Capítulo 2
La cita fue todo un éxito, ambas chicas pudieron pasar tiempo juntas y confirmar los sentimientos que tenían la una por la otra.
Esta vez fue Jennie quien besó a Lalisa. Ambas estaban caminando con destino al auto de la alfa, pues el día estaba acabando. Iban tomadas de la mano mientras bebían algo diferente cada una, pues mientras la omega disfrutaba de un refrescante smoothie de frutos rojos, Lalisa bebía un ice americano.
Al llegar al auto ambas pararon un momento para hablar, Lalisa se recargó en el auto mientras escuchaba hablar a la coreana emocionada, quien le recordaba lo divertido que había sido el día.
En medio de su euforia Jennie observó la pajilla de Lalisa entre sus labios y jugó nerviosa con sus dedos cuando el pensamiento de remplazarla por sus labios se hizo presente.
—Me la he pasado muy bien contigo, deberíamos salir más— dijo con la mirada perdida en los labios de la alfa que desprendía un suave aroma a café con notas de tabaco.
Lalisa sonrió y alejó la pajilla de sus labios —Yo también, pasar tiempo contigo siempre me hace sentir bien— sus mejillas se colorearon de un tono rosado, que a los ojos de Jennie era la cosa más hermosa que existía.
La omega atraída por la contraria comenzó a acercarse poco a poco, hasta que estuvieron frente a frente —Pasar tiempo contigo también me hace sentir bien, pero me da ganas de hacer cosas extrañas— rodeó a Lalisa por los hombros y se puso de puntitas —Cosas como esta— susurró antes de atrapar los labios de la alfa con los propios.
La tailandesa tomó su cintura con delicadeza y la acercó más a sí misma, amando como es que la mayor tenía que ponerse de puntitas para lograr alcanzarla.
Lalisa atrapó el labio inferior de Jennie con sus dientes y tiró delicadamente de él, provocando un escalofrío en la omega —Nini...— susurró en medio del beso. La mencionada jugó con los cabellos de su nuca y cuando se separaron apoyó la cabeza en el pecho de la menor —Eso fue... wow— logró decir después de unos segundos.
Lalisa dejó salir una pequeña risa —Sí que lo fue— abrazó a la conejita con fuerza —¿A qué se debió ese beso?— depositó un beso en su cabeza, permitiéndose oler el dulce coco que la omega desprendía.
Jennie olfateó con su nariz, deleitándose con el amargo café que envolvía a la menor —No lo sé... Solo quise hacerlo— su voz tímida hizo sonreír a Lalisa, quien solo se dedicó a envolver a la omega en sus feromonas. Jennie comenzó a sentirse protegida y le gustaba ese sentimiento, era demasiado embriagante.
—Es algo tarde, te llevaré a casa, Nini— la alfa besó la cabeza de Jennie antes de sentir como se alejaban un poco.
Jennie tenía las mejillas sonrojadas y sospechaba que era por la penosa necesidad que su omega sentía, pues ésta no estaba conforme con ser marcada con el olor de la alfa, ella quería hacer un nido con Lalisa, algo que parecía impensable en ese momento.
Salió de sus pensamientos cuando la alfa le abrió la puerta del auto para que entrara, una vez lo hizo, Lalisa cerró la puerta y rodeó el auto para subir al lado del conductor, encendió el auto y salió del estacionamiento con dirección al hogar de la coreana.
Jennie miró la hora en su teléfono y suspiró cuando leyó "8:10 pm" no era tan tarde en realidad y no quería que Lalisa la dejara en su casa tan temprano, sobre todo porque sabía que su padre le haría comentarios desagradables cuando oliera sobre ella el café con tabaco que Lalisa portaba.
Pronto recordó que había una cafetería muy buena cerca de ahí así que algo tímida habló —Lis yo... m-me preguntaba si podíamos ir por un café antes— su voz tembló un poco, producto de los nervios que la abrumaban.
Lalisa frenó en la señal de alto y miró a Jennie —¿Segura? Hace poco tomaste un smootie— ella no pretendía terminar con la cita rápido, solo quería saber la verdad sobre aquella necesidad de Jennie por tardarse más tiempo en volver.
La coreana asintió —E-Entiendo si no quieres ir, no debí sugerirlo, lo siento es solo que... no sé, pensé que podíamos comer una rebanada de pastel antes de que me dejes en mi casa— jugó con sus dedos y no despegó la mirada de la ventana.
Lalisa avanzó cuando el semáforo se puso en verde —No es eso pequeña, solo se me hizo un poco raro que lo sugirieras de la nada, pero vamos, ¿A dónde quieres ir?— con cuidado de no despegar la vista del frente buscó la mano de Jennie y la tomó con delicadeza. Si la coreana no quería decirle la verdad en ese momento, entonces solo le quedaba esperar.
Jennie sonrió en grande y sus ojos casi brillaron —Hay una cafetería muy buena cerca de aquí, yo te guío— dijo rápidamente. Lalisa cambió de carril para dar la vuelta y sonrió.
Una hora después llegaron a la casa de Jennie y se bajó del auto con una sonrisa en el rostro y una bolsa de galletas en forma de conejito en sus manos. Lalisa se acercó a ella y le dio un abrazo —Me la pasé muy bien, Jen, espero que se pueda volver a repetir— acarició su cabello desde la cabeza hasta la punta.
Jennie inhaló el amargo aroma de la alfa y suspiró —Yo también— su voz dulce provocó que el corazón de Lalisa latiera con rápidez y sus feromonas volvieron a cubrir a la mayor.
Cuando ambas se despidieron de un beso en la mejilla la omega de Jennie saltó en su pecho, deseosa de un beso en los labios, sin embargo eso no ocurrió. Lalisa se subió a su auto cuando se aseguró de que Jennie entró a la casa y encendió el motor para irse.
Jennie tenía una enorme sonrisa en el rostro que hubiera sido difícil de borrar, de no ser porque su padre la estaba esperando en la sala —Vaya, hasta que regresas— dijo sarcástico, Jennie tembló un poco y el miedo la abrumó —S-Salí con una amiga, mamá me dio permiso— su voz tembló, primer error.
El alfa dejó de lado el periódico que se encontraba leyendo y se puso frente a su hija —¿Una amiga? apestas a alfa Jennie— su voz dura puso alerta a la coreana —P-Pero solo charlamos papá, no hicimos nada malo— intentó defenderse, segundo error —Soy alfa, Jennie, ¿Crees que no sé como nos comportamos? yo sé mejor que nadie como somos ¡¿Piensas que me voy a tragar eso?!— su grito hizo temblar a la chica.
Jennie bajó la mirada, sumisa ante la voz de alfa de su padre —P-Pero Lalisa solo quería...— replicó, tercer error, su padre la tomó por el cabello, haciéndola guardar silencio al instante —Quería meterse contigo, eres una omega inútil Jennie, solo sirves para tener cachorros y no es el momento de eso, cuando vivas sola puedes pensar todo lo que quieras en comportarte como una puta, ¡pero mientras vivas conmigo no!— El alfa la guío hasta su cuarto a empujones.
—¿Crees que esa alfa te ama? te voy a contar un secreto niña ingenua, las alfas como ella solo quieren una omega estúpida para usar y tú te estás entregando en bandeja de plata, como la fácil que eres— el alfa cerró la puerta del cuarto de Jennie y la encerró.
La coreana sollozó y se abrazó a si misma, tenía demasiado miedo, su papá olía muy agrio, indicando que estaba furioso con ella, además usó la voz de alfa, Jennie era sumamente suceptible a eso.
Aunque en medio del miedo logró oler el tranquilizante café que Lalisa le había dejado sobre su ropa, Jennie sollozó e intentó inhalar más del aroma para calmarse.
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