iv. pide un deseo
MAKE A WISH
﹙capítulo cuatro﹚
₊꒷︶ଓ︶꒷꒦⊹˚₊꒷︶ଓ︶꒷₊
Killua siguió rápidamente a su hermana. No le hacía ninguna gracia que se separara así de él en un lugar tan concurrido. La menor se adentró en la carpa, recorriendo un pequeño pasillo lleno de extravagantes adornos, telas de tul que colgaban por todas partes y un tremendo aroma a incienso. A medida que avanzaba, más oscuro se volvía, hasta que tras apartar una última tela, divisó ante sus ojos a la pitonisa que se sentaba en el centro de la sala, frente a una pequeña mesa redonda con dos sillas vacías delante, en la que había una enorme bola de cristal en el centro, una baraja de cartas del tarot apiladas a la izquierda y una vela encendida a la derecha. Antes de que Alluka pusiera un solo pie dentro de la estancia, Killua ya estaba detrás de ella.
—Os estaba esperando; Alluka, Killua —la adivinadora realizó sendas reverencias inclinando ligeramente su cabeza en dirección a cada uno de los mencionados.
—¿Cómo sabes nuestros nombres? — preguntó Alluka totalmente maravillada.
—¿Qué clase de adivina sería si no pudiera conocer un dato tan simple como ése? Tomad asiento frente a mí, leeré vuestros destinos.
—Tsk —protestó Killua—. No hace falta, yo te diré lo que pasará: nos largamos de aquí. Vámonos Alluka, no es más que una farsante.
—Pero oniichan, ella sabía que vendríamos ¡y hasta sabe cómo nos llamamos!
—Es fácil que ella supiera eso. Para entrar al recinto nos hemos registrado. Cualquiera de los que trabajan en la recepción podría haberle facilitado la información —explicó Killua.
—Eres muy desconfiado pequeño Zoldyck, no hace falta ser vidente para darse cuenta de lo increíblemente suspicaz que eres —afirmó la mujer, sonriendo levemente hacia el muchacho.
Pero mientras el intercambio de palabras tenía lugar, Alluka, que parecía ir por libre, corrió a tomar asiento en una de las sillas vacías frente a la pitonisa. En cuanto se acomodó en su sitio, Killua pudo percibir una considerable cantidad de aura fluyendo del cuerpo de la vidente.
—¡¡Alluka!!—. Killua se tensó. Si bien el aura de la pitonisa no emanaba malicia ni intenciones perversas, no se fiaba de aquella mujer. —Aléjate de ella, ¡vuelve aquí!
Alluka lo miró frustrada, finalmente decidiéndose a obedecer a su hermano mayor. No le gustaba verlo tan nervioso y no quería causarle problemas ni disgustarlo. Lamentablemente, cuando intentó levantar el culo del asiento, le fue imposible. Era como si se hubiese quedado pegada a la silla.
—¡Oniichan, no puedo moverme!
En seguida la posición defensiva de Killua se transformó en una de ataque, sus ojos se tornaron opacos y fríos y automáticamente comenzó a pensar en el mejor modo de eliminar a esa mujer tan estrafalaria que reía con euforia al otro lado de la mesa.
—Relájate Killua, no hay nada que puedas hacer. Acepta tu destino.
—¿De qué estás hablando, vieja bruja? Si no sueltas a mi hermana en tres segundos, te mataré.
—Ey ey ey, pero qué maleducado. Lo de bruja te lo admito, pero todavía soy una jovencita —dijo la pitonisa fingiendo un exagerado tono de afectación, llevándose una mano al corazón para enfatizar que las palabras de Killua la habían herido en lo más profundo.
—No estoy bromeando. Si es verdad que sabes quién soy, supongo que también sabrás que no te conviene jugar conmigo.
—Jugar contigo es precisamente lo que quiero hacer —dijo la misteriosa mujer.
Killua barajó en una milésima de segundo todas las opciones de las que disponía para hacer frente a la situación. Podría usar su velocidad del relámpago para abalanzarse sobre la mujer y liberar a su hermana usando la fuerza. Pero no sabía cómo funcionaba el hatsu de la vidente, y quizá si tenía que llegar al punto de eliminarla, su nen podría verse fortalecido tras su muerte. Por otra parte, podría llamar a Nanika y ordenarle que los sacase de esta coyuntura, pero se había prometido a sí mismo que nunca más volvería a usarla para resolver asuntos a los que pudiera dar solución por sí solo. Sobre todo después de haber utilizado su poder para sanar a Gon. Debía hacerse cargo de esta situación y cuanto antes. Sin embargo, entre todas las opciones que cruzaban su mente en este mismo instante, la voz de la pitonisa se alzó por encima de sus pensamientos.
—No intentes ninguna estupidez —advirtió la adivina. —Si quieres que todo salga bien sólo tienes que sentarte al lado de tu hermana. No quiero haceros daño si es lo que temes.
Killua apretó los puños y tensó su mandíbula. El aura de la pitonisa parecía neutral y libre de malas intenciones, no obstante, él no podía dejar de sentirse inquieto por el hecho de que Alluka estuviera indefensa y a merced de sabe Dios lo que fuera que pretendía aquella mujer. ¿Qué debía hacer?
—¡Siéntate a mi lado, oniichan! —pidió Alluka.
Killua dio un paso al frente con cierta duda en su resolución, finalmente acomodándose a la derecha de su hermana. De inmediato sintió como el nen de la vidente lo envolvía, impidiendo que al igual que Alluka, ahora él tampoco pudiera levantarse del asiento. La pitonisa se regocijó, satisfecha.
—Iniciaré los preparativos —anunció solemne, con una sonrisa que se dibujó fugazmente en sus labios pintados de rojo. —Con todo el revuelo que has causado todavía no nos hemos presentado correctamente, mi nombre es Cassandra.
La pequeña sonrisa se ensanchó haciendo que sus ojos se achinaran. Incluso parecía cálida y amable. ¿Era tan buena actriz? Repentinamente, Killua comenzó a sentirse relajado y cómodo en su presencia. ¿Sería parte del truco? ¿Acaso su hatsu podía manipularlo para hacerlo sentir así? Paradójicamente notaba cómo la confianza y la desconfianza convivían dentro de él al mismo tiempo.
Cassandra comenzó a colocar sobre la mesa una serie de objetos místicos y cristales de colores como cuarzo rosa, amatista, ópalo, jade, ágata y varios minerales más, siguiendo un patrón determinado. Realmente esto no tenía sentido alguno porque no era necesario para que su habilidad funcionase, pero ella amaba la performance y le encantaba ritualizarlo todo. Debía justificar el precio que cobraba por sus sesiones, así que crear toda esta parafernalia era absolutamente necesario para ella. Tras un par de minutos encargándose de crear ambiente, finalmente sacó lo que parecía un pastel de chocolate conjurado con nen, sobre el que había veinticuatro velas y en el que estaba escrito con praliné el nombre de Killua. Tras encender las velas, se dirigió de nuevo al de cabello plateado.
—Esta es mi habilidad, Make a wish.
Gracias por leer.
⸻ℐrisෆ
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