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彡💍〕EP. 8

𔘓 𝑳𝑶𝑵𝑬𝑳𝒀 𝑬𝒀𝑬𝑺⋆.ೃ࿔
⇢ ˗ˏˋ 🦢┋CAPÍTULO OCHO ⊹.˚
« lágrimas de una rosa marchita »

EL SOL HABÍA INVADIDO la habitación, y aunque el deseo de Cora era quedarse bajo las sábanas hasta que terminara la maldita temporada, una mezcla de orgullo con voluntad hizo que, al menos, se sentara.

Miró la ventana bañada de luz y suspiró.

¿Por qué? ¿Por qué William había sido capaz de romperle el corazón así, con tanto descaro? ¿Acaso se había casado con ella por algún tipo de venganza? ¿Acaso no había sido el tipo de mujer que él necesitaba en la cama? ¿O simplemente se había cansado de ella? La verdad era que no lo sabía. Y solo William tenía las respuestas. Respuestas que jamás conseguiría si no se cruzaban frente a frente, cara a cara.

Se puso en pie y, tras asearse y arreglarse, decidió marchar hacia su residencia antes de que Frances se despertara. Por mucho que quisiera a su amiga, lo que menos necesitaba en ese momento era hablar con ella. En unos breves minutos llegó y, aunque en su interior mantuvo la esperanza de encontrarse con su esposo ni bien arribara, lo cierto fue que no se sorprendió al ser recibida por el mayordomo y el vacío de la casa.

━━Milady, correspondencia para usted ━━se adelantó el criado con una incomodidad que quedó a la vista. Hizo una gentil venia y se retiró como quien huye del diablo.

Cora apenas parpadeó en cuanto descubrió la letra y confirmó el autor al ver el sello. El corazón comenzó a latirle de forma desenfrenada y las manos le sudaron en un santiamén.
Pero no se amilanó. Ella quería respuestas, y quizá ese papel fuera el que se las diera.

       Querida esposa:

       Antes que nada, siento mucho recién enterarme de tu inesperada llegada a Londres. Creí que no vendrías, como habíamos acordado las últimas dos veces. Pero, al parecer, o bien tu humor ha cambiado de forma repentina, o bien alguien te ha animado a venir aquí sin siquiera consultármelo. Y no es que desee ofenderte, pero la verdad es que la segunda opción es para mí un hecho, en especial por el frío recibimiento de lady Donwell ayer en su fiesta.

       Eso sin mencionar la gentil invitación a que me retirara cuanto antes, algo que no tardé en hacer al descubrir el motivo por el cual mi presencia no era bien recibida. Como sea, notarás mi enfado y entenderás que tengo razón, ¿verdad? Con esto quiero decir que jamás me habría expuesto a semejante escándalo si me hubieras mencionado que vendrías a Londres. Pero ya ves lo que ha causado tu imprudencia.

       En fin... Estimo que, a raíz de lo ocurrido, no tardarás en regresar a Sandford Hall, lo que no solo será bueno para ti, sino para los dos. Como ya sabes, yo no iré hasta que cumpla con todas mis obligaciones y cierre algunos negocios nuevos que tengo aquí pendientes.

       Sin más que decirte, te saludo con aprecio.

William

Cora no respiró por varios segundos. Aquel no podía ser William, no el que ella había conocido, no el que él le había jurado que era. Pero la letra era inconfundible y el sello también.
De pronto, el temblequeo de las manos se transformó en una rabia incontenible que no solo destruyó la misiva, sino que además la dominó por completo, pues, al tiempo que espiró el aire, tomó un antiguo jarrón de adorno y lo lanzó contra la pared con extrema violencia.

El sonido provocó que varios criados se acercaran al umbral, pero el mayordomo, al notar el estado de la condesa, indicó con un gesto que todos se retiraran, a excepción de él. Cora, agotada y tras desconocerse en su propia conducta, se dejó caer al piso. La tristeza la envolvió como el peor invierno y el llanto no se hizo esperar.

Las lágrimas le impedían ver con claridad; eran muchas, más de las que había imaginado algún día derramar, pero no le impidieron observar el jarrón roto. Estaba hecho añicos, destrozado sin oportunidad a ser restaurado, tal como lo estaba su corazón. Y entonces, cuando se disponía a quedarse allí, sobre el suelo hasta que la vida se cansara de su existencia, el mayordomo se acercó y, sin decir palabra alguna, la ayudó a levantarse y la guio hasta los aposentos, en donde Cora descansaría sin tener noción del tiempo.

༻🐦༺

Las llamas de la chimenea crepitaban con fuerza, pero ni siquiera así podían dar lucha al frío que envolvía la casa. Era invierno, sí, pero el aire gélido provenía de un lugar más lejano, de un lugar al que nadie deseaba ir, excepto ella: Lucia, su querida e inolvidable Lucia.
Benedict observó la figura de su amada, pero cuando ella se dispuso a abrir la puerta para marcharse a su nunca jamás, él, sin dudarlo, la tomó de la muñeca y le detuvo el paso.

━━No, Lucia, no lo hagas, por favor. Te necesito, hoy y siempre ━━le rogó él, y tras hundirse en los oscuros ojos de ella, le envolvió el rostro con las manos y la besó con locura.

Benedict sintió la piel de Lucia más fría que de costumbre y de allí que se empecinó por besarla con más pasión para darle el calor que ella necesitaba. Pero Lucia no lo permitió. Aunque suave, se desprendió de los tiernos labios de Benedict, alzó la mirada hacia la de él y, tras sonreírle con suma calma, le acarició el rostro y habló:

━━Perdóname, Benedict. Perdóname... ━━Y sin darle tiempo a que la detuviera, Lucia deshizo el agarre del que había sido el amor de su vida, lo empujó para desestabilizarlo, abrió la puerta y huyó.

En cuanto Benedict recuperó el equilibrio, abrió la puerta con desesperación, seguro de que la encontraría.

━━¡Lucia! ¡Lucia! ━━vociferó. Pero no hubo caso, la tormenta de nieve y el maléfico frío invernal se la habían tragado.

Lucia se había ido. Y con ella, el corazón de él.

━━¡Lucia! ━━volvió a gritar Benedict, pero en cuanto abrió los ojos y se descubrió sentado en la cama, en la habitación que ocupaba en Bridgerton House, se tomó la cabeza y respiró profundo para calmarse.

Había soñado con ella.

Otra vez.

Agotado como si hubiera atravesado medio continente, se enjugó la frente y volvió a recostarse boca arriba para mirar hacia la nada misma. ¿Cuándo dejaría de pensar en ella? ¿Cuándo volvería a vivir sin recordar lo doloroso que es perder a quien más se ha amado? Por supuesto, no tenía las respuestas.

Frustrado, cerró los ojos, pero cuando los volvió a abrir, la luz que atravesaba la ventana lo inundó de una nostalgia que le supo tan dulce como la que sentía cuando contemplaba los días grises y lluviosos en Aubrey Hall. Y entonces, sin poder evitarlo, como si lo hubieran sorprendido con un cachetazo, la imagen de aquella mirada triste se impuso en su memoria.

«Lady Lancaster», susurró sin darse cuenta, y un inesperado escalofrío le recorrió el cuerpo al recordar lo cerca que había estado de adueñarse del aliento de aquella mujer. «Una mujer casada», le recordó la razón.

Benedict tragó saliva, respiró profundo y, haciendo a un lado las imágenes de la noche anterior, se puso en pie para alistarse. Desayunar con su familia le haría bien. Lo distraería y le sacaría de la mente todo lo que pudiera significar un problema. Sin embargo, antes de que pudiera siquiera bajar, el mayordomo llamó a la puerta.

━━Misiva para usted, señor Bridgerton.

Benedict tomó el papel que yacía en la bandeja de plata y, tras leerlo, chasqueó la lengua. Louis solicitaba su presencia con urgencia, y el punto de encuentro era ni más ni menos que la cómoda residencia de él. Así, y rogando que no se tratara de alguna lujuriosa fiesta, Benedict inspiró y se armó con valentía. Iría, después de todo se trataba de su mejor amigo.

༻🐦༺

━━Imagino que te quedarás, ¿verdad? ━━inquirió lady Donwell con marcada seriedad.

Estaba sentada en la cama en la que Cora yacía hacía horas sin intención alguna de salir.

━━¿Qué sentido tiene quedarme? ¿Para qué, Frances? ¿Para seguir recibiendo misivas de ese estilo? ━━preguntó señalando la carta que William le había escrito y que Frances sostenía en las manos.

Lady Donwell, hecha una furia, lanzó por los aires el papel y se acercó a la ventana para tratar de calmarse. Y aunque lejos de que el paisaje citadino de Mayfair la tranquilizara, al menos logró pensar con más frialdad.

━━Tú no tienes que irte, Cora. Eres una mujer libre. Puedes hacer lo que te plazca.

Cora suspiró. ━━Te equivocas. Estoy casada, y este es mi destino.

Iracunda, Frances se dio la vuelta. ━━¿Destino? ¿Encerrarte a llorar por tu esposo porque duerme y goza con otra mujer crees que es el destino que te mereces?

━━No, no lo merezco, pero no tengo remedio. Ya me he casado, Frances, y lo debo aceptar.

━━¡Por Dios, Cora! ━━exclamó lady Donwell━━. ¡No puedes pensar así! ━━Observó a su amiga, sin ánimo, sin vida, y espiró la rabia. Caminó de vuelta hasta la cama y se sentó a su lado━━. Entiendo lo que dices. De verdad que sí, pero tal como has dicho, sabes que no es justo.

━━No quiero vengarme. No soy como él.

━━Pero no puedes seguir amándolo, no puedes. No puedes amar a alguien así.

Un nudo se atravesó en la garganta de Cora. Era cierto. Por mucho que ella amara a William, por mucho que deseara que las cosas fueran diferentes, tal y como las había soñado, la verdad era que Frances tenía razón. Y, aunque le doliera más que nada en el mundo, tenía que reconocer que aquel William por el que sentía amor no existía y, muy probablemente, jamás hubiera existido.

━━Pues siento decepcionarte, pero no tengo un plan para estos casos. Nunca me preparé para vivir algo así, Frances.

━━Y no tenías por qué pensarlo ━━Le tomó las manos y la miró con suma empatía━━. Yo también creí que el amor entre ustedes era real, pero la vida tiene estos reveses, querida. Y es tu deber amarte como te mereces.

━━Tal vez, pero no sé cómo hacerlo.

━━Sí sabes. Solo no lo recuerdas porque te dedicaste a amarlo más a él.

━━No puedo volver a ser la de antes, Frances.

━━¿Y por qué no? Jamás te pediría que coquetees con otros hombres, pero ¿por qué no salir y ser apreciada?

━━Sé a lo que apuntas, pero no. Socializar como antaño no estaría bien visto en una mujer casada.

Frances bufó. ━━Otra vez te equivocas. Recuerda que no estás sola. Me tienes a mí ━━Le apretó las manos con cariño y, perspicaz, continuó━━. Y muy bien sabes lo que amo el arte, ¿verdad?

Deshaciendo el agarre, Cora puso los ojos en blanco. ━━Ya sé hacia dónde apuntas, querida amiga, pero no. No sigas con el asunto del señor Bridgerton.

━━¿Y por qué no? ¿Qué tiene de malo? Sería solo compartir tardes de té, charlas sobre arte y, si él lo aceptara, que nos retrate como amigas ━━Y la miró con una sonrisa llena de astucia.

Cora, sin poder evitar sonreír, negó con la cabeza, pero al tiempo entendió la postura de su amiga. Y, aunque su corazón le dictara huir para no sufrir, era cierto que tendría que aprender a convivir con esa nueva realidad. Una realidad que, al parecer, Frances ya había aprendido a atravesar y soportar hacía años.

Tragó saliva, respiró profundo y clavó la vista en la de su amiga.

━━Está bien, pero solo si él realmente desea hacerlo.

Frances, con una sonrisa de oreja a oreja, sintió que quizá, más pronto de lo que esperaba, su amiga volvería a sonreír como antes. Y para lograrlo solo tendría que terminar de convencer al escurridizo señor Bridgerton. Pero de eso ya se encargaría ella.

༻🐦༺

━━Al fin has llegado, cretino.

Louis abrazó y dio unas amistosas palmadas a Benedict y lo invitó a sentarse en uno de los sillones.

━━Y, por lo que veo, estimo que no seremos solo nosotros dos, ¿verdad? ━━inquirió Benedict, astuto, al tiempo que aceptó una copa de su amigo.

━━En efecto, querido amigo. Pero no creas que será un encuentro como los que solía organizar antes ━━sonrió, divertido━━. Esta vez, se trata de un magnífico negocio.

━━Ya te he dicho que no deseo volver a pintar. Y mucho menos mujeres casadas ━━le recordó, y dio un largo sorbo a la copa.

Louis sonrió de forma completa y misteriosa.

━━Sin duda alguna tu memoria es un desastre ━━Bebió un sorbo y, tras una mirada exagerada hacia el infinito, regresó a Benedict, pero con una ceja alzada con altanería━━. Se trata de una señorita. La señorita Palmer, ¿recuerdas?

Benedict inspiró alzando la barbilla y se relajó sobre el respaldo del sillón. ━━Oh, sí, la señorita Palmer.

Louis entrecerró los ojos. ━━Tu entusiasmo me conmueve ━━ironizó, pero tras dejar la copa sobre la mesa, adelantó el torso en dirección a Benedict y, tras asegurarse de que ningún criado estuviera cerca, continuó en voz baja━━. Pero estoy seguro de que las ocho mil libras que recibirás por retratarla te entusiasmarán mucho más que a mí.

Benedict, que había tomado un trago al tiempo que escuchó la oferta, casi escupe el brandy.

━━¡¿Ocho mil libras?! ━━exclamó sin pensar.

━━¡Chisss! Haz silencio, que los demonios circulan por donde menos esperas.

━━Pero es una broma, ¿verdad?

━━No, no lo es. Y ya verás cuando te lo confirme el propio benefactor de nuestra señorita ━━Sonriente, bebió un largo trago━━. Ya le he confirmado que lo harás, pero insistió en que quería conocerte. Y lo entiendo, pues al parecer su querida amante desea hace bastante que la retrates.

━━¿Y quién es el misterioso benefactor? ━━resaltó un Benedict más animado.

Louis se dispuso a desvelar el nombre, pero en cuanto abrió la boca, el mayordomo los interrumpió para hacer pasar al hombre que ambos estaban esperando. Alto, corpulento y de mirada azul profunda, el caballero entró en el salón.

━━Señor Dixon ━━saludó gentil.

Tanto Benedict como Louis se pusieron de pie, pero este último fue quien se acercó y, tras recibirlo con una respetuosa venia, lo saludó.

━━Qué alegría volver a verlo, lord Lancaster. Lo estábamos esperando.

Y entonces, en un simple abrir y cerrar de ojos, la sonrisa de Benedict se esfumó.

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