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❝ 魔鬼 ❞

—¿Tiene amigos, Señor Yoongi?

Yoongi y Jimin se encontraban en la oficina del mayor; el primero en su asiento, revisando uno que otros papeles, y el segundo acompañando, ya que estar en la habitación comenzaba a aburrirlo.

—Por su puesto —comentó Yoongi, dejando los documentos a un lado y prestándole atención al chico—. Dos chicos raros; un Ángel Sol curioso y un humano ateo que creía en mi.

—¿Ángel Sol? ¿Humano ateo? —preguntó el rubio muy confundido, frunciendo el ceño y ladeando la cabeza.

Yoongi rió un poco por la linda expresión del rubio y se levantó de su asiento para ir a sentarse en los muebles de su oficina, lugar donde se encontraba Jimin.

Hoseok es un Ángel caído que fue enviado hasta acá por ser demasiado curioso —explicó con paciencia.

—¿Y por qué dices que es un Ángel Sol? ¿Trabajaba para Dios en esa zona?

—Oh, no, no —negó Yoongi—. Así lo llamo yo por su brillante personalidad. Hobi me hace recordar a ti cuando llegó; era algo tímido y tenía miedo por todo, pero tomó confianza conmigo y poco a poco fue adaptándose aquí. Ahora se anda metiendo en cada problema, pero ya es parte de su esencia, así que no le hago nada más que pequeños sustos.

Yoongi rió por su pequeño amigo que no perdía la mala costumbre de curiosear por demás. Jimin sonrió sin mostrar los dientes, sintiendo ganas de conocer a ese tal "Ángel Sol" que hacía que el señor Yoongi hablara de tal manera sobre él.

—¿Y el humano? —preguntó Jimin.

—Ah, ese es Namjoon —respondió—. Es bastante cómico ya que no creía en Jihyo, pero sí creía en mi. No es mal chico, sólo tenía otra forma de ver la vida —dijo y se encogió de hombros, ya que no era algo grave para él.

Los voluminosos labios de Jimin se abultaron y se cruzó de brazos indignado, —¿¡Por qué lo dice con tanta tranquilidad!? ¡No creer en Dios es un pecado muy grande! Mi madre es quien creo todo el universo, así que debemos ser agradecidos. No sé cómo puede tener amistades de ese tipo.

Luego de calmar su pesada respiración, Jimin cayó en cuenta de la forma en la que le habló a Lucifer. Abrió los ojos abruptamente y sus manos comenzaron a temblar con fuerza. Miró al hombre con mucho arrepentimiento y bajó la cabeza. »N-no quise hablarle de tal forma, Señor Yoongi...

En otra situación, Yoongi ya hubiese castigado fuertemente a quien le levantara la voz de tal manera, pero con Jimin no se veía capaz de hacerlo, además de que el Ángel se veía arrepentido y temblaba notablemente.

Posó su mano sobre la cabellera dorada, asustando a Jimin en el proceso. Sonrió de lado y negó divertido.

—Ya, no te preocupes y no lo vuelvas a hacer —habló y Jimin subió la cabeza para mirarlo de forma sorprendida y asintió rápidamente—. Con respecto a lo de Namjoon, te pediré respeto.

Jimin volvió a abrir los ojos y apretó los labios, aún inconforme. Yoongi suspiró y tomó las pequeñas manos de Jimin, tomándose un tiempo para apreciar lo suave que estas eran a su tacto. »Las personas no deben creer en lo mismo que crees tú, Jimin. He visto gente muy buena que no cree en Dios, y he visto gente demasiado mala que es devota a tu madre.

»Sé que Jihyo va a matarme por lo que te voy a decir, pero debes ver más allá de las creencias. Ve las acciones y deja de lado todos esos nombres de devoción. Si alguien te cae bien, que sea por lo que aporta a tu vida y no por sus ideales. Yo no te he tratado mal, y soy Lucifer. Tú no eres mal chico, y estás aquí. Namjoon no es un mal humano, y está aquí.

Jimin sentía su cabeza volverse un lío por completo. Su madre le había inculcado que debía ser agradecido con ella, ya que había creado al mundo entero y había dado vida a cada persona y criatura existente. Ahora el Señor Yoongi le decía que no debía juzgar a los demás por sus creencias, porque lo más importante eran sus acciones.

—No lo pienses tanto —dijo Yoongi, trayendo a Jimin de vuelta a la realidad—. Mejor vamos a conocerlos y ya después me dices si te parecen, o no, buenas personas.

Jimin asintió lento y se encaminaron hasta la pequeña oficina de Namjoon, donde también estaría Hoseok fastidiando al humano. En el camino, todos hacían leves reverencias para mostrar su respeto al Señor del lugar. El pequeño Ángel miraba a todos con curiosidad y sentía algo de admiración por el aura tan imponente que poseía el Señor Yoongi en esos momentos.

Llegaron hasta el lugar y Yoongi tocó la puerta a esperar a que me dieran el pase. A pesar de ser el jefe de todo el lugar, no iba a ser irrespetuoso y entrar como si nada. Cuando alguien respondió, abrió la puerta, encontrándose a Namjoon en su escritorio, organizando algunas cartas y a Hoseok sentado en una silla, dibujando en un papel, que soltó en cuanto lo vio.

—¡Yoongi! —exclamó el Ángel Sol, levantándose de su silla y acercándose hasta él para abrazarlo. Yoongi sonrió y correspondió el acto, acostumbrado a las acciones del chico.

Jimin miró la escena con sorpresa, ya que ese chico era muy confianzudo con el señor Lucifer. Miró al chico que estaba en el escritorio, encontrándose a un joven de piel acaramelada y con una sonrisa de hoyuelos por la escena en frente de él. Si era sincero, ese chico no se veía nada intimidante, podía decir que hasta daba ternura con esos hoyuelos en sus mejillas, pero aún sentía algo de desconfianza por no creer en su madre.

Hobi, Nam, quiero presentarles a Jimin. Es un residente temporal aquí.

Hoseok miró a Jimin con emoción, y se separó de Jimin para tomarlo del rostro y detallarlo de cerca, —¡Que lindo eres, Jimin! ¡Aún hueles a rosas!

Jimin sintió su cara sonrojarse y sonrió alegre. Ya sabía porqué el Señor Yoongi lo había apodado como Ángel Sol, ya que Hoseok brillaba con solo existir.

—No lo abrumes, Hoseok —habló Yoongi y lo separó de Jimin, obteniendo una queja por parte del nombrado.

—Mucho gusto, Jimin. Soy Namjoon.

Jimin miró al chico que se había levantado y ahora lo tenía al frente, regalándole ahora a él una sonrisa de hoyuelos. Miró la mano extendida del moreno y miró a Yoongi, quien le daba confianza con sus ojos. Sonrió suave y tomó la mano de Namjoon, —Mucho gusto, Namjoon.

『 °*• ♡ •*°』

Yoongi se dirigía hasta la oficina de Namjoon en busca de un pequeño Ángel rubio que no había regresado de su recado. Le había pedido a Jimin el favor de llevarle a Namjoon la correspondencia que debía ser enviada al cielo, pero este nunca volvió, haciendo que se sintiese algo nervioso por la desaparición del chico.

Escuchó grandes carcajadas a medida que se acercaba hasta el lugar y frunció el ceño. Detuvo sus pasos y se enfocó en escuchar nuevamente las risas, teniendo una buena dosis de ellas al instante, reconociendo las tres de inmediato; Namjoon, Hoseok y Jimin, los tres chicos que se habían vuelto inseparables desde que se conocieron.

Retomando el paso, caminó hasta la puerta y la abrió lentamente, encontrando a Jimin de espaldas a él y a Namjoon y a Hoseok sin notar su presencia.

—¡Sigue, Jimin! —habló Hoseok entre risas.

—En momentos así necesito mi teléfono humano —dijo Namjoon mientras secaba sus ojos de las lágrimas causadas por la risa.

Jimin aclaró su garganta y tomó una postura erguida, —¡Soy el Señor de la Oscuridad, pero parezco un gatito bebé! ¡Todos deben respetarme aún cuando sea más bajito que todos! ¡Tragus, Tragus, Tragus! ¡Todos irán con Tragus!

Las escandalosas risas se escucharon por todo el lugar y Yoongi frunció el ceño, ¡Él no era tan bajo! ¡Tampoco parecía un gatito bebé! 

—¡Hoseok deja de ser curioso! ¡Namjoon no te pares a mi lado que me veo más pequeño!

—Jimin, espero que recibas tu castigo sin ningún problema.

Las risas pararon de manera inmediata cuando Yoongi entró al lugar con su envidiable seriedad. Tanto Hoseok como Namjoon se levantaron e hicieron reverencias para Yoongi. Jimin giró lentamente sobre sus talones y miró a Yoongi con mucho miedo.

Lucifer chasqueó la lengua y miró a Namjoon y a Hoseok, —Luego me encargaré de ustedes.

Dicho esto, tomó a Jimin y lo subió a sus hombros, saliendo del lugar con el chico a cuestas.

—¡Yoonie, todos están viend- ¡Ah! —gritó el Ángel cuando recibió una enorme nalgada en el trasero. Sus mejillas se calentaron aún más, ya que muchas personas comenzaron a murmurar sobre ellos.

—Silencio, Jimin. De ahora en adelante solo me responderás si yo te doy el permiso y harás todo lo que te diga. Atente a las consecuencias de burlarte de Lucifer —habló duro y Jimin tragó saliva. Dio un respingo cuando Yoongi le agarró el trasero y lo apretó con fuerza—. Prepara esto, cariño, porque estoy muy furioso contigo. Voy a demostrarte que mi altura no tiene nada que ver con lo bien dotado que estoy.

El corazón de Jimin latió con fuerza y apretó sus ojos, sintiéndose ansioso por todo lo que vendría. Una sonrisa maliciosa surcó en sus labios, planeando hacer enojar a Yoongi con más frecuencia.

Se mordió el labio y se dejó llevar hasta la gran recámara de ambos, esperando por ese castigo que sería muy delicioso para ambos.

De eso estaba seguro.


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