—Cuanto lo siento.—dice Jihyo avergonzada.

—No tienes porque lamentarte, son cosas que pasan.—le comenta Mina.—Pero si alguna vez lo quieres intentar, aquí estoy.—Jihyo la observa confundida.—Actúe un poco inmadura aquella vez.

—Mina, no es necesar...

—Jihyo...—interrumpe ella y la observa fijamente a los ojos.—yo te puedo ayudar a superar ese miedo.

Jihyo desvía su mirada de Mina y se topa con la de Tzuyu, quien está parada junto al balón, escuchando la conversación.

—No me mires a mí, no soy la persona indicada para dar consejos.—dice la morena.

—¡Mina!—Jihyo vuelve su mirada hacia ella.—Solo vine a clarificar un asunto del pasado contigo...—comienza a decirle.—y en realidad...—traga—agradezco mucho que me quieras ayudar...—pausa—pero...

—¿Pero?—Mina comienza a dudar de las palabras de Jihyo.

—Hay alguien más.—aclara Jihyo.

—¡Ay! Eso me dolió hasta mí.—dice Tzuyu y Mina frunce el ceño molesta.—Bueno, las dejo a solas.—Tzuyu se aleja de ambas.

Mina observa hacia el auto aparcado frente a la cancha. La puerta del auto se abre de repente y Sana se asoma.

—¡Jihyo, tengo hambre!—grita Sana—¡Date prisa!

—Lo siento, me tengo que ir.—le dice Jihyo y se encamina hacia el auto.

—Ella siempre fue un mal tercio.—piensa Mina en voz alta.