──❨✨❩ 𝟢𝟢𝟣: 𝖤𝗌𝗍𝗈 𝗇𝗈 𝖾𝗌 𝗋𝖾𝖺𝗅
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「❛ Capítulo uno ❜」
¿𝖴𝗇 𝗁𝖺𝖽𝖺 𝗊𝗎𝖾 𝗁𝖺𝖻𝗅𝖺? 𝖤𝗌𝗍𝗈 𝗇𝗈 𝖾𝗌 𝗋𝖾𝖺𝗅
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𝖴𝗇 𝖼𝗁𝗂𝖼𝗈 𝗋𝗎𝖻𝗂𝗈 𝖼𝗈𝗇 𝗈𝗃𝗈𝗌 𝖺𝗓𝗎𝗅𝖾𝗌 𝖾𝗇 𝗎𝗇𝖺 𝗁𝖺𝖻𝗂𝗍𝖺𝖼𝗂𝗈́𝗇 𝖺𝗃𝖾𝗇𝖺,
𝖽𝖾 𝗇𝗈𝖼𝗁𝖾 𝗒 𝗌𝗂𝗇 𝖼𝖺𝗆𝗂𝗌𝖺 𝗊𝗎𝖾 𝗍𝗂𝖾𝗇𝖾 𝗇𝗈𝗆𝖻𝗋𝖾 𝖽𝖾 𝖯𝖺𝗇, ¡𝗇𝗈!
𝖳𝖺𝗆𝗉𝗈𝖼𝗈 𝖾𝗌 𝗋𝖾𝖺𝗅
──── ¡¿𝐐𝐔𝐄́...𝐇𝐀𝐒...𝐇𝐄𝐂𝐇𝐎?! ──Un gallo saltó de la voz chillona de la horripilante, espantosa, horrenda, monstruosa...Espera, ¿estoy repitiendo mucho los adjetivos, verdad? Dejémoslo en la chillona de la señora Blair, la horripilante señora Blair. La misma mujer que se encarga de cuidar a las niñas huérfanas del orfanato Brillant en la calle solitaria Blirland, o mejor dicho, la que se encarga de hacer realidad las pesadillas de todas las chicas de aquel espantoso orfanato alejado del País de las Maravillas o, al menos, eso decía Bellamira pero la pobre esta vez no pudo salirse con la suya.
──Te he dicho tropecientas mil veces que no salgas por las tardes, tienes muchas tareas pendientes ¡aquí! ──Otro gallo salió de su garganta, esta vez mucho más chillón que antes.
──Pero mi queridísima señora Blair... ──Intentó decir Bellamira con una bonita y dulce voz──. Tan solo quería dar una vuelta y así ir al parque y poder leer.
──¡Cállate, cállate, cállate! ──Sus gritos eran cada vez más grandes y las niñas de en derredor intentaban pasar desapercibidas ocultándose entre las cestas llenas de ropa, otras erguidas detrás de las grandes plantas que decoraban el lugar y la más afortunadas se escondían detrás de una mesa agachadas, mientras tanto, Bellamira saludó con una sonrisa de aquínopasanada a una chica que pasaba por allí media despistada.
──¡Me callo, me callo, me callo! No lo volveré a hacer mi querida señora. ──Volvió a sonreírle como un angelito pero si algo se sabía de la señora Blair es que no tenía corazón alguno por lo tanto ni siquiera un te quiero valdría.
──Esos trucos no funcionan conmigo, niña estúpida. Y tráeme eso. ──Le quitó el libro que llevaba en la mano a Bellamira, se trataba de un ejemplar que le había regalado la madre antes de fallecer. «Cuídalo mucho, cariño, este libro es mágico y en él deberás de descubrir tu destino». A Bella se le quitó la sonrisa y el mismo terror se apoderó de ella. La señora Blair era capaz de todo y mucho más de romper un libro puesto que a ella no le gustaba absolutamente nada, era una amargada sin sentido.
──No por favor..., ese libro es importante para mí. ──Sus intentos no funcionaron y Blair rió por el terror que había sembrado en la muchacha.
──¡Ja! Te crees una sabelotodo pero después lloras por un librito.
──Ese librito es de mi madre y es lo único que me queda de ella ──se defendió como pudo incluso poniendo una cara seria pero en el fondo estaba realmente asustada, no sería la primera vez que Blair quemara un libro o lo redujera a cenizas.
──Como castigo me lo quedaré esta noche y mañana te lo daré si te portas bien.
Dicho en otras palabras, «no lo volverás a ver».
──Pero... ──repuso Bella mientras alargaba su mano para recogerlo.
──Y no hay más que hablar. ──Blair apartó el libro del alcance de la muchacha y le dio la espalda, no sin antes decir──: ¡Ah! Más te vale ir ya para tu cuarto y que sepas que he puesto correderas a las ventanas para que no puedas abrirlas.
──¿De verdad crees que voy a salir por una ventana estando a más de 10 metros de alto del piso?
──Contigo todo es posible así que un intento más de violar mis condiciones y mañana este libro me será de gran utilidad para hacer la hoguera. ──Y sin más se marchó, dejando a Bellamira sola.
Y en realidad si había intentado escapar por las ventanas y seguir el pequeño borde de las paredes hasta llegar a alguna cobertura servible para poder seguir descendiendo pero sabía que el peligro que eso suponía era bastante grande así que dejó de hacerlo, simplemente lo único que quería era salir de aquel orfanato pero la señora Blair rara vez les dejaba a no ser que fuera con ella misma, lo único era ir al pequeño jardín que estaba detrás de aquel antiguo orfanato pero tan solo de veían plantas muertas e insectos medio descompuestos, no era un sitio precisamente ideal para la lectura por eso intentaba salir cuando Blair se despistaba o eso hacia creer a las muchachas.
Aquella tarde la descubrió y ni una sola vez pudo salir de aquel lugar desde que ingresó, a los 14 años. La señora Blair no quería visitas por lo que Bellamira no conocía a nadie en Londres que quisiera ayudarla y ofrecerle un hogar así que su única casa era aquel orfanato que si bien tenía a una bruja de por medio, le daba cobijo, comida aunque sea a base de sopa y pan y una cama en la que poder dormir de noche sin pasar frío.
✨✨✨
𝐁𝐄𝐋𝐋𝐀𝐌𝐈𝐑𝐀 fue a su cuarto, el cuarto de las desafortunadas pues era la estancia del castigo, estaba solitario con las cortinas echadas pues llevaba una semana castigada tras haberle puesto pimienta a la comida de Blair, de lo único que no se arrepentía era de no olvidar la cara que puso al ponerse las manos de pimienta en los ojos, parecía a punto de echar fuego, literalmente y ¡oh! Sus gritos, sus gritos eran mucho más satisfactorios a los oídos de Bella que aquellos gallos que le soltaba cada dos por tres. Volvió a sonreír tras recordarlo.
En aquella habitación grande y espaciosa con ventanas enormes y en forma de arco había cuatro camas, colocadas firmemente una al lado de otra por lo tanto quedaban dos a un lado y otras dos en el otro. Por suerte para Bella, tan solo estaba ella, sus compañeras o al menos la gran mayoría no querían estar con ella porque cada dos por tres planeaba cosas que les podría costar muchas horas de castigo y enfados y es por ello, que era la única castigada.
Una vez se puso el pijama, se soltó el cabello dorado y dejó que todos sus rizos corrieran por su espalda y luego tomó la cama más cercana a una de las ventanas, estás también estaban corridas, la señora Blair desde mucho antes ya planeó la idea de en que en poco tiempo, Bella hiciera otra vez alguna de las suyas más, sin embargo, pudo a abrir un poco el picaporte de esta y sintió una leve brisa, la luna iluminaba su rostro y bañaba los tejados de los edificios con una luz delicada y angelical, Bellamira posó sus codos sobre el borde de la ventana y contempló el paisaje, a lo lejos se veía el grandioso Big Ben de Londres. Le encantaba escuchar el sonido que hacía al llegar las doce o la noche de las brujas como ella solía decir.
Fantaseó durante un largo rato con poder salir de aquel lugar e investigar Londres por su propia cuenta sin la señora Blair, ser libre como lo era con sus padres. Recordó el libro que estos le contaban cuando salían al parque, al mismo parque que deseaba ir. «El mundo de Bellicenta» así se llamaba y trataba sobre un mundo lleno de brujas, dragones y toda clase de criaturas mágicas y nunca antes vistas, sin embargo, todos los cuentos que le regalaban sus padres no eran cuentos de hadas, no tenían una historia con un color de rosas pero si atisbaba la fuerza de voluntad de la protagonista, Bellicenta, una jovencita que trabajaba día y noche junto con su familia en un pequeño campo para seguir hacia delante y a medida que avanzaba el cuento luchaba por salvar a su familia, en cada una de sus líneas se dejaba entrever sus más mayores miedos pero era la fuerza de voluntad de la muchachita lo grandioso y mágico de aquel libro. «Cuídalo mucho, cariño, este libro es mágico y en él deberás de descubrir tu destino». Esa frase, la voz de su madre, la mirada del padre...fueron los últimos pensamientos que tuvo antes de quedarse dormida incluso apoyada al lado de la pared de la ventana. Pero también los pensamientos negativos que la acosaban día tras día: «Sirves solo para incordiar, ni siquiera tienes una familia a la que proteger, no eres una heroína, eres una fracasada, tu destino es ser una estúpida fracasada».
✨✨✨
𝐋𝐀 𝐃𝐄𝐒𝐏𝐄𝐑𝐓𝐎́ un sonido proveniente de la ventana, instándola de golpe.
──¡NO ME HE QUEDADO DORMIDA SEÑORA BLAIR! ──exclamó Bella al mismo tiempo que se levantaba súbitamente del suelo pensando que la señora Blair había venido a despertarla porque se había quedado dormida pero para su asombro, aún era de noche y la fina tela de las delicadas cortinas por la brisa que entraba en aquel paraje le acarició el rostro aún medio dormido.
Bellamira observó directamente el lugar donde atisbó el sonido justo en la ventana donde se quedó dormida pero aún así, no vio nada, solo silencio, silencio, silencio hasta que....
-¡AUCH! -Un gritito agudo y algunas figuritas cayeron al suelo, haciendo que un pequeño estruendo sonara justo en la puerta de entrada, haciendo que Bella girara rápidamente hacia la zona de ese extraño sonido, estando en alerta en todo momento.
──¿Quién anda ahí? ──preguntó Bella mientras se acercaba. Tenía miedo pero eso no le supuso no avanzar, sabía que podía ser una chica gastándole una broma. Sí, eso sería. Por supuesto, quitó la opción de que sea la señora Blair, esa mujer dormía tanto por la noche que incluso dándole una patada ni se daría cuenta. -¿Quién anda ahí? -Volvió a repetir Bellamira cada vez más cerca, no veía mucho pero la habitación estaba oscura con un aura blanca casi fantasmal por la leve luz que se infiltraba en la ventana a causa de la luna aún así, al no tener una visión segura cogió un sartén que estaba en la mesa de al lado, casi tira la vela que estaba ya consumida y derretida.
──Oye, si esto es una broma más vale que lo dejes donde está ──advirtió Bella, pero tan pronto como lo dijo, vio las figuritas de porcelana tiradas en el suelo, estaban rotas como si alguien se hubiera tropezado con ellas. La muchacha agudizó la vista y comprobó como algo diminuto se movía, se acercó un poquito más y...
──¡Cuidado que me pisas! ──Una de esas figuritas habló, ¡Sí, le habló! Pero no era blanca, era como una persona diminuta pero con alas doradas, un cabello cenizo blandiéndole por la espalda y un vestido verde oscuro como la esperanza. -Parece que has visto un fantasma pero no soy un fantasma.
Bellamirada estaba media encorvada con los ojos como platos, observándola sin decir ni una sola palabra.
──Oh... por favor...vale, sí, soy un fantasma. ──La chica diminuta se posicionó firmemente mientras se arreglaba el vestido y se daba mimos al cabello y al ver que la humana no reaccionaba dijo──: ¡BOOO!
Bella por fin reaccionó y le dio un sartenazo que la echó volando y no con las alas precisamente.
──¡AYYY! ──gritó esta al estamparse en la pared más lejana.
──¡DIOS! ¿Un hada que habla? Esto no es real ──dijo Bellamira echándose hacia atrás hasta que chocó con algo pero no era una pared pues todavía le quedaba para llegar hasta ella y además notó como un latido en su cabeza, ¿eran sus latidos que estaban a flor de piel? ¿O realmente se trataba de los latidos de otra persona y por ende, había alguien más allí?
-Vaya, ¿así es como tratas a una hada? -Era una voz varonil, efectivamente había alguien más allí.
Bellamira se dio la vuelta tan rápido como pudo y levantó el sartén lista para dar otro golpe.
──¿QUIÉN ERES? ──exclamó y preguntó a la vez con el sartén en alto.
──Tranquila ──dijo el muchacho mientras estiraba las manos para relajarla y presentarse──: Tranquila ¿vale? Mi nombre es Peter, Peter Pan y te prometo que no estamos aquí para hacerte daño.
Se trataba de un chico joven con el cabello rubio ondulado, no llevaba camisa pero varias ramas verdes como enredaderas acompañaban su torso. Sus ojos tenían una mezcla entre azul y verde pues incluso en la oscuridad reflejaban un brillo claro. Era alto y aunque también delgado dejaba entrever un torso bastante firme.
──¡Oh! Claro... ¡Cómo te conozco eso me relaja mucho más! ──dijo con desdén, haciendo ademán de amenazar de nuevo con el sartén.
Peter no se asustó y tampoco se echó para atrás.
──Mira, tienes dos opciones, ir conmigo a un lugar donde estarás feliz o quedarte aquí con esa mujer que no te respeta en absoluto.
Bellamira lo tenía claro. Era un sueño.
──Un chico rubio con ojos azules en una habitación ajena y de noche, sin camisa y con nombre de Pan, ¡no! Tampoco es real.
Cerró los ojos y...
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