La omega de cabello castaño se encontraba sentada en una banca de la universidad. No sabía qué hacer; estos últimos seis meses su vida habían sido un desastre: la muerte de su madre, y que no hubiera pasado ni un mes desde entonces para que su padre la corriera de la casa.

Sentía que ya no podía seguir así, pero quería ser fuerte y cumplir cada una de las promesas que le dio a su madre. Quería que estuviera orgullosa de ella.

Se levantó de la banca y decidió ir a la biblioteca para empezar a buscar un trabajo. No podía seguir viviendo en la casa de su mejor amiga; sabía que a ella no le molestaba que se quedara ahí, ni a su madre tampoco. Pero Jennie sabía que no podía quedarse más tiempo. No quería ser un estorbo y, además, necesitaba salir adelante por su cuenta.

Una vez en la biblioteca, se sentó frente a una computadora y empezó a buscar trabajos. Estaba haciendo tiempo, ya que no tenía clases hasta dentro de dos horas. Tenía ese tiempo para buscar un trabajo de medio tiempo.

Algunos anuncios de trabajo le interesaron, pero eran más horas de las que ella podía cubrir. Aun así, no los descartó del todo. Siguió buscando por media hora y uno llamó su atención. Para ser honesta, le llamó mucho la atención.

"La famosa empresaria Lalisa Manobal está en busca de una asistente personal. ¿Quién será la afortunada en pasar tiempo con aquella hermosa alfa?", era lo que se leía en aquel anuncio. Entró en la publicación y empezó a leer los requisitos y la fecha de la entrevista. Vio que sería el sábado.

Sería en dos días, así que tenía tiempo para pensarlo.

Pero a Jennie le llegó una duda: ¿por qué la señora Manobal buscaría una asistente personal cuando ya tenía una secretaria beta? Esa era información que había visto en las redes sociales.

La omega salió de sus pensamientos al sentir una pequeña mano en su hombro.

—Sabía que ibas a estar aquí —le dijo alguien detrás de ella.

—¿Qué haces aquí, Rosie? —preguntó, volteando a verla.

—Mi mamá quiere que volvamos a casa temprano —avisó.

—¿Por qué? —preguntó, frunciendo el ceño.

—No lo sé —se encogió de hombros—. ¿Qué haces aquí? —preguntó, cambiando el tema.

—Estaba buscando anuncios de trabajo —murmuró, desviando la mirada.

—Sigues con esa idea loca de irte de casa —hizo una mueca—. Sabes que a mi mamá no le molesta que te quedes en nuestra casa y a mí tampoco —le dijo.

—Lo sé, pero a mí sí me molesta —confesó.

—¿Por qué? —se sentó a su lado.

—No lo sé. Me siento como un estorbo, como si no pudiera hacer nada por mí misma —bajó la mirada hacia sus manos.

—Bueno, si tú vas a buscar trabajo, yo también lo voy a hacer —le sonrió, y Jennie alzó el rostro sorprendida.

—Chaeyoung, tú no- —no pudo terminar porque la rubia la interrumpió.

—Acuérdate de que prometimos vivir juntas, y no voy a dejarte sola en esto. Mucho menos si vas a conseguir un departamento donde vivamos tú, Jisoo y yo —le recordó la promesa que hicieron de niñas.

Jennie rió ante el comentario de Chaeyoung, y la rubia también rió. Eran mejores amigas, y habían prometido salir adelante juntas, cumplir sus metas acompañándose una a la otra.

—Bueno, te aviso que el sábado en la mañana voy a ir a una entrevista —le dijo la omega menor.

—¿A qué hora será la entrevista? —preguntó Chaeyoung.

—A las ocho de la mañana.

—Le voy a decir a Jisoo que nos lleve —sonrió.

—¿Me vas a acompañar? —preguntó emocionada.

—Claro, y Jisoo, como buena alfa que es, también nos va a acompañar. Ya lo tengo todo planeado.

—Vamos, que todavía tengo que tomar mi última clase —Jennie se levantó de su lugar y esperó a que Chaeyoung se levantara también. Ambas salieron tomadas de la mano.

Ellas dos iban a salir adelante. Bueno, ahora eran tres, porque desde que Jisoo llegó a la vida de Chaeyoung, algunos de aquellos planes habían cambiado.