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Procuró mantener su risa a raya cuando entraron al departamento en la noche, era imposible si tenía a JungKook en su espalda sin querer soltarla, repartiendo besos a su cuello, hombro o mejillas. Apenas dejaron los bolsos, sus abrigos y los zapatos en la entrada, el pelinegro se ancló del cuerpo de la cantante una vez mas para seguir con su bombardeo de mimos.
—Suelta.
—No —apretó más el agarre de sus brazos alrededor del estómago, besando y aspirando el aroma del cuello femenino causando cosquillas.
—Kook, basta.
Este la volteó para besarle los labios, disfrutando de verla sonreír y reír. De sus manos que le acariciaban la espalda y la nuca.
—Te quiero —beso— te quiero —beso— te quiero —beso— me encantas —beso en sus mejillas— me fascinas, te extrañe y ahora no te dejare ir.
—¿Jamás?
—Jamás.
La besó tomándose su tiempo, abrazándole. Hasta que un bajo carraspeó los obligó a separarse. Desde el sillón del living Heeji con una sutil pero alegre sonrisa en su rostro junto a Eoduun recostado a su lado miraban a la pareja.
—Pensé que me avisarías cuando llegarías, hija, ¿recuerdas?
Había olvidado que su madre se quedaba algunas noches junto a su mascota. Se miraron, nerviosos, evitando la mirada pícara e inquisitiva de la mujer.
—Lo siento, omma —se acercó, abrazándola— es que decidimos a último momento regresar, Kook necesitaba su cama, ya sabes, aún sigue recuperándose.
—Esta bien —miró a JungKook, este fingiendo distraerse al saludar al felino negro que saltó directamente a él— ¿quieren algo de té? Hay agua caliente y prepare bulgogi.
—Yo quisiera pasar a casa primero a dejar mis cosas.
—Yo tal vez si beba algo de té —se alejó— gracias a omma.
JungKook correspondió a la mirada de Heeji.
—¿Qué tal todo, cielo?
—Bien, estuvo todo muy tranquilo y agradable.
—Ah sí, te dije que te iba a gustar —le murmuró, dándole palmaditas en el brazo y con voz más fuerte, alegó— me alegro que me haya echo caso está niña y fueran al Hanok. Es un hermoso lugar para pensar.
Youjin tratando de ignorar el doble sentido en las palabras de su madre —porque implícitamente estaban ahí— le comentó todo lo que habían hecho, excepto algunos ciertos detalles claro está.
—Entonces, ¿se dieron una oportunidad?
Los tres se encontraban en la cocina, Eoduun sobre la mesada de mármol, con su cabeza ladeada y su cola moviéndose expectante a una respuesta también. Después de una mirada, los dos asintieron algo tímidos y Heeji no pudo evitar mostrar su alegría abrazándolos.
—Aigoo, la abuela Kim se pondrá muy feliz cuando lo sepa.
Youjin se alarmó.
—Omma, no puedes decirle a nadie.
Eso sorprendió a su madre, pero sobre todo al pelinegro.
—¿Por qué?
No sabía cómo decirlo sin que sonara mal o se malinterpretara.
—Mantengámoslo en secreto unos días —de reojo observó el semblante ceñudo de JungKook— es que… no quiero que nadie lo sepa aún —y dijo con más ímpetu— ¡No quiero compartirlo con nadie!
—Esta bien —asintió, con una sonrisa de labios cerrados y preguntó— ni siquiera a tu padre.
—A él menos, sino va querer hablar seriamente con JungKook.
—De todos modos aun tengo una visita pendiente con él —murmuró, con parte de su atención en Eoduun colgando de su hombro.
—Sí, pero si le agregamos eso, va querer hacer la gran conversación.
—¿La gran conversación? —preguntó, alarmado.
Heeji evitó reírse.
—Kira también pasó por eso cuando se oficializó su relación con SeokJin. Su padre conversó con ella seriamente, con los dos —y agregó divertida— en el fondo cree que estos dos son niños todavía. No sabe la realidad y que de inocentes no tienen absolutamente nada.
JungKook quiso reír.
La mayor se despidió tiempo después dejando a la pareja sola.
—¿Tus padres están juntos?
—No se, appa volvió a la casa después de la operación, omma dice que años y años en pareja no puede hacerse la ignorante, menos tratándose del padre de sus dos hijos.
—Así que lo está cuidando —que casualidad que ellos dos estuvieran pasando por la misma situación. Ella asintió— volverán.
—¿Cómo estás tan seguro?
—Nosotros lo hicimos.
Eso la tomó desprevenida al igual que el beso que casi la hace caer de no ser porque JungKook la sostuvo estampándose con todo su cuerpo y brazos. Le acarició con vehemencia la cintura, volviéndose travieso al meter la mano debajo de su suéter y la otra apretarle el trasero con una clara intención. Es cuando Youjin se distancia con su propia clara intención malévola para hacerlo sufrir un rato más.
—Quiero que tengamos una cita.
—¿Una cita?
Le ternura arrolladora la invadió con aquellos ojos de cervatillo bien abiertos.
—Ujum, si quieres llevarme a la cama, primero debes hacer méritos.
Otra ola de ternura cuando él se encogió de hombros, resignado.
—Esta bien —besó su frente— lo que mi cerecita quiera. ¿A dónde quieres ir?
—Al cine y luego a cenar.
—Luego te quedarás a dormir conmigo.
—Es mejor que reserves una sala para nosotros dos antes que se te haga tarde —lo ignoró, alejándose de su amenazante y provocativa presencia a la cual sucumbiría sino ponía distancia.
—¿Youjin?
La siguió hasta la sala, abrazándose a su espalda cual niño travieso.
—Primero la cita y si te portas bien —volteó, colocando ambas manos en los hombros masculinos— me pondré una bonita lencería, ¿si?
—¿Para qué? Si te todas maneras te la voy arrancar y mi único objetivo será meterme entre tus piernas.
La mandíbula de Youjin se desencajo, escuchando la risa amortiguada de Jungkook contra su cuello.
—Tú no entiendes el concepto de romanticismo, ¿no?
Tan seria que él le picoteó los labios, risueño, luego las mejillas y la nariz a lo último.
—Si quieres preparo la habitación con velas aromáticas y pétalos, frutillas con chocolate y todo eso —enumeró— aunque la única fruta que voy a querer devorar es a ti —logró hacerla reír— no entiendes que quiero hacerte el amor como un loco.
—Pasamos de querer follarme a hacer el amor.
Y lo que dijo a continuación hizo que su corazón palpitara enloquecido.
—Jamás tuvimos sexo Youjin, yo siempre te adore, y quiero seguir adorando cada parte de tu cuerpo.
—Tú quieres que desista y termine entre tus brazos.
—¿Funcionó?
«Fuerza, campeona», se gritó internamente a si misma.
—Ya sabes lo que tienes que hacer, eh —le palmeó el pecho, alejándose de la tentación con patas. Aunque no pudo por mucho, ya que la mano de JungKook sujetándola por la cintura produjo que ambos cayeran al sillón, con ella encima de él.
—No me voy a dar por vencido, cerecita —le murmuró, sobre los labios con diversión— Hasta que cada que me veas solo quieras saltarme encima.
Hace su entrada a la sala de conferencias donde TaeHyung y SunMi en compañía de dos personas más están trabajando, saluda a todos con una leve inclinación de cabeza y deja sobre la alargada mesa de cristal una canastita con cuatro vasos de café caliente y una bolsa madera con galletas y un pedazo de pastel. Todos corresponden a su animado saludo, algo sorprendidos por la felicidad que desprende con tanta facilidad. Era extraño cuando apenas había pasado un mes y semanas de la pelea que perdió entre su larga recuperación física. No creían haber razones para estar tan sonriente.
—Dejémoslo hasta aquí —sentenció TaeHyung, acomodando unos papeles, los cuales se los entregó al asistente a su lado— mañana seguiremos.
De a uno se van retirando, agradeciendo al pelinegro una vez más su gesto tan amable llevándose el café y unas galletas.
—¿A qué se debe tan grata sorpresa? —preguntó TaeHyung, con una sonrisita— al parecer ese viaje furtivo te hizo bien.
Se contuvo, bebiendo de su vaso de café.
—Algo así.
—¿A dónde fuiste? —preguntó SunMi, desinteresada. No gustándole del todo la respuesta.
—Youjin me llevó a un Hanok en Bukchon el fin de semana.
Su enorme y alegre sonrisa era bastante notoria.
—Me alegro, ¿descansaron? —él asintió. Se veía radiante— los dejó, tengo pendientes.
Apenas SunMi se va —aguantándose las lágrimas y regañándose por ello— ambos hombres toman asiento y TaeHyung es el que rompe el silencio.
—¿Volvieron?
—Digamos que estamos en la fase de conquista. Ojalá pronto pueda decir que volvimos. —sonrió, recordando el erótico momento en el Hanok. Carraspeó, bebiendo de su café— me siento aliviado, hyung. Con Youjin a mi lado me siento más tranquilo.
Él también podía percibirlo.
—Eso quiere decir que volverás también al cuadrilátero.
—No sé, aún tengo un par de sesiones de fisioterapia, debo realizarme estudios que me indiquen cómo me encuentro —pequeños flashes de la pelea y posterior vinieron a su mente— no es lo que tengo en mente ahora. Necesito tiempo.
TaeHyung lo comprendía. Aparte de representarlo y ser su mejor amigo, lo consideraba un hermano. Quería su felicidad y salud ante todo.
—Tómatelo con calma, cuando estés listo volverás con todo —bebió de su café— si quieres volver a tomar el reto por el título, sabes que te apoyaremos.
—Sí, veré.
Aún no estaba muy seguro. El tiempo lo diría.
JungKook alquiló una sala de cine privada para ambos. Tenía dos sillones reclinables muy cómodos con mesas enfrente incluidas, aire acondicionado, mantas y pantuflas —cortesía del servicio— también contaba con una persona que les trajo algunos bocadillos elegidos con anterioridad aparte de los pochoclos y las gaseosas. Youjin estaba demasiado feliz de pasar una noche fuera de su casa luego de tanto encerrada cuidando del pelinegro y él era feliz cumpliendo cada caprichos que ella pedía. Ahora sí tenía el dinero para hacerlo.
—¿Estás cómoda, cerecita?
—Sí —respondió, besando su mejilla. Le ofreció una gominola en forma de oso obligándole abrir la boca. Él gustoso lo recibió.
Se sentía extraño pero bien hacer ese tipo de planes. Unos normales junto a tu pareja. Ladeó su rostro hacia ella, miraba la pantalla concentrada comiendo pochoclos y gomitas —habían escogido una película animada— se veía tranquila, arrugando su nariz al sonreír porque una determinada escena le pareció graciosa. Pasó lo mismo con ella, en algún momento de la película se distrajo, mirando de soslayo a su, ¿Qué eran? ¿Novios? ¿Pareja? Es que ni siquiera podía ponerle nombres ya que solo estaban en plan salida, ¿cómo amigos? Pero los besos y caricias que acontecieron en el Hanok no pertenecían a la amistad.
Aparte, ninguno podía negar que había sentimientos, grandes e intensos. Correspondidos. Entonces. Tampoco eran niños ni adolescentes para hacer la típica pregunta de: ¿Quieres ser mi novia/novio? Se sintió un tanto abrumada al pensar aquello, en distraerse con tonterías cuando lo importante era disfrutar de su compañía, de su risita y sus mejillas redondas que se inflan al comer, de su ceño fruncido porque la hamburguesa con papas que había pedido en mitad del filme le parecía tremendamente delicioso. O que sus ojos de bambi brillarán hermosos admirando la enorme pantalla.
Cuánto lo había extrañado, mucho. Y tonta por haberlo negado, por querer creer que lo había olvidado y simplemente era cariño y gratitud lo que quedó.
—¿Te sientes bien?
—¿Qué?
—Te veo pensativa.
—No es nada —sonrió— vamos a casa.
Terminaron de colocarse sus abrigos, JungKook asegurándose de que el cuello de lana cubriera lo suficiente el rostro de Youjin haciéndola reír. Cubrebocas y demás listo. Salieron de la sala tomados de la mano. Al parecer nadie se daba cuenta y pasaban de una pareja más como el resto. Salieron del gran complejo en dirección al estacionamiento donde habían dejado el auto aparcado. Youjin deteniendo a JungKook porque tenía antojos de beber un café con chocolate y tarta de fresas.
Cruzaron la avenida ingresando al primer café abierto y disponible. Adentro el ambiente cálido tenía poca gente, lo mejor para que ellos pudieran sentarse en un puesto apartado y disfrutar de sus bebidas entre medio de una conversación donde se contaban anécdotas del pasado. Salieron tiempo después, está vez si en dirección al estacionamiento, con una finita llovizna que amenazaba con crecer. Youjin experimentó el tonto deseo de hacerlo como los kdrama y detenerse en medio de la calle.
—Te enfermeras y Kira nos matará.
—No lo va saber —se encogió de hombros, importándole poco y nada— inventare alguna tontería y me creerá.
JungKook se preocupó cuando aumentó la lluvia, no estaba dispuesto a enfermarse. Así que la obligó a moverse sujetándola de la mano para correr y al menos resguardarse hasta que parara, pero no, en medio Youjin lo jaló, con fuerza, la suficiente para que terminara besándolo. Cliché, estúpidamente cliché, pero a estas alturas le importaba tres hectáreas de cacahuates. Y no es como que él se negara o quejara cuando le siguió el beso. Acunando sus mejillas y dejándose morder labio.
Se carcajeo, un poco, admirando la manera penetrante con que le reprochaba su accionar. JungKook en venganza, le rodeó los hombros atrayéndola a él, apretándole la mandíbula con su mano para besarla toscamente, ahora burlándose de las quejas de su cerecita. Sí, se sentía cual adolescente mientras ninguno se detenía en fijarse lo mojados que se encontraban o la mirada crítica y reprobatoria con que algunos transeúntes miraban a la escandalosa pareja mimarse un público. En su propia y única burbuja de amor.
Ingresan al departamento, ambos están empapados y tiritando del frío. JungKook es quien se arrepiente de haberse dejado llevar, pero aun así le da gracia como Youjin abrazándose a si misma se queja que hasta sus huesos están congelados. Apenas se descalzan la lleva de la mano hasta el baño de su habitación, él no siente los pies ni las manos y sino entran en calor de inmediato ni se quitan la ropa mojada, los más seguro es que pescarían un resfriado.
—Anda quítate la ropa.
Enciende la ducha, regulando la temperatura para que el agua que cae no los queme. Ambos se van desnudando, dejando las prendas en el suelo y se meten dentro. Pareciera que el tiempo no los había alcanzado poniendo distancia a su relación, porque se sentían cómodos con sus cuerpos. Youjin es quien suspira sonoramente, aliviada al sentir el agua cálida sobre su fría piel, hecho que hace reír a JungKook detrás de ella. Está dispuesto a tomar el pote de jabón en crema, pero apenas puede moverse ya que Youjin lo abraza por el torso, colocando la mejilla sobre sus pectorales para escuchar los latidos de su corazón.
Al bajar la cabeza y ella ponerse de puntitas de pie, rozan sus labios en un beso dulce y lento que pareciera no conlleva a nada, el plan de él es simplemente que ambos compartan un baño tibio que luego los lleve a la cama directo a dormir. Pero los planes de Youjin parecen otros cuando su dulce beso en los labios pasan a su afilada mandíbula, a su cuello, y hombros en lo que sus manos van descendiendo por su abdomen tenso.
Entiende el objetivo cuando ella no se aparta de su cuello y su pequeña mano está acercándose peligrosamente hacia su intimidad. Se deja, suspira, cierra los ojos disfrutando de las caricias. No sabe con cuál quedarse: los húmedos besos con mordidas incluidas a su cuello, las caricias a su pecho y nuca que jalan de su cabello o la manera en que la mano femenina estimula su miembro colocándolo erecto en segundos. Tampoco sabe que hacer con sus manos que se quedaron estáticas en las caderas de su cerecita, lo está dominando por completo.
Susurra su nombre en un claro gemido cuando está acelera un poco más el movimiento de su mano, está erecto y duro, y ya no cree que dormir sea lo correcto. Es él quien empuña el cabello de Youjin para tomar su boca, para besarla con necesidad y hambre, ambos jadeando por falta de aire. No obstante, ella parece no sentirse satisfecha con eso y lo obliga a apoyarse de la pared. Está tan extasiado y perdido en el placer que no le importa que ella, con besos a cada parte de su piel, vaya descendiendo hasta quedar de rodillas frente a él. Tampoco aparta la vista cuando la ve jugar con su falo.
Le gusta la manera lenta y tortuosa con que lo hace, se obliga a si mismo a quedarse quieto pero le es imposible cuando la boca de Youjin lo toma por completo, sus ojos se voltean por una milésima de segundos. Sus jadeos se pierden en medio del agua que sigue cayendo, su pecho sube y baja agitado y su pelvis, por inercia, quiere moverse. Ella lo está haciendo bien, demasiado bien, así como lo recordaba. Vuelve a gemir su nombre, empuñando parte del largo cabello para controlar el ritmo porque pareciera que ella solo quiere jugar con él. Lo entiende ya que al verlo desesperarse se ríe y las vibraciones solo estimulan más el final. Uno que intenta prolongarlo pero le es imposible, no soporta y en medio de un gemido ahogado se viene.
Apenas vuelve en sí, baja la cabeza, admirando la belleza que aún sigue de rodillas frente a él, intentando respirar con normalidad. Las pecosas mejillas tienen un ligero sonrojo que la hacen ver tierna, pero para él Youjin no representa ternura en ese momento en que la tiene desnuda y a su completa merced, no. Apenas la ayuda a levantarse devora su boca, la aferra con algo de brutalidad a su cuerpo, le agarra las nalgas y las aprieta quitándole un leve chillido que se pierde entre sus labios. La estampa contra la pared de cerámicos y sus manos inquietas comienzan a tocarla entera. La voltea teniéndola de espaldas.
Le gustaba la manera en que su cuerpo se arqueaba hacia el suyo, en como la suavidad de sus pequeños senos se amoldaban a sus manos al masajearlas. A su erección refregándose entre la espalda baja y el trasero predispuesto. Sus jadeos mientras le besaba la mandíbula y el agua de la ducha seguía empapándolos. Tenía una familiar sensación de deja vu que pareció compartir con ella. Youjin se volteó, empuñando entre sus dedos el cabello de su nuca y lo besó invitando a su lengua a saborearla. Él se sostuvo de la pared de cerámicos tan solo segundos cuando sus manos le agarraron las nalgas a la pelinegra y la elevó, acomodándola rápidamente para que su prominente nueva erección se deslizara dentro. Las piernas de Youjin no hicieron más que rodearle la cintura, apretándose mientras lo sentía ir mas adentro, salir, entrar, embestir y gemir. JungKook dobló un poco las rodillas encontrando el equilibrio perfecto, sus pelvis chocando satisfactoriamente.
Besando y chupando la piel de su cuello y hombros, admirando la forma en que sus senos rebotaban. Su pene entrando y saliendo. Estrecha, cálida y dulce. Así se sentía el interior de Youjin, al igual que sus manos acariciándole la espalda, sus acolchonados labios apetitosos besando los suyos. Se sentía tan bien follarla que recordó la primera vez juntos, de la misma manera, en una ducha. Solo que está vez era en la intimidad de su hogar. Y aumentó un poco más con sus brazos sosteniendo parte del cuerpo femenino, sintiendo la paredes vaginales apretarse a su alrededor. A ella gemir. Alborotada. Mojada. Hermosa. Tan suya cuando la vio desmoronarse luego del orgasmo. Sin embargo, no quería que todo terminara allí. Quería más, mucho más.
Apagó la llave del grifo, sujetando el cuerpo con firmeza salió de la ducha sorprendiéndola un poco. Estaban empapados, mojando el piso con cada paso que daban al entrar a la habitación. JungKook la sentó sobre él no permitiéndole hablar cuando la besó de nuevo, acariciando su cuerpo con vehemencia. Sus muslos, caderas, cintura, pechos estimulando sus pezones, echando hacia atrás el cabello para lamer su cuello hasta susurrar en su oído.
—Móntame.
Las caderas de Youjin se movieron por inercia ante esa grave voz cargada de fuego y lujuria. De vuelta a estar tan excitada que su sexo se humedeció contrayéndose y haciendo gemir a JungKook por el apretón a su pene. Se movió en un lento vaivén de adelante hacia atrás, las manos de JungKook sostenían su rostro guiando el beso entre sus bocas, sucio, profundo y demandante. Ella sintió la necesidad de tener el control y lo obligó a recostarse sobre el colchón, a mirarla, a disfrutar de la manera en que comenzó a moverse más rápido sobre su miembro. A gozar ella misma cerrando los ojos y mordiéndose el labio inferior por no querer gemir a gritos. Se sentía tan bien, tan sublime que era indescriptible la sensación de fuego arremolinándose en su vientre. Buscó las manos del pelinegro y las coloco sobre sus senos, indicándole como tocarlas y apretarlas mientras comenzó a dar pequeños saltitos.
La vista para JungKook no hacia mas que excitarlo, más que provocarlo a querer mover sus caderas y embestirla duro, pero no podía apartar sus ojos de su posesa, de la forma de su cuerpo femenino brillante y esbelto. Youjin había ganado curvas, en esos años en que estuvieron separados ella había aprendido a ejercitarse, a comer saludablemente, a verse más bonita y fuerte. Y lo estaba disfrutando, de sus expresiones faciales de placer que se intensificaron cuando decidió jugar con su botón sensible. Escucharla gemir le provocó hacerlo también. Moverse lento, pero dejarle a ella llevar el ritmo. Jadeó cerrando los ojos al sentir las uñas enterrarse en la piel de su abdomen.
El impacto entre sus genitales no hacía mas que aumentar la sensibilidad en sus terminaciones nerviosas. Que ella gimiera su nombre, la necesidad de besarla y sentirla venirse. Que él estuviera estimulando perfectamente su clítoris con los dedos, o su lengua acariciara sus pezones y se compaginara en las embestidas no hizo más que volverlos locos. Buscándose. Devorándose. Llegando mutuamente al orgasmo, llenándose por completo. Dejándose tan exhaustos y satisfechos. Adoloridos y sin poder respirar. Abrazados y con el corazón enlazado.
Reacción de la muchachada después del smut:
"Wow" me mame con esa reconciliación.
Cochinas 🤭
Ya saben que les ailoveo fuerte 😎🤙🏻💕
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