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𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝟭𝟰

Salió de la habitación totalmente descolocada, sus manos temblaron presa del pánico por lo que había hecho recién. Se recriminó a si misma el ser tan descuidada, el haberse dejado llevar y besar a JungKook. Giró sobre sus pies, ingresando en silencio hacia la habitación donde él dormía. No sé había enterado de nada, y eso le convenía a ella. Se dirigió a la cocina a por un vaso de agua, bebió el líquido de un solo trago jadeando ante el esfuerzo. Debía mantener la calma y no cometer errores, no quería ser la culpable del despido de su guardaespaldas y menos de una desilución si no había reciprocidad.

La puerta principal se abrió tomándole por sorpresa. Se quedó estática en su lugar escuchando las voces masculinas acercarse. Namjoon fue el primero en hacer contacto visual con la cantante, luego su padre Minjoon hizo su entrada quedando igual de confundido que su primogénito.

—Oh, tú debes ser Youjin —saludó el chico, sonriente, mostrando unos tiernos hoyuelos a los costados de su mejilla.

—Ahm, soy Kim Youjin —hizo una reverencia de noventa grados, avergonzada.

—Lo sabemos —sonrió, dejando unas bolsas con frutas sobre la mesa— mi hermana nos avisó al grupo de la familia. Kim Namjoon —se presentó, luego señaló a su padre quien ordenaba otra bolsa con comestibles dentro de la heladera— él es mi padre, Kim Minjoon.

—Un gusto, muchacha. ¿JungKook? ¿cómo se siente?

—Ah, él está durmiendo, al parecer una de las pastillas le dio mucho sueño.

Ambos hombres sonrieron cómplices. Al igual que el pelinegro, estos eran altos y corpulentos haciéndole sentir demasiado pequeñita.

—Ese no despertara dentro de un rato —suspiró el hombre, luego volteándose hacia su hijo— te toca cocinar Nam.

—Bien, haré arroz frito con kimchi, ¿me ayudarías Youjin?

La amabilidad de ambos la cohibía un poco, sobre todo por lo que le contestaría al chico.

—Yo… bueno —se encogió de hombros— no sé cocinar.

—Oh, bueno, puedes cortar las verduras, entonces, eso estaría más que bien —sonrió, ella le correspondió de igual manera y asintió.

—JungKook me contó que eres nutricionista.

—Si, trabajo en el gimnasio con papá, también cuido la dieta de algunos deportistas y sobre todo la de mi primo.

—Come mucho.

—JungKook es un niño con músculos —dijo divertido, Minjoon.

—Ah, si supieras lo diferente que es fuera del trabajo.

—Cuéntale la vez que viajaron de mochileros por países de Asia.

—Oh, ese viaje tiene muchas anécdotas graciosas.

—Soy toda oídos.

Para cuándo JungKook despertó de su pequeña siesta, el almuerzo se encontraba más que listo, pero lo que le sorprendió, fue ver cómo Youjin y Namjoon reían ante alguna anécdota que su tío les contaba mientras preparaban la mesa. Se veía bastante cómoda y distendida. No sabía que ellos llegarían, en ningún momento le habían avisado, tampoco revisó el chat del grupo familiar que tenían, así que supuso que se tomaron unas horas del trabajo.

—Oh, Kook, que bueno que hayas despertado —tres pares de ojos lo miraban— Youjin nos ha hecho reír mucho.

—No tanto como ustedes lo han hecho —dijo ella, terminando de colocar los platitos con diferentes acompañamientos sobre la mesa.

—Siéntate hijo —JungKook sonrió, sentándose al lado de Youjin. Por un momento, pensó que ella lo estaba evitando al no mirarle o sonreírle como siempre lo hacía— Chaewon-ie no llegara temprano, acaba de avisarme que se quedará un rato más a estudiar.

—JungKook me contó que Chae estudia medicina.

—La mejor de su generación en calificaciones —comentó Minjoon, con orgullo y luego se giró a su hijo mayor al lado para apretar suavemente su hombro y decir— mi Nam también se ha graduado con honores, incluso obteniendo propuestas de trabajo para grandes corporaciones.

A Youjin le parecía demasiado tierno los hoyuelos del chico, todavía más que sus mejillas adoptaron un ligero sonrojo ante las palabras de alabanza de su padre. Minjoon agregó.

—Aun no entiendo cómo es que estos dos jovencitos tan inteligentes salieron de mí.

—Oh, tío, no te subestimes —las mejillas de JungKook se veían redonditas por la comida, tragó, dirigiéndose a la pelirroja— mi tío abrió un gimnasio con sus ahorros, levantó un negocio él solo y crío dos adolescentes.

—Tres contigo.

—Y no conforme con eso, tiene dos sucursales más en Busan y una en Daegu.

—Siempre me han gustado los deportes —comentó— mi ex esposa es quien gestiona la sucursal de Daegu.

Youjin no sabía si preguntar lo que hace rato tenía atorado en la punta de la lengua.

—Nuestros padres se separaron en buenos términos —contó Namjoon, con cierto pesar en su voz— ella decidió volver a su ciudad donde ayuda en el gimnasio de mi padre y nosotros decidimos quedarnos para no perder nuestros amigos, ni cambiar nuestra vida.

—Te entiendo, yo extraño a mis padres cuando me voy de gira o durante meses no puedo verlos. Es triste.

—Bueno —cortó JungKook, bebiendo de su vaso de agua— deberían dejar de hablar de cosas melancólicas y disfrutar de este arroz frito que hyung hizo —llevó otro bocado a su boca, saboreando— te pasaste y no lo quemaste como la otra vez.

—¡Oye!

Youjin comenzó a reír por lo bajo, viendo una faceta más casera y sencilla de su guardaespaldas, uno risueño y bromista que no tuvo el placer de ver antes por obvias razones, pero que le divertía demasiado.

Tragó saliva, distraída en la hilera de pequeñas suculentas de bonitas macetas y en el bonsai bebé que se encontraban a un costado del patio pertenecientes a NamJoon. Se dijo a si misma que debía mantener la calma y comportarse como aquel pequeño cactus que se erguía sobre aquella maceta verde con la misma forma. No debía entrar en pánico porque aquel intento de inocente beso solo ella lo sabía y estaba aliviada de que el pelinegro no se hubiera enterado —aunque para él todo se trató de un difuso sueño que olvidó al despertar— en su interior, se sentía una acosadora atrevida por robarle un beso de sus bonitos labios rosados que hicieron una mueca al no obtener respuesta cuando la llamó por segunda vez.

—¿Qué? —miró la mano extendida del chico, tenía una taza con licuado de multifrutas, la tomó, agradeciéndole— ah sí, perdón.

JungKook se sentó a su lado en la banca, el cielo azul se cubría de algunas rebeldes nubes que no impedían el paso del caliente sol. Ambos jóvenes disfrutando de la suave brisa con cierto gusto a mar. Youjin bebió un trago del fresco licuado captando el gusto de la banana y manzana mientras a su lado JungKook disfrutaba del cómodo silencio entre los dos.

—¿Estás bien? —preguntó, tomando por sorpresa a la pelirroja. Ella volteó, su rostro encontrando la mirada neutra del pelinegro, perdiéndose en aquellos irises brillantes y en sus pupilas de un marrón oscuro muy bonito.

—Si —respondió con simpleza, bebiendo otro sorbo— lo estoy.

—Estas rara, sabes que si es por...

—¡Estoy bien! —se adelanto— en serio, solo tengo muchas cosas en la cabeza y no, aún no hay noticias del sasaeng, para variar.

Ambos suspiraron. Los investigadores no han podido encontrar nada que los llevará al acosador de la cantante. Nada, solamente pistas inútiles que parecían estratégicamente acomodadas para evitar dar con su paradero. Aunque ya debía estar acostumbrada, era una porquería tener que vivir en la plena incertidumbre de no saber con que la sorprendería la próxima vez.

—No te preocupes, sabes que YuGyeom y yo te protegeremos —bebió— y seguiré enseñándote a defenderte hasta que puedas vencerme —bromeó, esperando alguna respuesta sarcástica, menos la siguiente pregunta.

—¿Por qué decidiste ser guardaespaldas? —suspiró, Youjin agregando— leí tu historial, aquí eras entrenador en el gimnasio de tu tío, incluso entrenaste a muchos deportistas del boxeo y el mma que son muy conocidos en el país y han ganado muchos campeonatos, ¿por qué dejar todo eso, para convertirte en el cuidador de una Idol incompetente?

—¡Hey! No te llames así —le gustaba que se impusiera con su seriedad, estaba conteniéndose en morderse los labios— no eres una incompetente, Youjin, no tienes la culpa de que un maldito psicópata este obsesionado contigo —le encantaba, concéntrate Youjin— no quiero oírte hablar de ti misma subestimándote, te repito, eres...

—Si, si, ya se, soy fuerte y todo lo puedo —ironizó, llevándose una mala mirada de su acompañante.

—Siempre me ha gustado el boxeo, las artes marciales, desde pequeño mi madre vio que era un niño hiperactivo y ella pensó que en esos deportes podría administrar mis energías y claro, aprender a defenderme.

—¿Qué pasó con tu madre? —su pregunta salió temerosa de sus labios, pero la curiosidad podía mucho más.

Lo vio suspirar, con la mirada perdida al frente. El bebió lo poco que quedaba en su taza y dijo sin tapujos.

—Esta muerta —Youjin no supo cómo seguir, como reaccionar o que hacer, no se lo esperaba. Y apenada, murmuró un:

—Lo siento.

—No te preocupes —sonrió falsamente— fue hace años, cuando tenía dieciocho. Falleció de una enfermedad terminal, no había nada que pudiéramos hacer.

—¿Y tu padre?

—No lo sé, se fue cuando tenía siete y jamás lo volví a ver —sonrió con ironía de la vida y de los acontecimientos que le habían tocado experimentar desde tan corta edad.

—Ok, debería dejar de hablar —balbuceó— estoy preguntando cosas que no son mi incumbencia, lo siento, es que a veces no puedo dejar de preguntar estupideces y me pongo nerviosa —a JungKook le hizo reír que fuera fácil para ella enredarse en sus palabras— es que me ganó la curiosidad.

—Tranquila, no es nada.

Pero a ella no le convencía esa respuesta del todo. Sabía que había abierto una herida que muy difícilmente se podía sanar.

—Algún día deberías retomar lo del boxeo —al obtener la atención del chico, prosiguió— quien sabe y te conviertas en uno bueno que gane muchas medallas o cinturones.

—¿Y dejar de ser tu guardaespaldas? —Y la sonrisa de Youjin desapareció, sonrojándose— eso pensé.

—Al menos podrías intentarlo.

—No sé, ya veremos.

Lo observó de reojo, a su perfil. Ya no se encontraba tan hinchado y su cabello recogido dejaba su rostro expuesto permitiendo a Youjin admirar sus lunares, sonrió, prestando atención a las suculentas de vuelta para terminar lo que restaba en su taza y concentrarse en cualquier otra cosa en vez del hombre a su lado que le hacía palpitar el corazón. Se sentía bien el silencio entre ambos.

Hasta que.

—Hace unos meses atrás iba a casarme, estuve comprometido con quién pensé sería la mujer de mi vida.

—¿q-que?

Shock.

—Por eso fui a Seúl, para olvidar el fracaso amoroso, para iniciar desde cero —sacarlo parecía hacerle bien— al parecer no fui suficiente para ella y se fue con otro —bufó, en una risita— en mi propia cara.

—¿La amas? —preguntarlo le costó, no quería saber la respuesta, al igual que la espera que se le hizo eterna.

—No se, solo sé que no la quiero en mi vida.

No era lo que esperaba, pero al menos sentía alivio de saber que la desilusión estaba y de eso nadie se recuperaba.

—Pues ella se lo pierde, además, no digas eso de que no fuiste suficiente —refutó, seriamente— no es que la justifique, habrá tenido sus porque, unas que no entiendo la verdad —empezó a divagar, cosa que a él comenzaba a gustarle demasiado— y no es que no podamos cambiar de opinión, pero digo, realmente no se valora a si misma para no darse cuenta lo estúpida que es por arruinar algo contigo.

—Tal vez no sirvo para el amor —dijo e hizo una pausa antes de seguir— tal vez no estoy destinado a compartir mi vida con alguien mas, tal vez deba quedarme solo como siempre lo he estado.

Se quejó al sentir el doloroso pinchazo que Youjin le propinó a la piel de su brazo.

—¡No digas idioteces, Jeon JungKook! —se levantó, casi que enfurecida, con sus brazos en jarra sobre su cintura. JungKook estaba atónito por la reacción exagerada de la pelirroja.

—Te puedes tranquilizar.

Se sonrojó por su pronunciado arrebato y volvió a tomar asiento al lado de él que parecía más divertido por la situación que molesto, sus dedos picaron por tocar aquellas pecas que hacían un bonito contraste con las mejillas de la chica, sin embargo, se contuvo. Youjin no estaba para nada de acuerdo con lo que él había dicho, así que más calmada y en un tono dulce, obligándolo a mirarle a los ojos, le dijo.

—Eres una gran persona, JungKook, tienes un corazón muy bonito que ama desinteresadamente, nadie debe decirme cómo eres porque lo he visto —señaló hacia la casa detrás de ellos— Así que no te eches la culpa de lo que tú ex hizo, fuiste valiente, tienes derecho a que te amén con la misma intensidad con que tú lo haces y no dudo que más adelante la encuentres —lo decía de forma sincera, sin tomar en cuenta sus propios sentimientos— piensa que, hasta que llegue la indicada, pasarán varias personas que tal vez te destrocen el corazón, tal vez para enseñarte algo y el día en que ella llegué a tu vida no cometerás los mismos errores de antes. Mientras tanto, piensa en ti, vuelve a vivir, sonríe y vuelve a ser quien eras antes, ese JungKook tan alegre que tu primo y tío describieron, ¿lo prometes?

No estaba acostumbrado a ser el consolado, pero se sentía bien que alguien más que no era parte de su familia sintiera una sincera preocupación por él. Youjin era diferente y muy bonita, y eso le gustaba haciéndole sentir muy cómodo.

—A sus órdenes jefa.

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