𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝟰𝟬
⌜Me quedaré a tu lado, incluso cuando llegue la noche oscura⌟
━Orbit - Hwasa.
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Esperó paciente a qué la enfermera terminará de tomarle la presión, se sentía cansado aún cuando tenía días postrado en la cama sin hacer nada. La herida en su muslo iba curando favorablemente, lo mantenían en observación solo por su problema respiratorio. Las condiciones al estar un par de días encerrado ayudaron a que su salud se deteriorase llegando a emergencias con extrema deshidratación. La policía le había tomado su declaración hace horas atrás teniendo que rememorar todo lo acontecido una vez más. Al menos estaba tranquilo sabiendo que a Youjin le habían dado el alta, pudiendo ir a descansar a su hogar, aún, cuando ella se negaba a dejarlo. Namjoon y su tío se mantenían pendientes de él todo el tiempo e incluso teniendo visitas.
—¿Saben algo de YuGyeom? —preguntó hacia SungHoon quien había llegado a visitarlo.
—Esta estable, dicen que puede despertar en cualquier momento —comentó, cabizbajo— sus padres están con él.
JungKook suspiró, recordó a YuGyeom contarle varias veces la distancia con sus progenitores por no seguir sus reglas, sin embargo, ellos se encontraban ahora al lado de su hijo mientras él no tenía a ninguno de los dos. Aun no dimensionaba la realidad de tener un hermano gemelo que resultó ser un psicópata que persiguió a su novia. Insólito si uno se pone a pensar en las circunstancias en que se dio todo. Tenía demasiadas preguntas, dudas. Miedo. Miró hacia su tío Minjoon, conversaba de forma serena con su hijo. Él debía saberlo, después de todo fue quien acogió a su madre y a él años atrás.
—¿Tío? —ambos hombres hicieron silencio para mirarle. JungKook tragó, no estando muy seguro— ¿Podemos hablar? —miró a su primo— a solas, por favor.
Minjoon con un asentimiento de cabeza le pidió a su hijo retirarse. Al quedarse solos, este ayudó a su sobrino acomodarse mejor en la camilla y luego acercó la silla con alto respaldo para tomar asiento. El silencio los embargó unos instantes, ninguno se atrevía hablar.
—Tengo un hermano —comenzó y Minjoon, apesadumbrado, asintió entrelazando sus manos sobre su falda— ¿Por qué no supe de él? ¿omma lo sabía?
El hombre respiró lento y profundo, frotándose los ojos con los dedos. Debía ser sincero y contarle todo.
—Sí —esa afirmación le hizo sentir peor— JungHee la visitó un par de veces cuando estuvo internada por su enfermedad, no sabemos cómo lo supo, pero él mismo le hizo prometer que no diría nada de su existencia —el pelinegro negó, confundido— y tu madre me hizo prometer a mí que tampoco diría nada, tenías dieciocho años recién cumplidos, JungKook; tenías una vida muy larga y prospera, JungHee era un descarrilado que muchas veces llegó con la excusa de visitar a tu madre cuando en realidad venía a robar en la farmacia.
—Usted entiende que MI hermano estuvo vivo todo este tiempo —siseó entre dientes con lágrimas amenazando salir— que pudo haber tenido una familia si tan solo las cosas hubieran sido diferentes. Quién dice y se salvaba a tiempo.
—¿Y qué tal sino? —espetó— Tú mismo lo escuchaste del médico y los policías, desde pequeño comenzó a robar, a meterse en problemas, está dañado. Su mente está tan alterada que él aún se cree con el poder de hacerles daño.
Y así fue cuando la policía luego de tomarle declaración, le comentaron que su gemelo no sentía remordimiento alguno según los reportes. Les había confesado absolutamente todo lo hecho con lujos de detalles. Y que inclusive se mofaba del tiempo en que no pudieron capturarlo como si fuera una gran hazaña. JungHee estaba encarcelado hasta el juicio que se daría en unos días, su panorama no pintaba nada bien y JungKook sabía que su hermano pasaría mucho tiempo recibiendo, lo más seguro, tratamiento psiquiátrico.
—¡Es mi hermano, maldita sea! ¡no pudieron tener un poco de misericordia! Ni siquiera por mí —explotó, llorando— ¿sabe cuánto tiempo me sentí tan solo, tan abandonado y desesperado al perder a mi madre, o que mi padre jamás nos quiso y nos abandonó? Llegué a pensar que fui hijo único porque no merecía amor, ni compañía, no merecía una familia y ahora enterarme que tengo un hermano gemelo al cual siempre me escondieron.
—Mis hijos y yo también somos tu familia —expresó, ofendido.
—No entiendes, y no lo entenderás. —negó de lado a lado, secando las traicioneras lágrimas que cayeron por su rostro— tío, con todo el respeto que se merece, váyase —murmuró— déjeme solo.
—Hijo.
—Por favor.
Minjoon contuvo también las lágrimas. Nunca quiso esconderle algo como eso, JungKook también era como su hijo, pero le había hecho una promesa a la madre de este unos días antes de morir y eso fue jamás saber sobre su hermano gemelo, porque aquello solo traería sufrimiento y desdicha a la vida del pelinegro. Incluso el mismo JungHee lo sabía. Se marchó dejando con un agudo dolor en el pecho a JungKook, con la incertidumbre de sentirse más solo que nunca, perdido y sin saber quién realmente era.
Su ausente padre le dejó solo inseguridades y dolencias. Su madre a quien adoró hasta el final resultó una completa mentirosa y su gemelo...
Por primera vez lloró desconsolado en soledad sin importarle causarse una crisis. Solo sentía la necesidad de desahogarse cuestionándose por completo.
Terminó de acomodar su bolso con algunas de sus pertenencias necesarias. Pretendía pasar la noche cuidando de su novio. Al menos se sentía mucho mejor físicamente. Revisó su teléfono, tenía varios mensajes y mails de HoSeok informándole sobre la nueva actualización de su agenda. No era mucho puesto que estaba en proceso de nuevas canciones y algunas campañas para marcas en las cuales representaba, pero debía presentarse a la agencia luego de todo lo ocurrido. Sobre todo porque la prensa había filtrado la primicia del atentado dejando en vilo a medio mundo. Así que el rápido accionar de los ejecutivos y la parte publicitaria tan solo dio a entender que se trató de un caso aislado y que la Idol se encontraba bien, trabajando arduamente para traer nuevo material a sus fans.
—¿Cielo, a dónde vas?
Youjin sonrió y abrazó a su madre besando su mejilla.
—Te dije que iré a ver a JungKook.
El gesto torcido de Heeji no pasó desapercibido por la cantante. Desde lo ocurrido sus padres no se habían separado de ella obligándola a mantener calma y descanso. Lejanía. Su padre quien estaba sentado en el living leyendo se acercó a ellas, tampoco tenía buen semblante.
—Hija, puedes ir mañana a la hora de la visita. Sabes que no te permitirán quedarte.
Veía extraño el comportamiento de sus padres. Antes adoraban a JungKook y ahora parecían querer mantenerla apartada.
—Youjin, tal vez deberías darle su espacio —sugirió su madre en tono suave— vuelve a tus actividades, a tu trabajo, de todos modos él se irá.
Sintió como un duro golpe en el pecho originando que por sus extremidades ascendiera rápidamente un atosigante calor.
—¿Me están pidiendo que lo deje? —espetó casi que indignada— ustedes saben que él y yo somos novios, que nos queremos y pensamos en un futuro, no lo voy a dejar en estos momentos en que más me necesita.
Sus padres compartieron una mirada cómplice. No lograrían nada sabiendo que su hija era bastante testaruda.
—Solo queremos protegerte, Youjin.
—Él no hizo nada.
—Tu madre y yo solo queremos que entiendas toda la angustia que hemos pasado, Youjin —la voz de su padre endureció— te has puesto en peligro solo por ir a buscar a ese chico, entendemos que estés enamorada, pero no para poner en riesgo tu vida.
—Repito —dijo entre dientes, conteniendo las lágrimas— JungKook no es culpable de lo que hizo mi sasaeng, él también sufrió y desconocía por completo que JungHee era su hermano.
—No estamos culpando a JungKook, entendemos su situación, pero nosotros estamos preocupados por ti —los ojos de Heeji se mostraron cristalinos, suplicantes— eres nuestra hija, Youjin. Sabes lo que hemos tenido que pasar cuando ese malnacido te hizo daño, cuando te encontraron en aquella habitación de hotel inconsciente y no sabíamos que te hizo —ver a su madre tan alterada hizo latir de pena su corazón— solo te pedimos que entres en razón, que sigas tu vida, que entiendas que casi mueres y no puedes orillar todo al cuidado de alguien en particular.
—Y ustedes pueden entender que soy una mujer adulta que puede decidir por si sola —murmuró, intentando hablar correctamente— me enfrente a mi peor pesadilla, llevó años en las sombras sufriendo, ataques de pánico, ansiedad excesiva, horas de no dormir ni comer adecuadamente por el simple hecho de tener que estar constantemente alerta a todo mi alrededor. JungKook apareció y me enseñó a defenderme, a ser más fuerte, y si hice lo que hice fue para enfrentar aquello, no es lo que nos dicen a oppa y a mí, enfrentarnos a los obstáculos de la vida.
—¡Pero no así, Youjin! —vociferó su padre— ese chico casi te mata.
—No lo hizo y no lo volverá hacer, porque estará recluido en una cárcel o en el peor de los casos en un psiquiátrico.
Ambos mayores no estaban del todo de acuerdo, ni convencidos. Para ellos fueron horas de incertidumbre y entera desolación al no saber sobre su hija.
Youjin suspiró, se acercó a ambos adultos y los abrazó fuerte. Les debía todo a sus padres, pero también debían entender que ella era lo suficientemente adulta como para escoger sus propias decisiones así como le haría frente a la consecuencias de las mismas. Se despidió sabiendo que ellos estaban en desacuerdo y cuando su teléfono recibió un mensaje, salió de su casa dirigiéndose al auto que la esperaba en la entrada de su edificio. Ocupó el asiento del copiloto colocándose el cinturón de seguridad soltando un largo suspiró de alivio.
—¿Todo bien? —inquirió Yoongi, observándola de reojo mientras conducía.
—Sí, solo —negó, despreocupada— mis padres.
Yoongi fue quien soltó una exhalación cavilando al decir cuidadosamente.
—Creo que tienen razón, Youjin.
Ella rodó los ojos, conteniéndose en decirle algún insulto. Harta.
—También vas a echarle la culpa a JungKook.
—No, él también fue víctima de las circunstancias —dijo dejando a la cantante sorprendida— tampoco soy padre, pero tengo una pequeña noción de lo que sienten, no fue fácil para ellos saber en el peligro en que te expusiste, ¿y si algo salía mal? ¿y si en tu accionar JungKook salía más herido? —ella no había pensado de esa forma— ninguno sabía que tan trastornado estaba este tipo, ni siquiera como para herir a su propio hermano en la forma en que lo hizo —sintió repentinos escalofríos— te pusiste a pensar en cómo JungKook estuvo sabiendo que fuiste a buscarlo, exponiéndote solo para intentar salvarle. No lo conozco, ni sé cómo piensa —se detuvo frente a un semáforo en rojo y aprovechó de mirarle a los ojos— pero... te has puesto a pensar en el dolor que le hubiera causado que su hermano se haya salido con la suya y te hubiera hecho daño, ¿crees que él pudiera habérselo perdonado?
Cómo siempre solo fue impulsiva, dejándose llevar por sus emociones del momento sin pensar. Había confiado en sus instintos, en que algo más grande la hubiera salvado. Y Yoongi tenía razón, tal vez en ese momento tuvo suerte y todo salió bien, pero si JungHee hubiera estado peor, tanto ella como JungKook no hubieran salido ilesos y ahora sería otra historia.
Al llegar a la sala de espera, reparó en Namjoon junto a Chaewon afuera de la habitación de su novio. Se veían preocupados, parecían discutir sobre algo y cuando sus ojos conectaron con los del moreno, ambos hermanos se detuvieron. Chaewon fue quien la recibió con un fuerte y largo abrazo que la reconfortó. Al separarse se sonrieron y Youjin se dio cuenta del tenso ambiente.
—¿Ocurre algo?
Namjoon negó intentando sonreír, Chaewon desvió la mirada, un tanto inquieta y Yoongi tan solo tomó asiento intuyendo sobre la pesada situación.
—Oppa está algo nervioso —musitó Chaewon.
—Habló con nuestro padre hoy en la tarde y al parecer le contó algo que lo puso así.
—¿JungKook, está bien?
—Será mejor que está noche lo dejemos descansar, Youjin —sugirió Namjoon con delicadeza— vete a casa a descansar también. Mañana será otro día y todo será mejor.
Youjin no se fio de aquellas palabras que sonaban a excusas. Observó a la puerta cerrada. Giró mirando a Chaewon abrazándose a si misma y luego a Yoongi con su típica expresión seria y estoica.
—Me quedaré con él —sentenció.
—¡Youjin! —Yoongi la sujetó del brazo deteniéndola— tal vez debas hacerle caso a Namjoon. Ya no es hora de visitas y no te dejarán quedarte con él.
Se soltó mirando a los tres. Se sintió frustrada, como una tonta niña pequeña a la cual no podían decirle la verdad por miedo a su reacción. Tal vez tenían razón, tal vez debía dejarlo en paz, fueron demasiadas emociones en tan solo días y lo que JungKook vivió no se comparaba a nada. Básicamente había descubierto un pasado oculto. Una vez más contempló la puerta y se dirigió a ellos.
—Serán solo minutos, necesito verlo, luego lo dejaré tranquilo.
Después de un eterno suspiró por parte de Namjoon, este asintió dándole permiso, la cubrirían mientras se escabullía a la habitación encontrando a su novio recostado en aquella camilla. Observaba hacia la ventana sin tanto interés, volteó su rostro al sentir la presencia de alguien más, y su garganta ardió por el nudo formándose repentinamente. Ella se acercó divisando los ojos entristecidos de su novio, no era el mismo que había dejado horas atrás.
—Cariño.
—Deberías odiarme, mi propio hermano fue quien te hizo tanto daño, Youjin.
Aquello la hizo detenerse en seco. Negó murmurando.
—Yo no podría odiarte, Kook. Te amo y tú no tuviste culpa de nada —apuró a decir tomando asiento en la camilla a su lado.
—¿Que hubieras hecho si yo sabía sobre esto? ¿sobre que JungHee era tu acosador? ¿lo hubieras perdonado si yo te lo pedía?
Estaba desconcertada ante sus extrañas preguntas.
—Estas diciendo que luego de casi asesinarte, ¿piensas perdonarlo? —él le apartó la mirada. Su pecho subía y bajaba a causa de su agitada respiración conteniendo el llanto— ¿JungKook?
—Él no tuvo las mismas oportunidades que yo —soltó rápidamente— Se supone que soy el mayor, que debía protegerlo del abuso de mis padres —la miró, gesticulando, impotente— mi madre no hizo nada hasta que nos vio mal, hasta que vio que estábamos muriendo —las primeras lágrimas recorrieron sus mejillas haciendo que Youjin también sintiera ganas de llorar— ese tipo que dice llamarse mi padre es el culpable de todo esto, Youjin. Yo debí proteger a JungHee.
Se cubrió el rostro, con la desesperación hincando en todo su cuerpo, recriminándose por algo que nunca fue su responsabilidad. Youjin intentó apartarle las manos, las sujetó propiciándole suaves caricias a los nudillos. Secando un par de lágrimas de sus redondas mejillas.
—No podías hacer nada, eras un niño pequeño, indefenso e inocente.
—Ni siquiera lo recuerdo, Youjin, ¿cómo puede ser? —echó la cabeza hacia atrás— me siento tan decepcionado, mi propia madre me mintió, me ocultó cosas y se fue sin decirme nada. Me siento como el maldito villano.
—No —le cortó— no, no puedes catalogarte así.
—¿Y si yo te hago daño? —eso la sorprendió, dejándola boquiabierta— ¿eso quieres para nuestro futuro? —incluso la manera tan dolida con que la miraba— soy dañino, Youjin. Si no me hubiera interpuesto él no hubiera reaccionado así.
—¿Estás defendiendo todo lo que me hizo?
—No, claro que no —apretó sus labios, soltando sus manos removió su cabello— pero él podía haber recibido ayuda, pudo haber tenido una mejor vida, crecer juntos, tener una sólida relación de hermandad y nos lo arrebataron, Youjin —siseó, preso de la rabia está vez. Sollozando prosiguió— lo siento, lo siento tanto. No quise hacerte daño, jamás querría dañarte, Youjin. No podría vivir pensando que por mi culpa JungHee te hizo tanto daño.
—¡Cállate! ¡cállate! No, cariño —lo abrazó, aferrándole a su cuerpo, acariciando su espalda y besando su frente. Dolía verlo así, escucharlo tan deprimido, le dolió más cuando le dijo mirándola a los ojos.
—Tienes que escapar, debes huir de mí, de mi familia estamos malditos.
Youjin no pudo evitar callarlo besándole en los labios sintiendo el sabor salado de sus lágrimas y el temblor de su cuerpo.
—Sshh~ basta —unió sus frentes, ayudándole a que respire despacio y le susurró con toda la ternura posible— no te hagas esto, cariño. No me iré, no te dejare en estos momentos. Pase lo que pase vamos a estar bien, saldremos adelante juntos, ¿si? —asintió, él imitándole, ambos fundiéndose en un apretado abrazo— confía en mí.
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