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O28

( CAPÍTULO VEINTIOCHO )


HACÍA UN CALOR DE MIL DEMONIOS.
El sol parecía estar rabioso aquel día, filtrándose por las ventanas y sumiéndolos en un infierno.

Talia se abanica con una mano mientras lanza los dados con la otra. Cinco.

   Dina casi salta de su asiento. "¡No!"

   Talia suelta una carcajada maliciosa y patalea, entregándole el dinero falso a Ellie. "El muelle, por favor", dice vanidósamente.

   Ellie le entrega la propiedad, sonriendo de lado. "Supongo que el resto de nosotros estamos jodidos".

   "Y espera a que ponga hoteles", Lev dice, negando con la cabeza.

   "Efectivamente", Talia sonríe.

Habían comenzado a jugar a mediodía, después de comer. Se habían desparramado en el sofá y los sillones alrededor de la mesa de café y se habían asegurado de abrir todas las ventanas y separar las cortinas, para que así pudiese entrar aunque sea el más mínimo viento. No hace falta decir que para Talia cocinar aquel día había sido una misión casi imposible. Y como si el calor del día fuera poco, tuvo que lidiar con la presencia de Ellie a su lado, que llevaba una camiseta negra sin mangas que se ajustaba a su cuerpo como si su único propósito fuera mostrar su físico, dejando a la vista el contorno de sus abdominales y las pecas esparcidas por sus hombros. Era una distracción, y se volvía aún peor cuando Ellie decidía juguetear con ella.

Como cuando estaba ocupada troceando algunos vegetales y de repente sintió la tibia respiración de Ellie en la curva de su cuello y sus manos en su cintura, lo que inmediatamente la hizo detenerse.

   "Ellie", Talia había dicho con tono de advertencia. "Sabes que quiero terminar esto hoy, ¿verdad?"

La ojiverde había emitido un sonido y luego había presionado sus suaves labios en el cuello de Talia, repetidamente.

   "De veras deberías dejarme continuar. . ." La pelinegra suspiró, apretando el borde de la encimera con fuerza.

   Ellie no dijo nada, sólo siguió repartiendo besos por todo su cuello, haciendo que el mundo de Talia se sintiera borroso. Y luego, como si nunca hubiera pasado en primer lugar, se detuvo, y se alejó diciendo, "como quieras", con voz burlona.

   Después de respirar profundo varias veces y ponerse a tierra, Talia logró volver a lo suyo, diciendo, "no seas tan zorra, Ellie Williams". Ellie se había reído.

La pelinegra estaba agradecida por su presencia, sus comentarios ligeros y sus toques fugaces. Hacía todo más fácil, en todos los aspectos de la vida.

En general, las cosas iban bien. Ahora que todo se había solucionado y que Ellie y Dina habían aclarado las cosas, todo parecía ir mejor. Se había creado una rutina diaria que no querían romper.

Pero incluso con el buen curso de las cosas, Talia estaba preocupada por Ellie. Le parecía que no estaba comiendo bien, y por eso hacía tanto hincapié en que viniera a almorzar. Y si ella misma estaba teniendo problemas para dormir, no quería imaginar por lo que estaba pasando Ellie.

Sabía que Ellie intentaba actuar como si todo estuviera bien, pero eso no podía ser más falso. La verdad se escondía entre los pequeños detalles: en la forma en que su mano derecha temblaba sin motivo aparente de vez en cuando; en cómo parecía desvincularse de la realidad durante unos instantes y sólo lograba volver en sí cuando sentía el contacto de Talia en su piel. . .

Y también en los detalles más grandes: como aquella vez que Lev había roto una taza. La cara de Ellie se había contorsionado en una expresión de horror y su vista se había desenfocado. Se quedó congelada. Talia la había sentado, asegurándole que todo estaba bien y que estaba a salvo. Siempre le dolía verla así. Sólo quería que Ellie pudiera sentirse bien y vivir en paz.

Talia también tenía sus problemas, ya no reaccionaba igual ante ciertas cosas cotidianas, como los perros. Si bien antes deseaba ferozmente tener uno, eso se había esfumado, ya que ahora sólo le recordaban de todo lo ocurrido en Seattle y no podía evitar congelarse o empezar a retroceder cuando veía uno.

Pero tenía la sensación de que las cosas iban a mejorar y de que todos iban a poder sanar y recomponerse, quizás volver a ser quienes eran en algún momento. Cada día las cosas se sentían más en orden, y eso la llenaba de optimismo para el futuro.

Ellie tira los dados. Sale doble, así que compra una propiedad y lanza de nuevo. Es doble otra vez.

   "Ojo", Dina dice. "Una más y te vas a la cárcel".

   "Eso no sucederá", Ellie lanza de nuevo. Doble. "Maldita sea, tienes que estar bromeando".

Los presentes estallan en carcajadas mientras Ellie lleva su pieza al punto indicando, con el ceño fruncido.

   "Es la tercera vez que me pasa".

   "Mira el lado positivo, eso es mejor que caer en mi propiedad", Talia responde.

   "Tú nunca me cobrarías de todas maneras".

   "Puede que eso sea cierto".

   "Oigan, no se valen las alianzas", Dina interviene. "Lev, tenemos que hacer algo".

Así había transcurrido parte de la tarde, entre discusiones y bromas y zumos bien fríos. Se quedaron charlando animadamente luego de terminar el juego, Dina empezó a hablar acerca de una granja.

   "Está muy cerca de Jackson y, piénsenlo, es una vida mucho más pacífica y tranquila".

   "Sí, Dina, sabemos que ese es tu sueño frustrado", Talia dice de manera burlona, llevando una mano al cabello de Ellie, que estaba sentada a su lado. La ojiverde se inclina hacia su toque.

   "¿No les parece una buena idea?"

   "A mí me gusta", Lev responde, encogiéndose de hombros y poniendo los pies sobre la mesa.

   "Sería bueno algo más de tranquilidad. Jackson puede ser demasiado", añade Ellie.

   "Tendría que ser luego del parto", Talia replica. "Pero, Dina, dijiste que hablaste con María. . . quizá podríamos empezar a arreglarla pronto".

   Dina sonríe ampliamente. "No puedo esperar".

   Talia levanta un dedo y lo agita. "Pero no te ilusiones demasiado, todavía hay que ver qué podemos hacer".

A las dos y media de la tarde, Ellie comienza a despedirse. Era extraño, nunca se iba tan temprano. Sin pensar más en ello, Talia se levanta y la acompaña hasta la puerta, como todos los días.

   "Nos vemos, bonita", Talia se inclina hacia delante y planta un suave beso en los labios de Ellie, sintiendo un hormigueo en las yemas de sus dedos.

   "En realidad tengo algo en mente", Ellie responde cuando se separan, poniéndose su chaqueta. "¿quieres salir conmigo más tarde?, ¿solo tú y yo?"

   Talia, sorprendida y sin dudar ni un segundo, asiente con la cabeza fervientemente. "Por supuesto, ¿qué tienes en mente?"

   "Estaba pensando en salir a escondidas. Hay un buen río cerca, tal vez deberíamos ir a nadar".

Talia lanza una mirada al cielo y hace una pequeña mueca, insegura.

   "Ya me aseguré de que fuera agradable para ti". Ellie destaca. "El agua es fría y clara, no es muy profunda".

   Talia deja salir una sonrisa brillante y ladea la cabeza, el alivio se sintió como una brisa en su rostro. "Gracias, Ellie. Lo aprecio".

   "Asi que. . . ¿Te veo en una hora?"

   "Sí", Talia cierra la puerta a medias y asoma la cabeza, sonriendo torcidamente. "Luce tu ropa más sexy".

Lo último que ve son los ojos muy abiertos de Ellie y sus cejas levantándose antes de cerrar la puerta. Alzando una mano y tapándose la boca, apoya la espalda contra la puerta, sintiendo su cuerpo vibrar con emoción.

   "Tal, ¿qué tienes?" Dina pregunta, levantándose del sillón y caminado hacia ella con una mano en el vientre.

   Los ojos de Talia, desorbitados, se dirigen hacia ella. "Tengo una cita".

   "Dios, idiota. . . me asustaste", Dina respondió, soltando un largo suspiro.

   "Y no sé por qué le dije a Ellie que usara su ropa más sexy. . ." Talia murmura, palmeándose la frente y empezando a caminar rápidamente a las escaleras.

   Dina la sigue. "Espera- ¿Qué? ¿Que le dijiste qué?"

   "Joder. . . espero que no se lo tome en serio".

O sí.

Ella se mete en su habitación, cierra la puerta y se pone a caminar alrededor, agitando las manos. Se sentía como una mera adolescente.

   "¡Sabes que cuando llegues me lo tienes que contar todo!" Dina grita desde fuera.

   Talia suelta una risa baja y se mete en el baño. Observándose en el espejo, dice, "vale, una hora".

Ella acelera su rutina y pone especial atención en los detalles. No era alguien que se esforzara mucho en su apariencia, pero ahora se sentía impulsada a hacerlo. La emocionaba, era casi como en esas cursis películas para adolescentes que a Dina le encantaba ver. Ella decide dejar su cabello suelto, lo cual era raro ya que solo lo soltaba cuando dormía. Normalmente estaba atado en una coleta porque era muy largo y estorbaba un poco, pero ella no quería cortarlo. Su madre biológica. . . No recuerda casi nada acerca de ella, lo poco que tiene son algunas fotos, y aunque se parece mucho más a su padre, Talia tiene exactamente el mismo pelo largo, espeso y negro azabache que su madre. Por eso apreciaba mucho esa parte de sí misma, aunque a veces fuera molesta.

Parada frente al clóset, Talia ladea la cabeza. No tenía ningún bañador, eso era obvio, ¿quién iba a una tienda abandonada y agarraba un bañador? Suponía que Ellie tampoco tenía uno, así que simplemente se decide por algo diferente a los sujetadores deportivos que siempre usaba.

Finalmente se vistió y bajó corriendo las escaleras. Hizo una parada en la cocina para preparar algunos bocadillos. Siempre era importante llevar snacks a salidas como esas, o al menos eso veía en las películas. De todas maneras, no quería que faltara nada.

   "¿A dónde vas?" Lev entra en la cocina, enarcando una ceja y mirándola de arriba a abajo.

   "Tengo una cita con Ellie", Talia anuncia con una sonrisa.

   "Asqueroso", Lev hace una mueca y se va por donde vino, con una manzana en la mano. Talia sólo pone los ojos en blanco y sigue en lo suyo, sonriendo ligeramente.

Cuando terminó, alistó su mochila y se sentó en el sofá. Ahora sólo tocaba esperar. No podía dejar de mover la pierna. Se sentía irracionalmente nerviosa, aunque- quizá no sea algo irracional. . .

Finalmente decide dar un alto al frenesí de sentimientos que le nublaban la mente, respirando profundamente y relajándose en el sofá, cerrando los ojos. Talia era una persona usualmente calmada, los nervios no eran algo con lo que tenía que lidiar regularmente, pero había notado que cuando se trataba de Ellie le costaba mucho pararlos.

Decidió esperar poniéndose al día con su lectura más reciente. Estaba agradecida de que la casa tenía una gran variedad de libros, los suficientes para destruir el aburrimiento.

El tiempo pareció volar. Giró la cabeza de golpe cuando unos toques en la puerta la sobresaltaron. Ella vió que ya era la hora indicada. Se levantó y se paró frente al espejo, comprobando su apariencia. Pasó una mano por su cabello, se encogió de hombros y caminó hasta la puerta.

   "¡Dina, ya me voy!"

   La vista de la suave sonrisa de Ellie alivió sus preocupaciones. "Hola", saludó la ojiverde.

   "Hola, preciosa", Talia cerró la puerta tras ella y se acercó a Ellie. "No te veo desde hace un largo tiempo, ¿cómo has estado?" Dijo, sarcástica.

   "Ha pasado un montón de mierda, no tienes ni idea", respondió Ellie.

Talia se rió ligeramente y comenzaron a caminar. En el momento en que salieron a la calle, Talia sintió que el sol caliente atacaba su piel. Ella arrugó la cara como un vampiro que empieza a quemarse y entrecerró los ojos.

   "Dios", echó una mirada a Ellie. "¿Cómo puedes usar esa chaqueta?".

   Ellie se encogió de hombros. "Me gustan mucho las chaquetas".

   "No me gustaría estar en tus zapatos".

Talia miró a su alrededor. Las calles de Jackson estaban llenas de gente, hoy más que nunca, pues era sábado y el único día libre para la mayoría de habitantes del pueblo. Cada uno decidía con qué entretenerse, si dar una caminata, sentarse por el lago, entrar al bar...

Sus ojos se detuvieron en la chica que estaba a su lado, sólo para darse cuenta de que Ellie la miraba a ella primero. Talia le sonrió cálidamente y se fijó en su aspecto. Ellie también había decidido hacer algo diferente ese día: sorprendemente, la chica de ojos verdes llevaba el pelo suelto, que caía hasta la mitad de su cuello, con una parte metida detrás de su oreja.

   "¿Qué?" preguntó Ellie ante la inspección, levantando una ceja.

   "Estás muy guapa", dijo Talia. Probablemente tenía corazones por ojos.

   Ellie apartó la mirada, pero a Talia no le pasó desapercibido el ligero tono rosado que cubría sus mejillas. Un segundo después, volviendo a mirarla, dijo: "Tú también. Siempre lo estás".

Talia empezó a abanicarse y negó con la cabeza, sonriendo levemente.

   "¿Ya te estás muriendo de calor?"

   "Absolutamente. Échale la culpa al pelo que tanto te gusta".

Ellie dejó escapar una risa ronca y sus dedos fueron hacia el cabello de Talia, empujando un trozo de él tras su hombro. Su mano cayó, y cuando lo hizo, rozó la de Talia. Sus meñiques se tocan y luego, casi desesperadamente, se entrelazan sus manos. Se acercaron más, inconscientemente, sin importarles mucho el calor del día.

Hablaron de cosas sin importancia mientras se abrían paso por Jackson, Talia se limitó a caminar con Ellie a ciegas, balanceando sus manos entrelazadas. No tenía ni idea de adónde iban, pues nunca se había escabullido.

Las miradas la hacían sentir incómoda y un poco enojada. Podía decir que Ellie sentía lo mismo, a juzgar por el ceño fruncido de su rostro y la forma en que apretaba su mano. La gente de Jackson no era más que una cosa: entrometida. Y lo estaban demostrando.

   "Supongo que no esperaban que esto sucediera", dijo Talia mientras enviaba miradas sucias a todos los que susurraban y miraban sin disimulo. Tampoco era ningún secreto que la comunidad de Jackson no era muy. . . liberal.

   "Es tan molesto", gruñó Ellie.

   "Sí. Aquella granja suena muy bien ahora", miró a Ellie esperando ver una sonrisa, pero la chica parecía como si fuera a matar a alguien. Lucía más enojada de lo que la situación requería. "Oye, en realidad no es para tanto. . ."

El ceño de Ellie se frunció más, su mente parecía estar lejos, estaba empezando a apretar la mano de Talia un poco fuerte.

   Talia emitió un sonido. "Ellie—"

   La chica pareció volver en sí. Soltó la mano de Talia bruscamente. "Lo siento", su rostro tomó expresión avergonzada y culpable.

   "No pasa nada", respondió Talia, sacudiendo la cabeza y volviendo a tomar la mano de la otra chica entre la suya. "Pero no les prestes tanta atención. ¿Estamos cerca?" Intentó cambiar el tema de la conversación.

   "Sí", respondió Ellie. Estaba intentando soltar la mano de Talia, con algunos signos de culpabilidad aún plasmados en el rostro.

   La pelinegra soltó un bufido y aseguró firmemente la mano de Ellie en su agarre. "Deja de hacer eso".

   "Sólo no quiero—"

   "Ellie, estoy perfectamente bien". La tranquilizó. "Además, no soy tan débil, venga", sacudió el brazo de la contraria ligeramente.

Ellie sonrió un poco.

Un par de metros más tarde, estaban fuera de los seguros muros de Jackson y en la profundidad del bosque. Ambas sacaron sus armas de elección, aunque se suponía que toda la zona debería estar despejada. Nunca se puede estar demasiado seguro.

Los altos y gruesos árboles les rodeaban y sus enormes hojas les protegían de la intensidad de la luz del sol. Evitaron caídas imprecisas y serpentearon entre la vegetación con facilidad.

   "Tommy está hablando de ponernos de nuevo a patrullar, ¿sabes?" Ellie le ofreció una mano.

   Talia la tomó y trepó por la enorme roca. "No, no lo sabía. Va a ser raro estar de vuelta después de tanto tiempo".

   "Sí".

   "De todas formas, ¿por qué ha tardado tanto?". Preguntó Talia mientras apartaba algunas ramas con las manos.

   "No lo sé".

   "Tal vez él sólo. . . no está acostumbrado a lo diferentes que son las cosas ahora".

Era un día hermoso, y el bosque siempre tenía mucho ambiente. El dulce piar de los pájaros, las hojas caídas crujiendo bajo sus pies, los animalitos dando vueltas. Era muy agradable, aunque siempre había cierta preocupación de que llegara un chasqueador y arruinara toda la belleza.

   "Entonces, este río", Talia miró al cielo, parcialmente cubierto por las ramas estiradas de los árboles. "¿Es seguro?"

   "Sí. Está dentro del perímetro de patrulla, así que debería estar a salvo de infectados y bandidos". Respondió Ellie, haciendo girar su navaja en la mano.

   "Te has asegurado de todo, ¿verdad?".

   Ellie sonrió socarronamente. "Bueno, me gustaría seguir teniendo la cabeza para el final del día, ¿sabes?"

   "Claro", Talia rió suavemente y siguió a Ellie mientras el camino descendía. "¿Cómo lo has encontrado?"

   "Lo he visto un par de veces en las patrullas", respondió Ellie, tomando su mano y guiándola hacia abajo. Talia no creía necesitar ayuda, pero aun así aceptó el gentil toque de Ellie.

   "¿Y por qué no habías venido antes?"

   "He estado esperando a la persona adecuada, supongo".

   "Estás obsesionada conmigo, Williams", se burló Talia.

   "No sueñes demasiado", respondió Ellie, ganándose un leve empujón por parte de la otra.

Se rieron y siguieron hablando durante todo el paseo, a veces haciendo tonterías, como coger bichos y agitarlos en la cara de la otra persona... sí, Ellie había hecho eso un par de veces, disfrutando con picardía de la reacción de Talia.

Y entonces, el camino se despejó ante ellas y fueron recibidas con una vista impresionante. Unas aguas azules y cristalinas tomaban una forma peculiar, rodeadas de grandes rocas cubiertas de algas, y los altos árboles se cernían sobre todo ello como gigantes verdes.

   "¿Qué te parece?" Ellie la miró expectante.

   "Joder. . ." Fue todo lo que pudo decir.















































































































































LIVING DEAD

Tuve que partir este capítulo en dos porque hay simplemente demasiaaado contenido que cubrir. No lo hice por ser mala y crear suspenso. . .

/se ríe maliciosamente.

¡Gracias por leer!

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