𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝟭𝟳
⌜Tienes derecho a ser más feliz⌟
━Ending scene - IU/JungKook.
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La clara suposición luego que dos personas compartieran un beso como Youjin y JungKook lo hicieron, es que las cosas se colocarán incómodas y extrañas entre ambos o dentro del ambiente en que se encontraban. Sin embargo, parecía no haber cambiado mucho cuando se encontraron en la empresa un día después. Era como si aquello jamás hubiera ocurrido acarreando ciertos comportamientos que tanto la cantante como su guardaespaldas parecían compartir. La ignorancia por completo. Aún cuando el recuerdo de sus labios juntos seguía tan nítido en sus mentes.
JungKook chasqueó la lengua, evitando pensar otra vez en ello y seguir dándole vueltas a su enredo mental. No debería haber ninguno, él no podía, no quería, ¿no quería? Suspiró, tecleando en la tablet la plantilla con los horarios de la semana, tendrían que viajar al extranjero, HoSeok lo había mandado a llamar para finalizar detalles de la seguridad, entre otras. Se detuvo frente a la puerta de la oficina a punto de golpear, pero la mención de su nombre y la de Youjin juntos lo hizo quedarse ahí, quieto, escuchando.
—¿Puedes dejar de preocuparte? —ese era HoSeok.
—No puedo, siento que está niña me quitara canas verdes —y supo reconocer a Kira, que parecía nerviosa o molesta por algo.
—Sabes que Youjin es muy enamoradiza, este chico será igual que con los demás.
¿De qué estaban hablando?
—Esto es diferente, HoSeok —refutó, con firmeza.
—Exageras, a Youjin le atrae su guardaespaldas porque la contiene, nada más. Y no te miento, hasta yo lo he mirado de más. Es bastante atractivo —no sabía cómo reaccionar ante lo dicho o lo anterior— no te preocupes, Kira, cuando aparezca otro bonito espécimen masculino que le guste a nuestra Cherry, Jeon JungKook pasará a ser solo un gusto.
Así que solo era un simple gusto, un crush, un amor platónico que pasaría a la historia cuando otro mejor que él apareciera en la vida de la bonita pelirroja, pecosa. Ja, claramente debió verlo venir, otra vez. JungKook no quiso admitirlo, pero aquello incentivó un poquito más sus inseguridades trayéndole el desagradables recuerdo de la infidelidad de su ex. Volviendo a cuestionarse por quien sabe cuánto, si alguna vez sería amado de vuelta con sinceridad y no a pedazos, migajas.
Las puertas de la camioneta donde Cherry se trasladaba se cerró, desde que habían salido temprano de la empresa hacia la próxima actividad, el ambiente se había tornado extraño por la actitud huraña del guardaespaldas. Kira supuso que solo era por la carga de horarios que lamentablemente le habían dado, casi como siendo la sombra de la Idol. En cambio, Youjin, ella sabía que se debían una conversación luego de ese beso, podía apostar a que todo su mal humor se trataba de eso. Y no dudó en encerrarlo en la camioneta cuando vio su oportunidad.
—Abre la puerta, Youjin.
—No, hasta que hablemos.
JungKook suspiró, frustrado, nervioso, queriendo salir de allí para evitar cierto tema. Sin embargo, Youjin colocó su mano sobre el botón que abría todas las puertas. A él no le quedó más que dejarse caer en el asiento con la fija mirada de la pelirroja sobre su persona.
—¿Por qué estás así? —no sabía si el tono dulce de su pregunta o la forma descarada de su ignorancia lo molestaban, o tal vez eran ambas. Tan solo se cruzó de brazos, esperando a que ella se cansará de su silencio y lo dejara salir.
En algún punto debían salir para no levantar sospechas de los demás o curiosidad.
—JungKook, te estoy hablando, es de mala educación ignorar a tus mayores.
Youjin mentiría si dijera que la intensa mirada asesina de su guardaespaldas no le causó escalofríos, unos que le dieron miedo de seguir hablando. Tragó, envalentonada por decir lo siguiente y que sea lo que deba ser.
—Lo siento, por haberte besado.
Ninguno supo que decir.
En realidad sí sabían.
Les daba miedo escuchar una respuesta a cambio que no les gustase.
—Bien, abre la puerta.
—¿Solo eso dirás? —indignada.
—¿Qué mas esperas de mí?
—Que al menos digas algo mas —no salía de su asombro, no lo comprendía— un insulto, un reproche, al menos un: "estás loca por hacerlo".
—¿Realmente te arrepientes? —preguntó, sin saber realmente qué quería escuchar.
—No.
JungKook rió en un resoplido al verla despatarrada en el asiento de brazos cruzados, con sus labios pintados de un rojo llamativo que hacían ver a sus labios voluminosos y sensuales.
—¿Por qué lo hiciste?
—No es obvio —rodó los ojos, viendo seriedad en el contrario— porque me gustas, JungKook, una persona besa a otra porque le gusta.
Ahora él era el sorprendido.
—¿Por qué? —añadió, disgustado, viendo la confusión en ella— ¿Por qué te gustó? No debería gustarte.
«Debe ser una maldita broma».
Youjin quiso reír. No, quería carcajearse hasta dolerle el estómago.
—Es necesario enumerarte la larga lista del porqué llamas la atención —prosiguió, más tranquila— Para mí eres un gran apoyo, desde que llegaste me has ayudado a entenderme, no me dejaste sola e intentas que aprenda a defenderme, a quererme y seguir mi convicciones y sueños. Y por si no te diste cuenta, no eres nada feo y si te escogieron fue por tu visual, no solamente para ser un guardaespaldas.
No podía creer ninguna de aquellas palabras.
—No te gusto —negó, incrédulo, aún— es solo admiración y atracción.
—Sabia que dirías eso —refunfuñó, está vez frustrada y con ganas de llorar— eres tan idiota que no te das cuenta de nada, prefieres negarlo a verlo. Me gustas como hombre, estoy muy segura y sí, siento admiración y atracción, pero no es una simple atracción y ya —hizo un pequeño escaneo al chico colocándole nervioso— te veo más allá de lo físico, JungKook, de una simple atracción y admiración, esto es mucho más que todo eso.
La puerta se deslizó a un lado, Youjin descendió caminando rápidamente dónde Kira se encontraba esperándola, dejándole a JungKook con un extraño sabor en la boca del estómago y con la palabra en la punta de lengua.
La del humor huraño era ella. No tenía suficientes fuerzas para mantener una sonrisa como si todo estuviera bien ya que hace poco menos de unas horas le había confesado sus sentimientos a su guardaespaldas y este no hizo más que ignorarla, más que desconocerla y no responderle ni siquiera un si o no. Así que procuró realizar sus actividades, fingiendo, actuando delante de los demás. Incluso cuando se encontró por los pasillos de la agencia a Yoongi.
—¿Podemos hablar?
—Claro.
Se dirigieron al estudio del productor donde podrían hablar con más tranquilidad y sin interrupciones. Allí, Youjin esperó a que todo volviera a la normalidad y que solo se tratara de trabajo.
—Primero que todo, quiero pedirte disculpas por el beso que te robe —nervios— no voy a decir que no fue mi intención o la tonta excusa del alcohol, si quise besarte, Youjin —ella lo sabía y aún así quería negarlo— desde hace rato estoy intentando acercarme a ti.
—Y no se te ocurrió mejor manera que besarme en la fiesta de mi cumpleaños frente a mucha gente, amigos y familia.
Sonó a sarcasmo puro y eso a Yoongi no le gustó ni un apice.
—¿Es eso lo que te molesta o que tú guardaespaldas lo haya visto?
—¿De qué hablas?
—No soy idiota, Youjin, vi cuando corriste a sus brazos.
—Nos espiaste.
—No, lo que intento decir es —no quería hacerlo más grande, no molestarse con ella o decir cosas de las que luego se arrepentiría— cada que estás metida en problemas, necesitas algo lo buscas a él, a quien conoces de hace ¿qué? Uno o dos meses.
—Serán tres la próxima semana.
—Da igual cuánto tiempo, lo que quiero decir es —suspiró, calmándose— ¿tan rápido te enamoraste de un desconocido?
Shock.
¿De qué estaba hablando? «sabes bien de qué»
—No es desconocido para mí.
—Incluso logró conocer a tu familia cuando yo, siendo amigo de tu hermano desde la secundaria tarde años, ¿no se te hace extraño todo esto? —Youjin frunció el ceño, confundida— de repente aparece un tipo de la nada que apenas conocemos por una recomendación de otra recomendación, con dotes de superhéroe que a todos encanta con su amabilidad y tonta sonrisa.
—A dónde quieres llegar.
No le estaba gustando para donde se estaba dirigiendo el hilo.
—¿Y si él es el sasaeng? —silencio, uno que podía cortarse con tan solo un suspiro— No quiero que te ilusiones con alguien imposible, Youjin, de todos modos no puedes estar con él porque hay un contrato de por medio que prohíbe todo tipo de relación fuera de lo laboral.
Su pecho comenzó a doler, sus ojos arder. Otra vez los demás queriendo invalidar su sentir, negándola, queriendo protegerla de algo invisible, convirtiéndola en alguien débil y necesitada.
—Exacto, por lo tanto tampoco podría estar contigo porque el contrato tampoco lo permitiría —touche— y si tienes dudas sobre JungKook, tú mismo puedes preguntarle a Jin sobre la investigación que hizo con appa aparte, mi familia confía en él porque está limpio y ha sido el único que me acompañó en mis peores momentos, y eso que he tenido demasiados en estos años —dijo, irónica— la diferencia es que no se quedó de brazos cruzados y me ayudó.
—Youjin.
—Debo irme, tengo mucho que hacer, hablamos luego.
Los golpes al costal resonaban dentro del recinto, se podía notar el desquite en cada uno, en la forma ruidosa en que siseaba, siendo el único en el salón, ya que los demás habían partido a sus casas. El dueño lo había estado observando desde que había llegado. Apartado y con un aura de cargada molestia. Se acercó, observando la técnica y agilidad del chico para moverse alrededor y golpear, sin duda, si su objetivo fuera replantearse un futuro deportivo, el boxeo le sentaría demasiado bien.
El último golpe lo hizo jadear, caminó en pequeños círculos llevando sus manos cubiertas por los guantes a su cabeza. En modo frustración, en modo confusión, en modo no saber qué hacer. Tomó asiento en una banca alargada, su bolso reposando allí de dónde sacó una botella con agua fresca, bebió más de la mitad del contenido saciando su sed, se quitó los guantes quedando solamente con las vendas de color negro tomando la toalla para secar el sudor de su rostro y cuello, estaba empapado.
—¿Todo bien?
—Si —respondió, aún agitado.
—Algo te sucede.
—Nada —el hombre sabía que mentía, pero no lo presionaría— estoy contrariado.
—¿Una mujer? —asintió— ¿no te corresponde?
—¡Esa es la peor parte! —respondió con un poco más de ímpetu— que si lo hace, incluso me confesó sentirse más que atraída hacia mí y —lo recordó muy nítido— hubo... un beso.
—¿Entonces por qué el dilema?
Quiso rodar los ojos.
—El dilema es que apenas hace unos meses me separé de quién sería mi esposa, apenas estoy asimilando que tuve que dejar toda mi vida en Busan para venir a Seúl a iniciar de cero —hizo una pausa, sobrepensando— a Youjin la conozco menos que eso y dice sentirse no solamente atraída sino que sentir algo mucho más fuerte.
Tommy sonriendo de lado, tomó asiento al lado del chico.
—Déjame preguntarte algo, ¿aún sigues sintiendo algo por tu ex? —añadió— Se sincero.
—No, no siento más que decepción.
Y estaba más que seguro.
—¿Entonces cuál es el problema? estás libre, no tienes ataduras ni engañarás a nadie, dices no tener sentimientos por tu ex, porqué no darte la oportunidad de volver amar —ojala fuera tan fácil— dime, ¿sientes algo por esta chica?
Eso lo sorprendió en demasía, colocándolo nervioso. Mucho.
—¿Qué? no sé, yo... Youjin, ella es...
—Si no sientes nada, será mejor que le hables con la verdad, es mejor herirle la ilusión ahora a dejar que se haga falsas esperanzas. Si es reciente, tal vez pueda olvidarse de ti y de eso que siente... pero tienes que ser sincero y decirle que aún no estás preparado.
Tragó saliva duramente, con otro dilema más en su interior. La de saber que sentía por aquella pelirroja pecosa a la que protegía, con la cual había tenido momentos únicos, compartiendo incluso lo íntimo de sus familias. Sus miedos e inseguridades, sonrisas, entrenamientos, gustos similares o el dormir bajo el mismo techo.
¿Qué sentía JungKook por Youjin?
Estaba sorprendida, algo ansiosa cuando recibió un mensaje de su guardaespaldas pidiéndole permiso para ir a su casa, pues debía entregarle algo y debía hacerlo personalmente. Sin embargo, el mal presentimiento revoloteando su estómago no se iba, lo menos que quería era ser negativa, no esperaba una confesión de amor, porque estaba segura que JungKook aún debía sanar muchas cosas de su anterior relación, por lo que simplemente esperaría para arreglar las cosas con él y seguir como si nada.
—Deja de moverte, cielo.
Miró a su madre. Heeji intuía lo que pasaba entre esos dos, lo hizo desde el viaje a la granja de la familia de su esposo. Desde que vio a Youjin tan nerviosa y ciclotímica por la visita de su guardaespaldas y a este, demasiado preocupado por su hija ante sus ataques de ansiedad.
El timbre sonó, colocando a Youjin nerviosa y a su madre riendo disponiéndose a atender. Sonrió, encontrando al chico con una caja de color blanca en sus manos, lo hizo pasar, dejando sus zapatillas y mochila en el recibidor. Ingresó al interior cruzando algunas palabras con la mujer, tranquilo por fuera y nervioso por dentro. Al llegar al living, sus ojos recayeron en la pelirroja acurrucada en uno de los sillones. Su corazón retumbando dentro de su pecho.
—¿Quieres algo de beber, JungKook?
—Ahm, no, gracias, ajhumma.
—Los dejó entonces, cualquier cosa estaré en mi habitación.
—Toma, esto te lo envían Nam y Chae.
Extendió la caja hacia ella, la tomó pasando a la mesa del comedor para poder revisar mejor.
—Es tu regalo de cumpleaños y una disculpa por no poder asistir a tu fiesta.
—Oww, son muy tiernos —arrugó la nariz, encontrando un cuaderno colorido bastante pesado y gordo— Chaewon-ie me dijo que no podría por sus clases y Nam me saludó ese mismo día y hablamos un poco.
Aleteó la pestañas queriendo ahuyentar las lágrimas. Observando el trabajo manual y meticuloso, un estilo de scrapbook con recortes, fotos, dibujos y stickers de Bloom Cherry, su historia, frases y algunas letras de sus más icónicas canciones. Era lo más bonito que habían hecho por ella.
—Nam también hizo lo suyo —comentó JungKook, riendo y mostrándole algunos recortes— pero Chae fue la cabecilla.
—Gracias —susurró, débil, conteniendo las lágrimas. Volvió a observar las páginas, sabiendo que él la estaba mirando. Guardó el regalo dentro de la caja poniendo toda su atención en su guardaespaldas.
¿Por qué se les hacía difícil cuando antes hablar era muy fácil para ambos?
—Seré sincero, yo... es que... Youjin, yo no sé
Ella sabía que decir para que todo volviera a la normalidad.
—Esta bien —lo interrumpió, colocando su mano en el brazo del otro y al darse cuenta lo quitó rápidamente dejándole a él una extraña sensación— entiendo sino sientes algo por mí. No debes corresponderme, yo no debí besarte ni debí confesarme —no era lo que esperaba— el alcohol fue el culpable, además, se suponía que no sabrías sobre mis sentimientos.
—¿Y aún así pretendías que siga compartiendo contigo? —suspiró, decidido— Youjin, no quiero lastimarte, sabes lo de Sakura, te conté porque sentí que podía confiar en ti, en la amistad que dices surgió. Yo aún no estoy listo para algo con alguien más, no me siento cómodo sabiendo que podría hacerte daño.
—Ya te dije que está bien, no tienes que explicar nada, lo entiendo —sonrió, queriendo simplificar— escucha, será incómodo los primeros tiempos, pero verás que de a poco todo se irá olvidando, ¿si?
No se sentía satisfecho. No lo sentía real.
—¿Qué pasara con lo que sientes?
—Nada —viendo que él le refutaría, agrega rápidamente— no quiero perderte, y no lo digo por lo que siento —en realidad si— sino porque a tu lado me siento segura, gracias a ti ya no suelo tener ataques de pánico ni crisis, prefiero sacrificar lo que siento a perderte, te lo repito, no debes corresponderme, ni debes sentirte culpable por algo que no es tuyo, solo... no te alejes por favor.
Aun hubiera obstáculos, jamás se alejaría de ella.
—Tranquila, no me iré —sonrió, desvaneciendo a una mueca melancólica— lo siento, Youjin. Lamento no ser esa persona.
-Aj, no digas tonterías, por si no sabías tengo muchos pretendientes, tal vez el amor de mi vida este entre ellos —fingió una sonrisa despreocupada.
—Lo digo en serio, te mereces a alguien que te ame tanto como mereces.
Aún cuando querían intentar dejar las cosas claras, ambos comprendían que nada estaría del todo bien, no cuando sus miradas intensas y expresiones de anhelo mostraban sentimientos de tristeza y arrepentimiento.
El JK en corto: "Chale, ya la cague, ¿verdad?"
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