003
Eran las 3 de la mañana, Jihyo llevaba alrededor de una hora y media dormida. Todo estaba silencioso como de costumbre, hasta que una estruendosa música navideña comenzó a sonar justo detrás de ella.
Reaccionó por completo en unos segundos, y cuando giró su vista, casi gritó nuevamente por la imagen; ésta vez había campanas, trompetas, algunos tambores y violines flotando por toda la sala, entre chispas verdes y líneas brillantes que parecían dibujar espirales en el aire.
En medio de todo el espectáculo, estaba una chica, dando vueltas en un mismo lugar -obviamente, flotando-, tarareando y moviendo las manos alegremente. Tenía cabello rojo como un bastón de caramelo, ropa verde llena de pequeñas decoraciones como campanas, galletas de jengibre, dulces, etc-, piel clara y ojos verdes esmeralda, además de estar rodeada por un aura del mismo tono.
Un nuevo espíritu había llegado al departamento, y éste parecía ser aún más festivo que el anterior.
-¡Con un carajo, dejen de aparecer así!- gritó Jihyo, sentándose en el sofá.
-¡No seas amargada, ven a bailar conmigo! -respondió animado el espíritu, jalando por las manos a la pelinegra.
La hizo dar varias vueltas junto con ella, perdiendo el ritmo con la música; y no se detuvo hasta que vio lo mareada que se encontraba Jihyo.
-¿Quién... Demonios eres?...- preguntó Jihyo cuando por fin paró de girar.
-Número uno, que fea palabra.- soltó una breve risa, antes de hacer una reverencia -Número dos, soy el espíritu de las navidades presentes Nayeon- sonrió
-Ah... Sí, tu amiga dorado te envió porque la hice enojar, ¿no?- bufó Jihyo, aún sin tomar enserio lo que pasaba.
-No, de hecho me enviaron desde los mandos altos, para ayudarte con tus problemas que sigues sin entender. -dijo divertida- Pero sí, Dahyun mencionó que le cae mejor la Jihyo chiquita.
-Pues lo siento por madurar.- rodó los ojos- Y ni creas que dejaré que me vuelvan a llevar a donde no quiero, suficiente tuve hace un rato, y lo único que deseo ahora es dormir, ¿entiendes?
-Sí ajá, entiendo, pero ahora, te pido que tú comprendas que no tienes opción más que venir conmigo, ¿si?- Nayeon sonrió, entrelazando su brazo derecho con el izquierdo de Jihyo, sin pedir permiso.
-Es increíble... Escucha, puedo resolver mis problemas yo sola, no necesito que todo un circo de brillos venga a mi departamento.- la pelinegra intentó soltarse, pero otra vez, fue un esfuerzo sin éxito.
-Mmm, no, no puedes resolverlos, por eso estamos aquí.- Nayeon apareció en su mano una varita plateada, con una bola de luz
azul en la punta -Aclarado el asunto, ¡nos vamos!
Y nuevamente, con aquel objeto luminoso se abrió un portal, ésta vez color verde pino, bastante brillante y con las mismas espirales flotantes que rondaban por el departamento. Nayeon jaló a Jihyo hasta entrar al túnel, el cual cerró al instante, sin dejar que la chica hiciera más intentos de huir.
El camino fue más rápido que la primera ocasión, pues no iban a un lugar tan lejano; además de que el trayecto fue silencioso por parte de ambas.
Nayeon la llevó hasta el día 22 de diciembre, justo al momento donde ella estaba saliendo de casa hacia su trabajo, dejando a Sana sola. Era obvio que Jihyo sabía solamente su parte de la historia, y el espíritu tenía como objetivo mostrarle que había un segundo lado de los hechos, uno que Park siempre conocía a medias.
-De acuerdo, ¡llegamos! -sonrió Nayeom cuando tocaron el suelo de la habitación -Veo que te vas temprano a diario, ¿a tu novia le agrada eso?
-Lógicamente no, pero es mi trabajo, y si me quedo en casa, no tendremos dinero, genia. -bufó Jihyo, mirando a Sana con algo de tristeza.
Odiaba pelear con ella, pero desde siempre le había costado aceptar sus errores; y en ésta ocasión, Jihyo seguía pensando que Sana era la más equivocada en la discusión.
-Vamos, es casi Navidad, en todos los empleos existen vacaciones ¿o no?, deberías descansar, tal como ella te lo pidió muchas veces.- Nayeon caminó hasta el buró de noche que la rubia tenía junto a la cama, sólo para observarlo de frente.
-Mi padre decía que las vacaciones eran para gente floja que no quería progresar en la vida. - explicó siguiéndole los pasos- Evidentemente, yo no tomo descansos, de ser posible, nunca.
-Uy, que serio era tu papá, pobrecito. - expresó el espíritu con una leve risita- ¡Mira!, tu novia tiene cara rara, ¿porqué será?
-Hey, ella no tiene su carita así, tu cara es la rara aquí.- miró con un poco más de atención a Sana, notando a lo que Nayeon se refería con su frase- Ah... Entiendo, se ve preocupada...
-Preocupada, emocionada, consternada, algo enfermo si me permites decirlo.- continuó la pelirroja -Pero eso ya lo habías notado ¿cierto?- cuestionó.
Carajo, ¿cómo iba a confesar que no?, Jihyo realmente no había notado nada diferente en Sana, mucho menos esa mañana que iba con prisa. Su trabajo lo absorbía mucho últimamente, y por ende, su cabeza acababa cansada a diario, dejándole sin posibilidad de prestarle atención a algo más, ni siquiera a Sana; se sentía mal, por supuesto, pero ¿qué podía hacer?, no iba a renunciar a su carrera por eso.
-S-sí, obviamente... -mintió desviando la mirada -Pero no sé porqué está de ese modo, quizá comió algo malo.
-Mmm, no, se nota que no le has prestado la atención suficiente.- Nayeon lo miró, negando con la cabeza, para luego suspirar ligeramente -Pero, hay que seguir con ésto, ¿porqué no averiguamos qué le sucede realmente?, quizá sea una grata sorpresa.
-Y dale, ella dijo lo mismo cuando estábamos... Discutiendo...- poco a poco, Jihyo comenzaba a unir piezas.
-Bien, ¿y porqué no lo dejaste decírtelo?, ¡claro!, porque una luz casi te golpea la cabeza, ¿me equivoco?- Nayeon soltó una pequeña risa, al recordar que ella y los demás espíritus que estaban en esa misión habían visto dicho accidente.
-Ya cállate, sólo dime qué era eso tan
importante, y no me salgas con la frase de
"era un regalo de Navidad".- Jihyo se cruzó
de brazos, mirándola mal.
-Dios mío, que amargada.- la pelirroja formó un puchero- Vale, te mostraré de qué se trataba el asunto, tal vez eso te ayude a captar más rápido cual es tu problema.
Nayeon era un espíritu bastante alegre y festivo, pero también se ponía de malas cuando le asignaban misiones con personas tan difíciles. Y con Jihyo, era lógico que no podría estar tan contenta.
En fin, ella movió su varita, dibujando un círculo sobre ellas, el cual despedía cascadas de brillos verdes; éste tipo de portal servía para dar saltos de tiempo pequeños, y en éste caso, Nayeon lo usó para viajar en el mismo día, a unas horas más tarde, cuando Sana había salido ya del consultorio médico a donde asistió.
Para ese momento, Minatozaki ya sabía los resultados de sus análisis, y se dirigía a casa con la ilusión de contárselo por la noche a su novia, cosa que no pasó, evidentemente.
-¿Porqué está tan feliz?, acaba de salir del médico, y para empezar, ¿qué hace aquí?, no me dijo que se sentía mal.- comenzó a reclamar Jihyo, cuando ambas caminaban lado a lado con la pelirosa.
-Porque era una sorpresa, dah.- Nayeon
rodó los ojos -Pero antes de decirte que tenía, y tiene, tu novia... Dime, ¿qué piensas tú?
-No sé... ¿Infección?- la pelinegra formó una mueca pensativa. Igual que a su novia, no se le venía ni una idea a la cabeza.
-Infección tienes en el cerebro.- bufó el espíritu, antes de respirar hondo intentando buscar más paciencia. -Piénsalo bien, ¿porqué estaría contento de tener infectado el estómago?, sé lógica.
Tenía un buen punto, pero aún así, no se le ocurrió nada coherente, y Sana no había dicho ni una sola palabra en el trayecto, tan sólo hacía ruidos de emoción; definitivamente, estaba perdida, y Nayeon únicamente se dedicaba a mirarla con impaciencia y algo de decepción, pues creyó que se daría cuenta rápido.
Tuvieron que pasar 10 minutos más para que los tres entraran al departamento, y cuando Sana se sentó a descansar en el sofá, al fin Jihyo entendió de qué se trataba; o bueno, lo comprendió porque su novia lo dijo en voz alta.
-Dios... ¿Cómo se lo diré?, ni siquiera estamos casadas aún... No sé cómo tomará la noticia de que seremos madres...- decía Minatozaki, hablando con ella misma
-¿¡Qué!?-Jihyo gritó con algo de emoción y preocupación, aprovechando que Sana no podía oírla -¿¡Está en embarazada!?
-Ay no puede ser, ¿es enserio que no lo pensaste ni un poco? -Nayeon suspiró fuertemente -¡Era más que obvio!, ha tenido náuseas, mareos, antojos, vómito y cansancio por varias semanas, ¿y así me aseguraste que le prestas atención?
-Ya vale, lo siento. -bufó luego de calmarse -Pero... ¿Porqué no me lo dijo esa noche?, ¿o la siguiente?, definitivamente me habría cambiado el ánimo y lo sabe, debió decírmelo.
-Te recordaré porqué no pudo darte la sorpresa. -Nayeon nuevamente abrió un pequeño portal.
Éste era una especie de ventana circular,
rodeada de luz y brillos verdes, la cual hizo
parecer justo frente a ellas; Nayeon optó por
dicho portal para poder mostrarle a Jihyo los dos momentos en que Sana pensaba decirle sobre su embarazo, y refrescarle la memoria del porqué no llegó a saberlo antes.
Al instante, la primera escena se reprodujo como un video, mientras Jihyo formaba una mueca avergonzada, claro que recordó entonces sus palabras y acciones del día 22 y 23.
-¿Estás bien Hyo?, ¿pasó algo?- preguntó la rubia cuando la vio cruzar la puerta, casi azotándola al entrar.
-El estúpido director de la Academia me pagó menos de lo acordado, a pesar de que estuve tocando esa estresante música por horas.-bufó caminando hasta el sofá- Pero claro, no puedo reclamar porque "ya casi es Navidad". -Jihyo formó comillas con sus manos.
-Tranquila, cielo.- Sana se acercó a ella, acariciando sus cabellos negros -Está bien, sabes que tenemos dinero sobrante.
-Sí, pero no es justo que hagan ésto.- largó un suspiro, mirando a su pareja.
Y sí, a Jihyo le parecía mucho menos justo ahora que sabía del embarazo, pues aunque tenían dinero en buena cantidad, también debía ser más persistente en cobrar la cifra correcta en sus presentaciones de ahora en adelante. Pero, igualmente, comenzó a comprender que su forma de contestarle a Sana no había sido la mejor.
-Relájate, todo saldrá mejor mañana.- la abrazó suavemente, pasando sus brazos por los hombros y cuello de Jihyo ¿Porqué no vamos a dormir?, descansar te ayudará.
-Vamos...- la pelinegra volvió a suspirar, y ambas se levantaron del sofá.
Caminaron hasta la habitación sin deshacer su abrazo, para después acomodarse en la cama matrimonial que compartían. Jihyo durmió prácticamente al instante, dándole la espalda a Sana, y la rubia decidió abrazarla por detrás, cayendo dormida poco después.
-Uy, ni siquiera la abrazaste cuando se acostaron, ¿no crees que debió sentirse un poco mal por eso?- comentó Nayeon antes de pasar a la segunda escena.
-Quizá... Pero me sentía cansada, no fue a propósito, yo... Sólo me acomodé sin pensar. - Jihyo suspiró.
Sentía que ya ni siquiera se fijaba en los detalles más simples de su vida con Sana, todo por estar siempre tan cansada y harta de su trabajo.
Era lógico que la amaba, y mucho, pero entre más estrés acumulaba, menos se daba cuenta de su trato con la gente, y en especial, con Sana.
-Bien, ésto no es malo en realidad, pero lo que sigue, sí.- Nayeon movió de un lado a otro la varita, haciendo que en la ventana mágica se reflejara algo distinto.
Ésta vez, comenzó la escena del 23 de diciembre, cuando Jihyo discutió con Sana, por pensar que su novia no le tomaba la importancia necesaria a sus desgracias, cuando evidentemente, no era el caso.
-Hola cariño.- sonrió Sana, acercándose a ella -¿Qué tal te fue hoy?- sabía la respuesta, pero quería intentar mejorar su humor. Cosa que no pasó.
-¿No ves mi cara?, queda implícito que me fue horrible. -respondió Jihyo, lanzando su chamarra al suelo, ignorando por completo la apariencia de su novia.
Y ahí, Jihyo quiso dejar de mirar aquella reproducción de la discusión; "Sana se veía tan linda, y usaba mi perfume favorito" pensó, y se sintió terrible al ver como la pasó de largo.
-Pero... ¿Porqué?- recogió la prenda, largando un suspiro y mirándola con tristeza.
La pelinegra no había notado esa expresión hasta que lo observó desde fuera; además, ¿cómo se le ocurrió aventar así su ropa?, ella nunca había sido grosera con Sana, y ya ni siquiera entendía porqué lo había hecho.
-Los encargados del teatro no hicieron bien su trabajo de preparar el espectáculo, una estúpida luz cayó en pleno acto, casi me mata.- expresó molesta sentándose en el sofá -Desafiné con el violín, fallé en dos notas del piano, olvidé parte del maldito villancico cuando cantaba, ¿te parece poco?
-Calma cielo... Todos cometemos errores, y tú eres un excelente artista.- Sana caminó hasta ella, mirándolo sin sentarse.
-¿No entiendes?, se burlaron de mi, todos los idiotas del teatro se rieron cuando cometí esos errores.- Jihyo se levantó, quedando ambas frente a frente.
-Sé que es horrible cuando algo así sucede, pero eres alguien fuerte, no le tomes importancia.- la rubia intentó acercarse más para abrazarla, pero Park simplemente se apartó del contacto.
Jihyo bajó la mirada, mientras Nayeon mantenía una expresión algo seria, sin hablar. Ahora, viéndolo desde una perspectiva diferente, y con la cabeza fría, la pelinegra entendía su error de esa noche; Sana no le estaba restando importancia a lo que le había pasado, solamente quería hallar el modo de que se calmara para poder hablar, como siempre.
Además, quería decirle que serían madres, necesitaba que lo supiera lo antes posible, pero no iba a decírselo si Jihyo no lo permitía. Sumando que Park, después de todo, intentó culpar a su novia de su propio estado, aún cuando ésto no tenía sentido alguno.
-Parece que le hablo a la pared.- bufó aún más molesta-Entiende, yo jamás cometo errores, nunca se han burlado de mi, casi muero por la luz que cayó al escenario, ¡por Dios Santo, es sencillo de entender Sana!, estoy harta.
Y sí, en ésto tenía que ver su padre. Jihyo había cometido muchos errores al inicio de su aprendizaje en la música, y el señor Park siempre la reprendía duramente por cada equivocación; él se burlaba, le gritaba y castigaba cuando Jihyo fallaba, aunque fuera en lo más mínimo.
Por ende, creció con un trauma a equivocarse, y no lo había hecho, hasta esa última presentación, donde su cansancio y estrés lo superaron al punto de sacarlo de concentración, provocando su enorme descontento.
Y bueno, eso tampoco era culpa de Sana.
-Vale, lo lamento mucho, odio verte así por algo que amas.- suspiró la más baja- Pero yo no soy una pared con la que puedes desquitarte de éste modo, ¿de acuerdo?, podemos hablar, cenar algo y dormir, eso siempre te ayuda.
Sana en verdad quería hacer sentir mejor a su novia, pues entendía perfecto que su día y noche no habían sido las mejores. Realmente no deseaba que Jihyo se molestara más, ni mucho menos provocar una pelea. Pero Park no comprendió ésto, al menos no hasta que Nayeon se lo mostró claramente.
-No quiero escucharte más, no quiero cenar nada, y tampoco quiero seguir viendo éstas ridículas decoraciones.- reclamó Tzuyu alzando la voz -Todo ésto sólo me recuerda el maldito teatro.
-Ya cálmate, hablemos con tranquilidad, sabes que estoy aquí para ayudarte, no para hacerte sentir peor. -tomó las manos contrarias, sintiendo como Park no correspondía el gesto- Además, tengo que decirte algo, quizá te subirá el ánimo.
No era por ningún lado el momento indicado para decirlo, pero por un instante Sana creyó que sí. Y Jihyo lo notó entonces, tenía aquel brillo en los ojos, lleno de ilusión por decirle la sorpresa; si lo hubiera visto mejor, quizá la pelea no hubiera seguido.
-Te dije que no quiero escucharte.- Jihyo
se soltó bruscamente, haciendo que la rubia retrocediera.
-Por favor, es algo importante.- pidió Sana, poniendo inconscientemente las manos sobre su vientre -Es un regalo de Navidad, te alegrará la noche, lo sé.
-¡No vuelvas a decir esa palabra!- gritó Park -¡Estoy harta de éstas fechas, siempre me pasa algo malo!, lo odio, ¿entiendes?, odio que tú insistas en todo ésto.
Y con eso, Park acabó por arrepentirse de todo lo que había dicho.
-Con un carajo, ¿qué me pasa?, ¡cállate y deja que te lo diga, idiota!- reprochó la morena a la ventana mágica.
-Número uno, sí eres idiota, número dos, tu yo de hace horas no puede escucharte, y número tres, ¡no me grites en el oído!- reclamó Nayeon, mirándola mal.
Definitivamente, su paciencia espiritual estaba casi agotada, pero aún faltaban algunas cosas más por aclararle a la chica.
-Jihyo, fue sólo un decir...- y ahí Sana lo aceptó, no podía decirle nada en ese momento -Escucha, olvídalo, hay que ir a descansar ¿si?, tuviste muchas emociones por un día...
-Dormiré en el sofá, tú has lo que quieras, no me interesa. -bufó, acostándose en dicho lugar y dándole la espalda a Sana- Quiero estar sola, no quiero saber nada de nadie.
-Cielo...- la rubia puso su mano en el hombro de Jihyo, recibiendo un manotazo brusco. Nuevamente, retrocedió.
-Lárgate, dije que necesito estar sola.- pronunció por último, sin siquiera ver a su
novia, quien estaba casi al borde del llanto.
Jihyo vio a Sana soltar un par de pequeñas lágrimas, mientras caminaba a paso lento a la habitación; quiso entrar a la visión y seguirla, arreglar las cosas ahí mismo, pero evidentemente, eso no podía hacerse ni por más magia que Nayeon tuviera.
-Tengo que detenerla, Nayeon ayúdame.- le pidió, casi suplicó, cuando vio a Sana salir del pasillo con una pequeña mochila en la mano.
-No puedo, no tengo esa magia.- Nayeon sonrió levemente, al haber tenido éxito en parte de su misión. Jihyo estaba arrepentida, y había aceptado su primer error -Además, ¿no dijiste que no lo querías ver?, Sana sólo te hizo caso.
Y entonces, la escena siguió corriendo, mientras Jihyo intentaba suplicar para que se le permitiera cambiar sus acciones de esa noche.
-Pasaré la noche con mis padres, volveré en la mañana.- le susurró Sana, dejando un pequeño beso en la mejilla-
-Espero que puedas sentirte mejor, cariño... -La rubia salió del departamento poco después, luchando por contener sus lágrimas.
Pidió un taxi, el cual le cobró un precio exagerado por llevarla a su destino; y en realidad tenía lógica, pues sus padres vivían prácticamente al otro lado de la ciudad -los Minatozaki se habían mudado a la capital hacia unos meses, y al ser casi la 1 de la madrugada, el transporte se volvía escaso y caro.
Pero aún así, Sana no volvió al departamento, y pasó casi 1 hora en el taxi, hasta que llegó con sus padres. Estando con ellos, intentó explicarles la situación, sin omitir el tema del embarazo, y tampoco ocultó el hecho de que Tzuyu aún no lo sabía. Sin embargo, a pesar de sentirse herida, en ningún momento quiso que su novia quedara mal ante su familia, por lo que hizo todo lo posible para justificar todo lo que había pasado.
Evidentemente, los Minatozaki no sonrieron al escucharlo, pero ellos trataron de comprender a Jihyo; es decir, la conocían de toda la vida, sabían que no era una mala persona, y aceptaron la explicación de su hija, pues al igual que ella, se hicieron a la idea de que, por la mañana, las cosas se arreglarían.
Sana pasó la noche ahí, sin querer dar más detalles sobre nada; ya había dicho suficiente, y sólo esperaba que al día siguiente todo volviera a la normalidad.
Por supuesto, todo ésto lo pudo ver Jihyo gracias a la ventana de Nayeon, quien en ningún momento dejó de enfocar la vista en Sana.
-Y eso es todo, ella ahora está dormida en la habitación de huéspedes que le dieron tus suegros, supongo que no se siente bien. -comentó la pelirroja, desapareciendo el pequeño portal.
-Bueno, yo... Esperaré a que ella regrese en la mañana, tendremos que hablar seriamente ¿no?...- Jihyo la miró decaída, y con un toque de la desesperación anterior aún plantado en su voz.
Porque por Sana, cambiaría lo que fuera, pero simplemente no sabía qué tenía que cambiar, ni mucho menos cómo hacerlo. Sin embargo, eso ya no era parte del trabajo de Nayeon, aquella última ayuda se la daría alguien más.
-Quizá, aunque puede que necesites otra solución, porque espero comprendas que ésta discusión no es el único problema existente.- añadió Nayeon, moviendo su varita una vez más.
-No entiendo nada aún, ¿porqué no sólo me lo dices?, no comprendo porqué ni tú ni Dahyun me pueden explicar completamente lo que sucede.- la morena la miró confundida.
-Esque ese no es nuestro trabajo, Jih.- le sonrió, mientras abría el portal que las regresaría al departamento en el tiempo actual -Pero descuida, vendrá un tercer espíritu, ella te dará las últimas respuestas que necesitas.
-¿Enserio?- Nayeon asintió, y a Jihyo no le quedó otra opción más que aceptarlo -De acuerdo... Vámonos.
Ambas cruzaron el nuevo túnel brillante, regresando a la madrugada de donde habían partido; Nayeon no se quedó más tiempo, pues ella debía irse rápidamente para cumplir con otro trabajo, y de hecho, ya iba retrasada, por lo que en cuanto Jihyo tocó el suelo, el espíritu desapareció junto con toda la magia que había dejado regada en la estancia.
La pelinegra dudó entre dormir o quedarse despierta, sabiendo que un tercer fantasma iría a verla. Pero al final, su aún fuerte cansancio le ganó, quedándose perdida nuevamente en el mismo sofá largo, ésta vez, con una pequeña punzada en su pecho.
5 de la mañana, los primeros tonos claros comenzaban a aparecer en el cielo, revolviéndose con el azul oscuro de la noche.
En éste último encuentro no hubo toques en su hombro, ni luces cegadoras, tampoco instrumentos flotantes ni música estruendosa. Jihyo se despertó por sí sola, cuando sintió una presencia que la observaba detrás de ella, esperando a que la viera; ni siquiera gritó ni reclamó nada al nuevo espíritu, solamente largó un suspiro, y se puso de pie frente a ella.
Era una chica de cabello oscuro, con algunos rizos cayendo en su frente, piel bronceada y ojos color caramelo. Vestía una larga capa roja, la cual poseía un gorro amplio -lo tenía puesto, por cierto-, con detalles en dorado y unos pocos brillos plateados, además de portar ropa negra por debajo.
Se mantenía flotando a una distancia menor del suelo, casi parecía no levitar, a comparación de los otros dos espíritus; también emitía un aura rojiza, pero no tan brillante.
Se veía seria, quizá algo intimidante. Se notaba que a ella lo enviaban para asuntos más difíciles o importantes.
-¿Eres el último espíritu que enviarán, cierto? -preguntó Jihyo, ya resignada a viajar en el tiempo aunque no quisiera hacerlo.
-Exactamente, veo que Nay te informó bien. -contestó con voz suave, aunque seguía teniendo un tono bastante grave -Soy el espíritu de las navidades futuras, Momo.
-Un gusto... Supongo.- suspiró bajo- ¿Dijiste futuras?...
-Sí, necesito mostrarte lo que puede suceder si no cambias ciertos aspectos de tu vida, sólo así comprenderás por completo tus errores. -explicó Momo con una ligera sonrisa- ¿Nos vamos?
-No lo sé... ¿Me gustará lo que voy a ver?
-cuestionó Jihyo, recordando que los anteriores viajes no le habían enseñado escenas gratas.
-Puede que no, pero aveces es necesario afrontar los malos escenarios para poder crecer correctamente, ¿estás de acuerdo?- la pelinegra extendió una mano hacia la chica, esperando una respuesta.
-Claro...- Park aceptó el contacto, entendiendo la explicación del espíritu, y dándole la razón.
Dahyun le había mostrado su pasado, para intentar que comprendiera que desde pequeño, algo no estaba bien, algo que ella misma había decidido copiar en vez de cambiar.
Nayeon le mostró una perspectiva diferente de su presente, una donde abrió los ojos y se percató de que, el daño que había recibido por muchos años, lo afectaba más de la cuenta ahora. Y no sólo a ella, sino también a Sana.
Y Momo, en ese momento, debía enseñarle la última parte de su problema, las consecuencias en el futuro más próximo y posible. Jihyo comprendió todo ésto, no era tonta, pero simplemente no quiso aceptarlo al
inicio.
Sin embargo, no podía seguir negando algo que estaba frente a sus ojos ¿verdad? Pues al final, si era real o sólo un sueño, tenía importancia, y de algún modo le ayudaría.
La pelinegra abrió el portal con su varita dorada, formando un gran círculo rojo no muy brillante, que no despedía tantos brillos como los anteriores. Tomadas de la mano, entraron en él, y fue entonces cuando Jihyo se percató de dos diferencias marcadas en el túnel; era mucho más frío que los otros, y tenía agujeros blancos por todos lados.
-Hace demasiado frío...- comentó Park, casi temblando.
-Es porque el futuro puede ser frío, o comenzar su camino con una fría decisión... Es más que nada, metafórico.- explicó Momo.
-¿Y porqué hay tantos agujeros?, parecen portales.- Jihyo miró a su alrededor, pero no podía ver nada a través de aquellas aperturas.
-Lo son.- sonrió levemente la castaña- El futuro puede cambiar con una simple acción, por ende, existen muchos posibles caminos, y en cada portal que ves, está una posibilidad de tu futuro.
Y bueno, eso asustó un poco a Jihyo. ¿Qué tal si ninguno de sus futuros era bueno?, ni siquiera entendía bien la situación, pero no le gustaba.
-Pero, no entraremos a ninguno de ellos, porque ya fijé el trayecto hacia tu camino más probable.- añadió Momo, señalando hacia enfrente mientras se acercaban más al final del túnel, pero el espíritu sólo le mostró una ligera sonrisa, sin responder.
Llegaron a su destino poco después, siendo éste el mismo departamento de la pareja, sólo que más oscuro, con muebles más gastados y en un silencio total; no parecía haber nadie allí desde hacia meses, pues el estado del lugar denotaba aquello. Por supuesto, Jihyo miró todo con demasiada confusión, sin saber cómo reaccionar ante la imagen.
-¿Qué pasó aquí?...- regresó su vista a Momo.
Ésta no respondió, pues detrás de ellos se escuchó un sonido de pasos lentos. Por el pasillo del departamento salió Park, con un semblante cansado y bastante decaído, además de usar ropa oscura algo gastada; arrastró sus pasos hasta llegar al sofá, en donde se dejó caer sin ánimos. Y eso, lejos de aclararle algo a Jihyo, sólo la confundió más.
-Soy yo... ¿Qué sucedió?, tienes que decírmelo, por favor...- insistió Park.
-Puedo hacerte un resumen, ¿si?- dijo suavemente Momo, Jihyo asintió con lentitud -Recuerda que ésto pasaría si nosotros no hubiéramos intervenido.
La pelinegra volvió a asentir, intentando comprender la extraña paradoja en la que estaba envuelto; mantener en mente la idea de que, lo que veía y le sería explicado, era un futuro donde los espíritus no lo habían visitado, sería complicado.
-Sana regresó al departamento la mañana del 24, te pidió arreglar las cosas, y tú no quisiste hacerlo de buena forma, volvieron a discutir.- comenzó Momo- Quedaron bien a medias, gracias a que ella te dijo sobre el bebé, pero permanecieron con varios desacuerdos sin resolver y huecos en su reconciliación.
Jihyo largó un suspiro, sintiendo su pecho comprimirse por imaginar eso.
-Pasaron las semanas, cada vez había más discusiones entre ustedes, y tú comenzaste a llegar muy tarde a casa usando la excusa del trabajo.- la pelinegra prosiguió- En realidad, te quedabas en bares debido a tu estrés cada vez más insoportable, y también con el afán de ver a Sana el menor tiempo posible.
-¿Cuánto tiempo estuvo pasando eso?...- se atrevió a preguntar la morena.
-Alrededor de 4 meses, tiempo en que no quisiste incluirte en el asunto del embarazo, no cuidaste a tu novia, la ignoraste muchas veces, de hecho no fuiste al primer ultrasonido.- suspiró el espíritu- Sana te amaba, pero lógicamente, todos se cansan del desinterés.
-¿Ella me dejó?...- Jihyo sintió sus ojos
arder, intentaba contener sus lágrimas,
pero era muy difícil.
-Cuando cumplió 6 meses de gestación, decidió irse con sus padres, terminó la relación que tenían... Y a ti al inicio no te interesó.- Momo la miró con tristeza- Sólo te importaba tu empleo, dejando todo lo demás a un lado... Pero, eventualmente, la situación recayó sobre ti, era muy tarde para arrepentirse.
-No puede ser... ¿Todo eso pasó por una discusión pequeña?...- la chica no comprendía como era que un hecho así había desencadenado tantas cosas.
-Eso fue la gota que derramó el vaso, y los problemas que ya tenías en tu vida, cobraron mayor fuerza por ello.- explicó Momo - ¿Quieres saber qué pasó con tu carrera?
Jihyo asintió con duda, pues creyó saber lo que le diría; uniendo las piezas, ese detalle ya no era tan complicado de deducir.
-Después de que la separación te comenzó a afectar, empezaste a faltar a tus presentaciones, descuidaste los ensayos e incluso despediste a tu representante. Por ende, perdiste contratos, dejaron de buscarte, y poco a poco tu carrera cayó, hasta el punto de terminar.- continuó la Momo- Así llegamos al momento actual, 24 de diciembre, un año después.
-Dios... Un año... - y ahí, Park ya no contuvo su llanto -Lo perdí todo en un año... ¿Cómo dejé que eso pasara?... Espera, ¿y el bebé?, ¿qué pasó con mi bebé?
-Te lo mostraré.- Momo creo un portal de saltos temporales pequeños, para llevarla a unas horas más tarde, ese mismo día.
El túnel los transportó a una casa pequeña,
cálida y bastante hogareña; con una
chimenea encendida, decoraciones coloridas por doquier, y un árbol de Navidad con muchos regalos debajo. Algo totalmente contrario al departamento de Jihyo.
En dicho sitio, se encontraba la familia Minatozaki, un par de amigos que Jihyo conocía gracias a su novia, Sana con un pequeño bulto en brazos, y a su lado una chica; la desconocida la abrazaba por la cintura, mientras le hacía caras raras al bebé que la rubia cargaba, con el afán de hacerla reír.
Fue ahí cuando a Jihyo se le partió por completo el corazón. Sana había encontrado a alguien mejor, y ahora era feliz con su pequeña nueva familia, mientras Park se mantenía deprimida en un lugar oscuro y descuidado.
-Mamá, Miyeon y yo queremos decirles algo importante.- habló Sana, refiriéndose a su pareja, mientras ambos sonreían.
Jihyo sólo pudo ver entre lágrimas como toda la familia Minatozaki los miraba emocionados, tal como lo hicieron cuando, años atrás, habían anunciado su noviazgo. Momo se mantenía a su lado, en silencio, prestando atención a sus reacciones.
-Nos comprometimos hace poco, pensamos casarnos el año próximo.- anunció con una sonrisa la chica alta y castaña que acompañaba a Sana.
-¡Felicidades!, es un gran paso.- dijeron prácticamente al unísono los demás presentes.
-¡Se ven muy contentas juntas!- agregó el hermano mayor de Sana.
-¡Y a Minji le agrada mucho Mimi!- comentó su madre.
-Lo sé, Miyeon a sido una excelente madre.-sonrió en grande la rubia, abrazando más a su pequeña hija de meses, mientras su prometida recargaba su mentón en su hombro.
Para ese momento, Jihyo ya no lo soportó, y salió del lugar rápidamente, sin esperar a que el espíritu le dijera algo; estaba destrozada por esa imagen, y le dolía aún más que ese fuera su futuro más probable.
Y ahí entendió qué era lo que debía cambiar para evitar que esa tal Miyeon apareciera en la vida de Sana, para poder reescribir el destino, y quedarse con el amor de su vida.
Su padre le había enseñado que el mundo no valía lo suficiente, que los errores estaban prohibidos, que debía tener como prioridad su carrera y el dinero por sobre todo lo demás; lo educó para ser serio, amargado y egoísta, para que las personas no le importaran, y le enseñó a esconder sus sentimientos y debilidades. Pero, de algún modo, Jihyo no era así, ella era diferente a su padre, ella sí sabía lo que era amar a una persona, lo que significaba una familia. Ella había cambiado sus principios durante toda su vida, ¿porqué no hacerlo para un bien mayor ahora?
Comprendió que no tenía porqué seguir
aplicando las enseñanzas de él; eran
ersonas, vidas y tiempos diferentes, tenía 26 años, y era momento de que Jihyo soltara todo aquel daño para poder tomar mejores decisiones en su vida.
Necesitaba empezar a aceptar la ayuda que Sana siempre le había ofrecido, en lugar de alejarla cada vez más sin darse cuenta.
Aunque, el problema ahora era, que no sabía si aún tendría la oportunidad de hacer todo de nuevo.
-Debemos irnos.- dijo Momo cuando llegó detrás de ella, siempre conservando su voz suave.
-¿Qué?, no, espera... Yo no quiero ésto, no puede terminar así.- contestó Jihyo con desesperación -Puedo perder mi estúpida carrera, pero no puedo perderlo a ella ¿entiendes?, Sana es mi vida, junto con ese bebé, yo... No quiero que ella se vaya...
Momo no respondió, ya había dicho suficiente. Sólo sonrió con delicadeza, y con su varita, comenzó a abrir el portal de regreso.
-¡No me hagas ésto!, ¡Momo, por favor, dame otra oportunidad!- suplicó Jihyo tomándola del brazo -No quiero que mi vida sea así, por favor te lo ruego, dame otra oportunidad...
El espíritu siguió haciendo el movimiento circular, creando una luz blanca cegadora, la cual los transportaría sin necesidad de cruzar el túnel.
-¡Por favor Momo!- gritó Jihyo con lágrimas en los ojos.
Sin embargo, eso fue lo último que pudo articular, pues la luz los absorbió, desapareciendo todo a su paso.
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-¿Amor?, amor... Jih, despierta.- una voz dulce le habló, junto con movimientos persistentes en su brazo y pecho.
Jihyo se estaba moviendo demasiado, como si tuviera una pesadilla y no pudiera despertar de ella; incluso sus mejillas tenían rastros de lágrimas, mismas que seguían saliendo de sus ojos cerrados. Sana se había espantado por sus ruidos y acciones, y en cuanto la vio en ese estado, intentó hacerlo reaccionar rápidamente.
-¡Por favor!- exclamó Jihyo al despertar de golpe. Se sentó de inmediato, con una expresión preocupante, y sin saber qué había pasado.
-¿Estás bien, cariño?- preguntó Sana tomándola de la mano, tratando de darle tranquilidad.
La pelinegra volteó a verla, sin poder creer que estuviera ahí, y sobre todo, sin entender como había pasado del sofá a la cama.
-¿Qué... Qué día es hoy?...- preguntó confundido.
-23 de diciembre, ¿porqué?, ¿tienes que irte o...- Sana fue interrumpida casi de inmediato.
Jihyo la abrazó en cuanto escuchó la fecha, la apegó a ella como si su vida dependiera de ello; hundió su rostro en el cuello de Sana, comenzando a llorar nuevamente, pero ésta vez, era de felicidad. Si habían sido un sueño aquellos viajes, o si Momo le había dado la oportunidad por la que rogó, en ese momento ya no le parecía tan importanto. Estaba con su novia, en el día justo para resolver todo, y de cualquier modo, lo agradecía inmensamente.
Aunque, para aclarar la verdad, nada de los espíritus fue un simple sueño; Momo vio como el trabajo de los tres se había cumplido, pues Jihyo había recapacitado a tiempo, por lo que decidió otorgarle la posibilidad de hacer las cosas bien. Con su magia hizo retroceder las manecillas del reloj, llevando a Jihyo a la mañana del 23, cuando ella se había ido sin avisarle a su novia.
Sólo que ésta vez, Park se quedó perdidamente dormida gracias a la magia del espíritu, para que así, pudiera cambiar de 0 los acontecimientos de ese día.
-Perdóname... Perdón por todo...- susurró Jihyo sin separarse.
-¿De qué hablas?- Sana se mantenía abrazándola, todavía sin entender qué le pasaba.
-Perdón por todas las veces que te he dicho algo malo... Por todas las discusiones, perdóname por aferrarme a algo que no soy... -explicó la morena, mirándola por fin.
-Cielo...
-Prometo que seré mejor, me esforzaré, cambiaré mis horarios, estaré más tiempo contigo... Sólo te pido que nunca pienses en dejarme... Puedo perderlo todo, pero a ti no... -entrelazó sus manos con las contrarias.
Sana largó un suspiro, mostrándole una sonrisa llena de amor; por supuesto que no entendía de donde venían esas palabras, pero las tomaría como un tesoro, y como el comienzo de algo mucho mejor para ambas.
-No te dejaré, sabes que te amo demasiado.- sonrió más- Y no te preocupes por lo demás... No tengo nada que perdonarte, cielo.
Los dos se quedaron unos minutos así, sólo compartiendo abrazos y besos cargados de dulzura. Jihyo logró calmarse, y Sana aguantó la curiosidad de preguntarle qué había soñado como para despertar así; simplemente, no quería que su momento romántico terminara. Pero, no fue ella quien lo cortó, más bien,
tuvieron que separarse un instante cuando el teléfono de Jihyo sonó.
Su representante la estaba llamando, buscando que fuera a las presentaciones en el teatro, y regañándola por la hora que era.
Park sólo respondió "son las 8 de la
mañana, y hoy no puedo asistir, de hecho... Tomaré mis vacaciones correspondientes de diciembre, gracias". El chico que llevaba su carrera contestó un "vale, ya qué. Cancelaré los eventos de ésta semana. Feliz Navidad".
Por supuesto, Minatozaki la miró atónita, pues jamás había querido descansar, mucho menos para pasar las fiestas con ella. Motivo por el cual, ni siquiera habían ido a visitar a su familia desde que ellos se mudaron.
-Vaya, ¿y ese cambio?- sonrió Sana cuando su novia colgó la llamada.
-Mmm... Sólo quiero modificar la rutina... Además, presiento que aquí hay un asunto más importante por aclarar, ¿no?- respondió Jihyo con una tierna sonrisa.
Ya quería escuchar por boca de Sana sobre el nuevo bebé que venía, deseaba saber cuanto tiempo tenía de gestación, y ver su carita de carita de emoción brillando como siempre. Y claro, la rubia no desaprovechó el momento; asintió repetidas veces y sin preguntar de donde venía esa deducción, sacó rápidamente de su buró un sobre ya abierto, con el sello de una clínica en el frente.
Se hincó en el colchón, extendiendo el papel hacia Jihyo con una enorme felicidad, incluso sus ojos se cerraron por el tamaño de su sonrisa.
-Hace unos días fui al médico, porque llevaba bastante tiempo sintiéndome extraña.-explicó Sana, mientras la contraria tomaba el sobre -Me hicieron análisis, y ayer fui a recoger los resultados...
-Sanashine...- susurró "sorprendida" Jihyo, queriendo darle dramatismo a todo.
-¡Estoy embarazada!, seremos madres, mi amor.-dio brincos pequeños, quedándose quieta unos segundos al ver que su novia no respondía- ¿Es malo?, ¿no te gusta la idea?, dime qué piensas, por favor...- formó una mueca preocupada.
-Ésto es...- Jihyo aguantó su risa, le encantaba actuar y que le saliera bien el papel -¡Increíble!, es lo más hermoso que he escuchado en la vida.- la abrazó por la cadera sonriendo.
-Es un bonito regalo ¿no?, ¡sorpresa!- Sana recobró la felicidad al instante, pasando sus brazos por el cuello contrario.
-Sí, es el mejor regalo de Navidad del universo.- expresó Park, para luego besarla suavemente.
Y de ese modo, Park Jihyo aprendió que no está mal cambiar, no es obligatorio
obedecer las enseñanzas de nuestros
mayores toda la vida, menos cuando en el
obedecer las enseñanzas de nuestros mayores toda la vida, menos cuando en el fondo, sabemos que están equivocadas.
Ella logró reescribir su destino, llendo paso a paso; comenzó a trabajar con un horario flexible, asegurando siempre una paga completa, y descansando cuando lo requería; se mantuvo pendiente de su Sana, cuidando de ella en cada etapa del embarazo; ahora, se daba la libertad de disfrutar las festividades, y comenzaron a pasar nuevamente la Navidad con los Minatozaki, quienes se alegraron por el cambio positivo de Jihyo.
Incluso se comprometieron a las pocas semanas de aquel día milagroso, ansiosas de unirse por fin en matrimonio. Y 9 meses después, la pequeña Park Minji llegó al mundo -aunque ellas prefieren mil veces usar también el apellido Minatozaki en la niña-, trayendo mucha más alegría a la pequeña familia.
Todo gracias a tres espíritus que llegaron a tiempo para ayudar a una chica perdida.
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