El aire estaba cargado de expectativas, pesado como una tormenta a punto de desatarse. En la sala principal de la casa de tus padres, el lujo brillaba en cada rincón: candelabros que colgaban del techo como constelaciones atrapadas, alfombras tan gruesas que amortiguaban cualquier paso y un mobiliario que parecía más ornamental que funcional. Todo estaba diseñado para impresionar, pero nada podía distraerte de la noticia que acababan de darte.

"Te casarás con Aizawa Shouta."

Esa frase retumbó en tu cabeza como un eco interminable. Tus padres la pronunciaron con una calma alarmante, como si estuvieran anunciando el clima o el menú de la cena. No había espacio para preguntas, ni mucho menos para objeciones. Era un trato, una alianza entre familias, una decisión tomada en nombre de lo que ellos consideraban "tu futuro".

Tu madre sonreía, orgullosa, como si acabara de garantizarte la vida perfecta. Tu padre, serio pero satisfecho, asentía mientras te observaba, evaluando tu reacción. Pero tú no dijiste nada. ¿Qué podías decir? ¿Que no querías casarte con un hombre que apenas conocías? ¿Que te parecía injusto tener que sacrificar tus sueños y deseos por algo que ni siquiera entendías completamente? Sabías que nada de eso importaba. Tus sentimientos nunca fueron parte de la ecuación.

Aizawa Shouta no estaba presente en ese momento, pero no necesitabas verlo para recordar cómo lucía. Ya lo habías visto en varias ocasiones: en reuniones familiares, eventos de caridad, incluso en una cena formal que tus padres organizaron meses atrás. Siempre parecía fuera de lugar en esos ambientes. Era un hombre reservado, con un aire cansado que no podía disimular, como si cargara con el peso del mundo en sus hombros.

Había algo en él que te incomodaba, aunque no podías explicarlo. Tal vez era la diferencia de edad. Tenías apenas dieciocho años, apenas entrando a la adultez, mientras que él ya había pasado los treinta. Había vivido una vida que tú apenas comenzabas a imaginar, y esa brecha te hacía sentir pequeña, insignificante. Pero no era solo eso. Era su mirada. Sus ojos oscuros parecían ver más allá de la superficie, como si pudieran leer tus pensamientos más profundos. Y, sin embargo, siempre se apartaban rápidamente, como si no quisiera establecer una conexión real con nadie.

Esa noche, te encontrasee sola en tu habitación, mirando el techo mientras tratabas de procesar lo que acababa de suceder. La idea del matrimonio nunca había sido algo que ocuparas en tu mente. Siempre habías pensado que tendrías tiempo, que podrías enamorarte de alguien que te entendiera, alguien con quien pudieras construir una vida desde cero. Pero ahora, esas ideas románticas parecían un lujo que no te podías permitir.

¿Y qué sabías realmente sobre Aizawa Shouta? Era un héroe profesional, sí, pero no del tipo que acaparaba titulares o buscaba reconocimiento. Trabajaba en las sombras, resolviendo problemas que la mayoría de las personas ni siquiera sabían que existían. Era eficiente, confiable y distante, todo lo que un hombre de negocios, como tu padre, valoraba. Pero más allá de su reputación, era un misterio para ti.

Cerraste los ojos, intentando recordar alguna interacción significativa con él. Había una vez en particular que se destacó. Fue en una de esas cenas formales, cuando te perdiste entre la multitud y te encontraste en el balcón, buscando un respiro. Lo encontraste ahí, apoyado contra la barandilla con un vaso en la mano, mirando las luces de la ciudad.

"No me gustan estos eventos," había dicho, sin siquiera mirarte.

Te sorprendió que te hablara. Apenas lo conocías, y su tono no era amigable ni hostil, solo... neutral. No respondiste de inmediato, insegura de qué decir. Finalmente, murmuraste: "Yo tampoco."

Él se giró ligeramente hacia ti, sus ojos oscuros brillando bajo la luz tenue. No dijo nada más, pero hubo algo en su expresión que te hizo sentir como si hubiera entendido más de lo que habías dicho. Fue un momento breve, insignificante tal vez, pero lo recordabas con una claridad inquietante.

Ahora, ese hombre sería tu esposo.

La boda estaba programada para dentro de tres meses. Tus padres ya estaban haciendo arreglos, discutiendo fechas y lugares como si estuvieran planeando una fiesta en lugar de decidir el resto de tu vida. Cada vez que intentabas expresar tus dudas, te decían lo mismo: "Es lo mejor para todos." Pero ¿era realmente lo mejor para ti?

No podías evitar preguntarte si Aizawa también estaba siendo obligado. ¿Era esto un sacrificio para él, como lo era para ti? ¿O lo veía como una transacción más, algo que debía hacerse sin cuestionar? Lo único que sabías con certeza era que tus vidas estaban a punto de entrelazarse de una manera irreversible, y no tenías idea de cómo manejarlo.

La noche antes de conocerlo oficialmente como tu prometido, no pudiste dormir. Tu mente estaba llena de preguntas sin respuesta y un miedo que no podías sacudir. ¿Sería amable contigo? ¿Esperaría algo más de ti que simplemente cumplir con el papel de esposa? ¿Habría una posibilidad, aunque pequeña, de que pudieras encontrar algo de felicidad en esta unión?

Cuando el sol comenzó a asomarse por el horizonte, trayendo consigo un nuevo día, decidiste que no te quedaba más opción que enfrentarlo. Fuera lo que fuera, estaba fuera de tu control. Y aunque no lo sabías en ese momento, ese sería el inicio de una historia que cambiaría tu vida para siempre.