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Capitulo 3

Jennie se quedó en casa al día siguiente e ignoró el mensaje de buenos días que Lisa le había enviado, pues ahora no podía dejar de pensar en las palabras de su padre ¿Qué pasaría si tenía razón? ella no podría resistir que Lisa la usara para pasar el rato.

Ella sabía que Lisa no era ese tipo de chica, pero su padre tenía un punto, él era un alfa y entendía como pensaban, además no podía negar su realidad, a ojos de la sociedad ella era menos que Lisa por ser una omega.

Jennie suspiró con cansancio, no quería seguir pensando en eso, así que se levantó de la cama y fue a prepararse el desayuno pues intuía que su padre se había marchado hace unas horas, entonces no habría nadie que la molestara o le gritara por todo.

Mientras desayunaba, el timbre de su casa sonó, ella se levantó y abrió, su rostro de cambio a uno de total sorpresa cuando vió a Lisa con una caja pequeña en su mano izquierda y unas flores en la derecha.

Jennie tragó en seco sin saber qué decir, así que solo se quedó ahí parada. La tailandesa por otro lado, movió sus pies con nerviosismo, tomó una honda respiración y se animó a hablar —Hola Jen, pasaba por aquí y bueno... quería darte algo— habló rápido, agradeciendo porque su lengua no se trabó y pudo entenderse lo que dijo.

La coreana sonrió pues estaba feliz de ver a la alfa frente a ella, sobre todo haciendo esos lindos gestos que solo ponían más inquieta a su omega —Oh, claro ¿quiéres pasar?— su voz tensa provocó una sonrisa en el rostro de la tailandesa, quien asintió en respuesta a esto. Jennie se hizo a un lado para que la más alta entrara y fue entonces que recordó que aún tenía su pijama puesta, ésta consistía en un pantalón de algodón junto a una blusa de tirantes.

La vergüenza invadió su cuerpo, pues seguramente se veía fea, ya que no tenía maquillaje —Siento mucho que me veas así— su voz apenada desconcertó a Lisa, quien tomó asiento en un sofá —¿A qué te refieres?— su ceño fruncido se veía adorable y solo provocó que la omega de Jennie se alborotara un poco más —Tiene poco que desperté, seguramente me veo fea— se abrazó a si misma mientras se encogía un poco frente a la menor.

El semblante de Lisa cambió por completo a uno de disgusto —No vuelvas a decir eso— su voz seria asustó a Jennie, pues la hizo creer que había hecho enojar a Lisa —Pero es la verdad Lis, solo mira lo que uso, parece sacado de la basura— miró al suelo, temerosa porque Lisa le de la razón y se vaya, porque ¿Qué alfa querría a una omega fea como ella?

En cambio, Lisa dejó los regalos a un lado y se levantó, tomó el mentón de Jennie y acarició su mejilla con el pulgar —Para mi siempre te vas a ver bonita— besó su frente y después ambas mejillas. La omega de Jennie enloqueció con esa acción.

El pecho de la mayor se llenó del calor ahora conocido que siempre aparecía cuando estaba con Lisa y como resultado, sus mejillas se colorearon de un tono rosado. Lisa por su parte, también pudo sentir a su alfa feliz, lo que la llevó a liberar más feromonas que envolvieron la habitación y a Jennie.

La omega podía sentir su corazón latiendo como loco, pues parecía estar a punto de salirse de su pecho, ésto aumentó más cuando la alfa le alzó el mentón y usó su pulgar para jugar con el labio inferior de la mayor —Eres una omega muy pequeña y bonita— le dijo la tailandesa al oído para después aspirar el olor de su cabello.

Jennie tembló y sin poder contenerse un pequeño gemido salió de sus labios cuando escuchó la palabra "pequeña". Lisa que estaba embriagada con el dulce coco que desprendía la omega, no lo notó.

Lisa siguió susurrando en su oído —Por favor, no vuelvas a expresarte así de ti, eres hermosa y no necesitas arreglarte para serlo— miró directamente a los ojos de Jennie y siguió tirando del labio inferior de ésta —Prométemelo bonita— pidió en un susurro contra los labios de la omega.

Jennie cerró los ojos y suspiró un poco cuando sintió el aliento de la alfa contra sus labios —L-lo prometo alfa— contestó en medio de un suspiro.

Lisa hizo que sus narices se acariciaran en un beso esquimal antes de por fin conectar sus labios. Jennie apretó el pantalón de su pijama con las manos, sin saber qué hacer con ellas.

La alfa rodeó su cintura usando la mano que tenía libre y las juntó más, Jennie tembló, sintiendo el pecho de la tailandesa latiendo contra el suyo.

Lisa se veía experimentada, no titubeaba en sus movimientos, solamente se dejaba llevar y confiaba en sus instintos, pero a la omega le costó más, pues no sabía cómo actuar en esas situaciones ya que, a diferencia de Lisa, ella solo había estado en una relación con una alfa antes y no funcionó.

La respiración de Jennie se atascó en sus pulmones con un jadeo en el momento en que Lisa mordió su labio inferior y tiró de él de forma lenta, para después aprovechar el shock de la mayor y sumar su hábil lengua al beso.

La coreana dejó salir un gemido más fuerte y sus feromonas se dispararon en el momento en que sintió la lengua húmeda acariciando la suya y posteriormente una succión. A este punto, sus dedos estaban blancos por la presión al cerrar las manos con fuerza contra su pantalón.

Lisa siguió moviéndose de forma hábil y experimentada, dejándose llevar por el momento y el olor del café con tabaco mezclado con unas notas de dulce coco. La mano que sostenía el mentón de la coreana bajó hasta la cintura de ésta e hizo pequeños círculos con sus dedos sobre la piel caliente que la blusa de tirantes dejaba ver.

Jennie no pudo soportarlo más y rodeó el cuello de Lisa con ambos brazos para intentar juntarse lo más que se pudiera.

Cuando ambas cortaron un poco el beso para recuperar la respiración, Jennie besó la mejilla de la tailandesa y habló desde lo más profundo de su ser —Te quiero alfa.

Lisa no pudo evitar la enorme sonrisa que se plantó en su rostro —Yo tambien te quiero Jen— besó sus labios una vez más aunque en esta ocasión fue de forma tierna.

Cuando ambas se separaron, Lisa tomó una vez más la caja y las flores —Pequeña, ¿Quiéres ser mi novia?— extendió los regalos para que la coreana los tomara, sin embargo comenzó a preocuparse cuando notó a Jennie sin saber qué decir o hacer y su sorpresa fue mayor en el momento en que unas cuantas lágrimas descendieron por sus mejillas.

Lisa tragó en seco, sin saber qué hacer. Jennie por su parte, secó las lágrimas con el dorso de su mano —¿Por qué Lis? hay omegas más inteligentes y bonitas que yo— su voz rota provocó un sentimiento de angustia en el pecho de la alfa.

La tailandesa suspiró —Eso no es cierto Nini, eres la omega más bonita e inteligente que conozco, e incluso si no fuera así, tú me gustas, no quiero a otras omegas, quiero a Kim Jennie, la pequeña conejita blanca que siempre parece estar asustada, pero que tiene el corazón más grande que existe— dejó las flores a un lado y abrió la caja, de ahí sacó un collar en forma de corazón que abrió para mostrarle una foto de ellas, era una de las primeras fotos que se tomaron cuando apenas se conocían.

—Entonces, ¿quiéres ser mi omega?— las mejillas de Lisa estaban sonrojadas, algo que Jennie pocas veces había visto.

La omega sonrió, besó la mejilla derecha de la alfa y asintió —¡Claro que sí!— respondió llenando de besos a la tailandesa, quien soltó pequeñas risas.

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