» 011
Julliet apareció en el gimnasio, viendo como los chicos jugaban básketball.
Billy y Steve estaban hablando mientras que jugaban, o mejor dicho, el primer mencionado hablaba mientras que Harrington lo escuchaba con irritación.
La mirada de la chica cayó sobre Dominic, quien estaba hablando con el entrenador.
De pronto, sus miradas conectaron y el chico le dijo una última cosa al entrenador para luego correr hacia ella.
—¿Podemos hablar?—le preguntó Julliet y Dominic sonrió al oír eso.
—Por supuesto.
Ambos salieron del gimnasio y se quedaron parados en un pasillo.
—Bueno... Primero quería decirte que me alegra que hayas vuelto—comenzó a decir Julliet, sorprendiendo al chico.
—¿En serio? Creí que estabas enojada conmigo.
—No, no estoy enojada contigo—negó ella de inmediato—Solo que me sentí un poco abrumada cuando te volví a ver, pero no tengo razones para estar enojada contigo.
—En realidad, yo si veo razones—comentó Dominic y Julliet ladeó la cabeza—El haber arruinado tu vida y luego irme de Hawkins como si nada hubiera pasado.
—No arruinaste mi vida—Julliet corrigió al instante—De hecho, me hiciste disfrutarla en un momento en el que estaba perdida... No fue la mejor manera de disfrutarla, lo sé, pero es la verdad. Y el tema de la mudanza, tampoco es como si pudieras haber hecho algo al respecto, aún somos menores de edad, nuestros padres tienen el poder.
Dominic volvió a sonreír al escuchar sus palabras.
—Me alegra saber que no estás enojada conmigo y que me entiendes—dijo él con ilusión—Bueno, tú siempre me entiendes.
Julliet sonrió un poco por eso y luego volvió a hablar.
—Por cierto, ¿por qué hablabas con el entrenador?
—Ah, estaba viendo si podía volver a unirme al equipo de básketball.
—¿En serio?—Julliet preguntó emocionada—Vaya, tú amas el básketball, que bueno que vayas a volver a jugar en el equipo.
—Sí, aunque ya no tendré a mi porrista favorita animándome—respondió Dominic con algo de decepción y Julliet soltó una risita—Me dijeron que dejaste el equipo de animadoras.
—Ya no le veía sentido seguir ahí.
—¿Así que solo estabas por mí?
Julliet le dio un golpe en el hombro.
—Nunca dije eso—negó ella y Dominic rió—Además, lo dejé bastante después de que tú te fuiste.
—De acuerdo, de acuerdo.
✰
—¿Le van a hablar a la madre de Barb?
Nancy y Jonathan se le habían acercado a Julliet en el estacionamiento.
—Así es—respondió Nancy—Quiero decirle la verdad.
—Pero no por teléfono, ¿cierto?
—No, claro que no. Le pediré que nos juntemos en un lugar.
—De acuerdo—Julliet asintió con la cabeza y luego los observó a ambos—Así que se saltarán la siguiente clase, ¿no?
Nancy y Jonathan compartieron una mirada.
—Sí—respondieron al unísono y Julliet soltó una risita.
—De acuerdo.
✰
—Hopp, ¿por qué no puedo ir a tu casa?
Julliet se encontraba hablando por teléfono con el oficial de policía.
—Porque todo está muy desordenado y tampoco tengo tiempo.
—¿Cuándo me ha importado eso?—cuestionó Julliet extrañada—Nunca me fijo en eso, muchas veces has tenido horrible tu casa y nunca me ha importado.
—Bueno, pero a mí me importa... Lo siento, Julli, en otra ocasión será.
Julliet soltó un largo suspiro y colgó el teléfono, terminando la llamada.
Hopper había estado muy raro los últimos días, no la dejaba ir a su casa y casi no tenía tiempo para verla.
Eso le dolía.
✰
Era otro día, Julliet estaba en las gradas del gimnasio, observando a los chicos jugar básketball.
Dominic aún no volvía a entrar oficialmente al equipo, así que no estaba jugando, pero estaba viendo el entrenamiento junto al entrenador.
El chico de vez en cuando le hacía señas, sacándole unas cuantas sonrisas a Julliet.
—¡Muy bien! ¡Muy bien!—exclamó Billy con diversión mientras que daba botes con la pelota—Es el rey Steve. El rey Steve, oigan. Me gusta, hoy estás jugando rudo.
Julliet alzó una ceja al oír eso y luego soltó un largo suspiro.
—Billy es bastante desesperante—murmuró para sí misma.
—¿Alguna vez dejas de hablar?—Steve se dirigió hacia el contrario, perdiendo la paciencia.
—¿Tienes miedo de que el entrenador te mande a la banca ahora que llegué? —se burló Billy—Y ahora que ese tal Dominic volvió.
Luego de decir eso, Billy avanzó con el balón empujando a Steve al suelo y encestó.
Julliet bajó de las gradas cuando vio que los chicos se dirigieron a las duchas. Quería hablar con Steve, así que se quedó afuera esperando.
Varios minutos después, Tommy y Billy salieron del lugar y observaron a Julliet con curiosidad.
—¿Y qué hace la ex reina aquí?—cuestionó el de pecas con burla y Julliet rodó los ojos.
—Lo que menos quería era encontrarme contigo, así que cierra la boca.
—Wow, cálmate—dijo Tommy soltando una carcajada por el comportamiento de Julliet.
—¿Por qué tanto odio?—cuestionó Billy alzando una ceja, sin quitarle la mirada de encima a la chica.
—La verdadera pregunta es, ¿quién no odiaría a Tommy con la actitud de mierda que tiene?—respondió Julliet y Billy sonrió con diversión.
—Me agradas.
Tommy lo miró ofendido por su comentario.
—¿Steve sigue ahí adentro?—cuestionó la chica y los dos chicos se vieron sorprendidos por la pregunta.
—¿Estás buscando a Harrington?
—Vaya, no sabía que Steve ya estaba haciendo movimientos con la mejor amiga de su ex—se burló Tommy y Julliet decidió ignorarlo.
—Necesito hablar con él, no es nada de su incumbencia.
—Vaya, ahora que Dominic regresó, tu etapa rebelde también va a regresar, ¿no?
Julliet volteó a mirarlo, sintiéndose muy fastidiada.
—Deja a Julliet, Tommy—habló Steve saliendo de las duchas. Su cabello seguía mojado, pero lo estaba secando con una toalla.
Tommy y Billy los miraron por última vez antes de irse y dejarlos solos.
—¿Por qué estabas hablando con esos idiotas?—preguntó Steve una vez que los otros dos se fueron.
—Te estaba esperando a ti y ellos se me acercaron.
—¿Me estabas esperando a mí?
—Sí, quería decirte algo—respondió Julliet y el chico le hizo una seña para que siguiera hablando—Bueno, ya habrás escuchado que Nancy se fue con Jonathan y aún no han aparecido... No sé porqué sentí la necesidad de decirte esto, pero no es lo que piensas. Ellos están... Básicamente, en una misión.
—¿Una misión?—preguntó Steve confundido.
—Así es, una misión. Tiene que ver con lo que ocurrió esa noche en la casa de Jonathan, me imagino que lo recuerdas.
Steve se quedó unos segundos sin entender, hasta que algo hizo click en su mente y se mostró sorprendido.
—¿Esa cosa volvió?
—No, no, tranquilo—Julliet lo calmó—No puedo darte detalles, pero quería decirte para que no te estés imaginando cosas... La mente a veces puede ser una mierda.
—Está bien, gracias.
Steve le dedicó una pequeña sonrisa y la chica se la devolvió.
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