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Sus ojos se cerraban. Ya no faltaba mucho para llegar al aeropuerto de Jeju, miró a través de la ventanilla y luego giró al asiento contiguo. Youjin dormía encogida sosteniendo entre sus brazos a RJ. Volar —aunque sea a corta distancia— con sus malestares era lo peor, al menos había tomado unas pastillas relajantes naturistas que su obstetra le había permitido. Ambos estaban cubiertos con gorras y cubrebocas, aunque se podía notar el sonrojo en las pecosas mejillas. Odiaba verla enferma. Solo esperaba que esos días lejos de la ciudad les trajera algo de calma y descanso.

—Señor Jeon, en diez minutos estaremos aterrizando.

Avisó una de las azafatas. Él asintió, agradeciéndole. Se inclinó sobre Youjin removiendo un poco su piluso blanco afelpado, un leve ronroneo de queja salió de ella, aún tuviera los ojos cerrados las náuseas y el mareo seguían ahí. Apenas tenía cuatro meses y trece semanas de embarazo, amaba con toda su existencia a su pequeño melocotón, pero odiaba todo lo demás.

—Cariño.

—No me llames cariño, y ya escuché a la coqueteadora.

JungKook quiso reír.

—¿Estás celosa, Kim Youjin?

—No.

Se acomodó en el asiento bajando las piernas, suspiró tragando, el leve movimiento la mareaba.

—Cerecita, la mujer solo hace su trabajo, debe ser amable, en ningún momento me coqueteo ni tuvo segundas intenciones. Y si lo hizo no me di cuenta y mucho menos obtendrá algo de mí.

Bufó cruzándose de brazos y esperando en silencio a llegar. Estaba dudando haber aceptado ese viaje en medio de la fase de prueba de pareja. Tampoco entendía porqué le había pedido eso a JungKook cuando se moría por sus caricias y besos. Definitivamente las hormonas del embarazo la ponían cambiante.

Ni bien la puerta de la aeronave se abre frunce el ceño cuando JungKook sostiene su mano con fuerza. Habían llevado uno o dos bolsos medianos para su tiempo de estadía.

—Sostente de mí, aún sigues mareada y no quiero que te caigas y hagas daño.

—Tan considerado tú.

La ironía en su voz solo le hacía reír. Palpó su espalda y hombro insistiendo, Youjin refunfuñando se sostuvo dejando que él marcara el ritmo de la bajada, lento y cauteloso. Antes de que ella terminara de pisar el último escalón la obligó a subirse a su espalda y aunque era menos de un metro dónde el auto que los esperaba para llevarlos a la casa que habían alquilado los esperaba detenido prefirió que no caminara ese cortó tramo.

—Exageras.

—No, no lo hago.

La bajó, esperando a que entrara y se acomodara en los asientos traseros para cerrar la puerta. Agradeció al piloto y las azafatas por la amabilidad. Prefirió contratar un vuelo privado para mayor accesibilidad y comodidad de su novia. Una vez se sentó al lado de Youjin permitió que la cabeza de ella reposará sobre su hombro entrelazando sus manos. A través de sus ojos entrecerrados podía percibir que su malestar aún persistía.

—Llegaremos en minutos, amor.

Besó su cabeza sintiendo cosquillas en los labios por la pelusa del piluso sin obtener respuesta. Solo le apetecía dormir un par de horas y cuidarla mientras le demostraba que la fase de prueba entre ellos era una completa estupidez. No dormir con ella, tocarla o besarla a su manera solo le impacientaban.

La casa quedaba dentro de un complejo de zona residencial cerca del mar. Era privado y con seguridad las veinticuatro horas del día. TaeHyung se lo había recomendado. Las vistas durante el corto trayecto eran hermosas y no dudaba en que a su novia —en fase de prueba— todo el panorama le iba a relajar y gustar.

Al ingresar Youjin echa un vistazo a la enorme edificación de elevadas paredes y ventanales permitiendo la entrada de mucha luz exterior. Los muebles de colores claros compaginaban con toda la decoración de la casa. Había una mezcla de olores a fresco, sal de mar y hogar. Era perfecto y silencioso. Al salir al enorme patio su ilusión por ver el mar se vio opacada por los altos muros que contenían toda la propiedad. Contrario a la vista que tenían las habitaciones principales en el piso superior.

Se podía ver a la lejanía el azul mar trayéndole algo de serenidad.

JungKook se sintió satisfecho de ver a su cerecita con mejor semblante. Ambos acomodándose en el sillón de la sala y ahí se quedaron.

—¿Te sientes bien, cerecita?

—Mmhh algo —se puso de costado, dejando que sus pies fríos con medias se apoyarán en el muslo izquierdo del pelinegro para sentir calor— necesito dormir.

—Hazlo, luego te despertaré para comer algo.

Ella suspiró cerrando los ojos y dejándose hacer por las caricias que le hacían a sus piernas. JungKook se quedó inmerso en mirar algo de deportes a través de la tablet. El silencio provocaba que sus pensamientos se entremezclen un poco. Por primera vez en meses pudo ver aquella pelea que tuvo con Lee “Wonho”. Él mismo podía ver lo desconcentrado que estaba, sus torpes movimientos, lo fatal que se veía aunque vivirlo fue peor.

Su teléfono vibró con una llamada sobre el apoyabrazos del sofá, era TaeHyung.

—Hyung, ¿cómo va eso?

Ya subimos al ferri.

Frunció el ceño, extrañado.

—Pensé que vendrían en avión.

No, creímos mejor llevar el auto para movernos por la isla aunque tardaremos un poco más de horas en llegar —de fondo se podía escuchar algo de música— además a JiHyun le fascina las vistas. Ahora esta con Jennie en la cafetería. ¿Youjin, cómo esta?

La miró, dormía plácidamente. Sus ojos se fueron por unos segundos a su vientre que por la ropa holgada que llevaba puesta no se podía notar.

—Duerme, ha estado con los malestares, al menos en el avión estuvo tranquila —murmuró— su obstetra le dijo que pronto cesaran, solo es cuestión de tiempo.

Como padre puedo decirte que así será, dale cariño y contención.

Es lo que más hacia. Cortó minutos después de cruzar alguna que otras palabras y despedirse. Descansó la cabeza sobre el respaldo y cerró los ojos unos minutos. El celular entre sus manos volvió a vibrar con otra llamada entrante. Está era de su madrastra.

Pensé que te encontraría ocupado.

—¿Qué hora es allá?

Mmhh, la una casi dos de la madrugada. Quise llamarte a esta hora, tenía algo de tiempo y no podía dormir, ¿cómo estás, cielo? ¿cómo se siente Youjin? ¿el bebé va bien?

A la primera oportunidad le contó sobre el embarazo. Sunny conocía la perspectiva de su hijastro en cuanto a la paternidad, sin embargo, no pudo evitar sentirse feliz y dichosa ante la noticia y procuró hacerle entender —como la mayoría— que él sería un gran padre.

—Bien, vinimos a Jeju, Youjin necesitaba descansar. Su agenda era muy pesada, su vientre apenas se nota y sigue con algunas campañas mientras tanto, pero pronto tendremos que contarle al mundo sobre la situación.

¿Sus malestares? Recuerda que debes tenerle paciencia.

Sonrió.

—Ya perdí la cuenta de tantas veces que he escuchado eso.

¿Cómo te sientes tú, eh?

Exhaló ruidoso mirando al techo. Su mano descansaba en la cadera femenina.

—Aun sigo procesándolo. E-es extraño, emocionante, nuevo. No sé. Youjin y todos se ven felices, ilusionados, pero yo aún no entiendo cómo sentirme o qué hacer.

Con tanto que has pasado es comprensible tu sentir —tal vez ers poco el tiempo que se conocían, pero esa mujer supo ser un importante apoyo maternal y le estaba muy agradecido— todo se dará de a poco, solo mantente abierto a las ideas y permite querer a ese bebé. Créeme, cuando lo tengas en tus brazos todo cambiará.

Tragó. Era lo que más anhelaba. Poder creer que todo sería mejor.

No supo en que momento se quedó dormido, pero al despertar su angustia lo tenía volviéndose loco cuando no encontró a Youjin por ninguna parte de la casa. Era como si hubiera desaparecido, sus pertenencias se encontraban en la habitación donde las había dejado, pero rastro de ella. Nada. Su celular se había quedado y no tenía manera de saber si salió u ocurrido otra cosa.

Se quedó parado frente al portón que separaba la casa de la calle con el celular en su oído, llamó a la seguridad queriendo averiguar si la habían visto. Despeinó su cabello mirando de un lado a otro, su frustración llegó a provocar dolor en su estómago, sobre todo cuando la vio llegar tan campante como si nada. Caminaba despacio, la capucha de su hoodie lila cubría parcialmente su cabeza, tenía una bolsa blanca en una de sus manos y en la otra lo que parecía un helado de maíz. Ella odiaba ese dulce, ¿por qué lo disfrutaba ahora?

Apenas le sonrió faltando poco para llegar, él explotó.

—¿Se puede saber dónde diablos estabas?

—Tenía antojos de helado —le mostró.

—Sabes el susto que me di cuando no te encontré a mi lado —sus cejas fruncidas por poco y se unían— no puedes hacer esto, Youjin. No estamos en Seúl, apenas conocemos a la gente de aquí, no eres cualquiera, eres una de las mujeres más famosas y conocidas del país, ¿qué pasaría si te pasaba algo? ¿por qué no me contestas?

Los ojos de Youjin se mostraban inocentes mientras degustaba el helado de maíz con gana. 

—Lo siento.

Para él fue la gota que rebasó el vaso lleno. Su lengua golpeaba la parte interna de su mejilla mientras las manos en su cintura le daban un toque cómico —según ella—. Asintió, indicándole con tan solo un movimiento de su tenso cuerpo que ingresará a la casa. Youjin lo hizo, conteniendo la risa porque enojado se veía tierno y gracioso. Dentro le ofreció de su compra y él más indignado aún por la desfachatez se marchó a otro lado.

Aburrida siguió hasta el patio, el día soleado de primavera estaba hermoso. Se quitó la sudadera quedándose con una blusa holgada de mangas cortas. Dejó la bolsa en una mesa de cristal ajustando la enorme cuerda de una hamaca paraguaya. Descubrir aquello le trajo felicidad, así que se quedó recostada ahí lo que restaba de mañana admirando el cielo azul mientras se mecía en la tela y su mano sobaba inconsciente su pequeña barriga.

—Me asustaste. No debiste hacerlo, Youjin.

Apenas movió la cabeza para mirar a JungKook parado frente a ella. Tenía un puchero en sus finos labios que lo hacían ver tierno. Se movió, haciendo un espacio para invitarlo, sin vacilar subió acomodándose de modo que ella descansara contra su pecho y ahí se quedaron un buen rato en silencio.

—Cuando íbamos a casa de los abuelos teníamos una habitación que compartíamos con oppa —murmuró Youjin, disfrutando de la caricias en su brazo y espalda— había una mecedora que según halmeoni existe desde su primer hijo —JungKook escuchaba con mucha atención— recuerdo que era pequeña, le temía a las tormentas del campo, eran fuertes, lloraba mucho y omma para calmarme se mecía en esa silla conmigo en sus brazos. Fuimos creciendo, beber la leche sentada ahí se sentía relajante —sonrió— con Jin peleábamos por ver quien ganaba el puesto.

—¿Qué sucedió con esa silla? ¿aún sigue?

—No, el tiempo la venció y cuando volvimos después de años ya no estaba —puchereó leve—  se me partió el corazón y ahora solo queda en mis recuerdos.

JungKook se imaginó a una pequeña Youjin en brazos de su madre y luego a Jin también pequeño peleando por robar el puesto. Típico de los hermanos Kim pelear. Pensó que sería una gran idea tener una de esas para cuando el bebé naciera.

—No pensamos aún en la habitación.

—Lo sé, tampoco me preocupa, omma dice que los primeros meses dormirá con nosotros. Jennie me recomendó una cuna colecho para que esté al lado de nuestra cama, será más fácil cuando el bebé despierte en las noches y deba alimentarlo.

Tragó, mientras más pensaba y conversaban, más preocupaciones y decisiones debían tomar.

—De todas maneras también tendré la experiencia de Kira unnie primero, el bebé no se llevará más que un par de meses con Hiro —levantó su rostro, se veía muy pensativo— ¿En qué piensas?

—No se mucho sobre esto, pero… creo que en algún momento habrá que ponerle nombre, no siempre lo llamaremos bebé, ¿o si?

—Sí, es verdad. ¿Tienes alguno en particular?

Negó, perdido en pensamientos. Youjin suspiró, no iba sofocarlo con tanto. No cuando las cosas iban mejor.

—Tengo hambre. Mucha.

JungKook activó y la ayudó a incorporarse.

—Pediré algo de comer —entró, tomando su celular— ¿Quieres algo en particular?

Lo pensó y con una sonrisa, respondió.

—Pollo frito.

Lo dejó para que pidiera el almuerzo de ambos. Ahora su objetivo era llegar al baño rápido para vaciar su vejiga. Desventaja del embarazo al cual debía acostumbrarse. Resopló, arrastrando los pies una vez salió del baño. Su teléfono en la cama vibraba con una llamada entrante, era Jimin y atendió sentándose.

Pensé que no me atenderías.

—¿Por qué?

Bueno, desde que tu novio sabe del embarazo no ha permitido que me acerque.

En realidad, los malestares en ella no ha permitido que nadie lo haga. Todo la irritaba y terminaba estresada llorando.

—Tú sabes que no es así. Kook solo está pendiente de mí, y no es como si tú estuvieras tan presente —exhaló— supe que estás en Estados Unidos por trabajo.

Sí, ahora me encuentro en Los Ángeles bebiendo algo con un amigo.

Había una realidad y es que a Youjin no le terminaba de agradar ciertas amistades del rubio. Eran… raros y de dudosa moral.

—Yo me encuentro en Jeju —miró sus uñas de un celeste pastel.

Ah, pensé que no irías, con eso de que te sentías mal.

—Kook encontró una casa muy bonita y acogedora cerca del mar. Está alejada y tiene seguridad —contó entusiasmada— no hay manera alguna que aquí me sienta mal.

Espero que así sea, me importas, Yunnie.

Tragó, guardando silencio. Últimamente JiMin insinuaba con más regularidad sus sentimientos haciéndola sentir incomoda.

—Agradezco tu preocupación Chimmy pero voy a estar bien.

¿Al menos Jeon está haciendo las cosas bien? No quiero saber que te decepciona otra vez. Él no te merece.

—Jimin, ¿puedes entender que JungKook es mi pareja, a quien amo y con quién tendré a mi primer hijo?

¿Primero?

JiMin sostenía un vaso con brandy, lo apretó con fuerza. Sus rasgados ojos se abrieron de más al escuchar aquello. Resopló una sonrisita amarga.

—Entiendo que tengas sentimientos por mí —procuró sonar tranquila— pero como una vez te dije, no voy a poder corresponderte. Siempre fue JungKook y siempre va ser él, sea el problema que se nos presente. Si realmente me quieres, vas a entenderlo, ¿acaso no quieres verme feliz?

Si, claro que quiero tu completa felicidad, Yunnie —sonó armonioso, no obstante temblaba de la rabia— y lo entiendo, pero entiéndeme tú a mí también, es —bebió de su trago— complicado dejar ir a la mujer de la cual me enamore.

Escuchar aquello no le dejo de otra a Youjin más que.

—Lo mejor será distanciarnos por un tiempo.

¿Qué?

—Sera lo mejor para ambos. Mantente enfocado en tu carrera y yo estaré enfocada en mi bebé.

—Cerecita mía, en diez minutos llega la comida, ¿quieres que te prepare algo?

Youjin le sonrió, negando a la vez que tapaba el auricular del teléfono con la mano. JiMin había escuchado la manera tan melosa con que el pelinegro le hablaba a ella y eso bastó para aumentar su entera irritación.

—Jimin.

No te preocupes, es obvio que decidiste escoger lo que te hace feliz —su voz baja y gutural le causó escalofríos— solo espero que ese tipo no te haga sufrir. Te deseo lo mejor, preciosa. Te dejo, hablamos. Cuídate.

Cuídate tú también, chimmy.

Cortó. Sus ojos perdidos en algún punto miraron a su alrededor. Se encontraba en la terraza de un exclusivo bar en el hotel de lujo en el cual se hospedaba. Regresó a su asiento dejándose caer despreocupado.

—Fallaste, ¿verdad?

Los ojos de JiMin miraron de reojo a un divertido Wonho.

—Te dije que iba ser imposible quedarte con esa —bebió de su vaso, mirando sin disimulo a dos atractivas chicas que bebían en el bar— todos en Corea adoran a esos dos. Te mereces algo mejor a quedarte con la sobras y encima con un estorbo en camino.

La picana del otro incrementaba su mal genio. Pidió otro vaso, pensando detenidamente.

—Wonho, ¿aún tienes contacto con tu amiga esa que ayudaba en tus terapias físicas?

—¿Nancy Mcdonie? —Jimin asintió— ¿para qué la quieres?

—Solo, necesito consultarle algo, ¿será que pueda ayudarme? —sonrió ladino— sé que es hermosa, tal vez nos llevemos muy bien.

—Créeme que ella te encantara.

Se había quedado pensativa. La llamada con JiMin solo le había causado un desagradable malestar. No quería estropear tan hermosa amistad. Él había llegado en un momento en que estaba recomponiendo su vida luego de una dolorosa ruptura. Le había dado un poco de color y alegría, lo apreciaba y le daba demasiada pena que todo se terminara por confusos sentimientos.

JungKook hizo su ingreso a la habitación llamando su atencion. La noche había llegado dando paso al descanso. Se sorprendió cuando lo vio quitarse la camiseta y entrar a la cama junto a ella.

—¿Qué haces?

Lo miró de arriba abajo.

—¿Qué crees que hago?

Se acomodó mejor debajo de las sábanas, por inercia las piernas de Youjin se tensaron cuando los dedos de él rozaron su piel desnuda. Apenas llevaba una camiseta holgada y suelta para dormir.

—No dormirás aquí.

—¿Por qué? —y rodó los ojos— Youjin, esto es una tontería.

—Estamos en fase de prueba —refutó.

Quiso reírse, pero se contuvo. Apoyó la cabeza sobre su mano colocándose de costado para mirarle.

—Si te sientes mal y no estoy para ayudarte.

—Yo puedo sola.

—No, no puedes porque estás malita —se burló con una voz infantil, picándole su pecosa mejilla— la cerecita necesita que la cuiden.

—Basta, no me toques —se cruzó de brazos, su ceño fruncido solo le causaba gracia— no me trates como una niña, tengo…

—Treinta, sí —restó importancia— y dentro de poco tendrás treinta y uno no falta mucho para tu cumpleaños, cerecita, ¿qué haremos?

—¡Nada!

Espetó con fuerza, ofendida, volteó acostándose y dándole la espalda.

—Cariño~ —canturreó en su oído.

—El bebé se molestó por lo tanto yo también.

—Definitivamente suenas a una linda niña —sonrió. Ella se encogió de hombros queriendo parecer desinteresada— ¿cerecita? Bien, como quieras, que descanses, amor mío.

Le besó el cuello de forma sonora, se cubrió bien con las sábanas preparado para dormir de una vez.

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