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❝ ангел ❞

Jimin parpadeó un par de veces y tragó saliva, sintiendo nervios por la seriedad que mostraba Yoongi.

—Seokjin y yo estaremos afuera —habló Jihyo, queriendo darles privacidad a los otros dos. Tomó a Jimin por las mejillas y besó cariñosamente su frente—. Te extrañé tanto, mi niño. Vendré dentro de un rato para pasar un tiempo juntos, ¿Sí?

El pequeño Ángel asintió y miró a su madre y a Seokjin salir de la habitación, dejándolo a solas con el mayor. Se giró nuevamente hacía él y apretó sus labios en una mueca, sintiéndose sumamente nervioso y angustiado. —¿Te gustó ver a mi madre de nuevo? —preguntó luego de un rato en silencio.

—Fue bueno, no lo voy a negar. Ella y yo fuimos muy buenos amigos, y me alegró verla —respondió Yoongi con sinceridad.

—Ah.

El silencio era incómodo, algo que tenían mucho tiempo sin experimentar. Por un lado, la cabeza de Jimin creaba mil un ideas sobre el encuentro de Yoongi y su madre. A pesar de que no habían vuelto a tocar el tema, y en su ignorancia pensó haberlo dejado en el olvido, no pudo evitar sentirse algo intimidado al verlos juntos.

Si de solo imaginarlos se le hacía algo horrible, en persona era como sentir mil dagas en el corazón. Jimin no era inseguro, ¿Por qué mirar a Yoongi con su primer amor lo hacía sentir de esa forma?

—No pienses de más —dijo Yoongi, trayendo a Jimin nuevamente a la realidad—. Sí, me alegró verla, pero fue porque la extrañaba como una vieja amiga. Lo que sucedió entre ella y yo quedó en el olvido. Ella no me gusta, y yo te amo a tí. No debes pensar cosas que no son.

Las mejillas de Jimin se calentaron al escuchar a Yoongi. —Yo también te amo a ti.

—Lo sé, Jimin. Ahora lo sé.

—Yoon-

Las palabras de Jimin se vieron cortadas por la sopresa cuando miró a Yoongi arrodillarse en el piso, poniendo ambas manos sobre sus piernas y con la cabeza gacha.

—Lo siento, Jimin. No merezco que me perdones pero igual te pido disculpas. Fui un tonto, por creerle a alguien más antes que a ti, por no dejar que me explicaras y dejarme llevar por mi inseguridad. La idea de imaginar que amabas a alguien que no fuese a mi me hizo sentir vulnerable, porque tú eres mi todo y sin tí no soy nadie.

»Lo sé todo, la verdad sobre Jungkook y me siento tan avergonzado por pensar siguiera en hacerle daño al pobre chico. Eres un Ángel, Jimin, literalmente eres un Ángel, y tu corazón es lo más bello que he conocido... no te merezco, Minnie, no lo hago. Me enteré hace poco que tengo un lado animal, que fue el que le provocó tanto daño a Namjoon y atemorizó a Seokjin, y quiero morir antes de hacerte algo a ti.

»Debes estar furioso conmigo y lo aceptaré. Si te quieres ir con tu madre no te voy a detener, y si decides odiarme estaré de acuerdo, pero yo realmente lamento todo lo que te hice. Así que Jimin, perdona a este pobre diablo que lo único que hizo bien fue amarte.

Yoongi levantó su mirada y no fue consciente en cuanto Jimin se lanzó contra él, empujando a ambos al suelo.

—Me amas, con eso soy conforme y no tengo que perdonarte nada —murmuró Jimin en el cuello del mayor, abrazándolo con fuerza.

Yoongi rodeó la cintura de Jimin, dejando un beso en su cabellera. —Te amo, pero actué mal.

—Eso no importa ahora —negó con la cabeza—. Estás conmigo otra vez, y ya soy feliz.

—No te merezco, Ángel... —susurró Yoongi, dejando incontables besos en Jimin, apretándolo más contra sí.

Jimin sacó la cabeza del cuello de Yoongi lo miró a los ojos con amor. —Sí me mereces, Yoonie, porque yo soy tuyo y tú eres mío. Porque te amo y me amas. Porque nos pertenecemos. Porque yo soy el bien que hay en el mal, y tú eres el mal que hay en el bien. Somos el uno para el otro, y así el destino lo quiso.

Sin esperar ni un segundo más, unieron sus labios en un desesperado beso, que demostraba cuánto se habían echado de menos. Sus manos danzaban por el cuerpo del contrario, queriendo grabar con el tacto la sensación tan cálida que era tenerse nuevamente.

Yoongi giró sus cuerpos para estar encima de Jimin, dejando de lado sus labios para posar los suyos en el cuello del contrario, llenándolo de besos, lamidas y mordidas, sintiéndose extasiado por los pequeños y agudos gemidos que soltaba Jimin.

—Yoonie~ —suspiró el Ángel, sintiendo mil emociones recorrerlo entero.

Yoongi volvió a sus labios, está vez besándolo con más calma y suavidad, dedicándose a saborear lo dulce que era su pequeño novio. Jimin apretaba la camisa de Yoongi entre sus manos, embelesado por lo delicioso que era tenerlo nuevamente con él.

El aire comenzó a escasear en su organismo, y tuvieron que separarse a regañadientes, juntando sus frentes y mirándose a los ojos con intensidad.

—Te extrañé —habló Jimin, subiendo su mano hasta el rostro de Yoongi para poder delinear sus mejillas—. Dices que sin mí no eres nada, pero yo me siento totalmente igual a ti.

—Jiminie, mi amor...

—Hazme el amor, únete a mi otra vez.

Yoongi asintió y se levantó del suelo, trayendo a Jimin consigo al tirar de sus manos para arriba. Lo tomó de su cintura y volvió a unir sus labios en un demandante beso.

Los guió a ambos hasta la cama y posó a Jimin sobre está, subiéndose él encima sin dejar de besarlo. Sus manos viajaron hasta el borde de la camisa del Ángel, subiéndola hasta el pecho del chico.

Se separaron y Jimin subió sus brazos, haciéndole el trabajo más fácil a Yoongi para que le sacase la prenda. El menor no reparó en comenzar a desabotonar la camisa de Yoongi, dejando su pecho y abdomen al descubierto.

—Precioso... —murmuró Yoongi, adorando a Jimin. Acercó su rostro hasta el cuello del menor y paseó su nariz por él, bajando por a poco hasta su pecho—. Y todo mío.

Tomó uno de los rosados pezones del rubio entre sus dientes y tiró de el, ganándose los gemidos gustosos de Jimin. Acercó su boca y comenzó a chupar el delicioso botoncito rosa de su Ángel, tomando el otro entre sus dedos, comenzando a pellizcarlo con agilidad.

Jimin se deshacía en gemidos, y es que Yoongi sabía dónde y cómo tocarlo. Sabía qué le gustaba y cuándo hacerlo. Levantó su rodilla y la comenzó a rozar contra el bulto de Yoongi, recibiendo los gruñidos guturales del mayor contra sus delicados pezones.

Dejando en paz las hinchadas y erectas tetillas de Jimin, bajó sus besos hasta el ombligo de el chico, delineándolo con la lengua e introduciéndola.

—Yoongi, ¡Ah! —gimió Jimin al sentir como penetraba su ombligo con su lengua.

Yoongi mordía, chupaba y lamía todo lo que encontraba a su paso, haciendo que Jimin vibrara por la creciente exitacion al sentir todos sus puntos erógenos ser atendidos hábilmente.

Excepto uno.

—Y-ya, Yoonie~ Quiero sentirte.

El nombrado mordió el hueso de la cadera de Jimin, robándole un jadeo por la sorpresa y lo bien que se sintió sus dientes en esa zona. —Quiero probarte entero, amor. Quiero degustar cada parte de ti.

—Puedes hacerlo luego, pero ahora te necesito.

La mirada de Yoongi se oscureció por la lujuria, lamiendo nuevamente el vientre de su chico. —Tan desesperado, Minnie. ¿Qué diría tu madre si te escuchara? Ya no eres el mismo angelito que volaba entre las nubes. Ahora andas pidiendo que te folle duro, ¿No es así? Rogando por mi gorda polla.

Más allá de sentirse apenado por las palabras de Yoongi, Jimin solo supo gemir extasiado por escucharlo hablar de una manera tan sucia y guarra. La adrenalina de saber que su madre, su santa y benevolente madre, lo escuchara rogar para que lo jodieran era tan grande como para hacerlo temblar de exitación.

—Mira como vibras, deseando más y más —se burló Yoongi, mordiendo un pezón del chico—. Voltéate y ponte boca a bajo.

De manera rápida, Jimin se giró en la cama, dejando a merced de Yoongi su culo. El mayor bajó sus pantalones en conjunto con su ropa interior y la tiró lejos de él, e hizo lo mismo con Jimin. Tomó una almohada y la colocó debajo de Jimin, haciendo que el respingón trasero del menor quedara levantado.

Separó ambas nalgas y, sin pensarlo mucho y con la boca echa agua, comenzó a lamer la rosada y estrecha entrada del Ángel.

—¡Oh, por Dios! ¡Mierda, sí!

Una nalgada aterrizó en Jimin, luego de un mordisco en el mismo lugar. —No nombres a tu madre en un momento así, y no digas groserías, ángel maleducado.

—Lo siento. Sigue, por favor —rogó Jimin, al borde del colapso por no obtener lo que tanto anhelaba.

Lucifer sonrió de lado, llevando nuevamente su boca hasta el culito de Jimin para saborearlo nuevamente. Introdujo su lengua y un par de dedos para ir preparándolo a él. Tenían tiempo sin hacerlo, cuando estaba acostumbrados a hacerlo casi diariamente, así que debía ser cuidadoso.

Un par de minutos más, y ya Jimin sentía que iba a morir en cualquier momento. Sentía que se correría con solo sentir la lengua y los dedos de Yoongi en él, pero no quería, no así.

—Y-yoonie, yo, mhm, estoy listo —jadeó con lamento al sentir como sentía el vacío en él, pero no tuvo tiempo en asimilarlo cuando Yoongi lo había dado vuelta y había entrado en él de una sola estocada, llegando justamente a su jodido punto—. ¡Ah, si!

Embestida tras embestidas fueron llegando, haciendo que la habitación se llenara de sus gemidos y el sonido de su pieles chocando. Un sonido morboso pero que a ambos extasiaba.

Yoongi tomó las manos de Jimin entre las suyas y entrelazó sus dedos, mirándolo directo a los ojos mientras seguía follando su culo con fuerza y precisión. Jimin a penas y podía verlo, ya que sus ojos estaban en blanco o cerrados fuertemente por la rica unión de sus cuerpos, y lo bien que se sentía la enorme polla de Yoongi dentro de él, maltratando su próstata en cada acertada.

Sus vientres cosquillearon, avisándoles que pronto llegarían al tan ansiado orgasmo, así que Yoongi aceleró aún más sus penetraciones y unió sus labios con los de Jimin, al mismo tiempo en que ambos se corrían con fuerza, ahogando sus gemidos de satisfacción en los labios contrarios.

Yoongi desaceleró las embestidas, sintiendo estás más intensas por la sensación post orgásmica, hasta finalmente detenerlas y hundir su cabeza en el hueco entre el cuello y el hombro de Jimin, intentando recuperar el aliento.

Jimin llevó sus manos hasta la espalda de Yoongi, y la acarició de arriba a abajo, respirando hondo para lograr calmar su respiración. Yoongi hizo el intento de quitarse de encima, pero Jimin lo apresó contra sí. —Quédate así.

—Te estoy aplastando, amor.

—Me gusta. Quédate así un poco más.

En un rápido movimiento, Yoongi se giró y se trajo a Jimin con él, quedando ambos acostados de lado y mirándose cara a cara. Por el movimiento, Jimin gimió otra vez, y es que Yoongi no había salido de él en ningún momento.

—Te amo, mi Ángel de Oro.

Jimin sonrió y besó cortamente los labios de Yoongi. —También te amo, Lucifer.

Sonrieron y volvieron a besarse, dedicándose solo a sentirse mutuamente.

『 °*• ♡ •*°』

Seokjin y Jihyo habían recorrido la mayor parte del infierno, con el chico enseñándole los lugares que conocía a su madre.

—¿Crees que se hayan arreglado?

Jihyo sonrió de lado, —Nisiquiera han de estar hablando.

—No entiendo —se quejó Seokjin con un pequeño puchero en los labios, causando la risa de Dios.

—Tampoco te lo voy a explicar. A veces se me olvida cuán inocente eres de muchas cosas —el contrario la miró feo, decidiendo no seguirle la conversación—. Ahora que lo recuerdo, no me has llevado con ese chico que salvó tu vida. Quiero conocerlo y agradecerle personalmente lo que hizo por ti.

Las mejillas de Seokjin se calentaron levemente, y desvió la mirada hacia otro lado para que su madre no se diese cuenta.

Aunque claro, a las madres nunca se les escapa nada, y menos cuando es Dios.

—Uh, yo... p-podemos ir hasta allá —se encontraban cerca de la cocina, y al lado estaba el pasillo por dónde quedaban las habitaciones—. Es por aquí.

Ambos comenzaron a caminar en dirección al lugar, pero Seokjin tenía miedo de lo que podría pasar.

—Te noto tenso, ¿Sucede algo?

—Es que... no lo vayas a tomar mal, pero Namjoon es ateo.

Jihyo detuvo sus pasos y miró a Seokjin con tranquilidad. —¿Qué hay de malo con eso?

—¿No te molesta?

—Seokjinnie, estoy en el infierno, no me podía esperar que el chico fuese un Santo en todos los aspectos. Ser ateo es el menor de los pecados, pero es uno al fin y al cabo.

—Vaya... —rascó su nuca con vergüenza de si mismo—. Reaccionaste mejor que yo cuando me enteré.

—Yo amo a todos mis hijos, así que no me causa algún efecto en mi.

—¿No es raro eso? —preguntó Seokjin, llamando la atención de Jihyo—. Ya sabes, lo de llamarnos a todos como tus hijos. Básicamente todos somos hermanos y bueno, el incesto sería algo de lo más común.

—Nunca te habías interesado por algo de eso, ¿Alguna razón en especial, Seokjinnie?

—¿Q-qué? ¡No lo digo por alguien en especial! —exclamó el Ángel exaltado, moviendo sus manos frenéticamente—. Solo me pareció curioso y te pregunté.

—Todos son mis hijos, y son hermanos, miembros de una misma iglesia, que se encarga de evangelizar mis enseñanzas. El término "hermanos" es más como un sinónimo de "prójimo". Son hermanos porque son mis hijos y creen en mi, pero no son hermanos de sangre. Ya sabes, parientes filiales y no consaguíneos —el chico asintió, y siguieron caminando—. Te había preguntado si había alguna razón en especial, no alguien, Seokjin.

El ángel abrió los ojos como platos y comenzó a balbucear un montón de cosas incomprensibles, cosa que a Jihyo le pareció por demás de tierna.

Si sus sospechas eran acertadas, irían a visitar al causante del desequilibrio de su Seokjin.

—Es aquí —avisó el Ángel y tocó un par de veces la puerta, recibiendo el claro permiso de la persona que estaba adentro.

De manera vacilante, abrió la puerta y le dió el pase a su madre, para luego entrar él, encontrándose a Namjoon, —gratamente con su pecho cubierto por una camisa ligera— sonriendo en grande en cuanto lo vio, causando unas suaves cosquillas en su estómago al ver esos lindo hoyuelos.

—Seokjin, viniste —dijo Namjoon emocionado de verlo nuevamente.

El nombrado sonrió sin mostrar los dientes y se balanceó de la puntas de sus pies hasta los talones. Jihyo alzó una ceja al ver esta actitud tan atípica del usualmente centrado Seokjin, así que, al ver que nadie la iba a presentar con el moreno que, tampoco estaba muy al pendiente de su presencia, decidió hacerlo por sí misma.

Aunque claro, ella ya sabía quién era Namjoon, y sabía algo que, cuando lo dijese no sabía exactamente qué sucedería con ambos.

—Kim Namjoon, es un gusto conocerte en persona —habló alto, llamando la atención de los otros dos. El nombrado la miró curioso, pero sin dejar de verse educado—. Mi nombre es Jihyo, pero soy mejor conocida como Dios.

Los ojos del moreno se abrieron por la sorpresa y se sentó derecho con dificultad, ya que sus heridas no estaban del todo sanadas.

—¿D-Dios? —la mujer asintió, con una sonrisa tenue en su rostro—. Yo, vaya, estoy impresionado de tenerla aquí.

—Vine a arreglar las cosas con Yoongi y Jimin, además de que Seokjin me comentó lo que hiciste por él y quise darte las gracias en persona por salvar a mi hijo.

—Oh, no debe agradecerme —Namjoon miró a Seokjin y sonrió—. Se lo dije a él; arriesgaría mi última vida si es necesario para salvarlo.

Namjoon y Seokjin se enfrascaron en mirarse, y Jihyo se sintió feliz por ver eso. Su hijo nunca se había dado la oportunidad de estar con alguien por su miedo a que lo utilicen, a que se aprovechen de él.

—De igual modo quiero agradecerte, Namjoon —volvió a llamar la atención del joven—. Estoy orgullosa de ti, también eres mi hijo.

—¿Sabe? Si hubiese sabido que usted era Dios, no me convertiría en ateo. Es usted muy bonita —comentó Namjoon, sonriendo y ganándose una corta risa de Jihyo—. Además de que se ve muy genial. Sip, yo si me hubiese ido por el camino del catolicismo.

—Eras demasiado curioso, Namjoon. Te gustaba saber y averiguar más. La vida religiosa no es lo tuyo.

El moreno sonrió y negó, —Me conoce bien, sí parece mi madre.

Seokjin mordió su labio y respiró hondo, mirando cómo su madre y Namjoon se llevaban de maravilla. Se sentía un poco desplazado y quería golpearse por tales pensamientos.

—Soy tu madre, Namjoon —corrigió Jihyo divertida. Sí, le gustaba el chico.

—Ahora lo sé, madre. Gracias, por cierto.

—¿Por qué?

Namjoon desvió su mirada hasta Seokjin y suspiró, —Por él.

Las mejillas del Ángel se volvieron rojas, y desvió la mirada avergonzado.

—¿Verdad que mi hijo es hermoso?

—Mucho. El Ángel más precioso que he visto —secundó Namjoon sin un ápice de vergüenza—. ¿No le molesta, verdad? Ya sabe, que a un chico le guste otro chico.

La mujer movió su mano, quitándole importancia, —Yo solo quiero que todos sean felices. No sé de dónde sacaron los terrenales de que no aceptaba a los homosexuales. Así que tú, Kim Namjoon, tienes mi aprobación siempre y cuando mi hijo sea feliz.

—Ya tengo la aprobación de mi suegra, solo faltas tú, Ángel.

Seokjin lo miró y negó, —Sigue soñando, ateo.

—¡Yo creo en tu madre! ¡Nuestra madre!

—Obvio crees en ella, la tienes en frente.

—Se suponía que íbamos a ser amigos.

—Pues me estoy echando para atrás.

Jihyo miró como Namjoon y Seokjin comenzaron a discutir, haciéndola reír por la manera tan extraña que tenía el Ángel para esquivar sus sentimientos por el humano.

Decidió guardarse el secreto de ambos. Y es que de seguro Seokjin y ni se acordaba de eso, ya que era muy pequeño cuando sucedió.

Pero en verdad pasó, cuando en septiembre, hace muchos años, nació un niño, cuyas mejillas fueron besadas por un inocente Ángel, logrando así regalarle esos preciosos hoyuelos que tanto lo caracterizaba.

Seokjin no tenía porqué saber a estas alturas de la vida que le había dado ese regalo a Namjoon. Porque desde ese momento, sus caminos estaban cruzados, y prefería que ambos trabajaran en construirlo poco a poco.

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