❝ Angelus ❞
Jungkook abrió los ojos con lentitud ese día, y sonrió en cuanto tuvo conciencia de lo que esa fecha significaba.
¡Un año más de vida!
Apartó las viejas sábanas que lo cubrían y se acercó hasta la ventana, notando que ese día el cielo no estaba tan alegre como siempre. Abultó sus labios triste, pero repuso sus facciones y volvió a sonreír, recordando que debía ser agradecido con todo, y que Dios le había dado la oportunidad de despertar con vida otro día más.
Juntó sus manos y cerró sus ojos, comenzando a rezar aquella hermosa oración que le había enseñado su madre antes de partir.
—Padre Nuestro que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino. Has tu voluntad aquí en la Tierra como en el Cielo-
—¡Jungkook! ¿¡Ya estás despierto, pequeña mierda!?
El grito agresivo de su padre lo asustó y cortó su acción. Pidió disculpas a Dios por no terminar su oración y salió rápido hasta la sala del pequeño hogar para encontrarse con el mayor, quien al verlo hizo una mueca de asco.
Jungkook lo entendía. A veces el también siente asco de si mismo.
—Buen día, padre. ¿Necesita algo? —preguntó de manera cordial. Dios decía que a los padres debía honrárseles, y él no perdía nada con hacerlo.
—Hoy tienes trabajo, y necesito que no las cagues. Es un grupo muy importante de hombres adinerados, así que procura ser toda una puta con ellos.
Jungkook tragó saliva y siguió a su padre con la mirada, quien se dirigió hasta la cocina para sacar una cerveza del refrigerador.
—¿J-justo tiene que ser hoy? —le asustaba, prostituirse con un grupo de hombres era aún peor que hacerlo con uno solo. Si el dolor con uno era insoportable, con varios al mismo tiempo lo hacía querer morir.
El señor Jeon lo miró con una ceja alzada. —¿Qué tiene este día de diferente?
—B-bueno... es mi cumpleaños, papá.
Jugó con sus dedos, y reprimió las lágrimas al escuchar las carcajadas burlonas de su padre.
—¡Vaya, que suerte la tuya! —exclamó divertido el hombre y se acercó hasta su hijo—. Pues ese es mi regalo; cinco hombres jodiéndote el culo como la gran puta que eres. Disfrútalo, cariño~
Permaneció en su sitio y, cuando escuchó la puerta del lugar siendo cerrada con fuerza, se dejó caer en el suelo derrotado. No quería hacerlo, no ese día, por lo menos.
Unas suaves campanadas llamaron su atención y levantó la cabeza hasta la mesa, que parecía tener destellos de brillo y luz en ella. Se levantó con curiosidad, y abrió los ojos al ver la bandeja con el desayuno ahí puesto.
Pasó el dorso de su mano contra sus ojos, queriendo verificar que no fuese una ilusión el hecho de ver aquellos alimentos ahí, cuando hace unos segundos no estaban. Se acercó hasta el lugar, y un aura de paz lo inundó por completo, haciéndolo sonreír y comenzar a comer ese desayuno que había ahí.
Debía de ser para él, ¿No?
『 °*• ♡ •*°』
—Cumpleaños feliz, te deseamos a tí. Cumpleaños, precioso Kookie, cumpleaños feliz~
El chico sonrió contra las sábanas al escuchar cómo le cantaban cumpleaños. No era la primera vez que lo hacía, pero no dejaba de emocionarse cuando lo escuchaba cantar. Se sentó en la cama y lo miró a él, con una bandeja con su desayuno y un pequeño muffin con una vela encendida.
Recordó, su cumpleaños número dieciocho, donde estuvo a punto de morir, pero logró salvarse. El doctor lo había dicho, si estaba vivo era gracias a un milagro.
Y él lo creyó, porque esa comida con la que había empezado su día había aparecido como si nada, y tenía vagos recuerdos de un chico rubio ayudarlo en el hospital.
Estaba vivo gracias a Dios, y a alguien que lo protegía desde el cielo.
—Oye, la vela se va a derretir —se quejó el chico y acercó el dulce hasta Jungkook—. Venga, pide un deseo, amor.
El chico sonrió y sopló la vela, sin desear nada, simplemente agradecía por tener lo que tenía ahora. Agradecía a quien lo haya salvado y le había dado la oportunidad de vivir un vida feliz.
『 °*• ♡ •*°』
Si algo agradecía Jungkook era el no ser prostituido en su casa. No soportaría vivir en el mismo lugar en donde su cuerpo era utilizado del mil formas que no quería realmente.
Pero si le preguntasen qué lugar era ese, no sabría que responder. Su padre le había exigido una serie de reglas que debía obedecer si no quería sufrir las consecuencias. La primera era "mantener el secreto"; tenía terminantemente prohibido decirle a alguien lo que hacía. La segunda era "seguir el camino y no mirar de más"; algunos callejones y pasillos era la vía hasta el lugar al que tenía que llegar, pero procuraba ir con la mirada gacha para no ver más allá de lo que necesitaba ver. La tercera y última era "no inmiscuirse"; esta Jungkook no la entendía muy bien, pero sabía que no debía intentar averiguar sobre ese lugar en el que ha estado tanto tiempo encerrado.
Jungkook era alguien obediente, aún más si se trataba de su padre, así que con pasos rápidos, sin mirar a los lados, e ignorando todo ruido o palabra que pudiesen decirle, llegó finalmente hasta su habitación predeterminada. Cerró la puerta y apoyó su espalda contra ella, respirando hondo y mentalizándose para que lo había ido.
Tomó una pequeña ducha, y aplicó loción en todo su cuerpo. Su padre le había dicho que debía hacerlo si quería que diesen más dinero por él. Luego se colocó algo de ropa que no hacía más que darle frío por lo descubierta que era, y se acostó en la cama, esperando a que llegasen esos hombres que su padre había dicho.
—Están tardando... ojalá no vengan —murmuró Jungkook, abrazando sus piernas y mirando hacia la puerta. Había pasado alrededor de una hora y nadie había llegado por él.
Sintió unas suaves caricias en el pelo y cerró los ojos, sonriendo inevitablemente. Desde hace años pasa lo mismo, siente las caricias y arrullos de alguien más sobre él, incluso cuando está solo. Al principio se había asustado, pero ya estaba más que acostumbrado a sentir aquellas acciones. No sabía qué era, pero no estaba disgustado por ello.
Le gustaban, sentía como si alguien estuviese ahí para él.
El sonido de la puerta abriéndose lo trajo nuevamente a la realidad, y miró a los cinco hombres entrar en la habitación, con la mirada fija en él. A pesar de tener más de diez años haciendo lo mismo, seguía sintiendo el mismo pánico cada vez que veía a alguien entrar a la habitación.
—¿Esperaste mucho? —preguntó uno de los hombres de manera suave.
Jungkook apretó sus labios y negó, —No, papi.
El hombre arrugó la frente y movió sus manos, —Oh, por favor. No es necesario que me llames así. Mi nombre es Minho.
—Ok, señor Minho.
El nombrado sonrió y miró a los otros adultos. Jungkook se sentía algo nervioso por la situación. No entendía porqué estos hombres no hacían nada en él. Otro de los hombres se acercó a él y tomó asiento a su lado, pero manteniendo una distancia prudente entre ambos. Se veía más joven que los demás, y su mirada era bastante cálida.
—Mi nombre es Taehyung, ¿El tuyo es...?
—No puedo decirle, lo siento —apretó sus manitos en unos puños. Su padre le hacía dicho que no dijese su nombre.
—Pero yo te dije el mío, al igual que Minho —siguió—. Él es Jungseo, él es Hyunwoo, y él es Jaewook —señaló a cada uno de los hombres, y volvió a mirarlo, dedicándole una suave sonrisa que logro calmar un poco a Jungkook—. No somos tan desconocidos ahora, ¿verdad?
El menor mordió su labio y dudó un poco antes de responder. —Mi nombre es Jungkook.
—Tienes un nombre muy bonito, Jungkook —sonrió Taehyung—. Suena igual al de un príncipe.
—¿Lo dice en serio? —preguntó el chico con asombro, parpadeando varias veces por la emoción.
—Lo digo muy en serio, Jungkookie. ¿Te molesta que te llame así?
Jungkook negó rápidamente, —Usted puede llamarme como lo desee.
—Me gustaría saber qué es lo que te gusta a ti. No haremos nada que no quieres, ¿Comprendes?
—Imposible... —dijo de manera escéptica Jungkook, mirando a Taehyung con desconfianza.
—Venga, no será imposible para nosotros. Dime qué es lo que quieres y nosotros lo cumpliremos para ti.
Jungkook miró al mayor con miedo y susurró: —No me toquen... al menos no hoy.
Taehyung sonrió y sintió, —Concedido. Nadie te pondrá una mano encima. ¿Verdad?
Los demás asintieron y Jungkook abrió los ojos incrédulo. Poco a poco, cada hombre fue tomando asiento en el lugar; Jaewook y Minho en el suelo, Jungseo y Hyunwoo en el viejo sofá. Taehyung había sido el único que había permanecido ahí junto a él.
—Si no harán nada conmigo, ¿Entonces que harán?
—Preguntas y respuestas, ¿Qué te parece eso? —respondió Taehyung—. Será como un juego. Yo te pregunto algo y tú me preguntas algo.
Al escuchar la palabra juego, los ojos de Jungkook brillaron emocionados, y olvidando su temor inicial, se acercó más hasta Taehyung, sentándose al frente de él. El mayor al verlo, sonrió encantando por la dulzura e inocencia que derrochaba el chico.
Se quitó su gabardina y la colocó encima de Jungkook, cubriendo su cuerpo de las miradas y el frío que quizás pueda sentir. El menor sonrió en cuando sintió el material contra su piel, agradeciendo mentalmente al contrario por dicho acto.
—Como yo dije el juego empiezo yo. ¿Qué edad tienes?
—Tengo dieciocho, ¡Hoy es mi cumpleaños!
—¿En serio? Felicidades, Jungkookie~ Revisa el bolsillo de la gabardina, ahí encontrarás un regalo para ti.
Jungkook metió la mano dentro de la prenda y sacó una pequeña barra de chocolate, —¡Muchas gracias, señor Taehyung! ¿Cómo tenía esto aquí?
—Era tuyo de todos modos, pero nunca esperé que fuese tu cumpleaños —dijo y los demás hombres felicitaron a Jungkook, haciendo que las mejillas del chico se colorearan por la timidez—. ¿Por eso no querías que te tocáramos? ¿Por ser tu cumpleaños?
—¡Hey, es mi turno! —se quejó el chico ganándose las risas de Taehyung—. Y sí, por eso no quería hacer nada por hoy. ¿Qué edad tiene usted?
—Tengo veinticinco. Te gano por ocho años porque aún no he cumplido años —respondió—. ¿Desde qué edad estás aquí?
Jungkook jugó con el dulce, bajando la mirada avergonzado. —Desde los siete...
Taehyung apretó la mandíbula y desvió la mirada a otro lado. Los demás también se veían algo tensos por la noticia, pero decidieron no opinar nada, dejando todo en manos de Taehyung quien era el que mejor iba a sobrellevar la situación.
—Vaya, eso es mucho tiempo... —hizo una pequeña pausa y volvió a sonreír—. Es tu turno.
—¿Qué es usted? No parece de esos hombres malos que quieres estar conmigo —habló Jungkook y miró a los demás—. Ninguno de ustedes parece ser así.
—No lo somos, Jungkookie. Nadie aquí te hará daño. Yo soy psicólogo; me gusta hablar con las personas para ayudarles con sus problemas —hizo una pausa y prosiguió—. ¿Quién te trae aquí?
—¿Por qué pregunta eso?
Taehyung pellizcó la nariz de Jungkook, —Es de mala educación contestar una pregunta con otro.
—¿Me va a castigar por maleducado?
—No, eso nunca. Te dije que nunca te haríamos daño. Confía en nosotros, pequeño —el menor asintió—. Entonces, ¿Quién te trajo hasta acá?
—¿Señor, usted me va a proteger si se lo digo?
El corazón de Taehyung se rompió un poco al ver la mirada desolada de Jungkook. Con sutileza tomó las manos del chico contra las suyas, apretándolas débilmente y sonriéndole. —Te prometo que te voy a proteger, pequeño.
Jungkook suspiró, y se acercó hasta Taehyung. No sabía porqué lo hacía, pero el mayor el daba confianza. Se posó en sus rodillas y acercó su rostro hasta la oreja del contrario, —Mi padre es quien me trajo hasta acá. Él es quien consigue a los hombres y yo hago lo demás —susurró y se alejó de Taehyung—. Pero no lo hace por mal, si yo no lo hago, entonces nadie comería. No puedo dejar a mi papá sin un bocado de comida, entiéndalo, señor Taehyung.
El mayor mordió su labio con fuerza y miró al chico con lástima. ¿Cuánto amor había en esa pobre criatura que a pesar de todo seguía defendiendo a su padre? El corazón de Jungkook era sumamente puro e inocente, no se merecía nada de lo que estaba viviendo.
—¿Quieres mucho a tu padre? —preguntó vacilante.
—Lo amo —respondió Jungkook sin dudar.
Jaewook se levantó y se acercó hasta Taehyung, posando una mando en su hombro, —Debemos irnos.
El joven asintió y miró a Jungkook, —Estarás bien, ¿Sí? Yo mismo me encargaré de eso.
『 °*• ♡ •*°』
Se encontraba en su cama, abrazando aquella gabardina que no había devuelto, oliendo aquel aroma que poseía y sonriendo por lo cálido que se sentía en su interior.
¿Quienes eran esos hombres? No lo sabía, pero estaba feliz de haberlos conocidos.
—Mi cumpleaños no fue tan malo como pensé, gracias a Dios —susurró feliz, cerrando los ojos embriagado por el dulce aroma que emanaba de la prenda—. Este ha sido el día más calmado de mi vida, tanto que siento que en cualquier momento sucederá algo malo.
Rió por sus tontas palabras y poco a poco fue cayendo en manos de Morfeo, sintiendo la paz abrazarlo por completo. Sin embargo, toda paz se vio interrumpida cuando su padre entró a la habitación hecho una furia, tomándolo de los cabellos y tirando de él hasta la sala del lugar.
—¡Tú, maldita basura! —exclamó el hombre con mucha molestia en su ser. Jungkook veía a su padre con terror, notando que este tenía algunos golpes en el rostro y su ropa se encontraba rasgada—. Eres un inútil, y solo sirves para complacer a los hombres como la puta que eres.
—¿P-papá, qué está pasan- —sus palabras fueron cortadas cuando el mayor arremetió contra él, soltando golpe tras golpe en su delicado rostro.
—¿Qué está pasando? —golpe—. ¡Pasa que eres un imbécil! ¡Le diste información a la policía!
Jungkook lloraba a mares, ahogándose del dolor que sentía en todo su cuerpo. —¡Y-yo no hablé con los policías!
—¡Sí lo hiciste! —gritó el hombre, tomándolo de los cabellos y tirándolo hacia el piso, haciendo que su cabeza chocara contra el duro suelo y que Jungkook se mareara con fuerza por el golpe—. ¡Esos hombres te tendieron una trampa y tú caiste! ¡Me arruinaste! Le dije a tu madre que te abortara, que ibas a ser nuestra ruina y la maldita no quiso hacerme caso. Ahora ella se fue y te dejó conmigo, y tuve que hacerme caso de una basura como tú.
El mayor lo tomó del cuello y conecto sus miradas con dificultad, ya que a Jungkook le costaba mantener los ojos abiertos. »Pero no te preocupes, yo haré lo que debía haber hecho hace mucho tiempo.
Agresivos golpes fueron dejados en el cuerpo de Jungkook. Logrando que poco a poco el chico dejase de estar consiente. Su cabeza fue golpeada contra el suelo otro par de veces y ya comenzaba a ver borroso. Sus oídos solo emitían un sonido agudo y zumbaban, y su garganta se sentía cerrada, dejándolo sin respirar. Sus costillas crujían con cada golpe, y ya había dejado de sentir la mayor parte del cuerpo.
Lo último que vio fue a su padre, descargando toda su furia en él, todo antes de caer en la inconsciencia por completo y saber que ese sería su último día de vida.
『 °*• ♡ •*°』
Jimin tenía las mejillas bañadas en lágrimas, viendo con desesperación como los doctores hacían lo posible para salvar al joven chico.
La policía había allanado el lugar, y detuvieron al padre de Jungkook por tráfico y prostitución de niños. Porque sí, Jungkook no era el único que sufría a causas del Jeon.
En cuanto vieron al chico, actuaron lo más rápido posible, llevándolo al hospital más cercano. Jimin, —que había estado viendo durante todo el día— no dudo ni un segundo en bajar a la tierra, aún cuando estaba terminantemente prohibido hacerlo.
Pero no iba a dejar solo a Jungkook en un momento así.
—Doctor, lo estamos perdiendo —dijo una enfermera con lástima por el chico.
—Sigamos intentado un poco más —respondió el doctor, mandando a cargar más el electro shock para Jungkook.
—Sálvelo, por favor —rogó Jimin sin ser escuchado, mirando angustiado el cuerpo de Jungkook. Su mente se sentía dividida, y es que no sabía que hacer en momentos como ese. No sabía cómo salvar a su pequeño protegido.
Se acercó hasta la camilla, traspasando al doctor sin problema alguno, y posó sus manos en el pecho de Jungkook. Cerró sus ojos y comenzó rezar, como siempre hacía y como su madre le había enseñado.
Dió las gracias por todo lo que tenía, y pidió perdón por lo que estaba haciendo. Luego de eso, comenzó a decir lo que realmente quería. Pidió salud para Jungkook, y una vida bendecida. Pidió por una segunda oportunidad a alguien que lo merecía. Pidió para que ese niño, porque el corazón de Jungkook era puro, y alguien como él merecía seguir viviendo una vida para recordar.
Sintió unos suaves latidos bajos sus palmas y miró a Jungkook con asombro, encontrando sus ojos semi abiertos con dificultad.
—¡Está respondiendo! ¡Está vivo, doctor!
Jimin miró a Jungkook una última vez antes de sonreír, dejando un beso en la frente del chico y alejándose con rapidez, antes de que el chico lo viera.
Subió al cielo nuevamente con una sonrisa enorme, sonrisa que decayó en cuanto miró a un Ángel que no conocía junto a su madre.
—Se lo dije, Dios —habló el Ángel—. Jimin salvó a ese chico porque lo ama y no tardará en irse con él. Abandonará el cielo por un humano.
Jimin abrió los ojos y negó desesperado. Abrió su boca para hablar, pero Jihyo la había sellado. En su mirada se podía ver la decepción pura, y sus ojos estaban llenos de lágrimas, haciendo que el Ángel rubio se sintiese horrible al ver a su madre tan triste.
—Me has desobedecido, Jimin. Has actuado en mi contra, aún cuando te he dicho que no lo hicieras —dijo la mujer con dolor—. Ya salvaste a tu humano, debes estar feliz. Pero ten conciencia de que rompiste el corazón de tu madre, y eso te martirizará día a día.
Sin más nada que agregar, Jihyo emprendió vuelo lejos de ahí, dejando a Jimin con el corazón roto por lo que había sucedido. Queriendo explicar sus verdaderos motivos sin poder hacerlo.
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