaide antes de rebuscar entre los frascos el correcto y pasarselo al chico —. ¿Qué más?

Remus revolvía el antídoto con sumo cuidado al son de las agujas del reloj solo dos veces como les indicaba el libro.

—De echo si, pasame dos bayas de muérdago.

La pelirroja le pasó el último ingrediente al chico y entonces Remus volvió a remover la espesa mezcla, aunque esta vez fue al semtido contrario de las manecillas del reloj. Agitó su varita un poco y el antídoto estuvó terminado.

—Lo hicimos —exclamó Adelaide con emoción sonriendo, antes de inclinarse
y chocar los cinco —. Somos un equipo fabuloso, ¿no lo crees?

—Por supuesto que sí, rojita.

Al comprobar que este contrarrestara los síntomas y demás del veneno que el profesor les dió obtuvieron una buena retroalimentación y hasta un elogio por parte de Slughorn. Eso definitivamente ya eran puntos sumados a su casa si o si.

Por otro lado James y Sirius se divertían fastidiando a los alumnos de Slytherin con el hechizo Wingardium Leviosa. Sus frascos y demás volaban por las cabezas del resto de la clase ocasionando risas y desorden gracias a los dos chicos.

Slughorn no tardó en reprender a
ambos jovencitos y recalcarles que esta vez si los llevaría a la oficina de McGonagall, lugar al que ambos estaban acostumbrados a ir costantemente.

Adelaide solo se aguantaba las ganas
de reír como loca al igual que Asteria mientras que Lily en compañía de su gran amiga Marlene negaba con la cabeza hastiada de la actitud infantil de James, aunque muy en el fondo quería reirse también. Sin embargo, no iba a dejar caer su fachada de alumna perfecta.









——— ✮✧☾✧✮ ———























































Una vez la clase de Pociones terminó
la mayoría de los estudiantes salieron del aula para dirigirse a su siguiente clase, Herbología. Esta clase se impartía como tal en el invernadero por el peligro de ciertas plantas y para que no hubiese tanto desorden en los salones.

—Deberíamos hacer algo esta noche —propusó Sirius caminando a un lado del chico de lentes —. Para divertirnos.

—Podríamos poner pintura en las banderas de Slytherin —continuó James con tranquilidad encogiendose de hombros —. O hiedra venenosa en sus bancas. Sería genial verlos rascarse como si fueran perros con sarna.

Mientras tanto Remus y Addy iban
unos pasos más atrás de ellos tomados de la mano. El castaño iba sosteniendo los libros de la pelirroja mientras ella iba contandole sobre su mañana y por supuesto Remus estaba embelesado escuchandola.

Quizás era su voz o el hecho de
que amaba escucharla hablar sobre cualquier cosa que fuera.

—Hablando de planes tenía en mente que salieramos de nuevo —propusó con una sonrisa meciendo sus manos entre las suyas con cautela —. Aunque no se a dónde te gustaría ir.

—Cualquier lugar se vuelve especial si voy contigo.

Remus se conmovió ante sus palabras y con una enorme sonrisa beso su frente de manera tierna y protectora.

Unos minutos más tarde estaban todos en el invernadero algo asustados por el montón de plantas en sus respectivas macetas. La mayoría de ellas tenían que manipularse con cuidado si no querían salir lastimados en el proceso.

—Muy bien jovencitos, todos escojan una pareja y tomen una de las plantas que estan frente ustedes con cuidado.

Rápidamente Adelaide buscó con la mirada a su Remus, pero fue tarde para ella.

—Ya lo haz tenido mucho tiempo, comparte —exclamó James agarrando al mencionado del brazo posesivo a la vez que le hacía cara a la chica —. Además, fuiste lenta amiga.

—Me caes bien mal, cornamenta —musitó Adelaide devolviendole la mala cara con diversión para después ir con alguien más —. Pete, ¿hacemos pareja?

—Sip, me parece bien.

Ambos chicos se acercaron a una de
las plantas que tenían enfrente con la apariencia de una cepa nudosa antes
de volver sus miradas en la profesora.

—Escuchen con atención todos, en especial ustedes dos —mencionó la mujer con cansancio señalando a James y Sirius, ambos separados —. Van a sacar algunas vainas de la Snargaluff con extremo cuidado. Pueden usar sus varitas si la planta quiere dañarlos.

Herbología era de las clases que definitivamente Adelaide Black odiaba
a muerte y la odiaba tanto que en sus TIMOS estuvó a nada de sacar una espantosa I de insatisfactorio si no fuera porque se pusó al corriente con ello.

La jardinería no era lo suyo y mucho menos trabajar con plantas que al final querían matarlos o comerselos.

—Bien, empezemos —musitó Adelaide para darse ánimos mientras se arremangaba las mangas del uniforme.

La chica se disponía a examinar donde podrían estar las dichosas vainas puesto que Frank Longbottom con facilidad ya tenía en sus manos las vainas.

En eso estaba cuando de repente la planta se sintió amenazada y cobró vida. De su parte superior brotaron unos tallos largos y espinosos como de zarza.

Uno de ellos se enredó en el cabello de Adelaide, pero rápidamente entre ella y Peter lograron controlar el asunto y así le hacieron un nudo a los tallos rebeldes.

Entonces se abrió un agujero en medio de las ramas con aspecto de tentáculos.

Fue entonces que armandose de valor Addy metió el brazo en el agujero y como era de esperarse dicho sitio se cerró como si de una trampa se tratará y se lo aprisionó hasta el codo.

Pete zarandeó a los tallos y tiró de ellos obligando a que el agujero se abiera de nueva cuenta y Addy sacó su mano con una perfecta vaina igual a la del resto de sus compañeros.

Apenas los chicos de alejaron con su objetivo los espinosos tallos volvieron a replegarse y la nudosa cepa se quedó quieta como si fuera un inocente trozo de madera muerta.

Una madera que casi nos mata, pensó Adelaide mirando con los ojos un poco entrecerrados a la planta que por poco si se quedaba con su brazo.






















——— ✮✧☾✧✮ ———













Luego de lo que pareció una completa agonía en el invernadero la clase favorita de Adelaide estaba a nada de dar inicio. Por eso mismo apenas se terminó Herbología, ella y el resto de
los merodeadores seguidos por los alumnos de Slytherin se dirigieron al aula de DCAO.

Addy sabía bien sobre dicha materia y los peligros que convenía usarla para dañar a otros, pues no era algo con lo que no se hubiese relacionado desde muy pequeña por los asuntos ligados a maldad en los que estaban metidos sus madres y muchos amigos de ellos.

Mientras el profesor llegaba varios
se dedicaban a perder el tiempo, pero algunos otros –Remus por ejemplo– utilizaban esos minutos libres para dar algunas repasadas al contenido que verían o que ya se había visto en caso de que llegase a preguntar por el último tema del que hubieran hablado.

El profesor Fletchley era un mago
de mediana edad experto en Defensa Contra las Artes Oscuras que hace mucho fue ex estudiante de Hogwarts. Hasta la fecha en todo lo que llevaba de estudiante de Hogwarts era el sexto profesor de DCAO de la pelirroja.

Se decía que había una maldición sobre dicho puesto y por eso los maestros para dicha materia cada año escaseaban.

—Buen día, jovenes. Saquen todos su libro Enfrentarse a lo indefinible en la página 245.

Todos acataron la ordén del hombre no sin que algunos Slytherin incluido Evan Rosier le hicieran gestos groseros apenas se giró a la pizarra para apuntar algo.

—Hoy hablaremos sobre maldiciones imperdonables —exclamó el profesor Fletchley dandole un golpesito a la pizarra con su varita antes de acercarse al frente —. Necesito rápidamente a tres personas para que me describan estas tres maldiciones.

—La maldición asesina es la que provoca la muerte instantánea e indolora de quien la recibe —explicó Lily con calma recibiendo miradas de su profesor y compañeros cercanos —. Su conjuración causa un destello de luz verde disparado de la punta de la varita del mago. En sí no hay ningún efecto secundaria la persona cae muerta.

—Excelente, señorita Evans. Algo
que también tenemos que saber es que no hay un contrahechizo y no puede
ser bloqueado por medios mágicos, pero el destello de luz puede ser esquivado o bloqueado con un objeto sólido. ¿Alguien que me quiera hablar sobre otra más?

Desde un rincón de la habitación el menor de los Black alzó su mano y el profesor le cedió la palabra.

—La maldición cruciatus genera un dolor insoportable y torturador a la víctima —informó Regulus con un tono neutral sin apartar la vista de cierta pelirroja algo meláncolico —. Los efectos de esta maldición dependen de los deseos y emociones de la persona.

—Perfecto, ¿alguien puede definirme la maldición Imperius?

—Esta maldición hace que la víctima realice todas las ordenes de quien conjuró la maldición, sin cuestionar —explicó Adelaide desde su asiento —. La víctima permanece en un trance o estado de ensueño, dejándola bajo el completo control del usuario. Resistirse a la maldición Imperius es posible, pero es extremadamente difícil. Sólo una persona con una fuerza de voluntad muy fuerte puede lograrlo.

—Maravilloso, cinco puntos para Slytherin y Gryffindor —comentó Fletchley mirando a sus alumnos —.
No pretendo asustarlos con esto. Yo se bien que la mayoría saben con lo que eatamos lideando allá afuera y se que estos conocimientos van a tener que aplicarlos en un futuro para hacer el bien o para defenderse. Ahora sigamos con la lección.



























——— ✮✧☾✧✮ ———





















Después de terminar sus clases los merodeadores decidieron que iban a terminar de poner algunas bromas
para los Slytherin, aunque no eran del todo peligrosas. En dicha misión no participaron tres del quinteto: Remus y Adelaide estaban en la biblioteca para una asesoria de Herbologia mientras que James había salido a un helada cita en Hogsmeade con su amada Lily flor.

Usualmente las asesorias con Remus
no eran aburridas, pero para este punto de la historia la pelirroja ya sentía que dejaba de prestar atención a su novio y simplemente lo veía mover sus labios y al voltear al libro las palabras incluso parecían más de las que eran.

Dios, todo por querer ser una bruja reconocida.

—¿Y bien? Ahora es tu turno.

Adelaide frunció el ceño sin entender exactamente a que se refería pues con sinceridad aceptaba que ni atención le estaba poniendo a sus palabras.

—Addy...

—¿Sí, cielo?

—¿Puedes decieme que acabo de repetir? Si no es molestia.

—Sí, solo... dame un segundos —
musitó Addy entre balbuceos mordiendo sutilmente su pluma tratando de recordar —. Pues el árbusto autofertilizante... requiere riego regular y... mucha carne. Es una planta sensible y no requiere en si tanto cuidado pues su nombre lo dice es autofertilizante.

—Vaya, por un momento creí que ni atención ponías —comentó Remus con una sonrisa de lado cerrando el libro en sus manos —. Una última pregunta, ¿dónde puedo encontrar un árbusto de este tipo?

Adelaide hizó una mueca y pensó o al menos intento recordar vagamente las palabras de su novio.

—¿En cuevas? Lugares oscuros y húmedos —respondió Addy a la espera de un regaño que nunca llegó y eso la alegró.

—Dato extra: a los árbustos autofertilizantes no les gustan las otras plantas y por ende terminara matando a las otras plantas la mayor parte del tiempo.

Addy le dió un último vistazo al libro a centímetros de ella que tenía el dibujo de un árbusto autofertilizante y a su lado una columna interminable sobre cuidados y demás de dicha planta.

¿Qué poder tiene Remus para grabarse todos esos datos en un segundo?

—¿Ves? No era tan difícil estudiar Herbologia.

—No es difícil cuando te gusta la materia —comenzó a decir Adelaide con un gesto de aburrimiento —, pero Herbologia es una materia que no me gusta. Digo, ¿y yo para que necesito saber de plantas?

—Ay, Addy.

—En serio, Herbologia es horrible. Una planta casi se comía mi mano de no ser por Piter.

Remus rodó los ojos con diversión antes de comenzar a guardar sus libros en su respectivo maletin mientras Addy imitó su acción.

—Por esos ánimos es que sacas malas calificaciones, eh.

—Ey, no me reclames nada —exclamó Adelaide señalandolo con un dedo de manera acusatoria —. Tú también tienes la culpa o al menos una parte.

—¿Yo? ¿Culpa de qué? Solo trato de enseñarte, tú te distraes sola.

—No, tú me distraes a mí —insistió la pelirroja acercandose al chico al mismo tiempo que daba toquecitos en su pecho —. Siendo tan lindo y con esa voz que hipnotiza, porque si, me tienes loca por ti y creo que eso se sabe.

Remus sonrió sintiendo sus mejillas colorearse de un ligero carmín y fue en ese momento que sintió que Adelaide lo tenía acorralado contra la mesa.

Remus solo podía observar el rostro perfecto de su novia. Esas pequitas que tanto le gustaban distribuidas sobre el puente de su nariz y mejillas, esos ojos azulados en los que amaba perderse y esos labios rosados que encajaban a la perfección con los suyos. Adelaide Black era la mujer más hermosa y se sentía afortunado de que entre tantos ella lo eligiera a él.

Remus la tomó de la cintura con firmeza y la atrajó a él. Sin más posó su mano en una de sus mejillas para después acariciar sus labios y posteriormente besarlos con delicadeza y amor.

Adelaide no podía sentirse más en las nubes con cada beso de Remus. Era como si las mariposas en su estomágo quisieran salir de ahí dentro de la nada.

Solamente correspondió al beso con ansias mientras Remus la sostenía para caer con ella a la mesa. Segundos más tarde se separaron por falta de aire, pero claro estaba que era insaciable.

—Hay que volver a la torre, ya oscureció y pronto cerraran la biblioteca —comentó Remus rascando su cuello con nerviosismo tratando de estabilizar su agitada respiración.

Adelaide asintió con sus mejillas igual
de sonrojadas que las del chico y siguió recogiendo sus cosas. Una vez tenían todo en sus maletines prosiguieron a ir de regreso a la torre de Gryffindor. 

Al volver encontraron a los chicos en
la sala de la torre charlando con varios estudiantes, pero Addy en lugar de ir con ellos y invitarse sola a la charla decidió pasar de largo e ir a la habitación de las chicas no sin antes despedirse de su amado novio.

—Supongo que es aquí dónde nos despedimos —comentó Adelaide removiendose inquieta a unos metros de la escalera que daba las habitaciones de niñas —. No quisiera, pero ni modo.

—Creí que esta noche también te quedarías a dormir con nosotros.

—No, esta noche dormiré con las chicas.

Remus asintió y pasaron unos segundos pues ninguno sabía que hacer hssta que Adelaide tomó la iniciativa y se inclinó hasta el chico robandole un beso que en segundos fue correspondido.

Al separarse notaron las miradas del resto de sus compañeros y amigos sobre ellos. Sí, ahora medio Gryffindor estaba enterado de su relación. Aunque unos se alegraban otros seguían tachando a la pelirroja de fácil y desvergonzada tal como lo hacían los Slytherin.

Los hijos de grandes personas eran en
su mayoría de dicha casa y fueron los primeros en esparcir rumores sobre su relación con el mestizo y su ruptura con Evan Rosier.

Ahora poco le importaba lo que dijeran de ella.

—Hasta mañana, amor mio —musitó Remus con una sonrisa pasandole con disimulo un libro —. Descansa.

—Que descanses, Rem.

Addy empezó a subir por las escaleras directo a su habitación notando el libro que Remus le había dado. Romeo y Julieta de William Shakeaspeare, su libro de romance favorito hasta la fecha.

Remus y ella solían leerlo todas las noches sin falta o más bien él le leía a ella hasta quedarse dormidos así que Adelaide un no se qué con ese libro y valoró enormemente su gesto.

Será como dormir con Remus.



Hii, manguitoos. ¿Cómo están mis desaparecidxs lectorxs de Moonlight? Sisis deben de crucificarme por tanto tiempo sin actualizar por acá, pero me bloquee con el fic por alguna razón y no supe como avanzar.

Gracias al cielo la inspiración volvió y esperemos así siga por meses más.

¿Les gusto el cap? Esperen cositas más interesantes en el próximo cap en el que ya estoy trabajando un poquis. Tengo un fic de twd para quien le guste la serie puede pasarse y leer, no se arrepentiran <3

No suelo hacer esto, pero este capítulo va dedicado a alien_vity, arlette595959 y GeneAAG17 que pidieron con ansias un cap que apenas llega. Espero les guste y prometo mas actualizaciones seguidas.

Gracias por el apoyo y las vistas, nos leemos prontito <3




































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