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𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝟳.

Listo para partir sale de su habitación hacia la cocina, hace una mueca parecida a una sonrisa como saludo cuando ve a YuGyeom sentado desayunando un tazón de cereales. Este frunce el ceño confundido viendo a su compañero apoyar un bolso grande sobre una de las sillas mientras se dirige hacia la heladera de dónde extrae una botella de agua para beber un poco del contenido. Se quedó pensando si comer algo o simplemente tomar una manzana del frutero para comerlo más tarde, en ese momento no tenía suficiente apetito.

—¿Saldrás? —el pelinegro asintió bebiendo otro sorbo de agua— pensé que descansarías, con eso de que Cherry no estará en la empresa hasta el lunes.

—Saldré por este fin de semana, iré a Busan.

—Oh, bueno, a mí si me toca trabajar.

Lo dijo con fastidio haciendo reír a JungKook. Volvió a revisar su bolso para no olvidarse nada, se despidió del azabache; en la entrada se colocó sus botas negras y una gorra intentando cubrir su largo cabello desordenado, miró las notificaciones de su celular distraídamente y salió del edificio. Se suponía que a una determinada hora lo pasarían a buscar avisándole a través de un mensaje, pero prefirió esperar afuera mientras tanto. Una camioneta negra se detuvo a lo minutos frente a él, supo reconocer a Kim SeokJin a través de los lentes de sol que llevaba puesto. Tal vez le había mentido un poco a YuGyeom, no era porque desconfiara de él, simplemente no creía correcto contarle que pasaría el fin de semana junto a la familia Kim, porque el hijo mayor le había invitado. Además, no quería un interrogatorio o que se malinterpretara la situación, iba a ir porque Jin fue muy insistente y al parecer al castaño le agradaba tener su amistad.

Subió, saludando, colocó su bolso en la parte trasera del rodado y ocupó su puesto como copiloto. Tendrían un viaje de cuatro horas hacia la ciudad de Goryeong-gun dónde el campo de los abuelos y tíos de SeokJin y Youjin funcionaba. La familia Kim solían viajar allá para evitar la ruidosa y escandalosa ciudad. Y ante los últimos acontecimientos decidieron pasar tiempo en familia unos días. Así que el recorrido fue ameno, lleno de anécdotas y conversaciones que hacían sentir a JungKook en comodidad. En el camino se habían detenido a comer un poco de sopa de algas y comprar algunas cosas hasta que retomaron el viaje, el pelinegro se preguntó si los demás sabían que iría, no quería quedar como un inoportuno.

Llegaron cerca del medio día, el aire allí era limpio y fresco, el verde alrededor y las montañas en la lejanía era lo más vistoso del hermoso paisaje. Una ciudad historia del antiguo reino Daegaya, así que el campo no era la única alternativa para visitar. Sin embargo, la tranquilidad natural del sitio se respiraba trayendo curiosidad. Aparcaron frente a una casa de madera de dos pisos, rústica e imponente, JungKook pudo ver qué en la entrada había tres mujeres sentadas alrededor de unas fuentes, al parecer estaban cortando alguna fruta. Jin se adelantó saludando a su madre que corrió a recibirlos junto a otra mujer que era la tía de ellos. La sorpresa se dio cuando Youjin conectó ojos con su guardaespaldas quedando en shock.

—Lo invite a que pase unos días con nosotros.

—Bien hecho, cielo. Bienvenido, JungKook —saludó la madre del castaño, sujetando con dulzura la mano del pelinegro— Siéntete como en casa.

Agradecido hizo una reverencia, siguió a Jin con la intención de mirar dónde se quedarían y fue cuando se encontró cara a cara con la pelinegra.

—¿Cómo estás?

Youjin lo miró nada contenta soltando el cuchillo con el que estaba cortando frutillas y salió refunfuñando hacia los establos.

—Déjala —palmeó el mayor en su hombro— verás que la pasaremos muy bien.

Aspiró fuertemente, sus pulmones bastante agradecidos de poder respirar aire puro y no el particular viciado de la ciudad. Últimamente debía dormir con el humificador encendido para conciliar mejor el sueño, había pedido una consulta con el médico para que le recetaran un nuevo inhalador por si alguna crisis de asma se le presentaba de improvisto. Quería tener todo bajo control para al menos mantenerse en buen funcionamiento. También debía ponerse en la búsqueda de algún gimnasio cerca del departamento o del trabajo, no hacer ejercicio hacia que se sintiera ansioso.

—¿Qué haces aquí?

Volteó, encontrando a Youjin frente a él. Sin toda la parafernalia —vestuario, maquillaje, etc.— se veía tierna, sus pecas adornando su bonito rostro limpio junto al nuevo flequillo que descansaba sobre su frente. Cómo idol, Cherry debía cambiar de look constantemente. Le gustaba probar distintos colores en su cabello, pero hasta ahora solo elegía el negro y el rojo, sus colores favoritos.

—Estoy bien, gracias, ¿cómo está usted, señorita Kim?

Le divirtió la mirada asesina que le dio. Quería reírse, pero mantuvo una neutra expresión mientras la veía de brazos cruzados, exasperada.

—¿Mi hermano te invitó?

—No, me autoinvite solo porque quería probar la mermelada de fresa recién elaborada.

—¡Yah! No te pases de listo, Jeon.

—Como ordene, jefa.

Youjin gruñó fastidiada, con sus puños a los costados de su cuerpo. Viendo como el pelinegro sonreía, le caía mal él y su presencia radiante que llamó la atención de sus abuelos y tíos incluso.

—JungKook, te estoy hablando en serio.

—Tranquila, tu hermano me invitó y no me pude negar, fue muy insistente.

—Me las va a pagar —murmuró entre dientes, cruzada de brazos y mirando hacia un costado. Él no pudo evitar mirar el tierno puchero que ella hacía con sus labios. Youjin suspiró— como sea, omma dice que entres, el té ya está listo, tienen que ponerte al día.

—¿De qué? Disculpa.

—Hoy habrá una fogata por la noche, solemos hacer eso cuando la familia se junta.

—Oh.

La siguió, ingresando nuevamente al interior de la casa. Se dirigieron al enorme comedor y tomaron asiento frente a la mesa llena de comida. Había frutas de varios tipos cortados en rodajas en distintos platos, mermeladas de varios sabores, pan casero en rodajas y té verde.

—A la abuela le gusta la tradición de los ingleses de beber té a las cinco de la tarde —susurra Jin en el oído a JungKook cuando esté se sentó a su lado.

—Y de ser los catadores de las mermeladas —dijo Youjin, refiriéndose a sus nietos.

—No asusten al muchacho por favor.

La abuela Kim era una mujer mayor, inteligente y perspicaz. Había vivido gran parte de su vida en el extranjero escapando de la guerra que se desataba entre Corea y Japón. Luego volvió conociendo al amor de su vida, formando su familia y disfrutando de la tranquilidad del campo. Diferente de lo que su hijo hizo al mudarse a Seúl para luego casarse y concebir a sus dos hijos, los más queridos en la familia por ser los famosos.

Sin quererlo JungKook iba enterándose un poco más de la vida de los Kim. Cuestión que a Youjin le incomodaba un poco. Nunca nadie había tenido la oportunidad de entrar a su familia como él lo hizo, así tan fácilmente, se estaba ganando la confianza de todos y aunque no lo quisiera, mantener distancias era mejor según su criterio. No lo conocía, apenas pasaron un par de semanas desde que aquel pelinegro tomó el puesto de guardaespaldas. Era una mezcla de duda y desazón que la carcomía. JungKook se había portado muy bien desde el principio con ella y aunque todo parecía ir de maravilla, y lo negara a mil. Tenía miedo de creer en alguien que no era.

Cuando la noche llegó, se mantuvo lo más alejada posible del chico. Este parecía encantar a todos con su proactividad y entera disposición, como si la vida de campo fuera pan comido para él, incluso a sus vecinos invitados a la fogata y sobre todo a las hijas de estos.

—Unnie, jamás dijo que el amigo de oppa era muy lindo.

Youjin rodó los ojos observando desde la comodidad de la mecedora en el porche de la casa como preparaban todo en el jardín trasero. Parte de su malestar era que la atención era acaparada por su hermano y su guardaespaldas cuando la mayoría del tiempo ella era la consentida de su abuela y tíos.

—No es lindo —ambas chicas la miraron extrañada, ni ella se creía esa mentira.

El cuchicheo se volvió más intenso lo que hizo que Youjin levantará su mirada viendo al pelinegro acercarse a ellas, les ofreció amablemente de una bandeja de castañas horneadas. Ambas adolescentes no dudaron el abalanzarse hacia el chico, en cambio, Youjin se negó muy a pesar de que su estómago rugía por comerlas. Amaba las castañas asadas, el sabor ahumado que obtenían de la leña y el fuego, pero su capricho era más fuerte. Así que se negó por segunda vez alejándose del lugar. Necesitaba ahuyentar su lado negativo antes que la consumiera a ella y los demás.

Cerca de la granja se encontraba un pequeño lago en medio de la nada. Ella lo había encontrado con su hermano Jin en una de sus expediciones cuando eran niños. Les había fascinado tanto que sus tíos hicieron un camino directo para que fueran las veces que quisieran sin trabas. Se había convertido en el lugar favorito de Youjin po lo tranquilo y único, con el tiempo habían descubierto que aquel lago conectaba con unas famosas cascadas de agua cristalina provenientes de las montañas. Allí había tenido los mejores años de su infancia en sus vacaciones junto a su familia. Todo era soñado hasta cuándo había cumplido su sueño de ser cantante y subirse a los escenarios.

Excepto por aquella coyuntura de apariencia tormentosa que se escondía en su mente y vida.

—Mas tarde hará frío —sintió la calidez de una manta cubrir sus hombros y espalda, agradeció escuetamente esperando a que se marchara, pero fue todo lo contrario, JungKook se sentó a su lado rodeando sus piernas y mirando hacia la poca iluminada corriente de agua— ¿señorita Kim?

—Una más de esas y te golpeó, JungKook.

No pudo evitar reírse nasalmente. Le empezaba a gustar colmarle la paciencia a la chica. Jin le había dicho cómo hacerlo también y no le sorprendía que ella reaccionara rápidamente, hacerle un par de bromas podría acabar con su mal humor o tal vez saber por qué se encontraba así.

—Ya, perdón, no quise molestarte. Quiero saber porqué estás así.

—¿Así cómo?

—Como si no me soportaras —se hizo la desentendida mirando hacia cualquier otro lugar— pensé que con los cupcakes de paz que me diste y con la tregua en la playa habíamos quedado bien.

Youjin resopló, no le diría a él que sentía un poco de celos. Si, tal vez exageraba, pero no podía evitarlo. Además de otra emoción que no sabía ponerle nombre. JungKook se quedó en silencio, tal vez haber venido se sintió demasiado invasivo para ella, tal vez no debió aceptar la invitación cuando al parecer la chica, era ella misma en aquel lugar junto a su familia. Tuvo la oportunidad de observarla, de entender que Youjin era muy risueña, divertida y bromista, era como una niña alegre que traía la felicidad al hogar con tan solo su presencia. Muy diferente de Bloom Cherry, aquella cantante tan decidida, imponente y sensual. Y había una de ellas que se convirtió —inconscientemente— en su preferida.

—Solamente estoy cansada, es todo —bufó, admitiendo— y soy gruñona porqué omma y halmeoni están pendientes de ti.

Quiso reírse, pero solo sonrió a escondidas.

—No es mi culpa ser tan irresistible.

—Ja, ja, que gracioso. No eres irresistible, eres un saco de músculos con atractivo sexual que...

Se detuvo a si misma cuando se dio cuenta de lo que había dicho, avergonzada y con las mejillas rojas en aumento.

—Así que atractivo sexual, señorita Kim —ronroneó con una voz ronca que hizo que Youjin tragara saliva y se le quedará mirando fijamente.

Finge demencia.

La pelinegra se levantó de inmediato, con el corazón sacudiendo su pecho por querer correr de ahí, pegando con la manta en la cara al guardaespaldas. Este encantándole el leve sonrojo que contrastaba con la pecas le siguió.

—No la juzgo, uno debe tener en cuenta lo que causa en la gente, no es mi primera vez deslumbrando —sonreía coqueto a propósito, sabiendo que su prepotencia estaba causando estragos en la chica.

—Ay si, aja.

—Usted tuvo la suerte de tener un guardaespaldas muy atractivo, señorita Kim.

—Aish, te gusta hacerme enojar, ¿no?

—¿Por qué? —sonrió, levantó las manos en son de paz al ver que ella levantaba los suyos fingiendo querer golpearle— está bien, está bien, lo siento, no formalidades —Youjin acomodó la manta sobre sus hombros haciendo muecas con su rostro, JungKook divertido añadió— entonces podría decirle noona.

Corrió sabiendo que Youjin lo seguía detrás gritándole un par de improperios. Entre la corrida y la risa, ella lo alcanzó trepándose a su espalda, tan metida en su enojo advirtiéndole que se dejara de tontos juegos que no se percató del firme agarre de las manos del pelinegro en sus piernas. Hasta que llegaron dónde toda la familia se encontraba alrededor de la fogata, fue cuando cayeron en la realidad tomando cada uno un camino diferente.

Las cosas de a poco iban avanzando.

Estaba considerando muy seriamente que al llegar a Seúl, pusiera una gran queja con HoSeok para que cambiarán al pelinegro con otro grupo. Le estaba saturando la paciencia su actitud bromista pesada apañada por su hermano SeokJin. Ambos parecían grandes amigos que se reían por cualquier tontería, incluso peleando por quien comía más en el desayuno. En su interior estaba muerta de la risa, aligerando el ambiente en la mesa y haciendo reír a los demás. JungKook se había acomodado perfectamente a la familia Kim y ellos lo acogían como un hijo más.

Se la estaba pasando estupendo. Cómo nunca antes lo había hecho. Le encantaba la vida tranquila del campo y el ajetreado movimiento que se llevaba en él. Deseo que su tío y primos también compartieran unos días, sabía que a ellos les gustaría el ambiente, sobre todo porque a NamJoon le encantaría la naturaleza y los museos históricos del lugar y a Chaewon los animales que criaban dentro de la granja o las apetitosas mermeladas que la abuela Kim ya había empacado para que se llevará a Seúl. Se estaba divirtiendo en ayudar en la plantación de frutillas bromeando junto a SeokJin, escuchando sus malos chistes y sus anécdotas sobre las filmaciones del kdrama que estaba grabando. Definitivamente, quería verlo actuando y no se perdería ni un solo capítulo cuando saliera en la televisión.

—Mira, lo encontré en la pared.

Youjin pegó el grito de su vida cuando giró y a solo centímetros de su rostro las patas de una lagartija se movían rápidas. Su corazón retumbaba veloz y en su garganta atoradas las malas palabras que quería lanzarle a esos dos que se desternillaban de la risa. El pelinegro dejó al pequeño bicho afuera del invernadero volviendo al interior para seguir cosechando las frutillas. Youjin había llegado tiempo después porque quería ayudar y porque encontraba en ello una buena terapia.

—¿Te maquillaste?

—¿Qué?

—Estas maquillada y peinada —hizo una pausa analizandola de arriba abajo— y perfumada.

Los ojos de ambos estaban expectantes en ella. No pensó que se darían cuenta de los detalles, solo se había puesto un poco de rubor en las mejillas y bálsamo de cereza para labios y su cabello negro iba en dos trenzas.

—No, solamente me bañé —eso había sonado mal para ella mientras veía a JungKook recolectar frutillas en un canasto verde y a su hermano sonriendo divertido— quiero decir, siempre me baño, todos los días, cállate y haz tu trabajo.

La risa limpiaparabrisas de su hermano se escuchó en todo el lugar. Más no hizo caso y comenzó a recolectar más fruta en otra canasta verde lejos de esos dos. Amaba las frutillas de aquel lugar, su nombre artístico era inspirado en eso y había cientos de anécdotas alrededor de esa fruta. Incluso una de las canciones a punto de lanzarse tenía de nombre fresa y estaba ansiosa porque sus fans lo escucharán.

Eso fue lo que les había contado en ese momento a los dos mientras tomaba algunas fotos para enviárselas a Kira. Debía comentarle sobre su estado y su asistente estaría muy contenta cuando supiera que había comido mucho ese fin de semana, aunque la influencia del pelinegro por ofrecerle todo el tiempo comida fue la principal. Ahora él sabía que su fruta favorita eran las fresas en todas sus presentaciones y que amaba las castañas asadas. ¿Podía sentirse incómoda con que él sepa más de ella, pero de él supiera tan poco? Si, tal vez, pero no le estaba tomando demasiada importancia y le gustaba que la hiciera reír.

Su celular comenzó a vibrar en su mano al momento en que tomaba una foto de JungKook y su hermano a sus espaldas. Estaban afuera del invernadero colocando las frutas recolectadas en otras canastas que llevarían a la casa para limpiarlas y guardarlas. Se alejó un poco queriendo contestar al número privado y su sonrisa se desvaneció de a poco al no haber contestación del otro lado, solo una fuerte respiración. Su primera reacción fue cortar algo asustada. Ahora no solo eran mensajes con fotos sino que se suma las llamadas y ella sabía que luego de eso llegarían los regalos o apariciones. No, no, no debía imaginar antes de tiempo, tal vez fue una llamada errónea y por la poca señal la otra persona no pudo hablar a tiempo.

Aspiró una gran cantidad de aire en un intento por calmarse, el sol en su cénit se medio escondía entre las débiles nubes que querían opacar el cielo azul. Volteó a ver a JungKook y Jin hablando animadamente. El tono de su celular avisándole que un mensaje nuevo había llegado le llamó la atención volviendo a la pantalla de su celular.

"Te ves bonita sin maquillaje, mi Cherry"

Era el mensaje escrito adjuntado al pie de una foto de ella misma una hora atrás con una canasta llena de frutillas en sus manos. Jadeó, petrificada por aquel nuevo acontecimiento, sin saber que hacer. Y como si no fuera suficiente, otra foto llegó en la que estaba ella sonriendo mientras detrás el pelinegro le decía algo:

"La presencia de ese sujeto molesta"

"Él no supone un obstáculo para nosotros"

"Pronto estaremos juntos por la eternidad"

El chat de número desconocido comenzó a inundarse de fotos de ella misma en ese mismo instante. Parada en medio del campo, solitaria y terriblemente desamparada. Está vez su pánico había escalado niveles insospechados sintiéndose presa del peligro. Temía moverse y que aquel sasaeng estuviera detrás o enfrente, sollozó sintiendo arder su garganta. JungKook unos metros detrás vislumbro por el rabillo del ojo algo inusual en la cantante. Tan quieta e incierta como el espantapájaros que se erguía en medio de la nada, pero la postura de Youjin decía algo diferente, una mezcla de completa alerta y extrema sumisión. En su mente apareciendo la idea que una crisis y no dudó en gritar su nombre en voz alta captando la atención de Jin.

Ambos vieron, segundos después, como la chica gritó temblando y cayendo estrepitosamente al suelo de tierra entre medio de las plantaciones. No lo dudaron, corrieron hasta ella alarmados, sin entender que había ocurrido. La encontraron en medio de un fuerte ataque de pánico, enrollada de forma fetal, con sus puños sobre su cabeza para evitar que sus ojos se encuentren con su inminente final. Era la primera vez que SeokJin veía una crisis de estás proporciones en su pequeña hermana, estaba asustado y paralizado sin entender que había ocurrido si minutos antes estaban riendo los tres juntos. JungKook por su parte trato de hablarle, revisando que no estuviera lastimada, pero al entender que ella no respondería por estar enclaustrada en una vorágine oscura dentro de su mente la levantó entre sus brazos aferrándola a su pecho y cuello. Trotó en dirección a la casa con SeokJin a su lado, este les abrió la puerta de la entrada de la casa alarmando a los mayores.

Subieron las escaleras y entró con la chica a su habitación, la recostó en la cama procurando deshacer sus puños, las uñas le estaban lastimando la piel de sus palmas. Youjin estaba fuera de si, temblando y llorando, con su cuerpo rígido y JungKook temía que por la fuerza impuesta se lastimara algún músculo o se torciera algún hueso. Dulcifico su voz todo lo que pudo, susurrándole al oído que estaba a salvo, que nadie podía hacerle daño y que estaba en casa con su familia. En medio de su extenuante caos aquella voz era lo único que la anclaba a la realidad, lo único que fue calmándola mermando la rudeza con que doblaba su cuerpo. Tiempo después solo sintió paz, se había desmayado.

¿Acaso un tren de carga le había pasado por encima? No podía discernir entre la realidad o el sueño. Solo se sentía exhausta, como si hubiera llegado de una gira de meses y al fin le daban el descanso necesario y justo a su cuerpo. Sus ojos estaban perezosos queriendo no abrirse, así que les dio su tiempo, mientras tanto intentaba escuchar a su alrededor algún ruido que le manifestara que hora era. En un último gran esfuerzo abrió sus párpados encontrando la figura masculina sentado en una silla al lado de su cama mirándola fijamente.

—¿Qué pasó? —esas pocas palabras hicieron que su garganta doliera, por lo seca que se encontraba y porque ardía ante un dolor desconocido.

—¿Cómo te sientes? —se inclinó sobre si mismo, colocando sus codos sobre sus muslos y entrelazando sus dedos— ¿tienes sed?

Él estuvo ahí otra vez. Youjin estaba muy segura que aquel calor que la envolvió en medio de su desequilibrio y la voz que fue calmándola fue del pelinegro a su lado preocupado por saber su estado. Movió su cabeza con algo de dificultad, le dolía el cuerpo entero y el leve movimiento le hizo suspirar. Miró al techo de madera, un pequeño candelabros colgaba un poco más allá. Sus ojos se nublaron de lágrimas, ardiendo. A pesar que su garganta se retorció en un doloroso nudo se sintió en confianza para contarle.

—Él volvió —su voz salió demasiado débil— tengo miedo, JungKook.

—Youjin.

—Tengo miedo de que algo malo me pase —gimió, en busca de aire, su mandíbula temblando— me está volviendo loca, llegué a pensar que hace todo esto para que yo...

—No lo digas ni en broma —espeto fuerte— ¿sabes el dolor que causarías a tus padres y hermano? A tus fans, a toda la gente que te quiere y adora de verdad —suspiró— eres fuerte, Kim Youjin, no permitas que un desconocido te afecte de esta manera.

—Hace un año él logró alcanzarme —contó con las pocas imágenes que sacaba de su pantanosa laguna mental— no recuerdo mucho porque perdí la memoria o bloqueé ese momento según mi terapeuta. Nadie quiere decirme que pasó, pero presiento que fue algo malo.

—A veces es mejor bloquear ciertos recuerdos —y él sabía porque lo decía.

—¿Te ha pasado algo malo?

JungKook la observó, se encontraba más tranquila, pacífica, sin embargo se podía notar el cansancio en ese tierno rostro, las ojeras oscuras debajo de sus orbes con bonitas y largas pestañas.

—Si —jugó con los dedos de su mano desviando la mirada a ellos— a lo largo de mi vida.

Y una duda surgió en Youjin que la hizo removerse en la cama para quedar de costado con mejor visión del chico.

—¿Por qué decidiste ser guardaespaldas?

La puerta de la habitación se abrió dejando pasar a Heeji, su madre y detrás a SeokJin. La mujer corrió al ver a su hija despierta. La sujetó fuertemente entre sus brazos lloriqueando que estaba muy contenta de verla mejor, que se había asustado muchísimo cuando el pelinegro llegó con ella en sus brazos. Youjin se dejó hacer porque el mejor remedio para esos casos eran los brazos de su madre, se sentía tranquila y en casa.

JungKook golpeó el hombro de Jin, este con un gesto de su cabeza le pidió que lo siguiera y fue cuando el pelinegro le contó al mayor.

—Tu hermana me dijo que el sasaeng volvió.

—¿QUÉ?

JungKook siseó pidiéndole silencio. Le explicó la breve conclusión a la que había llegado con lo que la cantante le había confesado y lo que pasó en la tarde. Así que ambos se dirigieron hacia las plantaciones de frutilla donde el celular había quedado tirado. Con la ayuda de unas linternas y paciencia comenzaron a buscar el aparato en el lugar que recordaron auxiliar a la chica.

—Me preocupa mi hermana.

JungKook también lo estaba.

—Algo hay que hacer.

—La empresa hace todo lo que puede dentro del alcance que tienen —negó, concentrado buscando— incluso la policía estaba involucrada, pero cuando él desapareció todo quedó en nada y ahora, debemos denunciar esto.

—Tienes que hablar con tu hermana, no hagas nada hasta que ella lo decida, si hasta ahora lo cuenta es porque hay algo más.

Giró sobre sus pies con sus ojos moviéndose, encontrando el celular casi enterrado y con la pantalla rota cuando lo sostuvo en su mano. Su instinto le hizo observar a su alrededor, en medio de la nada a oscuras, con el ruido de los grillos y algunos animales nocturnos teniendo la sensación de ser vigilado también, sintió escalofríos que hizo erizar los vellos de su cuerpo y su mente comenzó a trabajar sin descanso en busca de ayuda para Youjin.

Se me están haciendo muy largos los capítulos. Espero no se les haga tedioso.

Voy dejando pequeñas cositas para ir armando esta historia, detalles que deben tener en cuenta. 🧐✍🏻

Wattpad no me deja poner gifs, pero una amiga me pasó uno de JungKook tal cual como la foto multimedia. Las dejaré en mi IG si quieren ir a verlo allá, también me siguen así somos amiguis.

Se les quiere muchito. 🥰

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