𝐮̂𝐧𝐝𝐞𝐜𝐢𝐦
XI
Alex escuchó que alguien entró a su habitación sin tocar mientras ella se estaba poniendo el collar de diamante rojo. Supuso que se trataba de Colin, el cual necesitaba una actualización de los acontecimientos, o de Eloise que necesitaba un consejo para su búsqueda de Lady Wistledown.
—¿Crees que colocarme los pendientes a juego sea excesivo? —cuestionó sin ver por el espejo frente a ella que Anthony avanzaba a paso presuntuoso por la habitación—. No quiero verme presuntuosa esta noche específicamente, pero Daphne usará diamantes y mi vestido será gris, ¿puedes verlo? Está colgado al otro lado de la...
Alex pretendía señalarlo, pero al levantar la vista miró a aquel hombre que le había robado la respiración en un primer plano. Sus ojos se dirigieron a la segunda carta que había recibido, esa que le indicó la dirección de donde se encontraba el apartamento que Anthony costeaba, y lo tomó entre sus manos arrugándolo y metiéndolo a un cajón.
—¿Qué estás haciendo aquí? —puso en duda, su mirar, que antes era alegre en presencia del Bridgerton, ahora lucía cansada—. ¿Por qué no has tocado?
—¿Por qué me estás evitando? — quiso saber, pero la verdad era que Alex sí se encontraba cansada.
Cansada de todo el drama que acarreaba consigo mismo Anthony Bridgerton.
—No te estoy evitando—Alex giró los ojos y arrojó los pendientes que tenía en la mano sobre la cama—. Ahora por favor hazme un favor y sal de mi habitación, aún no he terminado de vestirme y no es propio que estés aquí.
Alex se encaminó hacia la puerta con toda la intención de que él se marchara. Anthony fue más rápido y tomando de la muñeca a la joven, la atrajo contra su cuerpo poniendo la mano que no sostenía la suya en la cintura de la pelinegra. Miraba hacia abajo por la diferencia de altura, y sus bocas estaban tan cerca que solo bastaba que Alex se pusiera un poco de puntitas para que se unieran.
—Voy a volver a repetirlo una última vez—dijo Anthony afianzando su agarre en la cintura de la joven, a quien se le escapó un suspiro—, ¿por qué me estás evitando?
—Tengo deberes que cumplir—le era casi imposible no mirar a los labios entreabiertos del vizconde, pero aquella situación era mutua.
—¿Y no podrías hacerme partícipe de ellos en lugar de desaparecer?, ¿o es acaso la llegada de ese hombre lo que te tiene así?
—¿Está celoso, vizconde? —aquella pregunta con un tono inocente provocó muchas reacciones de por medio. Alex pensó que Anthony estaba por besarla cuando se agachó hasta ambos pudieron sentir el aliento del otro por la cercanía de sus bocas.
—Sí—admitió—. ¿De qué otra forma me sentiría después de que Daphne y mi madre no se han detenido un solo segundo de regocijarse en lo bien que se ven ustedes dos juntos?, ¿después de que la misma Reina Charlotte aprobara su matrimonio en el almuerzo que tuvieron en el Castillo?
—Anthony...—quiso detenerlo, pero Anthony no lo hizo.
—¿Y cómo crees que me siento justo ahora viendo que estás usando el collar que te regaló?
—Es una mera cortesía—afirmó con sinceridad—. Tu hermana será princesa Anthony, yo no me casaré con él. Solo déjame hacer mi trabajo, porque si él me lo propone antes y lo rechazo, entonces tendré un problema grande con la Reina.
—¿Entonces si te lo propone considerarías aceptarlo?
—Parece ser el único con seriedad hasta el momento—contractó—. Lastimosamente para él y para mí, hay cierto mosquito con un gran ceño fruncido y pintas de vizconde acechando.
Anthony sonrió de lado.
—Pero tengo prioridades justo ahora, y en ellas no está esperar.
—No planeaba hacerte esperar mucho tiempo tampoco, Alex—murmuró.
La puerta cerrándose ocasionó que ambos saltaran de la sorpresa y se distanciaran considerablemente.
—Apestosa, la cabeza me está matando, ¿tienes alguna de tus extrañas pociones de York que pueda ayudarme a...?— Colin miró a Anthony con el ceño fruncido y luego a Alex simultáneamente—, ¿te está molestando?, ¡Oye, vete de aquí!
Casi a regañadientes y a patadas salió huyendo Anthony, bajo la sonrisa de satisfacción de Colin por sacarlo de esa forma.
—Lo vi entrar, debes ser más cuidadosa la próxima vez—señaló a su amiga con una sonrisa cómplice.
—Yo no lo vi entrar—le respondió riendo.
—Deben de dejar de ser tan obvios o la gente comenzará a hablar.
—¿Qué gente, además de ti? —cuestionó, pero solo recibió que le despeinara el cabello en respuesta.
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—Parece que quiere huir y desaparecer.
Alex y el Príncipe Friedrich bailaban magistralmente haciendo la pista de baile suya, mientras tanto, Simon, Anthony y Daphne los miraban al igual que el resto de las personas.
—La Reina Charlotte se ve muy complacida—intentó animar Daphne.
—Ella está buscando a alguien con la mirada—mencionó Simon, y como voz de profeta, Alex hizo contacto con él gesticulando un "Auxilio" —. Oh, creo que sí estaba buscando a alguien.
La pieza acabó, Alex se despidió del Príncipe pero él no iba a permitir que se marchara tan pronto, así que ante la atenta mirada de todos los presentes (y más la inquisitoria vista de Cressida Cowper), iniciaron otro baile.
—¿Por qué no lo pisa y ya? —cuestionó Anthony, cansado de ser el espectador de tal espectáculo.
—Porque si lo pisa, Friedrich será el que se disculpe—complementó Simon con una mueca—. La sonrisa que tiene en el rostro es falsa.
—¡La ha pisado, la ha pisado! —masculló Daphne al mirar que su amiga detenía el baile para tomar su pie con dolor.
—Está fingiendo—declaró el duque.
El Príncipe Friedrich era un caballero con todas las letras de la palabra. Se detuvo inmediatamente, tomó a Alex con delicadeza y la posó en una silla que sus cortesanos colocaron cerca de la pista.
—Debemos ir a verla—propuso Daphne y los tres se encaminaron hasta encontrarse frente a Alex, que era atendida por el médico real que acompañaba a la Reina en todas sus visitas.
—Oh, Daphne, justamente le mencionaba a Su Majestad que hoy lucías radiante, ¿no es verdad?
—Su vestido es exquisito, Lady Bridgerton—alagó el Príncipe, Daphne se tapó con la mano y soltó un sonido sumamente extraño.
Alex tuvo que cubrirse también para no reír mientras Daphne se disculpaba.
—Daphne es la mejor cociendo, en verdad, su bordado humilla completamente al mío en todos los ámbitos posibles.
—No lo dudo—murmuró el duque, y Alex lo miró mal.
—¿Por qué no bailan una pieza? —señaló a ambos a la par que el médico se alejaba al no encontrar nada fuera de lo común, pero indicando que se quedara en aquella silla por cualquier posibilidad—. No quiero arruinar su noche, Su Majestad, y este baile es puramente en su honor. Sería un desperdicio de su tiempo que se quedara parado aquí esperando.
Después de negativas, pero de mucha insistencia también, Daphne y el Príncipe Friedrich se dirigieron a la pista. La Reina Charlotte miraba la escena con el ceño claramente fruncido, pero finalmente se relajó al ver lo bien que Daphne se desenvolvía en la pista.
—Eres una pésima casamentera—dijo el duque con una sonrisa, y al ver que ella se estaba parando para marcharse, la detuvo con una mano obligándola a sentarse otra vez—. Pero eres aún peor como actriz, se van a dar cuenta de que no fue nada.
—Me pisé yo misma—declaró Alex riendo tímidamente, Simon no pudo aguantar la carcajada y Anthony estaba en la misma posición.
—¿Por qué huyes del príncipe?
—¿No se ven lindos juntos? —preguntó haciendo caso omiso a la pregunta, señalando con la mirada a Friedrich y a Daphne—. Yo creo que sí.
—¿No es a ese estatus a lo que aspiran todas? —se inmiscuyó Anthony—. A ser una princesa y posteriormente una reina.
—Como duquesa puedes hablar, a mí me gusta mucho conversar y dar opiniones—explicó—, como princesa no puedes hacer mucho. Además la prensa de Prusia me acabaría, ya lo han hecho con anterioridad y su madre me tacha de libertina.
—Que ventajoso resulta no tener madres, ¿no es así? —aquel comentario de humor ácido incomodó a Anthony, pero a Alex pareció divertirle.
—¿Cómo bromean con eso? —preguntó con una ceja levantada.
—Nunca las conocimos—se encogió de hombros, acostumbrada quizá a tener ese cuestionamiento—. No se ama a quien no conoces. Por supuesto que las queremos, pero no lo sé, es difícil de explicar.
—Sí, no lo entenderías amigo—afirmó el duque palmeando la espalda del vizconde.
Anthony recordó el pánico que vivió con su padre, pensó que lo estaban subestimando, pero no quiso hacer ningún comentario al respecto.
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El paseo cerca del lago era ya una tradición y había dos parejas que destacaban entre todos por motivos muy similares.
El Príncipe Friedrich caminaba con Alex Spinster compartiendo risas, con Anthony y los cortesanos por detrás, y por el otro lado, Simon Basset y Daphne Bridgerton intercambiaban palabras cerca del puente. Daphne no se veía feliz.
El duque le estaba solicitando que pararan la farsa, pues había sido tiempo suficiente para que ella tuviera un fuerte cortejo.
Daphne no lo aceptó, pero el duque estaba decidido. Había tenido una conversación la noche anterior con Lady Danbury que le habría abierto los ojos, y que ahora atormentaba a su corazón también.
Daphne quería llorar y se sentía rota ahí mismo.
Daphne se había enamorado del duque, pero él no la miraba a ella. Jamás la había mirado a ella, y eso la destruyó.
—Me ha alagado tanto como no se imagina durante su estancia en Londres, Su Majestad—lo alagó Alex, el Príncipe se llenó el pecho de orgullo y le sonrió a la par que besaba su mano—. Tanto así, que si me lo propusiera en este mismo instante, aceptaría sin pensarlo.
Anthony pensó que iba a desmayarse, el Príncipe Friedrich se mostró sorprendido e hizo una seña al aire, uno de los cortesanos se adelantó con una caja de terciopelo verde en alto.
—Pero creo que se ha limitado mucho al pretenderme. Hay un montón de mujeres preciosas allá afuera que no se ha detenido a observar, y que serían unas perfectas esposas.
—Estoy buscando una Reina, Lady Spinster—declaró—, no a un trofeo.
—Lo entiendo perfectamente, Majestad, pero de verdad necesito que abra un poco el panorama—Alex señaló con la mano al campo abierto en donde mujeres y hombres caminaban, algunos prestando atención a donde ellos se encontraban, y otros como el duque y Daphne estaban sumidos en sus pequeñas conversaciones—. No quiero que piense después que ha tomado una decisión incorrecta.
—Jamás lo pensaría así, Excelencia.
—Salga y conozca a las demás debutantes—lo animó—. Y si después de todo eso aún planea buscarme, créame que lo estaré esperando.
—¿No podré hacerla cambiar de opinión, no es verdad? —él sabía para sus adentros que estaba siendo rechazado, pero aún así, tenía una pequeña esperanza. Anthony no podía quitar la sonrisa boba que tenía en el rostro. Ella negó, y el asintió resignado.
Daphne caminaba de regreso con la mirada afligida, Alex se desconcertó al observar que la joven quería llorar. Se excusó con el Príncipe y fue a su encuentro, pero ella rechazó el tacto y se marchó hasta encontrarse con su madre.
Alex entonces cuestionó a Simon con la mirada, y Anthony lo hizo de igual forma.
—Me iré de Londres esta misma tarde—afirmó, y al ver la cara de espanto que soltó Alex, intentó aclarar la situación—. Iré a Hastings, necesito hacer unos pendientes y solo en esa locación podré hacerlo.
—¿Por qué no me lo dijiste? —le preguntó herida.
—Porque he tomado la decisión ayer por la noche—le respondió. Simon tomó con delicadeza la mano de Alex ante la atenta mirada de Anthony—. Pero no pongas esa cara, estaré de regreso el lunes por la mañana.
—¡Eres un tonto, me asustaste! —Alex arrebató su mano y golpeó el pecho del duque—. Pensé que te marchabas para siempre o algo así.
—No podría aunque quisiese—se rio.
—Solo promete que me traerás un poco de las bayas de Hastings, por favor—renegó la joven duquesa.
Simon tomó ambas manos de la joven y las levantó hasta su pecho.
—Te prometo que la próxima vez que vaya a Hastings, te llevaré conmigo.
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[X] Muchas gracias a todos por sus comentarios y votos , espero estén disfrutando de la lectura tanto como yo lo hago escribiendo ♥.
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