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𝟎𝟎𝟑.

En ese momento, Jungwon jadeaba y gemía mientras tres pequeñas canicas vibradoras hacían su trabajo dentro suyo.

Tenía el pequeño control blanco en la mano, mientras la tercera velocidad estimulaba su entrada.

Ciertamente, aquellos vibradores eran sumamente pequeños pero realmente poderosos, y eso que contaba con cinco velocidades.

¿Cómo había llegado a ese momento?

Bien, luego de sus pensamientos para nada angelicales y bonitos sobre su hyung, tuvo una erección que para su buena o lamentable suerte fue creciendo.

Y la carne es débil, por un momento pensó en darse un buen baño de agua fría que seguramente le ayudaría a relajarse y calmar sus pensamientos sucios, pero tenía la casa completa sola y aseguraba que el mayor no llegaría en horas.

Al menos eso esperaba.

-Ah... Mgh, s-sí, a-ah...- decidió saltar directamente hasta la última velocidad, pensó que seguramente iba a ser más rápido o algo por el estilo.

Pero no era nada más que una velocidad lenta y torturante, que al final no dejaba de sentirse increíblemente bien.

Comenzó a masturbar su miembro, sintiéndose aún más estimulado, pero aquellos vibradores pequeños dejaban de ser suficientes.

Incluso comenzó a intercarlar las velocidades con desesperación, simplemente quería llegar a su orgasmo pero parecía que debía seguir intentándolo.

Repentinamente su celular comenzó a sonar, con susto y sorpresa soltó el pequeño control, dejándolo en alguna parte de la cama, buscando el dichoso aparato.

Al encontrarlo colgó instantáneamente sin siquiera dignarse a ver quién era, vamos, no iba a responder una llamada mientras se masturbaba.

Removió las sábanas azuladas hasta dar con el control, deteniendo el corto movimiento de las tres pequeñas canicas dentro suyo.

Tiro del hilo sobresaliente hasta que las pequeñas esferas salieron, soltando un quejido, se encargó de limpiarlas con una húmeda toallita desechable antes de volver a guardarlos en aquella caja de terciopelo negra.

Su erección aún seguía punzando y goteando, necesitaba liberarse rápidamente.

Volvió a ponerse sobre sus rodillas y pecho antes de lamer dos de sus dedos y adentrarlos en él.

"Dios, gracias por darme dedos largos." pensó al segundo de meterlos.

Se sentía tan bien, se autopenetraba una y otra vez, complaciendose a sí mismo, había comenzado a friccionar su miembro contra una colorida almohada roja.

Tendría que lavar todo al día siguiente.

-A-Ah~ hy-hyung~... Hee hyung, ¡Oh! Sí, Di-os s-sí.- adentró un tercer dedo, casi a punto de delirar del placer.

De su boca no dejaban de salir balbuceos, mientras seguía adentrando y sacando sus dedos una y otra vez, abriéndolos en tijeras dentro suyo, mientras su mano libre viajaba por sus pezones, tirando de ellos.

En su mente una erótica imágen del pelinegro mayor cogiéndolo tan rápido, mientras jugaba con sus sensibles y erectos pezones, o tal vez masturbándolo.

El celular volvió a sonar, una... dos... tres veces más.

No fue capaz de responder, ni mucho menos colgar, estaba tan ensimismado de llegar al orgasmo que sentía cerca, que para ese momento no había nada más importante que satisfacerse.

Terminó por meter un cuarto dedo, abriendo su boca en una pequeña "O", se sentía sumamente bien.

-¡Hyung! Mgh~ tan... tan bien, se s-siente bien.- tironeaba y apretujaba sus pezones en busca de más estimulación.

Su estirada mano comenzó a doler del cansancio, haciéndolo regresar a su triste realidad donde su hyung no lo estaba tomando.

-N-No... un poco más.- se decía a sí mismo.

Pero el dolor en su diestra lo había comenzado a distraer de su mundo de placer.

Tuvo que retirar sus dedos, queriendo llorar por la tortura que su cuerpo se encargaba de darle, lo único que quería era deshacerse de esa dolorosa erección.

Se dignó que buscar entre aquella mediana caja, hasta dar con un largo y grueso dildo transparente, sus ojos se dilataron al instante mientras tironeaba de su labio.

Pasó otro desechable paño por el juguete y finalmente dejó escapar un poco de saliva de sus labios para lubricarlo, expandiéndola nuevamente con su diestra.

Sus rodillas se apoyaron en la cama mientras su mano izquierda se sotuvo de le cabecera, alineó aquel transparente juguete y se dejó caer en él.

Sus labios se abrieron sin soltar ningún sonido, debido a la repentina intromisión y su izquierda se aferró a la cabecera.

Él podía ser un sucio pervertido, pero nunca había sido follado como tal, desde sus 17 años lo único que hacía era masturbarse a escondidas, aquel dildo era lo más cercano que había tenido de un carnoso y largo pene follándolo.

Esperó unos minutos antes de que el ligero ardor pasara, para comenzar a dar pequeños saltos sobre el juguete.

No pasaron ni cinco minutos antes de que su imaginación se encargara de meter a Lee, la imagen del mayor tomando sus caderas o abrazando su cintura mientras él montaba su pene lo estaba haciendo llegar a su tan deseado orgasmo.

La puerta principal fue abierta, dejando entrar a un preocupado Heeseung.

Gritó el nombre del menor unas cuatro veces antes de comenzar a subir.

Y para Jungwon había sido sorprendente que su mente incluso haya "imaginado" la voz del mayor.

-¡Sí! ¡Joder, sí, ahí hyung!- para ese entonces, Heeseung ya había abierto la puerta, sorprendiéndose y congelándose al instante.-¡Hyung! A-Ah~ ¡M-Me encanta! Agh, ¡Ah! Hy-Hyung... Hee-Hee hyung.- y esa fue la gota que derramó el vaso.

No supo porqué no había salido y así dejaba al menor disfrutar de su privacidad.

Pero al mirar entre sus piernas, una creciente erección se marcaba por debajo de sus pantalones blancos y bóxers.

Al parecer la imágen de Jungwon autopenetrándose mientras saltaba una y otra vez sobre un dildo, pensando en él, era muy excitante.

Inconscientemente masajeó su miembro, admirando la figura del chico menor, sus piernas parecían aflojarse cada vez más, mientras su espalda se arqueaba con suavidad y sus ojos se cerraban con fuerza, seguramente imaginándose una gran escena.

Estaba de más decir que el pelinegro menor no dejaba de gemir su nombre y eso era increíblemente provocativo.

Luego de una buena y última penetración, Jungwon terminó llegando a su tan deseado orgasmo, dejando salir el nombre de su mayor, terminando por apoyar su frente en la cabecera de la cama con sus ojos aún cerrados y su respiración errática, sacó el juguete de su interior sintiéndose más aliviado.

-Jungwonie~ - Yang nunca antes había reaccionado tan rápido como en ese momento.Aún con aquel juguete en una de sus manos, había agarrado una de las grandes almohadas cubriéndose sus partes más "íntimas".

-Hee ¡Dios!- exclamó sorprendido el menor al notar la segunda presencia.

Juraba que nunca antes había visto aquella mirada en el mayor.

A su parecer, sus ojos lucían aún más profundos y oscuros de lo normal, mientras se acercaba a un paso lento y tentador hasta la cama del menor.

-Hyung... Creí que llegarías... Más tarde.- estaba seguro de que lucía igual de asustado que un corderito.

-¿Querías que no te viera?- Jungwon tuvo que aguantar un jadeo ante la voz gruesa que el mayor tenía en ese momento.-O querías que no te escuchara gimiendo mi nombre... ¿Cuál de las dos opciones, Jungwonie?

-Hyung yo... Puedo explicarlo.- su voz salía en un hilo, sin tener el valor suficiente para mirar directamente al Mayor.

-¿Qué vas a explicar, Wonie? ¿Que estabas penetrándote mientras pensabas que yo era el que follaba tu redondo culo?- sonrió complacido al escuchar un gimoteo por parte del menor.-¿Quieres eso, pequeño? ¿Quieres que te folle?

Jungwon tiroteó su labio, queriendo aceptar aquella oferta.

Que por cierto, era mejor que las ofertas de 3x2 en botes de helado, que vendían en su heladería favorita.

Oh, le estaban dando la oportunidad de cumplir su más grande deseo y alguno de sus sucios pensamientos.

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