彡💍〕EP. 16
𔘓 𝑳𝑶𝑵𝑬𝑳𝒀 𝑬𝒀𝑬𝑺⋆.ೃ࿔
⇢ ˗ˏˋ 🦢┋CAPÍTULO DIECISÉIS ⊹.˚
« el arte de amar »
LADY DONWELL NO DUDÓ en retirarse junto a Cora en cuanto esta le suplicó irse de la fiesta. Después de todo, había quedado más que claro frente a los ojos de los invitados que tanto ella como la condesa habían asistido a aquel penoso baile. Pero Cora, lejos de querer hablar, solo le pidió que la dejara sola, algo que Frances cumplió con la condición de que se quedara en Donwell House; por fortuna, el barón se había marchado a un «viaje por negocios» y no volvería hasta la semana entrante.
La mañana llegó y, por mucho que le hubiera gustado esquivar a su amiga, sabía que no podía hacerlo, por empezar, porque estaba en la casa de ella y cruzarla sería inevitable.
━━Al fin has aceptado compartir el desayuno conmigo ━━expresó la baronesa en cuanto la vio entrar en la sala.
Un servicio de té acababa de llegar y ambas se dispusieron a disfrutarlo una vez que los criados se retiraron.
━━Siento mucho haberte hecho perder la fiesta, Frances.
Al tiempo que servía el té, lady Donwell rio por lo bajo. ━━Lo lamentarás más tú que yo. Si había algo por lo que estaba rogando, era por una razón para irme cuanto antes ━━Y le ofreció una taza humeante.
Cora la aceptó. ━━Enhorabuena entonces ━━se limitó a responder. Bebió un sorbo y, decidida a no abrir la boca, se adueñó de una exquisitez.
Frances la observó. La conocía y, si ella no la presionaba, ni en tres vidas Cora confesaría por qué había decidido huir la noche anterior.
━━¿No me lo dirás? A mí, tu amiga, la que siempre te ha acompañado y jamás dejará de hacerlo.
Cora alzó la vista y suspiró. ━━¿Y por qué crees? ━━Bebió té━━. ¿Qué mujer soportaría ver a su esposo con su amante?
Frances sonrió con astucia. ━━¡Oh, vamos! A mí no me engañas, Cora. No hubo ni un momento de la noche en que le dedicaras una mirada al mequetrefe de William.
━━¿Hacía falta? ━━Chasqueó la lengua y tomó un poco más de la infusión.
━━No, por supuesto que no. Y, sin embargo, podría jurar que algo te pasó en aquella terraza. Disculpa si no quiero ignorarlo, pero estabas con el señor Bridgerton si no me equivoco.
Cora inspiró profundo, retuvo el aire y espiró. ━━¿Y por qué deduces que tuvo que pasar algo? Solo me sentí mal y decidí irme.
Frances arqueó las cejas y puso los ojos en blanco. ━━Claro, claro. De seguro fue así... ━━ironizó, y se devoró un trozo de pastel, uno de sus favoritos.
Cora frunció el ceño. ━━Eres mi amiga ¿y no me crees?
Frances la fulminó con la mirada. ━━Eres mi amiga y ¿osas mentirme? ━━Tomó un sorbo de la infusión y dejó la taza sobre la mesa━━. Porque si no me cuentas la verdad, de verdad que ofendes mi inteligencia, Cora. Cualquiera que vio a Benedict Bridgerton volver a entrar al salón se dio cuenta de que pasó de ser un caballero feliz a uno afectado y confundido.
Cora tragó saliva. ━━No puedes pensar mal de él, Frances. Benedict Bridgerton es todo un caballero.
Lady Donwell, con una sonrisa llena de picardía, ladeó la cabeza hacia un lado. ━━No hay dudas de ello. Pero quizá simplemente haya pasado a ser un caballero en aprietos... ━━soltó sugestiva.
━━¿Un caballero en aprietos? ¡¿Pero de qué estás hablando, Frances?!
━━Lo siento, pero es así. Sus ojos lo delataron, Cora ━━La miró fijo y continuó━━. Se ha enamorado de ti. ¿No te has dado cuenta?
Y entonces, cuando Cora casi le confiesa lo que había ocurrido en la terraza de Dixon, la voz del mayordomo las interrumpió.
━━Lady Donwell, el señor Bridgerton ha llegado y aguarda por ambas en el cuarto de huéspedes, tal como usted lo solicitó en caso de que viniera. Y estuvo de acuerdo al ver que allí es mayor la luz natural a esta hora del día.
━━Oh, qué oportuno ━━sonrió la baronesa━━. Pues yo no me siento bien, así que infórmele que lady Lancaster será la única que subirá para hacer de modelo.
Cora, con el corazón en la boca, quiso intervenir, pero Frances despachó al criado lo más rápido que pudo y se adelantó a sus planes.
━━Frances...
━━Ni siquiera lo intentes. Esta es mi casa, por lo que harás lo que te ordene ━━Suspiró━━. Subirás a ese cuarto y arreglarás las cosas como debes. Y cuando digo como debes me refiero a complacer tu corazón y el de él, ¿entendido?
Y aunque a Cora le hubiera gustado oponerse, lo cierto era que todo el cuerpo le exigía ver a Benedict Bridgerton. Después de todo, besos y miradas como las de la noche anterior no se olvidaban con facilidad, mucho menos cuando prometían más que simple pasión. El corazón le latía cual galope de un cimarrón. ¿Qué haría? ¿Qué le diría? La noche anterior había sido, por lejos, de las más hermosas de su vida, aunque hubiera sido solo por el beso que él le había obsequiado y, aun así, Cora no sabía cómo reaccionar.
Y tenía sentido, después de todo, lo había abandonado en la terraza, sin explicaciones. Un claro rechazo para cualquier hombre. Aun así, no había que ser un iluminado para entender que, si ella se había ido, no era más que por la sencilla razón de que estaba casada. No era libre y nunca jamás podría darle lo que, muy probablemente, un caballero como Benedict Bridgerton buscaba de una mujer. Pero allí estaba, a un paso de entrar en el cuarto en el que él la esperaba para seguir retratándola.
Respiró profundo varias veces y cuando creyó que estaba lista, avanzó y abrió la puerta.
Dios. La imagen de Benedict, de espaldas frente a la ventana, la cautivó en cuanto descubrió que no había hombre más hermoso que él bajo la luz del sol. Cada cabello azabache era iluminado como si del hijo de un dios griego se hubiera tratado. Pero cuando se giró para quedar de frente a ella, la luz de los ojos de él, terminaron por hechizarla.
━━¿Lady Lancaster? ━━inquirió con un tono tan lleno de calma que parecía como si hubiera sido la primera vez que se veían. Caminó hasta ella, le tomó la mano y le besó los nudillos, aunque esta vez de forma rápida━━. Por favor, tome asiento. Ya he preparado el sillón junto a la ventana, pues la luz de aquí, sin duda alguna, es la mejor ━━Y le señaló el lugar donde ella debía sentarse.
Tratando de tranquilizarse, caminó hasta el sillón y se acomodó. Benedict se sentó frente al lienzo y, completamente concentrado, comenzó a dar pinceladas.
Se lo notaba tan profesional que Cora sintió la obligación de mostrarse tan fría y calma como él. Sin embargo, la verdad era que solo Dios sabía el gran esfuerzo que Benedict estaba haciendo por no reaccionar ante la belleza de lady Lancaster. Solo Dios sabía lo mucho que le dolía no poder reaccionar como lo había hecho la noche anterior. Y entonces, cuando se centró en los ojos de ella, su corazón estalló.
¿Sentía miedo? ¿Estaba loco o Cora estaba a punto de temblar?
Benedict frunció las cejas, se enjugó la frente —lo que le dejó una pequeña mancha de pintura—, se limpió las manos y, tal como había hecho a lo largo de su carrera, se acercó a la condesa. Ninguno de los dos supo que el corazón del otro estalló en cuanto la distancia entre ambos comenzó a acortarse. Lo disimularon muy bien.
No obstante, en cuanto Benedict se agachó para acomodarle unos bucles que caían rebeldes sobre los pómulos de Cora, ella no logró evitarlo y suspiró. Sentir el aliento de ella hizo que su propia respiración se agitara. Tragó saliva, rogando a la razón que lo ayudara a no cometer la locura de la noche anterior, pero sabía que el desafío iría en aumento si permanecía tan cerca de ella.
━━¿Está bien? ━━inquirió él con suavidad, en un susurro.
Lady Lancaster casi desfallece al oír el musical tono con que le había hablado. ¿Podía ser un hombre tan delicado y sensual al mismo tiempo? Por todos los santos, sí. Aunque solo Benedict Bridgerton. De eso no le cabía la menor duda.
━━Sí. Solo es que... ━━Se aclaró la garganta━━. Solo es que siento un poco de calor ━━soltó sin pensar.
Y era cierto. ¡Claro que era cierto!
Benedict la observó y, al instante, notó la rojez en las mejillas. Tal vez fuera calor, tal vez fuera vergüenza. Como fuera, era una certeza que él movilizaba en ella emociones de forma inevitable. Calmo, pero sin perder tiempo, le quitó el chal que, hasta entonces, le había cubierto la zona del escote. Y entonces, los ojos de él se posaron en el pecho de ella, y percibió una belleza inigualable al verlo elevarse más veloz que de lo de costumbre.
Estaba agitada. No había duda.
Cora, al descubrir que la mirada de él se había hundido en el escote, no pudo evitar la aceleración de su corazón y, exigiéndole ayuda a su razón, no tuvo mejor idea que enfocarse en lo que creyó los liberaría de la tensión que los envolvía.
━━Tiene una mancha, señor Bridgerton ━━dijo apenas con un hilo de voz.
Y con la cautela de quien va a tocar el objeto de su perdición, posó una mano en el pómulo de Benedict y con el pulgar borró la mancha de pintura de la frente de él. Pero fue un error. Quizá el más grande de todos los que pudo haber cometido, pues Benedict, de forma inevitable, cerró los ojos tratando de contener las sensaciones que ella acababa de producirle al entrar en contacto con él por propia voluntad.
Y Cora se rindió.
Verlo esforzarse por respetarla, verlo contenerse por hacer lo que era obvio él deseaba la volvió loca. Y así, haciendo a un lado los gritos desesperados de su mente, posó la otra mano en el rostro de él y esperó a que Benedict abriera los ojos. Él los abrió, y ella, tras sumergirse en su océano de calma, lo besó.
Lo besó como nunca había besado a un hombre en la vida. Lo besó como si fuera el último día de su existencia. Lo devoró. Lo devoró como quien reclama lo que sabe que por derecho le corresponde. Y así era, pues tanto Cora como Benedict sabían que eran el uno para el otro.
No le importó los obstáculos. No le importó las leyes mundanas y divinas que con ese beso ella estaba incumpliendo. Lo único que importaba era que, unida a él, era feliz. Y Benedict no perdió tiempo. Impulsado por el vendaval de la pasión, tomó a Cora por la cintura y la presionó contra su duro torso.
Quería que sintiera el fuego de su cuerpo, que ella, y solo ella, había sido capaz de encender luego de tanto sufrimiento, luego de tanto dolor. Y Cora lo sintió. La dureza del miembro de Benedict chocó con urgencia contra el vientre de ella, lo que la hizo gemir. Benedict casi desfallece al escuchar el gemido, pero tomó fuerzas y la elevó para recostarla sobre la cama para huéspedes.
Sus manos, tan ágiles como cuando pintaba, fueron desnudándola al tiempo que su boca le obsequiaba un reguero de besos por el fino cuello de ella. Liberó los pechos y, extasiado al contemplarlos, bebió de cada uno con una suavidad que desquició a la pobre condesa. Cora sintió la calidez húmeda de la lengua de él y un electrizante calor le dominó el cuerpo hasta que, de forma inmediata, se arqueó hasta chocar su pelvis con la de él. Y Benedict no lo pudo evitar. Poco a poco, perdía la cordura. Los gemidos de imperiosa necesidad de ella y los movimientos eran un reclamo que no podía ignorar.
Ágil, pero sin perder la dulzura, se deshizo de las prendas de ella y, tras contemplarla en su absoluta desnudez, como si de la misma Venus se hubiera tratado, se arrancó su propia vestimenta para igualar las condiciones y lanzarse al infierno más exquisito que los esperaba. Cora observó el adonis que tenía sobre ella. Era la mezcla perfecta entre delicadeza y masculinidad. Era del plano terrenal y, a la vez, del divino. Sus pectorales eran tan firmes que parecían forjados del mejor hierro y los brazos musculosos auguraban la fuerza de un titán. Era majestuoso, y ella se había rendido ante aquella belleza sin igual.
Extendió un brazo y, perdida en el vaho de la necesidad, gimió el nombre de él. Fue inevitable. En el momento exacto en que Cora rogó por él, Benedict entendió que la obedecería por los siglos de los siglos. Sería su esclavo si ella así lo disponía. Sería lo que Cora necesitara, pues no había marcha atrás: él se había enamorado.
Veloz, se posicionó al lado. Se habría lanzado a hacerla suya, pero deseaba que gozara como en verdad merecía. Posó una mano sobre el centro de la feminidad de Cora y, con suavidad, desplegó los labios y le acarició el clítoris. Estaba húmeda. Estaba lista. Cora lo abrazó por la nuca y él la envolvió con sus fuertes brazos para volver a besarla con esa pasión que lo estaba consumiendo. Una vez más bebió de los blancos senos y, cuando la oyó gemir con doloroso placer, no lo pudo evitar y la penetró.
Ambos exhalaron al mismo tiempo. Los cuerpos encajaron con una precisión predestinada. Y la comunión entre sus miradas unió las almas para el resto de sus vidas. Ella sería solo para él, y él solo para ella.
Con urgencia, Benedict comenzó a moverse. Al principio con embestidas más suaves aunque profundas. Pero cuando las uñas de las manos de Cora se clavaron en la espalda de él, Benedict aumentó la cadencia hasta que las embestidas se tornaron fuertes y llenas de pasión. El calor la dominó y el disfrute que él le estaba ofreciendo jamás lo había experimentado. Parecía un sueño y hasta creyó que probablemente lo fuera, pero descubrió que no era así cuando estalló en el más exquisito orgasmo.
Benedict la había llevado hasta las estrellas, y el gemido de placer lo enloqueció. Aumentó la velocidad de las embestidas, y cuando su miembro se hinchó al sentir la estrechez de ella, se derramó sobre el vientre de la condesa de forma escandalosa. Los cuerpos, satisfechos, quedaron enredados entre las sábanas, pero sus almas supieron enseguida que la necesidad del uno por el otro jamás se saciaría.
━━Por favor, quédate conmigo. Donde sea, donde tú digas, pero solo conmigo ━━Y la presionó contra su torso, con el miedo de quien teme perder a alguien en un simple abrir y cerrar de ojos.
Pero Cora no respondió, al menos no con palabras. Sabía que existía un problema que excedía la voluntad de ella, pero prefirió no pensar. Se acurrucó entre los brazos de él y cayó, al igual que Benedict, rendida ante Morfeo.
VOTA━━COMENTA━━SIGUEME
ღ𝒥ennymorningstarღ
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