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𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝟭𝟴

⌜Eres hermosa y ahora eres mía⌟
━You're beautiful - The Rose.
•••


No le sorprendió encontrarse solo al despertar muy temprano por la mañana, tampoco la actitud cortante con que Youjin lo trataba, se lo merecía. Aunque en el fondo le divertía verla molesta y a la vez ser muy atenta con él. No se negó ni rechisto cuando lo obligó a salir para visitar algún restaurante cercano donde desayunar, tampoco lo hizo cuando lo arrastró hacia un centro donde se ofrecían varios talleres como pintura, alfarería entre otros. Todos ligados a la historia antigua de Corea. Al menos había despejado un poco su cabeza mientras meditaba en alguna manera de ganarse su perdón.

Incluso habían ido al restaurante de un vecino, del señor que les había alquilado el Hanok. Youjin entusiasmada ayudaba a la esposa de este queriendo aprender hacer pastel de arroz de forma tradicional mientras JungKook escuchaba la historia y el proceso de la bebida alcohólica tradicional makgeolli. Se entusiasmo cuando él mayor le ofreció un vaso en compañía de pajeon, un estilo de panqueque coreano.

—Se ve muy feliz tu novia, muchacho.

Volteó sobre la silla alta frente a la barra, admirando a la pelinegra bastante ocupada con las manos llenas. 

—¿Mi novia? —le dio otro mordisco al panqueque, ensimismado— ah, ella no es mi novia —y de inmediato aclaró— es mi esposa. Si se pregunta por los anillos, ella es algo moderna, no usamos.

En su defensa, prefería que aquel matrimonio pensará aquella falacia a que tuvieran un pensamiento critico, pues al no ser casados era mal visto que un hombre y una mujer convivieran juntos.

—Aigoo, estos jóvenes de hoy en día. Con sus cosas modernas, cuál es la necesidad de alejarse de las tradiciones, jamás lo entenderé. —ven, tan solo siguió la corriente, expresándole que al ser recientes no tardaría en convencerla de colocarle una sortija en el dedo— se ve algo molesta también.

Volvió a girar la cabeza mirando a través de su hombro. Sí, en definitiva su sonrisa se esfumaba cuando ella lo miraba disimuladamente.

—Lo está, hemos pasado por un momento oscuro en nuestra relación, tuve algunos problemas de salud y me aislé un poco —explicó, cabizbajo—  ella me cuidó, se enojó porque anoche me perdí un rato caminando y llegué muy tarde, realmente no fue mi intención.

—Los primeros tiempos del matrimonio son difíciles, pero si hay amor y comprensión entre ustedes, todo pasará.

—Pues ella es un poco difícil.

—Nada que un tiempo de calidad en pareja no pueda solucionar las cosas —el hombre le guiñó un ojo divertido— deberían hacer senderismo por Inwangsan, el día de hoy está precioso y al parecer el clima está de buen humor.

—Gracias ajhussi, lo tendré en cuenta.

Menos mal el hombre no mencionó absolutamente nada cuando su esposa y Youjin se acercaron a ellos. Al regresar a la casa llegaron con algunos recipientes de comida como kimchi y otro poco de pajeon que había quedado. Prepararon la mesa afuera en el pequeño patio, el día con un radiante sol ameritaba hacerlo.

—¿Vas a seguir enojada? —preguntó, observando como Youjin preparaba algunas guarniciones en diferentes recipientes pequeños, luego pasando por su lado casi ignorándole.

—Sí.

—¿Hasta cuando?

—Hasta que me dé la gana —exhaló, dudando de si hacer algún brusco y equivocado movimiento que lo hiciera todo peor— ayúdame a traer lo que falta —se detuvo— ¡No! Debes tomar tus vitaminas, no vi que lo hicieras en la mañana.

—Puedo hacerlo después que termine de ayudarte.

Con un escueto ademán de manos se lo impidió. Resignado se dirigió a la habitación donde tenían los bolsos, se acuclillo revisando el interior del suyo, buscando en su neceser las benditas pastillas. Sin embargo, su atención se vio desviada cuando reparó en el teléfono de Youjin encima de la laptop cerrada en un rincón. La pantalla se iluminaba con una llamada entrante de Park JiMin, para su suerte el aparato estaba en silencio y era imposible que ella se diera cuenta. Desde su posición la espió, terminando de preparar la mesa con esfuerzo. Era momento de hacer su jugada. Así que tomó rápidamente el aparato llevándolo a su oreja con disimulo.

—Hola.

Una sonrisita traviesa surcó sus labios cuando escuchó titubeó del otro lado.

¿Youjin?

—Lo siento, habla Jeon JungKook.

JiMin experimentó un clase de inminente calor subir por sus extremidades al mismo tiempo en que su respiración se volvía irregular. Youjin le había dicho que se iría de viaje, no le específico mucho. Entonces, ¿se había ido con ese tipo?

Ah tú —fingió agrado— ¿cómo estás?

—Bien, gracias. ¿Qué necesitas?

Ambos echándose chispas de odio a través de la línea. A diferencia de JiMin que prefería ser falso, a JungKook le gustaba ser directo.

Si fueras tan amable, ¿podrías pasarme a Youjin? Necesito hablar con ella.

—¡Ya está listo, Kook!

La voz de Youjin se escuchó perfectamente causando en JiMin una irritación que lo obligó a sostenerse de la encimera de la cocina de su casa. En cambio, JungKook estaba demasiado entretenido imaginando a ese rubio pico de pato soltando humo por las orejas. Y para rematar dijo en tono malicioso.

—Lo siento, ella está ocupada, pero le diré que llamaste. Que estés bien.

Cortó.

Bien, ya estaba cansado del bonsai con patas, de su elocuente labia y esa sonrisita brillante que tenía sus facetas dependiendo de su conveniencia. No conocía mucho a Park JiMin, pero estaba muy seguro que no solo era una bonita amistad lo que pretendía con Youjin. No, ese anhelaba mucho y él no estaba dispuesto a dejárselo tan fácil. En realidad, jamás se la dejaría. Y es cuando decidió que activaría su lado atrevido. Realmente empeñado en que volvería a Seúl con Kim Youjin siendo nuevamente su cerecita.

Volvió a la mesa sentándose frente a ella con el aroma de la comida elevándose en el ambiente. Le agradeció cuando le extendió un vaso con agua y se bebió el líquido junto a la vitaminas. Risueño, haciendo ruiditos extraños y arrugando el entrecejo al masticar. Señal de que le había encantado. Youjin lo miraba de reojo, extrañada por el cambio abrupto. Había pasado de ser un cachorro regañado a ser el señor sonrisas.

—Ajhussi me recomendó hacer senderismo —con los palillos sirvió carne arroz y algunas verduras sobre la hoja de lechuga llevándoselo rápidamente a la boca. Agregó luego de tragar— deberíamos hacerlo luego de esto y quedarnos a ver el atardecer, ¿qué te parece?

Parecía un niño entusiasmado con sus redondas mejillas llenas de comida y esa mirada inocente que no se apartaba de ella.

—¿A ti qué bicho te picó? —tomó el potecito de pastillas fijándose si no se había tomado otra cosa— si sabes que habrá mucha gente.

—O tal vez no, ajhussi me dijo que al hacer algo de frío, se reduce bastante la multitud, anda, ¿qué dices, vamos?

No pudo evitarlo, aceptó, sobre todo viendo su sonrisa de conejo con su nariz arrugándose tiernamente.

Prepararon algunos snack para el camino, una botella de agua fresca y otra de té en una pequeña mochila que Youjin llevaba a su espalda, entre otras cosas. Ambos abrigándose bien y cubriendo sus rostros con los cubrebocas para evitar ser reconocidos, aunque tampoco es que les importaba demasiado mientras se mantuvieran alejados de ellos. Subieron los peldaños de piedra hacia unos frondosos senderos, desde las alturas podía verse parte de la ciudad y determinados sitios turísticos. El sol en medio del cielo azul ayudaba a qué el viento frío no sea impedimento para la tranquila y larga caminata.

JungKook en ciertas ocasiones lanzaba algún comentario ocurrente que Youjin le seguía haciéndoles reír. Ambos teniendo muy buena resistencia hasta el momento. Le sorprendía una vez más verla animada liderando del paseo. Lo que le permitió un par de veces tener el enorme panorama de una parte corporal que antes no recordaba estuviera ahí. Los leggins negros que llevaba solo acentuaba su firme trasero redondo y sus torneadas piernas. Parecía haberse puesto en forma y él no se quejaba.

—¿Te diviertes?

—¿Ah?

—Digo, porque no has dejado de mirarme el trasero.

Bufó, deteniéndose un momento para extenderle la botella de agua.

—Solo estoy pendiente del camino, si resbalas por una piedra y caes, yo estaré aquí para sostenerte.

Lo miró, bebiendo el líquido.

—Claro, que considerado, gracias.

—Cuando quieras hermosa.

Desde que habían salido de la casa, él no hizo más que coquetearle o insinuarse de manera indirecta, también encontrando cualquier tonta excusa para tocarle sutilmente la cintura, el rostro o la mano la cual se la sujetaba con firmeza. No entendía de qué iba el cambio repentino de actitud, pero en el fondo estaba feliz. Y nerviosa por su rotunda proximidad.

Al ver un banco decidió tomarse un respiro y sentarse. JungKook advirtiendo también se detuvo observando las mejillas sonrojadas de Youjin y la evidente falta de aire, pues comenzó a desabrochar su abrigo dejando su cuello expuesto.

—¿Estás bien?

—Sí, solo necesito descansar.

Se acercó, acuclillándose frente a ella y escuchando el leve ronroneo al exhalar por aire.

—Se supone que el que tiene problemas respiratorios soy yo —bromeó, borrando la sonrisa pronto— tal vez no debí presionarte.

—No, no es eso —lo miró a los ojos, sus manos hechas puño sobre sus muslos— es que… hace poco más de un año me detectaron cierto problema cardíaco. Creo que consecuencias del pasado —murmuró más para si misma pero lo suficiente claro para que él escuchara— la cuestión es que suelo padecer de arritmias, y ante mucho esfuerzo me fatigo.

—¿Por qué no me dijiste nada?

—Jamás salió el tema —se encogió de hombros.

—¿Quieres que te cargue a mi espalda?

Ofreció, poniéndose de pie al igual que ella.

—¿Perdiste la cabeza? No voy a dejar que me lleves, aún tu cuerpo está sanando, no le haré daño.

«Puedes hacerme otras cosas», se golpeó mentalmente por pensar aquello. No era el momento.

—Bien, volvamos a la casa entonces.

Sentenció, volteando siendo detenido por Youjin yendo en dirección contraria.

—No, quiero llegar a la cima, quedamos en ver el atardecer y es lo que quiero.

—Youjin —lo ignoró, siguiendo su camino. Él la imitó. Percibía cierto humor bajo— ¿Sigues enojada?

—No, pero si sigues mencionando lo mismo lo haré. Muévete.

—Ya te dije que no fue mi intención, el tiempo se me fue y...

Se detuvo cuando ella lo hizo abruptamente girando sobre sus pies para encararlo con la respiración agitada y los ojos cristalizados.

—¿Tú qué hubieras hecho si las cosas fueran al revés? Si la que desaparece soy yo. Lo más seguro es que también me hubieras gritado ni bien llegara —colocó ambas manos en su cintura— agregado a eso, me hubieras dado un sermón dónde meterías a mi familia mencionando mi estado de personaje público. Sumado a eso —indicó tocando su índice derecho con el izquierdo— te asegurarías de mantenerme encerrada cuál Rapunzel con cientos de guardaespaldas a mi alrededor por temor a que me lastime hasta la punta del cabello. Sí, así de exagerado serias si algo me pasara.

Se cruzó de brazos, no importándole si se veía exagerada al expresarse de esa manera.

—Lo siento, pero te equivocas —su voz sonó grave y baja— lo de los guardaespaldas ya es obsoleto, te pondría un chip para estar pendiente hasta de si vas al baño —finalizó, soltando una risita que causó irritación en ella.

—Eso es demasiado —giró, dándole la espalda para seguir su camino— Ya vámonos, que a este ritmo se hará tarde.

La siguió sin decir más nada, sonriendo cual niño travieso porque sabía que la hizo sonreír aunque ella lo quisiera esconder. Luego de largos minutos de caminata al fin llegaron a la cima, había muy poca gente, de esos pocos valientes que lograban hacerlo con destreza y paciencia. Youjin se quedó parada admirando el paisaje desde las alturas. A pesar del helado viento, el sol en el horizonte se escondía majestuosamente permitiendo que el atardecer se viera agradable.

JungKook se mantuvo a su lado, en silencio, atreviéndose a abrazarla por la espalda aún cuando ella intentaba zafarse. Le recordaba a la Youjin de hace tres años, respondona y caprichosa. Aún cuando ella lo negara, se sentía bien ser protegida por esos brazos. Al cabo de largos minutos después admirando el atardecer se distanciaron.

—Debemos volver —volteó— se hará de noche sino nos apuramos.

JungKook asintió.

—Oh, tienes algo ahí.

La detuvo, señalándole el rostro.

—¿Dónde? —frunció el ceño. Rozándose suavemente con los dedos la zona.

—No, en la mejilla —le señaló, él negó— no, más abajo —volvió a negar, quitándole la mano y suplantando por las suyas que le acunaron el pecoso rostro— espera te ayudo —y la beso, un picoteo limpio y sonoro de labios— listo.

Quedó paralizada, con ojos bien abiertos mientras él triunfante y con una sonrisa de oreja a oreja tomaba el camino de regreso.

Se quedó sentado con la piernas cruzadas, su espalda reposaba de la pared y sus brazos cruzados contra su pecho mientras observaba a Youjin entrar a la habitación con un neceser en sus manos luego de haber tomado un baño. Ella de reojo también lo veía, enfurruñada, cada vez colocándola más nerviosa por sus ojos negros fijos en su persona. Se sentó en el colchón, de costado, ignorándolo a él y a su sonrisita de suficiencia.

—Solo fue un pequeño beso.

Exhaló bajito y con dureza.

—Sera mejor dormir.

—¿Por qué lo niegas, Youjin? —desenredó sus brazos, inclinándose levemente hacia adelante— pretendes que creas que todo lo que has hecho por mí es simple amistad, no lo creo.

Se arrodilló, gateando sobre su colchón para acercarse al de ella que ya se encontraba acostada boca arriba, desentendida.

—¿Qué quieres que te diga? 

—Que admitas que ambos seguimos sintiendo lo mismo y que todo lo ocurrido no fue casualidad.

Lo miró por unos segundos desde su posición, dubitativa y confusa. Se sentó evitando su mirada, tomándose el tiempo, sin embargo, al momento de encararlo se encontró intentando aspirar el poco aire que le había quitado al besarla. Y está vez no tuvo opción al situar sus manos sobre los hombros masculinos cuando él la ayudó a sentarse sobre su falda. Demasiado extasiada con el arrebatador beso, con las enormes manos subiendo por sus muslos en un ávido contacto.

Jadeó dejándole total acceso a su boca cuando él le mordió el labio y el roce de sus caderas parecía aumentar un poquito más la tensión. Inquieto subió sus manos por la espalda de ella, metiéndose debajo de la blusa para tocar su tibia piel erizada, alucinado por saber que no llevaba brasier. Le acarició los senos, amasándolos, quitándole un bajo gemido que se perdió en su boca. Las caderas de Youjin se movieron por inercia sobre su prominente bulto debajo de los pantalones. Le quitó la prenda superior adueñándose rápidamente de sus pezones, en pequeñas lamidas y besos que la hicieron gemir cerrando los ojos y mordiéndose los labios.

Fue el turno de Youjin en quitarle a él la prenda de arriba, de lanzarla a un lado y besarlo con hambre, empuñando parte de su cabello ébano mientras se movía lenta y tortuosamente con su centro humedeciéndose cada vez mas. Fue JungKook quien cambió las posiciones colocándola debajo de él y entre medio de sus piernas, devorando la tersa piel de su cuello, descendiendo por la clavícula, tomándose un segundo para rozar con sus labios el tatuaje de las cerezas. Quedándose más tiempo en sus pechos, está vez no solo besándolos entre sus manos sino también succionándolos dentro de su boca. Disfrutando de las uñas enterrarse en la piel de su espalda, los espasmos, los gemidos y ansiosos suspiros. 

Siguió bajando sus labios en leves roces y besos por su abdomen, sus manos levantándole las caderas para quitarle el pantalón. Respiraba con dificultad, le sujetó las piernas abriéndolas para acomodarse entre ellas, sus manos acunándole el rostro para besarla. Está vez de forma dulce, lenta, tomándose el tiempo de recordar sus labios y sabor. La había extrañado tanto y aún no creía tenerla entre sus brazos. Se detuvo, sosteniendo su peso con uno de sus brazos, ambos recuperando el aire que se habían robado. La miró a los ojos, brillantes y dilatados, los cerró rozando sus narices en una inocente caricia.

Inhaló profundamente, rodeándole la cintura y acomodándola a su lado, contra su cuerpo. Aún no era el momento ni el lugar de hacerlo. Los cubrió con la manta y le besó concienzudo la frente ambos disfrutando de la calma, las caricias mutuas y el sueño.

—¿Sabias que es de psicópatas quedarse mirando a alguien dormir?

No sé molestó en abrir los ojos, podía sentir la tranquila respiración de JungKook sobre una de sus mejillas, los largos y finos dedos acariciándole despacio los labios mientras la otra en su cintura. Este sonrió.

—Me gusta admirar a mi cerecita.

—¿Desde cuándo comencé a ser tu cerecita de nuevo? —preguntó, retirándose un poco para mirarle mejor. Se podía percibir una alegre sonrisa en su rostro.

—Desde anoche en que te besé.

—Yo no accedí a nada.

Las caricias se detuvieron y frunció el ceño.

—¿Ah no? —en un veloz movimiento su enorme cuerpo se alzó sobre el de ella, acorralándola y siéndole imposible siquiera moverse por la cercanía de sus rostros y de las mariposas en su estómago al escuchar la voz ronca con tono sensual— entonces fue mi imaginación cuando me correspondiste el beso, cuando te dejaste tocar, desnudar e incluso cuando te moviste sobre mí —una de las manos recorría su costado, erizándole la piel por lo demorado en que lo hacia— quieres que te recuerde también la madrugada del cumpleaños de Jennie en que te lleve a casa.

—No se de que hablas.

Incluso su respiración se volvió irregular al sentir todos los duros músculos contra su cuerpo. En realidad, si sabía de lo que hablaba, pues tiempo después recordó algún que otro fragmento dejándola avergonzada.

—Dijiste que soñabas conmigo teniendo sexo, que te imaginabas que era yo mientras usabas tus juguetitos y lo mucho que anhelas lamer cada músculo de mi cuerpo, ¿no es así?

—Estaba ebria, no sabía lo que decía.

La calló, con otro beso que le quitó el aliento. Ella le rodeó los hombros, como sosteniéndose, elevando sus piernas hasta la cintura de Jungkook dándole más acceso a su intimidad que se rozaba con el bulto dentro de sus pantalones.

—No podemos hacer esto aquí —gimoteo, mordiéndose los labios por la forma en que él movía sus caderas—  tienes que detenerte, Kook no puedo si sigues haciendo ah~

—¿Hacer qué? —jadeó, su pecho subiendo y bajando por su agitada respiración. Sonrió lascivo— esto.

Y simuló una embestida lenta y profunda. La segunda a los segundos enterró la nariz en el cuello de Youjin, la tercera seguido de varias otras con sus bocas acallando los suspiros de ambos.

—Volvamos a casa, cerecita.

Sus labios no dejaban de besarle el cuello, las pecosas mejillas o sus rojos e hinchados labios.

—¿La tuya o la mía? —bromeó, riendo por las cosquillas.

—Da igual, Youjin, solo me apetece hacerte el amor y no pienso soltarte en horas.

—Disculpe señor gran resistencia.

—Mejor llámame Capitán América, aunque para ti soy tu capitán Corea.

Volvió a besarle, pero está vez con tontos y cortos  besos mientras las manos de JungKook le acariciaban el rostro y le peinaba el cabello para quedarse en sus hombros o espalda. Su corazón seguía retumbando dentro de su pecho, emocionado y eufórico. Con el llanto a punto de atacarla.

—No te detendrás, ¿verdad?

—No, no hasta que vuelvas a mí —le besó las pecas, haciéndole reír y le susurró con ternura una vez mas— volvamos a casa, cerecita.

Suspiró, admirándole. Pensó que volver a su lado tardaría mucho más. Tal vez debía hacerlo, que sufriera otro poquito.

—No, no quiero —lo empujó, levantándose rápidamente para colocarse una camiseta que cubriera su desnudez y expresarle con diversión— aún nos queda este día para disfrutar.

A él ya no le importaba otra cosa más que ella. La siguió, levantándola entre sus brazos para seguir besándola y escuchándola reír.

Pero que tremendo, ¿no? 🤭😏 Y eso que fue una manoseada noma'

Mientras tanto ustedes al leerlo

Espero lo hayan disfrutado, porque les cuento que se me borró la parte final donde estos dos se reconciliaban y tuve que volver a reescribirlo. No me frustre de pedo, pero aquí está, la Golden Couple ha vuelto. 😁

Love ya 💕

💟💟💟

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