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❝ Diavolo ❞

Pásame la sal, Yoongi.

El nombrado leía unas hojas con una información que todos desconocían, pero suponían que era del trabajo. Quitando la vista del papel, tomó el frasco con sal y se lo pasó a Hoseok, quien lo recibió con una sonrisa en el rostro.

Se encontraban almorzando y solo se encontraban ellos tres; Hoseok, Yoongi y Jimin, ya que Namjoon había decidido seguir con su trabajo y luego podría comer.

Jimin apretó sus labios sin poder comer tranquilo, ya que se ponía un poco ansioso al ver al señor Yoongi concentrado en su trabajo y no en el almuerzo. Su madre le había dicho que la comida era sagrada, —sin abusar de ella, claro está y que no debía descuidarse por su trabajo, cosa que justamente hacía el señor del lugar.

Carraspeó un poco, pero sólo llamó la atención de Hoseok, quien lo miró interrogante. Volvió a carraspear un poco más alto y, con el mango del tenedor, golpeó suavemente la mesa, ahora sí logrando tener la atención de Yoongi.

—¿Sucede algo, Jimin? —preguntó el pálido, haciendo la hoja a un lado y mirándolo con interés.

—¿Podría dejar el trabajo un momento, Señor Yoongi? Estamos comiendo —dijo Jimin con firmeza, intentando no flaquear por la intensa mirada que le dedicaba su mayor.

Yoongi parpadeó un poco y colocó la hoja en la mesa, asintiendo a lo dicho, —Lo siento, Jimin. Estoy algo saturado con el trabajo, pero ya lo dejo.

Raro. Eso fue extremada y jodidamente rato. Yoongi no dejaba que nadie le diese órdenes a él, —sólo Jihyo y porque no le quedaba de otra— pero Jimin se veía tan firme en su pedido que no pudo evitar hacerle caso.

Jimin miró cómo fue obedecido y sonrió complacido, comiendo ahora con más comodidad al saber que el señor Yoongi también estaba descansando un poco y tomando un tiempo para comer como se debía.

—Vaya, Jimin, hiciste que este ogro dejara el trabajo para poder comer —comentó Hoseok con gracia, riendo cuando yoongi lo miró mal, pero siendo gracioso al tener su mejillas llenas de comida—. ¡Aigo~! ¡Que tierno, Yoon!

Hoseok tomó las mejillas de Yoongi y las movió un poco, soltando pequeñas carcajadas por el ceño fruncido del mayor, quien sólo se dejaba hacer por el Ángel Sol como siempre. No lo iba a negar, tenía cierta debilidad por las cosas bonitas y Hoseok era una. Jimin, por supuesto, también era otra cosa bonita que lo hacía caer completamente, olvidando que era el rey del infierno.

—¡Hoseok! ¡Deje comer al señor Yoongi!

El Ángel brincó en su asiento y miró a Jimin, quien tenía el ceño fruncido y los brazos cruzados. Soltó a Yoongi y levantó sus labios en ese pequeño triángulo que, o era que estaba molesto o lo hicieron sentir mal y pronto comenzaría a llorar.

Yoongi tragó su comida y miró a Jimin con una ceja alzada, —Jimin, no puedes hablar así.

—¿Qué? Lo estoy ayud-

—Por favor, pídele disculpas a Hoseok. Es mayor que tú y debes tener respeto por él —interrumpió Yoongi y lo miró con firmeza.

Los labios de Jimin se abrieron con incredulidad y respiró hondo, para luego mirar a Hoseok y soltar un: —Lo siento, Hoseok —de mala gana.

El chico asintió y miró su plato, alejándolo con casi la mitad de su contenido en el.

—¿No comerás más? —preguntó Yoongi con preocupación, obteniendo una negación por parte de Hoseok y, sin más nada que decir, se levantó del lugar y salió de ahí a paso rápido—. ¡Hobi! ¿¡A dónde vas!?

Jimin vio como el Ángel abandonaba el lugar, sin voltear a responderle a Yoongi. Una punzada de culpabilidad se asentó en el pecho del rubio, logrando hacerlo sentir mal por todo lo que había ocasionado, pero fue inconsciente la manera en la que le habló a Hoseok. Quería que Yoongi, —como lo llamaba en su mente, ya que no se sentía en confianza para llamarlo así en persona— comiese en paz, y luego viene él a jugar con sus mejillas, evitando que pudiese seguir con su cometido.

Además, ¿¡Cómo podía ser tan confianzudo!? Lo llamaba Yoongi, jugaba con su rostro, y ya lo había visto un par de veces abrazándolo y estando encima del mayor como si fuesen los mejores amigos del mundo.

Jimin llevaba ya bastante tiempo en el lugar y no podía llamar a el señor Yoongi simplemente "Yoongi". Y el pálido no se quedaba atrás, ¡Aceptaba todo lo que hoseok le hacía!

Su madre se sentiría tan decepcionado de él, —aún más— si supiera todos esos pensamientos llenos de envidia por el otro Ángel. Quería ser un poco más cercano a Yoongi, y no tenía idea del porqué.

El sonido de la silla rodándose lo trajo a la realidad y miró a Yoongi levantarse de su asiento.

—¿A dónde va? ¿No terminará de comer, Señor Yoongi?

—Iré a ver cómo está Hoseok. Comeré después, tú termina tu comida.

Jimin miró cómo Yoongi salio del salón y se quedó solo en el lugar. Sus labios temblaron por el llanto que quería salir de él. Tomó su tenedor y, de manera vacilante, siguió comiendo, intentando ignorar ese nudo que se aglomeraba en su garganta.

『 °*• ♡ •*°』

Yoongi masajeaba su cuello con la mano derecha, intentando deshacerse de ese pequeño pero fastidioso dolor que lo atacaba poco a poco, haciendo de su día algo intenso.

Ya había hablado con Hoseok y las cosas estaban mejor. Conocía al Ángel, y sabía que cosas muy pequeñas le afectaban, por eso debía solucionar todo lo antes posible para evitar futuras situaciones desagradables. Tampoco estaba molesto con Jimin, no estaba de acuerdo en la manera en que le habló al otro, pero sabía que lo hacía por él, al menos era esa su manera de preocuparse.

Entró a su habitación y la encontró vacía. Se extrañó por no encontrar la presencia de Jimin en el lugar, pero supuso que estaba deambulando por ahí, ya que era algo que hacía últimamente para salir de la rutina. 

Decidió no prestarle tanta importancia y entró a darse un baño y relajarse un poco. Ya el chico vendría en cualquier rato para poder dormir con él como venía haciendo desde que llegó. Si alguien supiera que el Gran Lucifer compartía habitación con el lindo Ángel, posiblemente se metiese en muchos problemas, más aún con Jihyo, porque muchos empezarían a especular cosas que no son ni estaban cercanas a ser. 

Y sí, quiso no darle importancia, pero luego de tres horas, ya bien entrada la noche, no pudo evitar salir a buscar a Jimin por todos lados como un loco, sintiendo el corazón latirle con fuerzas imaginando el peor de los escenarios, y cuando estaba a punto de perder la cordura, pudo encontrar al más joven en el mirador del lugar; el punto más alto del infierno y de donde se podía visualizar con más facilidad todo el lugar, desde sus oficinas hasta sus alrededores. Un lugar con matices rojos, negros y naranjas, que daba la imagen de aterrador, pero que Yoongi y su gente había comenzado a apreciar como un hogar.

Se acercó a paso lento hasta donde se encontraba Jimin, sentado en la roca y abrazando sus piernas. Se percató del movimiento de sus hombros, escuchando también pequeños sollozos que de alguna manera le erizaron la piel, sintiendo estos más lastimeros que los gritos de las personas que eran castigadas en el lugar.

Se sentó a su lado, asustando al pobre Ángel y recibiendo de él una mirada sorprendida y avergonzada. Jimin desvió el rostro, evitando que Yoongi lo viese en ese estado.

—¿Por qué lloras? ¿Estás bien? ¿Te duele algo? —preguntó el mayor con visible preocupación.

—Estoy bien... sólo quiero regresar al cielo.

La voz de Jimin salió en un murmullo, pero fue totalmente audible para Yoongi, quien levantó las cejas por la sorpresa de escuchar dichas palabras.

—Yo no puedo hacer nada, Dios es quien puede devolverte y aún no envía la orden. Lo siento, Jimin —dijo Yoongi, sintiendo algo de decepción en el pecho—. ¿Tan mal te sientes aquí? ¿Somos tan desagradables para ti?

Jimin giró el rostro y miró a Yoongi, volviendo a sentirse mal por el tono desanimado que empleó para hablarle. Negó con la cabeza y suspiró, —No es eso. Ustedes son muy amables y me han tratado bien.

—¿Pero...?

—No me siento en casa —respondió, bajando la cabeza—. Siento que no encajo, que no pertenezco aquí, y que nunca lo haré. Sé que mi madre te envió una carta diciendo que me cuidaras, pero si no te la hubiese enviado, ¿Seguirías siendo el mismo? ¿Me cuidarías de igual forma?

Yoongi lo miró por un instante, analizando sus palabras y luego sonrió de lado.

—Es obvio que no encajas aquí, Jimin, ninguno de los que han sido desterrados encaja aquí, porque errar es normal y así como algunos humanos son perdonados de sus pecados, ustedes los ángeles deben ser perdonados igual —el chico miró a Yoongi con interés y el mayor posó su mano en el hombro contrario—. Jihyo me envió la carta, y al principio pensé que serías algún tipo de ángel mimado con aires de grandeza, pero eres muy diferente a cómo lo imaginaba; eres dulce, bondadoso y con un corazón enorme, e inevitablemente siento la necesidad de cuidar de ti. Me caes bien, Jimin, y te tomé aprecio en el tiempo que estás aquí, al igual que muchos otros, así que no pienses demás.

—¿Lo dice en serio? —preguntó incrédulo y Yoongi asintió—. Yo... gracias. Pensé que estaba molesto conmigo por lo que pasó en el almuerzo.

—Ah, eso. La verdad es que no me gustó para nada la manera en la que le hablaste a Hoseok, y debes pedirle unas buenas disculpas —reprendió Yoongi y Jimin volvió a bajar la cabeza, asintiendo en el proceso—. Pero sé que lo hiciste por mi, así que puedo tolerarlo un poco, pero solo un poco, no lo vuelvas a hacer.

Yoongi miró a Jimin y volvió a sonreír al ver al chico cabizbajo. Tiró de él y lo abrazó, no supo porqué, pero sintió la necesidad de hacerlo, siendo correspondido de igual forma y disfrutando de la sensación de tener al menor entre sus brazos.

—Señor Yoongi... —murmuró Jimin y Yoongi hizo un sonido de afirmación, indicando que lo estaba escuchando—. Mi madre me dice que debo ser sincero siempre, así que lo haré y espero no se moleste conmigo, por favor —Yoongi frunció el ceño, y alejó a Jimin de sus brazos para mirarlo de frente y ver qué le iba a decir—. Si le hablé a Hoseok así, en parte fue porque quería que usted comiese tranquilo, pero también fue por envidia.

Yoongi entrecerró los ojos sin entender ni un poco, —¿Envidia de qué?

Jimin bajó la mirada y suspiró, —De su amistad. Se tienen mucha confianza entre ustedes y me hacer sentir desplazado cuando estamos juntos. A mi me habla de "Jimin" y a él le tiene muchos apodos cariñosos. Quisiera algo así, ser igual de especial para usted...

El mayor no podía creer lo que decía Jimin, sintiendo sus mejillas colorarse por la situación. Relamió sus labios y reprimió una tonta risa que quiso salir de él. Le causaba extrema ternura la confesión de Jimin, y se le antojó el abrazar al menor y apretar su cara por lo adorable que era.

—Podemos solucionar eso —dijo luego de un rato de silencio, llamando la atención del contrario—. A partir de hoy llámame sólo "Yoongi", sin el "Señor" por delante, a parte de que no soy tan viejo.

—¿¡Puedo!? —preguntó Jimin con sorpresa.

Yoongi rió y asintió, —Claro, así podemos ir tomando más confianza entre los dos. 

—¿Y usted cómo me llamará?

—Jimin —respondió y se encogió de hombros. El menor abultó sus labios y Yoongi ladeó su cabeza divertido—. ¿No te gusta? ¿Qué te parece "Jiminie"? Me parece algo dulce, pero creo que a ti te puede gustar.

La mirada de Jimin se iluminó, siendo la escena más bonita que había visto Yoongi en toda su vida, deseando iluminar más seguido los ojos del pequeño ángel.

—¡Me gusta "Jiminie"! 

—Entonces seremos Yoongi y Jiminie.

Jimin asintió entusiasmado y mordió su labio, jugando con sus dedos y tentado en preguntar algo que había pasado velozmente por su cabeza.

—Puedo leer los pensamientos, así que es mejor que me digas de manera voluntaria lo que estás pensando.

—¿Puede hacer eso? —cuestionó Jimin.

Yoongi asintió, mintiendo fácilmente, ya que no poseía ese talento, pero el menor no tenía porqué saberlo, —Así es, Jiminie.

—B-bueno, también quisiera algo más...

—¿Como qué?

—Quiero un nombre de Ángel —respondió Jimin—. Hoseok es su "Ángel Sol" y yo quiero ser un Ángel para usted.

Ya lo eres, pensó Yoongi, pero sacudió su cabeza y estiró su mano para desordenar los cabellos rubios de Jimin, —Eres muy antojoso, eh. Le tendré que enviar la queja a Dios.

Los labios de Jimin se fruncieron y se cruzó de brazos indignado, logrando que Yoongi riera por su infantil acción.

—Ángel berrinchudo, así serás.

—¿¡Ah!?

—Ángel miedoso que no puede dormir solo.

¡No, ese no!

—Ángel cachetes.

—¡Yoongi!

—Ángel enano.

—¡Ya no quiero ser un ángel para usted! ¡Y no soy tan pequeño!

Yoongi reía por el enfado de Jimin y sus adorables expresiones molestas. Tomó su barbilla y lo atrajo hacia él, teniendo cerca sus rostros y haciendo que las mejillas de Jimin se sonrojaran por la cercanía. El mayor detalló el rostro del Ángel, quedando embelesado por la increíble belleza que este poseía, y las increíbles ganas que tenía de acortar la distancia, pero se alejó antes de cometer alguna locura contra los labios del menor. 

Necesitaba alguna chica o chico que se ocupara de distraerlo un poco. Ya había pasado un tiempo que no mantenía relaciones con alguien y ya comenzaba a tener ideas locas, como besar los puros labios de Jimin.

—Ángel de Oro, eso serás para mi —habló Yoongi con voz profunda y levemente más baja de lo normal, alterando el pulso de Jimin, quien sólo asintió atontado por lo sucedido con el mayor, dejando sus sentidos algo sensibles y, sólo quizás, deseando algo más, pero sin saber qué.

Se quedaron un rato más en el lugar, admirando toda la edificación y al mismo tiempo perdidos en sus pensamientos, que se asemejaban y al mismo tiempo diferían entre si. 

—Jimin, ¿Algún día me dirás el porqué estás aquí?

Ambos miraban al frente, sin dedicarse una mirada, pero Jimin asintió lento, —Algún día lo haré, Yoongi.


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