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𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝟭𝟱

⌜solo deja que el dolor te recuerde
que los corazones pueden curarse⌟
I hate to see your heart break - Paramore.
•••

Resopló, inmersa en cientos de pensamientos desordenados mientras navegaba por las redes sociales. Aquel viaje a Busan había sido revelador dejándole cierto trago amargo ante lo que JungKook y su familia le habían contado. Sobre todo al haber conocido a cierta persona que ponía en duda sus sentimientos, o mejor dicho, su oportunidad de ser correspondida. Jamás se había comparado con otras mujeres, tenía sus inseguridades como todos, pero en este caso no pudo evitarlo cuando conoció a la ex de su guardaespaldas.

°°°
La emoción de Chaewon al regresar de sus clases lograron que Youjin se quedará un rato más compartiendo con la familia, por lo que antes de marcharse salieron juntas a comprar algunas cosas, quería tener un momento a solas con la chica antes de volverse a Seúl, sabiendo que tendría una fuerte reprimenda de sus superiores por no cumplir con los horarios estipulados en su agenda y luego, el reproche de su manager y asistente por ser una irresponsable. Solo esperaba que Kira no revelara su verdadera ubicación.

Chaewon se detuvo a unos metros en la vereda al salir de la tienda de conveniencia, Youjin la vio rodar los ojos cambiando su dulce expresión a una de total desagrado. Sus ojos se dirigieron hacia lo que la menor veía, la persona en cuestión que se acercaba era una mujer de elegante porte, sonriente, haciendo una floritura con la mano, saludando. Su estómago sintió un tirón repentino que la hizo sentir extraña, como un mal presentimiento, sobre todo porque el rostro de aquella mujer que se le hizo muy conocido.

—¿Quién es ella? —le susurró Youjin, disimuladamente, a lo que Chaewon, ni corta ni perezosa y con toda la intención de que la otra la escuchase dijo en un tono sarcástico.

—La sanguijuela, pero no de las que chupa la sangre, está es de las que chupan otra cosa.

—Siempre tan delicada, Chaewon-ie. —hasta su voz era tan encantadora como el costoso bolso Channel que colgaba de su brazo.

—Eres tan brillante como un agujero negro y el doble de denso, querida Sakura unnie.

Está suspiró con cansancio, desinteresada por la perorata de la menor y curiosa por la misteriosa chica a su lado que iba cubierta con lentes y gorro imposibilitándole verle el rostro.

—¿Cómo está JungKook? —preguntó con una voz dulce.

—¿Para que quieres saber después de lo que le hiciste? Bien, muy bien, mejor de lo que tú podrías estar.

Youjin supo al instante de quién se trataba, por lo que pudo entender el comportamiento de la menor.

—Un gusto, Miyawaki Sakura.

Miró la mano extendida de la mujer, tan fina y delicada como sus uñas de barniz rojo. Alargó la suya correspondiéndole rápidamente el saludo, sintiéndose incómoda y extraña al estar frente a la ex prometida de su crush.

—Lee YouJung —se presentó con su falso nombre.

—Unnie tenga cuidado —murmuró Chae, de brazos cruzados y alejándose un poco de la otra— no se le vaya a pegar lo cutre rústico tocando a este espécimen de alguien.

Sakura simplemente se rió. A Chaewon le decepcionó tanto que también se sintió traicionada cuando supo de la infidelidad, tanto ella como su familia le habían abierto amablemente las puertas de su casa aún cuando la mujer era de un estrato social más alto y ciertas actitudes no parecían encajar con ellos.

—Perdón por eso, unnie, no es una persona grata para nosotros —lo dijo con desilusión, caminando de regreso. 

—Lo sé, JungKook me contó.

La menor se detuvo, sorprendida porque su primo le haya contado a alguien más fuera de la familia ese triste acontecimiento.

—Estábamos contentos que iban a casarse, se conocían desde la secundaria, cuando se graduaron se hicieron novios, ella estuvo cuando ocurrió lo de mi tía Hanna, fue un gran apoyo para él, aunque siempre lo haya presionado para que trabaje en la empresa de su padre —la nueva información la tenía demasiado inquieta— sabíamos que tarde o temprano algo iba hacer y ya vez, lo engaño y se fue con otro idiota que no le duró ni dos meses —resopló— te apuesto a que quiere volver con él.

Y eso a Youjin no le gustó.
°°°

Ni siquiera le gustaba sentirse así de atraída hacia su guardaespaldas, o saber que aquellas mariposas aleteando en su estómago eran a causa de él. Le aterraban. O lo peor, que últimamente fuera musa de inspiración. Suspiro, admirando la letra de una nueva canción en la aplicación de notas de su celular. Si, se había sentido tan llena de ideas que escribió la letra a la cual quería darle un determinado ritmo, por eso esperaría a Yoongi para que la ayudase. Quería que aquel sencillo tomara forma para poder sacarlo a la luz o al menos, para que el mensaje llegue a su verdadero destino.

La puerta del estudio se abrió dejando entrar al productor con un caminar lento y pesaroso. Observó a la cantante sentada en el sillón como siempre, con sus pies arriba sosteniendo el celular en sus manos, dedicándole una sonrisa suave que él no correspondió porque no estaba de humor. Tenía sus porque. Se sentó frente a la enorme computadora, encendió la pantalla esperando a que Cherry ocupara su puesto dentro del estudio.

—¿Estas bien Yoon?

—Si.

—No parece —susurró, recibiendo del hombre un suspiró cansino. Sin mirarle le tendió unos auriculares.

—Ese es el ritmo que compusimos para la letra que enviaste, si te gusta lo grabaremos ahora.

Youjin se colocó los audífonos empezando a escuchar el lento y tranquilo ritmo, leyendo la letra en mente, intentando aprendérsela. Le gustaba mucho que Yoongi sepa lo que ella quería, lo que le gusta a la hora de armar música. Era muy innovador y original, siempre la deslumbraba con nuevas ideas y gran parte de su éxito se lo debía a él, por guiarla cuando se sentía perdida al escribir o al no tener definido su ritmo.

—Me encanta, hagámoslo —se levantó, con entusiasmo, queriendo comenzar a grabar.

—¿Ya no habrá más distracciones ni escapadas furtivas?

—¿Qué? —su pregunta la había sorprendido. Se sintió acorralada por la intensa y fría mirada del productor. Este suspiró, entrecerrando los ojos al colocar atención a la pantalla Apple cliqueando un par de cosas.

—Deberías considerar tu prioridades, Youjin. No puedes dejar tu trabajo por tonterías, has ganado demasiado para que lo pierdas todo en un segundo.

No entendía de qué iba su reclamo y tampoco ahondaría en ello porque sabía cuáles eran sus responsabilidades, así que no necesitaba que alguien viniera a recordárselo de una extraña y mala manera. Asintió dejando el tema zanjado y entró al pequeño cuarto, harían varias tomas para ir viendo los altos y bajos, los coros y obtener un demo antes de grabar la canción final.

Sabía que Yoongi se preocupaba por ella, aunque no demostrara emociones casi nunca, lo hacía a su manera y Youjin estaba agradecida con él por siempre apoyarla y estar a su lado, pero como siempre, sentía que todos le reprochaban sus acciones, como si fuera una niña inmadura a la cual debían cuidar. A la que debían guiar de la mano porque sola no podría. Eso la frustraba, que no confiaran en sus decisiones, así fueran buenas o malas. Al fin y al cabo, era humana y podía equivocarse —como se lo había dicho JungKook— era adulta, no le debía nada a nadie más que intentar dar lo mejor de si misma en el trabajo.

Pero por fuera, en su vida personal. Ella era la única que podía decidir. Y si eso la conducía en el peor de los lugares, debía salir por propia voluntad, aprendiendo y no dejando que los demás se lo solucionaran como los últimos tiempos parecían hacer. Ya que Bloom Cherry debía mantener una cierta imagen, sus acciones afuera decían mucho, y a veces se cuestionaba si eso la llevaría a ser feliz. A ser ella y a no perder su esencia.

—¿Youjin?

—¿Qué?

Giró su rostro, observando a JungKook arriba de la cinta. Había llegado el horario de su entrenamiento por la tarde noche. Se había pasado casi todo el día en el estudio grabando esa bendita canción que la hizo llorar un par de veces. Sus emociones a flor de piel, sin importarle que su productor sea participe, pues él ya estaba más que acostumbrado a eso. La había visto sensible con muchas otras canciones anteriores.

—Sube a la máquina, haremos quince minutos de trote, luego calentamiento y te enseñaré unos nuevos movimientos.

—Esta bien.

Subió, comenzando a caminar, aumentando la velocidad gradualmente hasta llegar a igualar a su compañero a su lado. JungKook se dio cuenta desde el minuto uno en que llegaron al gimnasio de sus ojos hinchados y su actitud apagada, más no quiso preguntarle que le ocurría porque prefería que descargará todo en el entrenamiento. Tenía pensado hacer un simulacro con lo que le había enseñado y le enseñaría. A pesar de todo, parecía concentrada en cada movimiento que él le mostraba, en como posicionarse y en como actuar, de manera que supuso sería fácil.

Era ágil, aprendía rápido y no costaba trabajo que Youjin acatara órdenes aunque pareciera que sus pulmones se le saldrían por el esfuerzo o que sus mejillas estuvieran casi del mismo color que su cabello atado en una trenza. Ella quería más. Quería acabar tan exhausta que no tuviera oportunidad de pensar o siquiera sentir.

—Solo probaremos.

—Hagámoslo —expresó, jadeando leve al beber un poco de agua.

—Ponte en posición —fueron hasta el centro de la sala, Youjin dándole la espalda, escuchándolo— estaré detrás de ti, avanzare inmovilizándote, tú solo intenta zafarte como te enseñe.

JungKook tomó una bocanada de aire y avanzó, colocando un brazo alrededor del cuello de la pelirroja, está con el codo simuló golpear su vientre y lo apartó tan solo centímetros, giró, teniéndolo cara a cara y él volvió avanzar, está vez con Youjin golpeando con los puños sobre el fuerte pecho masculino.

—Tu puedes —susurró, jadeante. Está vez inmovilizándola por completo al tener ambos brazos rodeándole por completo— concéntrate —espetó al percatarse que ella comenzaba a respirar agitada, removiéndose inquieta— tú puedes, respira hondo y hazlo, golpea.

Pero no, Youjin ya no estaba concentrada en los movimientos, ni en una respuesta o golpe que pudiera salvarle la vida porque su cuerpo automáticamente recordó hace unos meses atrás que aquel sasaeng tuvo la oportunidad y el atrevimiento de acosarla abrazándola de sorpresa luego de uno de sus conciertos. Ya no tenía control de su mente tampoco, aquella laguna mental dónde sus recuerdos inmersos en una oscuridad salían solo le recordaban sus súplicas desesperadas por piedad y ayuda.
JungKook no era parte de su realidad, sino que toda ella entró en un estado de pánico inminente, dándole lugar a que su cuerpo tiemble, rígida en cada músculo, hiperventilando y llorando. Recordando lo inútil que era por no poder protegerse a si misma ni poder realizar un estúpido movimiento de defensa y terminar en brazos de su guardaespaldas de quién parecía estar irrevocablemente enamorada. Harta. Se sentía harta de tener que depender de alguien más y aún así no quería dejar de sentir lo que en ese momento sentía.

Alivio. Tranquilidad, eso era lo que percibía al estar acurrucada entre los brazos de JungKook, como cual bebé, siendo acariciada, recibiendo palabras de aliento de una persona que parecía mantener la calma cuando ella era un terrible meollo de emociones desbordadas. Él parecía ser su salvación y también su destrucción.

—Tranquila, estás a salvo —susurró, secando las lágrimas en el rostro pecoso— todo está bien, respira, yo estoy aquí contigo.

Youjin asintió, volviendo a la realidad, intentando reincorporarse por si sola, pero con un poco de ayuda, encontrándose entre las piernas masculinas. Que bien se sentía su espalda ser frotada suavemente por esas manos, la calidez, la delicadeza. JungKook se levantó al ver que ella misma se sostendría por si sola, trotó hacia un rincón obteniendo una botella de agua fría y una toalla, volvió sentándome a su lado, teniéndole de frente, la observó beber despacio y colocó la tela alrededor de su cuello atreviéndose a secarle la humedad de su rostro.

—Me preocupaste —negó, despacio— debí prever que no estabas en condiciones de entrenar, estaba muy seguro de lo cansada que estabas.

—Estoy bien —sonrió a duras penas— solo tuve un pequeño momento de debilidad —tragó, sintiendo el nudo en la garganta— por cobarde que soy.

—¡Deja de decir eso, Youjin! —la sorprendió su molestia— ya me estoy cansado de escucharte decir que eres una cobarde o que no eres fuerte, ¿acaso no ves toda la fuerza que tienes? Has tenido constantes ataques de pánico y aún así te levantas y sonríes continuando el show. He visto como intentas complacer a otros y como apoyas cuando el otro lo necesita —su voz sonaba muy segura y su mirada fija la intimidaba un poquito— te he visto presentarte ante cientos de personas luego de haber dormido dos horas, de ensayar, y grabar, de no comer adecuadamente y aún así lo haces como si nada malo estuviera pasando.

—Solo finjo.

—No lo haces —suspiró, hablando más bajo— he visto la forma en que disfrutas genuinamente cuando interactúas con tus fans, como sonríes por los regalos que te dan y lo mucho que amas cantar, tus ojos y rostro se iluminan cada que Bloom Cherry hace lo suyo y lo satisfecha que Kim Youjin se siente cuando bromea con su equipo y regresa a casa después de un día productivo —se sostuvieron la mirada. Ella nerviosa, él admirando— una persona cobarde no haría ni tres cuartos de lo que tú haces, un cobarde solo se tiraría en un rincón a lamentarse de su estúpida vida, pero tú —quiso desmayarse cuando sintió la mano de su guardaespaldas acariciar su mejilla— tú pareces decidida a salvar al mundo entero.

Si seguía con esa cercanía no podría contenerse, haría la estupidez de avanzar y besarlo como lo hizo en Busan, pero en esta ocasión, no sería un besito tonto, no. Youjin tenía ganas de besarlo, de probar sus labios y saborearlos, tenía demasiada ganas de...

—Hielo —gimió.

—¿Qué?

—N-necesito hielo —gimoteó, con su respiración agitada, alejándose un poco del toque masculino— por favor.

Él carraspeó— Claro, déjame ver qué hay.

Se alejó, en busca de hielo o algo parecido en las heladeras dónde se encontraban las bebidas. Revisó, encontrando una pequeña bolsa con algunos cubos dentro, regresó viendo a Youjin nerviosa revisando el interior de su bolso.

—Aquí tienes.

—Gracias —ni siquiera lo miró— iré al baño y regreso.

Caminó a pasos rápidos, metiéndose al baño de mujeres rodeada de silencio, su respiración se había vuelto errática y sus ojos escocían por las lágrimas acumulándose de nuevo. Abrió el grifo tapando la rendija del lavamanos cargando de agua hasta el tope, dejó caer los cubos de hielo en el líquido salpicando un poco afuera, colocó ambas manos temblorosas sobre el mármol y tomando un fuerte respiró cerrando fuertemente los ojos sumergió su rostro en aquella agua fría.

La sensación de entumecimiento causó rápidamente que su taquicardia comenzará a bajar, la quietud del espacio ayudaba también, como si estuviera en su propia burbuja de seguridad. Dónde nadie iba poder hacerle daño y sabía que a la larga le calmaría. Un plus. El agua ayudaría a la elasticidad y suavidad de su piel. Dos en uno, un tratamiento, ya que hace un tiempo dejo de ir a las sesiones con su dermatólogo y necesitaba un retoque.

—¿Youjin? —ingresó al baño de damas cuando ella no le contestó a los llamados, encontrándola con la cabeza casi dentro del agua creyendo ahogarse— ¡Youjin! ¿qué mierda intentas hacer? ¿ah?

La sostuvo fuertemente del cuello, obligándola a mirarle mientras la escuchaba toser y reírse. Estaba descolocado y muy preocupado.

—Tranquilo, solo es un tip que suelo usar para los ataques de pánico y la piel.

—¿Qué? —su rostro era todo un poema— ¿de qué diablos estás hablando?

—El agua fría o helada ayuda a la circulación de la piel —explicó, secando el exceso con la toalla— ayuda a que tus poros se cierren y a mantener la suavidad.

—Estas loca.

—Un poco —rio, viéndole apoyarse del mármol del lavamanos, suspirando aliviado.

Era el momento para hacérselo saber.

—Necesito mostrarte algo —dijo, captando su atención. Youjin entrelazó sus manos sacándolo del baño y llevándolo hasta donde sus bolsos se encontraban— siéntate.

—¿Qué quieres mostrarme? ¿estás bien?

—Tu siéntate y verás —buscó su celular y unos auriculares dentro de su bolso, al encontrarlos preparó todo y se sentó en el suelo de goma frente a él que lo había hecho en un banco alargado— compuse una canción —comentó, y con un poco de timidez agregó— ahm, me inspire un poco en tu historia, ya sabes, sobre tu… Voldemort.

—¿Hiciste una canción insultando a mi ex?

—¿Cómo lo supiste? —fingió una exagerada sorpresa que hizo reír a JungKook— pero prometo que no es tan duro como cuando marco sus horribles defectos —le gustaba oírlo reír. Le tendió uno de los auriculares inalámbricos mientras ella se colocaba el otro— solo quédate ahí y disfruta, luego me comentas que te pareció.

Youjin le dio play a la canción con la que tanto había trabajado ese día dejándole escuchar los primeros acordes a JungKook, también dejándole leer el nombre:

“I hate to see your heart break”
(Odio ver tu corazón romperse)

La voz de Youjin sonaba bonita, dulce y melancólica. También se podía notar la pasión dentro de ella, o tal vez, esta canción en particular era de esas que se entonaban desde lo profundo del corazón, una letra hecha con sentimiento y desde el recuerdo amargo o el dolor de la angustia pasando por la comprensión y empatía ante una situación claramente que nos hizo trizas. JungKook sintió algo bonito que no supo descifrar los primeros minutos escuchando atentamente cada estrofa, pero que se sintió como un gran apoyo. Cómo recordándole que puede haber alegría y sanación luego de una ruptura amorosa, que no estaría solo porque estarían para apoyarlo, o en este caso, ella lo haría.

Su índice acarició el arco de su palma, distraído en sus recuerdos, en aquellos abrumadores que quería dejar ir porque ya no le servían de nada. Intentando espantar el ardor que sus ojos habían arribado sin permiso, no queriendo demostrarse débil ante una Youjin, expectante y sonriente de pie frente a él.

—¿Qué te pareció? No estuvo tan mal, ¿eh?

Su sonrisa desapareció en el mismo instante en que los brazos de JungKook la rodearon con suma suavidad cuando se colocó de pie, aplicando la fuerza necesaria para agradecerle el alivio que su gesto le había causado. En un pequeño movimiento, apoyó sus labios del hombro de Youjin, cerró los ojos inhalado el aroma de la chica y exhalando su última pizca de amargura dispuesto a dejar ir atrás aquel desamor en busca de su felicidad.

—Gracias, en serio, gracias.

Youjin volvió a sonreír, sintiéndose dichosa y realizada que su cometido haya tenido éxito. Que aquella canción con el propósito de hacerle saber al otro que estaría para él apoyándolo había resultado. Fue su turno de rodearle a él con sus brazos apretándose todavía más a la anatomía masculina. Ambos compartiendo la misma sensación de tranquilidad y paz. Porque sin darse cuenta, se estaban ayudando mutuamente a sanar.

Pañuelitos porque estos dos me hicieron llorar escribiendo esto y de fondo la hermosa voz de mi Hayley. 🤧

Espero les haya gustado, no olviden comentar y votar por favor. En serio les agradezco todo el apoyo que le están dando a la historia. 🥰

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