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𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 - 𝗨𝗻𝗮 𝘃𝗲𝘇 𝗺á𝘀

JiHu y Cherie miraron fijamente la pantalla del celular de JungSu.

—Wua, entonces appa sí lo hizo.

El mayor de brazos cruzados asintió.

—Omma lo matará —opinó Cherie devolviendo el aparato.

—Eso no es cierto —frunció el ceño, admiró la foto de nuevo haciéndole zoom— yo creo que le encantara y todo se resolverá —sonrió.

Los menores no estaban tan de acuerdo, entonces como siempre JiHu se pasaba de sincero —bromista—.

—¿Sabes lo que ocurrirá? Appa le mostrará eso a omma, omma le dirá que está demente y le gritara, entonces appa ofendido le va pedir que no grite y gritara más fuerte —los ojos de su hermano estaban bien abiertos, siguió— discutirán, appa le dirá que es injusto y omma le dirá paranoico, en resumidas cuentas —miró a Cherie ahogando una risa y con una fingida pena dijo— se divorciaran.

—¡Cállate, eso no ocurrirá!

—Omma se casara con uno de sus tantos compañeros coestrellas…

—Uh, ¿te imaginas de appa a Ahn HyoSeop?

El comentario de Cherie no causó gracia al mayor de los hermanos Jeon. JiHu prosiguió con seriedad.

—…Y appa conocerá alguna modelo joven, entonces tendrá hijos nuevos —el rostro de JungSu empalideció— por lo tanto nuestros fideicomisos irán en descenso porque tendrán que dividir el dinero y nosotros tendremos que escoger con quién pasar navidad y año nuevo. Sí, eso ocurrirá.

Ambos se miraron fijamente, entonces la tensión se rompió cuando Cherie se carcajeo estruendosamente golpeando repetidas veces el brazo de JiHu y este sonrió.

—No es gracioso.

—Sí, lo es, hyung.

—Eres un tonto.

—Y tú un crédulo por creer siempre mis disparates.

Cherie se acercó a JungSu arrastrando sus rodillas por la alfombra de la sala.

—Oppa, ¿en serio piensas que omma y appa alguna vez se divorciaran?

—Claro que no.

—¿Entonces que te preocupa tanto? —no contestó— todos sabemos que se aman con locura aún después de tantos años juntos y con tres hijos adolescentes.

—Dos, porque hyung va cumplir la mayoría de edad dentro de unos meses entonces pasará a ser adulto. —aclaró JiHu obteniendo una mirada fulminante del mayor.

Este suspiró. JiHu y Cherie se miraron, eran más despreocupados que JungSu, en cambio, él se preocupaba por cada miembro de su familia así el problema fuera una uña rota. El simple pensamiento de que hubiera una separación solo le traía amargura y tristeza. Miró su teléfono, la foto que le tomó al nuevo tatuaje que su papá se hizo. Suspiró profundamente.

—Ahora no estoy seguro que a omma le guste.

—Deja de ser dramático, hyung —se miraron— a lo sumo omma le gritara, se hará la orgullosa pero por dentro estará gritando como loca de la felicidad y ternura.

—¿Tú crees?

JiHu suspiró, se movió sentándose al lado de su hermano y con la cabeza apoyada del hombro de este observó al teléfono. Asintió.

—Sí, hyung.

—Deberíamos preocuparnos por qué el plan salga bien.

—¿Cómo haremos para que omma viaje a Saipán sin tener que decirle la razón?

Cherie tomó la palabra con entusiasmo.

—Oh, ya lo hablé con ella. Le dije que ambas necesitábamos un viaje de chicas lejos del estrés, me sugirió irnos a un resort spa, entonces aproveche y le mostré las instalaciones del hotel Begin. Lo amo. Así que ya tenemos pasajes para irnos el viernes por la tarde.

JungSu asintió.

—Bien, entonces solo queda ultimar los detalles y todos a Saipán.

JiHu tomó la palabra, Bam se acercó despacio y se acostó a sus anchas frente a los hermanos.

—De hecho, si hay algo que me preocupa —hizo una pausa— omma si se volverá loca cuando sepa la sorpresa.

JungSu vio su momento.

—En eso tienes razón —se miraron— le gritara a appa y nos gritara a nosotros por apoyarlo, se enojara y se volverá a Seúl sola dejándonos plantados. Lo peor es que cuando lleguemos a casa nos hará la ley del hielo o la vida imposible.

—¿Tú crees?

—Naaa, solo te devuelvo las tantas que me hiciste.

—Hyung, no es gracioso.

—Ahora sabes lo que se siente.

Cherie rodó los ojos, JungSu y JiHu tendrían una discusión tonta de jamás acabar.


Haciendo desastres parte mil


Mi Cherie
Ya estamos en la habitación
Omma sospecha.
10:24 AM

Melocotón
¿Por qué?
¿Dijo algo?
10:24 AM

Principito
¿No sé supone que
estaban para un fin de
semana de chicas?
¿Por qué sospecha?
10:24 AM

Mi Cherie
Culpa de appa.
10:25 AM 


JungKook leyó los mensajes de sus hijos en el chat grupal que habían armado. Tal vez la impaciencia hizo que le preguntara de más a su esposa metiendo un poco la pata. La puerta de la habitación se abrió y dos altas ráfagas terminaron casi sobre él encima de la cama.

—¿Qué le dijiste a omma?

Observó a JungSu de brazos cruzados, JiHu pestañeo esperando también.

—Solo quería saber si estaban cómodas, si habían llegado bien y si la habitación era lo que habían pedido —agachó la mirada, jugando con sus dedos.

—Sino disimulas terminara enterándose.

—No pasará nada —se levantó de la cama y salió hacia el pequeño balcón con vista al mar— todo está saliendo como lo acordamos y para esta noche su madre y yo estaremos juntos. Me dirá que si.

—O tal vez te pedirá el divorcio —bromeó JiHu.

—Una más y será un millón de wons menos.

—No importa —se encogió de hombros, el humor de JiHu era tan sarcástico como el de JungHee— me iré con omma entonces y tú te quedas sin príncipe.

Negó. Aunque quisiera disimular delante de sus hijos se sentía nervioso. Un mes atrás había cumplido veinte años de matrimonio. Por circunstancias de la vida, agenda y trabajo no pudieron festejar como hubieran querido, también discutieron por tonterías y momentáneamente estaban distanciados. Entonces reviviendo algunos recuerdos del pasado se le ocurrió hacer una sorpresa que no se hubiera concretado de no ser por el apoyo de sus hijos y algunos otros cómplices. Quería que todo saliera perfecto.


Salió del baño con un albornoz blanco cubriendo su cuerpo, con otra toalla secaba su cabello en suaves golpecitos. Se extraño de no ver a su hija dentro de la habitación y la buscó sin tener éxito. Habían vuelto luego de un largo día en el spa. Se habían hecho masajes y todo tipo de mascarillas para la piel y el cabello. Youjin se sentía radiante. Se supone que tomaría un baño e irían a cenar en un restaurante frente al mar. Se dispuso a buscar su teléfono que había dejado sobre la cama y fue que vio la enorme caja rectangular con una nota en medio.


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“Bienvenida señorita Kim, está cordialmente invitada a realizar un juego de búsqueda. ¿A qué? A la eterna felicidad. Tal vez se sienta un poco confundida al principio, todo estará bien mientras siga las indicaciones. Por favor, haga el honor de colocarse la prenda que hay en el interior de la caja y disfrute el resto de la noche”
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Decir que estaba sorprendida era poco, volvió a releer la tarjeta y observó la caja. Tomó su teléfono y llamó a su hija, nada. Luego intento con sus hijos que se encontraban en Seúl y a lo último con JungKook. Estaba en lo cierto cuando sospecho de sus mensajes esa misma mañana. Algo tramaba y lo iba averiguar.

Abrió la caja y extendió el blanco vestido largo con escote y algunas transparencias. Sus ojos picaron un poco. No dudó en colocárselo agregando maquillaje y peinando su cabello en ondas. Otra nota se encontraba en la entrada.

“Recepción”

Bajo, ansiosa por saber que era todo eso. De repente el sentimiento de extrañar y querer que Jungkook estuviera a su lado le produjo unas enormes ganas de llorar. Estaban acostumbrados a estar separados durante largos periodos de tiempo por trabajo, pero últimamente no. Revisó su apariencia frente al espejo del ascensor y salió. Había mucha gente alrededor y para nadie pasó desapercibido la preciosa imagen inmaculada de Youjin deslizándose por el vestíbulo.

—Buenas noches, ¿hay algo para mí?

Apenas terminó de preguntar la chica detrás del mesón, amable y con una sonrisa divertida le extendió otra tarjeta, también a su lado asustándola un poco un joven trabajador del lugar con un enorme ramo de margaritas. Lo recibió admirando lo hermoso del arreglo y lo inusual por la diferencia de colores, veinte margaritas blancas y cuatro amarillas. Sonrió, aunque fue más una mueca por intentar no largarse a llorar. Leyó.


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“Las margaritas simbolizan la inocencia, pureza y felicidad. Regalarlas puede representar el amor verdadero y la fidelidad. En la amistad, gratitud y lealtad. Un gesto que puede expresar los sentimientos hacia otra persona. Por eso veinte, así como los años que llevas a mi lado y decidiste jurar ante Dios amarme a pesar de todo. Y cuatro amarillas, una representa los meses en qué decidiste corresponderme entrando sin permiso a mi corazón y las otras tres porque aún la distancia nos separó, seguías siendo parte de mí”
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Recordó la primera vez que le regaló esas flores, iba ser su cumpleaños número veintisiete. Se refugió en la soledad del salón de ensayos con la intención de pasar las doce sola. Sin embargo, la presencia de su guardaespaldas irrumpió arrasando con todo, le había cantado el cumpleaños, aquel ramo, esas palabras. Días después llevada por el alcohol y sus emociones lo besó. Rio al recordarlo.

Salió al exterior sintiendo la brisa fresca golpear su piel expuesta, la luna llena iluminando el oscuro firmamento. En el reverso de la tarjeta le indicaba que un auto la llevaría a su destino final. Tuvo suficiente tiempo para recordar todo. La vez que escribió una canción inspirada en él estando en esa misma isla, cuando lo hizo una segunda vez para intentar curar su corazón herido. Los acercamientos, aquella calurosa primera vez en el baño de un gimnasio. Cuando le pidió ser su novia en las alturas de una noria, de noche del otro lado del mundo. Cada exacto momento en que estuvieron juntos, los buenos y malos momentos. JungKook fue aquella luz de esperanza que la ayudó a sobrevivir en un caos de oscuridad y viceversa.

Descendió, sintiendo la brisa todavía más fuerte al encontrarse frente al mar. A lo lejos, sobre la arena, podía ver una zona espléndidamente organizada con sillones blancos, telas y luces.

—Señorita Kim.

Su expresión conmocionada pasó a una de molestia.

—¿Jeon JungSu, qué significa esto?

Poseía su sonrisa, era una mezcla de ambos, aunque ahora que había incursionado en el deporte su contextura física era el doble. Para Youjin siempre sería su bebé.

—Bienvenida, permítame llevarla, por favor.

Entrelazó su brazo con el de su hijo y se dejó llevar, antes quitándose los tacones. No pensó que debía omitir esa parte del precioso vestuario.

—Cuando regresemos a casa, los mataré, ¿me escuchaste?

—Sí, omma bonita.

Caminaron por la arena fría sin pronunciar palabra, pero a Youjin le estaba por dar algo viendo el sendero hecho con velas dentro de unas vasijas de cristal decoradas con más margaritas. JiHu y Cherie se encontraban al final, esperando con una bonita sonrisa en sus rostros. Sus bebés habían crecido, eran hermosas personas llenas vida y sincero amor. Estaba orgullosa. Cherie le colocó una diadema de flores sobre la cabeza y JiHu fue el encargado de colocarle el dije que creyó perdido. Aquel con unas cerezas, unos guantes y tres melocotones. Sonrió entre medio de un llanto inicial.

Entonces con lágrimas nublando sus ojos fue que lo vio, esperando más alejado, de blanco reluciendo toda su hermosa existencia. Se olvidó de sus hijos y fue hasta él. Mitad enojada, mitad emocionada.

—Feliz aniversario, cerecita mía.

Fue la gota que derramó el vaso y se largó a llorar. JungKook divertido la atrajo y la abrazó. Aprovechó de tocarla, de sentirla con todo su cuerpo, también de besar cada una de sus pecas que aún lo enloquecían y así se mantuvieron un largo rato hasta que tuvo la oportunidad de conectar miradas con ella.

—¿Por qué aquí?

—No sé si recuerdas, pero… la primera vez que viaje siendo tu guardaespaldas vinimos aquí, estabas presionada ante el trabajo y la incertidumbre del acoso de… tu sasaeng, te escapaste una noche sin avisar, te busque e increpe por no avisar, me ignoraste, luego mencionaste ser mayor que yo por unos meses y me abriste tu corazón confiándome tu sentir. En resumidas cuentas decidimos dejar nuestras diferencias y prometimos buscarnos si alguno lo necesitaba. —sus nudillos acariciaron las pecosas, sonrojadas y húmedas mejillas— Aún los años pasen, ante los momentos de felicidad así como de peleas y tristezas serán a tu lado, de tu mano, así que quiero saber —se separó, de su bolsillo sacó una pequeña cajita mostrando un hermoso anillo de diamantes y de rodillas preguntó— ¿Quieres reafirmar una vez más ser mi compañera y gran amor?

Chilló, se sintió tonta por emocional. También enojada con ellos por esa sorpresa que la hizo sentir tonta. Ya no cabía de tanto amor pero jamás se cansaría de ello. Asintió, tratando de componerse, más que segura de su obvia respuesta.

—Sí, una vez más y todas las que vengan, cariño.

JungKook le colocó el anillo junto a los demás, rieron y compartieron un largo, dulce y fogoso beso.

JungSu como siempre cubrió los ojos de sus hermanos. Cherie se carcajeo mientras JiHu peleaba por quitarse la enorme mano.

Entonces en medio de todo, JungKook se separó unos centímetros de Youjin y movió a un lado su camisa dejando en visto el tatuaje sobre su pectoral izquierdo. El nombre de Youjin en hangul con cerezas alrededor. Un gemido parecido a un grito de asombro e impresión salió de ella.

—¡JUNGKOOK! ¡¿Estás demente?!

—Si, por ti —se aferró a la cintura femenina con ambos brazos— ¿No te gusta? Ahora soy todo tuyo. Por siempre y para siempre.

—Viejo cascarrabias.

Se carcajeo besándole el cuello. Ya no suponía un insulto para él. De hecho, cuando terminarán ese momento, la cena y sus hijos se fueran a sus habitaciones y él se la llevará a la cabaña que había alquilado para los dos le demostraría que tan viejo era. Ambos estaban en forma físicamente, entrenaban y se cuidaban, por lo cual aún eran sexualmente activos y el hecho de que la edad que tenían podía sonar muy serio y mayor pues no lo era en realidad. Ellos parecían más adolescentes que sus propios hijos adolescentes.

—Te amo, cerecita.

—Yo también, cariño.

Para JungKook la mujer frente a él era la misma que conoció en aquella sala de reuniones agazapada en un enorme hoodie lila con la capucha cubriendo su renegrido cabello. Rehuida a su mirada, de voz dulce y mejillas pecosas. La que más de una vez lo provocó en muchos sentidos y terminó enamorándole hasta el tuétano.

Para ambos el tiempo no había pasado, seguían siendo aquella Idol y su guardaespaldas. Enamorados en medio de un caos, adorándose mutuamente con una intensidad que se reflejaba en cada uno de sus movimientos. Y así como habían jurado amarse en esta vida, también lo harían en las siguientes que les tocará encontrarse.

FIN

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