❝ Melek ❞
Un suave pero dulce olor a rosas fue lo primero que llamó la atención de sus sentidos al empezar a despertar. Se sentía cálido, y no tenía ganas de abrir los ojos. Quería quedarse ahí por mucho tiempo, añorando la sensación de despertar de esa manera.
Abrió los ojos con lentitud, y lo primero que vio fue el bonito rostro del Ángel apoyado en su hombro. Detalló cada facción, cada curva y porción de él, embelesado por lo lindo que era Jimin. El pequeño rubio se aferraba a él en un abrazo, siendo Yoongi parte de este acto al tenerlo apresado contra sí.
¿Hace cuánto no dormían juntos? ¿Cómo pudo soportar tanto tiempo sin el menor entre sus brazos?
Sin embargo, como si la vida estuviese empeñada en arruinarlo, llegó a su mente una ráfaga de recuerdos; específicamente de él siendo la bestia que era. Sí, Jimin le había afirmado que no le tenía miedo, pero no se sentía seguro consigo mismo. Un temor se asentó en el pecho de Yoongi, y es que le aterraba la idea de hacerle daño a su Ángel. No se lo perdonaría en la vida.
Detalló un poco más al contrario, antes de acercarse a él y besar su frente con suavidad. Con cuidado quitó los brazos de Jimin de su cuerpo y salió de la cama. Miró por última vez al rubio, quien abrazó una almohada por el vacío que sintió en sus brazos, y salió de la habitación.
Llegó hasta su habitación y tomó una ducha, se arregló y salió nuevamente para hacer sus obligaciones. Una vez llegó a su oficina, en su estómago se sintió una presión, y es que el lugar le recordaba el fatídico suceso.
Sacudió la cabeza y se sentó en la silla de su escritorio; debía asumir lo que había hecho, incluso si la culpa lo carcomía vivo.
『 °*• ♡ •*°』
—¿Has venido alguna vez?
La mujer negó, —Es la primera vez que bajo, así que tendrás que llevarme con Yoongi.
Seokjin asintió y sintió como faltaba poco para llegar al destino. Se sentía algo nervioso por la situación, y es que no sabía cómo reaccionarían todos ante la llegada del mismísimo Dios al infierno.
—¿Está bien este atuendo que escogí? Me dijiste que el infierno es algo caliente, así que esto fue lo más "fresco" que pude conseguir —preguntó Jihyo, mirándose con detenimiento.
Estaba vestida con un conjunto blanco de falda y chaqueta, acompañado de unos delicados tacones, dándole un aire elegante. Seokjin sonrió, —Se ve hermosa, madre.
—Gracias, cariño —frotó sus manos—. Estoy algo nerviosa. Los que viven en el infierno también son mis hijos, y tengo miedo de que me odien por haberlos enviado hasta allá.
El Ángel pensó en sus palabras, y se encongió de hombros, —No creo que te odien, y si lo hacen no les hagas caso. Las veces que he venido me han tratado bien, a pesar de no tener los mismos privilegios. Madre, tanto en el infierno como en el cielo hay personas malas y buenas, así que, mientras tengas la certeza de que te serán agradecidos, lo demás es insignificante.
Jihyo lo miró un momento antes de sonreír. —Que bonito pensar tienes, Jinnie. ¿Ya te he dicho que eres mi segundo hijo favorito? Porque Minnie siempre será el primero.
Ambos rieron por lo dicho, y finalmente llegaron a las puertas del infierno. Parpadearon un par de veces para acostumbrar su vista de la luminosidad a la oscuridad, y cuando ya estuvieron preparados, comenzaron a adentrarse al lugar.
Los residentes del infierno dejaron de hacer lo que hacían para mirar con atención a las dos personas que recién llegaban. A uno lo conocían, el precioso Ángel que era amigo de Jimin, pero a la mujer no, y eso les causaba mucha curiosidad.
Los Ángeles son tan bonitos, y aquella fémina lo era mucho más.
—Te miran porque piensan que eres bonita, los Ángeles llamamos mucho la atención aquí —susurró Seokjin al ver cómo Dios se quedaba en su sitio al sentir la mirada de todos en ella.
—Pero yo no soy un Ángel...
—Parece que tampoco saben que eres Dios.
Jihyo los miró a cada uno, sintiendo su corazón rebosante, porque ellos también eran sus hijos, y a pesar de todo lo malo que pudieron haber hecho los amaba enormemente. Porque así es Dios; ama a cada una de sus creaciones, sea buena o mala, porque son algo único, algo hermoso y perfecto.
Se reservó el decir quién era, y es que le daba miedo ser rechazada por sus hijos, así que solo les sonrió e hizo una reverencia a modo de saludo.
—Estoy muy feliz de verlos y estar aquí —dijo una vez se puso firme, y su sonrisa se hizo aún más grande al ver cómo todos devolvían su saludo.
Seokjin miraba la escena con dulzura, y es que podía notar la emoción de su madre con facilidad. Saludó de igual modo a todos en el lugar y se acercó a su madre para susurrar: —Es tiempo de irnos. Iremos a buscar a Yoongi en su oficina.
Jihyo asintió y, sonriendo por última vez a los residentes, emprendió pasó firme al lado de Seokjin, robándose las miradas de todos al pasar, porque los Ángeles son hermosos, pero Dios lo era aún más.
『 °*• ♡ •*°』
Yoongi intentaba leer unos papeles cuando su puerta fue abierta sin su permiso. Se levantó de su asiento, dispuesto a regañar a quien se hubiese atrevido, pero sus palabras se cortaron al ver entrar a Seokjin, seguido de Jihyo.
Abrió los ojos sorprendido, sin poder creer a quien tenía en frente. Habían pasado siglos de la última vez que la vió, ahora lucía el cabello corto y sus facciones eran más maduras, pero seguía conservando la misma belleza que la caracterizaba.
—Hola, Lucifer —saludó la mujer, cruzándose de brazos y mirando a Yoongi con seriedad.
—Dios... ¿qué haces aquí? —preguntó incrédulo aún. Rodeó el escritorio y se posó frente a la mujer, mirándola más de cerca—. No has cambiado mucho. Sigues igual de bonita.
Jihyo rodó los ojos y sonrió de lado, —Tú sigues siendo el mismo Ángel diminuto y malhumorado que recuerdo.
Ambos sonrieron y se unieron en un abrazo, de esos que se les da a alguien que tienes mucho tiempo sin ver y extrañaste a pesar de todo. Seokjin miraba la escena con curiosidad, pero decidió no entrometerse en ese asunto, tomando asiento en el sofá individual que ahí mismo se encontraba.
Yoongi se separó de Jihyo y mordió su labio, —¿Vienes por lo de Jimin?
—Así es. Vengo a aclarar todo yo, y más te vale que me escuches.
Lucifer suspiró y señaló el sofá largo, tomando asiento ambos. —No es necesario que me expliques lo que ocurrió con Jimin —dijo luego de un rato en silencio.
La mujer frunció el ceño, —¿Ya Jimin te explicó todo?
—No, aún no lo ha hecho, pero ya no es necesario que lo sepa —hizo una pequeña pausa—. Jimin no se quedará aquí, te pido por favor que te lo lleves contigo.
Tanto Dios como el Ángel abrieron los ojos por la sopresa. Se esperaban de todo, menos que Yoongi decidiera entregar a Jimin sin más.
—¿Por qué dices eso? —preguntó Jihyo, tomando más seriedad al asunto.
El pálido mordió y apretó sus manos, bajando la mirada hasta ellas. —No quiero lastimar a Jimin... —soltó todo el aire y miró a la mujer—. Supongo que Seokjin te lo contó, en lo que me convertí. No sé que sea eso, pero no quiero volver a verlo, menos con Jimin cerca. No quiero hacerle daño, así que te lo agradecería muchísimo si te lo llevases de aquí.
Seokjin sintió lástima de Yoongi. Se veía realmente afectado, y supo que tenía algo de culpa en eso, puesto que se encargó de recalcarle lo que podía llegar a ser, pero el miedo que sintió en ese momento era tan grande que no reparó en sus acciones.
Jihyo, por otro lado, hizo una mueca de tristeza y tomó las manos de Yoongi entre las suyas, evitando que el chico siguiese apretándolas y se causase daño a si mismo.
—Yoongi, tú eres eso —habló la mujer, llamando la atención del nombrado al ser llamado por su nombre y no por "Lucifer"—. ¿Recuerdas que tú eras del cielo? Antes vivías allá, a pesar de tener destinado vivir aquí... Seokjin me contó lo sucedido y leí un poco, así que tengo la respuesta a esa "bestia" —hizo comillas con sus dedos.
Yoongi ladeó la cabeza, —¿Qué es?
—Eso en lo que te convertiste, es el verdadero Lucifer. Tu aspecto de ahora es el de Ángel, porque estuviste en el cielo, pero está reprimido tu otro lado, el lado que vive aquí. Al parecer la presión lo hizo salir para protegerte, sin ser consiente de lo que realmente hacía —la mirada de Yoongi se veía asustada, así que Jihyo sonrió de lado—. Yoongi, tú perteneces al cielo y al infierno, los dos son tú hogar, y tienes en ti una parte de cada lugar. Manejas tu lado puro, pero debes aceptar tu lado oscuro.
—¿Por qué aceptaría un lado que le hace daño a las personas sin pensarlo antes? No quiero ser "eso" —habló Yoongi, sintiéndose asqueado de tener en sí algo tan cruel.
—"Eso", que nombras con tanto desdén, salió a la luz solo para defenderte —respondió jihyo con firmeza—. Quizás la manera no fue la correcta, pero es parte de ti y debes asumirlo. Cuando logres hacerlo, podrás controlarlo y ya no habrán crueldades en él.
Yoongi desvió la mirada, sintiéndose abrumado por toda la información que estaba recibiendo. No quiera aceptarlo con tanta facilidad, pero Jihyo tenía un punto al decir que, mientras más lo conozca, más fácil será tratar con él.
—No eres el único al que le pasa este tipo de cosas —dijo Jihyo sin obtener una mirada por parte de Yoongi—. Yo soy el Dios creador de todo, pero la vida y destino de las personas están escritas mucho antes. El libro sagrado sabía de tu destino y el mío, por eso Daniel se molestó tanto por nuestros actos. Sin embargo, existen ocasiones en las que no se sigue al pie de la letra lo que está predestinado, y se crea un nuevo destino, ahora lo sé.
El hombre se giró a verla con curiosidad. Su ceño estaba fruncido, —¿Cómo que ahora lo sabes?
—En ese libro no estaba escrito lo que haríamos, pero tiempo después lo revisé y cambio sus palabras, porque nuestros destinos cambiaron —la mujer miró fijamente a Yoongi antes de seguir—. Existen seres, como tú, que no nacieron en dónde deberían, y que tenían un destino que seguir, pero que por cuestiones que no sé cómo explicar, terminan con otro final.
—Jihyo, habla de una vez. ¿Qué quieres decir con todo eso?
—Jungkook, al igual que tú, nació dónde no debía. Tú viviste en el cielo cuando debías estar aquí, y él nació en la tierra cuando debía nacer en el cielo como el Ángel que es.
Yoongi parpadeó un par de veces, —¿Qué?
La mujer suspiró, —Te voy a contar todo, pero no me vas a interrumpir, ¿Entendido? —no esperó por alguna confirmación por parte de Yoongi antes de seguir—. Yo conozco a Jungkook, y sabía de todo lo que estaba sufriendo. Me pareció inhumano que mi hijo estuviese sufriendo de todo lo que pasaba, así que lo busqué en el Libro Sagrado para mirar el porqué de su triste vida. Ahí fue que me di cuenta de que él era un Ángel y que tenía una misión en la Tierra que debía cumplir para poder volver.
»Jimin en ese tiempo me había pedido que le dejase trabajar, así que le ordené que fuese el Ángel Guardián de Jungkook. Fue mi error; al principio se lo había dejado a su cargo porque sabía que Jimin no me defraudaría por nada, pero se me pasó por alto el corazón tan noble de mi hijo. Seokjin se encargó de vigilarlo día y noche para que no cometiese alguna locura, y todo estuvo bajo control.
—¿Qué tanto sufría ese humano? —preguntó Yoongi sin entender. Jeongyeon le había dicho que el chico estaba bien, que tenía uno que otro problema, pero nada del otro mundo.
Dios paró un momento, tomando fuerzas. Aún le dolía saber todo lo que sufrió Jungkook. —Él era prostituído por su padre desde temprana edad. Más de diez años viviendo de esa forma...
Yoongi tragó en seco y sintió la molestia correr por sus venas. —Maldito.
—No digas esa palabra tan fea, Lucifer —regañó la mujer, haciendo que Yoongi rodara los ojos—. La madre de Jungkook murió en un accidente cuando Kook estaba pequeño, y su padre nunca lo quiso en realidad, así que esa fue su forma de descargar el odio que sentía por él.
»Por dos largos años, Jimin miró cada una de las injusticias que sufría Jungkook, y le fue imposible para él no comenzar a tenerle cariño. Jimin ama a Jungkook, Yoongi, pero no es un amor de hombres, es un amor de hermanos, un amor de familia. Solo él y Seokjin sabían eso.
—Él lo dijo, o al menos lo intentó... soy un idiota.
Apoyó su cabeza entre sus manos, sintiendo decepción por sí mismo. Jihyo suspiró y acarició sus oscuros cabellos, —No te castigues a ti mismo, Yoongi. Te cegaste por las inseguridades, y te cerraste a saber la verdad por miedo a sufrir más. Recuerda que Jimin está aquí por mi, por también cerrarme a su versión, temiendo de una decepción más grande como madre. Yo también me equivoqué, pero dejé que Seokjin me explicara la verdad, y ahora yo vengo a dártela a ti.
»Jimin leyó la vida de Jungkook en el Libro Sagrado, y ahí supo la verdad. Sin embargo, Jungkook amaba su vida y agradecía por estar vivo. Es un jovencito tan puro e inocente, que agradecía lo poco que tenía. Jimin viendo esto, lo salvó de su muerte, porque quiso darle una nueva oportunidad, un nuevo comienzo.
Yoongi sonrió de lado, —Eso es algo que haría ese Ángel mimado y terco.
—Lo es, Jimin siempre actúa con el corazón y deja un poco de lado la razón —ambos rieron, sabiendo que Jimin era así—. Mucho le tenían envidia a Jimin en el cielo. Taemin era uno de ellos, fue él quien se enteró de lo que iba a hacer Jimin y fue él quien me llenó la cabeza de ideas erróneas. Jimin salvó a Jungkook para darle lo que merecía, no para entregar sus alas e ir con él.
»Desterré a Jimin y entré en una pequeña depresión, pensando si lo que había hecho estaba bien o no. Al tiempo, leí nuevamente el Libro Sagrado y llegué a Jungkook, ahí me di cuenta de que su destino era otro. Su misión estaba cumplida, así que solo quedaba de parte de él ser feliz. Esto me pareció curioso, así que, después de tanto tiempo, le di la oportunidad a Seokjin para que me contase la verdad.
Las palabras de Jihyo se cortaron y sintió sus ojos llenarse de lágrimas. Se recriminaba día a día lo que hizo. »M-mi niño no hizo nada malo, y yo fui una mala madre al cerrarme ante él.
Seokjin, quien había permanecido fuera de la conversación, se levantó hasta llegar al lado de Dios y la abrazó, sabiendo que aún se sentía culpable por lo sucedido. —Madre, no te sientas mal por eso. Jimin no te tiene rencor y te sigue amando como siempre.
Yoongi miraba la escena y sus ojos también ardieron por las lágrimas. Todos se lo dijeron, pero estaba tan herido que no quiso saber más allá de lo que ya sabía. ¿Cómo le negó la oportunidad a Jimin de explicarle lo que había pasado? Su pequeño Ángel de Oro, a pesar de todos sus malos tratos, permaneció firme y lo esperó siempre, buscando la oportunidad de decirle su verdad.
No merecía a Jimin, nadie se merecía a ese precioso Ángel de corazón enorme.
—No cometas el mismo error que yo, Lucifer —llamó su atención Jihyo—. Soluciona las cosas y no lo pierdas, ni por las mentiras ni por tu miedo a herirlo. Ustedes se aman, y ese sentimiento los mantendrá a salvo siempre. Vamos con Jimin, arreglemos este problema. Ya después buscaremos al responsable de todo este asunto.
Yoongi respiró profundo y asintió, tomó la mano de Jihyo y se levantaron del sofá, —aún con sus manos unidas— encaminándose hasta la puerta y saliendo del lugar en dirección a la habitación de Jimin.
『 °*• ♡ •*°』
Jimin miraba por el ventanal el infierno, sintiéndose desanimado por haber despertado solo luego de haber dormido con Yoongi.
¿Ya no lo quería? Sus ojos se llenaban de lágrimas y su corazón dolía de solo pensarlo.
No quiso comer cuando le llevaron la comida, y permaneció en el mismo lugar desde que se despertó y se aseó.
Escuchó la puerta abrirse, pero no le tomó importancia. Ya era hora de almuerzo, así que supuso era alguna de las personas designadas para traerle el alimento.
—Jimin.
Se giró al escuchar esa voz y miró algo que, aunque al principio lo llenó de emoción, no duró mucho para hacer que se sintiese incómodo y algo temeroso; su madre tomada de la mano con Yoongi, junto a Seokjin.
Aún no olvidaba lo que había ocurrido entre los dos, y no le gustaba ver que estuviesen de ese modo.
—¿No vendrás a darle un abrazo a tu madre? —preguntó Jihyo incrédula al ver al chico mirarlos sin hacer otro movimiento.
Yoongi ladeó la cabeza sin entender, pero abrió los ojos al recordar ese detalle que no había sido tocado nuevamente. Soltó suavemente la mano de la mujer y se acercó hasta ella. —Le conté sobre Tragus.
Jihyo abrió la boca y miró a Yoongi con molestia. Era un secreto de ambos, y no quería que nadie lo supiese para que no hubiesen problemas. Iba a decir algo, pero sintió un empujón en ella. Miró a Jimin que la abrazaba con fuerza, y aunque hubiese estado feliz por dicha acción, sabía que era una ridícula forma de alejarla de Yoongi.
—No puedo creer esto —dijo la mujer sin creerse nada—. Este niño me abraza solo para alejarme del noviecito. ¡Yo te crié, Jimin! ¡Me parece una falta de respeto!
—¡N-no es eso, mamá! ¡Yo de verdad te extrañé!
Jihyo chasqueó la lengua sin creerle nada, pero de igual forma aceptó el abrazo.
Seokjin frunció el ceño sin entender y Yoongi negó, mirando la actitud tan infantil de Jimin, aunque le parecía por demás de tierna.
—Jimin... —llamó Yoongi, teniendo la atención del Ángel, quien se separó de su madre y lo miró con interés—. Necesitamos hablar.
Jihyo as God ♡
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