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❝ El novio de Lucifer ❞

—Aún no me acostumbro a vestir de blanco, mucho menos a usar tanta ropa.

—Debes hacerlo si no quieres morir de frío y que las personas no se te queden viendo.

—No voy a morir de frío —chasqueó la lengua mientras se veía en el espejo de cuerpo completo que estaba en la habitación del Ángel—. Aquí arriba es mucho más fresco que el infierno, pero no para morir de frío.

—Namjoon, la última vez que viniste casi te enfermas por el cambio de temperatura tan drástico. Es obvio que por ahora no sientas frío, pero luego lo harás, tu cuerpo no está acostumbrado a este clima. ¿Por qué siempre tenemos esta discusión? Ya has venido muchas veces acá.

Namjoon miró por el espejo el rostro de Seokjin, el cual tenía su ceño fruncido y sus brazos cruzados, signo de que estaba empezando a desesperarse. Sonrió inocentemente, mostrando sus hoyuelos, y colocó sus manos en sus mejillas. —No te molestes conmigo, Ángel —habló de manera tierna.

Rodando los ojos, Seokjin relajó sus expresiones. Suspiró y se acercó hasta su closet y sacó una gabardina de color azul naval, casi negra, entregándosela a Namjoon quien miraba la prenda con curiosidad. —Sé que no te gusta vestir tanto de blanco, así que la mandé a pedir de ese color para ti. Así estarás abrigado, y tendrás algo oscuro que usar.

El moreno sonrió y no tardó mucho en ponérsela, admirando su reflejo en el espejo y lo bien que se sentía en su cuerpo. Era una tela algo gruesa, pero muy cómoda. Además, el hecho de saber que Seokjin la había pedido exclusivamente para él la hacía muy especial. —Me gusta mucho, bonito. Gracias.

Seokjin asintió y sonrió sin mostrar los dientes, acercando sus manos hasta el cuello del moreno para arreglar el borde de la prenda. Namjoon tenía la mirada fija en él, mientras que el Ángel se dedicaba solo a concentrarse en arreglar al contrario, cohibido por la intensidad de sus ojos y el cálido sentimiento que se asentaba en su pecho.

—Ya estás listo... —murmuró el mayor, alejándose del contrario, más toda acción fue detenida al sentir su cintura apresada por uno de los fuertes brazos de Namjoon—. Uh, ¿Qué haces?

—Agradecerte.

Tomando la barbilla de Seokjin para alzar su mirada, Namjoon unió sus labios en un casto y suave beso. Sintió al Ángel temblar entre sus brazos, aferrándose a su ropa, y se sintió dichoso de lograr eso en él. Entreabrió sus labios con lentitud, capturando el belfo inferior de Seokjin entre los suyos, tirando un poco de él y comenzando un suave vaivén entre ambas bocas.

Seokjin se dejó hacer, correspondiendo el acto con total sumisión, suspirando gustoso por lo adictivo que eran los besos de Namjoon, tomándolo con posesión y al mismo tiempo con dulzura y adoración.

Namjoon mordió levemente su labio, y Seokjin jadeó por dicha acción, separándose poco a poco del contrario, conectando sus ojos brillantes de cariño.

—Ya no me rechazas tanto, eso es bueno —comentó Namjoon, dejando un beso en la punta de la nariz de Seokjin.

—No puedo rechazarte toda la vida, ¿Sabes? Además que ahora somos... eso.

—¿Eso? Por Dios, Seokjin. Deja tu orgullo a un lado y di las cosas como son —la mirada del moreno se volvió juguetona, haciendo que el Ángel abultara sus labios avergonzado—. Dile a tu cabezota que ya no tiene que estar tan a la defensiva con tu novio.

Seokjin arrugó su nariz y negó. —Me gusta más cuando me ruegas y estás detrás de mi pidiendo cariño.

Namjoon alzó una ceja y sonrió. —A mí me gusta más cuando me dices que me amas y me das besitos al frente de las otras Ángeles para dejarles en claro que soy solo tuyo.

—¡Ahg! ¿¡Nunca vas a superar eso!?

El mayor luchó por alejarse, mientras que Namjoon reía a carcajadas limpias por lo tierno que se veía Seokjin avergonzado. Comenzó a dejar besos por toda la cara del precioso chico, haciendo que sus movimientos para separarse fuesen disminuyendo hasta el punto de quedarse quieto recibiéndolos.

—Te amo, Seokjin —susurró el chico contra los labios del Ángel, besándolo cortamente—. Sé que soy tu primer novio y la primera persona que dejas acercarte a ti de este modo, pero te prometo que no te arrepentirás de hacerlo, porque no solo te amo por tu belleza, sino que amo ese carácter tan fuerte y decidido que tienes, tu manera de expresarte y todo lo que tiene que ver contigo. Te amo, Ángel, y lo haré esta y todas mis vidas, en el infierno, en la tierra y hasta en el propio cielo.

Seokjin acunó el rostro del moreno entre sus manos, y acarició sus mejillas con suavidad. —Gracias a ti por nunca rendirte, por ser perseverante y esperar por mi, por ver más allá de mi rostro y apreciar mi esencia. Yo también te amo, Namjoon, y estoy feliz de compartir esta experiencia contigo.

Unieron sus labios en un casto beso, y se separaron, uniendo sus manos y saliendo a recorrer el lugar. Namjoon ya conocía el cielo, puesto que había venido un par de veces, pero le gustaba la tranquilidad que transmitía el lugar al caminar por sus largos pasillos de marfil, y tocar esas esponjosas nubes que se deshacían en sus manos.

También le gustaba visitar a Dios, pasando un rato ameno con la mujer y divirtiéndose por lo agradable que era. Había hecho un par de amigos, y conversaba con la mayoría de ellos. El cielo era un lugar ideal para vivir, pero no era su hogar, y siendo sincero, le gustaba el infierno.

Sin embargo, su parte favorita de la visita era cuando el sol caía poco a poco, formando un hermoso arrebol en el lugar, y él tomaba asiento junto a su Ángel en medio de la nubes, admirando el lugar mientras se abrazaban cálidamente. Justo como estaban en ese momento.

—El cielo me gusta, pero mi parte favorita eres tú.

Seokjin sintió sus mejillas calentarse, y dejó un corto beso en el cuello de Namjoon. —Tú también eres mi parte favorita del infierno.

Su relación a penas empezaba, y la distancia entre sus hogares a veces era una dura prueba que debían afrontar, pero sabían que se amaban, porque Namjoon se terminó enamorando de un ser que jamás pensó que realmente existía, y Seokjin cedió bajo los encantos del chico que jamás pensó tolerar.

Sus caminos se unieron cuando el Ángel besó las mejillas del humano, y tiempo después pudieron encontrarse, para amarse como el destino lo había escrito para ellos.

『 °*• ♡ •*°』

El pelinegro sonreía feliz y cansado al mismo tiempo, sintiéndose agotado por la cantidad de fotos que le estaban tomando en ese momento.

—Creo que ya has tomado suficiente, Taehyung... —se quejó el chico, masajeando sus mejillas por el tiempo que había estado sonriendo sin cesar.

—Es que estoy muy orgullo y feliz por ti, y quiero capturar este momento.

—¡Has tomado miles de fotos!

—Venga, Taehyung. Deja a Kook respirar un poco —comentó Jaewook, salvando al menor del psicólogo entusiasmado.

—¿Por qué nadie me entiende? ¡Mi bebé se acaba de graduar como maestro de preescolar y quiero tener muchas fotos de él!

—Pobre Jungkook, teniendo que soportar a Taehyung día y noche —intervino Minho.

El menor sonrió de lado al ver a los compañeros de Taehyung burlarse de él. Jaewook, Minho, Hyungwoo y Jungseo fueron los mismo policías que estuvieron en ese fatídico día, y que con el tiempo comenzaron a formar parte de su pequeña familia. Habían venido a la graduación de Jungkook, sintiéndose igual de orgullosos al verlo lograr esa meta en su vida.

El brazo de Jungseo se posó en su hombro, llamando su atención. —Dime, cachorrito, ¿Qué quieres hacer para celebrar?

Jungkook lo pensó un poco antes de hablar: —¿Podemos ir a casa y comer pollo frito?

—Pollo frito será —el mayor sonrió y volvió junto a sus colegas—. ¡Hey, Jungkook quiere pollo frito y se lo vamos a dar!

Los cuatro hombres se encaminaron hasta sus autos y salieron a conseguir la comida. Demás estaba decir que Jungkook era el menor del grupo y por supuesto el más consentido, haciendo de todos esos temibles policías unos sobreprotectores hermanos mayores que velaban por su bienestar día y noche.

Incluso Taehyung había sido cuestionado por cada uno de ellos, recelosos de que su pequeño hermanito estuviese en las manos correctas. Aunque les quedó más que claro que no había persona en el mundo que amara más a Jungkook como lo hacía Taehyung.

Unos brazos en su cintura lo trajeron de vuelta a la realidad, y sin poder ser consciente, ya tenía a Taehyung abrazándolo por la espalda con su rostro apoyado en su hombro.

—Estoy muy orgulloso de ti, amor. Mira todo lo que has logrado y lo que te falta.

—Todo es gracias a ti, Tae, soy lo que soy por ti.

El mayor negó y besó la mejilla de Jungkook. —Has logrado todo por ti, bebé. Yo solo fui un instrumento, pero fue tu esfuerzo y tu dedicación lo que te hizo llegar a ser lo que eres. Tú superaste tus miedos y tú saliste adelante. No sabes cuánto te admiro.

El chico se giró entre los brazos de Taehyung y lo besó, queriendo transmitir sin palabras lo que sentía su corazón. Taehyung le decía que todo lo obtuvo por si mismo, pero él sabía que si el mayor no hubiese estado en su vida no habría llegado hasta donde está. Porque Jungkook estaba roto, y Kim lo reparó paciencia y amor, unió sus piezas y las hizo fuertes, lo preparó para la batalla y sostuvo su mano cuando sentía que no podía más.

¿Cómo podía quitarse el mérito cuando Taehyung lo guió en su camino?

—Gracias por amarme, Taehyung —dijo una vez se separaron—. Gracias por demostrarme que Dios nunca me abandonó y te puso en mi camino, para ayudarme y cuidarme. Eres una bendición en mi vida, eres el regalo más grande que Dios me ha dado.

Taehyung sonrió y apretó a Jungkook en un fuerte abrazo. —Te amo, Ángel.

Gracias a ti también, Jimin. Vivía en mi propio infierno, pero me diste la oportunidad de tocar un pedacito del cielo cada vez que tomo de la mano a Taehyung, cada vez que lo abrazo o lo beso. Doy gracias a Dios por ti, pensó Jungkook, dejando que Taehyung lo abordara en sus brazos, suspirando de plenitud y gozo.

『 °*• ♡ •*°』

Jimin admiraba con genuino interés la criatura que se encontraba al frente de él. No era la primera vez que lo veía, pero seguía pareciéndole fascinante cada vez que se presentaba ante él.

—Jimin, Ángel... —la gruesa voz se escuchó en la oscura habitación iluminada por un par de velas, haciendo que la piel del nombrado se erizara levemente—. Acércate a mi.

Haciendo caso a lo pedido, Jimin se acercó hasta la criatura e inspeccionó cada porción de piel que veía.

—Lucifer, es usted muy interesante a mis ojos —susurró el Ángel con coquetería sin poder evitarlo.

Luego de una extensa charla entre Jimin y Yoongi, el mayor comenzó a aceptar su segunda parte, dejándola mostrarse de vez en cuando. Cuando el menor la vio en persona, más allá de sentirse aterrado, se sentía atraído. Era una criatura jamás vista y eso le causaba curiosidad, queriendo saber más y más de ella. Por eso, cuando entró a la habitación, se llevó la grata sorpresa de encontrarlo ahí, caminando por el lugar.

—Tú también eres interesante para mí, Ángel. Eres aún más precioso en persona —la enorme criatura acercó su esquelética y deforme mano hasta el rostro de Jimin, delineando con cuidado el contorno—. Sumamente bello.

Jimin jadeó al sentir los dedos de la criatura tocar sus labios, sintiendo una ráfaga de exitacion recorrerlo entero.

—¿Yoongi está de acuerdo con que me estés tocando de esta manera?

Lucifer sonrió de lado. —Me está diciendo que si te sigo tocando no me va a dejar salir en mucho tiempo y que te dará unas buenas nalgadas por ofrecerte tan fácil y serle infiel.

Jimin rió.

—No le estoy siendo infiel ya que tú eres él y él eres tú, ¿No lo crees?

—Concuerdo, ¿Ves? Somos el uno para el otro. Quédate un rato más conmigo.

—Estaría encantado, Lucifer, pero Yoongi será capaz de esconderte otra vez y quisiera verte pronto, así que déjalo salir.

Lucifer chasqueó la lengua y dejó un rápido beso en los labios de Jimin, tomándolo por sorpresa. Se alejó un poco del Ángel y poco a poco fue transformándose en el usual pálido Yoongi, quien se encontraba en completa desnudez, ya que decidió no usar nada para que Lucifer no rompiese su ropa.

—¿Me quieres explicar qué fue todo eso, Jimin? —cuestionó Yoongi con la mirada llena de molestia.

Sin embargo, en Jimin no causó ningún tipo de temor. —Que buena vista tengo, eh. Deberías recibirme así.

Yoongi rodó los ojos y buscó su bata negra, sintiendo la mirada de Jimin clavada en él. Una vez se la puso, volvió a acercarse al descarado Ángel que le sonreía de manera inocente y le esperaba sentado en la cama.

—¿En serio estabas coqueteando con él? No me lo puedo creer.

—Vamos, amor, solo jugaba —rió Jimin, levantándose para abrazar a su pareja, quien se encontraba de brazos cruzados sin corresponder el abrazo—. Yo a quien quiero y amo es a ti.

Yoongi gruñó. —Dice Lucifer que no mientas.

Sonoras carcajadas salieron de Jimin, causando que Yoongi se fastidiara aún más.

—¡Deja de ser tan celoso, Yoonie!

—Deja de coquetear con Lucifer.

—Es que él es el pecado y yo muy débil.

—¡Eres un descarado sin remedio!

Jimin, —divertido con la situación— tiró de Yoongi, lo sentó en la cama y se subió a su regazo, mordiendo su labio al sentir el miembro del mayor debajo. Comenzó a dejar besos húmedos por la extensión del pálido cuello, y uno que otro chupetón para adornar. Poco a poco fue subiendo hasta el rostro de Yoongi, para finalmente llegar a sus labios y besarlo con dedicación.

Sus lenguas se mezclaban con intensidad, y las manos de Yoongi agarraban con firmeza las caderas de Jimin, uniéndolos más. El aire comenzó a escasear, así que se separaron jadeantes, con la mirada llena de deseo.

—¿Contento, Yoonie?

—Demasiado —dijo, para volver a besarlo. Saciando sed de los labios de Jimin, esos dulces labios. Se separó nuevamente y miró a los ojos del Ángel—. Tengo algo para ti. Déjame ir por el.

Se quitó a Jimin de encima y buscó en su closet una pequeña bolsita negra de cuero, para luego acercarse nuevamente y sentarse a un lado del Ángel, que lo miraba con curiosidad por lo que traía entre manos.

—Es algo que siempre he visto, y que por alguna extraña razón termina mal en los humanos, pero ahora que te tengo a ti quiero hacerlo, incluso cuando no lo necesitamos realmente —sacudió la bolsita encima de su mano, sacando un par de anillos.

Jimin jadeó aprendido al verlos, y tomó uno de ellos para apreciarlo mejor. Eran delgados, y de color negro, con una preciosa piedra de color rojo en el centro, haciendo del accesorio algo más elegante y bonito.

—No es un anillo de compromiso, ya que no nos podemos casar. Se necesitan muchas cosas para eso, como papeles que firmar y alguien que sea testigo de tal acto. Tampoco es una anillo de matrimonio porque eso no existe en el infierno ni en el cielo —tomó el anillo entre sus dedos y lo alzó ante el rostro de Jimin—. Tómalo como una prueba de mi amor por ti, tómalo como la garantía de que te protegeré siempre, tómalo como la certeza de que quiero pasar el resto de mi vida contigo, Jimin. Este anillo es el juramento que hago ante ti, como al único que amo y que amaré.

Tomó la mano de Jimin y colocó el anillo en el dedo anular del Ángel. »No tengo un apellido que puedas usar, pero quiero que seas completamente mío, Ángel. Nuestros destinos estaban entrelazados mucho antes de conocernos, y quiero que este simple aro sea otro tipo de enlace entre ambos. Quiero que tengas algo que también lo tenga yo. Quiero que la gente lo mire y luego miré el mío, sabiendo que nos hemos casado sin seguir el protocolo establecido. Quiero que todos sepan que eres mío y yo soy tuyo, que seremos pareja por lo que resta de nuestra existencia.

Las mejillas de Jimin se encontraban repletas de lágrimas, sintiendo su corazón latir de emoción al ver su mano decorada con ese precioso anillo que resaltaba. Quería presumirlo, exhibirlo ante todos para que sepan que él, Jimin, estaba casado con Lucifer, y que nada ni nadie los iba a separar.

Tomó el otro anillo y lo colocó en el dedo de Yoongi, alzando su mano y besando el dorso.

—En los humanos no funciona porque su amor es débil, pero el nuestro es poderoso, y va más allá de los límites comprendidos. Estos anillos son una nueva alianza, una nueva forma de gritarles al mundo que no hay manera de que nos separemos. Amor, te amo, y sería el ser más feliz de permanecer a tu lado siempre.

Entrelazaron sus manos, sonriendo cuando los anillos chocaron. Yoongi se acercó y besó a Jimin, esta vez de manera lenta y dedicada, sellando este pacto que hacían entre ellos. Una nueva forma de pertenecerse.

La vida da giros interesantes, y provoca los encuentros más sorpresivos. Hace que un Ángel viva en cielo cuando su hogar es el infierno. También hace que otro vaya en contra de Dios para parar en el mismo lugar, haciendo que ambos destinados se encuentren finalmente.

Su historia tuvo altos y bajos, tristezas y alegrías, pero era solo el inicio de la más bonita historia de amor, donde los malos no siempre son los peores, y que los buenos están en todos lados.

F I N

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