Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝐃𝐮𝐨

II

—Siento que la cabeza me va a estallar— murmuró Alex en el hombro de Colin.

—Ya casi llegamos, no falta mucho— le respondió su amigo, acariciándole el cabello levemente—. ¿Crees que te sentirías mejor si te desajusto el corset?

—Joanne me asesinaría—rio en su lugar.

Eloise y Daphne, frente al par de amigos, se miraron curiosas entre ellas. No recordaban permitirse a ese tipo de confianza con amigos varones —la verdad era que no tenían amigos varones—, por lo que les resultaba muy extraño admirar la relación tan fuera de lo común de su hermano con la señorita Spinster. Daphne, en realidad, se encontraba más escandalizada desde que escuchó a su hermano insinuar soltar el corset de Alex y que esta no lo riñera.

—¿De qué color debería solicitar los vestidos?

—¿Desde cuándo te importa el color de un vestido? —pero ante el comentario de Colin, las tres mujeres lo miraron mal—. ¿Qué te parece amarillo?

—Creo que esos colores los van a reservar las Featherington esta temporada— acotó Daphne, sumándose a la conversación.

—El amarillo nunca ha sido mi color, de cualquier forma.

—Ninguno lo es—murmuró Colin. Las chicas se vieron entre ellas, temerosas de la reacción de Alex, pero se encontraron con que reía abiertamente en compañía de su hermano, solo para después darle un golpe justo en donde anteriormente había descansado su cabeza—. ¡Auch! Olvidé que tenías la mano pesada.

—Pues yo creo que cualquier color se te vería bien, Alex— afirmó Eloise.

—Gracias, cariño—le sonrió sincera—. Ya lo ves, ¿por qué no eres como tu hermana?

—Porque no se me darían las horas del día para escribirte tantas cartas.

Colin esperaba que el ácido comentario ocasionara nuevamente risas, pero por el contrario, se encontró con la negativa de Alex.

—A mí me gustan todas esas cartas— le dijo a Eloise—. Todas y cada una de ellas las conservo muy bien. No hagas caso a nada de lo que él te diga, está celoso porque a él tardo en responderle y a ti lo hago inmediatamente.

Y le dio un codazo al chico sin que sus hermanas se dieran cuenta.

—Tiene razón— dijo con el propio aire que le quedaba.

—No creo que a su futuro esposo le guste el tipo de relación que tiene con mi hermano— afirmó Daphne sacándose un peso de encima.

—Tendrá que hacerlo— respondió serena al cuestionamiento—, porque venimos en combo. O si no, siempre existe la separación.

Daphne se horrorizó ante sus palabras.

—Es broma— afirmó Alex, aunque muy para sus adentros no pensaba que lo fuera.

—De cualquier forma, solo necesitas un hijo, ¿qué no? — preguntó Colin.

—Así es— respondió girando los ojos—. Aun así, no le daré a la sociedad cotilla más materia para destruirme, suficiente tuve con el bombardeo mediático en Oxford.

—Fue tanto el escándalo que hasta en Eton se enteraron— añadió Colin

—¿Asistió a Eton College?

—Mis influencias no llegaban a tanto.

Modiste, la boutique de Madame Genevieve Delacroix era un sitio muy pintoresco en el centro de la ciudad; poseía en sus maniquíes los más exquisitos diseños de vestidos y cualquier otro accesorio que se le pudiera añadir a los mismos. Cuando llegaron y tuvieron el primer contacto con la diseñadora, Alex pudo notar en un primer plano dos cosas;

Que Madame Delacroix fingía muy mal su acento francés, y que quizá había subestimado mucho el usar ese tipo de vestidos, porque le habían parecido maravillosos.

—¿Cree que podrá tenerlos listos para antes de la fecha de presentación? —cuestionó después de pedir, por lo menos, veintitrés modelos diferentes en todo tipo de tonalidades.

—Mademoiselle, lo que me pide es imposible— se afligió la modista—. Quiero decir, es casi el inicio de la temporada, tengo un montón de diseños por delante, y...

—El dinero no es problema, por favor, añada la comisión que crea necesaria para que mis vestidos queden por encima de cualquiera que los haya solicitado con antelación— hizo una pausa, pensándolo un poco más—. Excepto los de la familia Bridgerton, claro está.

Colin se paseaba ahora nervioso por la boutique. Alex no estaba consiguiendo lo que quería, y eso la iba a poner de malas.

—El motivo no es el dinero— aclaró Madame Delacroix—. Han sido mis clientas por años, no es algo que pueda hacer, lo siento.

El ojo izquierdo de Alex sufrió un ligerísimo y casi imperceptible tic que solo Eloise fue capaz de notar.

—Creo que no nos estamos entendiendo, Madame— la sonrisa que mostraba los dientes de Alex era un indicativo de que se encontraba irritada. Daphne aún no salía del probador, y Colin se comenzó a desesperar—. Podemos colaborar las dos, usted haciendo mis vestidos, y yo usándolos. Es algo que simplemente no puede rechazar.

Eloise paseaba su mirada analítica entre las dos mujeres, haciendo notas mentales sobre su comportamiento.

—No quiero sonar grosera o impropia— dijo la modista—, ¿pero qué tendría eso de colaborativo para mí?

—Que los usaría Lady Spinster, claro está— afirmó Colin sin mirar, entendiendo cuál era la carta que su amiga quería usar.

—¿Perdone?

—¿Lee usted a Wistledown? —cuestionó Eloise, y cuando obtuvo una afirmación, prosiguió hablando—. Es que está hablando con la protagonista del número de hoy.

—¡Lady Spinster! Lo siento mucho, no se nos había presentado como se debía. Disculpe las molestias y el atrevimiento por mi parte— mencionó tan rápidamente que las palabras se le atravesaron en la boca. Sería el mayor acto de publicidad que podría tener, ser la modista estrella de los conjuntos utilizados por alguien que daría mucho de qué hablar esa temporada—. Tendrá sus vestidos listos, yo misma me encargaré que estén perfectos. Por favor, párese aquí, le tomaré las medidas.

En medio de la toma de medidas, Alex sintió el pinchazo de un alfiler en el área de las costillas. No hizo ningún ruido al respecto, la verdad era que dentro de lo que cabía, entendía que se lo había ganado.

—¿Cómo me veo? —preguntó Daphne saliendo del probador.

—Exquisita— comentó Alex, asintiéndole en aprobación—. Definitivamente ese rosa palo es tu color.

—Muchas gracias, Lady Spinster.

—Alex— aclaró—. Me hace sentir vieja cada vez que me hablas de usted, Daphne.

La joven rio y asintió, entrando nuevamente al probador para cambiarse. Colin movió la cabeza para estirar el cuello, que se le había torcido de tanto intentar no voltear a donde estaban sus hermanas.

—¿Ya has escogido algo, Eloise? — preguntó Alex bajándose del semi pedestal.

—Cualquiera está bien—respondió la pequeña Bridgerton.

—Ya vámonos— insistió Colin—, escojan el que sea. Me duelen los pies.

—Puedes esperarnos en el carruaje, si es que te sientes tan cansado.

—Iré a dar una vuelta—aclaró—, no se vayan sin mí.

—No prometo nada— Alex se giró sonriente hacia donde se encontraba Eloise y juntó una de sus manos con la de la joven—. Creo que un color verde menta se te vería precioso, o uno lila. Hay tantos modelos que también te favorecerían, pero si es que te gusta algo más, solo dilo y...

Continúo hablando. Alex se veía muy reflejada en Eloise en muchísimas ocasiones, y si bien sentía que había tenido el apoyo correcto, quería ser ese mismo apoyo para que Eloise pudiera desarrollarse como mejor a ella le gustaba. Entendía, además, que había sido privilegiada hasta cierto punto en que las decisiones solo fueran entre su padre y ella, y eso era algo que la joven Bridgerton no lograría porque absolutamente todos sus hermanos poseían una fuerte opinión.

También lo que menos quería era que Eloise creciera con las mismas inseguridades que ella no pudo tratar.

—Alex— la interrumpió—, me gusta este.

Era un bonito vestido color durazno con unos pocos adornos de pedrería, Alex asintió gustosa. Era simplemente perfecto.

—¡Pruébatelo!

—No es necesario— afirmó segura de sí misma—, me gusta y me lo llevaré. Madame Delacroix ya tiene mis medidas.

—Tengo un conjunto de joyería que se te vería precioso con ese vestido, cuando lleguemos ordenaré que lo desempaquen y le hagan las modificaciones pertinentes. Vas a lucir espectacular.

—Gracias, Alex—dijo con sinceridad en la voz.

━━━━━━✧♛✧━━━━━━


Los dolores de cabeza volvieron para Alex la primera noche que llegó a la casa Bridgerton, después de que se permitió llorar abiertamente en su cama. Estaba hecha un mar de emociones, todo estaba cambiando a su alrededor en tan poco tiempo, y no le gustaba que las otras personas la vieran vulnerable, pero es que en verdad todo se le estaba derrumbando.

La única manera que tenía para soportar un poco era desahogándose escribiendo, pero la poca luz que llegaba a su habitación hacía que se irritaran más los ojos si eso era posible, y francamente se hallaba tan sensible que prefería concentrarse en otras cosas, como sus labores de duquesa, por ejemplo.

Alex descendió las escaleras, buscando a su dama de compañía o a cualquier empleado. Debía ser ya pasada la media noche, pero si se acostumbraban a hacer los rondines iguales a su residencia, optaba porque algún empleado aparecería por el salón.

Se sentó entonces a esperar, y mientras lo hacía, trabajó en algunos bocetos que tenía en mente y en borradores de sus escritos. Las horas continuaron pasando y se encontraba tan ensimismada haciendo unos cálculos que no notó que la puerta principal fue abierta, aún más, que el Bridgerton mayor fue quien ingresó, y que cuando la vio, se asustó tanto que gritó ocasionando un efecto espejo en la joven.

—Lord Bridgerton— exclamó Alex mientras su pecho subía y bajaba por el susto anterior.

—Lady Spinster—continuó Anthony, también controlando su respiración por el susto—. Lamento haberla asustado.

—Pensé que le había dado autorización para tutearme.

—Lo mismo puedo decir— dijo sonriendo—, de cualquier forma, Alex, puedo saber ¿por qué estás despierta a las tres de la mañana?

—No podía dormir—se sinceró con él—. Estaba trabajando en unos bocetos de una represa que necesito construir en York. Han estado padeciendo los estragos de las sequías en sus cosechas, pero me encontré con un problema que no logro cuadrar. Iba a despertar a Colin para recibir ayuda, pero...

—¿Dos mas dos terminan siendo cinco? —preguntó adivinando el problema, pues conocía a Colin y sabía que las matemáticas no eran lo suyo, y obtuvo una respuesta afirmativa acompañada de una risa—. ¿Me permites ver? Quizá sea de ayuda. Me gusta mucho el diseño, pero las actividades de vizconde son mucho más diplomáticas que de acción.

—Sí, por supuesto—le respondió extendiéndole los cálculos.

Anthony le dio un rápido vistazo, uno por encima, antes de inmiscuirse entre todas las páginas al notar que la chica sabía exactamente lo que estaba haciendo.

—Te subestimé.

—Viene casi por añadidura al conocerme—dijo Alex encogiéndose de hombros—, te diría que me da igual, pero la verdad es que si algo me molesta de sobremanera es ver la cara del tribunal concejal de York cuando yo doy ideas.

Anthony levantó la cabeza y se encontró con unos ojos que miraban furiosos a la pared continua a él, sabiendo que se imaginaba a todos esos hombres mayores y muy tradicionalistas usando grandes pelucas blancas.

—¿No las siguen entonces?

—¡Claro que las siguen, porque creen que es mi padre quien las hace! —exclamó llevándose las manos a la cabeza—. Llevo más de dos años manejando de primera mano todas las acciones que un duque debe hacer, desde que mi padre cayó en cama. Todas las obras, todas las mejoras de York, han sido cosa mía, y ellos creen que mi padre, moribundo en una cama, eran quien ordenaba todas y cada una de ellas.

Anthony observó que la vena de la frente de Alex parecía que iba a reventar, y que sus manos estaban echas puños. Sin embargo, el único pensamiento que le cruzó por la mente, era que se veía muy adorable.

—¡Oh, pero los bailes! La organización de los bailes sí que pensaban que lo hacía yo—entonces, sobre la mesa, se acercó a donde Anthony estaba sentado, poniéndolo nervioso—. ¿Quieres saber quién los organizaba?

—¿Tu dama de compañía?

—¡Pues claro está que yo! —contestó, tirándose nuevamente en el sillón. Anthony respiró tranquilo—. Pero de cualquier forma, necesito un esposo para que me dejen en paz, uno que no pueda externar opiniones o que simplemente no le importe y me siga la corriente.

—Quieres un mudo—le contestó con media sonrisa.

—Un títere—aclaró, también riendo—, pero no creo que sea fácil conseguirlo.

—No, a los hombres aquí les gusta hablar de sobremanera incluso cuando desconocen del tema—afirmó, prestando atención a un punto mal puesto en uno de los cálculos de Alex—. Creo que encontré el problema.

Tomó la pluma y el tintero y arregló el problema, entregándole las hojas a la joven, que sonrió satisfecha.

—Muchas gracias—y obtuvo un asentimiento de cabeza en respuesta—. ¿Crees que tarde mucho para que llegue el servicio?

—¿Tienes hambre? —cuestionó el joven.

—Necesito cierta cantidad de volúmenes de libros de la biblioteca familiar, y quisiera mandar a alguien para obtenerlos.

—Quizá no tengamos los mismos títulos aquí, pero habrá algunos parecidos—le indicó Anthony, señalando el acceso a la biblioteca.

—¡Oh no! — respondió Alex negando rápidamente—. No hay nada más personal y familiar que la biblioteca de la casa, lo siento, pero no podría entrar ahí.

—¿Por qué no? —inquirió Anthony, levantándose de su lugar—. Soy la cabeza de esta familia, yo te doy el acceso que requieres, por favor, toma los libros que necesites.

—Agradezco tu amabilidad, pero continúo en mi postura.

Anthony soltó un suspiro y se masajeo las sienes. Sí que estaba frente a una chica terca.

—Bien, para que puedas seguir trabajando, creo que podrás darme por lo menos unos títulos y yo ir a buscarlos, ¿te parece bien?

Alex asintió, y tomó un trozo de papel para escribir rápidamente, después se lo extendió a Anthony quien lo tomó y leyó.

—Creo que tengo algunos—haciendo memoria, se giró a mirarla—. Te diría que me acompañaras, pero sé que te rehusarás. Enseguida vuelvo.

Anthony no tardó más de unos minutos en encontrar los libros de física que buscaba, pues los tenía bien organizados. Cuando regresó y dejó la pila de libros en la mesa, observó que Alex ya se había dormido presa del cansancio.

Pensó en moverla para que se despertara y pudiera subir a su habitación, pero francamente lucía agotada como para hacerlo, además de que después del ajetreo diario que se vivía en su hogar, prefirió pasar de esa idea. En su lugar, tomó la pila de libros y los apuntes de Alex, incluso un libro de poemas que estuvo tentado a leer —pero que no hizo, porque sería invadir excesivamente la privacidad de la joven—, y subió a depositarlos en la mesita de noche del cuarto de la futura duquesa.

Regresó y miró a Alex, se veía tan tranquila y serena que podría quedarse a mirarla mucho tiempo, pero notaba que en esa posición el cuello la mataría al día siguiente, por lo que sin pensarlo tanto la tomó en brazos y subió las escaleras con ella, dejándola en su cama delicadamente y arroparla lo mejor que pudo.

Apagó las velas, cerró la puerta de su habitación y se encaminó a la suya, sin imaginarse que uno de los Bridgerton cotilla había presenciado todo desde el otro lado del pasillo.

━━━━━━✧♛✧━━━━━━


El "entrenamiento matrimonial" que se vivía en la residencia Bridgerton parecía ser un extenso campo de batalla. Todas las mujeres de la familia colaboradas exhaustivamente para que Alex pudiera imitar a la perfección lo que hacían.

Daphne le había enseñado a hablar con propiedad y a no inmiscuir temas que a los hombres no les gustaran tratar. Hyacinth conducía un taller intensivo de costura y bordado que la joven Spinster apenas era capaz de imitar, ganándose de por medio varios pinchazos. Incluso Eloise colaboraba, explicándole a Alex uno a uno cuáles eran las cualidades que debía de buscar en un esposo, aunque parecía que ella tenía claras sus prioridades.

Buscaba a un títere, o a un mudo.

En la tarde noche del jueves, el cuarto día desde que Alex había llegado a Londres, Anthony entró por la puerta principal. Se le habían quedado unos papeles importantes y necesitaba recogerlos con urgencia, pero resultó toda una sorpresa encontrarse con que en el salón halló a sus hermanos y a su madre sentados uno a uno en los sillones, con diversos bocadillos y chocolates mirando hacia el centro de la habitación. Cuando sus ojos se dirigieron hacia ese lugar, pudo notar el motivo; Alex estaba caminando con 5 libros en la cabeza, intentando balancearlos lo mejor que podía.

—¿Qué están haciendo? — preguntó a viva voz, ocasionando que Alex se tambaleara por la sorpresa y casi se callera, de no ser porque Benedict había reaccionado tomándola de la cintura y sirviendo de apoyo.

—Transformamos a Alex en señorita— informó Gregory, consiguiendo con esto que Hyacinth lo pellizcara—. ¡Oye, auch!

—Debe ser una tarea difícil entonces—sonrió de lado, tomando lugar en uno de los sillones individuales y fijando sus ojos en la futura duquesa.

—¿Qué haces aquí, de todas formas? —le cuestionó Benedict, pero no obtuvo respuesta.

—Lo estabas haciendo excelente hasta que te interrumpieron— dijo Daphne complacida con una sonrisa en el rostro—. Mamá, ¿por qué no ponemos en práctica lo que hemos aprendido?

—Me parece bien—después volteó y miró a sus hijos—. Colin, por favor.

Colin se paró del sillón que compartía con Eloise y Daphne, se dirigió hacia donde se encontraba Alex e hizo la reverencia rutinaria a la cual Alex respondió.

—Hoy se ve muy hermosa— afirmó, pero luego se giró un poco aguantándose la risa y Alex se mordió el labio inferior para aguantarla también.

—Gracias, su excelencia— Colin hizo una mueca, incapaz de mantenerse serio.

—¿Me permitiría bailar con usted?

—Será un placer— y justo cuando se disponían a bailar, ambos no pudieron aguantar más la risa.

—¿Qué pasa? —cuestionó Daphne.

—Colin la pisó—dijo Gregory riendo a carcajada abierta y quitándole de la mano uno de sus chocolates—. Le pisó el vestido.

Benedict Bridgerton se levantó de su asiento, indicándole con la vista a Colin que se sentara —a lo cual no puso resistencia— ante la atenta mirada de todos los presentes, y más específicamente, del vizconde.

—Déjeme decir, Lady Spinster, que se ve radiante esta noche. Ni todas las estrellas en el cielo son capaces de irradiar el brillo tan exquisito que emana—le extendió la mano, y cuando obtuvo la de Alex, la dirigió hasta su boca para depositar un beso en el dorso de la misma, por encima del guante de encaje—. Me haría un honor si me concediera un baile.

El resto del batallón Bridgerton se miraron entre ellos. Eso no era parte del ensayo que tenían previsto, pero Benedict lo estaba haciendo tan bien y natural que Violet no los interrumpió.

—Será un honor— respondió Alex, agachando la cabeza un poco y luego levantándola nuevamente. Benedict entonces tomó el trozo de papel de su muñeca, aquel que incluso Alex había olvidado que poseía, e hizo el ademán de firmarla.

Los compases que usaron entonces para bailar alrededor del salón fueron magistrales. Benedict sabía muy bien cómo dirigir a su pareja dando un espectáculo maravilloso ante los ojos de quienes se encontraran presentes. Anthony entonces sintió un pinchazo extraño al ver a la pareja tan ensimismada y compartiendo susurros que no llegaban a sus oídos. Se levantó de pronto, dispuesto a irse, pero justo cuando la pareja se encontraba cerca de él, tuvo un impulso y tomó a la señorita Spinster, arrebatándosela a su hermano y continuando el baile.

—¡Anthony— lo retó su madre, pero él no se inmutó. Siguió guiando a la señorita al ritmo de la canción imaginaria que sonaba en su cabeza, y lo hacía tan bien que a pesar de la duda en la mirada de la joven, lo siguió sin chistar.

—Tiene que estar preparada por si esto ocurre, madre— explicó, sin separar sus ojos de los de ella.

—¿Ocurren cosas así? —preguntó Eloise—. Ese tipo de arrebatos, ¿son comunes?

—Claro que no— finalizó Colin, pero la pareja no le prestó atención.

—¿Qué estás haciendo, Anthony? —le preguntó Alex entre susurros.

—Bailando, entrenándote, bastantes cosas si se me permite decir.

—Sabes que no me refiero a eso.

Se quedó en blanco porque no halló qué responder, porque no tenía una razón para su actuar. Su salvación llegó en forma de uno de sus asistentes, quien se asomó en la puerta para cuestionar por qué se estaba tardando tanto. Anthony se excusó rápidamente con los presentes, tanto así que nadie pudo responder, y salió corriendo hacia su estudio.

—¿Qué ha sido todo eso? —cuestionó Eloise.

—No tengo idea, pero creo que ha sido suficiente entrenamiento por hoy—dijo la matriarca Bridgerton, y aunque nadie dijo nada más, todos estaban muy de acuerdo.

Anthony cruzó a toda velocidad nuevamente el salón hacia la entrada de la casa, cuidando no hacer contacto visual con nadie. Se despidió en general, y pidió que se le considerara un asiento en la cena.

—Siempre lo hemos hecho, aunque a veces no llegues—dijo tajantemente Benedict. Anthony no le respondió tampoco, simplemente se marchó, huyendo de sus problemas como siempre lo había hecho.

Y Alex se quedó aún de pie, viéndolo irse, confundida nuevamente por la reacción de aquel hombre. Colin, por otra parte, podía hacerse ideas de qué era lo que estaba ocurriendo, pero no era el único.

Cada Bridgerton sospechaba a su manera.

━━━━━━✧♛✧━━━━━━


And will you pray for me?

Or make a saint of me?

And will you lay for me?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro