I. 𝐔𝐍𝐀 𝐍𝐈𝐍̃𝐀 𝐀𝐔𝐓𝐄́𝐍𝐓𝐈𝐂𝐀
Todos somos iguales y a la vez distintos. Somos iguales en el hecho de que tenemos los mismos derechos, derecho a hacer lo que nos gusta, derecho a poder hacer equis cosa, derecho a la libertad... pero somos distintos en nuestra forma de ser. Cada uno tiene una forma de ser diferente, y eso lo hace especial. Todos somos especiales. Hay personas que comparten ciertos rasgos, similitudes, pero nunca va a haber una "copia" de nosotros, porque tenemos distinto ADN. Hay personas que son bastante pesimistas por distintas circunstancias de la vida, por otro lado, a pesar de esas circunstancias, hay personas que optan por ser alegres. Sin embargo, cuando se habla de alegría, ninguna de las siete billones de personas que habitan este planeta supera a Kumiko Sakagami, una niña de doce años, residente de la ciudad de Nankatsu, en Shizuoka, Japón.
Se podría decir que esta niña nació feliz, porque gracias al amor que le dio su familia desde siempre, se convirtió en una persona superpositiva y alegre que enamora a cualquiera con su mirada inocente y eterna sonrisa. No es una persona lujosa, pero ella no necesita ser millonaria para ser feliz. Mientras tenga la compañía de sus padres, de su hermana, de toda su familia y de sus amigos, ya es suficiente para ser feliz.
Ella es una niña de tez blanca, posee el cabello rosado totalmente natural (algo muy peculiar, ya que el color predominante en Japón es el negro). Lo lleva largo-largo hasta la cintura, y lacio, acompañado de unos orbes celestes, que siempre, pero siempre, llevan brillos; nunca en sus doce años de vida ha tenido la mirada apagada. Es tan bonita, que fácilmente atrae la atención de los niños. Otro rasgo particular, es que para su edad, ya tiene el cuerpo bastante desarrollado. Senos "bastante grandes" para una niña de doce años, también tiene las caderas bien anchas y piernas largas. Probablemente haya heredado todo eso de su abuela Sakura, que de pequeña era igual a ella; su mamá no era tan desarrollada como lo es Kumiko.
Es una niña muy auténtica, tanto física como mentalmente.
Ella tuvo una infancia muy feliz y sin perjudicaciones, junto con sus padres, Tomoko y Daichi Sakagami. Tomoko es una mujer de unos treinta y seis años, físicamente es idéntica a su hija, mientras que Daichi, su padre, tiene el cabello rojizo y ojos color oliva. También está Emiko, su hermana menor. Es una niña igual a ella, pero con el cabello corto, bien corto. Emiko detesta el cabello largo.
Hay familias que siempre pelean, otras que de vez en cuando, pero esta familia es una de las muy pocas en las que realmente hay amor, a veces puede haber algún regaño por parte de los padres de Kumiko y Emiko, pero nunca hubo una sola pelea. Familias perfectas no existen, pero ellos están cerca de serlo.
A pesar de no tener la mejor situación económica, viven cómodamente. Tomoko trabaja en una panadería, mientras que Daichi es profesor de Filosofía en la secundaria Nankatsu. Tienen auto, pero no es el más moderno. Su casa es de dos pisos, en el primero está la cocina, comedor y living en un solo cuarto, después un baño, un cuarto de lavado y el estudio de Daichi. En el piso de arriba están los cuartos de Kumiko, Emiko y el de Tomoko y Daichi y otro baño.
Emiko se la pasa yendo a la casa de sus amigas, mientras que Kumiko se divierte con los suyos, específicamente con su mejor amigo, Hanji Urabe, con quien ha tenido historia. Prácticamente se criaron juntos. Se conocieron a los cuatro años en la guardería, y gracias a la bella apariencia y personalidad de Kumiko, Urabe la eligió como su mejor amiga, y desde ese entonces han sido amigos inseparables. Ocho años de amistad los llevaron al día de hoy...
─¡KUMIKO SAKAGAMI!─ lo llama el pequeño Urabe.
La pelirrosa despierta de un largo sueño por culpa del grito de su mejor amigo.
─¿U-urabe? ¿Qué haces aquí tan temprano?─ pregunta, tallándose el párpado.
─Kumi, son literalmente las siete y cuarto de la mañana. Entramos a las ocho de la mañana, el colegio Otomo queda a treinta kilómetros, y tenemos que tomar el autobús siete y veinte.
─¡Ay, no puede ser! ¡Es cierto que tenemos que ir a la escuela!
─Sí, la maldita escuela... Empezamos la secundaria hoy, y en un colegio nuevo. ¿Cómo crees que sea?
─Va a ser muy lindo─ muestra una gran sonrisa.
─Para ti todo es lindo, Kumi.
─Mira el lado positivo: Takeshi, Nakayama y Nishio van a estar con nosotros.
─Eso sí, pero todo esto significa que tendremos que levantarnos más temprano para alcanzar el autobús, y esto de secundaria no me gusta por el hecho de que tengo que usar uniforme. Mira que es muy caluroso este pantalón─ se queja del pantalón que lleva puesto.
─¡Pero te queda muy bonito!
─Hanji Urabe no puede andar así, necesito mi ropa de niño.
─Pero si vas al colegio Otomo con tu ropa normal te van a echar, por más que sea una escuela pública. Aunque ¿sabes una cosa? En preparatoria no es obligatorio llevar uniforme.
─Tengo que esperar tres años para la maldita preparatoria. Si ahora tendremos varias asignaturas y profesores, en preparatoria va a ser peor. Dios, la primaria era tan cómoda...
─Sí, pero la vida es así. Te prometo que vamos a tener buenos años escolares en esta nueva etapa llamada adolescencia─ le guiña el ojo.
─Si no estuvieras, Kumi, estaría muy embolado.
─No exageres, tienes a los demás para entretenerte también...
─Pero esos tontos no se te comparan.
─¡No les digas tontos!
─¡KUMIKO! ¡HANJI! ¡DEJEN DE HABLAR Y ALÍSTENSE QUE EL AUTOBÚS PASA EN TRES MINUTOS!─ les grita Tomoko desde la cocina.
─¡AAAAAAAAAAAAAAA MALDICIÓN!─ Kumiko salta de la cama. Corre al baño a lavarse la cara, luego vuelve y se cambia la piyama por el nuevo uniforme rápidamente, pero asegurándose de que quede presentable.
Urabe tuvo que salir del cuarto de Kumiko para no verla desnuda.
─Aunque me hubiera gustado chusmear por la cerradura─ pensó.
Kumiko tomó dos tostadas y un jugo de naranja y se fue corriendo a la parada junto con Urabe.
El autobús acaba de llegar, pero como tienen que subir varias personas (en su mayoría estudiantes) va a demorar en irse. Por fortuna los dos llegaron a tiempo, y justo estaban sus tres amigos, Takeshi Kishida, Masao Nakayama y Koji Nishio.
─¡Amigos!
─¡Kumi! ¡Urabe!
─Lo logramos─ dice Kumiko, agitada por la carrera.
─Subamos, y en el autobús hablamos, que nos espera un gran viaje─ habla Kishida.
─Uy sí, suban─ dice Nakayama.
Ya en el autobús, mientras Kumiko observaba el paisaje, los chicos hablaban de diversos temas.
─¿Creen que nos toque a los cinco en la misma clase?─ pregunta Nishio.
─No se preocupen por eso, mi madre es amiga del director de ese colegio, y le dijo que nos pusiera juntos. Ahora, si le hace caso es otra cosa...─ responde Urabe.
─Deben ser positivos─ les dice Kumiko.
─Sisi, tu consejo para todo es ser positivos.
─También quiero saber cómo serán nuestros compañeros─ dice Nakayama.
─Yo fui al Otomo a ver las listas, pero no las han subido hasta hoy. Escuelas públicas... Ufff, un asco─ comenta Kishida.
─Otra mierda es el uniforme─ añade Urabe.
─Es verdad.
─Ay, estos niños quejándose de cualquier cosa...─ piensa Kumiko─Todo va a salir bien, y se van a divertir mucho─ sonríe.
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